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CAPÍTULO 2. CONFERENCIA SOBRE EL SECTOR AGRÍCOLA

¿HASTA QUÉ PUNTO SON IDÓNEAS LAS BIOTECNOLOGÍAS ACTUALMENTE DISPONIBLES EN EL SECTOR AGRÍCOLA PARA LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS Y LA AGRICULTURA EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO?

2.1 DOCUMENTO DE ANTECEDENTES

2.1.1 Introducción

La biotecnología se ha desarrollado en un plazo muy breve hasta convertirse en una industria que proporciona productos por valor de muchos miles de millones de dólares a sectores relacionados con la asistencia sanitaria, la elaboración industrial, la rehabilitación biológica del medio ambiente y la agricultura y la alimentación. Se trata de una industria que se ha desarrollado, ha sido financiada y está firmemente asentada en los países desarrollados (especialmente Norteamérica). Mientras que la financiación pública de la investigación agrícola se ha estabilizado o ha disminuido, la industria de la biotecnología ha seguido invirtiendo cuantiosas sumas en esa investigación debido a los grandes progresos realizados en ese ámbito y al fortalecimiento de los derechos de propiedad intelectual que amparan al material biológico.

Las biotecnologías utilizadas y desarrolladas por la industria responden a la situación real de los mercados y se emplean sobre todo para obtener productos destinados a los países desarrollados. Las biotecnologías aplicadas a la agricultura y la alimentación no constituyen una excepción a esta regla. En esta conferencia por correo electrónico se examinan las biotecnologías más recientes que están actualmente disponibles en el sector agrícola, y se debate hasta qué punto son idóneas para la producción de alimentos y la agricultura en los países en desarrollo.

2.1.2 Descripción de las biotecnologías actualmente disponibles en el sector agrícola

Tal vez sea justo decir que los avances más notables que se han realizado en los últimos años en el sector de las biotecnologías agrícolas se han derivado de la investigación sobre los mecanismos genéticos de los que dependen determinados rasgos económicamente importantes. La genómica es una disciplina en rápido progreso que proporciona información sobre la identidad, ubicación, efectos y funciones de los genes que influyen en esos rasgos. Los conocimientos obtenidos gracias a la genómica han impulsado e impulsarán cada vez más la aplicación de biotecnologías a los cultivos. A continuación se ofrece un resumen de las biotecnologías más recientes para el sector agrícola que pueden utilizarse en la práctica en la producción de alimentos y la agricultura de los países en desarrollo.

2.1.2.1 Biotecnologías basadas en marcadores moleculares

Todos los seres vivos se componen de células que son programadas por un material genético denominado ADN. Esta molécula está integrada por una larga cadena de bases que contienen nitrógeno (A, C, G y T). Sólo una pequeña fracción de la secuencia presente en las plantas constituye los genes, es decir codifica las proteínas, mientras que la parte restante y más amplia del ADN representa secuencias no codificadoras cuya función no se conoce con exactitud. El material genético se organiza en conjuntos de cromosomas (por ejemplo, cinco pares en las especies de Arabidopsis thaliana que han sido objeto de numerosos estudios) y la totalidad de esos conjuntos se denomina genoma.

Los marcadores moleculares son secuencias identificables de ADN que se encuentran en determinados lugares del genoma. Pueden diferir entre individuos de la misma población. Existen diferentes categorías de marcadores, como los polimorfismos de longitud de los fragmentos de restricción (PLFR), los polimorfismos de longitud de los fragmentos ampliados (PLFA), el ADN polimórfico de ampliación aleatoria (APAA) o los microsatélites.

Los marcadores moleculares pueden utilizarse para los siguientes fines:

2.1.2.2 Cultivos modificados genéticamente

Los organismos modificados genéticamente (OMG) son aquellos que han sido modificados mediante la técnica del ADN recombinado (en la que se transfiere el ADN de un organismo a otro). También se utiliza el término ‘‘cultivos transgénicos’’ para referirse a los cultivos modificados genéticamente en los que se ha incorporado un gen exógeno (transgén) en el genoma de la planta. Puede sernos útil distinguir entre tres tipos de cultivos modificados genéticamente:

Las plantas transgénicas han sido objeto de amplias polémicas, aunque en la actualidad cubren extensas superficies en algunas partes del mundo. Se estima que en 1999 39,9 millones de hectáreas estaban plantadas de cultivos transgénicos (ISAAA, 1999, www.isaaa.org/publications/briefs/Brief12.htm). Los países en desarrollo contaban con 7,1 millones de hectáreas (el 18 por ciento), situadas casi en su totalidad en la Argentina (6,7 millones) y China (0,3 millones), mientras que 32,7 millones de hectáreas correspondían a los Estados Unidos de América y el Canadá (82 por ciento). De los 39,9 millones de hectáreas, 28, 1 millones (es decir, el 71 por ciento) estaban plantadas de cultivos modificados para aumentar su tolerancia a un herbicida específico (que puede pulverizarse sobre el terreno, para matar las malas hierbas sin perjudicar a los cultivos); 8,9 millones de hectáreas (el 22 por ciento) estaban plantadas de cultivos modificados para incluir un gen productor de toxinas procedente de una bacteria del suelo, Bacillus thuringiensis, que envenena a los insectos que se alimentan de la planta, mientras que 2,9 millones de hectáreas (el 7 por ciento) estaban plantadas de cultivos que eran tolerantes a los herbicidas al tiempo que resistentes a los insectos.

Por consiguiente, la mayor parte de los cultivos transgénicos plantados hasta ahora sólo incorporan un número muy limitado de genes. Sin embargo, se han creado en laboratorios de investigación algunos cultivos transgénicos que podrían tener mayor interés para los países en desarrollo, como por ejemplo arroz transgénico con un alto contenido de hierro, obtenido mediante la transferencia del gen de la ferritina procedente de la soja, o el arroz transgénico productor de provitamina A, pero todavía no se han distribuido en forma comercial.

2.1.2.3 Micropropagación

Se trata de la multiplicación y/o regeneración in vitro de material vegetal en condiciones ambientales asépticas y controladas y en medios especialmente preparados que contienen reguladores de la nutrición y el crecimiento de las plantas. Los materiales que se utilizan con más frecuencia son embriones extraídos, yemas terminales o trozos de tallos, raíces, hojas, etc.

Esta técnica constituye la base de una gran industria comercial de la propagación vegetal para la que trabajan cientos de laboratorios de todo el mundo. Puede utilizarse para multiplicar, en grandes cantidades, clones de una determinada variedad. Aparte de sus ventajas para una rápida propagación, la micropropagación puede utilizarse también para obtener material de plantación libre de enfermedades, especialmente si se combina con el empleo de equipos de diagnóstico para detectar enfermedades. Se han elaborado técnicas de micropropagación que se aplican a una gran variedad de cultivos, incluidas plantas leñosas y frutas.

2.1.3 La alimentación y la agricultura en los países en desarrollo

Esta conferencia hace hincapié en los países en desarrollo. En ese contexto, hay que tener presente que en los diferentes países en desarrollo, e incluso dentro de cada uno de ellos, existe una enorme variedad de sistemas de producción y limitaciones ambientales. Cuatro amplias zonas agroecológicas (tierras bajas húmedas y perihúmedas; zonas escarpadas y montañosas; zonas de regadío e inundadas naturalmente; y tierras áridas y zonas de precipitaciones irregulares) representan el 90 por ciento de las tierras agrícolas en los países en desarrollo. Dentro de cada una de ellas se observa una variedad de sistemas de cultivo, así como una mezcla de sistemas de producción tradicionales y modernos.

La población mundial ha superado los 6 000 millones de personas y está aumentando en unos 80 millones al año. La mayor parte de ese crecimiento se produce en los países en desarrollo. Mientras que el número de habitantes en los países en desarrollo y desarrollados en el año 2000 se estimó en 4 750 millones y 1 310 millones, respectivamente, se prevé que en veinte años ese número ascenderá a 6 150 millones y 1 360 millones.

El tamaño de las explotaciones agrícolas tiende a ser pequeño, como lo evidenció un estudio de 57 países en desarrollo que reveló que casi el 50 por ciento de ellas tenían menos de una hectárea. El crecimiento de la producción alimentaria que se necesita para atender a una población de mayor magnitud no puede proceder de la obtención de nuevas tierras para fines agrícolas. La mayor parte de la tierra idónea para la agricultura se está utilizando ya. Cuando se compara la superficie total de las tierras en las que podrían obtenerse cultivos con las tierras ya cultivadas, hay sin embargo notables diferencias entre regiones. Por ejemplo, en el Asia meridional, 191 millones de hectáreas de los 228 millones potenciales se cultivaban ya en 1988-1990, mientras que en América Latina y el Caribe sólo se explotaban 190 millones de hectáreas de los 1 059 millones potenciales. Ello no obstante, algunas de estas tierras no podrían dedicarse fácilmente a la producción agrícola porque se utilizan ya con otros fines, como la silvicultura, el pastoreo o la conservación. La degradación de las tierras ya explotadas, debido al pastoreo excesivo, la deforestación y prácticas agrícolas inadecuadas, es también un problema cada vez más grave a escala mundial. El crecimiento de la producción alimentaria que se necesita para dar de comer a una población mundial en aumento debe provenir por consiguiente del incremento de los alimentos producidos por hectárea.

Obsérvese, sin embargo, que tal vez la cuestión del hambre en el mundo no se resuelva simplemente incrementando el suministro mundial de alimentos. En el mundo actual se producen alimentos suficientes para dar de comer a todos sus habitantes pero aun así se estima que en 1995-1997 había en los países en desarrollo unos 790 millones de personas subnutridas, es decir, personas cuya ingesta de alimentos no era suficiente para cubrir sus necesidades básicas de energía de forma continua (FAO, 1999, www.fao.org/Noticias/1999/991004-s.htm). Hay también muchos factores demográficos, ambientales, económicos, sociales y políticos diferentes que determinan el hambre y la pobreza o influyen en ellas, factores que han de tenerse también en cuenta al tratar de reducir el hambre en el mundo. Es necesario que los alimentos estén disponibles y sean accesibles para los pobres, dondequiera que se encuentren.

2.1.4 Algunos factores que deben tenerse en cuenta en el debate

La pregunta principal que se plantea en esta conferencia es la siguiente: ¿hasta qué punto es idónea cada una de las biotecnologías anteriormente mencionadas en el presente documento para la producción agrícola en los países y regiones en desarrollo?

Al responder a la pregunta sobre la idoneidad han de tomarse en consideración los elementos siguientes:

2.2 DOCUMENTO RESUMIDO

En el documento de antecedentes se describían tres tipos principales de tecnologías elaboradas recientemente que podían utilizarse para el sector agrícola en los países en desarrollo: a) biotecnologías basadas en marcadores moleculares; b) cultivos modificados genéticamente; y c) micropropagación.

En la conferencia se examinaron los tres tipos de biotecnologías. Sin embargo, la atención se centró de manera abrumadora en los cultivos modificados genéticamente. Al tratarse ciertos temas, se enviaron mensajes en los que se expresaban opiniones radicalmente opuestas, lo que evidencia la polarización existente con respecto a algunos elementos del debate sobre la biotecnología agrícola.

En la Sección 2.2.1 se describen algunos de los factores principales que se debatieron en la conferencia y que se consideraron de importancia directa para la idoneidad de las biotecnologías en los países en desarrollo. En la Sección 2.2.2 se describen algunos de los otros argumentos y preocupaciones principales que se plantearon durante la conferencia. En este documento se incluyen referencias a mensajes concretos, en las que se indica el apellido del participante y la fecha de publicación del mensaje (día/mes del año 2000). Los mensajes pueden consultarse en www.fao.org/biotech/logs/c1logs.htm. En la Sección 2.2.3 se indican el nombre y país de los participantes que enviaron los mensajes a los que se hace referencia

2.2.1 Factores considerados de importancia directa para la idoneidad de las biotecnologías en los países en desarrollo

2.2.1.1 Su situación con respecto a los derechos de propiedad intelectual (DPI) y el poder potencial de las empresas multinacionales como consecuencia de los DPI

La existencia de los DPI y sus efectos sobre los productos (por ejemplo, variedades vegetales) y los procesos (por ejemplo, técnicas utilizadas para obtener variedades vegetales) de la biotecnología fue probablemente el tema que suscitó más debate a lo largo de los dos meses que duró la conferencia. El hecho de que un pequeño número de poderosas empresas multinacionales de países desarrollados hubieran acumulado una amplia cartera de patentes hizo que a menudo los debates adquirieran un intenso carácter sociopolítico. Hubo grandes divergencias entre las opiniones expresadas sobre la necesidad y las consecuencias de los DPI en el sector agrícola.

Algunos participantes opinaron que los DPRI sobre los materiales biológicos eran esencialmente erróneos, mientras que otros los consideraron necesarios. Berruyer (28/3 y 14/4) indicó que sería preferible que no pudieran patentarse los genes. Kumar (18/4) afirmó que las nuevas semillas patentadas se habían elaborado a partir de material genético existente, procedente a menudo de países en desarrollo, en un proceso que entrañaba poca (o ninguna) modificación genética, por lo que el proceso de concesión de patentes convertía en propiedad privada algo que era “patrimonio común de la humanidad”. También afirmó que el proceso pasaba por alto la contribución de muchas generaciones de agricultores a la acumulación de material genético básico. Lettington (18/4) sostuvo que la imposición de DPI en los países en desarrollo representaba una pérdida neta para la humanidad, debido a la falta de acceso a la información.

Por otra parte, se alegó que los agricultores siempre tenían la opción de comprar o no variedades mejoradas a las empresas multinacionales y que “las [empresas] que invierten en la elaboración de un producto o una tecnología deben ser retribuidas por su creatividad, el riesgo para su capital y el mero hecho de trabajar con denuedo” (Laing, 17/4), opinión que compartía Halos (4/4). Halos (17/5) señaló, además, que la concesión de una patente sobre genes no significaba que el beneficio económico más importante fuese para su titular, ya que muchos grupos diversos, entre ellos los agricultores y los consumidores, se beneficiaban también de las variedades elaboradas mediante modificación genética. Roberts (22/5) subrayó que las empresas sólo invierten donde prevén obtener un beneficio y que, para que la industria invierta en esas tecnologías debe prever cierta rentabilidad financiera. Ashton (19/5) discrepó de este argumento, manteniendo que el capitalismo lleva implícito que el que elabora un producto asuma un riesgo, y que nadie está obligado a garantizar una rentabilidad a quien asume un riesgo.

Se consideró que las consecuencias de los DPI eran muy importantes. Se señaló que la existencia de unos DPI consolidados y el hecho de que a menudo estuvieran en manos de empresas multinacionales daría lugar a una dependencia (mayor) de los agricultores de los países en desarrollo con respecto a biotecnologías que estaban en manos de empresas multinacionales y de países desarrollados. Esta opinión fue expresada claramente por Hongladarom (3/4), quien indicó que “el temor [a la biotecnología que se había manifestado en Tailandia] no se refería tanto a los posibles riesgos de los cultivos modificados genéticamente como a la posibilidad de que, después de un tiempo, los agricultores tengan que valerse exclusivamente de las biotecnologías que están en manos de esas empresas”. Berruyer (28/3) suscribió esa opinión al señalar que “el problema de las biotecnologías no está en el instrumento, sino en quién lo tiene”. Lettington (18/4) indicó que esas relaciones de dependencia se habían creado ya en el África oriental. Salzman (24/3) expresó el temor de que los agricultores de los países en desarrollo estuvieran a merced de las empresas multinacionales en lo concerniente a la fijación de precios, los suministros de semillas y los tipos de semillas suministradas. Reel (6/4) lamentó que los agricultores hubieran cambiado el sistema de reserva de semillas por un aumento de los gastos y de la dependencia con respecto a recursos externos de semillas. Schenkel (4/4), por el contrario, dijo que no veía por qué había de aumentar la dependencia de los agricultores si las semillas se adaptaban a sus necesidades.

Otra consecuencia que fue objeto de amplios debates fue que se pudieran conceder patentes a empresas de países desarrollados sobre material genético procedente de países en desarrollo. Reel (6/4) citó casos concretos, como por ejemplo el del fríjol amarillo (México) y el del arroz basmati (India). Carneiro (13/4) señaló que el reconocimiento de los DPI por los países en desarrollo daba a éstos la posibilidad de patentar productos o procesos biotecnológicos ya fuera por su propia cuenta o en el marco de proyectos conjuntos. Munsanje (27/3), sin embargo, argumentó que los países en desarrollo carecían de los recursos financieros necesarios para realizar una “bioprospección” del amplio acervo de diversidad biológica existente en sus regiones y para sacar provecho económico y social de sus recursos. Kumar (18/4) ofreció un ejemplo concreto de los problemas planteados por los DPI, afirmando que cada año en su país, Sri Lanka, los institutos nacionales de investigación elaboraban nuevas variedades de té y arroz, pero nunca las patentaban porque la protección efectiva de una sola variedad en los principales países del mundo costaría de 75 000 a 100 000 dólares EE.UU. Sin embargo, señaló que nada impedía a una empresa privada patentar esas variedades en Occidente y que los organismos públicos no estarían en condiciones de encontrar los fondos (tal vez 500 000 dólares EE.UU. en los Estados Unidos) que se necesitaban para impugnar una patente. Ashton (19/5) afirmó que eran necesarias medidas para impedir la “biopiratería” y que algunas novedades, como la venta de ciertos bancos de semillas de África a empresas privadas, debían contemplarse con gran preocupación.

También se examinaron los efectos de los DPI sobre la investigación en el sector de la fitogenética en los países en desarrollo. Carneiro (13/4) señaló que la investigación sobre biotecnología en los países en desarrollo se había basado tradicionalmente en la transferencia de tecnología pero que, a raíz de la adopción de los DPI en esos países, ese método había quedado anticuado, por lo que habían de elaborarse nuevos productos y procesos específicos para la agricultura de los países en desarrollo. Berruyer (14/4) argumentó que, si no se permitiera patentar genes, seguiría siendo posible la transferencia de tecnología. También señaló las dificultades que entrañaba esta nueva situación, ya que los países en desarrollo habían de descubrir y desarrollar la utilización de nuevos genes, que era la parte más costosa del proceso transgénico, y además habían de hacerlo en el contexto de la competencia con las empresas multinacionales.

Algunos participantes mantuvieron que, a la luz de esta situación, las empresas multinacionales debían mostrar una especial consideración hacia los países en desarrollo. Fauquet/Taylor (26/5) propusieron que las empresas multinacionales ofrecieran tecnologías pertinentes de sus carteras, susceptibles de ser utilizadas en los cultivos de países en desarrollo, que no representaran un mercado para ellas en un futuro próximo. Olivares (12/5) propuso que, para alentar medidas de ese tipo, los países desarrollados debían aplicar una política que favoreciese al sector científico público con el fin de que los productos o procesos biotecnológicos obtenidos pudieran transferirse gratuitamente a los países en desarrollo.

Otros, en cambio, mantuvieron que era necesario un nuevo sistema de DPI. Munsanje (27/3) argumentó que debían promoverse los DPI en los países en desarrollo para proteger sus productos antes de que fueran explotados y patentados. Lettington (18/4) argumentó que todo el actual sistema de DPI se había concebido en el Norte para que cumpliera una serie de fines muy concretos y que los países en desarrollo debían crear su propio sistema paralelo de concesión de patentes que, por ejemplo, garantizara que el titular de una patente sobre una variedad tradicional compensara y reconociera a sus obtentores. Kumar (25/4) estuvo de acuerdo con esta opinión, pero consideró que los países en desarrollo se opondrían firmemente al establecimiento de un sistema de este tipo.

2.2.1.2 Nivel de recursos o de capacidad necesario para utilizar las biotecnologías en los países en desarrollo

Se argumentó que en los países en desarrollo los fondos eran escasos y que a menudo una de las primeras partidas que se recortaban en los presupuestos nacionales era la de ‘investigación y desarrollo’, lo que hacía muy difícil que los propios países elaborasen productos biotecnológicos adecuados a sus necesidades nacionales (Nwalozie, 23/3; Halos, 23/3; Lettington, 24/3; Kuta, 30/3). Schenkel (22/5) subrayó que, en la actualidad, la producción de cultivos modificados genéticamente seguía siendo “muy, muy costosa”.

Kiggundu (19/5) observó que los gobiernos del tercer mundo no solían tener fondos para sufragar actividades fitogenéticas convencionales y que, en ese contexto, la disponibilidad de cultivos modificados genéticamente sería un gran avance. Sin embargo, Schenkel (22/5) argumentó que, cuando los recursos eran insuficientes para apoyar el mejoramiento convencional, un país no debía gastar dinero en actividades de modificación genética, opinión que apoyó firmemente Khan (22/5). Wingfield (13/4) señaló que la utilización de biotecnologías en los países en desarrollo podía ser demasiado costosa, especialmente cuando el equipo había de importarse, e indicó que había claras posibilidades de elaborar procedimientos destinados a aplicar biotecnologías utilizando material disponible a nivel local.

A pesar de la falta de recursos en muchos países en desarrollo, Rebai (9/5) instó a que, teniendo en cuenta la importancia de la biotecnología agrícola para la seguridad alimentaria, todos los países en desarrollo “siguieran tratando de permanecer a bordo del tren de la biotecnología como conductores y no como espectadores, como protagonistas activos y no como consumidores pasivos”. Schenkel (22/5) argumentó también que la falta de recursos no debía dar lugar a que la biotecnología fuera explotada únicamente por los países desarrollados, y que éstos estaban obligados a ponerla a disposición de los países en desarrollo.

2.2.1.3 Sus efectos sobre la salud humana

Hubo un amplio debate sobre si los cultivos modificados genéticamente, en particular los que incluían un gen productor de toxinas procedente de la bacteria del suelo Bacillus thuringiensis (Bt), denominados en adelante cultivos Bt, podían ser dañinos o alergénicos (es decir, podían inducir alergias) al ser consumidos por seres humanos. Casi todas las contribuciones fueron realizadas por participantes de países desarrollados. Se expresaron opiniones muy diferentes sobre este tema. Algunos participantes mantuvieron que eran al menos tan inocuos como los productos alimenticios no modificados genéticamente, mientras que otros sostuvieron que podían ser altamente alergénicos. Algunos mensajes entraron en detalles sobre los procedimientos de ensayo para verificar la alergenicidad y, en algunos casos incluyeron enlaces con sitios Web que ofrecían más información.

Las proteínas del cristal de Bt son toxinas que matan a los insectos que se alimentan de la planta adhiriéndose a ellos y creando poros en las membranas de su intestino. Tanto Reel (7/4) como Salzman (10/4) afirmaron que no había pruebas de que la ingestión por seres humanos de plantas productoras de la toxina estuviera exenta de riesgo. Roberts (10/4) declaró que, partiendo del concepto de “equivalencia sustancial”, se habían sometido a pruebas cultivos comestibles modificados genéticamente, comparándolos con productos similares no modificados y que, en general, no se habían encontrado diferencias pertinentes en la calidad de los alimentos y no había garantías de que ni las plantas modificadas genéticamente ni las no modificadas fueran “completamente inocuas”. Reel (3/4) señaló que para los alimentos modificados genéticamente no se exigían los ensayos en seres humanos que se realizaban normalmente para los nuevos aditivos alimentarios, y que no bastaba con probarlos en animales (tales como ratones). Roberts (12/4) opuso el argumento de que el sistema digestivo de los seres humanos era fundamentalmente distinto del de los insectos y que podía confiarse en los resultados de las pruebas con animales debido a sus estrechas relaciones con los seres humanos.

Berruyer (12/4) y Berruyer y Bucchini (en un mensaje conjunto, 17/4) proporcionaron más detalles técnicos sobre el funcionamiento de las toxinas, describiendo cómo la acidez del estómago humano desnaturaliza la mayoría de las proteínas (es decir, destruye su actividad específica), incluidas las toxinas Bt. Bucchini, en el mensaje conjunto (17/4), concluía que era poco probable que la toxina pusiera en peligro la salud humana, pero instaba a que se actuara con cautela. Argumentaba (19/4) que no hay métodos directos para determinar la posible alergenicidad de las proteínas procedentes de fuentes de las que no se sabe que produzcan alergia a los alimentos. Berruyer, en el mensaje conjunto (17/4), indicaba que el riesgo de una reacción alérgica que ponga en peligro la vida humana es bajo y muy difícil de medir. De Kochko (13/4) alegó que la toxina Bt se había utilizado durante años en la agricultura orgánica, y que “cualquier producto, absolutamente cualquiera y no sólo la toxina Bt, puede ser alergénico para una persona en particular. No se ha demostrado que la toxina Bt toxin sea más alergénica (y sin duda lo es menos) que el chocolate o la manteca de maní”.

Se expresaron algunas preocupaciones concretas con respecto a Cry9C, una de las toxinas Bt, que es resistente al calor y a la digestión (Bucchini, 17/4; Berruyer/Bucchini, 17/4). El gen producto de la toxina se ha transferido a maíz modificado genéticamente, cuya utilización para consumo humano se está estudiando en los Estados Unidos de América. Lin (18/4) alegó que el hecho de que hasta ahora sólo se haya aprobado para pienso y usos industriales (y no para consumo humano) parece indicar que el sistema reglamentario de los Estados Unidos funciona.

Otro cultivo examinado fue la soja transgénica, concebida como posible producto forrajero, que contiene un gen transferido de una especie de nuez del Brasil que expresa una proteína con un alto contenido de metionina. Un estudio publicado en 1996 revelaba que la proteína era alergénica y Reel (7/4) indicó que este hallazgo era motivo de preocupación con respecto a los cultivos modificados genéticamente. Wingfield (10/4), por el contrario, argumentó que eso demostraba que la ciencia avanza, ya que los resultados eran la consecuencia de las pruebas satisfactorias a que se había sometido el cultivo antes de su distribución y que los resultados de los ensayos demostraban que los cultivos no eran aceptables por lo que no se utilizarían comercialmente.

2.2.1.4 Sus efectos sobre el medio ambiente

Como se especificaba en el documento de antecedentes, de los 39,9 millones de hectáreas que, según las estimaciones, se habían plantado con cultivos transgénicos en 1999, 28,1 millones (es decir, el 71 por ciento) correspondían a cultivos modificados para aumentar su tolerancia a un herbicida específico, 8,9 millones (el 22 por ciento) correspondían a cultivos Bt y 2,9 millones (el 7 por ciento) se habían plantado con cultivos que eran tolerantes a los herbicidas al tiempo que resistentes a los insectos. Casi todos los mensajes publicados en relación con los efectos de las nuevas biotecnologías sobre el medio ambiente se referían a los cultivos Bt.

a) Cultivos modificados genéticamente resistentes a plagas

Algunos participantes expresaron el temor de que la plantación en gran escala de cultivos Bt acelerara el desarrollo de la resistencia de las plagas a la toxina Bt. Geiger (24/3 y 4/4) fue uno de ellos, y añadió que en las zonas tropicales, con varias generaciones de plagas al año, eso sucedería rápidamente. Reel (29/3) mantuvo que las principales empresas del sector de la biotecnología agrícola sabían que la resistencia era inevitable, por lo que estaban elaborando ya cultivos que reemplazaran a los Bt. Geiger (4/4) afirmó que la desaparición de la toxina Bt como insecticida sería una pérdida importante para los agricultores y para la sociedad. Smith (27/3) opuso el argumento de que la presión que ejercía la selección para que los insectos desarrollaran la resistencia no sería mayor que cuando se utilizaban plaguicidas químicos.

Otro posible motivo de inquietud con respecto a los cultivos Bt (Lettington, 28/3; Srinivasan, 3/4) había sido planteado por un estudio publicado en la revista científica Nature el 2 de diciembre de 1999, en el que se indicaba que la toxina Bt exuda de las raíces del maíz Bt y puede por lo tanto tener consecuencias negativas para el ecosistema del suelo. Lin (4/4) subrayó que los autores no habían sido capaces de indicar cómo podrían resultar afectadas las comunidades del suelo. Halos (17/5) indicó que los experimentos de campo no corroboraban esos resultados obtenidos en laboratorio.

También se debatieron las consecuencias positivas para el medio ambiente de la búsqueda de alternativas a la actual utilización en gran escala de plaguicidas químicos. Halos (24/3) escribió que los productores de maíz de Filipinas reconocen que utilizan una gran cantidad de plaguicidas y que, hasta que surgió la posibilidad de cultivar maíz Bt, no veían ninguna otra solución. Srinivasan (3/4) informó de que, según un comunicado de prensa de la FAO, las ventas mundiales de insecticidas habían ascendido a unos 12 000 millones de dólares EE.UU. en 1995; que se utilizaban más insecticidas para el algodón que para cualquier otro cultivo y que más de dos tercios de la superficie cultivada de algodón tratado con insecticidas se encontraban en la India, China y el Pakistán. Alegó que la introducción de algodón Bt en esos países reduciría previsiblemente la aplicación de insecticidas y sus consecuencias negativas para el medio ambiente. Varios otros participantes dijeron también que esperaban que los cultivos Bt se tradujeran en un descenso de la utilización de insecticidas (por ejemplo, Halos, 23/3; Açikgöz, 24/3; Smith, 27/3; Berruyer, 28/3; Bartsch, 31/3). Sin embargo, no parecía haber un acuerdo sobre si los productos Bt cultivados hasta entonces habían redundado en un descenso de ese tipo. Lettington (3/4) citó un estudio sobre cultivos de soja donde el uso de plaguicidas había aumentado, mientras que Smith (27/3) citó un artículo de un periódico de los Estados Unidos de América en el que se hablaba de una reducción de las ventas de insecticidas como consecuencia de la utilización de maíz Bt.

Lettington (28/3) señaló que tanto los insecticidas químicos como los cultivos Bt planteaban algunos problemas, como por ejemplo que los insectos desarrollaran la resistencia a ellos, e indicó que el manejo integrado de plagas (MIP) podría ser preferible a los cultivos modificados genéticamente, aunque requiriese más tiempo. Halos (27/3) describió la situación en Filipinas, donde las explotaciones agrícolas que producen maíz no suelen ser superiores a una hectárea y, dado que los agricultores tienen a menudo otros empleos, consideran que el MIP exige demasiado tiempo.

b) Cultivos modificados genéticamente tolerantes a los herbicidas

Los cultivos tolerantes a los herbicidas fueron objeto de un debate mucho menor que los cultivos Bt. Schestibratov (9/5) argumentó que los cultivos modificados genéticamente resistentes a herbicidas no selectivos (es decir, que matan casi todas las plantas a las que se aplican) permitían utilizar herbicidas en menor cantidad y menos costosos. Srinivasan (3/4) afirmó que su cultivo daba lugar a un aumento de la utilización de herbicidas. La posible propagación a otras especies de plantas de la resistencia a los herbicidas era motivo de preocupación. Kumar (31/3) dijo que la proliferación de una mala hierba de rápido crecimiento tolerante a los herbicidas podía tener graves consecuencias en un pequeño país en desarrollo. Berruyer (28/3) propuso que esos cultivos modificados genéticamente se prohibieran en zonas donde hubiera especies silvestres afines de las cultivadas.

c) Efectos sobre la biodiversidad

Se indicó que la biotecnología podía tener efectos positivos sobre la diversidad biológica del medio ambiente, al aumentar la cantidad de alimentos producidos por unidad de superficie de tierra y reducir por consiguiente la necesidad de utilizar bosques u otros hábitat naturales para producir más alimentos en el futuro (por ejemplo, Paiva, 3/4; Wingfield, 6/4; Roberts, 12/4).

En cuanto a la diversidad de las especies cultivadas, Laing (17/4) indicó que la creciente pérdida de germoplasma diverso era motivo de preocupación. Afirmó que la disponibilidad de variedades mejoradas, que a menudo se habían obtenido por medios biotecnológicos y tenían un rendimiento más alto, daba lugar a que los pequeños agricultores abandonasen sus variedades tradicionales. Yibrah (25/5) predijo también que la utilización de cultivos modificados genéticamente, procedentes de una base genética reducida, ocasionaría una erosión genética.

2.2.1.5 Su situación con respecto a los reglamentos y controles en materia de bioseguridad

Se señaló que la aplicación y vigilancia de reglamentos en materia de bioseguridad sería más difícil en los países en desarrollo que en los desarrollados. Por consiguiente, Kumar (31/3) escribió que “los países en desarrollo poseen una infraestructura científica y unos conocimientos especializados limitados y no tienen los medios para vigilar tales experimentos o los productos de éstos. Además, están mal equipados para hacer frente a las catástrofes ambientales que pudieran derivarse de esos productos.” Sivaramakrishnan (14/4) argumentó que incluso en un país donde existiera un sistema sólido de bioseguridad, como por ejemplo la India, el proceso de vigilancia no sería muy fácil. Yibrah (25/5) sostuvo que debido a la falta de fondos sería sumamente difícil evaluar o vigilar los cultivos modificados genéticamente. Ashton (19/5) afirmó que no se había tenido suficientemente en cuenta la capacidad de los países en desarrollo para hacer frente a las posibles consecuencias negativas y que quienes promovían la utilización de cultivos modificados genéticamente no aceptarían los riesgos que, en su país, deberían asumir en cambio los agricultores, los minoristas y los consumidores de Sudáfrica. Lettington (28/3) destacó la necesidad de fortalecer la capacidad de los países en desarrollo en materia de bioseguridad.

2.2.1.6 Su función como instrumentos para aumentar la producción de alimentos y la seguridad alimentaria y para reducir el hambre en los países en desarrollo

Como se indicaba en el documento de antecedentes, la población mundial está aumentando, la superficie de las tierras disponibles es limitada y se necesitan más alimentos por hectárea en el futuro para evitar cultivar tierras que actualmente se destinan a usos distintos de la producción de alimentos. Algunos participantes consideraron por lo tanto que la biotecnología era un elemento importante de ese proceso (por ejemplo, Lin, 30/3 y 31/3; Paiva, 3/4; Fauquet/Taylor, 26/5) y que contribuiría a mantener o a aumentar la seguridad alimentaria en los países en desarrollo (Schenkel,16/5; Alexandratos, 16/5; Halos, 17/5).

Otros argumentaron que eran más importantes los factores sociales y políticos (por ejemplo, Lohberger, 31/3; Lettington, 3/4; Reel, 3/4), como lo demostraba el hecho de que, incluso hoy, cuando se producen suficientes alimentos a escala mundial, sigue habiendo hambre y pobreza en muchos países en desarrollo (Yibrah, 25/5). Algunos mensajes llegaron aún más lejos y afirmaron que, en ciertos casos, los partidarios de la biotecnología habían sostenido que ésta podía reducir el hambre en el mundo con fines de relaciones públicas (Lettington, 3/4; Yibrah, 25/5).

Lin (31/3) y McGuire (31/3) subrayaron que la biotecnología por sí sola no podía resolver el problema del hambre en el mundo pero sí podía contribuir a resolverlo. McGuire indicó también que “no es realista (ni razonable) esperar que los agrónomos del Sur se conviertan también en activistas políticos, especialmente en entornos agitados”. Reel (6/4) convino en que los investigadores que se ocupaban de la biotecnología tendían a ser reacios a intervenir en los aspectos políticos y económicos de su campo, pero alegó que los beneficios de su investigación se regían por imperativos económicos.

2.2.2 Otros argumentos importantes o temas recurrentes planteados en la conferencia

La conferencia contó con un moderador y se hizo todo lo posible por asegurar que los participantes se atuvieran estrictamente en sus intervenciones al asunto de la conferencia, aunque en algunos casos esto no fue fácil. A continuación se resumen algunos de los otros temas importantes o recurrentes planteados en la conferencia.

2.2.2.1 Idoneidad relativa de las diferentes biotecnologías

Esta cuestión se trató en varios mensajes. Yibrah (25/5) insistió en que los países en desarrollo debían elegir las técnicas que fueran más pertinentes para su situación y sus prioridades y que, en ese contexto, la selección con ayuda de marcadores y la micropropagación eran más idóneas que los cultivos modificados genéticamente. Srinivasan (12/4) sostuvo que la aplicación de estudios sobre LRC basados en marcadores había resultado insatisfactoria hasta entonces, porque había producido pocos ejemplos de nuevas variedades mejoradas genéticamente, especialmente para cultivos de países en desarrollo. Estuvo de acuerdo con un documento científico de 1996 en el que se observaba que ello se debía a que los análisis para la detección de LRC y la obtención de variedades eran dos procesos diferentes y que casi todos los estudios sobre LRC se referían a material genético selecto.

Schenkel (12/4), tomando como ejemplo un proyecto relativo a un análisis sobre LRC en Indonesia que había tenido un éxito relativo, alegó que los métodos basados en marcadores tal vez fueran limitados debido a que exigían amplios ensayos de campo para el análisis sobre los LRC, así como mucho tiempo y dinero. Este aspecto del tiempo fue subrayado también por Rebai (25/4), que indicó que se tardarían como mínimo cuatro años en producir variedades mejoradas mediante la selección con ayuda de marcadores, mientras que la modificación genética permitía obtener variedades mejoradas en uno o dos años. Sin embargo, señaló también que la selección con ayuda de marcadores permitía lograr los mismos resultados que la modificación genética, e incluso más. Por consiguiente, señaló que, para los rasgos controlados por muchos genes, como por ejemplo la resistencia a las enfermedades, la selección con ayuda de marcadores podía ser más útil que la modificación genética.

Ashton (19/5) sostuvo que, desde el punto de vista del riesgo, la micropropagación era una tecnología más idónea para los países en desarrollo que la modificación genética, y que muchos centros de África habían adquirido la capacidad necesaria para manejar la tecnología de la micropropagación. También alegó que no se debía insistir en las tecnologías que entrañaban marcadores moleculares, porque eran complejas y no se comprendían bien. Wingfield (13/4) argumentó que la micropropagación era una tecnología sencilla que podía reportar enormes beneficios a los países en desarrollo, entre los que citó como un buen ejemplo la producción de batatas libres de virus en Zimbabwe. Loebenstein (29/3) indicó también que la combinación de procedimientos eficaces de ensayos para detectar la presencia de virus con tecnologías de propagación rápida podía tener grandes ventajas para la batata y la papa en los países en desarrollo.

Wingfield (13/4) dijo que, para clonar eucaliptos en Sudáfrica, se utilizaban sobre todo esquejes, en lugar de la micropropagación, debido a los costos. Halos (17/5) estuvo también de acuerdo en que la micropropagación podía ser muy útil en los países en desarrollo, pero añadió que sabía por experiencia que la mano de obra y la electricidad eran los costos principales, por lo que la tecnología sólo podía ser rentable cuando el producto en cuestión era tradicionalmente costoso, como el banano. También estimó que la utilización de marcadores de ADN seguía siendo demasiado costosa por el momento para los genetistas de los países en desarrollo.

Algunos participantes (Guiltinan, 24/3; McGuire, 31/3; Wingfield, 3/4) destacaron el hecho de que la modificación genética no es la única biotecnología a disposición del sector agrícola en los países en desarrollo. Argumentaron que sólo representa una de las diversas tecnologías disponibles y que el debate a menudo acalorado sobre los cultivos genéticamente modificados no debía ser un obstáculo para la utilización de otras biotecnologías distintas de la modificación genética en los países en desarrollo.

Srinivasan (25/5) recordó que la idoneidad relativa de las diferentes biotecnologías tiene también un componente regional o local: puede que las biotecnologías más complejas sean más idóneas en regiones con una gran productividad, mientras que en las zonas donde la productividad es baja se debería hacer hincapié en las tecnologías más sencillas.

2.2.2.2 Idoneidad de las diferentes biotecnologías para las diferentes partes del mundo en desarrollo

Lin (30/3) sostuvo que la idoneidad de los diferentes productos biotecnológicos era una cuestión compleja, que a menudo dependía de factores específicos de cada país o región. Moscardi (28/3) dijo que en América Latina y el Caribe era conveniente distinguir entre dos regiones. La primera, que comprende los países situados fuera de la zona tropical, es una región más templada, donde hay tecnologías modernas disponibles y bien integradas en la agroindustria y se han establecido normas en materia de DPI y bioseguridad. En la segunda, que comprende los países situados entre los trópicos, apenas se aplican biotecnologías y la inversión de los sectores público o privado en la investigación agrícola es escasa.

Srinivasan (25/5) indicó que sería útil hacer una distinción entre regiones con alto y bajo potencial de productividad. En las zonas con una alta productividad, como la zona central del sur de China o el noroeste de la India, debían desarrollarse biotecnologías para mantener los altos niveles actuales y para elevar los topes de rendimiento. En las zonas de baja productividad, como el sudoeste y el nordeste de China y partes de África, debía hacerse hincapié en biotecnologías de bajo riesgo/bajo costo, como la micropropagación.

2.2.2.3 Idoneidad de las nuevas biotecnologías en comparación con los métodos convencionales

Yibrah (25/5) dijo que no estaba convencido de las ventajas relativas de los cultivos modificados genéticamente en comparación con variedades mejoradas por métodos convencionales o incluso con variedades locales. Sostuvo que, para países pobres como Uganda y Etiopía “puede que sea mejor utilizar racionalmente los escasos recursos disponibles en metodologías más convencionales, pero idóneas, que preconizar el uso de cultivos modificados genéticamente”. Sus opiniones coincidieron con las de Schenkel (4/4) quien afirmó: “Creo que la eficacia en función de los costos de cualquier tecnología debería ser el factor determinante en los países en desarrollo. Si existe un medio fácil y barato de conseguir un objetivo, utilícese éste primero antes de aplicar un método costoso de alta tecnología”. Schenkel (4/4 y 22/5) alegó que, cuando faltaban elementos básicos -como suministro de semillas, servicios de extensión o mejoramiento genético- no era procedente gastar recursos escasos en biotecnologías, ya que serían los métodos convencionales de agronomía y mejoramiento genético los que permitirían obtener el máximo rendimiento de esos recursos.

Schenkel (12/4 y 22/5) insistió también en que las técnicas moleculares debían aplicarse en el marco de un sólido programa de mejoramiento genético convencional, ya que estrategias como la selección con ayuda de marcadores no pueden sustituir a los métodos convencionales de mejoramiento, sino sólo complementarlos, y únicamente pueden tener éxito si existe ya una estrategia eficaz de mejoramiento genético. Por consiguiente, sostuvo (12/4) que, para utilizar los LRC, debía establecerse primero un programa eficaz de mejoramiento genético, que los esfuerzos iniciales debían centrarse en los rasgos de un único gen que sean difíciles de seleccionar en circunstancias normales, (por ejemplo, la determinación del sexo del moscadero; este árbol tarda de 6 a 8 años en florecer, y hasta entonces los agricultores no pueden determinar su sexo) (Srinivasan, 12/4) y que, cuando se han encontrado marcadores para esos rasgos, deben utilizarse en programas nacionales de mejoramiento genético.

2.2.2.4 Rasgos más pertinentes para el mejoramiento en el sector agrícola de los países en desarrollo

Este asunto se planteó de manera indirecta en muchos mensajes, y en ocasiones se consideró una cuestión sociopolítica. En el contexto de los cultivos mejorados genéticamente tolerantes a los herbicidas, se trataron las posibles ventajas de seleccionar rasgos que ahorrasen mano de obra en los países en desarrollo. Lin (30/3) sostuvo que esos cultivos eliminarían la utilización de mano de obra para la escarda y por consiguiente en muchos casos disminuirían las posibilidades de obtener ingresos y de reducir la pobreza, aunque en otros sectores de los países en desarrollo en que la mano de obra era escasa resultarían ventajosos (contrapuso esta cuestión a la resistencia a los insectos, que indicó como un rasgo deseable tanto para los grandes como para los pequeños agricultores de los países en desarrollo). Salzman (24/3) alegó que la mano de obra no era en sí un factor negativo y que los agricultores de los países en desarrollo preferirían trabajar en la tierra que emigrar a las zonas urbanas. Halos (27/3) argumentó que aumentando el volumen de la mano de obra en las explotaciones agrícolas no se reduciría la pobreza en su país, Filipinas. Smith (27/3) señaló que la migración de la mano de obra de las zonas rurales a las urbanas era una característica inevitable de la maduración económica de un país. Lettington (24/3) mantuvo que para los países en desarrollo sería de poco interés la tolerancia a los herbicidas porque la mayoría de los agricultores no podrían permitírselos.

Fauquet/Taylor (26/5) destacaron el hecho de que, al crear la primera generación de cultivos transgénicos, los científicos habían considerado rasgos como la tolerancia a los herbicidas y la resistencia a los insectos, que serían de interés en el entorno económico de los países industrializados y que esos productos nunca se habían concebido para satisfacer las necesidades de los países en desarrollo. Srinivasan (18/5) respaldó esta tesis, diciendo que los productos actuales no tenían nada que ver con las necesidades de los pequeños agricultores de los países en desarrollo. Varios participantes (por ejemplo, Munsanje, 27/3; Lettington, 3/4; Wingfield, 3/4; Mwangi, 10/4) recalcaron la importancia de elaborar productos biotecnológicos que solucionaran los problemas específicos de los países en desarrollo (es decir, que mejoraran los rasgos de mayor interés para esos países), en lugar de limitarse a utilizar los que ya estaban disponibles en los países desarrollados. Por ejemplo, Archak (22/5) observó que en países como la India se esperaban con impaciencia cultivos con mayor tolerancia a la salinidad.

Sin embargo, es posible que haya un límite a los rasgos que pueden incorporarse en los nuevos productos biotecnológicos. Kiggundu (19/5) alegó que en su país, Uganda, había graves problemas agrícolas debidos a factores como la fragmentación de la tierra, la creciente presión demográfica y la erosión del suelo, y que cultivos modificados genéticamente con los rasgos adecuados podían contribuir a aliviar esos problemas. Sin embargo, tanto Schenkel (22/5) como Yibrah (25/5) opusieron el argumento de que los problemas de ese tipo no se resolverían utilizando cultivos modificados genéticamente, sino cambiando prácticas agrícolas perjudiciales y que valdría más la pena invertir en la mejora de los servicios de extensión.

2.2.2.5 Polarización del debate sobre biotecnología y necesidad de una información equilibrada

Cuando se creó este Foro de la FAO, se reconoció que el debate sobre algunos aspectos de la biotecnología agrícola estaba muy polarizado y se expresó la esperanza de que, al ofrecer un foro neutral para que las diferentes partes intercambiaran opiniones y experiencias, pudiera reducirse en parte esa polarización, puesto que, como dijo Lettington (27/3), “cuando los diferentes grupos de intereses se niegan a hablar y a reconocer lo que preocupa a los demás, todos estamos en apuros”. Las grandes diferencias entre las partes son evidentes si se comparan algunos de los mensajes enviados a la conferencia. Por ejemplo, tanto Reel (6/4) como Halos (17/5) examinan los efectos de los cultivos modificados genéticamente en esferas como el medio ambiente, la salud humana y la sociedad, y llegan a conclusiones diametralmente opuestas en cuanto a sus consecuencias, recurriendo a numerosas referencias tomadas de documentos científicos (en calidad o no de árbitro) para respaldar sus alegatos respectivos

Se examinaron algunos de los factores que habían dado lugar a esa polarización. Salzman (22/5) afirmó que esta polarización era inevitable porque los productos modificados genéticamente se habían cultivado comercialmente sin realizar suficientes consultas y antes de realizar una investigación a fondo de los posibles peligros y problemas. Srinivasan (18/5) sostuvo que los recientes avances en la tecnología del “gen terminator”, esfera en que las empresas multinacionales habían solicitado numerosas patentes, habían polarizado aún más la opinión pública.

Archak (9/5) argumentó que la polarización tenía consecuencias para los agricultores, ya que el partido político en el poder influía en las entidades públicas, mientras que las ONG tendían a oponerse a la biotecnología. Por tanto, rara vez llegaba a los agricultores una información correcta sobre la biotecnología. En otros mensajes se destacó también la importancia de disponer de información exacta y equilibrada sobre un tema polémico como los cultivos modificados genéticamente. Knausenberger (15/5) afirmó que foros como éste ayudarían a que el público comprendiera los problemas y que un organismo financiado con fondos públicos, como la FAO, debía ser objetivo y no comprometerse con ningún paradigma. Al final de la conferencia, Ashton (19/5) dijo que aunque muchos de los mensajes publicados reflejaban la polarización del debate, era “reconfortante comprobar cierta convergencia de opiniones. El dogmatismo y la polémica sirven de poco a ambas partes en el debate; deberíamos concentrarnos, por el contrario, en los aspectos que compartimos.”

Sin duda es difícil determinar si la conferencia tuvo algún efecto en la polarización. Sin embargo, en la actual “era electrónica”, conferencias por correo electrónico como ésta pueden llegar a un público más amplio que los participantes efectivos. Sabemos, por ejemplo, que la conferencia fue analizada en un artículo publicado en la revista científica Nature (1° de junio), y que se utilizó como base para un artículo del diario nacional español El País (19 de julio), en el que se hacía especial referencia al mensaje de Yibrah (25/5), y como material de investigación para una serie de programas de la televisión finlandesa sobre los OMG.

2.2.2.6 Utilización de la biotecnología en los países desarrollados para alimentar al mundo en desarrollo

Alexandratos (15/5) alegó que al examinar el bienestar y la seguridad en los países en desarrollo no debía pasarse por alto el hecho de que son importadores netos de alimentos y que el volumen de las importaciones, que proceden sobre todo de América del Norte, Europa y Australia, había aumentado en los últimos años y se preveía que se incrementaría aún más para el año 2030. Por consiguiente sostuvo (16/5) que la aplicación de la biotecnología en los países desarrollados, con objeto de que pudieran atender las necesidades de exportación previstas, era importante para la seguridad alimentaria de los países en desarrollo. Yibrah (25/5) rechazó esa argumentación e indicó que el aumento de la producción de alimentos en países como la Argentina y los Estados Unidos de América y sus exportaciones baratas no podían resolver los problemas del hambre y la pobreza en los países en desarrollo, ya que no abordaban su causa: la falta de comercio equitativo y de justicia. Lettington (24/3), además, indicó que la utilización de la biotecnología en los países desarrollados podía tener consecuencias negativas para los pequeños agricultores de los países en desarrollo, al aumentar la oferta excedentaria en los países desarrollados y hacer bajar en consecuencia los precios mundiales.

2.2.2.7 Los cultivos modificados genéticamente y la evolución

En los cultivos transgénicos se incorpora en el material genético de la planta uno o varios genes exógenos. Esos genes pueden proceder de la misma especie, de una especie vegetal afín o incluso de una especie de otro reino (como en el caso de la transferencia de un pez, la solla roja, a la fresa, o de la toxina Bt al maíz). En algunos mensajes se examinaron las repercusiones que tenían para la evaluación esa transferencia de material genético entre especies.

Salzman (30/3 y 31/3) alegó que esa superación de la barrera de las especies no era adaptativa y estaba en contradicción con el proceso de selección natural, y que la obtención de cultivos modificados genéticamente como el maíz Bt estaba en contradicción con las tendencias normales de la naturaleza y la evolución (que tienden a reducir al mínimo las posibilidades de superar la barrera de las especies), por lo que existe el riesgo de una catástrofe ecológica mundial. Knausenberger (15/5) expresó esos mismos temores porque “se están soslayando millones de años de coevolución”. Tanto Schenkel (30/3) como Rebai (28/4 y 9/5) argumentaron por el contrario que la superación de la barrera de las especies, los géneros y, en ocasiones, las familias era algo que sucedía en la naturaleza (aunque rara vez) o que podía conseguirse artificialmente. Se señaló que algunos cultivos alimentarios comunes (como el trigo panificable y la canola) contenían material genético de más de una especie y que algunos cultivos creados por los fitogenetistas y utilizados desde hacía muchos años eran híbridos interespecíficos, como el triticale (híbrido de Triticum aestivum y Secale cereale).

2.2.2.8 Sector público frente a sector privado

Lin (30/3) alegó que, mientras que la “revolución verde” se había basado en los resultados de investigaciones científicas realizadas en instituciones públicas, la nueva era de la biotecnología agrícola estaba impulsada por instrumentos elaborados y patentados por instituciones privadas, y no públicas, y que la aparición de una segunda “revolución verde” dependería de que se reconsiderase la función de la investigación pública y se ofreciesen incentivos a la industria privada para que pusiera sus instrumentos a disposición de todos. McGuire (31/3) respaldó esas opiniones, subrayando que era necesario no sólo reconsiderar sino también revitalizar la función de la investigación pública. Carneiro (13/4) observó que la investigación sobre la ciencia y la tecnología era mucho menor en los países en desarrollo que en los desarrollados y que el sector de la investigación pública debía encontrar nuevas formas de fomentar el progreso científico en los países en desarrollo. Sostuvo que era necesario establecer relaciones entre los sectores público y privado, a nivel nacional e internacional, y entre los sectores científico y productivo. Fauquet/Taylor (26/5) destacaron también la necesidad de colaboración entre los sectores público y privado de los países desarrollados con las autoridades, los científicos, los genetistas, los extensionistas y los agricultores de los países en desarrollo. Sin embargo, Berruyer (14/4) advirtió de que la cooperación entre instituciones públicas de investigación de países en desarrollo y poderosas empresas multinacionales podía estar viciada por la existencia de intereses privados extranjeros y no favorecer a los pequeños agricultores de los países en desarrollo.

2.2.3 Nombre y país de los participantes que enviaron los mensajes a los que se hace referencia

Açikgöz, Nazimi. Turquía
Alexandratos, Nikos. Italia
Archak, Sunil. India
Ashton, Glenn. Sudáfrica
Bartsch, Detlef. Alemania
Berruyer, Romain. Francia
Bucchini, Luca. Estados Unidos de América
Carneiro, Mauro. Brasil
De Kochko, Alexandre. Francia
Fauquet, C.M./Taylor, Nigel. Estados Unidos de América
Geiger, Chris. Estados Unidos de América
Guiltinan, Mark. Estados Unidos de América
Halos, Saturnina. Filipinas
Hongladarom, Soraj. Tailandia
Khan, Iftikhar Ahmad. Pakistán
Kiggundu, Andrew. Uganda
Knausenberger, Walter. Kenya.
Kumar, Vijaya. Sri Lanka
Kuta, Danladi Dada. Nigeria
Laing, Mark. Sudáfrica
Lettington, Robert. Kenya
Lin, Edo. Francia
Loebenstein, Gad. Israel
Lohberger, Ben. Australia
McGuire, Shawn. Países Bajos
Moscardi, Edgardo. Colombia
Munsanje, Elliot. Zambia
Mwangi, Peter. Kenya
Nwalozie, Marcel. Senegal
Olivares, José. España
Paiva, Edilson. Brasil
Rebai, Ahmed. Túnez
Reel, Jeffrey. Estados Unidos de América
Roberts, Tim. Reino Unido
Salzman, Lorna. Estados Unidos de América
Schenkel, Werner. Alemania
Schestibratov, Konstantin. Rusia
Sivaramakrishnan, Siva. India
Smith, Jay. Estados Unidos de América
Srinivasan, Ancha. Japón
Wingfield, Brenda. Sudáfrica
Yibrah, Haile Selassie. Etiopía


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