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Capítulo 14. África Occidental


Figura 14-1. África Occidental: mapa de la cubierta forestal

1. Benin

2. Burkina Faso

3. Chad

4. Côte d’Ivoire

5. Gambia

6. Ghana

7. Guinea-Bissau

8. Guinea

9. Liberia

10. Malí

11. Mauritania

12. Níger

13. Nigeria

14. Senegal

15. Sierra Leona

16. Togo

El África occidental comprende a 16 países distribuidos a lo largo de un gradiente climático que va desde la región del Sahel en el norte, hasta la zona guineo-congoleña en el sur (Figura 14-1)[29]. Esta subregión alberga una vegetación natural muy variada integrada por bosques húmedos tropicales, bosques secos y sabanas. Los bosques húmedos tropicales pueden dividirse a su vez en bosques pluviales tropicales y bosques caducifolios tropicales. Los primeros conforman una faja que se extiende desde la frontera oriental de Sierra Leona hasta Ghana, y disminuyen gradualmente cerca del río Volta, para proseguir luego desde Benin oriental a hasta el sur de Nigeria. Los bosques caducifolios tropicales se extienden a lo largo de las márgenes de los bosques pluviales tropicales. Por su parte, la faja de bosques secos ocupa el norte de Nigeria y el Chad y se extiende hasta el Senegal. Las zonas más secas se caracterizan también por la presencia de tierras boscosas (sabanas arboladas y de arbustos, parques y barbechos de matorrales). Las regiones secas de África occidental corresponden a la zona de transición del Sahel así como al centro regional del endemismo sudanés (Bellefontaine et al. 2000).

Las regiones húmedas pertenecen al centro de endemismo guineo-congoleño (UICN 1996). Sin embargo, los bosques pluviales del África occidental poseen una menor diversidad biológica si se les compara con los de África central, y su endemismo es relativamente bajo (UICN 1996). Aún así, Côte d’Ivoire, Ghana y Nigeria se sitúan entre los 50 países con mayor biodiversidad en el mundo (CMVC 1994). Por ejemplo, en Nigeria viven unas 4 600 especies de plantas, de las cuales 200, aproximadamente, son endémicas.

El Chad, Malí, Mauritania y el Níger son los países de mayores dimensiones de África occidental, pues su superficie de tierras total representa casi el 65 por ciento de la subregión, si bien se trate en su mayor parte de desiertos. A decir verdad, toda la cubierta forestal de estos cuatro países constituye sólo el 6 por ciento de su superficie terrestre total. A diferencia de ello, Gambia y Guinea-Bissau son los países más pequeños pero más boscosos del África occidental.

RECURSOS FORESTALES

El conocimientos y la calidad de información sobre los recursos forestales varía entre los diferentes países. Por lo que respecta a la mayor parte de los países de África occidental, la información y los datos relativos a los recursos y superficie de los bosques son viejos, obsoletos o parciales. De hecho, únicamente unos cuantos países han llevado a cabo una evaluación de sus recursos forestales a nivel nacional en el decenio de 1990 (Benin, Burkina Faso, Guinea-Bissau, Gambia, Nigeria). Otros países de África occidental realizaron evaluaciones forestales en fechas anteriores (Senegal, en 1985; Sierra Leona, en 1986; el Chad, en 1988; Togo, en 1975; Liberia, en 1981). Los restantes países de la subregión solo han emprendido evaluaciones parciales de algunas partes de sus bosques. Por consiguiente, las superficies de bosques para algunos de los países de África occidental que figuran en el Tabla 14-1 se basan en las estimaciones hechas por expertos nacionales (el Chad, Ghana, Liberia, Mauritania, el Níger, Sierra Leona, Togo). En 1999, se organizó un taller en Yamoussoukro, (Côte d’Ivoire) para colecta de datos para África occidental, con la participación de todos los países de la subregión con excepción del Chad (FAO 2000).

Tabla 14-1. África Occidental: recursos forestales y manejo

País/área

Área de la tierra

Área de bosque en 2000

Cambio del área 1990-2000 (total de bosque)

Volumen y biomasa por encima del suelo (total de bosque)

Bosques bajo plan de manejo

Bosques naturales

Plantaciones forestales

Área total de bosques

000 ha

000 ha

000 ha

000 ha

%

ha/cápita

000 ha/año

%

m3/ha

t/ha

000 ha

%

Benin

11 063

2 538

112

2 650

24.0

0.4

-70

-2.3

140

195

-

-

Burkina Faso

27 360

7 023

67

7 089

25.9

0.6

-15

-0.2

10

16

694

10

Chad

125 920

12 678

14

12 692

10.1

1.7

-82

-0.6

11

16

-

-

Côte dIvoire

31 800

6 933

184

7 117

22.4

0.5

-265

-3.1

133

130

1 387

19

Gambia

1 000

479

2

481

48.1

0.4

4

1.0

13

22

-

-

Ghana

22 754

6 259

76

6 335

27.8

0.3

-120

-1.7

49

88

-

-

Guinea

24 572

6 904

25

6 929

28.2

0.9

-35

-0.5

117

114

112*

*n.ap.

Guinea-Bissau

3 612

2 186

2

2 187

60.5

1.8

-22

-0.9

19

20

-

-

Liberia

11 137

3 363

119

3 481

31.3

1.2

-76

-2.0

201

196

-

-

Malí

122 019

13 172

15

13 186

10.8

1.2

-99

-0.7

22

31

-

-

Mauritania

102 522

293

25

317

0.3

0.1

-10

-2.7

4

6

-

-

Níger

126 670

1 256

73

1 328

1.0

0.1

-62

-3.7

3

4

-

-

Nigeria

91 077

12 824

693

13 517

14.8

0.1

-398

-2.6

82

184

832*

n.ap.

Senegal

19 252

5 942

263

6 205

32.2

0.7

-45

-0.7

31

30

-

-

Sierra Leona

7 162

1 049

6

1 055

14.7

0.2

-36

-2.9

143

139

-

-

Togo

5 439

472

38

510

9.4

0.1

-21

-3.4

92

155

12

2

Total de África Occidental

733 359

83 369

1 710

85 079

11.6

0.4

-1 351

-1.5

61

84

-

-

Total de África

2978394

641 830

8 036

649 866

21.8

0.8

-5 262

-0.8

72

109

-

-

TOTAL MUNDIAL

13063900

3682722

186733

3869455

29.6

0.6

-9 391

-0.2

100

109

-

-

Fuente: Apéndice 3, Tablas 3, 4, 6, 7 y 9.

* Resultados parciales únicamente. No se dispone de datos nacionales.

Los países de África occidental cuentan con escasos recursos forestales (el 11 por ciento, aproximadamente, de la superficie total de tierras) debido al clima (en los países de la zona saheliana-sudanesa), las grandes poblaciones (como en Nigeria, Benin y Togo), la tala efectuada con fines agrícolas o la exportación a largo plazo de productos madereros (p. ej., Côte d’Ivoire). Por ello, los bosques de esta subregión representan tan sólo el 13 por ciento de toda la cubierta forestal del continente y el 2 por ciento del área forestal mundial. Guinea-Bissau es por un gran margen el país más boscoso: el 60 por ciento de su superficie está cubierta por bosques. Mauritania y el Níger, por otra parte, son los países menos boscosos (con el 0.3 por ciento y el 1 por ciento, respectivamente, de su superficie total de tierras) a causa de su clima seco. El África occidental posee una elevada tasa negativa de variación de la superficie forestal (es decir, un media de -1.5 por ciento) frente a África en su totalidad (esto es, el -0.78 por ciento). En términos de superficie, Nigeria y Côte d’Ivoire registran por un amplio margen la mayor pérdida anual de cubierta forestal. El Níger, por su parte, acusa la mayor tasa anual de deforestación (Tabla 14-1 y la Figura 14-2).

Las plantaciones forestales del África occidental constituyen más del 20 por ciento de todas las plantaciones africanas. No obstante, en diversos países las estadísticas sobre bosques plantados no son fiables debido a la ausencia de inventarios, los frecuentes incendios, la falta de mantenimiento o la tala no controlada (p. ej., en Guinea, Ghana, Liberia, el Chad). En la parte húmeda de la subregión los países poseen vastas áreas de plantaciones forestales, que se explotan principalmente con fines industriales (como Côte d’Ivoire, Benin, Nigeria). A pesar de ello, las plantaciones para la producción de madera, que son costosas y de difícil manejo, no han logrado compensar la explotación extensiva de los bosques naturales. Además, la superficie de plantaciones destinadas a la producción de madera dura de elevada calidad, similar a la que se extrae de los bosques húmedos no es suficiente para producir un impacto en el abastecimiento de dicha madera en un futuro previsible (FAO 2000). En las zonas secas de la subregión, las plantaciones forestales son menos importantes y se utilizan principalmente para usos no industriales (si se exceptúa al Senegal). Se han establecido muchas plantaciones en el intento de detener, o incluso invertir, el proceso de desertificación, que representa el problema ecológico de mayor gravedad para muchos países con clima seco (el Níger, el Chad, Malí, Nigeria, Burkina Faso, Mauritania, Senegal) (FAO 2000).

El volumen total de los bosques del África occidental se estima en unos 5 000 millones de metros cúbicos con corteza, es decir, el 11 por ciento del volumen de todos los bosques africanos. Las estimaciones relativas al volumen y la biomasa para la mayoría de los países se basan en los inventarios forestales existentes. En las zonas húmedas, los cálculos inherentes al volumen se centran en los árboles maderables. En las zonas secas, la evaluación del volumen por lo general abarca toda la biomasa leñosa, con inclusión de troncos y ramas, destinada al consumo de leña. Se estima que la producción máxima de vegetación natural en la subregión varía entre 0.1 y 2.75 m3 por hectárea y por año, según la precipitación y el tipo de vegetación (Bellefontaine et al. 2000).

Figura 14-2. África Occidental: área de bosque natural y plantaciones forestales en 2000 y variaciones netas del área entre 1990 y 2000

La madera suministrada por los árboles fuera del bosque es extremadamente importante en esta subregión. De hecho, la escasa cubierta forestal de la mayoría de los países del África occidental aumenta en gran medida el valor de este material, en particular en las zonas secas en las que gran parte de la leña se recolecta fuera del bosque. Jensen (1995) estimó que el volumen de barbechos y árboles dispersos en las tierras agrícolas constituye alrededor del 30 por ciento de los recursos madereros de Burkina Faso y del 19 por ciento en Gambia.

MANEJO Y USOS DE LOS BOSQUES

Únicamente tres de los 16 países de África occidental suministraron información nacional sobre las áreas de la superficie de bosques cubierta por un plan de manejo forestal formalmente aprobado en por el gobierno del país. (Tabla 14-1). De esos países, Togo contaba con el porcentaje menor (2 por ciento) y Côte d’Ivoire con el mayor (19 por ciento). Se obtuvieron datos parciales de Nigeria (sólo en relación con los bosques pluviales de tierras bajas) en los que se indicaba que 832 000 hectáreas (o el 6 por ciento), como mínimo, de la superficie forestal total estaba incluida en un plan de manejo. Se careció de información sobre los países restantes, incluido Ghana, el cual, de acuerdo con un estudio reciente realizado por la OIMT (OIMT 2000) parece haber implantado todas las condiciones necesarias para poder manejar en forma sostenible sus unidades de manejo forestal.

En la mayoría de los países del África occidental se ha iniciado un proceso de descentralización, que ha dejado más en claro las funciones y la propiedad de los recursos. A pesar de ello, el tema de la tenencia de la tierra a veces puede tornarse muy complejo debido a la superposición de derechos de tenencia y usos de la tierra. Esto es particularmente cierto en las regiones de la sabana y aún más en las zonas sahelianas, en las que las áreas forestal, pastoral y agrícola se entremezclan (Bellefontaine et al. 2000).

La explotación y manejo de los bosques naturales cuentan con un largo historial en las zonas húmedas del África occidental. En el pasado, se ensayaron diferentes sistemas silvícolas tropicales a fin de maximizar el rendimiento (p. ej., por medio del sistema tropical de cortas por aclareos sucesivos, la selección modificada, etc.). Estas técnicas silvícolas no siempre tuvieron éxito, por razones tanto ecológicas como de manejo (FAO 2000; Dupuy et al. 1999). En todos los países de la subregión que albergan bosques húmedos tropicales, los departamentos forestales del gobierno controlan el derecho de explotación de la madera. Los métodos de madereo y los sistemas de explotación más apropiados están especificados en los reglamentos. Los gobiernos otorgan concesiones a compañías madereras o individuos y se estipulan contratos con ellos, y en ambos casos se indican claramente las normas y procedimientos que han de seguirse, incluidos en algunos casos actividades posteriores a la cosecha o de repoblación. Sin embargo, con frecuencia no existe un seguimiento y control por parte del gobierno a causa de los escasos recursos disponibles. En el caso de las plantaciones forestales, se establecen acuerdos y contratos con objeto de administrar su explotación y prevenir la generación de conflictos (FAO 2000).

En las zonas secas, están actualmente en curso o se han ultimado diversos proyectos piloto con objeto de evaluar las consecuencias de una mayor participación pública en el manejo forestal. En el decenio de 1980, se emprendieron muchos proyectos con participación limitada de las poblaciones. Desde entonces, al considerar aspectos relacionadas con la tenencia de la tierra, los grupos de usuarios y de interesados, y los problemas inherentes a usos contrapuestos de los recursos, ha conllevado al incremento en el manejo descentralizado de los recursos naturales, para beneficio de las poblaciones locales (Dupuy et al. 1999). Además, la participación local ha aumentado progresivamente en los programas de reforestación. Como ejemplo del proceso de descentralización puede mencionarse el proyecto “Energie II” en el Níger, cuyo objetivo principal consiste en lograr un manejo sostenible con miras a la utilización de leña. El proyecto se basa en la transferencia del Estado a la población local de las responsabilidades de manejo respecto de los recursos naturales renovables (pero no su propiedad) (Bellefontaine et al. 2000).

En la subregión se hace un elevado consumo de dendroenergía. Se calcula que la leña representa el 85 por ciento del consumo total de energía en esos países, si bien no existen datos fidedignos sobre el comercio y consumo de madera (FAO 2000). El mayor consumo se registra en Burkina Faso y Gambia. La gran densidad demográfica ha dado origen a una sobre explotación para la obtención de leña en los bosques secos del Níger, Nigeria, Togo y Benin, en los que este recurso disminuye cada vez más, dando así lugar a períodos ocasionales de escasez (Bellefontaine et al. 2000).

Los productos forestales no madereros son importantes para la población local, pero al respecto existen muy pocas estadísticas con excepción de los productos comercializables. Se dispone de información acerca de algunos productos (como la goma arábiga en el Chad) pues su exportación aporta una contribución al presupuesto nacional. Asimismo, los árboles constituyen una importante fuente de forraje en las zonas secas.

Muchos países han creado organismos de coordinación para el manejo ambiental. Además, se está llevando a cabo la descentralización de las funciones gubernamentales concernientes a la planificación medioambiental (Benin, Gambia, Ghana). Algunos países han formulado nuevas leyes en materia de manejo del medio ambiente y de los recursos naturales y han implantado sistemas de seguimiento y reglamentación (como Côte d’Ivoire). Por ejemplo, Ghana ha preparado unas directrices para la evaluación del impacto ambiental (FAO 2000). Diversas ONG’s se ocupan de la conservación sostenible de la diversidad biológica en las áreas protegidas. En 1997, el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación estimó que en África occidental existen cerca de 128 áreas legalmente protegidas (CMVC 1997).

CONCLUSIONES Y TEMAS

La mayoría de los países de África occidental han definido, o están por definir, nuevas políticas forestales que abarcan el concepto de manejo forestal sostenible. A pesar de ello, casi todos carecen de medios financieros y materiales suficientes para ejecutar tales políticas en la forma debida (FAO 2000). En general, los programas forestales cuentan con escaso financiamiento, y por ello, las instituciones de ese sector en la mayor parte de los países de esa subregión no disponen del equipo necesarios para desempeñar sus funciones. Además, la información sobre los recursos del bosque suele ser poco fiable y relativamente obsoleta, y haría falta revisarla. Si bien muchos países poseen la capacidad administrativa y técnica necesaria para llevar a cabo las tareas relacionadas con las plantaciones forestales, el mantenimiento y la comercialización de las plantaciones también se ven afectados por la ausencia de medios financieros (FAO 2000).

La presión que sufren los recursos forestales de África occidental es el resultado de múltiples factores, que incluyen el rápido crecimiento demográfico, el desarrollo económico, la pobreza y las políticas gubernamentales (la falta de descentralización en algunos países, la ausencia de una adecuada información sobre bosques, la deficiente ejecución de proyectos, etc.). También el no reconocimiento de los derechos legales de las poblaciones indígenas y otras comunidades tradicionales en sus territorios puede conducir a la deforestación. Esto, aunado a la ausencia de seguridad de tenencia de la tierra, a menudo genera una situación de libre acceso en que ninguna persona o comunidad es responsable de la tierra. Los conflictos surgidos en algunos países de la subregión (Liberia, Sierra Leona) han dado lugar a la destrucción de bosques e infraestructura así como al asentamiento de refugiados en las zonas boscosas. El crecimiento de la población urbana por lo general ocasiona la deforestación en las zonas circundantes ya que se explotan los bosques a fin de obtener leña, materiales para la construcción y tierras para el asentamiento (FAO 2000; Bellefontaine et al. 2000).

Las causas principales de deforestación radican en la agricultura, así como en la ejecución de prácticas agrícolas inadecuadas (como la agricultura migratoria y los cultivos comerciales), la explotación maderera (prácticas de madereo deficientes, acuerdos de concesiones mal concebidos, etc.), y otros usos de la tierra como el desarrollo urbano y la minería. En esta subregión los bosques se han sobreexplotado ampliamente con objeto de obtener madera (FAO 2000). En los bosques húmedos, una de las principales causas de deforestación consiste en la sustitución de los bosques con cultivos comerciales y plantaciones arbóreas. Así, se han cortado grandes áreas de bosques pluviales tropicales a fin de plantar cultivos comerciales como el cacao, el café y el caucho (p. ej., en Côte d’Ivoire). Los incendios forestales se consideran uno de los mayores obstáculos para la conservación de los bosques y el manejo forestal sostenible. La quema no controlada junto con la agricultura migratoria resultan en una escasa vegetación herbácea dominada por especies como Panicum maximum e Imperata cylindrica (Louppe et al. 1995).

También los manglares están expuestos a una creciente presión ocasionada por el desarrollo económico en las zonas costeras, la conversión en tierras agrícolas (arrozales) y la recolección de leña en las ciudades costeras (FAO 2000).

En las zonas secas, la escasez de suelos fértiles para la agricultura aumenta la presión en las tierras boscosas. Además de realizarse la conversión inmediata y permanente al uso agrícola, también se provoca una degradación progresiva a causa del barbecho forestal de corta duración que se produce. En consecuencia, ya no puede garantizarse la preservación de la fertilidad. En algunas zonas, el constante pastoreo excesivo y las quemas no controladas aceleran el proceso de degradación del suelo. La escasez de leña y la degradación forestal ocurren cuando existen grandes poblaciones y pocas zonas forestales. La tala y la extracción de leña pueden superar fácilmente la capacidad de regeneración de los ecosistemas: se trata de la difusa “crisis de la leña” característica de muchos países del Sahel (Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, el Níger, el Chad). El índice de corta de los árboles para la obtención de leña está aumentando. Sin embargo, la mayoría de los países han desarrollado políticas en materia de energía y se está mejorando la cooperación regional en el sector energético mediante la creación de una Comisión Africana de Energía (FAO 2000).

El clima es un factor natural importante que fortalece los efectos de las actividades humanas en el medio ambiente, particularmente en las zonas secas tropicales en las que la sequía grave es un fenómeno frecuente y la calidad del suelo es pobre. En el Sahara meridional la desertificación representa el principal problema ecológico, y se han desplegado esfuerzos considerables para detener e incluso hacer retroceder esta tendencia, como la reforestación con especies exóticas, la plantación de cinturones verdes y el fomento de la agrosilvicultura. Además, se han hecho importantes avances en el desarrollo de variedades de cultivo de elevado rendimiento, la investigación en sistemas agrosilvícolas (a partir del decenio de 1970) para mejorar la productividad y la sostenibilidad y la puesta en marcha de actividades de investigación en la modificación a bajo costo de la agricultura migratoria. Asimismo, se han hecho muchas investigaciones científicas en relación con los árboles fijadores de nitrógeno, que son sumamente importantes para conservar la fertilidad del suelo. La utilización de estos árboles ha arrojado resultados sorprendentes por lo que se refiere a la fijación de dunas en el Senegal. Además, existe una colaboración regional por lo que atañe a la elaboración de reglamentos prácticos y coherentes en materia de protección de los bosques, a fin de hacer frente a los efectos negativos producidos por los conflictos en el medio ambiente y abordar las cuestiones relacionadas con la tierra, como la desertificación (Bellefontaine et al. 2000; FAO 2000).

En la actualidad, los proyectos forestales en África occidental reflejan el concepto de manejo de los recursos renovables mediante la integración de múltiples usos de la tierra con la participación de la población local. Si bien la participación ha aumentado en los último años necesita incrementarse aún más. Otras cuestiones importantes incluyen la mejora de la capacitación del personal forestal, la ejecución de programas educativos para el público sobre temas como las prácticas agrícolas sostenibles y técnicas agrosilvícolas, la promoción de fuentes de energía alternativas y técnicas de ahorro energético y la mejora del aprovechamiento de los productos madereros (FAO 2000).

BIBLIOGRAFÍA

Bellefontaine, R., Gaston, A. & Petrucci, Y. 2000. Management of natural forests of dry tropical zones. FAO Conservation Guide No. 32. Roma.

Dupuy, B., Maître, H.-F. & Amsallem, I. 1999. Techniques de gestion des écosystèmes forestiers tropicaux: état de l’art. Documento de trabajo FAO/FPIRS/05 preparado para el examen y la estrategia de la ejecución de la política forestal del Banco Mundial. Montpellier, Francia, Cirad-Forêt.

FAO. 2000. Actes de l’atelier sous-régional sur les statistiques forestières et perspectives pour le secteur forestier en Afrique/FOSA sous région ECOWAS. Yamoussoukro, Côte d’Ivoire, 13-18 de diciembre de 1999. FAO, Roma.

Jensen, A.M. 1995. Evaluation des données sur les ressources ligneuses au Burkina Faso, Gambie, Mali, Niger et Sénégal. In: Examen des politiques, stratégies et programmes du secteur des énergies traditionnelles. Banco Mundial. 2a versión.

Louppe, D., Ouattara, N. & Coulibaly A. 1995. The effects of bush fires on vegetation: the Aubréville fire plots after 60 years. Commonwealth Forestry Review. 74(4): 288-292.

UICN. 1996. Atlas pour la conservation des forêts tropicales d’Afrique. J.-P. de Monza, éd.

OIMT. 2000. Review of progress towards the year 2000 objective, por D. Poore y Tang Hooi Chiew. Informe presentado al 28° período de sesiones del Consejo Internacional de las Maderas Tropicales, 24-30 de mayo de 2000, Lima, Perú. ITTC(XXVIII)/9/Rev.2.

CMVC. 1994. Priorities for conserving global species richness and endemism. WCMC Biodiversity Series No. 3. World Conservation Press.

CMVC. 1997. United Nations List of Protected Areas 1997. www.wcmc.org.uk/protected_areas/data/un_97_list.html


[29] Para más detalles sobre cada país véase www.fao.org/forestry

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