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3. EL PAPEL DE LA BIOMASA COMO ENERGETICO EN LA
INDUSTRIA ARTESANAL DE SANTA CLARA DEL COBRE, MICHOACAN.

3.1 INTRODUCCION

El horizonte entre arte y artesanía se rompe, se vuelve algo secundario cuando hacemos referencia o podemos apreciar una de las obras que salen de las manos de los cobreros de Santa Clara, que como otros muchos artesanos del país conservan su tradición y refuerzan su espíritu creativo para demostrar al mundo que a pesar de conquistas, avasallamientos, humillaciones y exterminio aún están presentes y son algo más que referencia histórica o centenario homenaje.

El cobre forma parte sustancial de la historia de México, los Purépechas sorprendieron a los conquistadores españoles por su capacidad y habilidad para fundir y transformar el regio mineral en hermosas piezas.

De regiones mineras, cercanas al principio, distantes con el tiempo, ha fluido el cobre hacia Santa Clara, ubicada al centro de Michoacán, para ser transformado con la ayuda del carbón y la leña en una gama de artículos que lo mismo sirven para la cocina, la decoración o la exaltación de lo bello.

La dependencia de los cobreros, tanto de la materia prima fundamental, como de la madera que con su “fuego la suaviza y permite dar forma, aún las más caprichosas, al cobre” como alguna vez dijo Pito Pérez; es marcada y cada día más fuerte, los artesanos de Santa Clara esperan algún día ser algo más que objeto de Quincentenario interés para resolver lo que para ellos es su problema vital; la obtención de cobre, madera y apreciación remunerada a su trabajo.

Siendo su fuente de material energético básicamente el carbón (de encino y pino) y los desperdicios de la industria forestal, los cobreros no mantienen vínculos directos con las fuentes de la biomasa asimismo la actividad cobrera de Santa Clara es un caso único; de ahí los términos en los que se ha elaborado el presente estudio.

3.2 ANTECEDENTES HISTORICOS

Antiguo centro poblacional Purépecha, se dedicaba al fundido y trabajado del cobre al igual que otros pueblos mesoamericanos, satisfaciendo los requerimientos de la población y sus gobernantes que empleaban las piezas de cobre lo mismo en el hogar, el trabajo o la guerra que en los actos y celebraciones religiosas o el adorno de sus muertos, ellos “…conocían ya ricos yacimientos de cobre al sur de nuestro Estado…de tal suerte que entre los objetos antiguos que se han encontrado se ven hachas, arracadas, cascabeles, máscaras y otros objetos de dicho metal…”(1); “…Hubo una intensiva producción de hachas de cobre, cuyo modelo está fielmente representado, e indudablemente se usaron en la guerra, sin obstáculo para darles mayor aplicación en el trabajo, talando los árboles de las “rozas” …”(2).

A la llegada de Don Vasco de Quiroga a la provincia de Michuacan (hoy Michoacán) se da una valoración importante del quehacer cobrero que practicaban los indios Purépechas, y es así que Tata Vasco trajo de España expertos en el trabajo del cobre estableciéndose en la localidad una gran fundición de este mineral (en el año 1531), lo que aunado al asentamiento en el pueblo por esas fechas de un convento de monjas clarisas dio la pauta para que desde esa fecha se le conozca como Santa Clara del Cobre2.

Marcado por la historia, el pueblo ha mantenido su tradición artesanal en el trabajado del cobre sin perder la originalidad e incorporando nuevas técnicas, aunque con el tiempo el “martillado” sigue siendo la característica diferencial respecto a otros lugares “cobreros” del mundo, ya que en México es la única localidad dedicada a este árduo, difícil y bello quehacer, siendo precisamente la técnica del martillado la que ha dado fama a Santa Clara.

Durante la Colonia y el período postindependentista, la explotación de minerales se centró sobre la plata y el oro, quedando la extracción del cobre como algo secundario; esto no afectó a Santa Clara que se abastecía de yacimientos ubicados en la región aledaña.

Gracias al poco interés de los “mineros” españoles e ingleses, debido a las dificultades de acceso y extracción, así como a las ventajas que la Corona -primero- y luego el Gobierno Liberal les ofrecían para la explotación de los minerales preciosos, es así que al llegar el siglo XIX Santa Clara se mantenía como una zona de “muy breve escala” de explotación minera.

2 Dicha fundición tenía como objetivo adiestrar a los indios en el uso de la fragua, y el abastecimiento a los talleres caseros de las “planchas” de cobre para la elaboración de distintas y diversas obras de las que siempre han destacado “los cazos de Santa Clara”, utilizados de manera tradicional en los hogares mexicanos.

Durante el siglo XIX, en su primera mitad, los cobreros de Santa Clara, al igual que la mayoría de los pueblos artesanos, sufrieron las disposiciones del Gobierno que estableció la desaparición de las ordenanzas gremiales establecidas y funcionando bajo los principios de Don Vasco de Quiroga, en un intento modernizador que tendía a abrir la producción y el mercado especialmente minero e industrial-artesanal, hacia procesos manufactureros basados estrictamente en relaciones puramente económicas.

A medida que se inició la expansión de la actividad minera hacia los minerales no ferrosos (período porfirista), entre ellos el cobre, gracias a las concesiones se dejó sentir la presión y el control de capitales ingleses y franceses en la región de Santa Clara y Ario de Rosales, mismos que pasaron a disponer de los yacimientos y el mineral extraído iniciando los problemas en la obtención del mineral para los cobreros, que hasta ese momento habían sido autosuficientes. Una vez agotados los yacimientos las empresas extranjeras abandonaron la región, esta situación dada más o menos en la década de los años '50 de este siglo marca el inicio de un proceso de dependencia parcial de los cobreros, ya que de esos tiempos a la fecha la mayor parte de su materia prima la obtienen de procesos de refundición y separación de desperdicios metálicos para obtener el cobre. Al cabo del tiempo los artesanos cobreros empezaron a combinar los materiales combustibles, utilizando carbón de encino y pino y leña, proveniente de desperdicio industrial; a diferencia de otros sectores artesanos, los cobreros no combinan su actividad artesanal con otras tareas productivas (agricultura, ganadería o silvicultura) ni de abasto de su material combustible, adquiriéndolo al igual que el alimento o vestido -en función de su necesidad inmediata.

La artesanía de cobre de Santa Clara, mantiene un prestigio ampliamente reconocido, en parte eso ha permitido que se sostenga a pesar de los conflictos que presenta en la actualidad.

3.3 MARCO REGIONAL DE REFERENCIA

En este apartado lo mismo que en los demás se abarcan los Municipios de Salvador Escalante (donde se ubica como cabecera municipal Santa Clara) y el de Ario de Rosales, ya que desde sus antiguos asentamientos poblacionales y por sus características geobióticas comprenden una sola región, que si bien abarca porciones de otros Municipios como Tacámbaro, Turicato, Huacana y Taretan, éstos no inciden en su dinámica socioeconómica.

La región de interinfluencia y ubicación de los cobreros de Santa Clara, se localiza en la porción central del Estado de Michoacán. Su superficie total es de 118.000 ha, ubicándose como parte del sistema neovolcánico transversal y la transición (subprovincia escarpa limítrofe), hacia la depresión del Río Balsas, “…en 30 km aproximadamente, ocurre un descenso que va de 2.000 a 700 metros sobre el nivel del mar…”(3) en la mayor parte de la región está ubicada entre los 1.900 y 2.000 m.s.n.m. Esta región forma parte del sistema hidrológico Balsas, teniendo importantes ríos y mantos de agua de los que sobresalen el Río Parota que cruza la región y el Lago de Zirahuén (uno de los más bellos del país). El clima de la región en su mayor parte es templado subhúmedo con lluvias en verano en la porción sur y sureste del área. El uso del suelo en términos de usos potenciales e importancia de acuerdo a la cartografía de INEGI es: forestal, agrícola y pecuaria, la vegetación dominante en la región son los bosques de pinoencino, pino y las praderas mixtas.

La población total de la región es de 55.000 habitantes, correspondiendo más del 60% al sector rural, que se distribuyen en más de 110 pequeñas localidades (rancherías, núcleos agrarios, poblados pequeños); ubicándose la población urbana en las localidades de Santa Clara y Ario de Rosales, como en el resto del Estado, los jóvenes menores de 29 años cubren más del 70% de la población total, la tenencia de la tierra3 se distribuye en: un 59,4% a pequeña propiedad, el 38.9% ejidal y el 1,7% a pertenencia comunal, en términos oficiales esta región junto con la de la Sierra suroccidental son las únicas en las que se presenta esta situación de dominancia de la propiedad privada sobre la social.

La región es de las pocas que mantiene un equilibrio relativamente estable entre lo rural y lo urbano, ya que incluso buena parte de la población tanto de la ciudad de Ario como la de Santa Clara mantiene vínculos productivos y culturales campesinos. La infraestructura y acceso a los servicios básicos (comunicaciones, agua potable, drenaje, salud, educación, energía eléctrica, etc.) son satisfactorios, en lo que corresponde a los dos centros urbanos de la región, pero no sucede lo mismo en las pequeñas poblaciones que registran un serio déficit en todos los aspectos de infraestructura, equipamiento y servicios.

Los rubros forestal (tanto de materias primas como industria) y agrícola de temporal (granos básicos, principalmente) son los más importantes en términos de la población económicamente activa y su aportación a la economía local, siguiéndoles la actividad turística (por referencias) ya que no existen cifras sobre ella, pero tanto Santa Clara como la Laguna de Zirahuén constituyen atractivos turísticos internacionales. En la región se ha impulsado un programa de “desarrollo ganadero” en los últimos años, mismo que no sólo ha mostrado en la práctica su inviabilidad sino que ha ocasionado problemas de degradación de los recursos, ya que su base de sustento ha sido el desmonte mecanizado de áreas arboladas.

3 La región enfrenta una fuerte problemática en la definición de la tenencia de la tierra, ya que sólo se ha dado reconocimiento a dos comunidades indígenas (Zirahuén y Opopeo); existiendo otras cinco, por lo menos, entre ellas Santa Clara, que siguen reclamando sin que se les reconozcan sus derechos de posesión sobre tierras usufructuadas por particulares.

Por otra parte, aunque la región dispone de importantes mantos de agua, poco se ha hecho para impulsar su uso productivo (agrícola, acuícola) siendo escasas las áreas agrícolas que ha incorporado el riego a su sistema de producción.

Teniendo a tan sólo 40 km la Ciudad de Pátzcuaro y colindando la región con la cuenca de Pátzcuaro, en la última década ha resentido la presión depredatoria que aqueja a ésta última, por lo que ya empieza a manifestar problemas de depredación, sobreexplotación y demanda de sus recursos para complementar los requerimientos de la zona lacustre, lo que se hace más crítico debido a los conflictos políticos que por la tenencia de la tierra se tienen entre comuneros y pequeños propietarios.

3.4 LA ACTIVIDAD FORESTAL EN LA REGION

La región tiene en el ecosistema forestal su recurso más importante con una superficie de arbolado comercial que es de 56.000 hectáreas en las que se dispone de un potencial maderable de 162.000 m3r para pino y de 30.000 m3r para el encino. Hasta los años '70 la actividad productiva se centró en la extracción de resina misma que se realizaba de una manera anárquica y por demás irracional, lo que propició un serio deterioro de los bosques, ocasionando durante esa época fuertes problemas de plagas (descortezadores) lo que sirvió de pretexto para la extracción de considerables volúmenes de madera. En la región todavía se tiene presente que “la gallina de los huevos de oro” para inhabilitar la veda forestal y facilitar el aprovechamiento maderable lo constituían las plagas. Durante esta época tuvo un gran auge la producción de carbón, actividad que se realiza en la región desde épocas coloniales, y que en estos tiempos se abastecía principalmente de maderas muertas y desperdicios de la “labor de saneamiento forestal”.

En la actualidad la región se encuentra bajo una intensiva actividad de aprovechamiento maderable, tanto para la obtención de volúmenes comerciales (primarios y secundarios) como de material celulósico y leñas para la elaboración de carbón, siendo los volúmenes más disputados los de pino y escasamente (casi sólo para carbón) los de encino. Los volúmenes anuales autorizados por la Subsecretaría Forestal para la región son de 49.000 m3r para las pináceas y de 24.000 m3r para los encinos. Se cuenta con suficiente infraestructura de acceso a las áreas arboladas bajo aprovechamiento, pero los equipos y herramientas utilizadas en las operaciones de monte son deficientes y muy mal empleados, ocasionando serios dańos al arbolado en pie esto se explica por el hecho de que si bien hay un equilibrio en la tenencia de la tierra forestal entre la ejidal y la pequeña propiedad no son ninguno de éstos los que explotan su bosque, sino empresas contratistas y a estas últimas poco o nada les interesa la conservación de un patrimonio que no es suyo.

LA INDUSTRIA FORESTAL EN LA REGION

MUNICIPIONO.INDUSTRIA CAPINSTAL.M3SOCIALESPRIVADAS
Villa Escalante75377.000075
Ario de Rosales  6  11.0000  6
TOTAL81388.000081

FUENTE: D.D.R., 091, PATZCUARO

En la región se encuentran establecidas y funcionando 81 industrias forestales oficialmente dedicadas a la producción de cajas de empaque y tarimas, pero que en realidad se dedican principalmente al aserrío (producción de tablas) y cuentan con una capacidad instalada de 388.000 m3r anual (turno de 8 horas por día durante 260 días al año), esta industria está en su totalidad en manos de particulares, concentrándose más del 90% de las instalaciones en el pueblo de Santa Clara del Cobre y áreas aledañas.

Como se puede apreciar la capacidad instalada y en operación rebasa en un 700% los volúmenes autorizados de pino ya que es lo único que consumen las empresas de la región, lo que significa y es un hecho que esta industria cubre sus necesidades de abastecimiento de manera clandestina y sin ninguna regulación técnica, situación que se viene presentando en los últimos 10 años, fecha en la que dejaron de contar con permiso de instalación y funcionamiento, precisamente por no justificar un abastecimiento sustentado en un aprovechamiento técnico.

Indudablemente esta situación está repercutiendo negativa y drásticamente en las masas arboladas de la región, más aún si le incorporamos los volúmenes que consumen un número indeterminado de talleres artesanales dedicados a la producción de muebles, que tan sólo en Opopeocomunidad Purépecha- distante 10 km de Santa Clara cuenta con más de 100 talleres familiares, y de tomarse en cuenta los volúmenes destinados para el consumo doméstico rural las dimensiones de la presión sobre el recurso forestal pueden llegar a ser alarmantes. Es claro que la industria establecida de acuerdo a los reportes de inspección y vigilancia, captan volúmenes de otras regiones (como las de Tacámbaro y Acuitzio-Villa Madero); pero también es cierto que la mayor parte de lo que consumen proviene de las áreas más cercanas a sus instalaciones.

3.5 LA INDUSTRIA ARTESANAL DEL COBRE

El pueblo de Santa Clara es el único que se dedica al trabajado del cobre martillado en el país - hasta donde se tiene información-, actividad que le ha caracterizado desde la época colonial; las personas que se dedican a esta industria artesanaal son 3.000, o sea mas del 25% de la población total de Santa Clara, de ellos un 90% son hombres adultos y jóvenes y el 10% mujeres que se encuentran agrupados en cuatro organizaciones que son: Casa del Artesano, Cooperativa Vasco de Quiroga, Unión Estatal de Artesanos de Michoacán (UNIAMICH), y Centro de Enseñanza Ocupacional.

Este centro es el que incorpora al mayor número de mujeres, que se dedican principalmente a la elaboración de miniaturas y joyería de cobre; en general las cuatro agrupaciones tienen como finalidad básica la presentación de un frente común de sus agremiados para la comercialización, en lo general, ya que dos de ellas (la Cooperativa y la UNIAMICH) funcionan como instancias de control intermediario siendo pocos los beneficiados económicamente gracias al apoyo que reciben del Fondo Nacional para las Artesanías y el Gobierno del Estado, a través de la Casa de las Artesanías; ejerciendo un bloqueo hacia las otras organizaciones y los artesanos independientes, mediante el apoyo que les proporcionan oficialistamente. Ya que buscan captar a la totalidad de los artesanos para garantizar una producción cautiva.

Los tipos de obra que se producen en Santa Clara, son en orden de importancia y tradición los cazos, charolas, centros, jarras, fruteros, candeleros, candelabros, miniaturas y joyería. Realizando sus obras bajo dos modalidades: el “trabajado común”, que genera obras de acabado rústico destinadas al mercado local y regional, y el “trabajo artístico”, que comprende obras de gran belleza y sofisticación que se elaboran bajo pedido directo para el mercado de exportación y la participación en concursos y exhibiciones nacionales e internacionales.

La técnica básica con la que se elaboran las obras es el martillado, a esta técnica se han ido incorporando a lo largo de las diferentes épocas las técnicas del repujado, el cincelado y el comido-al-ácido; lo que les ha implicado a los artesanos la adquisición de herramientas tales como pulidoras, tornos y martinetes eléctricos, herramientas que se han incorporado normalmente.

El trabajado del cobre por lo general se realiza en el ámbito familiar, ubicándose los talleres en el solar (traspatio) de las casas, y participan normalmente el jefe de familia y los hijos mayores, éstos más con el carácter de aprendices ya que una vez que desarrollan habilidad y experiencia tienden a establecer su propio taller, más aún cuando en la región el matrimonio se acostumbra a edades muy tempranas con la necesidad de independencia económica y responsabilidades sociales que ello implica.

El trabajo grupal sólo lo realizan cuando reciben pedidos de piezas de gran dimensión, especialmente cazos, lo que implica la participación de varios artesanos en el proceso de elaboración; agrupándose normalmente a partir de los vínculos familiares.

Hasta los años '40 a '50 los artesanos no tenían dificultades en la obtención del cobre ya que se abastecían de yacimientos ubicados en regiones aledañas, posterior a esta fecha el agotamiento de los yacimientos tradicionalmente abastecedores y el incremento en la demanda nacional de cobre para otros fines empezó a causar desabasto al artesano; empezando a cubrir sus necsidades mediante la refundición de desechos metálicos, que hasta la fecha adquieren del interior de la Entidad y de otros Estados aledaños.

En 1985 y mediante un financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Estatal para el Fomento de la Microindustria, se obtuvo crédito para la instalación de dos laminadoras en un principio pensadas como empresas comunales que permitieran cubrir las necesidades de cobre tanto en plancha, resultado de la fundición de la chatarra y separación del cobre, así como la obtención de las láminas. Sin embargo, como consecuencia, esta inversión terminó beneficiando solamente a un reducido grupo de familias producto de los malos manejos por parte de los funcionarios (responsables); traduciéndose el supuesto apoyo en la creación de una situación de dependencia cautiva de la mayor parte de los artesanos hacia las empresas laminadoras.

Lo que vino a ahondar la separación de los cobreros, por un lado los “caseros” mismos que se caracterizan por ser los artesanos más tradicionalistas que aún realizan por su cuenta la fundición de la chatarra y obtención del cobre, y mantienen como prioridad la elaboración de cazos y el trabajo artístico; por otra parte se encuentran los lamineros, mismos que se dedican principalmente al trabajo común resaltando la producción de miniaturas, candeleros, candelabros, ollas y floreros. Este último grupo es el mayor dependiente de las empresas laminadoras, pero a la vez está incorporado mayoritariamente a las dos organizaciones que tutela el FONART y el gobierno del Estado, lo que les permite “mejores condiciones” de mercado a diferencia de los “caseros” que son tanto artesanos independientes como los agrupados en la Casa del Artesano, organización que desde su origen está luchando por tener acceso directo a los mercados nacional y extranjero sin el intermediarismo que respresentan las instituciones mencionadas.

No se cuenta con estadísticas acerca de los volúmenes de producción (piezas) ni por artesano, ni por el conjunto total de Santa Clara; ya que como mencionan ellos mismos, es más importante la calidad y el grado artístico (belleza) que alcanza cada pieza en particular, que la producción “seriada”.

La fragua, el centro vital de trabajo para los artesanos cobreros, es alimentada a base de leña de carbón, energéticos que tradicionalmente adquieren de manera individual y como ellos dicen “al día”; dependiendo el volumen tanto de carbón como de leña del tipo de obra que se realiza. Para tener una idea, la elaboración de un cazo de 50 kg de peso demanda de medio costal de carbón (aproximadamente 20 kg) y de entre 120 y 140 kg de leña seca, que aproximadamente equivale a 0,25 m3r; el carbón lo obtiene directamente de productores de carbón, que normalmente son campesinos sin tierra que realizan la actividad carbonera de manera marginal produciendo principalmente carbón de encino y pino, en ese orden de importancia, siendo los únicos (tanto carboneros como cobreros) que aprovechan los volúmenes de encino en la región.

Los carboneros bajan normalmente al poblado con un promedio de 2 cargas de aproximadamente 120 kg de carbón por carga y lo ofrecen libremente por las calles de la población, adquiriendo cada artesano sólo el volumen requerido para el día o lo que le demande la realización de la pieza a elaborar; de igual forma los artesanos cobreros adquieren la leña de los desperdicios del aserrío (tiras, costeras y desperdicio menor), éste comprado directamente en las instalaciones industriales. Considerando que guardan una relación de 50 y 50% los consumos de leña y carbón, y de que en promedio ellos absorben entre un 60 y 70% del desperdicio de aserrío (mismo que según reportes del servicio de Inspección y Vigilancia equivale a 60.000 m3r al año), podemos señalar que la demanda de leña como energético por parte de la actividad cobrera es de aproximadamente 40.000 m3r al año, que es necesario subrayar no involucran volúmenes comerciales (ni rollizos, secundarios ni celulósicos).

El hecho de que los cobreros no sólo prefieran sino casi empleen exclusivamente desperdicio, obedece a que durante el proceso de trabajado del cobre no requieren de un fuego vivo constante ya que una vez alcanzada la etapa de reblandecimiento de la lámina se retira la “rueda” de la fragua para proceder a moldearla de acuerdo al propósito deseado, secuencialmente se prosiguen etapas de martillado al aire ambiente con reblandecimiento de la pieza en la fragua, momentos éstos en que se aviva el fuego ya que con el carbón se mantiene la brasa continua; por lo que esta actividad se mantiene por comodidad y eficiencia empleando precisamente los desperdicios menores y la tira y costera que son fáciles de “pedacear”.

A partir de 1987 la empresa papelera CEPAMISA introdujo a la región astilladoras y empezó a contratar, pagando por adelantado, los volúmenes de desperdicio obviamente en condiciones ventajosas de precio; iniciando así un proceso de acaparamiento tanto en Santa Clara como en la región, que para estas fechas ha empezado ya a respresentar un fuerte problema para los artesanos de Santa Clara que no están en posibilidades de comeptir con CEPAMISA, y aunque recientemente han solicitado apoyo y asesoría a la SARH y la Secretaría de Desarrollo Rural del Estado no han contado con una respuesta a la fecha, lo que preocupa a los obreros ya que el desabasto de leña puede impactar de manera seria en su economía familiar y la del pueblo, que recibe la mayor parte de sus ingresos de esta actividad artesanal.

3.6 CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

3.6.1 Conclusiones

3.6.1.1 Conclusiones en lo general para la actividad cobrera

Los artesanos no enfrentan problemas de abastecimiento de leñas, en el sentido convencional de los términos abastecimiento y leñas, ya que por una parte ellos no inciden en el mercado de esta materia prima siendo más bien una opción que propicia el uso integral de los volúmenes de madera que consume la industria forestal, ampliando los niveles de derrame económico a diferencia de CEPAMISA que no retribuye nada a la región.

El hecho de que los cobreros sean los principales consumidores de carbón, no sólo constituye una alternativa concreta de ingreso para los carboneros sino que de alguna manera es un factor también que coadyuva a que el desequilibrio en la composición de las masas de pino-encino no se vea modificada al absorber buena parte de la encina que los industriales y contratistas se niegan sistemáticamente a extraer e industrializar.

Los principales problemas que enfrentan los artesanos, son por un lado la división interna que han propiciado con su proceder las instituciones cuya función, en teoría es la de organizarlos, asesorarlos y apoyarlos; tanto para la adquisición del cobre como en el comercio.

Asimismo la dependencia de corte caciquil a que se ven sometidos por las dos empresas laminadoras de la localidad y a la que se ven sujetos en buena medida por la falta de liquidez financiera, para adquirir en otras partes “stocks” mínimos de cobre, en la comercialización enfrentan otro importante problema por depender de las empresas y casas comercializadoras de artesanía a las que se encuentran amarrados, por no disponer de opciones propias de transporte, ni los contactos para establecer canales directos de comercialización; estas cosas propiciadas por la ausencia de líneas de crédito a esta actividad.

Por último tenemos el problema de la competencia que por las leñas enfrentan con la empresa CEPAMISA, situación difícil de solventar ya que dada la importancia y el peso económico de la papelera, la solución del problema involucra autoridades federales y estatales de primer nivel.

3.6.1.2 Conclusiones en lo general para la actividad forestal en la región

Si bien como se ha señalado la actividad extractiva industrial no mantiene una relación directa con la actividad cobrera, si resulta claro que no sólo ésta sino la economía y la ecología de la región sufrirán un deterioro difícil de revertir de no emprenderse de inmediato medidas que permitan regular tanto la intensiva extracción e industrialización clandestina de la madera; son de sobra conocidas las consecuencias que esto implica y el costo social, ambiental y económico que cuesta no atender esta problemática.

El contratismo como modelo básico para el manejo de la producción forestal, no sólo es la práctica que propicia la depredación de las masas arboladas sino que además desincentiva y produce apatía en los propietarios y poseedores, dados los raquíticos ingresos que reciben de los contratistas por lo que poco les preocupa la conservación y el mejoramiento de su recurso forestal (sólo ven pasar riqueza, sin recibir nada de ella).

3.6.2 Recomendaciones

3.6.2.1 Recomendaciones para la actividad cobrera

Promover e inducir en las instituciones responsables de la actividad artesanal, un cambio en sus actitudes hacia los artesanos del cobre que permita la canalización sistemática de asesorílas y apoyos, especialmente en los aspectos de organización para la comercialización y la obtención de materia prima y energéticos; así como la asesoría y apoyo para establecer una relación directa entre consumidores y cobreros.

Un punto de relevante importancia es el de negociar con las potenciales fuentes de financiamiento nacionales y externas, la canalización de créditos que con un carácter revolvente permitan por lo menos a nivel de las cuatro organizaciones de cobreros existentes; ya que de lo contrario serán más grandes las dificultades y dependencia especialmente en la obtención de cobre.

Ante el problema de la competencia desleal de CEPAMISA, que tiende a crecer en el corto plazo, se requiere motivar tanto al Gobierno del estado como a la Delegación de la SARH para que tengan una valoración exacta de las dimensiones del problema, y tomen la iniciativa para resolverlo a la brevedad. Existen los recursos legales que pueden condicionar el destino y uso de la madera incluidos los desperdicios productivos, como es el caso; se puede asimismo incentivar y dar facilidades a la regularización de la industria a cambio de condicionar la venta de los volúmenes de referencia al mercado local de los artesanos.

3.6.2.2 Recomendaciones para la actividad forestal en la región

Dada la importancia que para la actividad cobrera reviste la producción de carbón, así como para usos domésticos entre otros, es necesario establecer un proyecto de incentivación económica, organización productiva y comercial de los carboneros; aunque no fue posible disponer de información del número de personas que se dedican a la producción de carbón ni de los volúmenes que alcanzan su importancia resulta obvia, incorporarlos a un proceso organizado de producción con incremento en sus niveles de vida e ingreso no sólo repercutirá favorablemente para este grupo de campesinos marginados, sino que además estamos seguros los puede convertir en un importante factor para la conservación de los bosques de la región.

Las actividades de recuperación forestal deben ser intensivas y bien planificadas orientadas a un doble proposito (recuperación y producción) para hacer atractiva esta labor a los propietarios y poseedores, para ello es condición que a la brevedad el Distrito de Desarrollo Rural de Pátzcuaro, en tanto que dependencia técnica responsable realice las evaluaciones que se requieren para determinar la dinámica de destrucción, las áreas de mayor problemática y las prioritarias de atención.

Ninguna medida de conservación y protección tendrá resultado mientras se permita o “ignoren” la dinámica de extracción y las características con que se da, por ello se ocupa establecer un programa de regularización de la industria aplicando la Ley Forestal en sus estrictos términos.

Incentivar y apoyar mediante la organización y asistencia técnica y financiamiento a los propietarios y poseedores para que ellos asuman las tareas de producción y en lo posible de industrialización de su materia prima, ya que de lo contrario no se podrá romper la apatía que actualmente presentan.

3.7 ANEXOS

3.7.1 Notas Bibliográficas

  1. DICCIONARIO MICHOACANO DE HISTORIA Y GEOGRAFIA. Pág. 513, Jesús Romero Flores. Ed. Imprenta Venecia México, D.F. 1972.

  2. EL CODICE VINDOBONENSIS. Pág. 47 y 49. José Luis Melgarejo Vivanco. Instituto de Antropología, Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz. México 1980.

  3. DIAGNOSTICO AGROPECUARIO Y FORESTAL DEL DISTRITO DE DESARROLLO RURAL 091. Pág. 13. Mimeo. Pátzcuaro, Mich. México 1989.

3.7.2 Bibliografía Consultada

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