Página precedente Indice Página siguiente


Resistencia a los Antiparasitarios: Estado
Actual con Énfasis en América Latina


INTRODUCCIÓN

En los sistemas de producción ganadera ubicados en regiones tropicales y subtropicales del mundo, las afecciones parasitarias son consideradas como causa importante de pérdidas en la productividad ganadera, debido a daños tales como: morbilidad y mortalidad de los animales, reducción de los niveles de producción y productividad, alteraciones reproductivas y altos costos del control, entre otros. Los últimos treinta años se han caracterizado por el desarrollo y aplicación en distintas áreas ecológicas del mundo, de numerosas estrategias de control de endo y ectoparásitos que afectan la producción animal. La mayoría de ellas mostraron ser altamente eficaces, prácticas y económicas para el control de parásitos, pero incapaces de prevenir y/o controlar el constante desarrollo de resistencia a los antiparasitarios (antihelmínticos, acaricidas, insecticidas). Casi sin excepción y en la medida que los antiparasitarios fueron perdiendo eficacia, estas estrategias se hicieron menos rentables, comprometiendo en algunos casos, la propia sustentabilidad del sistema productivo (Schillhorn van Veen, 1997).

Esta transformación en la genética de las poblaciones parasitarias se ha desarrollado en un marco mundial de profundas transformaciones políticas, sociales y económicas que, sin duda, modificaron la actitud del productor agropecuario ante la problemática del control parasitario. Resulta fácil instaurar una estrategia de control cuando la economía de un país o región se encuentra en apogeo, las drogas son eficaces y el productor se encuentra dispuesto a colaborar. La situación cambia radicalmente, cuando la empresa agropecuaria presenta problemas de financiamiento y el productor debe enfrentar otras prioridades.

La disponibilidad futura de nuevos antiparasitarios, no sólo se encuentra comprometida por el progresivo aumento de los casos de resistencia y los crecientes costos de investigación y desarrollo, sino también por una cierta falta de conocimiento y competencia para el descubrimiento de nuevas drogas (Vial et al., 1999; Sangster & Gill, 1999). Además, el "elevado umbral" que significó el descubrimiento y desarrollo de fármacos endectocidas por sus características de espectro y potencia, ha complicado las posibilidades para que la industria farmacéutica pueda desarrollar a corto plazo alguna molécula "superior", que justifique una inversión en investigación y desarrollo. Es así como se ha indicado (Geary et al., 1999) que dado el alto costo y bajo retorno de la investigación y desarrollo de parasiticidas, en el futuro se requerirá de nuevos enfoques en el proceso de descubrimiento de drogas, lo que implicará un mayor componente de investigación básica y tal vez, mayores costos.

El escenario de principios de siglo XXI se caracteriza además por la crisis económica del sector agropecuario, por mercados cada vez más regionalizados, competitivos y exigentes (Schillhorn van Veen, 1999). En este marco económico productivo, si no ocurre un cambio drástico en el enfoque de control, cabe esperar un aumento progresivo de casos de resistencia múltiple en distintas especies/géneros de endo y ectoparásitos junto a la posibilidad de crear desequilibrios ecológicos y ocasionar la presencia de residuos de pesticidas en carne, leche y lana (Nari & Hansen, 1999). Estimaciones recientes realizadas en Australia, en donde el sólo costo de las parasitosis por nemátodos gastrointestinales en ovinos es de 220 millones de DAU (Dólares Australianos), podrían saltar a 700 millones de DAU con un mercado de drogas casi obsoleto (Le Jambre J.F., comunicación personal, 2000). Además, la resistencia a antihelmínticos está extendida en la especie ovina (y constituye un obstáculo serio para que las medidas de control contra la infecciones por helmintos en esa especie, sean efectivas.

Resistencia a los pesticidas se define como la habilidad de una población de parásitos, para tolerar dosis de tóxicos que serían letales para la mayoría de individuos en una población normal (susceptible) de la misma especie (Stone, 1972). Este fenómeno es una habilidad fundamental de los seres vivos, para evolucionar en condiciones ambientales cambiantes con el fin de sobrevivir bajo nuevas circunstancias. La resistencia es una respuesta genético-evolutiva de las poblaciones de artrópodos expuestas a un estrés ambiental severo continuo, como lo son las aplicaciones frecuentes de un producto; en condiciones de una fuerte presión selectiva, el desarrollo de resistencia es un fenómeno ineludible (Conway & Comins, 1979). En el campo se sospecha la presencia de resistencia, cuando un producto que antes era útil para el control, ya no demuestra el mismo efecto, siempre y cuando se asegure que se está trabajando bajo óptimas condiciones de aplicación (Benavides, 2001).

Un ejemplo de esta situación es la resistencia a antihelmínticos en ovinos, la cual está ampliamente diseminada y se constituye en serio obstáculo para el control efectivo de las infecciones por helmintos; los mecanismos genéticos y bioquímicos involucrados en la resistencia a antihelmínticos son bastante complejos (Sangster, 1999), y varían acorde al principio activo involucrado, pero también con la especie de helminto y aún con la localidad donde se realizó el aislamiento. El principal mecanismo que los helmintos usan para adquirir resistencia a las drogas parece ser a través de la pérdida o disminución de la afinidad de los receptores para la droga (Köhler, 2001). La situación no es menos dramática para otros grupos de parásitos de importancia médica y veterinaria; la resistencia a garrapaticidas e insecticidas está igualmente ampliamente diseminada hacia los diferentes tipos de compuesto en el ámbito veterinario (Kunz & Kemp, 1994), pero también la resistencia a insecticidas es importante para artrópodos de importancia agrícola, lo que ha motivado esfuerzos para confrontarla por parte de la comunidad internacional (Denholm & Jespersen, 1998).

El objetivo de este documento es realizar una revisión sobre los conocimientos y experiencia actuales en cuanto a la problemática de resistencia a los antiparasitarios, con énfasis en el ámbito latinoamericano. Se intenta además, explorar las alternativas existentes para el manejo y control de la resistencia a los antiparasitarios para los más importantes grupos de parásitos (helmintos, garrapatas, dípteros de importancia veterinaria) basado en el desarrollo y aplicación, de sistemas integrados no dependientes de una sola herramienta de control (Walker et al., 1988). El trabajo enfatiza la necesidad de articular en un enfoque integral y sostenible, de las opciones que hasta ahora se conocen, para combinarlas de acuerdo con las condiciones y necesidades, tanto de cada región, como de cada finca. El reto radica en encontrar estrategias de control que permitan una combinación del uso prudente y racional de los antiparasitarios disponibles, con la de estrategias no químicas (alternativas) de control, que aseguren mantener las poblaciones parasitarias por debajo de su umbral económico, que no produzcan residuos en carne y leche y que tengan un mínimo impacto ambiental.

MARCO GENERAL PARA EL CONTROL

Cualquiera sea la biología del (los) parásitos involucrados, el conocimiento de la situación de la resistencia parasitaria, suele desarrollarse a partir de tres niveles igualmente importantes y complementarios. Los dos primeros, son los más generales y deberían servir como marco en la toma de decisiones oficiales (gobiernos), académicas (universidades), empresariales (industria farmacéutica) y gremiales (asociaciones de profesionales y productores). Mientras que el tercer nivel es más específico y dirigido al manejo de la resistencia en el ámbito de la región o establecimiento agropecuario. Partiendo de lo general a lo más específico, estos niveles para el conocimiento de la situación de la resistencia parasitaria son:

Encuestas

Las encuestas recogen la experiencia de los servicios veterinarios oficiales u otros actores, para tener una visión preferentemente nacional, regional o mundial de la resistencia a los antiparasitarios. Un trabajo reciente, llevado a cabo por la FAO a solicitud de la OIE, muestra que el 55% sobre 77 países miembros de la OIE (n= 151) admite tener problemas de resistencia en especies de endo y ectoparásitos de importancia económica en rumiantes. El 22% de estos países presentan dos o más especies con resistencia (ej. Boophilus microplus y Haematobia irritans), por lo que es importante considerar en diseño de estrategias de control, a aquellas especies que conviven en el mismo huésped pero no son "blanco" (u objetivo) del control. Este hecho ha sido pocas veces tenido en cuenta cuando se enfoca el problema y se planifica el control desde la óptica del campo.

Cada vez es más frecuente el hecho que el productor conviva con "varias resistencias" desarrolladas simultáneamente; no sólo hacia varios grupos de antiparasitarios en una especie; Por ejemplo resistencia múltiple de Bo. microplus a los Piretroides Sintéticos (PS) y amitraz (Nolan, 1994), sino que ocurre en distintas especies parasitarias (ej. Haemonchus contortus + Trichostrongilus colubriformis + Ostertagia circumcincta) (Echevarria et al., 1996; Eddi et al., 1996). Las poblaciones expuestas, a veces pueden estar compuestas sólo por garrapatas (ej.: Amblyomma variegatum + Bo. microplus) (Thullner, 1997), o por garrapatas y dípteros (Bo. microplus + H. irritans) (Kunz & Kemp, 1994). Por lo tanto, el inicio de cualquier programa de control racional, debe comenzar por integrar el conocimiento desde el nivel del diagnóstico, desarrollando capacidades que permitan identificar el efecto del antiparasitario tanto sobre las especies objeto del control (blanco) o de aquellas que pudieran ser afectadas indirectamente por el antiparasitario (no blanco).

Otra encuesta nacional, ordenada por el Comité Veterinario en Australia, ha permitido ver las tendencias de presentación de la resistencia a los garrapaticidas y antihelmínticos. En garrapatas por ejemplo, se determinó que la peor situación sigue siendo la de Queensland, donde la resistencia al grupo de los PS está extendida y la resistencia a Amidinas tiende a aumentar lentamente, pero circunscrita a un pequeño número de establecimientos. En la medida que el amitraz ha comenzado a ser más utilizado, han aparecido más casos de resistencia múltiple hacia PS y amitraz (Anonymous, 1999).

Estudios de Prevalencia

Diagnóstico y control son dos acciones inseparables de cualquier programa sanitario. En este caso no solamente basta conocer el agente causal sino también es imprescindible determinar lo más precozmente posible, el grado de sensibilidad de las poblaciones parasitarias frente a los grupos químicos disponibles (Nari, 1987). En el ámbito nacional/regional en ocasiones es necesario establecer la prevalencia de la resistencia de géneros/especies de parásitos, hacia los diferentes principios activos. Para ello es indispensable contar con técnicas estandarizadas, un muestreo estadísticamente representativo y un adecuado equipamiento de laboratorio. Este tipo de estudio, esta sujeto a los mismos principios de todo estudio epidemiológico transversal (Putt et al., 1987; Thrusfield, 1998), en los cuales la precisión del estimativo depende del límite de error aceptado por el investigador (el cual determina el tamaño de la muestra); pero también del sesgo de selección, el cual está influenciado en cómo se selecciona la muestra a partir de la población. Además se deben considerar aspectos de la sensibilidad y especificidad de las técnicas de diagnóstico disponibles. Bajo estas consideraciones, este tipo de estudios posee un valor indudable, que orienta sobre la situación real de resistencia en una región.

Un ejemplo de esta situación es el estudio para determinar resistencia antihelmíntica en los cuatro países del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay), el cual posiblemente, haya sido el de mayor envergadura realizado en el mundo (Nari et al., 1996). Esta investigación demostró una alta prevalencia del problema de resistencia antihelmíntica en nemátodos del ovino a nivel regional y la presencia de un importante número de poblaciones de nemátodos resistentes a las ivermectinas, situación que en ese momento era más sospechada, que conocida con argumentos científicos (Echevarria et al., 1996; Eddi, et al., 1996; Maciel et al., 1996; Nari et al., 1996).

Procedimientos similares se han desarrollado en América Latina en el caso de estudios sobre resistencia de las garrapatas a los acaricidas (Martins et al., 1995; Cardozo, 1995; Romero et al., 1997; Santamaría et al., 1999, Furlong, 1999) y de H. irritans a los insecticidas (Kunz et al., 1995; Cantú et al., 1999, Guglielmone et al., 2000a; Barros et al., 2001). Aunque estos estudios proveen una razonable visión de la situación de la resistencia parasitaria en una región determinada; un posible problema de este tipo de estudio, son los cambios que podrían ocurrir a través del tiempo, debido a la dispersión de la resistencia, en especies de mayor movilidad (garrapatas y dípteros) provocados por movimientos del parásito o del huésped.

Diagnóstico de caso

Generalmente el diagnóstico de un caso de resistencia se produce frente a un llamado generado por los servicios veterinarios oficiales, la industria farmacéutica, el veterinario privado y en menor grado los productores. En este caso, el diagnóstico de resistencia debe estar en manos de profesionales capaces de realizar las pruebas diagnósticas y/o interpretar los resultados enviados por el laboratorio. En la mayoría de situaciones, es importante mantener una estrecha relación campo - laboratorio ya que a veces, es necesario desarrollar estudios especializados para determinar el perfil y tipo de resistencia de la cepa causante del problema.

En cualquiera de las tres situaciones esbozadas arriba, la disponibilidad de pruebas de campo y laboratorio para confirmar la sospecha o presencia de situaciones de resistencia es crucial. Como se discutirá más adelante, una temprana detección de resistencia es importante para poder tomar a tiempo las medidas correctivas; debido a su naturaleza, la prevención y manejo de la resistencia, deben ser abordados como un problema de genética poblacional (Stone, 1972; Conway & Comins, 1979; Sangster, 2001). Querer iniciar acciones de control una vez la resistencia se ha establecido puede ser muy tardío; se debe recordar, que en situaciones de franca resistencia, es decir, la presencia en la población de un alto porcentaje de individuos homocigotos resistentes, la única alternativa de solución puede ser la inmigración de individuos susceptibles.

MANEJO DE LA RESISTENCIA

Los parasiticidas químicos son un recurso no renovable (Kunz & Kemp, 1994; Vial et al., 1999; Geary et al., 1999); es decir, una vez se ha desarrollado la resistencia el producto, se torna inservible y es abandonado; por lo tanto se trata de un bien que debe ser utilizado prudentemente para alcanzar el mayor beneficio.

La evolución de resistencia a los plaguicidas es un proceso complejo dependiente de muchos factores, que se han dividido en intrínsecos y operativos (Riddles & Nolan, 1986; Denholm & Rowland, 1992). Los factores intrínsecos son aquellos relacionados directamente con el parásito y corresponden a aspectos de la genética, ecología, comportamiento y fisiología de la plaga. Aquí se incluyen aspectos como; el grado de dominancia de los heterocigotos, la velocidad de mutación a la cual se producen alelos resistentes y el potencial reproductivo de estos individuos. Estos factores están por fuera del control directo del hombre, pero es necesario estudiarlos para poder explorar los posibles impactos sobre la tasa de selección de individuos resistentes, que pudiesen tener las diferentes estrategias utilizadas para el control del parásito.

Los factores operativos, son aquellos que están bajo el control del hombre, éstos refieren a la elección de; el o los insecticidas a utilizar, el área de cobertura, el tiempo y frecuencia de aplicación, la concentración y el método de aplicación (Denholm & Rowland, 1992; Smith et al., 1999). Conocidos los factores intrínsecos de cada plaga se pueden sugerir, desde el punto de vista teórico, estrategias de control que retarden el desarrollo de la resistencia. El diseño de estas estrategias requiere de un considerable esfuerzo de investigación, principalmente en el uso de modelos de simulación (Smith et al., 1999), pero también en la validación local de las diversas alternativas propuestas como útiles.

El enfoque más beneficioso del manejo de resistencia, podría ser sin duda el que apunta a evitar su emergencia, utilizando el antiparasitario como un "soporte oportuno" de un programa racional y sostenible de control; no como la herramienta exclusiva para este efecto, que es la desafortunada concepción actual de la mayoría de productores. Se requiere de un cambio de mentalidad en el manejo parasitario en las fincas, el cual debe incluir la prevención y manejo de la resistencia parasitaria; este cambio pasa necesariamente por el uso prudente e inteligente del arsenal terapéutico en el contexto de estrategias sustentables de control (Schillhorn van Veen, 1997; Sutherst & Comins, 1997; Waller, 1997a). Se requiere colocar un énfasis especial en aquellos grupos químicos y especies animales en donde el problema de resistencia se sospecha o es aún emergente (Benavides & Romero, 2000; Anziani et al., 2000, Fiel et al., 2000).

El manejo de la resistencia a los plaguicidas requiere de un enfoque pragmático, tal como se ha propuesto en los programas de Manejo Integrado de Plagas - MIP (Walker et al., 1988; Nari & Eddi, 2002), así como en los programas globales de Manejo de la Resistencia a Insecticidas (Phillips et al., 1989; Denholm & Jespersen, 1998). Recomendaciones sobre un uso racional de insecticidas fueron dadas tan temprano como en 1890, las cuales aún hoy son totalmente válidas (Woodworth, 1890); (a) utilice insecticidas únicamente cuando realmente sean necesarios; (b) aplique los productos a una concentración efectiva; (c) Solamente trate luego de una cuidadosa evaluación; y (d) trate de obtener una cobertura efectiva de la población objeto de ataque. Si dichas medidas se hubieran utilizado juiciosamente, probablemente no nos encontraríamos ante la problemática que hoy enfrentamos.

La habilidad del pesticida para discriminar entre genotipos susceptibles y resistentes puede contrarrestarse mediante diversas estrategias (Roush, 1993; Hoy, 1995; Smith et al., 1999; Sangster, 2001) que combinan la disminución general del uso del pesticida con diversas alternativas para el control, basadas en novedosas estrategias de aplicación de los productos tradicionales o en su combinación con métodos "no químicos" para el control; generalmente se ha recomendado que el control sea enfocado a partir de Programas MIP.

Las recomendaciones que siguen a continuación se basan en experiencia, recogida hasta el presente en nemátodos gastrointestinales, garrapatas y la mosca de los cuernos H. irritans; esta sección desarrollará algunos principios generales del uso de antiparasitarios, que permitirán un mejor diseño y utilización de las estrategias de control.

Uso prudente del antiparasitario

En biología y en sistemas reales de producción (donde la variable humana es muy importante), alcanzar una eficacia total (100%) es más un paradigma que una realidad. En la práctica cabe esperar que un porcentaje de sobrevivientes haga su contribución genética en la población, para eventualmente desarrollar poblaciones parasitarias resistentes o aumentar la frecuencia genética de las ya existentes. Además, es importante tener en cuenta que dentro de las poblaciones parasitarias existen individuos tolerantes a la acción de determinados antihelmínticos. La tolerancia describe la situación en la cual una población de parásitos que no ha sido previamente expuesta a un antihelmíntico no es completamente removida por dicho producto.

Las razones por las cuales se afirma, que el control basado exclusivamente en el uso de productos químicos no es sostenible en el mediano y largo plazo, son: el desarrollo de resistencia a los compuestos por parte de las poblaciones de parásitos (Kunz & Kemp, 1994; Frisch, 1999), los costos directos e indirectos asociados con su control y la presencia de residuos de pesticidas en carne y leche (Benavides, 2001; Fernández, 2002). Actualmente se busca que las recomendaciones para el control estén enmarcadas en el concepto de MIP (Nari, 1987; Walker et al., 1988; Barger, 1999; Nari & Eddi, 2002), buscando generar un cambio en la manera de pensar y de abordar a problemática, del control de parásitos por parte de ganaderos, asesores técnicos, laboratorios, entidades de investigación y demás entidades involucradas. El cambio conceptual se refiere a dejar de creer que los pesticidas y productos químicos son una fuente inagotable y la única alternativa para el control de los parásitos del ganado. Finalmente, lo que se busca es dar un uso óptimo a los productos que aún son efectivos (tradicionales y de nueva generación), mediante la integración de herramientas y estrategias, químicas y no químicas para el control parasitario, además de buscar una reducción global en el grado de exposición de las poblaciones a pesticidas y otros productos que pueden potencialmente alterar el medio ambiente (Strong, 1993; Iglesias, 2002).

Diagnóstico adecuado

La determinación de la presencia, frecuencia y extensión del fenómeno de resistencia en las poblaciones parasitarias debe ser realizada a través de técnicas de diagnóstico y metodologías de muestreo apropiadas. El diagnóstico, marca la gran diferencia entre el profesional capacitado y el productor agropecuario tradicional, quien muchas veces ante la sospecha de resistencia, solamente cambia de nombre comercial, para seguir haciendo más de los mismo. Una necesidad impostergable para el manejo futuro de resistencia parasitaria, es el desarrollo de técnicas de diagnóstico más sensibles, que detecten el problema cuando la frecuencia de genes resistentes sea moderada (Conway & Comins, 1979; Barnes et al., 1995; Sangster et al., 2002).

En el caso de nemátodos gastrointestinales, especialmente para el grupo avermectina/milbemicina sería importante disponer de técnicas que detectasen la frecuencia del fenotipo resistente en la población cuando este sea menor que 1% (Le Jambre et al., 2000). Actualmente diversos grupos de investigación trabajan en el desarrollo de técnicas para el diagnóstico de la frecuencia de genes de resistencia usando marcadores de ADN que permiten una detección rápida y específica de su presencia; en nemátodos (Le Jambre et al., 1999; Humbert et al., 2001; Paiva et al., 2001), garrapatas (Kemp et al., 1998; Jamroz et al., 2000) y moscas de importancia veterinaria (Walsh et al., 2001; Guerrero et al., 1997; Jamroz et al., 1998).

Las técnicas moleculares ofrecen ventajas particulares para el diagnóstico de resistencia; son altamente específicas y pueden llegar a ser muy sensibles (Sangster et al., 2002), siendo la mayoría de ellas basadas en la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR). Sin embargo, una de sus limitaciones es que el mecanismo bioquímico y genético de la resistencia debe haber sido detectado para poder preparar la sonda molecular que identifica ese genotipo (Walsh et al., 2001); ese mecanismo de resistencia debe ser predominante en el campo y las pruebas moleculares pueden no ser apropiadas para todos los mecanismos de resistencia existentes (Sangster et al., 2002). A pesar de que se han logrado avances interesantes en este campo, dada la complejidad relativa de las técnicas moleculares y la necesidad de desarrollar pruebas para los diferentes mecanismos de la resistencia; ocurre que no será factible esperar depender solamente de este tipo de herramientas en el futuro cercano. Posiblemente, para poder orientar la toma de decisiones en la finca, con relación al control parasitario y manejo de la resistencia, se requerirá de una combinación estratégica de pruebas tradicionales y moleculares para el diagnóstico.

En este caso vale como ejemplo el de la resistencia de H. irritans a los PS (Guerrero et al., 1997; Jamroz et al., 1998). En esta especie hay diversos mecanismos de resistencia, por ejemplo: etológico (cambios de comportamiento de la mosca para evadir la exposición al pesticida), detoxificación (por ejemplo, la sobre expresión de enzimas del citocromo P450), insensibilidad en el sitio de acción, debida a mutaciones en el gene del canal de sodio (Jamroz et al., 2000); o por otra parte, exclusivamente en el caso de los PS, resistencia al efecto de caída rápida (Knock down, Kd). Sin embargo, en diversas regiones, es difícil que se conozca a ciencia cierta, cuál de los mecanismos es el más importante, bajo diferentes situaciones de campo. Existen actualmente herramientas moleculares para identificar este último tipo de resistencia a los PS, con mutaciones conocidas como Kdr y super-Kdr (Guerrero et al., 1997).

Refugio y Resistencia

El término de "Refugio", puede ser fue definido como la proporción de la población parasitaria que no es expuesta a una medida de control en particular, escapando así a la selección por resistencia (van Wyk, 2001). En el caso de los parásitos internos, esto incluye generalmente a la proporción de la población de nemátodos que vive fuera del huésped, en la pradera. Luego de una aplicación de un fármaco específico, la población de parásitos que sobrevive al tratamiento debe desarrollarse y competir con los individuos que no fueron tratados; de modo que el tamaño de esa población en refugio tiene una implicación directa en el grado de selección para la resistencia..

Esta situación también ocurre con otros parásitos como las garrapatas y la mosca de los cuernos, H. irritans, donde la presión del tratamiento sólo se realiza sobre una pequeña parte de la población de parásitos; por esta razón, el efecto de "dilución" del refugio es importante cuando el antiparasitario es aún efectivo. En la sarna, que es un parásito obligatorio (no posee fases de vida libre), el efecto dilución es prácticamente inexistente y la presión del acaricida se realiza directamente sobre todos los estadios del ciclo.

Muchos individuos del refugio suelen perderse como consecuencia de condiciones ambientales (rayos solares, desecación), depredadores o simplemente porque no coincidieron con el huésped apropiado y llegaron al límite de sus reservas (Papadopoulos et al., 2001). Una vez en/sobre el huésped los parásitos susceptibles y resistentes estarán sujetos a pérdidas provocadas por las defensas inmunitarias y por la barrera impuesta por huéspedes inespecíficos (las tasas de mortalidad no difieren entre susceptibles y resistentes). Finalmente todos aquellos individuos que hayan superado estas barreras y el tratamiento con antiparasitarios tendrán importancia en el desarrollo de resistencia; la velocidad a la que ésta se disemine entre la población depende de complejos factores relacionados (Smith et al., 1999). La relevancia epidemiológica de este proceso, está basada en el enorme potencial biótico de los parásitos, que les permite cambiar sucesivamente, la composición genética del refugio. Se ha sugerido en el caso del manejo de la resistencia parasitaria de las helmintiasis de los ovinos (van Wyk, 2001) que se deben evitar estrategias de aplicación de antihelmínticos, en las cuales todos los animales son tratados y luego colocados en praderas "limpias"; porque de esta manera se incrementa la selección para resistencia al ser el refugio muy reducido. Del mismo modo se ha sugerido que la sequía y el aislamiento del rebaño, pueden favorecer el desarrollo de resistencia (Papadopoulos et al., 2001).

Huésped y distribución de parásitos

Es bien conocido el hecho que los miembros de una población parasitaria no tienen una distribución uniforme dentro de los individuos de una población o categoría de huéspedes y que la mayoría infecta sólo a una pequeña proporción de la majada o rodeo. En otras palabras, los recuentos parasitarios dentro de los huéspedes, no se ajustan a una distribución normal, sino lo frecuente es que unos pocos individuos llevan sobre sí altas concentraciones de parásitos (De Alba, 1981; Madalena et al., 1985; Gasbarre et al., 2001). En la comprensión de la dinámica poblacional de endo y ectoparásitos, resalta el hecho de que los animales más susceptibles son los encargados de mantener y/o aumentar las poblaciones de parásitos (Pruett, 1999). Por esta razón, cualquier estrategia o combinación de estas, que aumente la capacidad del huésped para sobreponerse al desafío parasitario (selección de resistentes/tolerantes, vacunación, aumento de la condición nutricional), contribuirá a disminuir la dependencia en los antiparasitarios. Un ejemplo de esta situación es factible describirlo en el caso de la mosca de los cuernos H. irritans, donde los animales adultos poseen los mayores recuentos parasitarios, pero por razones productivas por su alto umbral económico, es preferible tratar a aquellos más parasitados y en estado de crecimiento, que sufren de mayor manera los efectos de parasitismo (Kunz & Kemp, 1994).

Entonces, el genotipo de las poblaciones de huéspedes de parásitos afecta de manera directa la abundancia, pero también la composición genética de la población parasitaria, ya que incide sobre las frecuencias de aplicación de parasiticidas. Existen tres opciones generales para el manejo del huésped que pueden ser utilizadas estratégicamente para coadyuvar en la reducción de poblaciones parasitarias; primero mediante el cruzamiento de animales resistentes o el descarte de los animales muy susceptibles (De Alba, 1981; Barger, 1989; Gasbarre et al., 2001); segundo, mediante la inducción artificial de la inmunidad, es decir mediante el uso de vacunas (Smith, 1999; Willadsen et al., 1995; Willadsen, 2001); y tercero, mediante una mejora nutricional que favorezca un mejor desarrollo de inmunidad en los animales, principalmente en regiones donde existen deficiencias nutricionales específicas (Coop & Holmes, 1996; Barger, 1999; McClure et al., 1999; Kahn et al., 2000). En las siguientes secciones de este texto, se describirá de forma más detallada, el posible uso y combinación de estas estrategias y herramientas, como alternativas para el control parasitario.

Frecuencia de aplicación

Actualmente, la concepción del enfoque del control parasitario ha cambiado; en aras de retardar los problemas de resistencia a los antiparasitarios, es necesario desestimular la recomendación de aquellas estrategias de control que promuevan la extrema reducción de las poblaciones de parásitos en el huésped y en el "refugio" a través de la aplicación sistemática de drogas. (Ej. Sistemas supresivos). Este principio es válido para nemátodos gastrointestinales (Hoste et al., 2002), la garrapata Bo. microplus y la mosca H. irritans (Kunz & Kemp, 1994), pero también para plagas de importancia agrícola (Hoy, 1995). Algunos estudios en nematodos gastrointestinales de ovinos han demostrado, una fuerte asociación entre el desarrollo de resistencia y el número de tratamientos aplicados por año (Nari et al., 1996). Similar situación se evidenció para garrapatas en Colombia (Romero et al., 1997), donde las fincas que realizaban más de 12 aplicaciones de PS poseían un riesgo dos veces mayor de presentar resistencia, que las que realizaban menos de doce aplicaciones al año.

Respecto al uso de drogas de alta persistencia como estrategia para reducir el número y frecuencia de aplicaciones, existe un intenso debate sobre sus implicaciones en el desarrollo de resistencia. Algunos autores interpretan conceptualmente a la persistencia, como un equivalente al aumento en la frecuencia de aplicación. En el caso de garrapatas y moscas se ha indicado (Kunz & Kemp, 1994) que la selección y uso de pesticidas con baja persistencia biológica puede ser una estrategia útil para el manejo de la resistencia, debido a una reducción de la exposición parasitara. A pesar de esto, en el caso de helmintiasis de ovinos se ha demostrado que el uso estratégico de ciertas drogas, puede traer beneficio en el manejo de la resistencia; por ejemplo el uso de Moxidectin durante el período de preparto, seguido de Doramectina al destete; han demostrado una racionalización (reducción en la frecuencia de aplicación), en ovinos (ovejas de cría, corderos al destete) sobre pasturas contaminadas (sucias) (Castells & Bonino, 2001; Castells et al., 2001).

La experiencia acumulada en ovinos debería servir para realizar una utilización juiciosa de antihelmínticos en bovinos, en los cuales también se puede obtener una importante reducción en la contaminación de las pasturas a través de la utilización de endectocidas de gran persistencia (Stromberg & Averbeck, 1999). En estos casos, el riesgo radica en que se dispondrá de un pequeño refugio (sobreviviente al tratamiento) y una mayor supervivencia de los estadios infestantes en las pasturas (Aumont, 1999). Por lo tanto, en la planificación de una estrategia de control, se debe admitir que ocurran algunas pérdidas de producción debidas a la presencia de parásitos, a favor del mantenimiento de poblaciones susceptibles de refugio; Por ejemplo, en el caso de helmintos en ganado se ha sugerido la utilización de tres diferentes umbrales para definir tratamiento antihelmíntico, acorde al sistema e intensidad de la producción (Vercruysse & Claerebout, 2001); existiendo un umbral terapéutico (cuando un animal requiere tratamiento debido a las cargas parasitarias), un umbral basado en la producción (tratamiento dirigido al control de parasitismo subclínico, acorde al nivel productivo de los animales) y finalmente un umbral preventivo (predecir futuras infecciones para aplicar medidas de control apropiadas). Por otra parte, un estudio en cabras lecheras en Francia (Hoste et al,, 2002) demostró que al usar tratamiento selectivo de individuos, no diferían las cargas parasitarias con relación a un grupo donde todos los individuos fueron tratados.

Cuando la resistencia está presente no tiene sentido seguir utilizando la misma droga e incluso el mismo grupo químico (salvo que no exista un compuesto alternativo) a una frecuencia cada vez mayor; sobre esta situación y en el caso de plagas agrícolas, Hoy (1995), indica que una vez que los niveles de resistencia sobrepasan el 10% de la población su manejo se vuelve muy difícil.En estos casos, lo más prudente es tratar de retardar su desarrollo, utilizando el producto con menos frecuencia. Nuevamente aquí el diagnóstico oportuno, acompañado del asesoramiento profesional, debe ser el primer paso a cualquier acción de manejo de resistencia en una explotación.

Momentos de aplicación

Las especies parasitarias más patógenas y con mayor potencial biótico, son muchas veces las que "marcan" la frecuencia de tratamientos aplicados por el productor. Esta situación se ha repetido recientemente en algunas áreas templadas de Sudamérica, donde Hae. contortus es el parásito más importante para el productor, pero el problema más grave de resistencia ocurre en Trichostrongylus colubriformis que ha sido presionado innecesariamente con antihelmínticos de amplio espectro (Nari et al., 1998; Nari et al., 2000).

La utilización cada vez más frecuente e intensa de endectocidas en muchas áreas productivas del mundo. Esto ocurre por ejemplo, en algunas regiones tropicales donde se utilizan endectocidas como terapia para curar el ombligo. Aquellas zonas donde ocurre el gusano barrenador Cochliomyia hominivorax, pueden llegar a amplificar el desarrollo de resistencia en diversas especies de endo y ectoparásitos. Si bien un aumento de la frecuencia de antiparasitarios es considerado importante en la selección de resistencia, la inversa no siempre es cierta. Al menos en nemátodos gastrointestinales, la presión de selección ejercida por el tratamiento dependerá del poder de dilución de las poblaciones en refugio y del tipo genético de resistencia. (Le Jambre et al., 2000, Barger, 1998). En parásitos donde las poblaciones en refugio son naturalmente importantes (ej. nemátodos gastrointestinales, garrapatas) condiciones epidemiológicas especiales que disminuyan de forma drástica la población en refugio (estación desfavorable, intensa sequía), pueden cambiar dramáticamente la presión de selección del tratamiento por falta de un adecuado efecto de dilución.

Similar situación ocurre con otras especies de parásitos; en H. irritans por ejemplo, es recomendable emplear insecticidas en estaciones pico, sólo en aquellos animales que excedan un nivel mínimo de moscas (se ha sugerido un umbral de 200 - 250 moscas por animal adulto, para justificar tratamiento); de esta manera se mantendrá el efecto de dilución del refugio (Kunz & Kemp, 1994). La misma situación suele ocurrir en el caso de Hae. contortus potenciando la resistencia de tipo monogénico a las avermectinas. Se ha sugerido, que en ciertas regiones de Australia la prevalencia de resistencia a avermectinas es mayor, en zonas de veranos secos que en áreas de veranos húmedos con mayores poblaciones parasitarias (Turner, A. Comunicación personal, 1999). Esto podría ser debido al hecho de que las poblaciones parasitarias sobrevivientes luego del tratamiento, es decir quienes poseen genes de resistencia, encontrarán menos competencia local de refugio, de genes susceptibles. Esta situación fue demostrada específicamente para helmintiasis de ovinos en Grecia (Papadopoulos et al., 2001).

Dosis/concentración de antiparasitario

En condiciones de campo, al ejecutar la dosificación de los antiparasitarios sobre los animales, frecuentemente se comenten errores de subdosificación o sobredosificación. Por ejemplo, al realizar aplicaciones de formulaciones orales, inyectables y compuestos Pour-On, la utilización de pesos promedios (aparte de los errores humanos en la apreciación del peso) es causa frecuente de sub-dosificación. Esto es especialmente cierto en sistemas extensivos, donde la dispersión de pesos en una categoría determinada de animales suele ser muy grande. En una experiencia en Uruguay, con productores de gran tradicion en el manejo de ovinos, al comparar el peso estimado contra el real de borregos de dos dientes, se cometieron errores hasta de 12 kg (Rimbaud E., Comunicación personal, 2001).

No existe un común acuerdo acerca de sí la administración de antiparasitarios por debajo de sus niveles de eficacia, selecciona para resistencia. Esta discusión con seguridad se debe a que todavía se conoce muy poco sobre los mecanismos que favorecen el desarrollo de resistencia y a que se estén mirando distintos tipos genéticos de resistencia. Para estas situaciones es útil el uso de modelos matemáticos de simulación. Algunos trabajos en helmintos sugieren que, para no presionar las poblaciones parasitarias, la eficacia del antiparasitario tendría que ser tan baja que el antihelmíntico no cumpliría su objetivo (disminuir las pérdidas productivas). En cambio, los bajos niveles de eficacia, producido por la subdosis, favorecerían la selección de heterocigotos y el aumento progresivo de tipos de resistencia poligénicos. En un reciente trabajo utilizando modelos determinísticos y estocásticos (Smith et al., 1999), se investigó la dinámica de evolución de resistencia en nemátodos de rumiantes y se determinó que al reducir los niveles de dosificación, existen unos rangos de dosis en los cuales la subdosificación promueve la resistencia y otros donde la subdosificación impide la resistencia. La sobredosificación generalmente favorece la resistencia.

En el caso de garrapatas un razonamiento similar es aplicable. Se considera además, que un acaricida que no es capaz de disminuir eficazmente las poblaciones de garrapatas, necesita un mayor número de tratamientos y lo que se gana por un lado se pierde por el otro (Kemp et al., 1998). Sin embargo la situación inversa no es necesariamente cierta, por lo que no se puede generalizar la opinión de que el aumento de la dosis/concentración, es la mejor estrategia para eliminar la mayor parte de los heterocigotos resistentes, como fue sugerido en el caso de garrapatas y helmintos (Sutherst & Comins, 1979; Anderson, 1985). Un problema que surge cuando no existe refugio y se mata casi la totalidad de los heterocigotos resistentes, es que en la población, sólo quedan los homocigotos resistentes. Una vez se ha llegado al estado de homocigosis, no hay como volver a un estado de susceptibilidad porque ya no hay genes susceptibles, para diluir la frecuencia de genes resistentes. Se ha demostrado que una única manera de controlar la resistencia parasitaria sería a través del reemplazo total de la comunidad parasitaria por individuos susceptibles (Bird et al., 2001).

En el caso de resistencia al amitraz, se ha determinado que un aumento de dosis recomendada tiene muy poco efecto sobre un aumento de su eficacia sobre los heterocigotos resistentes y en consecuencia, para dilatar la aparición de resistencia. Esto es debido a que la resistencia en los heterocigotos es posiblemente semidominante (Kemp et al., 1998). El lento desarrollo de resistencia en el caso de amitraz, puede ser debido a una falta de capacidad de las cepas resistentes, para sobrevivir en el medio ambiente y competir exitosamente con las poblaciones susceptibles (Kemp et al., 1999). Mientras no existen evidencias concretas sobre el impacto que la subdosificación (inadecuado cálculo del peso y/o dosis, utilización de preparados de baja calidad, y/o la falta de identificación de factores que puedan modificar la absorción de un fármaco), pueda ejercer sobre la selección hacia genotipos resistentes. Parece lógico entonces, respaldarse en la experiencia adquirida con la resistencia a los antibióticos, utilizando el tratamiento que resulte en la menor exposición del parásito "blanco" a concentraciones sub-terapéuticas. También debe ser tenido en cuenta el concepto de "especie dosis limitante", el cual se refiere a aquellas especies parasitarias que requieren una cantidad máxima de producto para ser eliminadas como es el caso de Cooperia spp que es la "especie que limita la dosis" para las lactonas macrocíclicas (Rew, 1999). Además el uso de modelos de simulación ha indicado (Smith et al., 1999) que la dosis más peligrosa para la generación de resistencia, es aquella necesaria para eliminar a todos los homocigotos susceptibles o a éstos más los heterocigotos.

Control de calidad

Partiendo del hecho que por varios años y aun décadas el uso de compuestos químicos continuará siendo la principal herramienta utilizada en el control parasitario. Por tanto, resultará de suma importancia cualquier esfuerzo para preservar los compuestos antiparasitarios existentes en el mercado. Si se considera que para desarrollar una nueva molécula antiparasitaria se requiere alrededor de 300 millones de dólares de inversión y un tiempo aproximado de 10 años en investigación y desarrollo, es esperable pensar que va a resultar muy difícil en los próximos años, la aparición de nuevos compuestos con mecanismos de acción diferentes a los hoy existentes en el mercado farmacéutico veterinario. Se ha sugerido que el desarrollo de parasiticidas de nueva generación requerirá de adaptaciones a nuevos paradigmas de evaluación (Geary et al., 1999).

El control de calidad juega un papel preponderante para prolongar la vida útil de los compuestos antiparasitarios. Actualmente, vencidas las patentes de exclusividad para muchos principios activos, existen dudas, pero también expectativas acerca de sí los productos genéricos podrían ser una alternativa para tornar más barato el control. Se debe recordar que la actividad de un producto depende en gran medida, tanto de la calidad del principio activo como de su formulación; esto último en ocasiones es un secreto comercial de diversas compañías, lo que podría considerarse en una desventaja de los genéricos. El Código Internacional de Conducta sobre Distribución y Uso de Pesticidas de la FAO (FAO, 1990), diferencia claramente entre "ingrediente activo" y "formulación", refiriendo esta última como: "la combinación de varios ingredientes diseñada para hacer un producto útil y efectivo para el propósito que reclama".

Entonces, es necesario que los países revisen su legislación para registro, comercialización y uso de pesticidas; la aprobación o registro de un producto debería realizarse con base en su particular formulación, no sólo en el ingrediente activo, ya que por ejemplo, la selección de un emulsionante adecuado es vital para la estabilidad de todo el producto.

Teniendo en cuenta el importante numero de compuestos genéricos que existen hoy en el mercado farmacéutico veterinario, los entes reguladores de los diversos países, deben asegurarse de realizar:

  1. Un severo control en el momento de registro del genérico, exigiendo estudios de eficacia y bioequivalencia farmacéutica, pues el hecho que contenga la misma droga y el mismo vehículo no asegura igual comportamiento fármaco-cinético a consecuencia de diferencias en el proceso fármaco-técnico (de elaboración del medicamento). Estas diferencias pueden tener; impacto en la eficacia sobre distintos géneros parasitarios, así como también en el perfil de residuos en tejidos destinados a consumo humano
  2. Un proceso de vigilancia farmacológica; esquema de control que parece ser más propio de países desarrollados, pero que sería deseable poder alcanzar. Esto significa controles permanentes de las diferentes formulaciones existentes en el mercado, que aseguren el mantenimiento de la calidad a lo largo del tiempo;
  3. Un registro de enfermedades y de uso de medicamentos en todas las explotaciones agropecuarias controlado por el profesional veterinario, el cual aportará valiosa información y permitirá ir corrigiendo el mal uso o uso excesivo de medicamentos.

En el proceso de registro, es donde la autoridad competente del gobierno aprueba la venta y uso de un antiparasitario, luego de evaluar que el producto es efectivo y que su utilización no implica riesgo para los animales, la salud pública y el medio ambiente. Principalmente en países en vías de desarrollo la dificultad mayor radica en la certificación analítica de una gran variedad de antiparasitarios, no sólo por la infraestructura sofisticada necesaria sino por el personal especializado requerido para realizar las pruebas. El 49,3% de los países incluidos en el estudio de FAO para los países miembros de la OIE (Nari & Hansen, 1999), asume tener dificultades para realizar un buen registro de antiparasitarios. Esta función básica de los gobiernos, se cumple con muchas dificultades en países en vía de desarrollo, los cuales son mucho más permeables a los problemas de falsificación e introducción de drogas de baja calidad. Las principales dificultades anotadas por los países miembros de la OIE, han sido la falta de una legislación adecuada, la no-existencia de una unidad especifica de registro, registro en otras unidades del Estado no especializadas en salud animal, falta total o parcial de infraestructura para realizar las determinaciones analíticas necesarias para cada tipo de compuesto, imposibilidad de mantener un monitoreo permanente de la calidad de los antiparasitarios y la falta de conexión entre el registro y la ocurrencia de resistencia a nivel de campo. A este paso sumamente importante le sigue otro posiblemente más complicado de implementar y en donde los países más pobres "están solos" que es el de control permanente de calidad de los antiparasitarios para evitar desbordes en términos de falsificaciones, venta de partidas de drogas por debajo del estándar, utilización de compuestos de uso agrícola en animales, preparaciones "artesanales" y combinaciones de drogas de dudosa estabilidad. Establecer o fortalecer estas dos funciones no es tarea fácil para países con otras urgencias.

En la presente década los antiparasitarios genéricos han llegado para quedarse, no es difícil ahora encontrar países donde se comercializa el mismo principio activo con más de 20 diferentes nombres comerciales, provenientes de diferentes orígenes y a veces distinta calidad.

La competencia en precios y formulaciones de drogas fuera de patente es saludable, siempre y cuando se mantenga la calidad (lo que no sólo significa una concentración correcta del principio activo). Esta situación y la falta de capacitación del usuario, favorecen un aumento de consumo de drogas de bajo precio y muchas veces de dudosa calidad.

Sin duda, este es el gran desafío que enfrentan aquellos países que aún no cuentan con la capacidad de controlar toxicidad, residuos y eficacia de los antiparasitarios (Nari & Hansen, 1999). Debe entenderse que la calidad de un compuesto antiparasitario no está sólo dada por la adecuada concentración final del principio activo, sino que la misma depende de un conjunto de elementos que hacen al proceso de elaboración farmacotécnica. En este contexto, la calidad de la materia prima del principio activo y de cada uno de los componentes (excipientes, etc.) de una formulación, así también como la calidad/rigurosidad del proceso de elaboración de la misma puede afectar sustancialmente la absorción y disponibilidad sistémica del fármaco antiparasitario y por ende la respuesta al tratamiento. Así entonces, un compuesto genérico no es siempre sinónimo de mala calidad, siempre y cuando se demuestre que existe bio-equivalencia farmacéutica y de actividad antiparasitaria frente a un compuesto considerado como patrón.

Rotación de antiparasitarios

La polémica acerca de cómo pudiesen ser mejor utilizados los diferentes tipos de compuestos antiparasitarios para prolongar su vida útil, es amplia y aún inconclusa. Esto es debido a las dificultades para comprobar en la práctica, el impacto de la rotación sobre la velocidad de selección de los genes resistentes. Los diseños experimentales requeridos son complejos, pues requieren contemplar la presencia de modelos de resistencia de locus simple o locus múltiple y además son dispendiosos, pues se requiere completar varias generaciones parasitarias. Los modelos de simulación son una ayuda valiosa, pero se requiere comprobar en la realidad, la validez de cada modelo (Conway & Comins, 1979; Tabashnik, 1990; Barnes et al., 1995; Smith et al., 1999).

La idea de combinar dos o más pesticidas para el manejo de la resistencia, ha sido ampliamente descrita en el caso de artrópodos (Tabashnik, 1990; Kunz & Kemp, 1994; Hoy, 1995; Sutherst & Comins, 1997) y en menor medida en el caso de parásitos internos (Smith et al., 1999; Sangster, 2001). En el caso de los insecticidas, la aplicación conjunta de dos o más compuestos puede realizarse bajo la modalidad de mezclas, rotaciones o mosaicos (Tabashnik, 1990). El tema del uso de mezclas será tratado más adelante (sección 3.11); en cuanto al uso de mosaicos, aplicados con artrópodos voladores, refiere al uso combinado de compuestos siguiendo un patrón espacial de modo que áreas adyacentes sean tratadas simultáneamente con diferentes insecticidas. Los modelos de simulación han indicado que el uso de mosaicos es poco efectivo en el retardo del desarrollo de resistencia a los insecticidas.

El concepto de la rotación de pesticidas, se trata de la aplicación alternada en el tiempo de dos o más compuestos, de modo que cada individuo de la población parasitaria es sólo expuesto a un compuesto a la vez, pero la población experimenta una exposición múltiple en el tiempo (Tabashnik, 1990; Roush, 1993). El uso de rotaciones está basado en la asunción que la frecuencia de individuos resistentes a un compuesto en particular, disminuirá durante la aplicación del compuesto alternativo; tal disminución ocurrirá únicamente, sí los individuos resistentes son menos competitivos que los susceptibles, o si ocurre inmigración de susceptibles. El uso de modelos de simulación ha demostrado escasas ventajas en el uso de rotaciones.

En el caso de los parásitos internos, durante la década del ochenta y sobre todo en el caso de los antihelmínticos en ovinos, la recomendación generalizada fue la de realizar rotaciones anuales de drogas de amplio espectro. Dicha recomendación fue basada en el hecho, de que a las poblaciones en refugio seleccionadas por un antihelmíntico "A" durante un año, sólo le quedarían dos posibilidades en la siguiente rotación, morir sin ser ingeridas o ser ingeridas por la población de huéspedes que estaba siendo tratada por el antihelmíntico "B", con diferente modo de acción. Esto parece funcionar cuando se trata de drogas sin persistencia (por ejemplo, Bencimidazoles y Levamisoles), pero es diferente en el caso de algunas Lactonas Macrocíclicas (LM), las cuales poseen mayor persistencia. El advenimiento de resistencia a estos grupos en casi todas partes del mundo y la aparición de drogas genéricas de bajo costo, ha llevado a replantear el problema de la rotación anual para drogas de mayor persistencia. Por ejemplo, existen drogas como la Moxidectina, que tienen una importante persistencia especialmente para Haemonchus spp. y Ostertagia spp., dando un período protectivo de alrededor de 9 semanas (incluido el período prepatente). Una situación aún más compleja ocurre en el caso de Ivermectinas de larga acción de última generación (por ejemplo el Ivomec Gold®, disponible en el mercado Latinoamericano), con persistencias mayores a 100 días. Si se utiliza un producto de este tipo a intervalos restrictivos en poblaciones susceptibles de nemátodos, muy pocos parásitos podrán completar su ciclo y las poblaciones parasitarias tendrán dos caminos posibles, la extinción o semi extinción con rápido desarrollo de resistencia. Por eso en estos casos, es recomendable la rotación hacia un principio con diferente modo de acción en el tratamiento siguiente. (Dobson R., Comunicación personal, 1999).

Esta situación fue examinada con modelos de simulación, específicamente para el caso de los antihelmínticos (Smith et al., 1999), donde se estudió la probabilidad de generación de genes resistentes al administrar antihelmínticos de corta o larga persistencia; la frecuencia del alelo de resistencia luego de una simple estación de pastoreo en regiones templadas, resultó ser tres o cuatro veces superior en el grupo tratado con antihelmínticos de larga acción, comparado con el de productos de corta actividad.

En el caso de garrapatas, algunos acaricidas tienen un período residual muy reducido como es el caso del amitraz, por lo que la oportunidad de seleccionar individuos resistentes es menor. Nuevamente en el caso de las LM, con una persistencia muy extendida, esta posibilidad de selección se aumenta. Por lo menos en teoría, para disminuir los riesgos de selección, sería necesario un acaricida con una persistencia suficiente como para erradicar una o dos generaciones de garrapatas y luego tener la capacidad de declinar su eficacia rápidamente (Kemp et al., 1998).

Medidas de cuarentena

En el caso de parásitos que no poseen capacidad migratoria propia (es decir, que dependen de los movimientos del huésped para su dispersión), la aplicación de medidas de cuarentena, podría constituirse en una importante herramienta para el control de la dispersión de la resistencia. Esta es una medida largamente aceptada, aunque no siempre implementada, en el caso de garrapatas y sarna. En nemátodos gastrointestinales sin embargo, no se le había dado mayor importancia a esta alternativa, porque se pensaba que podría haber un efecto de dilución importante por parte de las poblaciones en refugio del establecimiento de destino. Actualmente esta situación ha cambiado principalmente en el caso de los ovinos, debido fundamentalmente a los siguientes factores:

Existe una alta prevalencia de resistencia antihelmíntica por lo que en muchos casos, no existen poblaciones de nemátodos que actúen diluyendo la resistencia.

Para el caso de la resistencia de Haemonchus spp. a avermectinas/milbemicinas se ha demostrado recientemente, que la resistencia está controlada por un gene único completamente dominante en estados larvarios y ligado al sexo en estados adultos (más manifiesto en las hembras). Esto explicaría la razón genética, además de las epidemiológicas, de porqué este tipo de resistencia se puede desarrollar más rápidamente que aquella para benzimidazoles que es del tipo poligénico. Esta característica en términos de cuarentena, justifica la importancia de prevenir la introducción de parásitos resistentes en poblaciones susceptibles, realizando un diagnóstico de resistencia a avermectinas/milbemicinas (Le Jambre et al., 2000).

Dado que el desarrollo de la resistencia se ha venido constituyendo en un grave problema, que en ocasiones llega a impedir un adecuado control parasitario y por ende pone en riesgo la competitividad de las empresas pecuarias, no es descabellada la afirmación de que no esta lejos el día en que las autoridades sanitarias nacionales deberán contemplar la imposición de medidas de cuarentena para limitar la dispersión de parásitos resistentes entre regiones y aún entre fincas. En el caso de Uruguay se afirma (Rimbaud, E., comunicación personal, 2002) que la "resistencia se compra"; cuando se adquieren lotes de ovinos para cría en locales de feria. Para llegar a implementar ese tipo de medidas, será necesario que exista disponibilidad de pruebas para el temprano diagnóstico de la resistencia e información epidemiológica sobre su frecuencia y diseminación geográfica.

Combinación de drogas

Como se indicó arriba, el uso de mezclas o combinación de drogas ha sido sugerido como estrategia para el manejo de la resistencia. Esto generalmente implica que dos productos sean aplicados de forma conjunta y así los individuos de la población parasitaria son expuestos simultáneamente a más de un tóxico (Tabashnik, 1990). El principio básico para que una mezcla sea útil, es que los dos productos no compartan el potencial de resistencia cruzada (Roush, 1993); es decir, que tengan modos de acción y metabolismo diferente. Se espera además que exista el efecto de sinergia o potenciación, o sea que el uso conjunto de los compuestos brinde mayor efecto que la simple adición del efecto de cada uno de los componentes (Kunz & Kemp, 1994).

El uso táctico de las mezclas como herramienta para el manejo del problema de resistencia posee dos condiciones adicionales para su aplicación (Kunz & Kemp, 1994): primero, el uso de las mezclas debe iniciarse previo a la aparición de resistencia a alguno de sus componentes, si la resistencia ya existe hacia un producto, la selección para resistencia continuará tan pronto el segundo componente de la mezcla sea incapaz de lograr mortalidad total; y segundo, cada componente de la mezcla debe poseer similares tiempos de vida útil en el animal, de modo contrario, la selección para resistencia se dará para el compuesto más persistente.

El análisis con modelos de simulación para el caso de artrópodos (Tabashnik, 1990), ha demostrado que es muy complejo predecir el impacto sobre la velocidad de selección de genotipos resistentes en lo relacionado con el uso de mezclas; ya que esto depende de factores múltiples como, el tamaño del refugio y la probabilidad de inmigración de genotipos susceptibles, la dominancia o recesividad de la característica de resistencia (las mezclas retardarán el desarrollo de resistencia si el gen es recesivo, pero tendrán un efecto diametralmente opuesto si el gen es dominante) y además si la resistencia es monogénica o poligénica.

Para los parásitos internos, si bien la combinación de drogas ha sido utilizada para mejorar la eficacia individual de dos antihelmínticos sobre los que ya existe resistencia, la combinación de drogas con diferente mecanismo de acción también podría ser considerada como un mecanismo preventivo al desarrollo de resistencia. La hipótesis está basada en que los mecanismos genéticos de desarrollo de resistencia, son diferentes de acuerdo al antiparasitario utilizado, por lo tanto su uso combinado limita la posibilidad del parásito a desarrollar a la misma vez el cambio genético. Inclusive eta estrategia permitirá frenar el desarrollo de resistencia cuando esta, se encuentra en las etapas incipientes, que son difíciles de detectar por los métodos actuales y momento en el cual el antiparasitario realiza el mas importante proceso de selección de parásitos resistentes. Obviamente que esta estrategia debe ir acompañada de un uso racional global, del uso de antiparasitarios.

CONTROL INTEGRADO DE PARÁSITOS

La dependencia total en un solo método de control parasitario ha demostrado ser poco sustentable y rentable en el largo plazo (Vergara, 1996; De Castro, 1997; Waller, 1997a; Barger, 1999). En áreas más pobres y sistemas de producción extensivos, el principio darwiniano de la supervivencia de los "individuos más adaptados" es una constante. Estas condiciones a veces extremas, son una combinación de muchas variables, como el estrés ambiental, la resistencia, la tolerancia, la subnutrición, el desafío parasitario y otras enfermedades. En manejo impuesto por el productor es otra importante variable que tiene que ser considerada en el momento de planificar una estrategia de control parasitario. En términos de resistencia antiparasitaria el Control Integrado de Parásitos (CIP) combina adecuadamente varias herramientas de control, a efectos de desestabilizar la formación de aquellas poblaciones parasitarias con mayor proporción de individuos genéticamente resistentes, manteniendo un nivel adecuado de producción (Nari & Hansen, 1999). Generalmente se asocia CIP a una drástica disminución de la frecuencia de tratamientos. Como se ha visto anteriormente para prevenir y manejar la resistencia, no sólo es suficiente disminuir la dependencia a los antiparasitarios, sino también utilizarlos en épocas/momentos/animales que no aumenten la presión de selección genética (Besier, 1997).

Existen tres niveles en donde se puede utilizar el CIP:

para el control de una especie parasitaria (ej. garrapatas);

para dos o más especies que conviven con el huésped (ej. garrapatas + enfermedades transmitidas + H. irritans)

para dos o más especies que conviven con el huésped integrando aspectos socioeconómicos y particularidades de los sistemas de producción.

La implementación de un CIP tiene algunos componentes importantes que a veces son difíciles de lograr en países en vías de desarrollo, estos son: la disponibilidad de resultados provenientes de la investigación aplicada, validados para diversos sistemas de producción y áreas agroecológicas (Walker et al., 1988). Es necesario además, un cambio de política que estimule la aplicación de métodos menos dependientes de los antiparasitarios; y la participación del productor y su asesor veterinario en los programas de capacitación.

La aplicación de planes CIP en las fincas será más complicada que la simple compra y aplicación indiscriminada de un antiparasitario; esto es debido a que se requiere de una mejor capacidad de planificación por parte del productor y su asistente técnico, además de la adecuada comprensión de la epidemiología parasitaria. En ocasiones se requerirá mayor mano de obra u otros recursos financieros no contemplados por el ganadero. También se necesita del cambio de mentalidad, con relación a los objetivos fundamentales del control parasitario. Algunos sistemas de CIP pueden ser complicados de implementar, pero la utilización rutinaria de modelos computarizados, permitirán razonar las medidas de control de una manera más sencilla, global y económica (Barger, 1985, Hernández et al., 1999; Kariuki et al., 1997).

Las estrategias de CIP, combinan los principales métodos de control de ecto y endoparásitos a saber: Control Químico y No-Químico. En áreas del mundo donde todavía la resistencia a los antiparasitarios no representa un grave problema, no han existido incentivos para desarrollar alternativas no-químicas de control. Esto es especialmente cierto en ectoparásitos, donde las medidas de control no-químicas son básicamente inexistentes (Pruett, 1999). En las siguientes secciones del texto, se desarrollarán conceptos de control no-químico que pueden ser combinados para ser usados en las fincas, sobre la base de un buen conocimiento de la epidemiología parasitaria.

Manejo del pastoreo

Basados en conocimientos epidemiológicos, donde las variaciones estacionales y la disponibilidad de larvas en la pastura son elementos clave, es posible el manejo del pastoreo para obtener un control parasitario. El objetivo de todas estas estrategias consiste en la obtención de pasturas seguras, que son aquellas que presentan bajos niveles de contaminación parasitaria y por ello no representan un riesgo parasitario inmediato para los animales que allí pastorean.

Descanso de pasturas: Aplicable a nemátodos y garrapatas

Con esta estrategia se pretende obtener pasturas seguras o eventualmente limpias de parásitos; es decir, utilizando estrategias de manejo animal se busca minimizar la contaminación de las praderas con las formas larvarias de los parásitos (Barger, 1999).

Pastoreo alterno

Este tipo de pastoreo puede ser utilizado para obtener pasturas seguras, alternando diferentes especies de rumiantes o distintas categorías dentro de una misma especie animal (Barger, 1978; Morley & Donald, 1980). Los resultados obtenidos son muy alentadores, incluso en áreas de clima templado (Quintana et al., 1987; Nari et al., 1987; Castells & Nari, 1996).

Pastoreo rotativo

Aplicable a nemátodos especialmente de ovinos. Este sistema combina el objetivo de la optimización del crecimiento y la productividad de la pastura con el control de parásitos.

Uso de áreas de rastrojos

Representan una herramienta de control de parásitos que puede considerarse en la actualidad, ya que hoy en día la agricultura se ha expandido en mucha áreas que antes eran solamente ganaderas (Echevarria et al., 1993). Se trata de permitir el pastoreo de los animales en áreas que son destinadas para cultivos, de los cuales, luego de la cosecha, quedan remanentes de material vegetal que pueden ser consumidos por los rumiantes (rastrojos). Debido a los requisitos de preparación del suelo asociados con los cultivos, generalmente la contaminación por formas larvarias de los parásitos desaparece totalmente de estos terrenos. Entonces el pastoreo de rastrojos podría ser usado estratégicamente de la misma forma como se podría utilizar praderas recién establecidas o renovadas -completamente libres de parásitos- para permitir en ellas el pastoreo de categorías especiales de animales. Obviamente, se requiere mayor investigación en este tema, para diversas áreas agroecológicas.

Silvopastoreo

Debido a problemas de degradación ambiental, tala de bosques, erosión, capa de ozono, etc. se ha sugerido la necesidad de incrementar la cobertura arbórea de las tierras de pastoreo en el trópico (Thomas & Kevan, 1993). En muchas regiones del trópico en América Latina, se ha venido introduciendo con mayor frecuencia, alternativas de pastoreo de los animales que cambian el concepto de la pradera basada exclusivamente en gramíneas, hacia un uso de diversas especies vegetales, que incluyen leguminosas terrestres, arbustivas y arbóreas, brindando un esquema multi-estrata de aprovechamiento de la energía solar, que permite la presencia de la ganadería con un menor impacto ambiental (Preston, 1990; Sánchez y Rosales, 1999, 2003). El pastoreo de rumiantes en este nuevo tipo de perfil de paisaje, tendrá importantes repercusiones en la epidemiología de las formas libres de los parásitos. Como primera medida, existirá un cambio en la composición de la dieta de los animales y en segundo lugar, la mayor cantidad de sombra proveída por árboles y arbustos implicará cambios en la capacidad de supervivencia de las fases de vida libre (Soca & Arece, 2000). Existe evidencia de una disminución mayor del conteo de huevos de parásitos gastrointestinales con la mas rápida descomposición de las bostas de bovinos bajo un sistema silvopastoril comparado con praderas de solo gramíneas (Soca et al, 2002).

En lo referente al cambio de la composición de la dieta, existen importantes alternativas que podrían conjugarse para coadyuvar el control parasitario; Se ha demostrado que el suministro al ganado de taninos concentrados posee efectos antihelmínticos (Niezen et al., 1993; Athanasiadou et al., 2000; Athanasiadou et al., 2001); algunas leguminosas rastreras y arbóreas poseen altos contenidos de taninos solubles y ya están siendo incorporadas en arreglos silvopastoriles, más que por su efecto antihelmíntico, por su propiedad de mejorar la conversión proteica de los animales (Arcos & Chamorro, 2001). Se requiere urgentemente de investigación aplicada en el trópico, para evaluar el efecto de esos arreglos silvopastoriles, sobre la epidemiología parasitaria.

Manejo de los animales

Existen una serie de estrategias de manejo de los animales que pueden ser utilizadas para incrementar la inmunidad o resistencia/tolerancia natural a los parásitos de la majada o rodeo de forma general, contribuyendo de esta manera a reducir la necesidad de aplicación de antiparasitarios. Los principales métodos para alcanzar este propósito se basan en la selección de animales resistentes, vacunación y mejora del estado fisiológico.

Suplementación

La nutrición es la principal limitante productiva en muchas áreas ganaderas del mundo; esto es particularmente cierto en regiones de América Latina. Por definición, los antiparasitarios no han sido desarrollados para solucionar problemas nutricionales sino para eliminar poblaciones parasitarias, cuya acción se confunde con la subnutrición (Coop & Holmes, 1996). Una vez utilizado el antiparasitario, si este es efectivo, es imperativo insistir en mejorar la cantidad y calidad de la dieta. Es bien conocido el hecho de que un adecuado plano de nutrición es un componente importante en la respuesta de los animales al parasitismo, afectando el desarrollo y establecimiento de los parásitos y también influyendo la magnitud de sus efectos patogénicos (Waller, 1999). La incorporación en la dieta de proteínas de alto valor biológico puede influir en la resistencia o tolerancia del huésped a la infección parasitaria, afectando favorablemte el grado de expresión de la respuesta inmune en estas fases. Sin embargo, la inmunidad contra los parásitos podría quedar relegada cuando debe competir por los nutrientes en circunstancias de exigencia del huésped tales como el crecimiento, preñez o lactancia (Coop & Kyriazakis, 1999).

Mejorar el plano nutricional es una recomendación válida para casi cualquier parásito. En nemátodos gastrointestinales, existen evidencias que la suplementación con proteínas puede hacer más marcada las diferencias entre ovinos susceptibles versus resistentes, posiblemente debido a un efecto de estímulo (booster) de las IgA (Baker, 1999). El "efecto antiparasitario" de la suplementación proteica aumentando la resistencia, dependerá de cuán deficitario sea el estado de los ovinos ya que la función inmunitaria parece ser prioritaria con respecto al crecimiento (Kahn et al., 2000). Por otra parte, en un reciente estudio en ovinos en crecimiento se demostró, que el plano de nutrición no poseía efecto sobre los recuentos de huevos en materia fecal ni en la carga parasitaria, pero que el tamaño de las hembras de parásitos internos y su fecundidad disminuían con el aumento del nivel de nutrición; esto fue acompañado de un aumento en la concentración de eosinófilos circulantes, sugiriendo que la respuesta inmune mejoraba en corderos consumiendo altos niveles de energía (Valderrábano et al., 2002).

En garrapatas, es largamente reconocida la importancia de la subnutrición, en épocas donde la calidad y cantidad de forraje disminuye, afectando en la resistencia natural del bovino a nuevas infecciones de garrapatas y enfermedades transmitidas (FAO, 1984); Esta situación fue descrita hace algunas décadas para las condiciones australianas (Sutherst et al., 1983) y ha sido comprobado que en el trópico americano ocurren similares fenómenos estacionales (Benavides, 1993). Se destaca la importancia de desarrollar investigación local sobre estas alternativas de suplementación; en un estudio en el Piedemonte llanero de Colombia (Villar & Martínez, 1999), se evaluó el efecto de la adición de flor de azufre a la sal mineralizada, como estrategia de control, alternativa que es tradicionalmente usada por los ganaderos de la región; en el estudio no fue evidente el efecto benéfico de esta práctica, tal vez por el bajo relativo desafío parasitario de los animales, pero también porque el plano de nutrición de los animales del centro experimental es superior a los de las explotaciones ganaderas de la región.

Como se indicó arriba, en el caso de los helmintos, también se ha evaluado el suministro de dietas con determinados niveles de taninos condensados contenidos en leguminosas (Sulla, Lotus pedunculatus), los que han demostrado acción antiparasitaria; Existe polémica si su mecanismo de acción es directo (efecto antiparasitario primario) o indirecto, mediante el aumento de la inmunidad por la mejora en la conversión proteica (Niezen et al., 1993). Sin embargo, en un estudio reciente (Athanasiadou et al., 2001) la presencia de extracto del árbol de Quebracho (Schinopsis balansae y Schinopsis lorentzii, nativo de Sudamérica, rico en taninos) en cultivos larvarios de diversas especies de nematodos, decreció la viabilidad de larvas para todas las especies.

Animales Resistentes

A la hora de establecer un programa de selección de animales, la resistencia es el carácter más útil a incorporar, ya que al reducir el número de parásitos, se limitan las consecuencias sobre la producción y disminuye la contaminación de los potreros. Este concepto es aplicable para nemátodos gastrointestinales (Gray et al., 1987; Gasbarre et al. 2001), garrapatas (Utech et al., 1978; Madalena et al., 1985) y moscas de importancia veterinaria (Brown et al., 1992; Pruett, 1999).

Un número sustancial de evidencias han demostrado que en nemátodos gastrointestinales y garrapatas existen diferencias genéticas entre razas (Woolaston et al., 1991; Gray et al., 1987; Barriga et al., 1993; Stachurski, 1993) y poblaciones de animales (Barger, 1989; Oguremi & Tabel, 1993, Wambura et al., 1998) en términos de su habilidad para responder a desafíos larvarios desde la pastura. Es conocido el hecho de que una vez establecida la resistencia a nemátodos gastrointestinales y garrapatas se mantiene por vida y es efectiva para distintas especies de estos grupos parasitarios (Baker, 1999). Estas razas/poblaciones de ovinos, cabras, bovinos requieren un mínimo de tratamientos antiparasitarios y en consecuencia pueden ser utilizados en estrategias CIP sostenibles.

Vacunación

Una cantidad importante de recursos y esfuerzos se ha invertido en las últimas décadas en el desarrollo y evaluación de vacunas eficaces para endo y ectoparásitos. Sin embargo esta tarea no ha sido sencilla debido a la complejidad de mecanismos relacionados con la respuesta inmune y a la diferente capacidad de respuesta de la población de animales (Barriga et al., 1993; De la Fuente et al., 1995; Pruett, 1999; Dalton & Mulcahy, 2001). Con el gran caudal de información actualmente disponible sobre esos mecanismos y su combinación con el uso de herramientas moleculares, existen grandes expectativas para el desarrollo de vacunas de nueva generación (Willadsen, 2001).

Todavía quedan requerimientos prácticos para resolver para muchas vacunas, como la estrategia de selección de antígenos, el fraccionamiento de los extractos de parásitos, evaluación de antígenos de secreción-excreción o la identificación de antígenos basados en la función, como es el caso de enzimas específicas (Martin, 2000). Algunas vacunas antiparasitarias han sido desarrolladas en los últimos años. Sin embargo, las vacunas moleculares contra protozoarios están aún en experimentación (Willadsen, 2001). Existen actualmente vacunas vivas o vivas-atenuadas para el control de coccidiosis aviar, toxoplasmosis en ovejas y anaplasmosis en bovinos (Dalton & Mulcahy, 2001). En este momento existen por lo menos cinco vacunas de ectoparásitos en desarrollo, pero las dos únicas vacunas disponibles comercialmente son Tick

Gard® (Australia) y Gavac® (Cuba) para el control de Bo. microplus (Pruett, 1999). En helmintos se ha intentado seguir entre otras líneas de investigación, el modelo de la vacuna contra Dictyocaulus viviparus en bovinos y en alguna medida la de Dictyocaulus filaria en ovinos, las únicas comercialmente disponibles en nemátodos de rumiantes (Waller, 1997a). Lamentablemente los resultados obtenidos hasta el momento no son alentadores, como para producir vacunas comercialmente viables. Las vacunas irradiadas han caído lentamente en desuso y hoy son consideradas más bien como herramientas que ayudarán a definir mejor la respuesta inmune y el desarrollo de nuevas vacunas contra nemátodos (Martin, 2000; Le Jambre et al., 1999). Por esta razón, sólo se resumirá las características de la vacuna contra garrapatas.

Confinamiento de categorías susceptibles (ovejas en lactancia y sus crías)

Esta estrategia está siendo utilizada en sistemas de producción intensiva de ovinos en la región sur de Brasil. Las ovejas son confinadas después del parto, en parcelas colectivas con sus crías. Los corderos son destetados precozmente y permanecen confinados hasta el momento de ser enviados para sacrificio.

DESARROLLO DE NUEVAS ESTRATEGIAS

Una de las paradojas de la resistencia es que una vez que esta aparece, muchas opciones de control parasitario dejan de ser efectivas. Por esta razón, no sólo es importante la validación local de estrategias ya desarrolladas, sino también la investigación de nuevas tecnologías. En la encuesta sobre resistencia parasitaria mencionada en el comienzo de este trabajo, que recoge la visión oficial de 77 Países Miembros de la OIE, sólo un país mencionó la necesidad de incentivar la investigación de nuevas estrategias de control como mecanismo válido para el manejo y control de resistencia (Nari & Hansen, 1999). En casi todos los grupos de parásitos resulta alarmante, la falta de opciones de control no-químico disponibles. Aquí se resumirán varios ejemplos de tecnologías, que aunque en vías de validación, prometen tener suficiente flexibilidad para ser aplicadas en sistemas reales de producción.

FAMACHA©

La técnica de FAMACHA© (Faffa Malan Chart) ha sido desarrollada originariamente en Sudáfrica, para el control de Hae. contortus en ovinos (Barger et al., 1994). En estos momentos se está validando en Brasil, Paraguay, Uruguay y se prosiguen los estudios en Sudáfrica (Bath, 2000a; Bath, 2000b; Vatta et al., 2001; Vatta et al., 2002).

Hongos patógenos

En garrapatas y moscas de importancia veterinaria se conoce que por lo menos seis géneros de hongos patógenos podrían tener algún papel que jugar dentro de la aplicación de esquemas CIP; estos incluyen a los géneros Metarhizium, Beauveria, Paecilomyces, Verticillium, Rhizopus y Fusarium sobre los que se han adelantado investigaciones, con resultados experimentales promisorios, aunque falta bastante para su validación y aplicación práctica (Brooks, 2000; Kairo et al., 2000). Para el caso de América Latina, ya los grupos de investigación han abordado esta temática, iniciándose la obtención de importante información que luego podrá ser puesta en la práctica, al desarrollar formulaciones de hongos. En Brasil se evaluaron 12 aislamientos del hongo Metarhizium anisopliae (Guedes et al., 2000), el aislamiento más patógeno causó un 100% de mortalidad a una dosis de 107 esporas/ml; los aislamientos a partir de garrapatas infectadas probaron ser más patógenos que los cultivados en medio sintético. En Colombia se evaluó de forma comparativa 10 aislamientos de Me. anisopliae, Beauveria bassiana y Verticillium lecanii sobre teleoginas de la garrapata Bo. microplus (Moreno et al., 2001); el mayor efecto sobre la reproducción se obtuvo con el aislamiento Mt019 de Me anisopliae alcanzando un 87% de inhibición a la dosis de 109 conidios/ml. A pesar de estos avances, aún resta mucha investigación por realizar previo a la obtención de un preformulado experimental para evaluaciones de campo.

Para el caso de nematodos gastrointestinales, su aplicación parece más cercana, por lo que se resumirán algunos aspectos importantes de su utilización. Existen más de 200 especies de hongos denominados nematófagos por ser capaces de utilizar nemátodos como fuente de nutrientes (Barron, 1997). Dentro de estos tienen especial importancia los hongos predadores, los cuales han desarrollado órganos especializados para atrapar larvas en movimiento. En términos prácticos, para que una especie de hongo nematófago pueda ser utilizada como un agente biológico de control, tiene que ser capaz de pasar el tracto gastrointestinal del rumiante sin ser destruido y luego en el ambiente germinar, crecer, atrapar y destruir nemátodos en las heces. Últimamente los mayores esfuerzos de investigación han sido puestos en Duddingtonia flagrans, una especie de amplia distribución mundial, cuyas esporas han demostrado tener una capacidad superior para atravesar el tracto gastrointestinal (Larsen et al., 1992).

Enemigos Naturales

El control biológico utilizando enemigos naturales no es un concepto nuevo y actualmente, dado el desarrollo de la resistencia a los pesticidas ha vuelto a adquirir importancia (Hogsette, 1999). La utilización de este tipo de control biológico se basa una idea simple, aunque a veces de difícil implementación en países en vías de desarrollo. Esta consiste en establecer las especies de parásitos que se quiere controlar, para luego identificar las especies nativas o exóticas de artrópodos que sean sus enemigos naturales. Es escencial el conocimiento de la biología del enemigo natural, estudiando su multiplicación artificial masiva, para poder posteriormente realizar liberaciones. En el caso americano, los mayores avances se encuentran en el caso de microhimenópteros parasíticos para las pupas de las moscas de importancia Veterinaria, H. irritans; Stomoxys calcitrans y Musca domestica (Hogsette, 1999). Aun se requiere el desarrollo de investigación local, para validar el posible uso de esta alternativa de control.

Medicina verde

Una promisoria alternativa adicional para el control parasitario es recurrir al uso de extractos vegetales, bajo un concepto etnobotánico que explota el conocimiento acumulado por las comunidades indígenas de América tropical (Gari, 2000). Aunque muchos de los pesticidas actuales tuvieron su origen en extractos vegetales (por ejemplo, el caso del crisantemo y los piretroides), la visión etnobotánica le brinda una diferente connotación; ya no se trata de preparar unos extractos de una planta para venderlos en la droguería (como fue la visión de los años setenta y ochenta), sino conocer las plantas para incentivar su cultivo y uso en las fincas. A contrario de los colonizadores con visión extractiva occidental, los indígenas de la Amazonía no explotan ninguna planta (menos las medicinales) en cultivos intensos (Gari, 2000); ellos cultivan parcelas donde simultáneamente se siembran más de 25 especies que ocupan niveles multi - estrata incluyendo plantas rastreras, arbustivas y arbóreas, brindando adecuada protección del suelo y rotando el sitio de cultivo de manera que se permite la regeneración del bosque. Esto coincide con las iniciativas silvopastoriles que se están promoviendo en varios países.

Los institutos nacionales y regionales de la investigación, principalmente aquellos relacionados con la Amazonía, han iniciado esfuerzos de investigación en este sentido, dirigidos hacia la situación del control de enfermedades parasitarias del ganado. En Cuba se ha probado que el extracto y frutos de Bromelia pinguin (Piña de ratón) posee actividad como terapéutico contra estrongilidos gastrointestinales del bovino, fundamentalmente contra Hae. contortus (Marrero et al., 1994). En ovinos se usó contra Oesophagostomun columbianum obteniéndose también buenos resultados. Aunque hay que seguir purificando los extractos la planta se presenta como promisoria; los campesinos de forma empírica la utilizan como antiparasitario humano, sin toxicidad evidente.

Existen otras experiencias en Colombia, Venezuela y algunos países de América Central utilizando el árbol del Neem, Azadirachta indica tanto para el control de parásitos externos (Benavides et al., 2001), como para parásitos internos (Pietrosemoli et al., 1999); en este último caso no está claro si el efecto antiparasitario es debido al principio activo del Neem, la Azadiractina, o sí es debido al contenido de taninos de la planta, mejorando al conversión proteica.

Dentro de otras alternativas de medicina natural para el control de parásitos que están empezando a ser consideradas en las iniciativas de investigación se destacan, el árbol del Mamey, Mammea americana, nativo del caribe, el cual tradicionalmente se ha usado en la región para el tratamiento de enfermedades parasitarias de la piel y recibió recientemente evaluación en el laboratorio demostrando efecto acaricida (Oliveros et al., 1996). Adicionalmente en la Amazonía se cuenta con una planta conocida por las comunidades indígenas como "Huagra Chondur", el cual se trata de una Ciperacea, el Cyperus prolyxus al cual se le indican propiedades antihelmínticas (Gari, 2000). Para todas estas iniciativas se requiere de apropiada investigación que valide con el método científico los reclamos de efectos benéficos brindados por las etnias nativas.

CONCLUSIONES

Un enfoque realista de la situación actual con referencia al control integral y sostenible de los parásitos del ganado, debe admitir algunas premisas para los parásitos de mayor importancia económica para la ganadería; consideraciones que hace sólo una década atrás, podrían ser consideradas como meras especulaciones alarmistas:

El antiparasitario es un recurso necesario pero no renovable, en la medida que la resistencia va avanzando progresivamente sobre los más modernos grupos químicos disponibles. Se requiere promover un cambio en la manera de pensar y de abordar la problemática del control de parásitos por parte de ganaderos, asesores técnicos, laboratorios, entidades de investigación y demás grupos involucrados. El cambio conceptual se refiere a dejar de creer que los pesticidas y productos químicos son una fuente inagotable y la única alternativa para el control de los parásitos del ganado.En este sentido se requiere una constante acción de extensión sobre los ganaderos. Los profesionales de la actividad privada, aparecen como los "agentes multiplicadores" por excelencia, en función de su permanente contacto con el medio rural. Claro está, que se impone la permanente actualización técnica de los mismos (Educación Continua) si lo que se pretende es obtener el máximo beneficio en el proceso de transferencia de conocimientos.

La tecnología no-química disponible actualmente, no es capaz de sustituir completamente a las drogas, por lo que extender su "vida útil" es una necesidad impostergable para el productor, los gobiernos y la industria farmacéutica. La experiencia de más de cinco décadas, ha demostrado que no existe antiparasitario "resistente" a la resistencia. De esto se desprende, que se requiere de forma urgente de una investigación conjunta y multidisciplinaria que tomando aspectos moleculares fármaco-parasitológicos, nos permita optimizar el uso de las drogas disponibles, y conocer mucho más sobre el fenómeno de la resistencia parasitaria y su diagnóstico precoz.

Los gobiernos y la industria farmacéutica, no disponen de la misma capacidad operativa del pasado y en consecuencia en el cercano futuro, cabe esperar un aumento del número de establecimientos que no dispongan de opciones de control.

El tiempo del control "fácil y práctico" ha expirado. Cada vez es más importante integrar distintas y en ocasiones más complicadas estrategias de control para lograr los mismos resultados.

Es necesario realizar los máximos esfuerzos para desarrollar, validar y utilizar sistemas de CIP a efectos de contrarrestar los efectos producidos por la resistencia parasitaria.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente