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Las partícipes invisibles

Aunque tanto las mujeres como los hombres contribuyen de manera considerable al desarrollo agrícola y rural, las mujeres desempeñan un papel cada vez más destacado. A las mujeres agricultoras les corresponde la mitad de la producción mundial de alimentos, y en la mayoría de los países en desarrollo producen entre el 60 por ciento y el 80 por ciento de los alimentos destinados al consumo doméstico. Tienen un papel importante en la pesca y la silvicultura y aportan una mano de obra notable para la producción de cultivos comerciales, que les suministran ingresos para adquirir alimentos para sus familias. Además de obtener los alimentos, las mujeres son en general las encargadas de preparar la comida para la familia.

Además, las luchas civiles, la emigración de los hombres de las zonas rurales a las zonas urbanas en busca de empleo y el número cada vez mayor de muertes atribuidas al sida han provocado en el mundo en desarrollo un aumento del número de hogares cuyo cabeza de familia es una mujer. La «feminización de la agricultura» ejerce una fuerte presión sobre la capacidad de la mujer para producir, suministrar y preparar alimentos frente a unos condicionantes sociales, económicos y culturales que ya eran considerables.

A pesar del papel esencial que desempeñan las mujeres en el logro de la seguridad alimentaria mundial, su contribución a menudo se subestima y no se tiene en cuenta en las estrategias de desarrollo: siguen siendo los «socios invisibles» del desarrollo. Las mujeres rurales son colaboradoras fundamentales para resolver las principales cuestiones que plantea el desarrollo para el próximo siglo, a saber: la ordenación sostenible del medio ambiente; el crecimiento demográfico y la urbanización; la seguridad alimentaria; la salud humana, la educación y la alfabetización; y el alivio de la pobreza.

Las mujeres son agentes económicos, aunque normalmente no se las considera como tales. A menudo no se reconoce su trabajo, de forma que se pasa por alto su potencial para el desarrollo. Las mujeres rurales son una fuerza importante en la protección del medio ambiente porque viven y trabajan en estrecho contacto con el ecosistema, poseen un amplio conocimiento de la diversidad biológica local y pueden contribuir a proteger los recursos naturales para el futuro mediante la práctica de la agricultura, la silvicultura y la pesca sostenibles. Las mujeres son agentes decisivos del desarrollo humano; pueden mejorar la calidad de vida en las comunidades rurales contribuyendo a reducir la mortalidad materno-infantil, así como las tasas de natalidad, mejorando la nutrición de la familia y procurando que haya agua potable y servicios de saneamiento. Enseñan a sus hijas prácticas apropiadas en materia de salud y otras técnicas en el hogar, con lo cual prestan apoyo a la educación.

Si se les concede igualdad de acceso a las oportunidades y a los recursos, las mujeres, como los hombres, han demostrado ser colaboradoras eficientes, dinámicas e indispensables para el desarrollo. La habilitación de las mujeres mediante el intercambio de conocimientos e información es crucial para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones rurales y lograr los objetivos del desarrollo.

CUESTIONES DE DIFERENCIA

A pesar de los esfuerzos desplegados en los últimos decenios para mejorar la condición y las oportunidades de las mujeres, se siguen necesitando medidas urgentes para resolver los siguientes problemas:

El aumento de la pobreza y la inseguridad alimentaria
Las mujeres y sus hijas constituyen la mayoría de la población pobre. La información, los conocimientos y habilidades técnicas pueden contribuir a que sea menor la vulnerabilidad de las mujeres a la pobreza en las situaciones de crisis.

Desigualdad en el acceso a la tierra, al crédito y a los servicios de apoyo a la agricultura
A las mujeres se les suele negar tanto la propiedad como el uso efectivo de los recursos productivos. La información y los conocimientos sobre sus derechos y oportunidades pueden dar a las mujeres la posibilidad de una mayor contribución a la producción.

Desigualdad de acceso a los insumos, los aperos y las tecnologías agrícolas
Las nuevas tecnologías y los insumos se canalizan principalmente hacia la producción de cultivos comerciales, un ámbito que es competencia de los hombres. Las tecnologías suelen no ser apropiadas para satisfacer las necesidades de las mujeres, y éstas carecen del dinero para adquirir insumos, así como de los conocimientos y técnicas para aplicarlos.

Desigualdad de acceso a la educación, la capacitación y la extensión
Las mujeres reciben menos instrucción que los hombres y constituyen la mayoría de la población analfabeta. La capacitación profesional y técnica de las muchachas y mujeres está aún más abandonada que su educación general. Los servicios de extensión se orientan primordialmente hacia los hombres.

Insuficiencia de conocimientos sobre el acceso a los mercados
El analfabetismo y la insuficiencia de capital y las restricciones impuestas a su capacidad jurídica limitan el acceso de las mujeres a los mercados más modernos. Es necesario que las mujeres adquieran conocimientos y técnicas de comercialización, contabilidad y administración de empresas.

Repercusiones negativas de las políticas de ajuste estructural y de la globalización económica
La globalización y las políticas de ajuste estructural han provocado desempleo y han socavado los servicios sociales. La información sobre los derechos y oportunidades que existen para las mujeres puede conducir a una acción colectiva y ayudar a las mujeres a superar las repercusiones negativas de estas políticas.

Invisibilidad estadística
La falta de datos desglosados por sexos en las zonas rurales impide que los planificadores y los encargados de formular las políticas incluyan las necesidades de las mujeres al diseñar programas de desarrollo. Obtener una infromación precisa en materia de repartición por sexos es crucial para formular estrategias de agricultura y seguridad alimentaria.

Condiciones de trabajo precarias y salarios desiguales
Las mujeres tienden a trabajar más horas que los hombres, con una retribución escasa o nula. Hay que informar a las mujeres de su derecho a organizarse y a aprovechar los servicios sociales y otras oportunidades. También necesitan capacitación sobre la utilización de tecnologías que permitan ahorrar esfuerzo.

Ignorancia de los conocimientos autóctonos de las mujeres
Las mujeres agricultoras poseen una riqueza de experiencia y de conocimientos que se han acumulado a lo largo de las generaciones. Sin embargo, a menudo estos conocimientos autóctonos no son tomados en consideración. Los planificadores y los encargados de la formulación de políticas necesitan información acerca de la contribución presente y futura de las mujeres a las actividades agrícolas sostenibles.

Problemas relacionados con la nutrición, la salud, la prevención del sida y la violencia
Las muchachas y mujeres están sometidas a una discriminación alimentaria y a prácticas culturales perjudiciales como la mutilación genital, y carecen de información respecto a la nutrición y la salud. La información y la educación destinadas a producir un cambio en los comportamientos sociales y culturales son fundamentales para superar estos problemas.

Degradación del medio ambiente
Las mujeres de escasos recursos dedicadas a la agricultura se ven obligadas a adoptar prácticas perniciosas para el medio ambiente. Hay que alertar a las mujeres sobre las amenazas que la degradación ambiental plantea para la seguridad alimentaria, y hay que darles la oportunidad de adquirir los conocimientos y técnicas necesarios para utilizar las tecnologías e insumos que sean menos perjudiciales para los recursos naturales.

Para superar estas «cuestiones de diferencia», y mejorar así la situación y las condiciones de vida de las mujeres rurales, debe haber un cambio de actitudes y de conducta a todos los niveles; ante todo, mediante el reconocimiento y el intercambio de conocimientos, información y técnicas.

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