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CAPITULO 7
LA INDUSTRIA PESQUERA

LOS PESCADORES

Todas las actividades de pesca están condicionadas en gran medida por la índole del entorno y las características de los recursos ícticos explotados. Los factores que influyen sobre la pesca en los ríos son muy diferentes de los que condicionan las actividades pesqueras lacustres y marítimas. Tres factores en particular dan a la pesca fluvial su carácter: la dispersión espacial, la estacionalidad y la diversidad. Como estas características son comunes a la gran mayoría de los ríos del mundo, hay un notable paralelismo en la forma general de las pesquerías fluviales y de las comunidades que las explotan. Dicha forma está sujeta, por supuesto, a ciertas modificaciones según el estado general de desarrollo de los países en que se practica la pesca.

Los ríos tienen formas lineales y una anchura limitada, de manera que la superficie acuática total a la que se puede tener acceso desde cualquier punto de la orilla está limitada por la capacidad de trasladarse río arriba o río abajo. En la mayoría de los ríos de la zona templada, la pesca comercial suele estar motorizada, y las redes de caminos hacen relativamente fácil el acceso. En muchos de los ríos tropicales, en movimiento se realiza en canoas impulsadas a mano, aunque también se utilizan motores fuera de borda. Cualquiera que sea el modo de propulsión, es raro que se disponga de una extensión de agua suficiente para establecer un embarcadero que permita realizar operaciones de captura y de comercialización de cierta envergadura. En muchas regiones, los problemas que plantea la forma lineal de los ríos se ven agravados por la índole pantanosa y cambiante del terreno, que, junto con el anegamiento periódico de las llanuras ribereñas, impide instalar y mantener caminos permanentes y otras formas de comunicación. En la mayoría de las regiones del mundo, la dispersión espacial y la inaccesibilidad se han combinado para hacer que las operaciones de pesca sean artesanales y de alta densidad de mano de obra, localizándose en una serie de pequeños asentamientos a lo largo de los ríos o repartiéndose sobre la planicie inundable en islas de mayor elevación. Hay algunas excepciones obvias a este principio general en aguas estuarinas, extensas zonas de anegamiento o lagos y embalses asociados con los ríos, donde es mayor la superficie de agua disponible.

En los ríos de crecida, la expansión y la contracción estacionales de la superficie acuática puede hacer que los asentamientos, durante la estación seca, queden alejados muchos kilómetros del curso principal del río, aunque estén a la orilla del agua durante la crecida. Relacionadas con el ciclo hidrológico, las migraciones de los peces dentro del sistema hacen que las poblaciones ícticas experimenten cambios en abundancia, densidad y situación. En respuesta a las fluctuaciones del ecosistema, los pescadores tienen que alternar con otras profesiones, o tienen que emigrar ellos mismos. Por esta razón es muy difícil definir exactamente quién es y quién no es un pescador. En algunos sistemas la situación está bastante clara, al ser la pesca la ocupación de un grupo étnico particular o de una tribu, y prácticamente toda la población activa de ese grupo puede interpretarse como relacionada de alguna manera con la pesca. En tales casos, es frecuente que el grupo de pescadores no tenga tierras propias y coexista con otros grupos igualmente especializados en agricultura o pastoreo. En otros ríos, la población ribereña está en conjunto relativamente poco especializada, aunque existan subgroups que pueden concentrarse en una o más actividades especializadas, entre ellas la pesca. Dentro de la comunidad pesquera suele haber una división de trabajo bien definida. Los hombres pescan, fabrican y mantienen los aparejos y construyen las embarcaciones, mientras que las mujeres recogen, elaboran y comercializan el producto. En tales poblaciones la mayoría de los hombres hábiles, y algunas veces las mujeres, se dedican a la pesca en un tiempo u otro. Tampoco hay que subestimar el papel de los niños en muchas pesquerías artesanales, en las que actúan como ayudantes. En cuanto tales manejan el canalete para impulsar la canoa, ponen cebo en líneas de pesca y las controlan, levantan las almadrabas y en general se ocupan de la pesquería cuando los miembros adultos de la comunidad tienen que realizar otras actividades.

Con fines prácticos, los pescadores pueden clasificarse en tres categorías según el tiempo que dedican a la pesca (FAO/NU, 1962):

i)  pescadores ocasionales;

ii)  pescadores de dedicación parcial;

iii)  pescadores de plena dedicación.

Esta clasificación se refiere principalmente a la pesca con fines de alimentación en los trópicos y subtrópicos, y excluye categorías especiales como los pescadores con fines recreativos en la zona templada.

PESCADORES OCASIONALES

En contraste con los lagos, en los que una embarcación es normalmente esencial para llegar a los caladeros y para manejar los artes de pesca, las aguas de muchos cauces fluviales y planicies inundadas son accesibles a pie durante parte del año por lo menos, y se puede pescar en ellas desde la orilla o vadeándolas mediante aparatos sencillos. Esta facilidad relativa de acceso para los habitantes de la zona de anegamiento, unida a una cierta disponibilidad de tiempo libre entre la siembra y la recolección de las cosechas de la llanura, hace que la pesca ocasional para la subsistencia sea popular en las comunidades de tales llanuras inundables. Además, en muchas regiones de Africa y Asia, ciertos lagos en depresiones o ciertos sectores fluviales o de zonas anegadas se reservan tradicionalmente para los habitantes de determinadas aldeas. La pesca se realiza durante festivales o excursiones pesqueras que adoptan todo el aspecto de una celebración festiva en la que participan todos los miembros de la comunidad. La mayor parte de los peces obtenidos pasan directamente a la dieta de la comunidad pescadora. El tiempo invertido por individuo es escaso, y casi todos los aparejos utilizados son sencillos y relativamente improductivos. Por otra parte, el número de participantes es a menudo muy elevado. Es difícil, por consiguiente, cuantificar la contribución de tales esfuerzos a las capturas totales en un sistema fluvial particular.

PESCADORES DE DEDICACION PARCIAL

Muchos pueblos sedentarios que viven en llanuras inundables pescan durante una parte del año. Esta actividad puede ser equivalente o inferior a las demás actividades de tales poblaciones. El ciclo de crecidas, el ciclo biológico de los peces y las necesidades estacionales de la agricultura imponen a esas comunidades una alternancia de actividades. Durante las crecidas hay escasa actividad de cualquier tipo, pero al retirarse las aguas de la llanura aumenta la pesca. Al secarse la tierra, la preparación del suelo y las operaciones de siembra tienen prioridad, y van seguidas por un segundo impulso pesquero con las aguas bajas. Sigue la recolección de las cosechas, y el ciclo se repite año tras año. Quizá no sea sorprendente que, así como los pescadores de dedicación parcial recurren a casi todos los tipos de aparejos utilizados por los pescadores profesionales, tienden también a practicar varios tipos de técnicas de acuicultura extensiva. Por ejemplo, el desarrollo de estanques piscícolas en los que se deja entrar el agua va (estanques receptores) asociado a ciertas formas de gestión de la tierra y el agua en países tan distantes como Cambodia (Chevey y Le Poulain, 1940) y Benin (Hurault, 1965). Análogamente, la asociación de criaderos de peces con arrozales es una característica de muchas comunidades cultivadoras de arroz (Tang Cheng Eng et al., 1973).

PESCADORES PROFESIONALES

En la mayoría de los sistemas acuáticos hay grupos de personas que viven enteramente de la pesca. La necesidad de tener trabajo durante todo el año y los movimientos de las poblaciones de peces empujan con frecuencia a esos grupos al nomadismo. Se conoce la existencia de pescadores migrantes en muchos sistemas, que son característicos de las pesquerías fluviales. Por ejemplo, Bhuiyan (1959) describió las migraciones de los pescadores de Hilsa del lndo, que siguen los movimientos de esa especie río arriba y río abajo. Los pescadores del Kafue también se trasladan según el nivel del agua y la abundancia de peces (Everett, 1974). En las pesquerías del Magdalena, los pescadores salen de las ciénagas en las que pescan en la estación seca para interceptar la migración “Subienda” en el río (Bazigos et al., 1977). Algunas de estas migraciones de pescadores pueden ser de proporciones muy grandes. Los movimientos históricos de los Haoussa aguas arriba del Níger (Daget en FAO, 1962) podrían compararse razonablemente con las operaciones de un buque arrastrero en las pesquerías oceánicas, si se tiene en cuenta el volumen de las inversiones en proporción con la renta per cápita de la comunidad. En este movimiento, que puede considerarse bastante típico, participaban familias enteras de 20 a 30 personas que se trasladaban río arriba en septiembre y octubre para pescar en los sectores septentrionales del delta central en la época de descenso de las aguas. La distancia recorrida superaba los 1 000 km. Las barcos principales, a menudo con esloras de hasta 15 m y equipadas para mantener a familias enteras durante el viaje, iban acompañadas por una flotilla de embarcaciones menores que se utilizaban para la pesca propiamente dicha. En el viaje de regreso, que tenía lugar en la siguiente crecida, los barcos principales iban cargados con muchas toneladas de peces destinados de peces destinados a la venta en los mercados nigerianos. Estas partes septentrionales del delta central están distantes de los principales centros de población, y han sido explotadas por pescadores errantes de las tribus Haoussa y Bozo durante muchos siglos. La frecuencia del nomadismo aumenta pues desde la parte sur de la cuenca, donde sólo el dos por ciento de la población es nómada, hasta el 52% en el corazón del distrito del lago (Raimondo, 1975).

No todos los pescadores nómadas emprenden tan largos viajes, pero la mayoría tienen que abandonar sus aldeas nativas al menos durante una parte del ciclo anual. Muchos pescadores establecen campamentos pesqueros temporales en terrenos altos dentro de las llanuras de anegamiento, que ocupan durante la estación de pesca y que trasladan siguiendo los cambios de nivel del río. Para estimular esta práctica, se ha propuesto construir islas artificiales en algunas zonas de anegamiento, especialmente en el Kafue y en el Sudd sudanés, de manera que los pescadores puedan explotar zonas que hasta ahora han permanecido subdesarrolladas por falta de espacio vital adecuado. En algunas zonas inundadas, como la región mesopotámica del sistema Tigris-Eufrates o el delta del Ganges en Bangladesh, la comunidad rural con inclusión de los pescadores y sus familias viven ya en islas formadas con material de relleno y desechos domésticos acumulados durante años. Otra modalidad adoptada por muchas comunidades pesqueras es la construcción de viviendas sobre pilotes que permanecen sobre el nivel del agua, salvo en las mayores crecidas. Estas viviendas son típicas de los ríos de llanura en las costas de Africa occidental y de Asia. También en Asia, algunos pescadores viven, al menos temporalmente, en embarcaciones o balsas que están conectadas con nasas, redes de cerco o redes elevadores en el cauce del río (véase Fig. 7.1).

Figura 7.1

Figura 7.1  Promedio ponderado de pesca mensual en relación con el nivel medio del agua en el río Yamuna, en Agra, durante 1968–69 (según Wishard, 1978)

Los pescadores profesionales utilizan una amplia gama de artes de pesca, pero en los últimos años han tendido a preferir uno o dos de los métodos de pesca basados en materiales modernos como redes de cerco, redes de enmalle o esparaveles. Estos pescadores utilizan también ampliamente embarcaciones de motor, cuando no para la pesca al menos para transportar el pescado desde los caladeros al mercado.

En tiempos recientes se ha desalentado en muchas partes del mundo el nomadismo a largas distancias, ya que esta práctica entraña el movimiento de nacionales de un país hacia las aguas de otro. A medida que se perciben con más claridad las posibilidades de las pesquerías continentales, la mayoría de los países han sentido la necesidad de guardar esos beneficios para sus propios pueblos y han impartido la consiguiente capacitación a las poblaciones locales. Muchos de los movimientos tradicionales, como os descritos respecto a Níger, han cesado y en su han intensificado las migraciones locales más cortas.

La mayoría de las comunidades pesqueras artesanales han desarrollado complejas tradiciones, leyendas e incluso sistemas religiosos que les han permitido integrarse culturalmente con la ecología general del sistema fluvial en el que viven. Se encuentran instituciones paralelas no sólo entre comunidades tropicales sino también en muchos pueblos primitivos de las zonas templadas de Europa y América del Norte. Estudios como los de Smith (1981) o los diversos trabajos publicados por Gunda (1984) ponen de manifiesto el rico folclore que poseen esas comunidades, muchos de cuyos elementos están verdaderamente orientados hacia la conservación de la naturaleza. Entre los mecanismos tradicionales para la regulación de la pesca están la definición de épocas de veda, la delimitación de zonas de refugio y la limitación del acceso a los caladeros. Tales instituciones tradicionales son frágiles y desaparecen bajo la presión de los sistemas políticos y socioeconómicos modernos. Por ejemplo, la pesca se ve a menudo como una especie de ocupación auxiliar para aliviar el desempleo crónico y la demanda de tierras en gran parte del mundo tropical. La irrupción de pescadores nuevos y sin experiencia en medio de las comunidades pesqueras tradicionales provoca la quiebra de éstas. Lamentablemente, no surgen nuevas instituciones que ocupen el lugar de las tradicionales en la administración de las pesquerías, y la anarquía resultante puede redundar en perjuicio no sólo de las comunidades pesqueras sino también de los recursos pesqueros de que aquellas dependen.

ARTES DE PESCA

ESTACIONALIDAD

En las aguas estables, incluidos los ríos de embalse o de caudal constante y las masas hídricas permanentes más extensas asociadas a los sistemas fluviales, se pesca todo el año. En las zonas templadas más frías, la pesca puede intensificarse en esos ríos durante la estación fría, que normalmente no sería favorable, a causa de la mayor actividad de los salmónidos en esa época, y en algunos lgares la pesca continúa incluso bajo una capa de hielo. En los ríos de crecida, en cambio, los peces se dejan capturar sólo durante una parte del año, cuando su accesibilidad depende sobre todo de la ictiomasa por unidad de superficie tal como se representa en la Fig. 6.17 o durante concentraciones temporales de peces migrantes. Durante la crecida los peces se dispersan por la llanura inundada y se ocultan entre la vegetación. El grueso de la población está constituido por peces juveniles, que suelen ser demasiado pequeños para ser capturados por un aparejo práctico. Las condiciones físicas son también desfavorables para la pesca, ya que fuertes corrientes barren el cauce principal e irrumpen sobre la planicie llevando troncos y masas flotantes de vegetación que arrastran cualesquiera instalaciones fijas. En consecuencia, la pesca se reduce o se suspende por completo durante la estación de crecidas en la mayoría de los sistemas fluviales, aunque algunos artes como la red elevadora 'Atalla' en el curso bajo del Níger se utilizan específicamente en esas épocas para capturar pequeñas especies que se han refugiado en la vegetación ribereña del cauce principal o peces juveniles concentrados en los bordes poco profundos de las lagunas (Awachie y Walson, 1978). Los pescadores pueden continuar también operando en algunos de los lagos mayores donde las condiciones son más estables, o en el bosque inundado donde se pescan especialmente peces frugívoros (Goulding, 1981). En pesquerías más antiguas y más aferradas a las tradiciones, esta suspensión de actividad es reforzada a menudo por leyes o tabúes que excluyen la pesca con determinados artes o con todos ellos. Muchas de estas prohibiciones tradicionales parecen haber surgido del reconocimiento de que la época de crecidas es un período de cría esencial para la conservación de los recursos.

La captura de los peces es más fácil cuando se congregan en los cauces y las charcas de la planicie, al empezar a retirarse el agua por el cauce principal. En esta época las actividades pesqueras son intensas y concentradas. Una pesca intensiva continúa durante toda la estación seca, tanto en las aguas estacionarias de la llanura como en el cauce principal. Más tarde, al empezar a subir las aguas de nuevo, una pesca bastante especializada se orienta hacia los peces adultos que migran hacia sus lugares de cría. En la mayoría de los sistemas fluviales, esta secuencia da lugar a un ciclo de capturas la eficiencia de la captura es inversamente proporcional a la fuerza de la crecida, o bien se relaciona con el nivel del agua mediante relaciones más complejas como las descritas por Wishard (1976) para las pesquerías del río Yamuna en Agra (Fig. 7.1.).

METODOS DE CAPTURA

Los métodos escogidos para la pesca fluvial están condicionados por tres factores: primero, la naturaleza de la población íctica; segundo, la forma del río; y tercero, el grado de desarrollo de la comunidad de pescadores. Como ya se ha explicado, las comunidades de peces de los ríos tropicales y subtropicales son particularmente variadas y contienen gran número de especies, la mayorío de las cuales difieren en alguna medida en cuanto a su selección del hábitat, dieta, pautas migratorias y facilidad de captura. Están también representadas por una estructura de edades dominada más de lo normal por peces juveniles. Los pescadores, en consecuencia, tienen que establecer prioridades respecto a las especies y clases que pretenden capturar. La preferencia viene a menudo dictada por tabúes o costumbres locales, aunque hay unas pocas industrias pesqueras fundadas sobre la exportación de especies que no se aceptan localmente como alimento. En los climas templados es menor diversidad de las especies; pero, incluso en pesquerías ricas como las del Mississippi, se seleccionan sólo unas pocas especies para formar la base de las capturas. También en algunas pesquerías tropicales, particularmente las que se encuentran en una fase temprana de desarrollo, sólo se capturan las especies mayores; en estas pesquerías restringidas, es muy limitada la gama de aparejos utilizados. En muchas otras pesquerías, en cambio, se explotan todas las especies que se pueden capturar, y en consecuencia se practican gran número de métodos de pesca. Hasta hace poco, antes de la introducción en las pesquerías fluviales de hilos y redes de algodón y más tarde de nailon, los artes de pesca se construían únicamente con materiales locales. Raíces, lianas, fibras vegetales, hojas, tallos, etc. se han utilizado y se utilizan todavía para hacer muchos de los aparejos empleados en los ríos y en las zonas de anegamiento. La similaridad de comportamiento de los diversos elementos de las comunidades ícticas y las materias primas con que se construyen los artes de pesca han dado lugar a un paralelismo notable en la mayoría de los métodos, aun cuando esté claro que se han desarrollado independientemente.

Hay diversas variantes locales, que se describen en los numerosos catálogos de métodos de pesca en varios países como los de Chevey y Le Poulain (1940) para el Mekong, Ahmad (1956) para las aguas de Bangladesh o Blache y Miton (1962) para la cuenca del Chari y el lago Chad. No es procedente aquí una descripción detallada de todos los artes de pesca utilizados en las pesquerías fluviales, por lo que en este capítulo se examinarán los principios generales de los métodos de captura utilizados en la medida en que tienen interés para la ecología general de esos sistemas. Descripciones más claras de los aparejos artesanales y otros artes de pesca clasificados por tipos pueden verse en otras publicaciones, por ejemplo el manual de Andreev sobre artes de pesca y sus aparejos (“Handbook of fishing gear and its rigging”, 1966) o el libro de Brandt sobre métodos de captura de peces en el mundo (“Fish catching methods of the world”, 1984).

Si bien los tipos generales de artes de pesca dependen de los factores indicados, hay también una selección estacional que depende del régimen de la corriente. En los ríos de crecida, la fluctuación de tal régimen durante el año conduce al uso sucesivo de diversos aparejos. Ejemplos típicos son las pesquerías del río Ouemé en Africa (Fig. 7.2) y del Mekong en Asia (Fig. 7.3). Ejemplos similares del uso diverso de artes de pesca según la fase de la crecida se encuentran en Goulding (1981) y Smith (1981) respecto a los ríos amazónicos. En los ríos con flujo más constante, los métodos utilizados son menos variados y suelen corresponder a los que se emplean durante la fase de estiaje en los ríos de crecida.

Figura 7.2

Figura 7.2  Calendario de pesca del río Mekong. Línea fina = pesca posible; línea gruesa = esfuerzo máximo con método. No se incluyen en la tabulación los métodos de subsistencia. (Adaptado de Fily y d'Aubenton, 1966)

Figura 7.3

Figura 7.3  Uso de artes de pesca en el curso inferior del río Ouemé durante un año

Ciertos tipos de artes de pesca basados en hilos modernos de fabricación industrial son de uso muy general: la red de cerco, la red de enmalle y el esparavel. En muchos sistemas fluviales, estos métodos están sustituyendo a muchos de los aparejos tradicionales, y son preferidos especialmente por los pescadores profesionales (de plena dedicación) por su superior capacidad de captura. Su cuidado y mantenimiento requiere unos conocimientos de que a menudo carecen los pescadores más ocasionales. El esparavel o atarraya es en realidad un elemento básico de las pesquerías fluviales. En los ríos de embalse o de caudal constante y en los lagos relacionados con los ríos de crecida, así como en el cauce principal de éstos en época de aguas bajas, las condiciones son adecuadas para el uso de este método. El agua no es muy profunda, el fondo está despejado y los peces están suficientemente concentrados para que haya buenas probabilidades de captura. El tamaño de la malla puede variar según las especies y la talla de los peces buscados. El esparavel puede ser utilizado por un pescador individualmente o en combinación con otros cuyas maniobras sirven para concentrar a los peces todavía más. La red de cerco tiene que ser manejada por equipos de pescadores relativamente numerosos y es muy costosa. Es, por lo tanto, un arte de pesca profesional por excelencia. Su uso está limitado por las corrientes y especialmente por la disponibilidad de fondos que esté suficientemente libres de obstrucciones en las que la red podría engancharse. La posesión de playas adecuadas para el manejo de las redes de cerco es a menudo objeto de vivas disputas entre pescadores. Como arte de pesca, tiene varios precursores entre los métodos tradicionales, y las campañas comunales de pesca a menudo adoptan un enfoque análogo al cerco, con líneas de pescadores que manejan cestas o redes con puerta. Otra posibilidad es servirse de un cañal o barrera, que es uno de los elementos básicos del equipo del pescador en las zonas anegadas, instalándolo en un amplio semicírculo y moviéndolo hacia la orilla de la misma manera que una red de cerco. La red de enmalle es también corriente, aunque la vegetación flotante puede dañarla y no funciona bien con corrientes fuertes. En cambio, es muy apropiada en las lagunas mayores y en los lagos, cuyas aguas profundas, extensas y despejadas, sin corrientes, la convierten en uno de los artes de pesca más eficaces.

Estos artes de pesca, separadamente o combinados, dominan en ciertas pesquerías. En el río Magdalena el esparavel es el método principal, aunque también se usan en cierta medida redes de cerco, redes de enmalle, nasas y arpones. Recientemente la red de cerco ha pasado a ser el método principal en el río Senegal, con exclusión de muchos métodos tradicionales que todavía se practican en el cercano río Níger (Reizer, 1974). La pesquería del río Kafue también se basa casi por completo en la combinación de redes de enmalle y redes de cerco (Everett, 1974).

El volumen de capturas con estos métodos varía considerablemente según la construcción de los aparejos, los hábitos de los pescadores y la época del año.

Epoca de estiaje

Durante el período de aguas bajas o estiaje, la mayoría de los peces se mueven relativamente poco. Las especies fluviales migrantes que ascienden por el río principal y sus afluentes en esta época son una excepción respecto al comportamiento más general, y constituyen la base de pesquerías como las llamadas “Subienda” y “Piracema”en América Latina, la pesquería de Alestes en el río Chari, la de las cascadas de Khone descrita por Chanthepha (1972) y la pesquería “Roak” del río Yamuna (Wishard, 1976). Los métodos de pesca suelen ser activos, aunque también se utilizan con aguas bajas algunos aparejos estáticos. Con frecuencia se utilizan cebos, ya que éstos siguen atrayendo a los peces pese al descenso general en la intensidad de la alimentación. Es en esta época cuando más se utilizan redes de enmalle, redes de cerco y esparaveles, tanto en el río como en los lagos y lagunas; pero estos artes no pueden llegar a todos los hábitats ni capturar todas las especies, de manera que se utilizan muchos otros métodos de pesca. Líneas con anzuelo de varios tilos son comunes en el cauce fluvial principal. Líneas largas, cebadas con pasta de almidón, asaduras, peces pequeños, etc., se extienden sobre el río para capturar principalmente las especies predatorias mayores que a menudo escapan a otros métodos de pesca. Líneas sin cebo se colocan en las partes más profundas de los cauces con el fin de enganchar y enredar a los peces grandes que suelen descansar allí, y los niños suelen estar presentes en muchos lugares con una caña o un sedal con cedo con los que capturan una serie aparentemente inagotable de peces pequeños.

Las barreras son comunes en los sistemas fluviales, adoptando a veces formas laberínticas complejas, pero más a menudo dividiendo simplemente el cauce principal del río o los caños menores de desagGe en secciones que limitan el movimiento de los peces y facilitan su captura por otros medios. Junto con las barreras se utilizan muchos tipos de nasas (Fig. 7.4), con las que se capturan los peces que rondan tratando de pasar la barrera. Las nasas se colocan también aisladamente entre la vegetación, donde atraen a los peces que buscan allí refugio. Pueden no tener cebo, pero también se les puede poner cebo para atraer a ciertas especies determinadas. En los ríos de Africa occidental, por ejemplo, el mismo tipo de nasa cilíndrica captura mayores proporciones de Clarias cuando está cebada con nuez de palma, de Tilapia/Oreochromis si el cebo es harina de maiz, y Macrobrachium si se utiliza carne podrida.

El problema de sacar a los peces de debajo de la vegetación que crece en las orillas de las lagunas y los cauces se resuelve de varias maneras. Con fuertes redes de mano especiales, que pueden hacerse de malla o de cestería (Fig. 7.5), se rasca la parte inferior de la vegetación, o bien se rodea la masa de vegetación con un cañal. En este último caso las plantas se cortan una a una y se avanza el cañal hasta que los peces quedan encerrados en un pequeño espacio en el que pueden ser capturados con redes de mano o cestas. En el río Ouemé, las masas de vegetación pueden haber sido plantadas deliberadamente al final de la crecida, sea pegadas a la orilla o más atrás, en la desembocadura de los caños por los que sale el agua del llano inundado. Se deja que los peces las pueblen durante unos dos meses, después de lo cual se procede a la pesca, se vuelve a plantar la vegetación y de nuevo se recogen los peces hacia el final de la estación seca. Las cosechas de tales “trampas refugio” o “parques de peces” pueden ser muy abundantes, y en el río Ouemé 15 instalaciones de este tipo con una superficie media de 440 m² produjeron por término medio el equivalente de 1.88 t/ha (de parque) por operación, o 3.88 t/ha/año entre 1958 y 1968.

Se han diseñado diversos artes de pesca para pescar en el cauce principal, especialmente en las partes más profundas donde los peces mayores van a descansar. Muchos son arrastrados o empujados por barcos. Un dispositivo bastante difundido es la red de arrastre tirada por uno o dos barcos, pero el más popular es probablemente la red en forma de V (Fig. 7.5), que se puede montar de muchas maneras y tiene una gran flexibilidad operacional. Si la malla es pequeña puede, por ejemplo, barrer la superficie para recoger las especies pelágicas pequeñas de clupeidos, ciprínidos y caracinos que se encuentran en esas aguas, o bien rascar el fondo en busca de muchas especies pequeñas de aguas profundas. Con una malla mayor, puede hundirse también cerca del fondo para capturar silúridos de mayor tamaño. Redes similares a ésta pueden montarse también en la orilla para pescar peces migrantes cuando siguen la línea de la ribera o se acercan a ella huyendo de la corriente (Fig. 7.6). En los ríos asiáticos, las redes elevadoras realizan una función similar. Pueden montarse en la orilla, pero a veces se manejan desde balsas, en las que los pescadores viven con sus familias: es el aparato llamado “Sadung” en el Mekong medio, cuyo funcionamiento describió Fraser (1972).

Las aguas estacionarias de la planicie anegada son a menudo propiedad de una aldea o un grupo determinados, que las explotan en comunidad utilizando redes redes con puerta o cestos sumergibles para retirar del agua la práctica totalidad de los seres vivientes. Pero muchas aguas son explotadas individualmente. En los lagos mayores se pesca básicamente, por supuesto, igual que en el cauce principal con toda clase de aparejos. En cambio, en los lagos menores de la zona de anegamiento suele utilizarse veneno, o bien se agota la población íctica con cañales análogos a los utilizados en los “parques” formados con maleza. Hay muchas toxinas vegetales que se utilizan para capturar peces tanto en las lagunas como en las charcas del cauce principal del río. El cuadro 7.1 ofrece alguna orientación sobre el número de plantas bioactivas en el sistema del río Benue solamente; aunque muchos de los arbustos enumerados se encuentran también en otras partes del mundo tropical, y Gunda (1984) describe un conjunto igualmente amplio de plantas utilizadas para envenenar a los peces en ríos europeos. Recientemente se han facilitado venenos todavía más fuertes en forma de insecticidas como dieldrina o endrina, que se usan al parecer sin restricciones. La pesca con veneno es uno de los muchos métodos utilizados por pescadores ocasionales y tiene el lamentable efecto secundario de ser discriminatoria contra los peces jóvenes, que son particularmente vulnerables a estas sustancias. Sus efectos sobre la población de peces son por supuesto mínimos cuando se opera en charcas temporales, pues en ellas los peces morirían de todos modos antes de poder reincorporarse a la población; pero en las aguas estacionarias permanentes el aniquilamiento de la ictiomasa es más grave, ya que en éstas buscan refugio los peces durante la estación seca para reconstituir la población con las crecidas. También se utilizan venenos para erradicar especies no deseadas, por ejemplo las pirañas (Serrasalmus spp.) en el Brasil (Braga, 1976).

Figura 7.4

Figura 7.4  Varios tipos de nasas en ríos tropicales: (A) nasa cilíndrica (en todo el mundo); (B) nasa de hendidura vertical (Asia, Bangladesh y río Mekong); (C) nasa tejida plegable (río Níger); (E) nasa de embudo (en todo el mundo); (E) nasa de resorte (Africa, ríos Níger, Chari y Zaire)

Figura 7.5

Figura 7.5  (A) Red de mano en forma de cesta (río Ouemé); (B) Red de mona en forma de V (en todo el mundo); (C) Red en forma de V montada en una canoa (río Chari) (adaptado de Blache, Miton y Stauch, 1962)

Figura 7.6

Figura 7.6  (A) Red elevadora montada en la orilla (de uso general; ejemplo tomado del río Níger); (B) Red elevadora de mano (de uso general; ejemplo tomado de Bangladesh); (C) Red elevadora montada en una balsa “Sadung” (Mekong medio)

Cuadro 7.1

Plantas ictiotóxicas utilizadas para la pesca en el río Benue (según Stauch, 1966)
PlantaParte activaEfecto
Balanites aegypticaCorteza machacadaMata al pez en pocas horas
Tephrosia vogeliiHojas y brotes machacadosEl pez aparece rápidamente en la superficie y muere  poco después
Momordica charantiaHojas secas y frutos: se suele mezclar con BalanitesEfecto muy lento
Planta no identificada (nombre local: Horesoungsoungko)Toda la planta, machacada en un mortero. Se remueve la laguna somera donde están los peces y el veneno se mezcla con el limoEspecialmente eficaz para capturar especies que comen cieno y viven en el fondo como Clarias
Crinum sp.Bulbos machacados en un mortero y puestos en un saco que se mete en el aguaMuy eficaz, mata a todos los peces en poco tiempo
Indigofera pilosaSemillas madurasUtil en aguas de poco volumen, pero suele mezclarse con otros productos
Parkia filicoideaSemillas verdes reducidas a pulpaAcción lenta, e ineficaz contra silúridos
Syzygium guineenseCorteza machacadaEfecto rápido contra todas las especies
Euphorbia  kamerunicaLátexEn grandes cantidades hace incomestibles a los peces; en poca cantidad se usa para reforzar otros venenos
Prosopsis africanaVainas de las semillas, secas y machacadasMuy lento (tres días para producir la muerte), pero refuerza otros venenos
Sarcocephalus esculentisCorteza molida entre dos piedrasIrritante evitado por los peces que se refugian en nasas colocadas al efecto
Adenium obaesumMadera fresca cortada en discos y secada al sol durante 2 díasMata a los peces en tres horas
Moringa pterygospermaCorteza machacada entre dos piedrasMata a los peces en tres horas
Acacia ataxacanthaFlores secadas al solNunca se usa sola, sino como refuerzo de Balanites o Momordica
Ximenia americanaCorteza macerada en aguaParticularmente eficaz contra ciprínidos y caracinos que aparecen en la superficie con el vientre hacia arriba en una hora. Suele mezclarse con Balanites
Ziziphus mucronataFlores maceradas en un morteroMata a todos los peces en dos horas, incluso silúridos

Como se ha expuesto en la sección sobre poblaciones de peces, muchas lagunas contienen una ictiomasa muy considerable, la mayor parte de la cual se retira durante la época de pesca intensiva en esas aguas. Parece que este hecho se ha reconocido y, como hemos visto en algunas zonas, los pescadores tratan de retener el máximo volumen de agua en las depresiones cegando el cauce de salida. En zonas de anegamiento más desarrolladas, puede regularse la forma de las lagunas e incluso pueden cavarse en la llanura estanques para que los llene la crecida.

La pesca en épocas de aguas crecientes y menguantes

Cuando se inicia la crecida, los peces tienen un sobresalto de actividad al prepararse los adultos para la cría. Se producen localmente elevadas concentraciones, lo que da lugar a operaciones de pesca muy intensas pero localizadas. Las aguas que refluyen de la llanura quedan confinadas gradualmente en las depresiones y los cauces. Los peces siguen estos reflujos y llegan al cauce principal o a las que serán aguas estacionarias en la propia llanura. Los métodos de pesca se aprovechan de estos movimientos y tienden principalmente a dirigir a los peces hacia lugares en que pueden ser capturados más fácilmente o a retenerlos en depresiones de la llanura en las que es fácil capturarlos más tarde. Los aparejos con este fin pueden basarse en cañales hechos con bambú o palmas que se instalan a través de la llanura o de los cauces por donde el agua fluye o refluye. Pueden alcanzar una longitud considerable y pueden organizarse de manera complicada haciendo laberintos. La captura se realiza en cámaras en forma de nasa (Fig. 7.7) o en nasas cilíndricas especiales o redes que se colocan en las aperturas de la barrera. Durand (1970), por ejemplo, ha descrito una barrera transversal en el cauce de EI Beid por donde desaguan los llanos inundados de los Yaeres junto al río Logone. Las barreras se disponen en este caso en una serie de ángulos en cuyos vértices se ponen grandes redes de mano. En el mismo tipo de trampa pueden capturarse los migrantes en contra o a favor de la corriente.

Figura 7.7

Figura 7.7  Barrera para peces en la zona costera de anegamiento de Benin; obsérvense las cámaras de captura en forma de corazón

Así, en el río Nzoia el tipo ‘kek’ de barrera con trampas (Fig. 7.8) intercepta los peces que remontan el río para criar tanto como los peces adultos que regresan de los frezaderos (Whitehead, 1959a). Estas cercas o cañales pueden contribuir en gran medida a las capturas anuales totales en algunos sistemas. En el Lubuk Lampam (Indonesia), los cañales guiadores proporcionaron alrededor del 50% de la pesca en 1975 (Arifin y Arifin, 1976), y en la llanura africana de Barotse la pesquería de “maalelo” produjo alrededor del 25% (631 t) de las capturas totales en 1969. El “maalelo” de Barotse es seguramente una barrera pesquera típica entre las de tipo más abierto de los llanos anegados. Los peces son guiados generalmente por diques de tierra de unos 74 cm de altura y de 3 a 40 m de longitud, que desvían a los peces hacia trampas colocadas a intervalos a lo largo de tales diques, aunque también pueden utilizarse cañales, tela metálica o maleza. Otra posibilidad es que los diques unan dos zonas de terreno elevado, con lo que pueden hacer de barrera formando un estanque. Cuando por último se rompe la presa así formada, los peces caen en las trampas y cestos colocados en los puntos de desagGe, dando una producción equivalente a 33.6 kg/ha de agua represada (Bell-Cross, 1971). Unos pocos “maalelos” se utilizan para pescar con aguas crecientes. Weiss (FAO/NU, 1970a) calculó que unas 10 000 presas de este tipo funcionan cada año en la planicie de Barotse.

Figura 7.8

Figura 7.8  Cesto de pesca utilizado en Kenya (A), y su colocación en una barrera “kek” (B). Los peces entran por el embudo vertical. (Según Whitehead, 1958)

El cierre total de los pequeños cauces de desagGe de las depresiones es frecuente en otros sistemas, habiéndose observado en el río Gambia por Svensson (1933) y en el Mekong por Chevey y Le Poulain (1940). Los recursos del estanque así creado se explotan, a menudo bastante más tarde en la estación seca, sea rompiendo la presa y recogiendo los peces en trampas, cestos o redes, sea achicando el agua hasta que el terreno queda seco. Se ha propuesto esta práctica como modalilad de acuicultura extensiva para mejorar la productividad pesquera de los llanos anegados.

En los cauces anchos que no es fácil cerrar con presas, la trampa de barrera puede ser sustituida por redes de estiba o trampas de embudo. La red de estiba es un dispositivo cónico fijo que funciona a manera de red de arrastre estática, moviéndose el agua a través de la red y no a la inversa. En el río Rin se hace funcionar mediante una sola tabla flotante anclada, mientras que en el Ouemé estas redes cuelgan de estacas firmemente hincadas en el fondo; pero en el Tonle Sap, que es el desagGe del Grand Lac hacia el Mekòng, alcanzan proporciones complejas en forma de “day” (Fig. 7.9). Estos dispositivos dan rendimientos muy elevados durante las migraciones principales hacia y desde la principal depresión inundada y en el cauce principal. Fily y D'Aubenton (1966) comprobaron un volumen medio de capturas de 33 t por unidad durante dos períodos lunares de pesca en 11 instalaciones en 1962-63. Los resultados obtenidos anteriormente por Chevey y Le Poulain en 1938-39 casi duplicaban esa cifra (64.5 t). En los ríos y caños de los deltas del Chao Phrya y del Mekong, trampas de embudo estáticas como la de la Fig. 7.10 capturan también grandes cantidades de peces migratorios que se mueven a favor o en contra de la corriente durante la estación seca. Según Tongsanga y Kessunchai (1966), la pesca oscila entre 1.2 y 3.8 t/día en varios cauces.

Figura 7.9

Figura 7.9  Butirones “day” de Tonle Sap: (A) Trampa cilíndrica (“day”); disposición de trampas individuales en butirones montados en barreras; (C) modo de empleo (i) con el arte abajo, y (ii) con el arte levantado (en Chevey y LePoulain, 1940)

La pesca durante la máxima crecida

Aunque en la mayoría de los ríos la pesca es muy estacional y sólo se hacen esfuerzos mínimos cuando las aguas están en su nivel más alto, algunas pesquerías despliegan su actividad durante las crecidas, particularmente en ríos forestales como el Amazonas. Estas pesquerías se orientan hacia las especies frugívoras que se congregan en áreas ricas en árboles y arbustos frutales. La pesca se realiza aquí principalmente con línea y anzuelo, aunque también se utilizan arcos y arpones para las especies mayores (Goulding, 1981; Smith, 1981). En los ríos de sabana la pesca continúa en algunos sistemas por medio de trampas, líneas o redes de enmalle en espacios de aguas mansas o en las partes más profundas de los lagos anegados. Sin embargo, el riesgo de perder los artes de pesca, el bajo rendimiento del esfuerzo y la dificultad de trabajar sobre una llanura obstaculizada por la vegetación tienden a restringir esta práctica.

Figura 7.10

Figura 7.10  Trampa de embudo estacionaria del delta del Cho-Phrya. (Según Tongsanga y Kessunchai, 1966)

EMBARCACIONES

No es este el lugar para una descripción detallada de los diversos tipos de embarcaciones pesqueras, pero la disponibilidad de medios adecuados de transporte acuático es esencial en una pesquería que depende en alto grado de la movilidad de los pescadores. Además, en los ríos de crecida las llanuras se inundan durante varios meses al año, y las comunidades que las habitan se ven obligadas a adoptar una forma de vida semiacuática. Durante las crecidas, el transporte acuático es el único medio de comunicación, e incluso las operaciones de mercado se hacen desde canoas. Simplificando, en las pesquerías tropicales y subtropicales se utilizan dos tipos principales de embarcaciones. El primero es el propio bote de pesca que suele ser una canoa hecha con un tronco ahuecado o un bote de tablas de 4 a 6 m de eslora. La motorización de los botes de pesca menores es relativamente rara, especialmente entre pescadores temporales, y en muchos casos no constituye una gran ventaja. Los barcos del segundo tipo son mayores, llegando a menudo a 10 m de eslora, y se utilizan para el transporte del pescado hasta el mercado. Estos barcos están motorizados con más frecuencia. En los principales ríos ecuatoriales, la construcción de barcos presenta pocos problemas, ya que la madera es abundante y no es difícil ahuecar un tronco. En los ríos de sabana, por el contrario, la falta de buena madera es un factor limitativo, y las canoas son a menudo escasas y caras ya que deben ser importadas. El desarrollo de sustitutivos idóneos de los tipos tradicionales de embarcaciones a un precio asequible a los pescadores es una de las principales preocupaciones de las autoridades pesqueras en esas zonas.

CONSERVACION DEL PESCADO

TIPOS DE PRODUCTOS

En los sistemas fluviales, una cierta cantidad de la pesca se consume fresca por los propios pescadores y por las comunidades que viven a poca distancia de los desembarcaderos; pero en las pesquerías más importantes se produce un excedente sobre las necesidades locales que se vende para transportarlo a otros lugares. Para mejorar la calidad de su producto, pescadores tan alejados como los del río Magdalena ponen su pescados en cámaras en que se mantienen vivos e incluso los transportan en botes especiales con bodegas con agua. Algunas especies sobreviven y se conservan mejor que otras en buen estado después de la captura, y en particular los peces que respiran aire son preciados por el tiempo que pueden seguir vivos después de ser capturados. En la india y en parte de Africa los oficéfalos, los bagres y algunos anabántidos son transportados a considerables distancias en cestas envueltos en hierbas o musgo húmedos. Sin embargo, por la dispersión y la inaccesibilidad de los caladeros en los ríos y los llanos anegados, y por la rapidez del proceso de deterioro del pescado en condiciones tropicales, la mayor parte de la pesca tiene que someterse a algún procedimiento de conservación para que llegue a los mercados en condiciones aceptables. Además, la naturaleza estacional de la pesca significa que un período de producción excedentaria irá seguido por uno de escasez. Se necesitan pues técnicas de conservación para impedir que se pierda el pescado no absorbido por la demanda y para repartir los suministros a lo largo del año. Los tratamientos utilizados son varios, según las condiciones locales y las preferencias.

Pescado refrigerado

La conservación del pescado con hielo o por congelación relativamente reciente en las pesquerías fluviales. Todavía ahora, se utiliza en pocas regiones cuando la pesca es suficiente para justificar el gasto de fábricas de hielo y cuando las comunicaciones son bastante ágiles para hacer con rapidez las operaciones de recogida, refrigeración y traslado del pescado. Este método de conservación del pescado se ha introducido en las grandes pesquerías situadas en el cauce principal del río como la de Hilsa ilisha en el indo (Husain, 1973), donde el pescado se recoge en ciertos desembarcaderos para ser tratado con hielo antes de ser transportado por ferrocarril hasta las grandes ciudades. La conservación con hielo es especialmente popular en América Latina, donde el desarrollo relativamente reciente de la industria pesquera fluvial apenas ha dejado tiempo para que se adopten métodos tradicionales de conservación. En los ríos Magdalena y Amazonas, por ejemplo, los intermediarios comerciales llegan a los lugares de pesca en barcos motorizados equipados con hielo para conservar el pescado. En los últimos años, la conservación con hielo ha tendido a suplantar otros métodos de tratamiento. En el Mekong, Fraser (1972) comprobó que el pescado conservado con hielo se había sumado al surtido habitual de productos, y en el Kafue, Williams (1960) señaló la creciente proporción de pescado transportado de esta manera.

Pescado desecado

El secado de pescado al sol sin salazón no es práctico en muchos de los sistemas fluviales del mundo por el alto grado de humedad atmosférica. Pero en los ríos de la sabada desértica o saheliana la práctica es frecuente, en especial para las especies menores. En la cuenca del Senegal, por ejemplo, el simple secado es la forma usual de tratar el pescado después de haber sido destripado, escamado y, en el caso de las especies mayores, cortado en filetes. En el Níger, sólo se secan al sol las especies menores, tales como Alestes, y en la cuenca del Chad uno de los productos pesqueros tradicionales, la “salanga”, consta de Alestes dentex y A. baremoze que se abren en canal y se dejan secar al sol sobre esteras. En el Mekong y en otros ríos asiáticos es también común el secado al sol, aunque a veces se combina con la salazón.

El pescado pierde bastante peso al secarse. Esta pérdida es muy variable según las especies: por ejemplo los Clarias, con sus macizos huesos de la cabeza, suelen perder menos que los caracinos o ciprínidos. Se conviene en general en que la relación de peso entre el pescado fresco y el pescado seco es del orden de 3:1.

Salazón

La conservación del pescado con sal no es frecuente en aguas interiores, sobre todo por el elevado costo de la sal, y también porque en las regiones más húmedas la delicuescencia de la sal acorta la vida del producto en lugar de prolongarla. En el valle del lndo se recurre a la salazón únicamente cuando las capturas de Hilsa son tales que exceden de la capacidad de las fábricas de hielo (Husain, 1973). Algunas especies se preparan de esta manera en el río Paraná (Vidal, 1969), donde el Lycengraulis olidus y más recientemente Hoplias malabaricus y Pseudoplatystoma spp. son tratados con sal antes de ser secados al sol.

Ahumado

El ahumado es tal vez la forma más extendida de conservar el pescado en Africa y se practica en casi todos los sistemas fluviales. Las técnicas ofrecen algunas variantes y el tipo de horno utilizado cambia de un lugar a otro. En Malawi, el pescado se ahúma en un aposento especial con techo de paja, mientras que en otras regiones los hornos construidos de arcilla están al aire libre (Fig. 7.11). Los peces pequeños suelen ahumarse enteros. Los de talla media son escamados, destripados y algunas veces abiertos en canal o rajados por los costados. Los peces mayores se cortan en pedazos antes del tratamiento. Con el ahumado, el pescado pierde peso aproximadamente en la misma proporción que con el secado (3 kg de pescado fresco = 1 kg de pescado ahumado). Un tratamiento es rara vez suficiente, especialmente en regiones húmedas, por lo que el pescado debe ser tratado de nuevo a intervalos de entre una semana y diez días para mantenerlo en condiciones aceptables. Los productos secados al humo se almacenan con frecuencia durante un tiempo considerable, especialmente en los campamentos temporales más alejados de los grandes centros de comunicación.

Figura 7.11

Figura 7.11  Diferentes tipos de hornos de ahumado: (A) horno circular (Haussa); (B) horno rectangular de tierra cocida; (C) horno de pozo; (D) secciones de horno rectangular y de pozo (adaptado de Blache, Niton y Stauch, 1962)

En algunos lugares la falta de leña para el ahumado es un problema para la industria pesquera. En el Sahel, por ejemplo, la disponibilidad de leña para usos domésticos es uno de los factores que limitan los asentamientos humanos. Los estudios realizados en Malí por la “Opération P + Che” indican que se precisa alrededor de 1 kg de leña para producir 1 kg de pescado ahumado, utilizando hornos tradicionales. Se está introduciendo un horno mejorado en el delta central del Níger que reducirá la demanda a 0.5 kg de leña por cada kilogramo de pescado ahumado producido (Opération P _ che, 1976). Un tipo análogo de horno se está utilizando en el desarrollo de la pesquería del pantano de los Elefantes en Malawi, donde se pretende también plantar rodales de árboles para el suministro de leña; se calcula que un bosquecillo de 1 hect5area será suficiente para alimentar un horno (Tweddle et al., 1977).

Harina de pescado

La única pesquería cuyas capturas se utilizan para hacer harina de pescado es la del sábalo (Prochilodus) en el río Paraná. Según Vidal (1967), estas “sabalerías” absorbían casi el 70% del prdoucto total de la pesca en aguas interiores argentinas, aunque han declinado considerablemente desde 1965.

Aceite de pescado

Varias especies de peces son particularmente ricas en grasas y se utilizan tradicionalmente para extraer aceite. El aceite es, por ejemplo, un subproducto de las “sabalerías” que fabrican harina de pescado. El Brycinus leuciscus es explotado por su aceite al principio de la estación de pesca en el Níger, y varias especies del Mekong, principalmente Cirrhinus y Dangila, se buscan con el mismo objeto. El proceso de extracción consiste en la cocción durante cierto tiempo hasta que el aceite flota en la superficie y puede ser retirado. Las Dangila spp. pueden producir hasta el 15% de su peso en aceite (Chevey y Le Poulain, 1940).

Productos fermentados

La fermentación de los peces limpios y destripados en el agua durante 12 horas se practica corrientemente en el Mekong como operación preliminar para la salazón o, en el río Senegal, para el secado al sol. Entre los productos fermentados en Asia, figuran igualmente pastas y salsas de pescado con alto contenido de sal.

PROTECCION CONTRA LOS INSECTOS

Uno de los mayores azotes de la industria pesquera en muchas partes del mundo es la infestación del pescado con insectos. El pescado húmedo puede ser estropeado por la moscarda y sus larvas en particular. Las larvas de la moscarda consumen la carne del pescado, de manera que sólo cuando éste se ha secado suficientemente deja de ser atractivo para que el insecto adulto ponga allí sus huevos.

El pescado seco o ahumado está expuesto a los ataques de los escarabajos, principalmente Dermestes spp. El volumen de pérdidas causadas por Dermestes spp está en relación directa con el tiempo de almacenamiento del pescado.

Las medidas preventivas son el recalentamiento o la repetición del tratamiento con humo del pescado infestado en una temperatura superior a 50 grados. El uso de insecticidas no es aconsejable, pues todavía no hay ningún insecticida seguro oficialmente reconocido que pueda usarse sobre el pescado curado.

Sin embargo, la colocación del pescado en un lugar elevado y el mejoramiento de las condiciones higiénicas en las zonas de tratamiento y almacenamiento y en sus alrededores pueden reducir notablemente el problema de la infestación por insectos.

En Africa occidental, los primeros intentos para combatir la infestación con Dermestes se basaron en la chamusquina, mediante la cual durante el proceso de ahumado la superficie de la carne se endurecía y ennegrecía para dificultar la penetración del escarabajo. Otras técnicas son el embalaje con envolturas de estera inmediatamente después del ahumado, pero tales intentos han fracasado en gran medida. La Opération Pêche en Malí parece haber alcanzado cierto éxito tratando el pescado con insecticidas naturales (Bioresmetrina) después del secado o el ahumado; pero el cuidado de la higiene y el tratamiento con calor utilizando una carpa de polietileno y energía solar, y el simple mantenimiento del pescado en lugares elevados y no en el suelo, son probablemente soluciones más satisfactorias.

ESPECIES CAPTURADAS

Por el gran número de especies con que operan las pesquerías fluviales, las listas detalladas de especies no sirven para mucho. El análisis de los datos sobre capturas con la mayor parte de los artes de pesca revela que corresponden a la distribución normal ya descrita de las diversas especies. Las distribuciones de este tipo predicen que sólo unas pocas especies predominarán en las capturas con un cierto aparejo, y este conocimiento es esencial tanto para la administración de los recursos como para el establecimiento de prioridades de investigación.

AMERICA LATINA

Las pesquerías fluviales de América Latina se han concentrado principalmente en las migraciones de aguas bajas “Piracema” y “Subienda”. La industria pesquera está todavía relativamente poco desarrollada y selecciona las especies de mayor tamaño y más atractivas para el consumidor. En consecuencia, las capturas se componen de los caracinos o los silúridos mayores. En el río Magdalena bastante más de la mitad de las capturas son de Prochilodus reticulatus (Granados, 1975), aunque también hay contribuciones considerables de Pseudoplatystoma fasciatum, Pimelodus clarias, P. grosskopfii, Brycon moorei, Sorubim lima, Plagioscion surinamensis y Ageneiosus caucanus. La preocupación por las especies de la subienda en Colombia ha hecho que se desdeñen otros posibles peces comestibles, y Bazigos el al. (1977) han señalado la existencia de poblaciones no explotadas de Hemiancistrus y Pterygoplichthys en las ciénagas que podrían elevar considerablemente el rendimiento de este sistema. Peces del género Prochilodus son el fundamento de otras pesquerías sudamericanas. El P. reticulatus es la base de una rica pesquería en la parte suroccidental del lago Maracaibo y en el río de llanura Catatumbo que allí desemboca (Espinosa y Giménez, 1974). En los sistemas del Apure y del alto Orinoco, la pesca se concentra en los Pimelodidae mayores: Pseudoplatystoma fasciatum, P. tigrinum, Brachyplatystoma filamentosum y B. vaillantii (Canestri, 1972), pero en el bajo Orinoco y en el delta hay una gran diversidad de géneros, entre ellos proquilodontios (Novoa, 1982) (Cuadro 7.2).

Cuadro 7.2

Principales especies ícticas comerciales del bajo Orinoco (según Novoa, 1982)
Prochilodus mariaeCynoscoin spp.
Pseudoplatystoma fasciatumColossoma brachypomum
Semaprochilodus laticepsColossoma macropomum
Mylossoma duriventrisBrachyplatystoma spp.
Phractocephalus hemiliopterusBrycon spp.
Hydrolicus scombroidesSorubimichthys spp.
Arius parkeriPellona flavipinnis
Hypophthalmus edentatusPterodoras spp.
Pinirampus pinirampusSchizodon isognathus

En el Paraná, Vidal (1969) enumeró 18 especies principales de valor comercial (Cuadro 7.3). Más arriba, en el Mogi Guassu, el P. scrofa compone del 50 al 60% de las capturas, en las que figuran también otras 16 especies de caracinos (Godoy, 1975). Anque la cuenca del Amazonas contiene unas 2 000 especies, sólo se pescan una pequeña parte de ellas. Meshkat (1975) enumeró las principales especies comerciales, sobre la base de las estadísticas de pesca del Estado de Amazonas (Cuadro 7.4).

Cuadro 7.3

Especies de mayor valor comercial en la zona pesquera de Rosario, Río, Paraná (no se citan por orden de importancia) (según datos de Vidal, 1969)
Lycengraulis olidusColossoma mitreiPimelodus albicans
Brycon orbygnianusAgeneiosus brevifilisZungaro zungaro
Salminus maxillosusA. valenciennesiLuciopimelodus pati
Prochilodus platensisOxydoras kneriPseudoplatystoma fasciatum
Leporinus spp.Rhinodoras d'orbignyiP. coruscans
Hoplias malabaricusPimelodus clariasBasilichthys bonariensis

La fuerte presión selectiva de la pesca sobre las especies mayores A. gigas y C. bidens había producido ya un acusado descenso en las poblaciones de estos peces en 1975, y Bayley (1981) sostiene que la captura de todas las grandes especies no puede mantenerse con la actual intensidad. Por el contrario, la proporción de capturas que corresponde a especies de los géneros Semaprochilodus, Prochilodus y Triportheus ha aumentado, y seguirá aumentando hasta que sea dominante.

Cuadro 7.4

Especies de valor comercialen el Amazonas, por orden de importancia (según datos de Meschkat, 1975)
Arapaima gigasLeporinus y Schizodon spp.
Colossoma bidensBrachyplatystoma flavicans
Prochilodus insignisBrycon hilarii
Plagioscoin surinamensisOxydoras kneri
Plecostomus spp.Osteoglossum bicirrhosum
Brycon nattereriCichla ocellaris
Colossoma spp.Hypophthalmus edentatus
Rhinosardinia spp.Pseudoplatystoma fasciatum
Prochilodus corimbataAstronotus ocellatus

AFRICA

En Africa, las pesquerías fluviales se explotan con mucha mayor intensidad y las especies capturadas son muy variadas, sobre todo en las cuencas de la parte occidental del continente. En el río Níger, las redadas con redes de enmalle y con esparaveles pueden contener más de 50 especies, y es difícil identificar los principales elementos de la captura. No obstante, Raimondo (1975) enumeró nueve de las especies más importantes del alto Níger (Cuadro 7.5).

Cuadro 7.5

Especies predominantes en la pesca del delta central del Níger (según datos de Raimondo, 1975)
Alestes dentexLates niloticus
Brachysynodontis batensodaBagrus bayad
Hydrocynus forskhaliiMormyrus rume
Oreochromis niloticusCitharinus latus
Labeo senegalensis 

Otras especies comúnmente representadas son Auchenoglanis occidentalis, Clarias anguillaris y en particular Brycinus leuciscus, que forman la base de una pesquería especializada en la producción de aceite de pescado.

En otros ríos de Africa occidental, la combinación de especies en la pesca es análoga. En el río Senegal, Reizer (1974) investigó el número de especies capturadas en relación con el tamaño de las mallas de las redes de enmalle (Fig. 8.7) llegando a la conclusión de que el número de especies aumentaba al reducirse el tamaño de la malla. Sobre la base de estas pescas experimentales, las diez especies más importantes en la pesquería eran: Schilbe mystus, Lates niloticus, Alestes dentex, y A. baremoze, Hydrocynus brevis, Labeo senegalensis, Eutropius niloticus, Citharinus citharus, Heterotis niloticus y Hepsetus odoe. En algunos sistemas, la diversidad de artes de pesca es tal que es casi imposible establecer la verdadera proporción de las diversas especies dentro de las capturas totales. En estos casos, los estudios de la abundancia de peces en los mercados adyacentes a la pesquería dan alguna idea. Por ejemplo, en el sistema del Ouemé el orden de abundancia de las diversas especies era el que se indica en el Cuadro 7.6, aunque en la lista total figuraban hasta 40 especies. Este orden de abundancia está condicionado, por supuesto, por las preferencias alimentarias de los propios pescadores, ya que algunas de las especies capturadas rara vez llegan al mercado.

Cuadro 7.6

Orden de abundancia de las principales especies presentes en los mercados del valle del Ouemé
Clarias ebriensisSynodontis melanopterus
Clarias lazeraSynodontis schall
Parachanna obscurusSchilbe mystus
Heterotis niloticusDistichodus rostratus
MormyridaeCtenopoma Kingsleyae

En el sistema Chari-Logone, es muy difícil separar los elementos de la captura de aquellos que proceden del lago. No obstante, Blache y Milton (1962) enumeraron los principales elementos capturados con diversos métodos de pesca en los ríos Chari y Logone. Los migratorios Alestes dentex y A. baremoze resultaron ser, con mucho, las especies más importantes para la pesquería. También tenían gran importancia varias especies grandes como Citharinus citharus y C. latus, Distichodus rostratus y D. brevipinnis, Labeo senegalensis, Hydrocynus brevis e H. forskahlii, y Lates niloticus. Algunas especies menores eran también importantes, como Oreochromis galilaeus y O. niloticus, Schilbe mystus, Brycinus nurse y diversos Synodontis spp. En los pantanos abundaban particularmente Clarias lazera y C. anguillaris. Sin embargo, la desecación de la cuenca del lago Chad producida por la sequía saheliana ha cambiado radicalmente esta composición, y en las capturas dominan actualmente los cíclidos tilapinos.

En contraste con la riqueza de especies de las pesquerías de Africa occidental, los ríos de Africa oriental producen sólo unas pocas. En la pesquería del río Shire se encontró que cinco especies, Clarias gariepinus, Clarias ngamensis, Oreochromis mossambicus, Marcusenius macrolepidotus y Eutropius depressirostris, constituían el 90% de las capturas (Willoughby y Twddle, 1977) pese a haber 39 especies en el sistema. La pesquería del río Kafue tiene mayor número de especies (18), pero 6 de ellas aportan alrededor del 90% de las capturas (Everett, 1974). Son estas: Oreochromis andersoni, O. macrochir, T. rendalli, Serranochromis angusticeps, Schilbe mystus y Clarias gariepinus.

ASIA

En los ríos del subcontinente indio hay una especie migratoria, Hilsa ilisha, que es objeto de pesquerías especializadas en los sistemas del lndo, el Ganges y el Godavari. Aparte de ella, las pesquerías se basan sobre todo en una serie de grandes ciprínidos llamados carpas mayores, así como en algunos silúridos, oficéfalos y notoptéridos. Las principales carpas del Ganges son Labeo rohita, L. calbasu, Catla catla y Cirrhinus mrigala, y los principales silúridos Mystus aor, M. Seenghala y Wallago attu. Además de éstos, Jhingran (1975) catalogó otras 14 especies que ocupan un puesto significativo entre las capturas. En el río Brahmaputra el conjunto de especies es análogo, con la adición de Labeo gonius, Puntius sarana y Notopterus notopterus. En el río Cauvery el grupo de especies dominantes es algo diferente: Acrossocheilus hexagonolepsis, Tor putitora, Barbus carnaticus, Labeo kontius, Cirrhinus cirrhosa y Osteocheilus brevidorsalis entre los ciprínidos, Glyotothorax madraspatanus, Mystus aor, M. seenghala, Pangasius pangasius, Wallago attu y Silonia silondia entre los silúridos, junto con Channa (=Ophicephalus) marulius y Notopterus notopterus.

Husain (1973) catalogó las 13 especies principales de la pesquería del bajo lndo como se indica en el Cuadro 7.7, aunque éstas se seleccionaron de un conjunto de 66 especies. Puede verse en la lista que hay muchos elementos comunes con los ríos indios, aunque el O.mossambicus se introdujo desde Africa.

La pesca en el río Chao Phrya se hace principalmente mediante trampas de embudo estáticas que obstruyen la mayor parte del cauce principal (Tongsanga y Kessunchai, 1966). Entre las 77 especies corrientemente capturadas, Crossocheilus reba constituía aproximadamente el 60% del volumen de capturas. Otras especies importantes eran Wallago attu, Macrognathus aculeatus, Ophicephalus micropeltes, Ophicephalus striatus, Puntius gonionotus, Pangasius sutchi y Cirrhinus microlepis.

Cuadro 7.7

Principales peces comestibles del río lndo (según Husain, 1973)
Hilsa ilishaRita rita
Notopterus chitalaMystus spp.
Catla catlaOreochromis mossambicus
Cirrhinus mrigalaChanna (=Ophicephalus) marulius
Labeo calbasuChanna (=Ophicephalus) striatus
Labeo rohitaChanna (=Ophicephalus) punctatus
Wallago attu 

Más de 150 del total de 800 especies que habitan en el Mekong constituyen la base de las capturas en ese sistema. Entre ellas, pueden señalarse unas pocas como particularmente importantes o codiciadas; éstas varían según el tramo del río, y distintos autores han identificado componentes dominantes diferentes. El Pangasianodon gigas se distingue en particular por su talla, pero su importancia ha decrecido por la presión de una pesca excesiva. Con arreglo al resumen de Fily y D'Aubenton (1966), cada una de las especies enumeradas en el Cuadro 7.8 contribuye con más del uno por ciento al volumen de capturas en las aguas de Camboya.

Cuadro 7.8

Especies a las que corresponde más del 1% de las capturas totales en las aguas camboyanas del Mekong, por orden de importancia (según Fily y D'Aubenton, 1966)
Pseudosciaena soldadoAmbassis wolffii
Cirrhinus jullieniPuntius orphoides
Cirrhinus auratusPuntius altus
Ophicephalus micropeltesNotopterur notopterus
Thynnichthys thynnoidesHampala macrolepidota
Kryptopterus apogonPuntius bramoides
Macrones nemurusPangasius larnaudi
Cyclocheilichthys enoplusWallago attu
Labeo chrysophekadionClupea thibaudeani

EUROPA Y AMERICA DEL NORTE

Tanto en América del Norte como en Europa, la pesca en los ríos de montaña está dominada por las especies salmónidas; pero en los tramos de llanura se encuentran faunas más ricas. En Europa predominan sobre todo los ciprínidos, y de las 20 especies catalogadas en el sector medio del Danubio por Liepolt (1972) y Holcik et al. (1981) más de la mitad pertenecen a esta familia (Cuadro 7.9). En el bajo Danubio, así como en otros ríos del Mar Negro y del Mar Caspio, las especies migratorias como Huso huso, Acipenser ruthensis, A. stellatus, A. guldenstaedtii y Alosa pontica ocupan un lugar importante entre los productos de la pesca.

El Vístula en Polonia contiene muchas menos especies, aunque la pesquería tiene algunos de los elementos que están presentes en el Danubio. Según Backiel (1983), se encuentran las siguientes especies por orden de importancia: Abramis brama, Vimba vimba, Anguilla anguilla, Esox lucius, Stizostedion lucioperca, Chondrostomus nasus, Rutilus rutilus y Blicca bjoerkna. Esta pobreza relativa de especies se ve agravada por la degradación ambiental, que ha eliminado ya del río algunos de los peces anadrómicos que tenían antaño más importancia.

La variedad de familias que aparecen en las capturas de los ríos de llanura norteamericanos es mayor que en Europa, y la diversidad de la pesca es igualmente alta como se ve en el resumen de la pesca comercial y recreativa del Mississippi medio (Rasmussen, 1979) (Cuadro 7.10).

Cuadro 7.9

Principales especies comerciales del Danubio medio
Rutilus rutilusAlburnus alburnus
Aspius aspiusLeuciscus cephalus
Vimba vimbaChondrostoma nasus
Abramis bramaLeuciscus idus
Stizostedion luciopercaCyprinus carpio
Esox luciusBarbus barbus
Silurus glanisTinca tinca
Acipencer ruthensisSalmo trutta
Ctenopharyngodon idellaHucho hucho
Anguilla anguilla 


Cuadro 7.10

Composición por especies de las pesquerías del alto Mississippi: (a) comerciales, (b) recreativas
 (a) 
Cyprinus carpioIctiobus spp.
Ictalurus spp.Aplidonotus grunniens
Polyodon spathulaCatastómidos spp.
Acipenser spp.Lepisosteus spp.
Amia calvaHiodon tergisus
Esox luciusAnguilla rostrata
Ctenopharyngodon idellaPomoxis spp.
 (b) 
Stizostedion canadenseAplidonotus grunniens
Stizostedion vitreumMorone chrysops
Pomoxis spp.Lepomis macrochirus
lctalurus punctatusEsox lucius
Cyprinus carpioMicropterus salmoides
Perca flavescensPylodictus olivaris
Ictalurus spp.Micropterus dolomieu
Lepomis cyanellusCatastómidos spp.
Ambloplites rupestrisCentrárquidos spp.
Dorosoma cepedianumLepidosteus spp.
Amia calvaAcipenser fulvescens
Ictalurus furcatusHiodon tergisus
Polyodon spathulaAnguilla rostratus
Scaphyrhynchus platorhynchusLepomis gulosus
Morone mississippiensis 

Estos ejemplos muestran que incluso las pesquerías de los ríos de la zona templada pueden operar con gran número de especies.

PESQUERIAS DE PECES JUVENILES

La muy intensa explotación de peces juveniles, en forma de peces de menos de un año que viajan hacia los hábitats de la estación seca al final de la crecida, es una característica particular de las pesquerías en zonas de anegamiento. En el Ouemé, como en muchas pesquerías africanas y asiáticas, se utilizan intensamente pequeñas redes de enmalle de varios tipos en los caños o canales de salida de la llanura. Presas y barreras a través del cauce, como las de El Beid o la planicie de Barotse, tienen también por objeto apresar los peces jóvenes. Durand (1970) calculó que hasta el 90% de la pesca en el río El Beid, por número de peces y por peso, eran peces juveniles que iban de los llanos de Yaeres hacia el lago Chad. La pesquería de “maalelo” del Barotse retiraba cada año alrededor del 3.7% de los juveniles de las 15 especies más importantes (Bell-Cross, 1971). El análisis de regresión indica también que proporciones considerables de las capturas en ríos africanos (desde el 90% en el Shire y en el Níger afectado por la sequía hasta el 50% en el Níger bajo regímenes más normales) proceden repetidamente de los peces del grupo 0 +. Muchos millones de pececillos y alevines de las carpas mayores se retiran anualmente de los ríos indios para repoblar los embalses de sus cuencas, y la captura de alevines es corriente en toda Asia para la repoblación de depresiones en la llanura, arrozales y criaderos.

Es un prejuicio corriente el de creer que la retirada de grandes cantidades de peces juveniles será nociva para la ictiomasa. La persistencia de muchas de las pesquerías indica que no hay mucho peligro, mientras que la práctica se mantenga dentro de límites razonables. Tanto Reed el al. (1967) en su defensa de la pesquería “atalla” de juveniles en el río Níger, como Bell-Cross (1971) en su análisis de la pesquería de “maalelo” hicieron notar que, con las altas tasas de mortalidad corrientes entre los peces de río, la pérdida de una parte de la clase anual 0 + apenas puede influir sobre la población final. Un análisis teórico de una de esas pesquerías (Welcomme y Hagborg, 1977) puso de manifiesto que puede retirarse una elevada proporción de juveniles durante el período de reflujo sin causar perjuicios a la pesquería; y en pesquerías simuladas, cuando se explotaban al mismo tiempo los juveniles y los adultos, las capturas conjuntas eran superiores a las capturas máximas de las pesquerías de juveniles o de adultos separadamente. Ello no obstante, es esencial un control cuidadoso de estas pesquerías, y deben seguirse estudiando las situaciones reales en que los juveniles son objeto de explotaciones intensivas.

VOLUMEN DE CAPTURAS

ANALISIS DE LAS CAPTURAS EN DIVERSOS RIOS

El volumen de capturas como función de la forma del río

Las estadísticas de pesca fluvial son con frecuencia de baja calidad por las dificultades inherentes al acopio de datos de pesquerías que operan desde muchos atracaderos dispersos a lo largo de un sistema que puede atravesar varios países. Como en casi todos los aspectos de las pesquerías, se siente la necesidad de mejorar la calidad y la cantidad de las estadísticas de captura y el acopio de datos biológicos y otros como requisito previo para la buena administración de los recursos fluviales. No obstante, dada la falta de información concisa sobre muchos de los sistemas, se han hecho intentos para extrapolar los principios generales a partir del pequeño grupo de masas hídricas sobre las que se sabe algo. Algo de esto se ha visto ya en la sección referente a los métodos utilizados para determinar la ictiomasa, la producción o el rendimiento en los ríos de la zona templada a partir de una amplia gama de parámetros ecológicos. Se ha buscado la información que se necesita para tales ejercicios en los ríos tropicales, así como un método alternativo para analizar la composición de las capturas. Pese a la insuficiencia de los datos, un análisis del rendimiento de la pesca en los ríos africanos ha proporcionado una imagen bastante coherente de los factores que intervienen en la determinación de las capturas previsibles en un sistema fluvial particular (Welcomme, 1976). En los ríos utilizados en este análisis (véase el Cuadro 7.11), todos los cuales fueron objeto de una pesca moderada a intensa, hubo una buena correlación entre la suferficie de la cuenca vertiente en km² (A) y las capturas en toneladas (C) conseguidas en ella. Excluidas las capturas de superficies inundadas excepcionalmente extensas, la muestra se ajustó a la relación:

C = 0.03A0.97 (r = 0.91)

Dado que la superficie de la cuenca y la longitud total del cauce más largo del río se relacionan también de forma sencilla,

(Longitud del cauce principal = 4.95 superficie de la cuenca0.45, en ríos africanos)

esta ecuación se transformó en una relación que da el rendimiento en toneladas en función de la longitud en km (L) del cauce principal:

C = 0.0032L1.98 (r = 0.90)

es decir, aproximadamente una tricentésima parte del cuadrado de la longitud del río (L/300).

Cuadro 7.11

Longitud del cauce principal, superficie de la cuenca y capturas en los ríos africanos
RíoLongitud del cauceSuperficie de la cuencaCapturas
 (km)(km²)(t)
Nilo
6 669
3000000
40840
Zaire
4 700
4 014 000
82 000
Ubangi
1 060
772 800
4 670
Kasai
1 735
342 116
7 750
Níger
4 183
1 125 000
30 000
Benue
1 400
219 964
12 570
Zambeze
2 574
1 300 000
21 000
Senegal
1 641
335 000
16 000
Gambia
1 120
77 000
3 000
Volta Negro
650
45 324
1 560
Volta Rojo
260
6 871
370
Volta Blanco
255
6 602
70
Pendjari
330
11 226
140
Ouemé
700
40 150
646
Mono
360
22 000
533
Tana
600
38 000
500
Bandama
950
97 000
3 408
Sassandra
650
75 000
1 518
Comoe
1 160
78 000
2 142
Rufugi/Ruaha
75
17 700
3 600

Las capturas en cualquier tramo de río de una longitud ‘x’ en km a una distancia ‘y’ de su fuente pueden calcularse a partir de Cxy = Cy+x - Cy, donde los valores de Cy pueden obtenerse de la ecuación anterior. En su forma mas extrema, en la que x = 1 km, resulta una ecuación teórica que indica las capturas previsibles en cualquier kilómetro del río a diferentes distancias de la fuente (es decir, capturas en km = 0.0064y0.95). Si se incluyen también en el análisis las capturas en los ríos con extensas zonas de anegamiento (superficie inundada superior al 2% de la cuenca total), se obtiene una segunda relación en virtud de la cual C = 0.44A0.90. Obviamente, los valores previstos mediante estas relaciones son medias de una serie de sistemas, de las cuales se desvían bastante los valores reales de cada uno de los sistemas. No obstante, estas fórmulas se han utilizado para predecir las capturas en algunos sistemas no incluidos en la serie original. Los ríos Mekong, Danubio y Magdalena, que inundan entre el 3 y el 8% de sus respectivas cuencas, figuran entre los de extensas zonas de anegamiento. Ríos como el Indo, el Mogi Guassu y el Pongolo, cuyas zonas de anegamiento no tienen un desarrollo extraordinario, se ajustan a la relación “normal” casi con exactitud. Por otra parte algunas estimaciones independientes del potencial, como la realizada por Paiva (1973) respecto al río Parnaiba del Brasil, de 7370 t/año para una cuenca vertiente de 362 000 km², concuerdan completamente con las predicciones de las fórmulas. No obstante, hay que ser cautos en su aplicación a ríos no africanos, por las diferentes relaciones entre la superficie de la cuenca y la longitud del cauce según los continentes.

Pueden aparecer desviaciones de la línea media de regresión por dos principales causas naturales. Primero, es posible que factores edafológicos influyan sobre la productividad básica de un sistema de manera que condicionen el rendimiento. No hay hasta ahora pruebas sólidas de esto en la serie de datos disponibles sobre los ríos de sabana, aunque pasa de ser una fuerte sospecha la idea de que ciertos tipos de ríos pobres, como las aguas negras tropicales, tienen ciertamente menos capacidad que la normal para soportar una pesca continuada. En segundo lugar, se ha visto que factores morfológicos condicionan las características del rendimiento de los sistemas fluviales. El hecho mismo de que haya sido necesario obtener dos relaciones diferentes para calcular el rendimiento en función de la superficie de la cuenca muestra el papel predominante de la superficie de la zona de anegamiento en la determinación de la productividad de un sistema. Este factor por sí solo explica el 70% de las diferencias entre las capturas reales y previstas en diferentes tramos del mismo río. Según los datos de los Cuadros 7.12 y 7.13, los niveles medios de capturas de 17 zonas de anegamiento africanas plenamente explotadas eran 54.7 ± 36.5 kg/ha/año. Seis llanuras inundables asiáticas tenían capturas medias de 44.02 ± 17.9 kg/ha/año y, dadas las medias y las desviaciones estándar de las dos poblaciones, pueden considerarse como un conjunto único. Si se añaden los datos de los ríos Orinoco y Magdalena, que están también dentro de los límites de lo fiable, el rendimiento medio de los 25 ríos es 51.55 ± 32.1 kg/ha/año. Con los datos actuales no es posible descubrir diferencia alguna entre los continentes tropicales, pero las capturas del Danubio en la zona templada, 18.7 kg/ha, son algo inferiores. Sin embargo, las capturas procedentes de 1481 km del alto Mississippi (Rasmussen, 1979) revelan que las 171 136 ha de río an que se suceden las charcas produjeron 6 499 toneladas de pescado (media de 25 años), lo que equivale a 37.8 kg/ha. En este tramo del río hay una sucesión de 26 charcas cuyas partes inferiores tienen características lacustres y cuyas porciones superiores conservan sus zonas de anegamiento. Los datos disponibles sobre tres ríos de aguas negras revelan capturas de entre 11 y 19 kg/ha/año, considerablemente inferiores a la media de los ríos de sabana. Si se comparan las capturas con la superficie inundable de las 25 llanuras tropicales explotadas con una intensidad razonable, se obtiene la relación:

Cuadro 7.12

Máxima superficie inundada y capturas en algunas zonas de anegamiento; información adicional a la del Cuadro 7.11
RíoSuperficieCapturasCPUA
 (km²)(t)(kg/ha)
AFRICA
Níger, Benin
242
1 200
49.59
Níger, delta central, Malí
20 000
90 000
45.00
Massilli
150
475
31.67
Pongolo
104
400
38.46
Yaeres
7 000
17 500
25.00
Kamulondo (Aguas negras)
6 639
7 355
11.08
AMERICA DEL SUR
Orinoco
228
1 000
43.80
Amazonas, Perú
9 960
13 700
13.80
ASIA
Mahaweli
121
413
34.13
Bangladesh
93 000
727 000
78.17
Lubuk Lampan
12
29
24.17
Bajo Mekong
54 000
220 000
40.74
Ganges 1958–61
296
1 538
51.96
Ganges 1962–69
296
1 430
48.31
EUROPA
Danubio
26 450
49 400
18.68

C = 4.23A1.005

Aunque la más ajustada es una curva exponente, el exponente está suficientemente cercano a la unidad para que la relación sea casi lineal. No obstante, indica que las grandes llanuras anegadas pueden ser ligeramente más productivas por unidad de superficie que las pequeñas, oscilando los valores entre 42.8 kg/ha para una llanura de una hectárea y 44.6 kg/ha para una de 5 millones de hectáreas. Todas estas cifras confirman las primeras estimaciones de entre 40 y 60 kg/ha/año que pueden esperarse de las zonas de anegamiento tropicales.

Una cuestión que se plantea frecuentemente es la productividad de los ríos de embalse o ríos modificados que no tienen crecidas anuales en comparación con la de los ríos de crecida. Los dos únicos ríos de este tipo plenamente explotados sobre los que se dispone de datos, el Mississippi y el Nilo, presentan un nivel de valores correspondiente a su nivel de explotación que es análogo al de los ríos de crecida. No obstante se necesitan más datos para aclarar este extremo, pues los procesos dinámicos subyacentes en las pesquerías de tales ríos difieren probablemente mucho de los que experimentan los ríos de acusada crecida estacional.

El volumen de capturas como función de la intensidad de la pesca

Modelos estándar para la relación entre las capturas y el esfuerzo, como los de Schaefer y Fox, se han utilizado con éxito en algunas pesquerías de ríos pequeños o en el análisis de pesquerías basadas en una sola especie, por ejemplo las de Colossoma (Pretere, 1983) o Plagioscion spp. (Annibal, 1983), ambas en la cuenca del Amazonas. Sin embargo, el estudio de los datos sobre capturas y esfuerzo en los grandes ríos suele ilustrar las dificultades de aplicar tales modelos a pesquerías complejas que tienen por objeto, con diversos métodos, toda la población de peces de un río o de un sector fluvial. Por la escasez y la pobre calidad de los datos sobre capturas y esfuerzo en las pesquerías fluviales, todo análisis de los factores que condicionan el volumen de capturas debe considerarse como algo especulativo. Cabe adoptar dos enfoques para el análisis de los datos disponibles. Primero, pueden estudiarse los datos de cada río para tratar de descubrir las relaciones debidas a cambios en las actividades pesqueras. Segundo, pueden agruparse los datos de varios ríos para ser tratados como una serie con diversos regímenes diferentes. Son raras las series de datos sobre ríos, y hasta ahora sólo se ha podido disponer de dos: una del Mississippi y otra del Nilo. Los datos sobre capturas por embarcación (CPUE, capturas por unidad de esfuerzo) durante 30 años en el Mississippi se ajustan a una curva exponencial:

(CPUE = 29731E-1.24:datos de Rasmussen, 1979)

que es similar a la aplicable a las capturas por embarcación durante 10 años en el Nilo:

(CPUE = 11117E-1.03:datos de Borhan, 1981) (Fig. 7.12)

Curvas de este tipo han sido descritas anteriormente respecto a ciertas pesquerías, por ejemplo por Beverton (1959), quien utilizó una para describir la respuesta de Tilapia a la intensificación de la pesca en el lago Victoria. Si se comparan 22 observaciones de 16 ríos mundiales (Fig. 7.13, Cuadro 7.13), la línea de regresión que mejor se ajusta es también una curva exponencial inversa de la forma CPUE = a E-b, aunque el valor de la relación está limitado por la falta de puntos en la zona media (5 a 20 pescadores/km²). La inclusión de datos de varios continentes y zonas climáticas parece aquí justificada, ya que los puntos correspondientes a los ríos Magdalena, Ganges y Mississippi caen todos dentro de los límites de fiabilidad de los datos africanos. La relación entre esfuerzo y captura por unidad de esfuerzo se describe tal vez mejor mediante una curva dentro del trazado log-log que puede interpretarse como dos líneas de regresión diferentes calculadas a partir de todos los puntos entre 0.05 y 3 pescadores/km², donde CPUE = 2.72E-0.47, y entre 3 y 30 pescadores/km², donde CPUE = 10.2E-1.09. Los trazados separados de capturas totales frente a capturas por unidad de esfuerzo extrapolados de las dos regresiones se cruzan más o menos en 8 pescadores/km².

La forma de estas relaciones puede explicarse de tres maneras:

a)  Porque hay un efecto de interferencia entre pescadores al aumentar la densidad, de manera que los artes de pesca compiten entre sí disputándose unos recursos cada vez más limitados. Esto significaría que la mortalidad de los peces no está ya linealmente relacionada con el esfuerzo nominal.

b)  Porque no es satisfactoria la medida del esfuerzo habitualmente adoptada para comodidad del cómputo, es decir número de pescadores o número de canoas. Esto puede ser importante sobre todo en las pesquerías fluviales artesanales y de subsistencia, en las que los pescadores tienen otras ocupaciones y pueden dedicar tiempo a la pesca en función de su rendimiento en comparación con esas otras ocupaciones, en cuyo caso la mortalidad de peces tampoco dependerá linealmente de la variable escogida para representar el esfuerzo. Otra manera de medir, por ejemplo en días-pescador, podría ser aquí un indicador más adecuado. Estas mediciones requieren un mayor esfuerzo de supervisión de las pesquerías, que excede de las posibilidades financieras de la mayoría de los países en desarrollo. En muchos sistemas fluviales, la alternancia entre la pesca y la agricultura viene dictada en todo caso por las exigencias del ciclo agrícola, que puede dejar libre un tiempo que sólo puede emplearse en la pesca. La comprobación más detenida de estas cuestiones depende de estudios socioeconómicos detallados en esas comunidades, pero la posibilidad apuntada advierte que hay que tener cautela al adoptar las medidas del esfuerzo de explotación.

Cuadro 7.13

Número de pescadores, capturas (pesca) y superficie máxima inundada de algunas zonas de anegamiento
RíoN.de pescadoresPesca (t)Superficie (km²)Pescadores /km²Pesca/pescadores/año(t)Kg/ha/año
Estacionalmente inundado
AFRICA
Shire 1970
2 445
9 545
665
3.68
3.90
143.53
Shire 1975
3 324
7 890
665
5.00
2..37
118.65
Kafue 1963
1 112
8 554
4 340
0.26
7.69
19.71
Kafue 1970
670
6 747
4 340
0.15
10.07
15.55
Ouemé 1957
29800
6500
1000
29.80
0.22
65.00
Senegal
10 400
30 000
5490
1.89
2.88
54.65
Níger Malí 1971
54 112
90 000
20 000
2..71
1.66
45.00
Níger Níger 1965
1314
4700
630
2..09
3.58
74.60
Níger Níger 1982
3 200
3 200
600
5.33
1.00
53.33
Níger Nigeria
4 600
14 340
4 800
0.96
3.12
29.88
Benue
5 140
9 570
3 100
1.66
1.86
30.87
Pendjari
65
140
40
1.63
2.15
35.00
Barotse
912
3 500
5 120
0.18
3.84
6.84
Rufigi
3 000
3 589
1 450
2.07
1.20
24.75
Kilombero
341
4 536
6 700
0.05
13.30
6.77
Logomatia
70
300
600
0.12
4.29
5.00
AMERICA DEL SUR
Magdalena 1978
30 000
65 000
20 000
1.50
2.17
32.50
Orinoco
200
1 000
228
0.88
5.00
43.80
Amazonas (Perú)
3 360
13 700
9 960
0.34
4.08
13.80
ASIA
Ganges
1 600
1 480
296
5.41
0.93
50.00
Mahakam
8 000
14 500
7 178
1.11
1.81
20.20
Estabilizados
AMERICA DEL NORTE
Mississippi 1950
3 036
4 037
1 711
1.77
1.33
23.59
Mississippi 1960
1 977
5 337
1 711
1.16
2.70
31.19
Mississippi 1970
2 232
5 256
1 711
1.30
2.35
30.72
AFRICA
Nilo
3 725
8 410
800
4.66
2.26
105.13

c)  Porque hay un efecto real a nivel de la comunidad de peces en virtud del cual no es aplicable el concepto de curva de rendimiento tal como se aplica a cada especie por separado. Algunos de los cambios que tienen lugar en las comunidades ícticas explotadas que se describen a continuación revelan que ese efecto se produce verdaderamente.

Figura 7.12

Figura 7.12  Capturas por unidad de esfuerzo: (A) en el Nilo; (B) en el Mississippi

Figura 7.13

Figura 7.13  Capturas por unidad de esfuerzo en 17 ríos: Línea continua = línea de regresión para todos los puntos; líneas de trazos = líneas más ajustadas para las capturas de 0.05 a 3 pescadores/km² y de 3 a 30 pescadores/km²

La forma de estas relaciones revela también que las capturas totales se elevan inicialmente al aumentar el esfuerzo, tras lo cual una línea más o menos plana muestra que hay pocos cambios en las capturas por más que el esfuerzo siga aumentando (Fig. 7.14). El Nilo por debajo de Aswan, por ejemplo, produjo 8 410 ± 542 t durante diez años pese a haberse triplicado el esfuerzo. Obviamente, esa línea de meseta no puede extenderse indefinidamente a la derecha ni a la izquierda, y se sugiere que las curvas de capturas totales y de capturas por unidad de esfuerzo tienen las tres fases que se indican en la Fig. 7.15.

Figura 7.14

Figura 7.14  Capturas totales (--- ---) en función del esfuerzo total en el Nilo. Se indican también las capturas por unidad de esfuerzo (---o---)

Figura 7.15

Figura 7.15  Diagrama teórico de las capturas totales y las capturas por unidad de esfuerzo en función del esfuerzo total; las letras se explican en el texto

1)  Fase de iniciación: Las limitaciones de la captura por unidad de esfuerzo, y por lo tanto de las capturas totales vienen impuestas, independientemente de la relación, por la capacidad física de los pescadores para manejar su pesca. Las observaciones en las pesquerías lacustres y fluviales de todo el mundo indican que esta capacidad rara vez es superior a 1 a 4 toneladas por año y por unidad de pesca, aunque excepcionalmente puedan manejarse hasta 13 toneladas/año. El logro de niveles máximos con bajas densidades de pescadores depende en gran medida del grado de desarrollo de la sociedad en que funciona la pesquería. En efecto, mientras que en las economías avanzadas existe apoyo suficiente para que los pescadores desembarquen y comercialicen grandes cantidades de pescado, en las economías en desarrollo la eficiencia individual puede ser escasa por falta de artes de pesca eficientes y por la ausencia de infraestructura para desembarcar, comercializar y transportar el pescado. La pesca, por consiguiente, tiene a quedar reducida a una actividad de subsistencia. Al aumentar el número de pescadores, la creación de mercados dará lugar a una rápida expansión de la pesca comercial.

2)  Fase de explotación sostenida: Durante esta fase, los niveles de capturas de mantienen frente a un esfuerzo creciente. Al mismo tiempo se producen cambios en la composición y la abundancia de la población íctica explotada, con la consiguiente evolución de la pesca que pasa de las especies mayores a las menores.

3)  Fase de colapso: Son pocos los casos documentados en que la pesca se ha intensificado hasta el extremo de extinción total de la población íctica. Hay que suponer que la pesca resulta antieconómica mucho antes, y la mayor parte de los casos conocidos de pesca excesiva han tenido lugar cuando especies mayores y muy codiciadas han decaído, mientras que el resto de la ictiomasa permanece intacta o subexplotada.

Es concebible que la totalidad de la población de peces llegue a un verdadero colapso si es objeto de una explotación excepcionalmente intensa. A ello pueden coadyuvar factores socioeconómicos, como en el caso del Ouemé, donde la desaparición de casi todas las especies mayores, la pequeñez de los pescados y la disminución de la pesca durante el decenio 1957–68 parecen indicar que la comunidad íctica está en los límites de su tolerancia. Las excepcionales densidades de 30 pescadores por kilómetro cuadrado en este río resultan de un grupo étnico populoso confinado por presiones demográficas en una zona de anegamiento. Otros descensos drásticos de las pesquerías se han registrado en el Sahel africano, donde la ausencia de crecidas durante varios años ha dado lugar a una disminución de la productividad natural en ríos como el Níger, el Senegal y el Chari/Logone. Los recursos pesqueros, así disminuidos, han tenido que soportar una mayor presión pesquera al desaparecer otras fuentes de alimentación.

Cambios en la estructura de la población íctica producidos por la presión pesquera

La forma de relación entre las capturas y el esfuerzo, con su elevación inicial seguida por una estabilización más o menos prolongada de las capturas frente a un esfuerzo creciente, oculta una serie de ajustes en la población de peces. Es de lamentar que no se realice todavía una supervisión sistemática en la mayoría de las pesquerías fluviales. En consecuencia, las teorías sobre el impacto de la pesca en los ríos con poblaciones complejas compuestas de múltiples especies deben deducirse de algunas pesquerías fluviales y lacustres. La experiencia ha mostrado que, cuando se aplica y se intensifica la presión de las actividades pesqueras, tiene lugar una sucesión similar de acontecimientos, que puede denominarse proceso de agotamiento de la pesca. Se ha observado muchas veces que hay una desaparición progresiva de las especies mayores cuando aumenta la presión. Análogamente, la intensificación de la pesca y el aumento de las capturas totales se corresponden con una reducción tanto de la talla media como de la proporción de grandes bagres pimelódidos pescados en el río Orinoco (Novoa, 1982), mientras que la proporción de Semaprochilodus menores en las capturas aumenta hasta compensar ampliamente el déficit. En el Amazonas, en Manaus, las especies mayores como Arapaima gigas y Colossoma bidens han desaparecido progresivamente y han sido sustituidas por mayores cantidades de proquilodontios y clupeidos menores y por nuevas especies como los bagres pimelódidos. Lates niloticus, Heterobranchus longifilis y Bagrus docmac han desaparecido por completo de los tramos inferiores intensamente explotados del río Ouemé, y otras especies grandes como Citherinus latus, Distochodus rostratus, Labeo senegalensis y Heterotis niloticus mermaron en número siendo sustituidas por pequeños bagres, caracinos y mormíridos. Sritingsook y Yoovetwatana (1977) observaron la progresiva escasez de las especies migratorias mayores como Probarbus jullieni en el río Mekong y sus afluentes.

Conviene examinar con más detalle la historia de la pesquería del Ouemé como uno de los mejores ejemplos de pesca excesiva en los ríos. Las capturas totales en la llanura inundable del Ouemé se estimaron en 10 400 toneladas en 1955–57 (CTFT, 1957). En 1968–69 habían descendido según estimaciones a 6 484 (FAO/NU, 1971). El descenso fue acompañado no sólo por los cambios antes referidos en la composición por especies, sino también por una bajada en las capturas por unidad de esfuerzo con la mayor parte de los artes de pesca, como se resume en el Cuadro 7.14. Hubo algún aumento en el esfuerzo total durante el período de estudio (alrededor del 19%), pero fue insuficiente para explicar la caída de las CPUE. En 1968 se eliminaron de la pesquería las redes de malla más grande, y el peso medio de las especies pescadas descendió en la mayor parte de los artes de pesca que permanecieron en servicio. Por ejemplo, los esparaveles de malla media capturaron peces de 124.9 g en 1955–57, pero el peso medio bajó a 26.5 g en 1968–69. Del mismo modo las redes de malla pequeña pescaron peces de 25.2 g en 1955–57 pero sólo de 9.8 g en 1969–69. El único arte de pesca en el que aumentaron las capturas fue una trampa para Macrobrachium, un langostino de agua dulce que se alimenta de detritos y que servía antes de pasto a los peces.

Cuadro 7.14

Cambios en las capturas por unidad de esfuerzo de los artes de pesca en el río Ouemé, 1955–57 y 1968–6
Tipo de arte de pescaCapturas por 1955–57 (g/h)unidad de esfuerzo 1968–69 (g/h)Cambios en %
Esparaveles   
malla grande
1186.0
249.8
-79
malla media
694.4
372.0
-46
malla pequeña
589.5
322.6
-45
Palangres
286.0
193.0
-33
 
(g/d)
(g/d)
 
Nasas
nasa para Clarias
74.0
43.2
-42
nasa para Macrobrachium
115.0
309.0
+269

En varios sistemas se han observado otros cambios. En el lago Tanganyika, por ejemplo, la pesca intensa produjo la eliminación del predador principal (Lates), con un considerable aumento de las capturas totales de pequeños clupeidos pelágicos y de predadores menores (Luciolates) que constituyen la base de la pesquería (Coulter, 1970). En el lago Victoria la pesquería derivó de un predominio de grandes cíclidos tilapinos hacia una preponderancia de pequeños cíclidos haplocrominos y todavía menores Rastrineobola, antes de que la introducción y la difusión de la perca del Nilo invirtiese la tendencia. Nuevos cambios ocurrieron dentro de la población haplocromina bajo la presión pesquera de las redes de arrastre con la desaparición de las especies piscívoras moluscívoras y una reducción progresiva de la talla de los consumidores de plancton y los limnívoros remantes (Witte y Goudswaard, 1984). El establecimiento de una pesquería arrastre en el lago Malawi provocó también el desplazamiento de las especies capturadas hacia tallas cada vez menores (Turner, 1981). Ciertos tipos de presión ambiental parecen imitar o reforzar los efectos de la presión pesquera intensificada, lo que hace difícil interpretar cabalmente la causa de los cambios observados. Así en el Mar Caspio ha habido una tendencia constante a la reducción del tamaño de las especies frente a un esfuerzo y una presión ambiental sostenidos, aunque el nivel de capturas ha permanecido inalterado (Carre, 1978). Análogamente, Regier y Loftus (1972) pudieron comprobar una sucesión de alteraciones en la composición de las poblaciones de peces de los Grandes Lagos de América del Norte por obra de una combinación de presiones pesqueras, ecológicas y ambientales.

Con estos datos, puede suponerse que cada especie dentro de la comunidad íctica pasa por una curva típica de producción determinada por las capturas y el esfuerzo. La sucesión de tales curvas concuerda con las observaciones de que la explotación elimina primero a los ejemplares mayores de las especies mayores, y después a las propias especies mayores (a y b en la Fig.7.16). Esta desaparición selectiva se debe a que tanto los pescadores como los consumidores prefieren los peces grandes, y a que las especies mayores y de vida más larga tienen menos capacidad para soportar unos altos niveles de mortalidad debida a la pesca. Para tratar de mantener el nivel de capturas, se tiende a sustituir los métodos de pesca por otros orientados hacia los peces más pequeños. Al desaparecer de la pesquería las pocas especies mayores, ocupan su lugar más especies de talla intermedia (c-j en la Fig. 7.16). En otras palabras, la comunidad pasa sucesivamente de predominio de K a predominio de r. Una característica de las especies seleccionadas r de vida breve, alta fecundidad y alta productividad es que su abundancia es muy fluctuante. Es razonable suponer, por lo tanto, que a medida que una pesquería se hace cada vez más dependiente de unas pocas de esas especies solamente podrá quedar expuesta a la desestabilización con grandes fluctuaciones en las capturas. De hecho, trayectorias de este tipo son características de las pesquerías de clupeidos pelágicos en todo el mundo.

Figura 7.16

Figura 7.16  Cambios teóricos en una comunidad de peces sometida a una creciente presión pesquera: (A) de ciertos parámetros de población y pesca; (B) de las capturas totales, con la evolución esquemática de cada especie, de ‘a’ a ‘o’

Los efectos sobre el predominio de ciertas especies pueden atribuirse también a perturbaciones ambientales al margen de la pesquería, o a otros cambios dentro de la comunidad íctica , tales como la introducción de un nuevo elemento en la fauna. En algunos casos, especies nativas o introducidas que se han mantenido a un bajo nivel pueden expandirse hasta ocupar una posición dominante cuando la presión de la pesca recae sobre otras especies indígenas o cuando el hábitat se cambia a su favor por la acción del hombre.

En las comunidades fluviales donde escasean las especies de niveles tróficos inferiores, como se ve por la alta proporción de peces predadores en relación con los peces-forraje, la capacidad del sistema para beneficiarse de esos cambios es limitada. Limitaciones análogas se han observado en los sistemas pobres en nutrientes, como las aguas negras tropicales, donde la cantidad de nutrientes acumulados dentro de la comunidad íctica es una parte importante de la suma total de nutrientes. En estos casos se ha considerado que la eliminación de los grandes predadores, sean peces o cocodrilos, es causa de que decrezca a largo plazo la productividad del entorno (Fittkau, 1973). En tales sistemas, un rápido descenso de las capturas puede seguir al comienzo de la explotación, como sucedió en la depresión de Kamulondo, donde las capturas descendieron de 9 063 a 4 810 t en el lapso de cuatro años después de la introducción de una pesquería intensiva basada en redes de enmalle de nailon (Poll y Renson, 1948). Más recientemente se han observado descensos rápidos similares en ciertos caladeros en los afluentes de aguas negras del Amazonas. A la larga, incluso en los sistemas más productivos los continuados aumentos de la explotación sobrepasarán la capacidad de absorción de la comunidad íctica, quebrará la renovación de cohortes y el número de peces y la biomasa bajarán en picado.

Durante el período en que el rendimiento cambia relativamente poco al aumentar la explotación, la ictiomasa tenderá a permanecer relativamente constante o a descender, ya que la composición por especies favorece a aquéllas que tienen más altas tasas de renovación. Al mismo tiempo aumentará la producción íctica biológica. La tendencia de la ictiomasa a permanecer constante puede reforzarse en los ríos de crecida, donde sólo una parte de ella puede sobrevivir, de todos modos, a la estación seca. El número de especies representadas en las capturas se elevará inicialmente, aunque en algunas regiones las preferencias del mercado pueden ser limitadas, de manera que sólo se pesquen algunas especies. Cuando éstas se reduzcan, el mercado puede tardar en reorientarse hacia otras especies. Hasta que esto suceda, las capturas pueden descender y la pesca reducirse, como sucedió en el río Paraná al declinar las pesquerías de sábalo (Prochilodus platensis) y en los ríos de la zona templada donde las poblaciones de salmónidos se han reducido por la eutroficación. Cuando la demanda del mercado está muy diversificada, como ocurre en la mayoría de los países africanos y asiáticos, el número de especies capturadas se elevará primero rápidamente y decaerá después a medida que las formas más vulnerables sucumban a la pesca y a otras presiones.

Estos cambios se aprecian sobre todo en las pesquerías que utilizan artes de pesca selectivos como redes de enmalle, esparaveles o redes de cerco, en las que los cambios en el tamaño y la composición por especies de la pesca son paralelos al clásico proceso de sustitución de aparejos de malla grande por otros de malla cada vez más pequeña. Estos cambios son más difíciles de detectar en las pesquerías tradicionales, que desde sus comienzos explotan un amplio espectro de especies y tamaños con diversos artes de pesca. Los datos disponibles sobre ríos como el Oumé indican que el uso de aparejos concebidos para la captura de especies y de peces de mayor tamaño declina progresivamente a medida que se intensifica la explotación.

FLUCTUACIONES ANUALES DE LAS CAPTURAS

Los datos disponibles revelan que las variaciones anuales de la población íctica están directamente relacionadas con el grado de variabilidad del régimen hidrológico. En sistemas estables como los ríos de embalse o aquéllos en que se controlan las crecidas, la magnitud de la ictiomasa varía poco de un año a otro, mientras que está claro que las capturas en los sistemas de crecida fluctúan dependiendo en cierto modo de los cambios en el ciclo de crecida. Estas oscilaciones del rendimiento se observaron tempranamente en el estudio de las pesquerías fluviales cuando Antipa (1910) concluyó que la producción pesquera del delta del Danubio era directamente proporcional a la extensión y a la duración de las crecidas. Esta convicción fue compartida por ulteriores investigadores sobre ese río (Botnariuc, 1968; Holcik y Bastl, 1977). Una situación análoga se daba en los ríos tropicales, como supusieron muchos investigadores, entre ellos Wimpenny (1943) respecto al Nilo antes del control completo de este río.

Los modelos de producción como función del régimen hídrico parecen indicar que las variaciones anuales de las capturas se deben a dos causas principales. La primera es que la cantidad de agua del sistema en tiempo de estiaje puede influir sobre las capturas del mismo año facilitando o dificultando la captura de los peces, o puede influir sobre las capturas en años sucesivos a través de la mortalidad en la estación seca. La segunda es que la intensidad de la crecida, al producir diferencias en la incorporación de nuevas cohortes, en la supervivencia y en el crecimiento, determina la magnitud de la población íctica en años futuros. En ciertos ríos, la crecida puede alterar también la facilidad de acceso entre el cauce y las masas hídricas de la llanura, lo que repercute sobre las capturas en el mismo año. Estos efectos combinados dificultan el análisis y oscurecen las tendencias a largo plazo, pero existen suficientes ejemplos de cada uno de ellos para ilustrar los diversos casos.

En la mayoría de las pesquerías se sabe bien que la pesca aumenta durante los estiajes excepcionalmente prolongados, ya que el nivel más bajo de las aguas favorece la captura de los peces. Los comentarios al respecto suelen hacerse en forma de asertos cualitativos como los de Vidy (1983) al describir la pesquería de Logomatia en los llanos de Yaeres. En el río Magdalena, Arias (com. pers.) ha cuantificado así la relación para toda la pesquería:

Capturasy(t) = 171779.36 -23706.17 Nivel del aguay

Annibal (1983) propone:

Capturasy(kg) = 56937 DDFy - 164206: (r = 0.84)

para la pesquería de Plagioscion en Lago do Rei, en la cuenca del Amazonas, donde DDF es un indicador de la cantidad de agua remanente en el sistema durante la estación seca.

La cantidad de agua remanente en el sistema durante la estación seca puede también influir sobre las capturas en años ulteriores, como puso de manifiesto la Universidad de Michigan et al. (1971) respecto a la pesquería de los llanos del Kafue. La relación:

Cy = -6630 + logeDDFn-1:(r = 0.77)

que se formuló originalmente para los años 1956–71, ha seguido siendo válida hasta 1983 (Hayward, 1984) pese a la construcción durante ese tiempo de dos sistemas de presas para el control de las inundaciones.

Se dispone de datos suficientes sobre las zonas de anegamiento del Kafue y del Shire y sobre el delta central del Níger para cuantificar los efectos de la intensidad de la crecida sobre las capturas de peces. Lamentablemente, ninguna de estas series de datos incluye estimaciones fiables de los cambios en el esfuerzo pesquero, a los que pueden atribuirse algunas variaciones anuales en las capturas.

En el río Kafue hay datos desde 1954 hasta el presente. No obstante, se ha considerado que la pesquería no llegó a su máxima expansión antes de 1958 (Muncy, 1978), y el régimen de crecidas cambió después del cierre de la presa de Kafue Gorge en 1972. Después se construyó más arriba una presa en ltezhitezhi, y el funcionamiento conjunto de ambas presas alteró sustancialmente la duración aunque no la periodicidad de las crecidas. Los cálculos basados en los años 1958–71 dieron buenas correlaciones entre las capturas del año (y) y la crecida del año anterior (y - 1) (r = 0.72) o la crecida dos años antes (y - 2) (r = 0.71). Muncy (1973 y 1978) presentó un análisis completo de los diversos factores, encontrando también buenas correlaciones positivas entre las capturas del año (y) y la intensidad de las crecidas en años anteriores (y - 1, y - 2). Aunque los análisis detallados no continuaron después de 1971, las predicciones de estas regresiones son congruentes con las capturas mayores que se han obtenido gracias a las mayores inundaciones después de la instalación de ambas presas.

También se dispone de series de datos sobre el nivel del agua y las capturas en el río Shire (1969–73) y en el delta central del Níger (1966–74), que fueron analizados por Welcomme (1975). En este análisis se usó una simple suma de todos los niveles de agua medios semanales superiores al nivel de cauce lleno. Los resultados revelaron que existía una correlación muy significativa entre las capturas en un año (y) y el régimen de crecida del año anterior (y -1), en los tres sistemas citados. Las correlaciones de las capturas con las crecidas del mismo año no eran tan satisfactorias. Dado que las pesquerías en la mayoría de los ríos tropicales se basan en peces de uno o dos años de edad, podría suponerse que el régimen de crecida en los dos años anteriores influiría sobre las capturas en un año determinado. Al poner a prueba las regresiones de indicadores hidrológicos combinados y ponderados de los dos años anteriores, se observó que la correlación mejoraba algo. Finalmente se concluyó que la mejor explicación de las capturas en un año (y) es una combinación de las crecidas registradas en los dos años anteriores. Las líneas de regresión más ajustadas, trazadas en la Fig. 7.17, eran las siguientes:

Kafue: Cy = 2962 + 70.54 (0.7 HIy-1 + 0.3 HIy-2)
Shire: Cy = 5857 + 38.11 (0.9 HIy-1 + 0.1 HIy-2)
Niger: Cy = 3239 + 32.10 (0.5 HIy-1 + 0.5 HIy-2)

Las diferencias en el Indice Hidrológico explicaban el 57% de las variaciones anuales en las capturas en el Kafue, el 82% en el Shire y el 92% en el Níger. Ulteriormente la pesquería del Níger ha seguido mostrando una fuerte correlación con el régimen de crecida, y una serie de datos de los 19 años comprendidos entre 1966 y 1984 arroja una correlación lineal:

Cy = 19.172 + 0.027 (0.7 HIy-1 + 0.3 HIy-2) (R² = 0.84)

Figura 7.17

Figura 7.17  Líneas de regresión mejor ajustadas para la relación entre capturas y régimen de crecida: (A) llanos del Kafue; (B) río Shire; (C) delta central del Níger en Mopti

cuyo IH se calcula a partir del caudal medio semestral medido en Kaulikoro. Sin embargo, la linealidad de la relación no era la mejor, y se mejoró la correlación en R² = 0.87 con la regresión:

Cy = 151.73 log (0.7 HIy-1 + 0.3 HIy-2) - 428.26

La naturaleza log-normal de esta regresión revela una ligera atenuación de la respuesta de las comunidades ícticas al aumentar las densidades de la crecida por encima de cierto nivel. Otros ríos del Sahel experimentaron también un descenso en las capturas durante su período de sequía (Cuadro 7.15).

Cuadro 7.15

Capturas de peces en el río Senegal y en el delta central del Níger (datos de Senegal, Direction des eaux, for + ts et chasses, 1976, y Laboratoire d'hydrobiologie de Mopti, 1981)
AñoSenegalNígerAlto Chari
1966110
19673098
19682510520 - 25
196920107
197018107
19711894
19721588
1973127320 - 25
19742163
19752587
197689
197787
197877
197983
198088
198175
1982734.0
1983611.8
1984540.8

Es muy importante precisar el papel relativo de los dos componentes del régimen hidrológico en la determinación de la productividad, aunque es a veces difícil separarlos estadísticamente. Por ejemplo, cuando la intensidad de la crecida tiene una estrecha correlación con la fuerza del reflujo, como en el Kafue (r = -0.78), es difícil determinar si la dependencia aparente de las capturas respecto al anterior reflujo es un artificio estadístico. Alguna indicación de los papeles relativos puede deducirse del río Shire, que muestra una menor correlación entre reflujo Y crecida (r = -0.45), Y también una correlación menor entre reflujo Y capturas. Sin embargo, no hay que deducir de ahí que la fase de aguas altas es la que tiene más influencia de las dos en todos los sistemas. La diferencia en la respuesta podría deberse igualmente a diferencias en la cantidad de agua que permanece en el sistema con aguas bajas en relación con la cantidad durante la crecida máxima. En el Kafue, la superficie en el estiaje era alrededor del 27% de la alcanzada durante las crecidas, mientras que en el Shire este porcentaje era del 48%. Puede suponerse que cuanto más completo es el reflujo, lo que se refleja en el menor porcentaje de agua remanente durante la estación seca, mayor es la influencia del régimen de estiaje sobre las capturas del año próximo. Así lo corroboran las predicciones de la simulación de una zona de anegamiento y su pesquería formulada por Welcomme y Hagborg (1977), según las cuales cuanta más agua permanezca en un sistema en la época de estiaje, más se transmitirán a años subsiguientes las diferencias inducidas por las variaciones en el régimen de crecida.

Varios investigadores han analizado independientemente las capturas en relación con las fluctuaciones de las crecidas de un río. Las capturas en el Orinoco han dado lugar a dos relaciones según las especies (Novoa, 1982). Las capturas totales durante 15 años fueron:

Cy = -634.8 + 0.53 (0.5 HIy + 0.5 HIy-1):(r=0.62)

y las capturas de Prochilodus mariae durante 10 años fueron:

Cy = -389.4 + 0.19 (0.5 HIy + 0.5HIy-1):(r=0.73)

En este río se observó una Segunda relación entre capturas e inundaciones respecto al Semaprochilodus laticeps: al haber un mayor número de masas hídricas en contacto con el cauce del río en las crecidas mayores, se descubrió una relación logistíca entre un índice de intensidad de la crecida (IH) y las capturas durante el mismo año:

También Goulding (1981) comprobó en el río Madeira que las capturas estaban relacionadas con la altura de la crecida. En este caso mejoraban las capturas en época de aguas bajas cuando el flujo del agua era inferior al promedio. Según informes de los pescadores, las fuertes crecidas tienen como efecto la liberación de los peces aprisionados en las charcas y lagunas de la llanura y aumentar la población, con lo que las capturas son mejores en las fuentes en los años siguientes.

También en los ríos de zonas templadas se ha comprobado que la fuerza de las crecidas influye sobre las capturas. Ivanov (citado por Chitravadivelu, 1974) notó también efectos similares en el Zofin, brazo del Danubio, pero con una demora de un año.

Por el número de factores que intervienen, por ejemplo los cambios en el esfuerzo pesquero o la reducción en la edad y la talla de los peces capturados como consecuencia del proceso de agotamiento de la pesca, es muchas veces difícil interpretar estas relaciones mediante un análisis de regresión directa aunque la comparación visual de gráficos de crecidas y de capturas indica que existe alguna relación. Kykhtin (1975), por ejemplo, obtuvo excelentes relaciones entre la fuerza de la crecida y las capturas en el río Amur, siendo la mejor correlación la referida al régimen de crecida de tres a cuatro años antes. Dunn (1982) aportó pruebas gráficas de una correlación entre un índice de capturas en un año (y) y las crecidas de los cinco años anteriores en la pesquería de Hilsa en Bangladesh. Se cree que los peces Hilsa, que son marítimos anadrómicos, penetran en la pesquería en su 4 o 5 año. Al analizar estos resultados, la mejor explicación de las fluctuaciones entre 1966 y 1976 es una combinación de los índices hidrológicos “y-5” e “y-6” (r=0.76), pero entre 1976 y 1981 apenas hay una correlación clara. Análogamente, la inspección gráfica de los datos de capturas de Rasmussen (1979) como función de las crecidas en el alto Mississippi revela que hay tendencias paralelas, pero esta serie de datos es menos congruente y no permitió establecer una regresión concluyente.

El desfase entre el año de la crecida y el momento en que sus efectos se dejan sentir en las capturas depende probablemente del tiempo que tarda el pez en crecer hasta la talla en que es capturado por los pescadores. En los ríos tropicales este tiempo es muy breve, a menudo menos de un año, a causa de la pequeña talla y del rápido crecimiento de muchas de las especies capturadas, y también por la pesca intensiva de peces nacidos en el año cuando salen de los llanos inundados. Benech y Quensiere (1984), en sus estudios de la pesquería de El Beid, río de desagGe de los Yaeres en Camerún, ofrecieron un ejemplo. Había allí una fuerte correlación positiva entre la cantidad de peces juveniles que viajaban aguas abajo y las crecidas del mismo año. El mismo estudio mostró que el nivel de producción es independiente de la composición por especies cuando existe una secuencia regular de crecidas. En El Beid, por consiguiente, la relación entre la producción y la intensidad de las crecidas era congruente en una serie de lecturas a partir de 1968 y en otra serie entre 1974 y 1978, aunque la estructura de la población era muy diferente. En cambio, cuando se perturba la serie regular de crecidas, pueden detectarse evoluciones aberrantes en los años siguientes. Ivanov hizo notar también la elevada proporción de clases anuales jóvenes en la pesquería del Danubio un año después de las fuertes crecidas, y un correlativo descenso de las capturas un año después de un flujo particularmente débil. En algunos ríos en que el crecimiento es más lento y las pesquerías muestran preferencia por las especies mayores, los peces pueden necesitar dos o más años para alcanzar la talla correspondiente a los artes de pesca. En el río Amur, por ejemplo, Krykhtin sostuvo que el efecto sobre las capturas se deja sentir únicamente después de que entre el 20 y el 30% de la nueva clase anual se incorpora a la población íctica que es objeto de la pesca.

Las pesquerías de algunos embalses de nivel muy fluctuante parecen seguir las pautas de las zonas de anegamiento. En el Parakrama Sumadra de Sri Lanka, un estudio de un período de 20 años realizado por Scheimer (1983) puso de manifiesto los efectos de las fluctuaciones de nivel del agua sobre las capturas, descritos mediante una relación:

Cy = 232.2 + 16.2 HIy-3

En el lago, los peces tardan de 2 a 3 años en entrar en la pesquería. Estos datos, junto con los de Moreau (1980 y 1982), indican que los embalses y los lagos poco profundos con niveles de agua muy fluctuantes son homologables ecológicamente con las zonas de anegamiento.

Sobre la base de la evidente correlación entre la intensidad de las crecidas y las capturas, es tentador tratar de predecir estas últimas en los años que siguen a la crecida utilizando fórmulas de regresión similares a las expuestas. Para poner a prueba esta hipótesis, puede suponerse que si ciertamente es posible hacer la predicción a partir de la crecida del año mismo o de los años precedentes, la exactitud de la predicción ganará en la medida en que se añadan a la regresión un mayor número de datos anuales. Cuando se trataron de esta manera los datos relativos al Níger, mejoró en efecto la exactitud de los pronósticos, de lo que se concluyó que es posible predecir válidamente las capturas en los sistemas fluviales a partir de análisis de regresión de la evolución pretérita de la pesquería, siempre que se disponga de suficientes elementos. En el caso del Níger, se necesitaron por lo menos 14 años para predecir con exactitud las tendencias futuras. Tales predicciones parten del supuesto de que no habrá cambios importantes en la base de recursos por pesca excesiva, cambios ambientales, etc. Análogamente, Holcik y Bastl (1977) utilizaron correlaciones entre niveles hídricos de dos años consecutivos y las capturas en los tramos checoslovacos del Danubio para predecir las capturas a partir de los datos de flujo hidrológico. En vista de la importancia de tales predicciones tanto para la regular la pesca como para establecer criterios con objeto de poner remedio al descenso de las capturas causado por las estructuras de control de las inundaciones, es conveniente continuar las investigaciones sobre este tema.


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