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Mejora de las políticas

Para aumentar la productividad del agua en sus diferentes fases de distribución y consumo se deben definir políticas, promover instituciones y promulgar las leyes que sean necesarias. Desde el punto de vista alimentario, la eficiencia del uso del agua podría incrementarse significativamente con políticas que estimulen consumir más alimentos cuya producción necesite menos agua, por ejemplo trigo en vez de arroz y carne de ave en vez de carne de vacuno. Una mejor gestión del riego parcelario contribuiría mucho a mejorar la eficiencia, confiando en los usuarios del agua de riego la planificación y gestión de sus propios recursos. Además, deben mejorarse la transparencia y la responsabilidad de la gestión y se deben establecer incentivos para ahorrar agua. La prioridad fundamental en una cuenca hidrográfica es, además de mejorar la integración entre la planificación del uso de las tierras y del agua, integrar también a los distintos usuarios del agua, por ejemplo, los sistemas hidroeléctricos, las industrias y las poblaciones urbanas.

Mejora de la gestión local

La función de los usuarios del agua

En muchos países, los gobiernos centrales están transfiriendo la responsabilidad de la gestión de los sistemas de riego a empresas privadas y a asociaciones locales de usuarios. Se está intentando involucrar a agricultores y pequeños propietarios, a hombres y mujeres, en la planificación y gestión de los recursos hídricos en sus diferentes fases. Por ejemplo, mediante el Acta del Agua de Sudáfrica de 1998 se han formado Agencias de Gestión de Cuencas con la participación de tanto hombres como mujeres pobres. En Turquía, el Gobierno ha transferido casi completamente la gestión de los sistemas de riego a las asociaciones de agricultores. En México, la gestión de más del 85 por ciento de los 3,3 millones hectáreas de los distritos riego ha sido asumida por las asociaciones de agricultores, la mayor parte de las cuales son financieramente independientes. Esto ha incrementado las tarifas del agua de riego, pero, aún así, se han mantenido en el intervalo del 3-8 por ciento de los costes totales de producción, que es un rango normalmente considerado razonable.

Para la operación y mantenimiento de embalses y de grandes redes de canales generalmente se necesitan organizaciones profesionales, pero las organizaciones de usuarios casi siempre pueden gestionar el sistema de distribución del agua de último orden. Generalmente las organizaciones de gestión del riego se pueden transformar en compañías de servicios.

La importancia de la agricultura urbana

Huertos urbanos en las afueras del pueblo de Bissau, Guinea-Bissau.

La agricultura urbana está creciendo rápidamente, y no sólo entre los pobres. Las estimacciones más recientes sugieren que globalmente por lo menos un tercio de los habitantes de las ciudades participan en la agricultura urbana que provee hasta un tercio de las necesidades urbanas de alimentos. En muchas áreas urbanas, la agricultura ocupa más tierras que los edificios y los caminos: por ejemplo, alrededor del 60 por ciento de la superficie de Bangkok está cultivada.

La agricultura urbana a menudo involucra el uso de los desechos urbanos por el agua y los nutrientes, y puede ser altamente eficaz: por ejemplo, la producción intensiva de verduras puede usar sólo 5-20 por ciento del agua y 8-16 por ciento de la tierra necesaria para producir cultivos en el área rural usando maquinaria agrícola. Por ejemplo, en Botswana, se cultiva una variedad mejorada en contenedores, que puede producir el equivalente a 20 toneladas de maíz por hectárea.

En algunos países que sufren escasez de agua, está surgiendo una estrategia en la que el agua se asigna en primer lugar a las áreas urbanas. Luego las aguas residuales, una vez tratadas, se destinan para la agricultura. La industria urbana financia los costos del suministro de agua y tratamiento, y el agua tratada es entregada a los agricultores a bajo costo.

Mejora de la transparencia y de la responsabilidad

En muchos países algunas instituciones se han distinguido por su burocracia, secreteo y trato descortés hacia sus clientes. Generalmente en el sector del agua ha habido falta de transparencia y de responsabilidad. A medida que el agua escasea se necesita más información pública sobre cómo se usa el agua, por quién y en qué cantidades y de una forma similar información sobre quién y cuánto contamina. El acceso a información a través de Internet ayudará a las instituciones a proyectar una imagen de transparencia, aunque la transparencia real es algo más que la publicación de unos cuantos datos cuidadosamente seleccionados.

Existe cada vez más jurisprudencia sobre la responsabilidad de las actuaciones de las instituciones hidráulicas, y en particular de las relacionadas con el riego, frente a sus usuarios y al fin y al cabo frente a la sociedad. Si los fabricantes de vehículos van a ser responsables del reciclaje de sus productos, es muy probable que las instituciones hidráulicas sean también responsables de suministrar oportunamente un producto de buena calidad, en particular, porque el agua contaminada puede a su vez contaminar los alimentos y finalmente afectar a la salud pública.

Política de incentivos

Una política de precios que penalice el desperdicio del agua es uno de los incentivos más eficaces para el ahorro de este recurso. Un primer paso es la eliminación de los subsidios estatales al agua de riego, pero esta medida no debe tomarse sin tener antes en cuenta su repercusión en los agricultores pobres. Las políticas de precios pueden aplicarse de modo que los agricultores no paguen el coste total del agua pero que tampoco les resulte totalmente gratis. Por ejemplo, las tarifas pueden constar de una fracción, por ejemplo la mitad, con un precio básico por el volumen de agua normalmente utilizado, un precio más alto por el siguiente 25 por ciento del volumen y un precio mucho más alto por el último 25 por ciento. Con sistemas escalonados de tarifas de este tipo pueden producirse ahorros substanciales.

Estos sistemas también pueden utilizarse para proteger los acuíferos que están siendo sobreexplotados. Pueden concederse los derechos de agua a los agricultores que explotan un acuífero, una vez que se ha determinado su recarga natural. A los agricultores que insisten en bombear más agua que la asignada se les puede cobrar precios mucho más altos, o se les puede forzar a comprar en un mercado libre los derechos de los agricultores que no están utilizando totalmente sus asignaciones.

Maximizar la productividad del agua no sólo significa maximizar la producción agrícola por m3 de agua, sino también maximizar el empleo rural con los recursos hídricos disponibles, que siempre son limitados, es decir, el beneficio del agua incluye tanto la producción de alimentos como los ingresos que pueden generarse. La distribución equitativa del agua de riego puede ser un medio de incrementar el empleo, si el agua se distribuye a las familias rurales bajo el criterio del lugar donde residen en vez de la superficie de tierra que poseen. En muchos regadíos, especialmente en la India y en África, en ciertas áreas se distribuye agua suficiente a cada familia, o a cada hombre o mujer, para regar un lote de tierra pequeño. Estos proyectos han contribuido a incrementar tanto los ingresos familiares como la producción de alimentos. En este contexto, es importante resaltar que la transformación del secano, donde las oportunidades de empleo son ocasionales y muy estacionales, al regadío, que generalmente requiere mano de obra durante todo el año tanto en las fincas como en los sistemas de distribución, generalmente da lugar a un aumento del empleo.

Mejora de la gestión de las cuencas hidrográficas

El objetivo fundamental de la gestión del agua es optimizar su uso en toda la cuenca hidrográfica, de forma que todos los usuarios tengan acceso al agua que necesitan. Además de los tres sectores convencionales, urbano, industrial y agrícola, existen otros usuarios: las compañías eléctricas que necesitan agua para sus instalaciones hidroeléctricas y para la refrigeración de sus plantas térmicas y nucleares; las juntas de puertos que precisan agua para la navegación; los humedales que son necesarios por su función de filtros naturales y de reserva de vida silvestre; y los pescadores de los tramos bajos de los ríos que precisan cierto caudal para sus actividades.

Mejora de la gestión en la Cuenca del Nilo

La iniciativa de la Cuenca del Nilo fue lanzada por el Consejo de Ministros sobre Asuntos del Agua de diez países de su cuenca. La FAO ha estado prestando asistencia técnica a los países para mejorar la gestión de la Cuenca del Nilo durante más de diez años. Por ejemplo, ha asistido a:

  • desarrollar un sistema de predicción para el Río Nilo y un sistema de control y apoyo para la toma de decisiones para el manejo del embalse de la presa de Aswan en Egipto;
  • fortalecer la capacidad técnica en la región del Lago Victoria para controlar los recursos hídricos, desarrollar modelos y establecer una base de datos georeferenciada para la región;
  • mejorar la gestión de los recursos hídricos de la Cuenca del Nilo.

Sistema de gestión de recursos hídricos para el Lago Victoria, que integra la planificación agrícola e hidroeléctrica con estudios hidrológicos.

Durante las próximas décadas se deberán definir prioridades que serán difíciles de establecer. Un primer factor a tener en cuenta será la demanda creciente de agua para abastecimientos urbanos. Un asunto clave es determinar quién tiene los derechos de agua, ya que en muchas partes del mundo los centros urbanos se han apropiado simplemente del agua de las áreas suburbanas, considerándola de su propiedad y privando así de su medio de vida a los agricultores afectados. Por doquier existen negociaciones entre los ayuntamientos, que tienen los recursos económicos, y los habitantes del medio rural que tienen los derechos de agua. En pocas cuencas hidrográficas se ha comprendido la secuencia lógica que establece que el uso prioritario del agua de mejor calidad es para abastecimientos urbanos, se rieguen cultivos como los cereales con aguas residuales tratadas, y se rieguen plantaciones forestales, pastizales, parques, jardines y céspedes con las aguas de peor calidad.

La organización de la gestión del agua es aún más complicada en las cuencas internacionales que son abundantes (más de 200), ya que ocupan el 47 por ciento de la superficie de la Tierra. Trece de estas cuencas son compartidas por cinco o más países. Las cuencas que son compartidas por países desarrollados ya están sujetas a numerosos acuerdos internacionales que sirven para administrar racionalmente los recursos hídricos, sin embargo, las que afectan a países en desarrollo apenas disponen de acuerdos. La FAO lleva prestando durante muchos años asistencia técnica para establecer bases sólidas para estos acuerdos.

Hacia un futuro mejor

La FAO cree en un futuro en el cual las poblaciones rural y urbana tengan suficientes medios de ganarse la vida y una adecuada nutrición. En ese futuro, los agricultores controlarían sus medios de vida y sus propios recursos y producirían todos los alimentos necesarios tanto para ellos mismos como para el resto de la población, usando su ingenio y los recursos naturales que tienen a su disposición. Los jóvenes permanecerían en sus comunidades rurales viviendo con seguridad y cuidando de los ancianos. Tanto las áreas rurales como las urbanas tendrían acceso a la educación, a la cultura, a los servicios sociales y oportunidades de empleo. Tendrían también acceso tanto a los alimentos producidos localmente como en otros lugares, y medios de transporte y comunicación con mercados, centros administrativos y en general con los medios económicos. Los hombres y las mujeres del campo participarían en la mejora general del nivel de vida beneficiándose de la calidad de vida, de la salud y del ocio. La agricultura y otras actividades del medio rural serían llevadas a cabo en armonía con el medio ambiente, con ríos, lagos y acuíferos con agua de buena calidad, rodeados e integrados con ecosistemas naturales saludables.

El agua sería manejada sostenible y eficientemente. El acceso al agua y a otros recursos agrícolas sería distribuido equitativamente y en un contexto económico justo con oportunidades para todo el mundo.

Este futuro no se alcanzará automáticamente, porque se necesita que la gente logre sus derechos humanos, políticos y económicos. La sociedad necesita organizarse de tal forma que el agua y la alimentación sean globalmente accesibles, incluyendo a los miembros más débiles de la sociedad. Cada generación tiene la obligación de conservar la herencia agrícola y natural para generaciones sucesivas, de modo que la producción actual no reduzca la capacidad de las futuras generaciones para producir lo que necesiten para vivir. Lo más importante es que hombres y mujeres participen activamente en las decisiones que les afectan, incluyendo la asignación y gestión del agua. La toma de decisiones debe recaer al nivel más bajo posible y la gente necesita tener acceso a la información requerida para tomar dichas decisiones.

Las personas hambrientas dependen del uso agrícola del agua, que suministra no sólo los alimentos sino también el dinero para comprarlos ...

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