FAO Departamento de Pesca

Resultados de la Conferencia de Kyoto y documentos presentados

CONSUMO HISTORICO APARENTE Y DEMANDA FUTURA DE PESCADO Y PRODUCTOS PESQUEROS: CALCULOS EXPLORATORIOS
por
Lena Westlund

La producción total mundial declarada de pescado ascendió en 1989 a más de 100 millones de toneladas. Aunque esta cifra bajó entre 1990 y 1992, datos provisionales para 1993 indican que la producción total asciende a más de 101 millones de toneladas. De estas capturas se emplearon un 30 por ciento para fines no alimentarios, principalmente para su reducción a harina y aceite. El pescado fresco es el producto más importante de la pesca para el consumo humano directo, manteniéndose su cuota respecto de la producción total en un 30 por ciento entre 1970 y 1990. Los productos congelados han incrementado su cuota, mientras que han perdido terreno los productos curados. Los productos en conserva han mantenido su proporción del 12 por ciento a lo largo del período.

Se estima que el consumo humano aparente per cápita de pescado en 1993 fue de 13 kg (definido como suministro de pescado per cápita para el consumo humano directo en equivalente de peso en vivo). Esto representa un descenso respecto de 1989, cuando el consumo per cápita alcanzó los 13,6 kg. En el plano regional, el consumo de pescado per cápita fue también mayor en 1989 que en 1970. Sin embargo, tras un análisis más a fondo de las tendencias de consumo en las principales regiones, subregiones y países, se descubren diferencias importantes. Pueden encontrarse ejemplos de caídas en el consumo per cápita a nivel de los distintos países; entre los ejemplos pueden citarse Viet Nam y Bangladesh.

Asia es con mucho la región más importante de consumo humano directo de pescado, debido a la combinación de unos niveles relativamente elevados de consumo per cápita y a sus poblaciones numerosas, por ejemplo, Japón, con sus 71 kg, registró uno de los niveles más altos de consumo per cápita en el mundo. China contribuyó a un 27 por ciento del crecimiento total de consumo de pescado en el período de 1970-1990. Europa es el segundo continente que consume más pescado para alimentación. Por lo general, el consumo es superior en los países desarrollados que en los países en desarrollo. Los niveles más bajos de consumo se encuentran en Africa y el Cercano Oriente. Sin embargo, hay excepciones: entre los pequeños estados insulares en desarrollo del Pacífico y del Indico, así como del Caribe, varios países tienen un consumo de pescado por persona superior a los 50 kg anuales.

La composición por especies y grupos de especies en el consumo de pescado ha cambiado durante el período de 1970-1990. Bajó la cuota respectiva de pescado de escama, y aumentó la de crustáceos, moluscos y cefalópodos. El pescado de agua dulce aumentó su cuota del 16 por ciento en 1970 al 22 por ciento en 1990; el pescado demersal marino bajó durante el mismo período y aumentó el consumo por persona de especies pelágicas. Estas cifras de suministro per cápita y total no reflejan necesariamente la importancia del pescado como alimento ni la que tiene para la seguridad alimentaria de las distintas regiones. En países donde el pescado representa una gran parte de la ingesta total de proteínas, su importancia relativa es naturalmente mayor.

Aparte de los pequeños estados insulares en desarrollo, ya indicados, entre los países donde ese porcentaje supera el 10 por ciento están varios países del sudeste asiático y de Africa occidental.

Por otro lado, la distribución de pescado y productos pesqueros puede variar considerablemente entre regiones, y los grupos de ingresos dentro de los países y el pescado como alimento pueden tener un peso diferente en esas regiones y grupos. En muchos países, sobre todo en los países en desarrollo, el consumo de pescado refleja una red de distribución muy sesgada, con un consumo muy alto en las zonas del litoral, donde el pescado muchas veces se considera un alimento básico. Por otra parte, un estudio hecho en Ghana (Heinbuch, 1994) muestra que el pescado pelágico pequeño ahumado es la fuente más barata de proteína animal y, por consiguiente, es de gran importancia en la alimentación de los grupos de ingresos menores.

Entre los elementos que contribuirán a determinar la demanda futura de pescado y productos pesqueros están el crecimiento demográfico, el crecimiento económico, el desarrollo de los ingresos disponibles y un mayor poder de compra, así como factores sociales como las pautas tradicionales de consumo de pescado. Con el tiempo, esas pautas pueden variar debido a cambios en la situación social, por ejemplo, estilo de vida y estructura familiar. Pueden también cambiar las actitudes frente al pescado: en los países desarrollados, el pescado se considera cada vez más como un alimento beneficioso para la salud. Otros factores que influyen en la demanda de pescado para consumo humano son el desarrollo y grado de complejidad de las estructuras de producción, elaboración, distribución y comercialización del pescado.

Cálculos exploratorios sobre la demanda futura de pescado en el año 2010 arrojan una demanda total mundial de pescado para el consumo humano del orden de 100-120 millones de toneladas. Entre las regiones cuya demanda será importante figurarán China, Japón y el resto de Asia, Europa incluida la antigua Unión Soviética, y América del Norte. Sin embargo, al igual que con las tendencias aparentes de consumo, se producirán disparidades regionales muy importantes, tanto entre las regiones y subregiones como dentro de ellas.

Es difícil predecir la demanda por tipos de productos y grupos de especies. Sin embargo, pueden identificarse tendencias generales como una mayor demanda de productos frescos y congelados y de productos con valor agregado. Esto se debe principalmente a una mayor disponibilidad de ingresos, y por lo tanto a un mayor poder adquisitivo. El precio constituirá un elemento de importancia determinante en la demanda de grupos de especies. Los consumidores de los países desarrollados seguirán pidiendo pescado blanco y una cantidad cada vez mayor de mariscos, pero las especies baratas seguirán siendo importantes para las poblaciones más pobres de los países en desarrollo.

Dadas las perspectivas bastante pesimistas del desarrollo económico en el Africa al sur del Sahara, probablemente seguirán exportándose especies de gran valor y pequeños peces pelágicos, etc., consumidos en el mercado local. Sin embargo, si los precios de los peces demersales aumentan considerablemente debido a limitaciones de la oferta, los consumidores habituales de pescado blanco pueden pasar a alternativas más baratas, tendencia a la que ya estamos asistiendo.

Los precios del pescado en comparación con posibles productos que lo sustituyan también repercutirán en la demanda futura de pescado para consumo humano. Parece claro que los suministros de pescado no cubrirán la demanda; por lo tanto ese exceso de demanda contribuirá a que suban los precios.

La forma en que esos aumentos de precios van a reflejarse en las pautas de demanda y consumo de las regiones dependerá del respectivo poder adquisitivo de los consumidores y de la prioridad que en el menú se dé al pescado.

Por lo general, la demanda se verá probablemente menos afectada en países relativamente ricos donde hay una fuerte tradición de comer pescado, por ejemplo, en Japón y en los mercados emergentes del Asia oriental, más que en los países de ingresos inferiores, que corrientemente tienen un consumo modesto de pescado, por ejemplo en parte de Africa y Asia meridional. Se corre el riesgo de que el actual nivel de consumo medio de pescado entre países desarrollados y en desarrollo pueda aumentar aún más en el futuro.