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SESION II. CONTRIBUCION DE LOS SISTEMAS DENDROENERGETICOS OPTIMIZADOS AL DESARROLLO RURAL, A LA PROTECCION DEL MEDIO AMBIENTE Y AL COMBATE DE LA DESERTIFICACION (continuo)

ENERGIZACION PARA UN DESARROLLO RURAL SOSTENIBLE
Gustavo Best, Dirección de Fomento de la Investigación y la Tecnología, FAO, Roma

Esta presentación se refiere al enfoque propuesto por el Grupo de Trabajo Latinoamericano y del Caribe sobre Energización para un Desarrollo Rural Sostenible, GLAERS, y a presentar los elementos y criterios del Plan de Acción sobre Energización para un Desarrollo Rural Sostenible, así como la estrategia de su puesta en marcha a través de un portafolio inicial de actividades nacionales, subregionales y regionales.

Las actividades específicas están siendo formuladas en base al interés detectado en visitas directas a 14 países y la consulta con otros países y organismos internacionales, regionales y subregionales como la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), el PNUD, el BID, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA), la Junta del Acuerdo de Cartagena (JUNAC) y el Banco Mundial (BIRF).

El propósito de la presentación fue someter el Plan de Acción a los miembros de la Red Latinoamericana de Cooperación Técnica en Dendroenergía para obtener sus comentarios y para promover una colaboración más estrecha entre el GLAERS y la Red.

Introducción

Las áreas rurales de América Latina y el Caribe continúan soportando un déficit en el suministro y el aprovechamiento de energía para encarar un proceso de desarrollo socioeconómico sostenible.

La carencia de infraestructura energética ha sido un factor limitante, entre otros, para el desarrollo local de actividades productivas que agreguen valor a los bienes que estas comunidades generan, contribuyendo a mejorar sus niveles de ingresos. Por otra parte, la energía aprovechada en el medio rural tradicional se circunscribe principalmente a la leña para la cocción doméstica, los portadores energéticos para la iluminación (queroseno, electricidad, velas) y la energía solar natural, aplicaciones bastante rudimentarias y poco generadoras del desarrollo rural sostenible.

Tanto por su impacto directo en los niveles de vida de los pobladores rurales y en el ambiente, como por su contribución a la generación de actividades económicas, la dotación de servicios energéticos adecuados es un requisito indispensable para facilitar el proceso de desarrollo rural sostenible. En efecto, la energía puede permitir: aumentos en la productividad del trabajo; generación de empleos; elevación de la calidad de vida con servicios esenciales tales como agua potable, iluminación, telecomunicaciones y conservación de alimentos; mejoramiento de la salud a través de la dotación de infraestructura médica, disminución de la contaminación en hogares, y mejores condiciones de trabajo; conservación de los recursos naturales mediante la introducción de tecnologías de uso energético más eficientes; recuperación de recursos naturales degradados a través, por ejemplo, de plantaciones energéticas; conservación de la biodiversidad, y disminución de la presión migratoria del campo hacia las zonas urbanas o hacia frentes de colonización en tierras no aptas para uso agropecuario sostenible.

Preocupados por el limitado impacto de las tecnologías y fuentes energéticas en el desarrollo rural latinoamericano, se constituyó el GLAERS, cuerpo consultivo ad hoc de expertos y entidades de la Región, el cual ha sido apoyado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Desde finales de 1989 se dedicó a trabajar conjuntamente en el desarrollo de un enfoque conceptual y metodológico que permita superar los errores percibidos e impulsar una nueva forma de articular esfuerzos y encarar el reto de lo que se ha denominado la energización rural, en un marco de sostenibilidad técnica, económica, sociocultural y ambiental. En su fase inicial, el GLAERS desarrolló metodologías, documentos temáticos, talleres de trabajo y una propuesta amplia de acciones regionales y nacionales a realizar en los próximos años.

En julio de 1992 se desarrolló una Reunión Regional sobre el tema, con el apoyo financiero de la FAO, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el gobierno argentino a través de la Secretaría de Ciencia y Tecnología (SECyT). Participaron 70 expertos y representantes de 19 países, y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) así como de las agencias financiadoras. El propósito de la reunión fue difundir los resultados logrados hasta entonces por el GLAERS mediante la presentación de documentos temáticos elaborados por sus miembros, y debatir una propuesta inicial de Plan de Acción Regional de Energización para un Desarrollo Rural Sostenible.

Desde entonces, borradores del documento han sido profusamente circulados y comentados en la Región, y su versión más reciente, distribuida en esta reunión de la Red de Dendroenergía, refleja los ajustes necesarios para su actualización.

Visión del GLAERS sobre energización para un desarrollo rural sostenible

El GLAERS concibe la energización rural como un proceso continuo y ordenado de uso del espectro total de portadores energéticos para atender los requerimientos de las actividades domésticas, de transporte, de servicios y productivas, que contribuyan a mejorar las condiciones de vida y la calidad y cantidad de los productos generados en el medio rural, de manera tecnológica, económica, ambiental y socialmente sostenible. Se enfatiza que la sostenibilidad es un concepto multidimensional, y que lo que se persigue no es diversificar e intensificar el uso de energía de cualquier naturaleza a cualquier costo en el medio rural. Se trata más bien de emplear las soluciones energéticas más sólidas y viables desde el punto de vista de por lo menos las cuatro dimensiones resaltadas.

Cabe destacar también que el concepto de energización rural debe ser considerado como estrechamente asociado al concepto de uso racional o eficiente de energía. Esto quiere decir que la energización rural no necesariamente implica incrementos en el uso de los portadores energéticos, sino que puede significar ahorros de energía (e.g., leña) o sustitución entre fuentes. En consecuencia, la energización debe ser considerada como un marco más amplio de acciones de desarrollo rural integral, teniendo en cuenta que el análisis de los aspectos energéticos es una condición necesaria pero no suficiente para lograr dicho desarrollo.

Contexto regional para la energización

La mayoría de los países de la Región están embarcados en el desarrollo de soluciones técnicas que permitan enfrentar el desafío de la provisión de energía a numerosas y dispersas comunidades rurales, que generalmente poseen recursos limitados. En muchos de ellos, se han llevado a cabo programas rurales de electrificación, desarrollos piloto en fuentes de energía renovables y esquemas de reforestación con fines multipropósito o directamente energéticos. Pero el impacto de estos esfuerzos ha sido extremadamente limitado, debido fundamentalmente a que han sido realizados en forma aislada, discontinua, sin un marco coherente de políticas, integración intersectorial de esfuerzos, y participación social de los beneficiarios supuestos.

En el medio rural de la Región predominan las comunidades cuya población vive bajo condiciones de marcado subdesarrollo, caracterizado por las desigualdades sociales, la pobreza y carencia de infraestructura mínima de servicios básicos, como vivienda, salud, educación y comunicaciones. El 61% de la población rural vive en condiciones de pobreza, y el 37% en situación de indigencia. A estas condiciones de pobreza y carencia de infraestructura, se añade el creciente empobrecimiento de la base de recursos naturales de la que el poblador rural depende en última instancia para labrar su subsistencia.

Fenómenos de pobreza, falta de acceso y tenencia de los mejores suelos, ineficientes prácticas arraigadas de producción y comercialización y el deterioro de la capacidad productiva de los suelos, entre otros, continuamente presionan a la población rural de bajos ingresos a emigrar. Cuando no emigran hacia las áreas urbanas, se desplazan hacia tierras altas, boscosas o baldías, marginalmente agrícolas o totalmente de aptitud forestal. Allí reinician sus prácticas de roce-tumba-quema, producen unas pocas cosechas de subsistencia y, al cabo de unos años, finalmente dejan implantadas pasturas para la conocida ganadería extensiva de baja productividad y alto deterioro ambiental. La presión migratoria se reinicia.

Como consecuencia, las comunidades rurales padecen severos problemas de disminución relativa de la calidad de vida, generando importantes corrientes migratorias hacia los centros urbanos con la consecuente aparición de los “cinturones de pobreza”. Este proceso ha sido evidente en las décadas pasadas, y todo indica que de no mediar esfuerzos importantes para contrarrestarlo, se acentuará en los próximos años.

Por otra parte, América Latina y el Caribe vive una época de profundas transformaciones en la organización institucional y estructura económica de sus países. Las reformas estructurales y la crisis económica de la última década han afectado negativamente al sector agropecuario, sostén principal de la población rural del continente, y han acelerado el deterioro de los recursos naturales. En particular, se han venido agudizando las condiciones de por sí difíciles del productor tradicional y de la población rural en general. En este contexto, se hace necesario una visión de futuro del sector rural, que le permita no tan sólo superar estas dificultades enfrentadas sino incrementar su productividad e importancia relativa dentro del desarrollo nacional, para lo cual la energización de su producción es uno de los componentes principales. Cabe esperar que los cambios en la definición del papel del Estado, del sector privado y de los actores locales y regionales frente a los nacionales, produzcan frutos positivos en el mediano y largo plazo para estas poblaciones, pues en principio brindarán unas bases económicas, ambientales y sociales más firmes para el desarrollo rural sostenible. Sin embargo, es necesario proveer mecanismos y procesos continuos y deliberados que durante los próximos años faciliten y optimicen el aprovechamiento de oportunidades y solución de problemas fundamentales durante la transición hacia los nuevos modelos económicos y orgánicos puestos en marcha. El GLAERS sostiene que la energización es uno de esos mecanismos fundamentales.

Líneas de trabajo: programas regionales y nacionales

A continuación se presentan las líneas de acción consideradas como prioritarias por el Plan de Acción Regional.

El objetivo central del Plan de Acción es promover el desarrollo rural sostenible a través de procesos de energización. Para lograrlo, el Plan contempla acciones a dos niveles:

  1. El nivel nacional como eje central, pues sólo allí se lograrán realizar los trabajos de campo y procesos conjuntos entre los distintos actores técnicos e institucionales con las comunidades rurales que mejorarán sus condiciones de vida a través de la energización.

  2. El nivel regional o supra-nacional como dimensión de apoyo a los países en temas comunes o afines. Se propone y se propicia la integración de experiencias y enfoques especializados de los distintos organismos supra-nacionales relacionados con los temas de energía y desarrollo rural sostenible para que de manera conjunta y/o coordinada, den soporte internacional a los esfuerzos nacionales de energización rural.

Nivel Regional

Programa R-1: Asistencia a la planificación y gestión de la energización rural

Se trabajará estrechamente con autoridades e instituciones nacionales para apoyar sus esfuerzos de adaptación del enfoque metodológico del GLAERS a las necesidades y perspectivas de energización rural en los países, y en la formulación y desarrollo de políticas y programas de energización rural. Se ofrecerá asistencia técnica para la incorporación de criterios de energización rural sostenible en proyectos de desarrollo rural en curso. Se apoyará la organización de reuniones consultivas nacionales para promover los conceptos y métodos de energización rural y para definir modalidades o estrategias de cooperación institucional e intersectorial, buscando optimizar la contribución de entidades públicas, el sector privado, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y las organizaciones comunitarias de base a estos esfuerzos. Teniendo en cuenta las características particulares de los problemas de energización rural en algunas subregiones del continente, se dedicarán esfuerzos especiales en actividades específicas relacionadas al estudio y desarrollo del potencial bioenergético o de otras fuentes locales, la preparación de recursos humanos y la transferencia tecnológica en el Caribe, la Amazonía y las áreas rurales fronterizas entre países.

Programa R-2: Comunicación y difusión de información

Partiendo de los sistemas de información existentes a nivel regional (sobre todo el de OLADE) y subregional (como el Sistema de Información Energética Caribeño), se incorporarán y divulgarán bases de datos sobre metodologías, tecnologías, normas, inversiones, cursos y experiencias de energización rural. Se establecerá un sistema de intercomunicación sobre energización rural por correo electrónico, para propiciar el contacto directo y la transferencia ágil de información entre los participantes del Plan y de éstos con otras redes internacionales. Se emprenderá la publicación de un boletín informativo periódico que tendrá amplia difusión en la Región y servirá de foro de debate y documentación sobre la problemática y los procesos de energización rural.

Programa R-3: Tecnologías y metodologías para la energización rural

Se realizarán estudios y prepararán manuales, material de apoyo técnico-económico y paquetes tecnológicos validados sobre los problemas y potencialidades de la energización rural con relación a por lo menos:

Programa R-4: Energía y ambiente rural

Teniendo en cuenta la compleja interrelación entre energía, ambiente y desarrollo rural sostenible, se realizarán estudios político-técnicos detallados sobre los problemas y perspectivas de soluciones relativas a esa interacción, tomando en cuenta la interfase urbano/rural y los insumos energéticos tanto directos como indirectos. Se dará atención especial a la evaluación del impacto ambiental del aprovechamiento de la leña, por una parte, y del establecimiento de plantaciones dendroenergéticas o multipropósito, por la otra. Se diseñarán y realizarán trabajos de campo y proyectos piloto dirigidos a demostrar la viabilidad de mitigar o revertir los procesos ambientales degradatorios a través de esquemas de energización rural sostenible.

Programa R-5: Participación y capacitación

Se ofrecerá asistencia técnica para el desarrollo de proyectos piloto de energización rural con co-gestión comunidad/instituciones a escala microregional o local, con el fin de acumular, evaluar y difundir estudios de casos concretos que relacionen energía, desarrollo rural sostenible y participación comunitaria. Se analizarán los cursos existentes en la Región o dirigidos a sus especialistas y técnicos en las áreas de planificación y de tecnologías energéticas o agropecuarias para el sector rural, indentificando la necesidad de acciones complementarias (módulos en los cursos existentes, o cursos adicionales) a la luz de requerimientos de personal con conocimientos sobre la planificación-gestión y sobre tecnologías maduras para la energización rural. Se prepararán y realizarán los cursos o módulos requeridos. Se preparará, en consulta con ONGs, autoridades locales y sector privado, material didáctico para las poblaciones rurales, diseñado para sensibilizar y divulgar los criterios y posibilidades que ofrece la energización rural. El material contendrá tanto información técnico-económica como criterios para promover la participación social.

Programa R-6: Comercialización y mercados energéticos rurales

Con el fin de superar la etapa de desarrollo y demostración aislada de prototipos o tecnologías energéticas, y pasar a una etapa de difusión masiva de soluciones tecnológicas sostenibles que tengan mayor impacto en el desarrollo rural, desde el nivel regional se apoyará:

Los esfuerzos regionales estarán encaminados a que todos los países participen del conjunto de actividades regionales o subregionales pertinentes, y que todos se beneficien del intercambio horizontal de asistencia técnica, documentación metodológica, bases de información, cursos de capacitación y demás. En los países, se espera que diferentes tipos de instituciones, expertos y sectores tengan acceso a estos programas y mecanismos de apoyo de la manera más libre, flexible y sin exclusivismos. No se trata de que uno o dos puntos focales en cada país concentren la participación nacional en todos los programas regionales o subregionales, pues por la naturaleza misma del GLAERS y del Plan de Acción lo que se busca es aglutinar esfuerzos de cooperación e integración interdisciplinaria y multisectorial, con énfasis en la participación activa de todos los actores involucrados en el proceso de energización para el desarrollo rural sostenible.

Nivel Nacional

El tipo de acciones y temas a abordar en el nivel nacional, variará naturalmente de país en país según sus propios retos, perspectivas y prioridades de energización rural, así como del interés y compromiso de sus instituciones participantes. Para el desarrollo de la gama de actividades nacionales contempladas, se contará con el apoyo de los programas regionales mencionados en la sección anterior.

Se sugiere agrupar también a las actividades y proyectos específicos, detectados a nivel nacional, en seis vertientes iniciales de trabajo:

Programa N-1: Mecanismos y estrategias nacionales para la energización rural

Se incluye aquí la realización de reuniones consultivas nacionales sobre criterios y opciones de energización rural; la realización o actualización de estudios sobre el consumo de requerimientos energéticos rurales; el diseño y adopción de políticas, planes, programas o estrategias de energización rural; el establecimiento o desarrollo de mecanismos institucionales y financieros para el efecto; la incorporación de la energización rural en programas o proyectos nacionales de desarrollo rural en terreno; la elaboración y difusión de materiales divulgativos sobre las opciones locales de energización rural; la formación de recursos humanos en diversos aspectos de la planificación-gestión participativa para la energización rural; el desarrollo de redes de información y comunicación.

Programa N-2: Modernización y uso eficiente de energía en el medio rural

Incluye actividades dirigidas a diversificar e intensificar el aprovechamiento racional y sostenible de los recursos y tecnologías energéticas en aplicaciones rurales distintas a las tradicionales (cocción, iluminación, energía solar natural); asesoría y asistencia a productores rurales en el uso eficiente de electricidad y equipos eléctricos en áreas ya electrificadas; ahorro y sustitución de energéticos en procesos agroindustriales (e.g., procesamiento de caña, molinos, beneficio de café) e industrias rurales (e.g., alfarerías, ladrilleras, caleras); energización de escuelas, acueductos, centros de salud y otra infraestructura social o productiva rural; desarrollo de paquetes tecnológicos que traduzcan el conocimiento científico-tecnológico disponible en productos y técnicas aptos para su comercialización rural y difusión ampliada, sea por organismos públicos o privados de extensión, por servicio u organismos públicos o privados de extensión, asistencia técnica en comercialización rural.

Programa N-3: Bioenergía, ambiente y desarrollo rural sostenible

El hilo conductor de este programa es la interacción entre energía a partir de la biomasa, la gestión ambiental y el desarrollo rural, y por tanto se incluyen actividades diferenciables en tres áreas:

Estas actividades aprovecharán los criterios y recomendaciones emanadas de la Consulta de Expertos sobre Biocombustibles organizada por la FAO en septiembre de 1993 en Roma.

Programa N-4: Descentralización e integración energía/desarrollo local

Los procesos de desconcentración y descentralización del Estado, unidos a los mayores costos y dificultades de financiación de la expansión de redes convencionales de suministro energético a zonas rurales no abastecidas, brindan nuevas oportunidades para la implantación de sistemas energéticos basados en el manejo de recursos locales, dentro de una concepción integral y sostenible del desarrollo rural. Por tanto, se contemplan aquí acciones dirigidas a:

Programa N-5: Energización de procesos poscosecha

Las actividades aquí se dirigen al fomento y difusión de tecnologías energéticas para la conservación y/o procesamiento de materias primas, productos agropecuarios y pesqueros perecederos y productos forestales, con el fin de incrementar el valor agregado y la rentabilidad de la producción rural. Se trata de superar cuellos de botella tradicionalmente enfrentados por los productores rurales (e.g., pérdidas poscosecha, bajos precios en épocas de cosecha) mediante el aprovechamiento de los recursos energéticos en procesos de secado, refrigeración, concentrados y otros. La introducción de estas tecnologías puede contribuir también a sustentar esquemas de energización de mayor envergadura y beneficio social, al proporcionar la rentabilidad necesaria para cofinanciar otros servicios energéticos.

Programa N-6: Comercialización y mercados energéticos rurales

Con el fin de vincular al sector empresarial, a las organizaciones no gubernamentales y a las formas asociativas comunitarias en la creación y desarrollo de mercados de equipos y sistemas energéticos viables para los requerimientos rurales de los países, se realizarán esfuerzos específicos para establecer, divulgar o aprovechar las normas técnicas y legales así como los mecanismos financieros y de fomento de tecnologías involucradas en los Programas anteriores. A escala nacional, se realizarán los estudios de mercados, el diseño y promoción de mecanismos e instrumentos y la asistencia empresarial contemplados en el Programa Regional R-6, creado para brindarles apoyo tecnológico y gestión comercial.

Conclusiones

Se espera que los criterios y las propuestas formuladas por el GLAERS sean de interés para los participantes de la Red de Dendroenergía. Ese Grupo ve como crítico en un proceso de energización rural la participación central de las instituciones a cargo de la problemática de la dendroenergía, ya que en la mayoría de los países serían precisamente esas instituciones las que podrían tomar el liderazgo en coordinar muchas de las actividades de energización rural, con la participación de los ministerios de energía, agricultura, pesca, entre otros.

GUIA SOBRE EVALUACION DE IMPACTOS AMBIENTALES EN PROYECTOS DE GENERACION TERMICA EN BASE A BIOMASA1
Ing. Guillermo Mantilla, Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables, Colombia. Consultor OLADE.

Alcances del manual

Se preparó una guía a manera de un instrumento de orientación para la prevención y control de impactos ambientales en proyectos de generación eléctrica en base a biomasa. Es de observar que no se pretende desarrollar un tratado de expertos. No obstante, se requiere de la concurrencia interdisciplinaria. Tampoco se espera llenar vacíos de información básica y de insuficiencias en la investigación.

En resumen se desea enseñar criterios y elementos mínimos, ampliamente flexibles y posibles de mejorar por parte de cada país.

Incoherencias de la evaluación ambiental

En primer lugar se debe resaltar la dicotomía entre el desarrollo y el ambiente. El ambiente se tiene como un sobrecosto en la operacionalización del desarrollo y se suele hablar de la inserción ambiental en los proyectos de desarrollo. Visto de esta forma se parte de estructuras extrañas que deben introducirse en las estrategias y acciones de los proyectos, por lo general como esfuerzos paralelos. Esta dicotomía no garantiza la aplicación de las medidas y controles ambientales. Debe tenerse presente que los factores externos constituyen costos sociales y ambientales que se deben cargar a los proyectos. Por lo tanto la evaluación económica será un trabajo incompleto si los índices y estimaciones obtenidas no consideran estos costos. Puede asegurarse que en un proyecto adecuadamente formulado el control, el manejo y la mitigación ambiental configuran insumos para la productividad a muy largo plazo, o bien para la sostenibilidad de la operación. La evaluación ambiental es un instrumento técnico-administrativo, jurídico y público para prevenir el deterioro y lograr eficiencia en las actividades sociales y productivas teniendo en cuenta la protección de la naturaleza.

1Documento elaborado por OLADE/BID. Síntesis presentada por el conferencista.

Algunas características de los impactos en las centrales termoeléctricas a carbón mineral

Antes de hacer referencia a la opción de generación con biomasa, es prudente enunciar algunos impactos ambientales, que se ocasionan con las centrales a carbón, son ellos:

Actividad minera

La actividad minera y aquéllas que le siguen, como almacenamiento, transporte y preparación del combustible, son causantes de impactos que pueden ir desde la sustracción y degradación de estructuras naturales, la emisión de particulado atmosférico, la contaminación de aguas superficiales y acuíferos, y la generación de ruido hasta los impactos sociales y culturales.

Proceso de generación

En este proceso son inevitables los impactos debidos a las emisiones atmosféricas, tales como CO2, NOx, SOx, HC, partículas, los vertimientos líquidos con contaminación térmica y residuos de la operación y mantenimiento de los sistemas de combustión y refrigeración y a las cenizas y residuos de combustión.

Control ambiental en la termoeléctrica

Se ocasionan impactos cuyo control representa costos y dificultades en la instalación y operación de la térmica, son ellos: adquisición de filtros para gases y particulados, tratamiento y manejo de vertimientos y disposición y manejo de cenizas. Los gases de emisión contienen compuestos azufrados que se deben capturar y las cenizas son degradantes de suelos y aguas, además causan un problema estético en su disposición final.

Problemas globales

La lluvia ácida y la formación de ozono troposférico son fenómenos que están afectando la salud de las personas y la vida en general. Su origen está en la combustión de combustibles de origen fósil, efecto que se acentúa con los altos contenidos de azufre y con las tecnologías inadecuadas de combustión.

El proceso de desertificación es una amenaza vigente en vastas zonas del mundo. Su aceleración está relacionada con la deforestación y la quema de las masas vegetales.

En cuanto al calentamiento de la tierra por efectos de invernadero se señala como responsable principal al CO2. De la deplexión de la capa de ozono se responsabiliza a los cloro-fluoro-carbonados y al metano, entre otros. Sobre estos fenómenos aún no se tiene un dictamen final, ya que su verificación es compleja.

Importancia y significado de la central a biomasa

La generación con productos biomásicos ofrece la posibilidad de recuperar y conservar sistemas naturales de moderada estabilidad, así como la conservación de entornos con riesgos de erosión y susceptibles a las transformaciones fuertes de su estructura vegetal.

Existen tendencias generalizadas a homogeneizar los paisajes y a usarlos bajo patrones de labranza monoespecíficas. La generación con biomasa, en especial con material leñoso, puede dar una oportunidad al aprovechamiento sostenible del bosque. De otra parte el aprovechamiento del bosque y de plantaciones forestales, incluido el procesamiento de la madera, generan desperdicios que pueden ser fuente importante de energía. Cabe recordar que la presión indiscriminada y simultánea sobre la tierra con riesgos de erosión y erosionadas por efecto de labranza y extracción de leña sustraen anualmente grandes áreas al proceso productivo generador de ingresos, estados que se hacen más críticos cuando las limitaciones climáticas son marcadas.

La dendroenergía es una opción vigente, si se tiene presente que los combustibles fósiles generan energía con desperdicios y efluentes líquidos y gaseosos altamente contaminantes y con altos costos para su manejo y control.

Bosques, desperdicios biomásicos y eficiencia energética

El manejo y el aprovechamiento de los bosques naturales y de las plantaciones forestales se efectúa por lo general con altas tasas de desperdicios. No se han explorado con asiduidad las opciones para mantener la sucesión vegetal y proteger la estructura boscosa.

Cuadro 1

Procedimiento general para el desarrollo de la guía según términos a referencia

Cuadro 1

Los volúmenes de desperdicios biomásicos representados en residuos de cosecha que plantean un problema de disposición y manejo pueden conformar un combustible potencial.

La baja eficiencia de la generación de energía se acentúa en los sistemas de combustión y transferencia de calor en el sector rural, con incidencia negativa en la salud por efectos de calefacción y cocción de alimentos en recintos cerrados que no disponen de control a la emisión de gases y partículas.

Cuadro 2. Las Consideraciones ambientales en el desarrollo de un proyecto bioenergético

  1. Estudios preliminares y prefactibilidad: Condiciones de viabilidad de la explotación (técnicas, económicas, sociales, ambientales, … )

    EIA. inicial según información disponible.

  2. Estudio de Factibilidad: Estudio de alternativas técnicas, ecónomicas, ambientales y financieras.

    En esta fase se lleva a cabo la evaluación de impacto ambiental motivo de la presente guía. Objetivo EIA: Probar que el proyecto es ambientalmente viable.

  3. Fase de diseño (o de proyecto ejecutivo): Se formula el plan de manejo ambiental y se estructuran los programas específicos de control y monitoreo ambiental. Establecimiento de diálogos con las comunidades.

  4. Fase de construcción: Fase de mayores impactos socioeconómicos.

  5. Fase de operación:

  6. Desmantelamiento

La quema de la vegetación para establecer parcelas monoespecíficas es una práctica tradicional en muchas regiones del mundo. Una combustión incompleta además de liberar productos combustibles, emite compuestos tóxicos para la salud y amenazan la estabilidad climática.

La generación con biomasa: ventajas y desventajas

Generar energía con biomasa favorece la promoción de la cultura del bosque tan ajena a la cosmovisión de Occidente, así como mantener estructuras vegetales protectoras en áreas susceptibles a la degradación por la labranza convencional. En otros escenarios se soluciona un problema de estética y de contaminación por parte de residuos de cosechas, se dispone de una combustión con emisiones sin contenidos azufrados y una producción de cenizas de fácil manejo y aplicación. La generación con biomasa concede la alternativa de destilar con una reducción grande de emisiones y recuperación de material de amplia aplicación.

Se resalta la ventaja de mantener un equilibrio provechoso entre la liberación de CO2 y la fijación fotosintética del carbono.

Las regiones apartadas y de difícil interconexión con las redes nacionales dispondrán de una solución para su abastecimiento energético en presencia de una oferta ecológica suficiente.

Conviene señalar las desventajas que ofrece la generación con biomasa tales como: existencia de altos índices de deforestación en el trópico húmedo americano, niveles de investigación muy deficiente en materia de bosque y desperdicios energéticos, manejo de volúmenes y de humedad mayores que en otro tipo de combustibles, alta variabilidad en el poder calórico y contenido de ceniza y por último la ausencia de una cultura para el aprovechamiento permanente del bosque.

Procedimientos para la evaluación

El Cuadro 1 muestra un marco de referencia general a seguir en el desarrollo de un estudio de evaluación de impactos ambientales. El Cuadro 2 señala las consideraciones ambientales a tener en cuenta en las diferentes fases de un proyecto bioenergético. Obsérvese que es en la etapa de factibilidad donde se realiza la Evaluación del Impacto Ambiental, EIA, cuyo objetivo es demostrar que el proyecto es ambientalmente viable, por consiguiente la evaluación económica de alternativas debe tener en cuenta los costos de mitigación y control. El Cuadro 3 indica las clases de escenarios escogidos de acuerdo a afectaciones directas e indirectas y los valores ambientales que se verían alterados.

Actividades generadoras de impactos ambientales

Las actividades a destacar en el establecimiento de la unidad de producción de biomasa se relacionan con el trazado, diseño y construcción de infraestructuras de acceso, irrigación, protección contra plagas e incendios, preparación del terreno, ahoyada y siembra, prácticas culturales y resiembras, podas entresacas y aprovechamiento final, derribe, preparación de la cosecha y transporte, construcción de campamentos y miradores, construcción de instalaciones para guardar maquinaria, combustibles y aceites, construcción y operación de viveros, entre otras. Estas actividades son virtuales ocasionadoras de impactos los cuales se deben evaluar, estimar, prevenir y corregir según el caso.

Unidad de producción de combustible

Es necesario definir la fuente de material combustible, la cual puede estar conformada por una sucesión vegetal o bosque secundario, por una plantación dendroenergética, por desechos de biomasa, incluidos residuos de cosecha, entre otros. En igual forma se necesita asegurar la disponibilidad de terrenos, con capacidad y producción suficiente para la meta de generación. Debe contarse con criterios e índices para la evaluación de la fuente, en términos de programación de la producción, estimación de incertidumbres y ajustes de producción de acuerdo a rendimientos anuales y por turnos y a propiedades térmicas entre otros.

Secuencia, criterios y bases de la evaluación

En principio se evalúan los componentes antrópicos, biológicos y físicos con el fin de apreciar y precisar en lo posible las tendencias de la localidad sin proyecto. La localización de las áreas de producción debe partir de la utilización de sistemas rigurosos que indiquen la calidad de las tierras según los requerimientos del proyecto bioenergético.

Se debe evitar seleccionar extremos de calidad de tierras, no obstante el área debe ser suficiente en condiciones para la producción de biomasa con fines energéticos. Estas áreas deben cumplir con la clasificación de tierras y normas de uso del suelo en cada país.

Los sistemas de plantación, manejo y aprovechamiento, así como la infraestructura de acceso y operación deben acoger principios de conservación y normas geotécnicas de trazado, diseño y construcción respectivamente.

Cuadro 3. Recursos/valores ambientales a ser considerados en la EIA

CLASIFICACIONRECURSO O VALOR
Nivel 1: Medio físico 
  
Recursos de aguaAgua Superficial:
 Hidrología
 Calidad
Agua Subterránea:
 Hidrología
 Calidad
  
Recursos de aireMeteorología:
 Calidad (smog, olores, entre otros)
 Ruido
  
Recursos de tierraGeología:
 Recursos Minerales
 Sismología
Suelos y Geomorfología:
 Subsidencia
 Erosión
 Fertilidad
  
Nivel 2: Medio biótico 
Recursos acuáticos Piscicultura
 Biología acuática
   
Recursos terrestres Cubierta vegetal
 Fauna silvestre
   
Especies en peligro Especies en peligro
  
Nivel 3: Medio humano, valores de calidad de vida 
   
Sociodemográfico Población/asentamientos humanos
 Niveles de salud-educación
 Niveles de empleo-ingreso
   
Servicios e infraestructura Vías
 Energía
 Abastecimiento de agua
   
Económicos Uso del suelo (agricultura, industria, recreación, minería, áreas urbanas)
 Economía local
   
Socioculturales Historia y arqueología
 Poblaciones indígenas
 Actitudes y cuadro valórico
   
Estéticos Paisaje
 Recreación
   
Legales e institucionales Normativa legal
 Instituciones ambientales

De otra parte debe considerarse la presencia de entornos ecológicamente sensibles a la intervención.

El Cuadro 4 muestra algunos factores e indicadores a tener en cuenta en la evaluación de tierras.

Parte fundamental del análisis corresponde al marco institucional y legal, en cuanto a planes y normas sobre ordenamiento y uso de aguas, tierras y bosques se refiere. Son esenciales los procedimientos para el trámite y obtención de concesiones y permisos para el aprovechamiento y utilización de los recursos naturales renovables, así como conocer los regímenes jurídicos bajo los cuales se encuentra el área en consideración. La determinación de áreas de influencia directa e indirecta es un proceso muy importante, ya que una inadecuada estimación trasciende en los costos y en la concreción de las medidas de control, prevención y corrección.

Cuadro 4. Algunos factores e indicadores en la evaluación de tierras

FactorIndicadores
1.SuelosCapacidad de soporte
 - Fertilidad
 - Textura
 - Estructura
 - Profundidad
2.GeomorfologíaResistencia a la erosión y tipo de procesos erosivos
 - Dinámica de las tierras y de la red de drenaje
 - Pendiente
 - Estabilidad del techo geopodológico
3.Balance hídricoDéficits o excesos hídricos
4.Productividad y rendimientoCapacidad de producción
5.Clasificación por capacidad de usoCualidad y limitaciones para la labranza
6.Perfil de suelos y característicasLimitaciones físicas y biológicas
7.Levantamiento cartográfico y mapa temáticoArea de influencia y área real

Indentificación, estimación y evaluación

Se procede a identificar, estimar y evaluar los impactos ambientales. Para el caso que nos ocupa se verán afectadas las aguas, las tierras y los sistemas naturales.

La evaluación de los impactos sobre las aguas se realiza teniendo en cuenta leyes y normas de referencia, criterios de calidad y concentración de contaminantes permitidos para aguas superficiales y subterráneas, además de una cualificación y caracterización de impactos ambientales generalizados.

Con respecto a las tierras se tienen en cuenta las condiciones de relieve, propensión a la erosión, regímenes hidroclimáticos, la estabilidad de la formación geopodológica y las funciones ecológicas y su nueva situación frente al cambio de uso de la tierra y los sistemas de labranza a emplear.

Los impactos sobre los sistemas naturales son evidentes pero de difícil cuantificación y por lo general no son mitigables satisfactoriamente. Ellos pueden afectar la estructura y función de la biota, la biodiversidad, los sistemas naturales endémicos y las especies en extinción. La naturaleza bioquímica de las especies dendroenergéticas puede inducir nuevos procesos de biodegradación.

Las medidas de mitigación, compensación y/o prevención se formulan teniendo presente objetivos, estrategias y alcances de diseño de obras y tratamientos, costos y metas físicas. El conjunto de programas de monitoreo, mitigación y de contingencia, entre otros, conforman el plan de manejo ambiental.

LA INSERCION DE LA DENDROENERGIA EN LOS PROGRAMAS DE ACCION FORESTAL DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE Econ.
José Eddy Torres, Consultor Independiente, Colombia

1. Antecedentes

El Programa de Acción Forestal en los Trópicos (PAFT) fue lanzado en 1985 por la FAO, el Banco Mundial, el PNUD y el Instituto Mundial de Recursos (WRI), como una estrategia planetaria para revertir la alarmante degradación o destrucción de los bosques tropicales, a la vez que mejorar el desarrollo y aprovechamiento racional de los recursos forestales de manera económica, social y ambientalmente sostenible [1]. Consta de cinco estrategias básicas de acción que abarcan toda la gama de problemas y perspectivas relativas al bosque tropical, y un intrincado proceso de formulación, negociación y gestión en los países participantes1.

1 Las cinco áreas son: función de la silvicultura en el aprovechamiento de la tierra: desarrollo industrial basado en los bosques: leña y energía; conservación de ecosistemas forestales tropicales; adecuación y fortalecimiento institucional. La maraña procedimental puede consultarse en los “Principios Operativos del PAFT” [2] y las dificultades prácticas en la gestión nacional en las memorias del último encuentro de Coordinadores Nacionales Latinoamericanos del PAFT [3].

Desde incluso antes de su formulación, el PAFT comenzó a definir su enfoque y priorización sobre Leña y Energía como una de sus cinco estrategias básicas de desarrollo, a raíz de los preparativos, deliberaciones y recomendaciones de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Fuentes Nuevas y Renovables de Energía (FENR), celebrada en Nairobi en 1981, que marcó un hito en la visión mundial de la problemática de la leña como recurso forestal y fuente energética de 2 000 millones de habitantes del mundo en desarrollo.

El Programa de Acción de Nairobi (PAN) definido entonces postuló una serie de acciones específicas orientadas a: (i) incrementar la oferta y abastecimiento de leña; (ii) conservar y utilizar más eficazmente la energía derivada de la madera; (iii) sustituir, complementar o diversificar el suministro de energía derivada de la madera, incluyendo el incremento de la producción dendroenergética comercial donde existan o puedan crearse excedentes utilizables de recursos forestales de manera sostenida. El PAN propuso la realización de labores de evaluación, planificación, investigación, desarrollo y transferencia o adaptación de tecnologías dendroenergéticas, que paulatina pero tímida y parcialmente se fueron cumpliendo mientras persistió la “era energética” de la década pasada [2].

Estas tres estrategias: aumentar la oferta o disponibilidad de leña, mejorar la eficiencia de conversión de los equipos que la empleen y diversificar la utilización de madera con nuevas tecnologías dendroenergéticas, han sido durante por lo menos 15 años las alternativas planteadas en la práctica por la mayoría de los estudios y foros dendroenergéticos [e.g., 3, 4], y forman el eje del componente de Leña y Energía del PAFT, tanto a nivel conceptual como en su aplicación por los países.

Mientras a nivel global iba tomando forma el PAFT, en una escala menos ambiciosa pero más rápida y concreta, a finales de 1984 en nuestro continente se establecía la Red Latinoamericana de Cooperación Técnica en Dendroenergía. Desde su establecimiento, la Red ha facilitado la realización de numerosos encuentros, estudios, publicaciones, cursos, viajes de estudio, intercambios de experiencias y de documentación sobre diversos temas relacionados con la problemática y las perspectivas dendroenergéticas de la Región. En su primera reunión formal de coordinadores nacionales de los 16 países miembros de la Red hace dos años en Itajuba [7], se revisaron los obstáculos y las aspiraciones compartidas por la Región en la búsqueda de una transición energética hacia sistemas dendroenergéticos mejor estructurados que contribuyan eficazmente al desarrollo rural, a mejorar la calidad de vida de las comunidades y a la conservación del medio ambiente. Entre otras expectativas de los expertos presentes para poner en marcha un programa regional que pase del diagnóstico reflexivo a la acción efectiva, se manifiesta confianza y esperanza en que la comunidad internacional vinculada al desarrollo de los Planes de Acción Forestal canalice recursos para financiar los proyectos dendroenergéticos formulados por los países de la Región en el marco del PAFT.

Por su amplia acogida continental2, sus perspectivas de consolidación como metodología de gestión nacional y estrategia internacional de apoyo a una concepción renovada de desarrollo forestal en los países involucrados, esas expectativas de la Red en torno al PAFT están bien fundamentadas, aunque un poco optimistas. A raíz de las inquietudes manifestadas en la reunión de Itajuba, y para contribuir al análisis de las perspectivas de acción, la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe en coordinación con la Dirección de Productos Forestales de la Sede de la FAO en Roma, contrató el presente estudio para revisar el tratamiento de la dendroenergía en los Planes Nacionales de Acción Forestal (PAFN) de la Región; su prioridad relativa dentro de los mismos y los requerimientos para su desarrollo. En esta presentación se hace referencia a algunos de los aspectos más relevantes del estudio, que entrará a revisión por la FAO próximamente.

Marco de referencia: la leña y la energía en el PAFT

Desde la primera página de la primera publicación del PAFT [1], es manifiesta la preocupación por la situación y perspectivas de abastecimiento de leña, particularmente para los millones de habitantes pobres de las zonas rurales. Las alarmantes tasas de deforestación y degradación anual de los bosques tropicales, estimadas entonces en 11,3 millones de hectáreas por año, ponen en peligro, entre otros efectos, la continuidad del suministro de leña para estas comunidades, que no encuentran en ninguna otra fuente de energía los sustitutos técnica y económicamente viables que permitan reducir la dependencia del combustible a corto y mediano plazo. Una rápida pero sustanciosa revisión de los requerimientos, disponibilidad y escasez relativa de la leña en las diferentes regiones tropicales justifica plenamente la ejecución de un programa prioritario de acción sobre leña y energía como una de las cinco estrategias básicas del PAFT, pero a la vez deja la sensación, permeada en muchos de los PAFN3 de la Región, de que el problema no es con nosotros, que América Latina no debe preocuparse tanto como el resto de los continentes en desarrollo, pues la base de recursos naturales parece satisfacer adecuadamente por lo menos los requerimientos energéticos de subsistencia.

2 A junio de 1993, 21 países de América Latina estaban formulando o desarrollando PAFT nacionales (PAFN), 9 más del CARICOM se hallaban involucrados en un ejercicio mixto subregional-multinacional, 7 países de América Central estaban implementando un ejercicio PAFT subregional, además de sus PAFN.

3 Planes o Programas de Acción Forestal Nacionales

Si bien es cierto que en la tipología de situaciones relativas a la leña establecida por la FAO, la Región no enfrenta una crisis de las proporciones encontradas en Africa y Asia, no deja de preocupar que ya para 1980 se estimaba [1] que:

Todos sabemos que éstas son clasificaciones muy gruesas y que análisis más detallados de la situación de recursos y de requerimientos de las diversas regiones y sectores usuarios de cada país arrojarían la coexistencia de varias o todas las situaciones descritas dentro de un mismo territorio nacional. De manera que a la vez que en unas zonas se requieran plantaciones para superar déficits, en otras se pueden propiciar plantas eléctricas alimentadas con madera o derivados, no sólo en la Cuenca Amazónica. Por otra parte, aunque el número de africanos y asiáticos con dificultades de abastecimiento de leña supera al número de latinoamericanos, no por ello nuestros países se pueden sentir conformes con la situación y eludir la responsabilidad de buscar soluciones a los problemas detectados.

Sin embargo, para los no especialistas gubernamentales y académicos de los países y de las agencias internacionales involucradas en el PAFT, que suelen superar en número y posición a los especialistas dendroenergéticos, estas generalizaciones iniciales han tenido honda repercusión en la baja comprensión, priorización y dimensionamiento de las acciones relativas a la dendroenergía en los PAFN del continente. Como ejemplo para la formulación del PAFN colombiano el gobierno propuso inicialmente excluir el componente Leña y Energía dentro de su Plan Básico para la formulación del PAF para Colombia.

Volviendo a la lectura del PAFT, podemos comprender que los factores que inciden mayoritariamente en la creación de problemas de abastecimiento de la leña en el trópico giran fundamentalmente en torno a los cambios sufridos en los sistemas e intensidad de uso de la tierra (incluyendo en éstos los procesos de conglomeración urbana). La demanda concentrada de leña para algunos procesos agroindustriales, los procesos de urbanización sin transición energética de los campesinos emigrantes, la creciente escasez y valorización de la leña, consecuentemente convertida en bien transable cuyo carácter comercial le niega acceso a campesinos sin tierra y genera mercados pobremente organizados, todos éstos son factores que caracterizan con evidente rapidez e impacto el abastecimiento de leña en América Central y grandes áreas de América del Sur.

Hoy podemos sustentar que los cambios en el uso de la tierra no tienen raíces tanto en los requerimientos energéticos como en las necesidades económicas y las técnicas productivas arraigadas en las poblaciones. Pero así como las causas no son estrictamente energéticas, tampoco lo serán sus soluciones, y tenemos que reconocer que éstas deben combinar consideraciones económicas, sociales y ambientales además de las dendroenergéticas propiamente tales. Pero defínanse como se definan esas soluciones dendroenergéticas, lo que sí es claro es que América Latina no se puede dar el lujo de seguir ignorando los síntomas, y que es necesario tomar medidas mitigantes para evitar consecuencias previsibles en el futuro.

Entre las medidas a adoptar, el PAFT sugiere prestar atención prioritaria a la protección, ordenación y condiciones de acceso a la vegetación leñosa natural donde aún abunde; la creación de nuevos recursos de leña en cercanías de los usuarios, con énfasis en combinaciones agroforestales para estimular mayor interés campesino; el desarrollo de enfoques económicos que estimulen el cultivo comercial de la leña así como el apoyo a la organización de mercados y distribución equitativa de los beneficios; la combinación de acciones orientadas a incrementar la oferta con acciones tendientes a economizar energía y conservar los recursos naturales; la diferenciación de soluciones de acuerdo a la naturaleza de los mercados y la demanda de leña, pues se necesitan enfoques distintos para el suministro a los mercados comerciales urbanos o agroindustriales de aquéllos para satisfacer la demanda rural de subsistencia. Para darle viabilidad a cualquier solución dendroenergética, se plantean cuatro elementos:

  1. La voluntad expresa y el compromiso claro del gobierno, manifestados en la voluntad política de brindar apoyo y financiación sostenidos, la adopción de marcos legales necesarios y el refuerzo de los organismos responsables.

  2. La participación de la población rural en la protección, ordenación o establecimiento de recursos forestales con fines energéticos en colaboración con organismos oficiales.

  3. El apoyo eficaz de un servicio forestal capacitado y equipado para ordenar directamente los bosques de propiedad pública y asistir los esfuerzos de particulares en el cultivo de recursos forestales en sus propiedades.

  4. Una base sólida de soluciones técnicas probadas y bien adaptadas a las situaciones ecológicas, sociales y económicas del medio.

A la luz de la experiencia, estas cuatro condiciones son bien difíciles de lograr de manera simultánea en nuestros países, suelen tener pesos relativos diferentes en cada caso, y pueden operacionalizarse de diferentes formas, e.g., no dar por descontado el papel protagónico de los servicios forestales tan cuestionados en momentos de reconversión institucional en los países. Sin embargo, señalan certeramente que las soluciones dendroenergéticas requerirán espacio y apoyo del ámbito político, protagonismo directo y persistente de las comunidades rurales, además de asistencia técnica y financiera en terreno.

Retomando las mismas líneas de acción propuestas en el Plan de Acción de Nairobi [4], el PAFT plantea su propio Programa de Acción Prioritaria sobre Leńa y Energía, cuyo eje central sería el apoyo al establecimiento y desarrollo de programas nacionales de leña y energía a través de los PAFN. Se propone brindar asistencia técnica en la evaluación global de los problemas y opciones dendroenergéticas de los países y en la formulación de estrategias y programas nacionales, proporcionar mecanismos de intercambio de información sobre programas y proyectos, canalizar recursos de preinversión para la formulación de programas nacionales y orientar recursos de inversión, desarrollar sistemas energéticos comerciales a partir de la madera, realizar programas de capacitación y demostración de soluciones concretas en los medios rurales, e intensificar la investigación y desarrollo tecnológico sobre la energía derivada de la madera. Como suele ocurrir con este tipo de formulaciones genéricas, sin embargo, al final se identifican unos requerimientos financieros abrumadores para poderle hacer frente a la multitud y magnitud de situaciones y necesidades de acción en todo el mundo, sin poderse precisar los mecanismos y compromisos institucionales y económicos, ni las metas cronológicas y espaciales, para que el Programa efectivamente se lleve a cabo.4

Desde 1986, los países latinoamericanos comenzaron a diseñar y organizar la implementación de sus PAFN, incluyendo los progamas nacionales de Leña y Energía, adaptando a sus condiciones los principios operativos y preceptos conceptuales generales delineados en la documentación inicial del PAFT, y partiendo de sus propios conocimientos y experiencias en cada área temática, así como de sus proyectos y políticas forestales preexistentes. El proceso del PAFT no ha sido sin tropiezos políticos, financieros y técnicos, tanto por circunstancias internas de los países como por el amplio debate e incertidumbre internacional suscitado en torno a la concepción, los alcances, los compromisos y la conducción del mismo, pero ha sido sistemático, persistente y parcialmente exitoso en nuestro continente [3]. Por eso, a pesar de sus deficiencias y atrasos, el PAFT sigue siendo una de las pocas iniciativas internacionales de las últimas décadas que promete lograr un impacto perdurable en el manejo forestal de nuestros países.

4 El Banco Mundial estimaba que para la producción sostenida de más de 900 millones de metros cúbicos de leña - la magnitud del déficit previsto en 60 países para el año 2000 - sería necesaria una inversión del orden de $EE.UU. 10 000 millones a lo largo de 10 años. FAO estimaba que adicionalmente se requerían $EE.UU. 153 millones para apoyo (asistencia técnica, capacitación. además de otroas acciones).

Cuando a mediados de 1991, el Departamento de Montes de la FAO y la Unidad de Coordinación del PAFT produjeron un documento guía [8] para la elaboración de los componentes dendroenergéticos de los PAFN en tónica con los nuevos lineamientos operacionales [2], la mayoría de los países de la Región ya habían terminado sus etapas de formulación y una docena había realizado sus Mesas Redondas Internacionales tipo III5. Tanto por su extemporaneidad como quizás por su insuficiente divulgación, no fue sorprendente encontrar en los PAFN estudiados que esta guía no tuvo mayor impacto en la elaboración de los documentos nacionales de Leña y Energía.

No obstante, un PAFN no se puede concebir como un conjunto terminado de documentos, recomendaciones de políticas o inversiones identificadas antes de una u otra Mesa Redonda, sino como un proceso continuo y dinámico de planificación-gestión en constante evolución. En este sentido, los elementos discutidos en el documento guía deben evaluarse y delimitarse en la práctica para definir un marco de referencia comprensivo pero flexible para la revisión, actualización, implementación e incluso seguimiento de estrategias dendroenergéticas ya en marcha. En el siguiente Cuadro se sintetiza la visión de la FAO y la Coordinación del PAFT sobre los contenidos mínimos de un análisis y programa de Leña y Energía en el contexto de un PAFN, que en el documento mencionado se complementó con una extensa lista de elementos a tener en cuenta en estos trabajos (análisis de los actores involucrados, de la legislación, de los consumidores de leña, de los recursos forestales disponibles para dendroenergía, de las estructuras de mercados y canales de distribución, de la planificación dendroenergética, de los aspectos económicos y sociales y de los impactos ambientales).

5 Las Mesas Redondas III son aquéllas en las que los países presentan sus PAFN formalmente a la comunidad cofinanciadora internacional y ésta, habiendo analizado la documentación con unos meses de anticipación, manifiesta su predisposición a apoyar unas u otras acciones o proyectos. En 1988, se realizaron dos (Argentina y Honduras), en 1989 cuatro (Bolivia, Colombia, Perú y República Dominicana). dos en 1990 (Costa Rica y Jamaica), cinco en 1991 (Belice, Ecuador, Guatemala, Panamá y América Central), tres en 1992 (Guatemala, Guyana y Nicaragua), y tres en 1994 (CARICOM, Chile y México). Cuba también completó su PAFN en 1991, pero no ha logrado hacer su Mesa Redonda III [9].

Cuadro 1. Contenido de un documento dendroenergético PAFT. Documento FAO Montes/PAFT Julio 1991.

1. Antecedentes y diagnóstico

2. Formulación de políticas, estrategias y opciones de programas potenciales de acción dendroenergética

Cada opción programática debe definir claramente:

La dendroenergía en los PAFT latinoamericanos

Para la realización de cualquier evaluación analítica y comparativa de cualquier aspecto de las muchas problemáticas latinoamericanas, lo primero que se requiere es información lo más completa y comprensiva posible, además de los criterios y conocimientos propios de la temática a tratar. El principal obstáculo para llegar a mayores precisiones y mejores conclusiones sobre los programas de leña y energía de los países ha sido la obtención de información sobre todo de los estudios de base realizados para diseñarlos, así como sobre el estado real de ejecución de los proyectos específicos.

No obstante, para el efecto se obtuvo documentación de los diagnósticos, propuestas y perfiles de proyectos formulados o puestos en ejecución en torno a la Leña y Energía de un ejercicio subregional y doce PAFN de la Región: Bolivia, Centroamérica, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Perú. Esta documentación, por cierto fragmentaria por corresponder principalmente a segmentos de las publicaciones finales de los PAFN, fue complementada con el análisis de estudios elaborados y memorias de seminarios realizados en los países sobre la problemática dendroenergética, así como discusiones con algunos de los responsables nacionales de los PAFN o autores de los estudios. En total, se revisaron 30 documentos PAFN, de los cuales en las referencias bibliográficas se incluyen solamente las más importantes para cada caso.

En general, todos los países cuentan con estimaciones básicas de sus consumos nacionales de leña en el contexto de sus requerimientos globales de energía, pues sus ejercicios de balances energéticos les han implicado encuestas y análisis de la demanda. En Bolivia esta información de consumo se encuentra desagregada por región y departamento [12]. En Colombia se baja a nivel municipal para sector residencial y por departamento para los demás sectores consumidores, y se hacen estimaciones regionalizadas de oferta leñosa por uso de la tierra [14]. En Costa Rica esta información también parece conocida, y se le agregan estimaciones de la distribución de la oferta anual de leña por fuentes productoras [17]. En Ecuador [20] se agregan al análisis unas matrices de áreas, crecimientos y disponibilidades sostenibles de leña por tipo de bosque, tomadas de una evaluación del potencial bioenergético de América Latina realizada por OLADE en 1988 y que cuenta con un tomo con igual información para cada uno de sus 26 países miembros [36].

De Chile solamente se dispuso del diagnóstico dendroenergético [19], pues aún no ha terminado el proceso de formulación del PAFN. No obstante, aparecen cifras comparativas de consumos específicos por región y estación (invierno/verano) que hacen suponer que aquí también se conoce bien la situación nacional de consumo. Lo mismo se puede decir de México, que también está en proceso de diseño del PAFT, por la documentación presentada en Itajubá [24].

Los problemas dendroenergéticos encontrados por los países en general se refieren a la dependencia de la leña por parte de los hogares rurales y urbanos pobres, que no obstante el desarrollo de infraestructura eléctrica y de derivados del petróleo no pueden sustituirla, principalmente por razones financieras. Igualmente, se hace mucha referencia a los problemas de escasez creciente en los alrededores de las ciudades dependientes del combustible, como en el caso de Honduras [23] y en general de Centroamérica. La sobre-explotación y el agotamiento de las tierras forestales con propósitos agrícolas y ganaderos de hecho son uno de los factores principales de la escasez de la leña para los hogares marginados.

Ante los problemas detectados, los países plantean estrategias perfectamente alineadas con los enfoques del PAFT y la literatura de los últimos 15 años: aumento de la oferta, disminución del consumo mediante tecnologías mejoradas de comubustión y, en menor medida, el desarrollo de los recursos forestales con propósitos dendroenergéticos no tradicionales como la electrificación rural. En países como Colombia y Chile y en el PAFT Centroamericano, también se enfatiza la necesidad de fortalecimiento institucional y la formulación de políticas e instrumentos jurídicos, financieros y operativos que permitan insertar la dendroenergía no sólo dentro del desarrollo de sus propios PAFN sino de sus estrategias de desarrollo energético y/o general de sus naciones.

Ahora bien, los documentos consultados no permiten realmente evaluar por sí solos con qué criterios se seleccionaron los perfiles de proyectos, qué tanta sustentación técnico-económica, social e institucional se tiene para darle viabilidad y vida a los proyectos, y qué tantas opciones de solución se revisaron antes de llegar al planteamiento de la solución propuesta en los perfiles. La sola lectura de los 41 perfiles de proyectos obtenidos no da suficiente base para juzgar su calidad, prioridad y viabilidad, aunque algunos claramente se notan mejor estructurados y documentados que otros. Hay unos pocos que solamente de título tienen que ver con leña y energía, pues resultan muy ambiguos o poco hilvandos. La mayoría no incluye mecanismos de evaluación o monitoreo de su impacto y efectividad, aunque es posible que estos detalles sean de tipo más general para todo el proceso PAFT que solamente para los proyectos de dendroenergía.

En los Cuadros 2 y 3 resumimos la situación de los PAFN y el tipo de estrategias y proyectos dendroenergéticos.


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