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EMERGENCIAS ALIMENTARIAS, SEGURIDAD ALIMENTARIA Y PROGRESO ECONÓMICO EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO - MWITA RUKANDEMA y A.A. GÜRKAN[44]


El documento sostiene que los desastres frecuentes y a menudo prolongados que producen emergencias alimentarias en los países en desarrollo constituyen una amenaza importante a su progreso económico y social y a su seguridad alimentaria a largo plazo. En la Sección 1 se definen conceptos claves como los de desastre y emergencia alimentaria, y en las Secciones 2 y 3 se examinan la situación actual de emergencia alimentaria y las tendencias y causas registradas en los últimos 20 años. En dicho examen se indica que el África subsahariana es la subregión más afectada. En la Sección 4 se examinan las posibles repercusiones de diversos tipos de desastres en las economías en desarrollo, y se presentan algunos ejemplos. Se utiliza un análisis discriminatorio para estudiar las interrelaciones entre la seguridad alimentaria y una gama de variables socioeconómicas. Dicho análisis revela que el grupo de países en desarrollo más afectado de inseguridad alimentaria se caracteriza, entre otras cosas, por los bajos niveles de desarrollo socioeconómico y de tasas de crecimiento económico, la alta incidencia de emergencias alimentarias y el nivel elevado de las facturas de importación de alimentos en relación con los ingresos de exportación. Por último, se evalúan los niveles de productividad agrícola de las distintas regiones en desarrollo y se pone de relieve la carga de la deuda del África subsahariana. La Sección 5 concluye y saca las consecuencias de política de los distintos resultados del documento. Entre las consecuencias principales cabe señalar que los países en desarrollo, con la asistencia de la comunidad internacional, deberían aplicar medidas destinadas a reducir la vulnerabilidad a los desastres y mitigar sus efectos, mejorando a la vez su rendimiento económico. Con respecto a los países más pobres y muy endeudados, los acreedores han de reducir drásticamente o eliminar completamente las deudas para que puedan destinar más recursos a las inversiones.

1. Introducción

Según el Sistema Mundial de Información y Alerta (SMIA) de la FAO, un país se encuentra en situación de emergencia alimentaria cuando en un determinado año no puede colmar con sus propios recursos el déficit de alimentos provocado por un desastre y necesita, por tanto, ayuda alimentaria externa. De faltar dicha asistencia, la población o una parte importante de la misma se vería gravemente desnutrida o, en casos extremos, expuesta al hambre.

El déficit puede ser causado por un desastre natural o provocado por el hombre, o por una combinación de ambos. Por desastre se entiende un grave trastorno del funcionamiento de una comunidad o sociedad que causa pérdidas humanas, materiales, económicas o ambientales generalizadas que superan la capacidad de la población afectada para resolverlas por sí sola (UNISDR, 2002). Los desastres naturales son causados por fenómenos (o riesgos naturales) tales como terremotos, actividad vulcánica, sequía, inundaciones, derrumbes, ciclones tropicales, infestaciones de plagas y enfermedades, etc. Los desastres provocados por el hombre son causados principalmente por guerras y crisis financieras o económicas. Ahora bien, algo puede aparecer como un desastre natural y ser en realidad el resultado indirecto de actividades humanas que perjudican el medio ambiente. Por ejemplo, una inundación fluvial puede deberse a una abundante sedimentación provocada por la erosión del suelo en la zona de captación del río, debida a su vez a la deforestación y degradación de las tierras. Las actividades humanas que perjudican el medio ambiente aumentan la vulnerabilidad a los desastres por parte de las comunidades locales. Algunas veces puede ocurrir, además, que un desastre natural afecte a un país que ya sufre a raíz de catástrofes provocadas por el hombre: por ejemplo, en los últimos años Afganistán ha sufrido simultáneamente a causa de graves sequías y de una guerra civil.

Ahora se reconoce ampliamente que los desastres naturales, sobre todo las sequías y las inundaciones, están aumentando tanto en frecuencia como en gravedad. También hay pruebas de que las catástrofes provocadas por el hombre, sobre todo los conflictos armados, han ido aumentando constantemente en los dos últimos decenios. Los países en desarrollo, principalmente los más pobres, cargan con todo el peso de los desastres mundiales y sufren desproporcionadamente a causa de ello por carecer de los medios tanto para prepararse a afrontarlos como para reparar o reconstruir la infraestructura damnificada. Los gobiernos tienen que desviar los escasos recursos de que disponen para los programas de desarrollo y dedicarlos a actividades de reconstrucción o para sufragar las crecientes facturas de importación de alimentos, comprometiendo de esa manera el desarrollo económico y social y la seguridad alimentaria a largo plazo. Unido a los altos costos del servicio de la deuda externa, el costo añadido de los desastres está paralizando a los países pobres.

2. Situación actual de las emergencias alimentarias

El Cuadro 1 indica que en julio de 2003 había en todo el mundo unos 36 países afectados por emergencias alimentarias, incluidos 23 en África (64 por ciento), 7 en Asia (19,4 por ciento), 4 en América Latina (11,1 por ciento) y 2 en Europa (5,5 por ciento). En África, la causa principal son las guerras civiles que afectan a 14 de los 23 países, o sea un 61 por ciento, seguidas de las sequías (11 países, o sea un 48 por ciento). En Asia, la causa principal es la sequía, especialmente en Asia central, donde continúan sintiéndose las repercusiones de la grave sequía de 2000 y se sigue necesitando ayuda alimentaria. En América Central, el derrumbe de los precios internacionales del café ha dejado a miles de familias sin ingresos, ya que los trabajadores de los cafetales han sido despedidos en masa. En Europa, muchos refugiados y familias desplazadas en el interior de Chechenia (Federación de Rusia) y en Serbia y Montenegro necesitan ayuda alimentaria para sobrevivir, después de las guerras civiles recientes o todavía en curso. Cabe señalar que aunque un país pueda haber salido recientemente de una catástrofe (por ejemplo Afganistán, Sierra Leona, Angola), la emergencia alimentaria puede persistir durante varios años. Además, algunos países se ven afectados por uno o más desastres simultáneamente (por ejemplo Somalia, Sudán, Zimbabwe, Afganistán, Iraq), lo que hace muy compleja la situación de emergencia.

Cuadro 1. Países con emergencias alimentarias en julio de 2003 (total: 36 países)

Región/País

Razón de la emergencia

Región/País

Razón de la emergencia

ÁFRICA (23 países)

ASIA (7 países)

Angola

Guerra civil

Afganistán

Sequía y guerra

Burundi

Guerra civil

Georgia

Sequía reciente

Cabo Verde

Sequía

Iraq

Guerra, sequía reciente

Côte d’Ivoire

Guerra civil

Mongolia

Sequía, cruda estación invernal

Eritrea

Sequía, guerra reciente

Tayikistán

Sequía reciente

Etiopía

Sequía, guerra reciente

Timor-Leste

Sequía

Guinea

Refugiados de países vecinos

República Popular Democrática de Corea

Limitaciones económicas, inundaciones recientes

Kenya

Sequía



Lesotho

Sequía, fuertes heladas

AMÉRICA LATINA (4 países)

Liberia

Guerra civil

El Salvador

Crisis de los precios del café

Madagascar

Sequía, trastorno económico

Guatemala

Crisis de los precios del café

Mauritania

Sequía

Honduras

Crisis de los precios del café

Mozambique

Sequía, inundaciones recientes

Nicaragua

Crisis de los precios del café

Sierra Leona

Guerra civil

EUROPA (2 países)

Somalia

Guerra civil, sequía

Federación de Rusia

Guerra civil

Sudán

Guerra civil, sequía

(Chechenia)


Swazilandia

Sequía

Serbia y Montenegro

Guerra reciente

República Centroafricana

Guerra civil



República Democrática del Congo

Guerra civil



República Unida de Tanzanía

Sequía, refugiados



Uganda

Guerra civil, sequía



Zimbabwe

Sequía, trastorno económico



Las estimaciones más recientes de la FAO (julio de 2003) indican que el número de personas afectadas por las emergencias alimentarias en todo el mundo y que necesitan ayuda alimentaria se cifra en alrededor de 70 millones, frente a una media de 64 millones en los últimos tres años.

3. Tendencias recientes en las emergencias alimentarias

Las emergencias alimentarias han ido aumentando constantemente en todo el mundo desde mediados de los años ochenta (Figura 1). La figura, basada en la base de datos de la SMIA/FAO, muestra también que en algunos años (por ejemplo 1993, 1995, 1998 y a partir de entonces), algunos países sufrieron más de un desastre en un solo año.

Figura 1. Tendencias en las emergencias alimentarias mundiales

Figura 2. Tendencias en las causas de las emergencias alimentarias

La Figura 2 muestra que los desastres provocados por el hombre han ido en aumento desde 1990 aproximadamente.

Por otro lado, desde un nivel máximo alcanzado en 1984 los desastres naturales fueron fluctuando considerablemente hasta alrededor de 1997 cuando empezaron a recrudecer. Las causas principales han sido los fenómenos hidrometeorológicos extremos (principalmente sequías, inundaciones y ciclones/huracanes).

La Figura 3 muestra las tendencias en las emergencias alimentarias por región. El África subsahariana ha experimentado el número mayor en los últimos dos decenios, oscilando entre 9 y 28. El número de las personas afectadas se estima actualmente en 40 millones, frente a la media de 27 millones en los tres últimos años. Las causas principales han sido las guerras civiles y las sequías, seguidas de las inundaciones. Una tendencia ascendente aparece clara desde 1996, no obstante la pequeña disminución registrada en 1999. En Asia, aunque los números absolutos de las emergencias son relativamente pequeños, el número de las personas afectadas es bastante grande, estimado actualmente en 32 millones, más o menos igual al promedio de los tres últimos años. El gráfico muestra una tendencia ascendente pero débil. Las causas principales han sido las inundaciones y la sequía, y han jugado un papel importante la crisis financiera de 1997/98, las estaciones invernales excepcionalmente crudas en Mongolia y más de un decenio de guerra civil en Afganistán. En América Latina, las pautas son menos claras, pero hasta 2002 las emergencias fueron causadas casi totalmente por desastres naturales, principalmente huracanes, inundaciones y sequías. El punto culminante se registró en 1999 con el “Huracán Mitch” que devastó algunos países de América Central en 1998. En Europa, la tendencia refleja principalmente las guerras civiles registradas entre los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) tras la desintegración de la ex Unión Soviética, así como la sequía generalizada en 1999/2000.

Figura 3. Tendencias en las emergencias alimentarias por región

1 Incluye emergencias en el Cercano Oriente

4. Efectos de los desastres en la seguridad alimentaria a largo plazo y en el progreso económico de los países en desarrollo

4.1 Desastres naturales

Hay dos tipos principales de desastres naturales, los que se desarrollan en forma relativamente lenta como la sequía, y los que tienen un comienzo rápido como las inundaciones, los terremotos, los ciclones/huracanes y los derrumbes. El primer tipo se presta para una alerta temprana y preparación suficientes, con lo cual se reducen las posibles consecuencias, especialmente en lo que se refiere a pérdidas de vidas humanas. Para el segundo tipo puede ser casi imposible la alerta temprana y en consecuencia se producen, por lo general, víctimas. Ahora, sin embargo, gracias a los avances recientes de la tecnología de la información, que incluye el uso de satélites y la modelización con ayuda de computadoras, existen más posibilidades para la alerta temprana, aunque todavía limitadas. Por ejemplo, el hecho de prever el calendario y la ubicación de los ciclones tropicales ha duplicado el tiempo de alerta a 48 horas desde 1990 (UNISDR 2002). Desde la perspectiva de la seguridad alimentaria y del progreso económico en los países en desarrollo, los dos párrafos siguientes se centran en los desastres causados por tres fenómenos hidrometeorológicos, a saber las inundaciones, los ciclones/huracanes y las sequías, fenómenos que se están volviendo cada vez más frecuentes y graves, con costos económicos, sociales y materiales crecientes.

Aunque los efectos materiales inmediatos de las inundaciones y de los ciclones/huracanes se circunscriban a una parte relativamente pequeña de un país, tal como una región o provincia, es posible que muera un gran número de personas, que cientos de miles o incluso millones queden sin vivienda, y que resulten muy damnificados o destruidos la infraestructura económica y social y los bienes de producción (caminos, puentes, ferrocarriles, escuelas, hospitales, edificios públicos, líneas eléctricas, ganado, cultivos, fábricas, casas, etc.). El UNISDR (2002) llega a la conclusión de que además de la estimación prevista de 100 000 pérdidas de vidas humanas al año debidas a los desastres naturales, para 2050 se prevé que el costo global excederá los 300 000 millones de dólares EE.UU. anuales, si no se alcanza a contrarrestar eficazmente las repercusiones probables de los cambios climáticos. La falta de capacidad para limitar los efectos de los desastres sigue siendo una debilidad importante de los países en desarrollo, especialmente los más aquejados por la pobreza, que también tienen que hacer frente a niveles más elevados de riesgos de desastres a causa de las interacciones negativas entre las actividades humanas determinadas por la pobreza y el medio ambiente.

Los efectos de la sequía tienden a ser más generalizados y abarcar todo un país o incluso una entera región como ha sido el caso recientemente en el África austral, y en Asia Central en 2000. Sin embargo, fuera de las pérdidas sufridas en la producción agropecuaria y de las fuertes reducciones registradas algunas veces en el suministro hidroeléctrico, el efecto en la infraestructura y en otros bienes materiales es mínimo. Además, la pérdida de vidas humanas no es grande gracias al comienzo lento de los desastres provocados por la sequía que permite un tiempo suficiente para la alerta temprana, a la cual sigue por lo general una respuesta internacional razonablemente adecuada y oportuna. No obstante, los gobiernos de los países en desarrollo se ven obligados a gastar más de sus escasos recursos en divisas para financiar el aumento de las facturas de importación de alimentos. Además, dado que la agricultura es la espina dorsal de las industrias manufactureras y la principal fuente de empleo en los países en desarrollo, los efectos económicos de las sequías reducen gravemente o incluso revierten el crecimiento económico.

4.2 Desastres provocados por el hombre

Dos causas importantes de desastres provocados por el hombre en el mundo de hoy son las crisis económicas y las guerras civiles. Entre los ejemplos recientes de crisis económicas figuran el colapso financiero en Indonesia en 1997/98 y en Argentina en 2002, y la actual crisis económica en América Central debida a un derrumbe perjudicial de los precios internacionales del café. En Indonesia, el colapso repentino sufrido por la rupia provocó una onda expansiva en toda la economía, que se tradujo en un fuerte aumento del desempleo, a más de 20 millones de desocupados, y en el hecho de que cerca de 100 millones de personas terminaron por debajo de la línea de pobreza en el lapso de un año (FAO 1998). Este episodio coincidió con una sequía provocada por El Niño que limitó de forma pronunciada la producción arrocera y aumentó las necesidades de importación de arroz en 1998/99 en cerca de un 50 por ciento, en un momento en que la divisa era extremadamente escasa. En América Central, miles de familias dependen actualmente de la ayuda alimentaria internacional después de haber abandonado los cafetales, fuente importante de subsistencia en la subregión.

En muchos países en desarrollo, particularmente del África subsahariana, las guerras civiles constituyen hoy otra amenaza importante a la seguridad alimentaria a largo plazo y al progreso económico. En la Sección 2 se indica que las emergencias alimentarias se concentran en el África subsahariana y que para la mayoría de los países afectados (61 por ciento) la causa principal son las guerras civiles. El costo humano y económico de las guerras civiles es siempre enorme. En la República Democrática del Congo, por ejemplo, se estima que 3 millones de personas han muerto desde que comenzó la guerra civil en 1998. Los muertos han sido principalmente civiles asesinados por las facciones beligerantes y por las enfermedades que afectan a las personas desplazadas en el interior del país, obligadas a vivir en condiciones subhumanas. Otras han muerto de inanición. Angola, Afganistán, Sierra Leona y el Sudán han atravesado situaciones semejantes. En general, los elevados gastos militares en guerras civiles y los costos directos e indirectos incalculables que representan para las economías pueden modificar radicalmente el progreso económico de un país durante decenios.

Con objeto de estudiar con mayor detalle las relaciones entre las emergencias alimentarias y la seguridad alimentaria a largo plazo y el progreso económico y social en los países en desarrollo, se emplea un análisis discriminatorio para determinar si existen características sistemáticamente diferentes en aquellos países en desarrollo que se consideran afectados de una inseguridad alimentaria relativamente mayor que la de los que no se encuentran en dicha situación. Las estimaciones de la FAO sobre la proporción de personas desnutridas que existen en la población total se utilizan para dividir los países en desarrollo en dos categorías: aquéllos en los que la proporción de las personas consideradas con mayor inseguridad alimentaria supera el 15 por ciento y aquéllos en los que la proporción es inferior (FAO 2003a, en preparación). El umbral del 15 por ciento como criterio para determinar la pertenencia a uno u otro grupo es muy arbitrario. Si el análisis estadístico revelara coherencias plausibles en las diferencias entre las características de los dos grupos de países, el criterio habría resultado útil.

Estudios realizados en otras partes (Banco Mundial 2002) sugieren que las emergencias alimentarias relacionadas con conflictos se relacionan estrechamente con el rendimiento económico, así como con factores sociales y políticos, que a su vez tienden a estar íntimamente vinculados con la seguridad alimentaria tanto en el plano nacional como mundial. En el presente estudio, se utiliza una selección de dichos indicadores para 92 países en desarrollo de los que se dispone de estimaciones para examinar la naturaleza de dichas relaciones. Dichos indicadores son los siguientes:

Las estimaciones de la proporción de las personas desnutridas son las más recientes de que se dispone, que utilizan datos correspondientes al período centrado en torno al año 2000. Además del Índice de Desarrollo Humano, que también utiliza los datos más recientes, todas las otras variables se calculan utilizando datos que pertenecen al decenio de 1990. Se ha hecho así para posibilitar la interpretación de que algunas de las relaciones descubiertas en el análisis implican causalidad en un sentido empírico, dado que los indicadores representan ciertos procesos que se producen cronológicamente antes de las variables de estado que se observan al final del período.

El análisis discriminatorio es una técnica estadística multivariada que crea sucesivas combinaciones lineales independientes de las variables de tal manera que las medias de las combinaciones lineales (o funciones discriminatorias) para cada uno de los grupos son lo más diferentes posible, una vez controlados los efectos de las funciones anteriores. Con sólo dos grupos, como en nuestro caso, puede extraerse solamente una función discriminatoria; y en este caso los coeficientes de la función se estiman de manera tal que los valores medios de la función en cada uno de los dos grupos son los más alejados entre sí. Si además se descubre que en cada uno de los grupos las varianzas de la función son mucho menores que la varianza total de la función, entonces se hace posible asignar un alto nivel de confianza (estadística) a los que sostienen que las características de los países de los dos grupos, determinadas por las variables subyacentes, son suficientemente diferentes entre sí.

Estas pruebas estadísticas indican, con un nivel de confianza superior a 99,999 por ciento[45], que las diferencias entre estos dos grupos de países son grandes. Una manera de entender la naturaleza de las diferencias es observar las pautas de los coeficientes estructurales o las relaciones entre las variables y la función discriminatoria en sí misma, que pueden verse en el gráfico 1. Las variables han sido ordenadas de suerte que reflejen el carácter de la relación entre ellas y la función discriminatoria. La estructura positiva o los coeficientes de correlación indican que los valores mayores de las variables tienden a relacionarse con puntajes discriminatorios mayores y viceversa, y las correlaciones negativas indican que los valores menores de las variables se relacionan con puntajes discriminatorios mayores y viceversa. Los signos de los coeficientes, por lo tanto, ayudan a agrupar las variables semejantes, mientras que las magnitudes determinan la fuerza de las relaciones entre ellas. El coeficiente positivo mayor es el del Índice de Desarrollo Humano (con un valor de 0,96) y el coeficiente negativo mayor pertenece al número total de las emergencias alimentarias declaradas a lo largo de los años noventa. A través de la estructura de la relación de cada variable con la función discriminatoria, también es posible deducir el carácter de las variables entre sí en esta dimensión discriminatoria. Lo cual significa, por ejemplo, que los países que tienen un Índice de Desarrollo Humano menor tienden a ser también los que experimentan mayores emergencias alimentarias, y viceversa.

Gráfico 1. Estructura de la función discriminatoria en términos de las variables subyacentes utilizadas para caracterizar a los países

Un debate más completo y más significativo de los resultados podría facilitarse si realizáramos el análisis utilizando el vector de los promedios de las siete variables tal como se aplican a los dos grupos de países clasificados sobre la base de la proporción de su población considerada desnutrida. El gráfico 2 muestra los promedios de las variables de los grupos en el mismo orden que el gráfico 1. Es evidente que estas variables que tienen correlaciones positivas con la función discriminatoria muestran también promedios mayores para el grupo de países que gozan de una seguridad alimentaria relativamente mayor (es decir con una proporción menor de población desnutrida), y los que tienen correlaciones negativas muestran promedios menores para el mismo grupo de países. El carácter esencial de la coherencia en las diferencias es innegable:

Gráfico 2. Promedios de las siete variables para los dos grupos de países en desarrollo

Por consiguiente, el sentido general de estos resultados es que en un determinado momento la situación nacional de la seguridad alimentaria familiar (determinada por la proporción de la población desnutrida) parece depender decisivamente del nivel de desarrollo y rendimiento económico, de la capacidad de importar alimentos para complementar lo que se produce en el país, y de la medida en que se pueden evitar las emergencias alimentarias. Tal vez valga la pena recordar que la autosuficiencia en alimentos no es necesariamente un buen indicador de seguridad alimentaria. En efecto, los elementos indicados aquí muestran que la autosuficiencia puede ser el resultado de factores, como la limitada capacidad de importación, que restringen la capacidad de los países en desarrollo para obtener a través del comercio internacional algunos de los alimentos que necesitan.

4.3 Otras consecuencias de los desastres naturales y provocados por el hombre para la seguridad alimentaria

Las emergencias reiteradas o prolongadas también producen efectos acumulativos que agravan la pobreza y minan las capacidades de desarrollo. La desviación de los recursos de las inversiones productivas provoca, entre otras cosas, el estancamiento del sector agrícola, el aumento del desempleo y el incremento del endeudamiento nacional. A continuación se tratan las cuestiones relativas al bajo nivel de productividad agrícola y al endeudamiento.

Bajo nivel de productividad agrícola

La figura 4 presenta la producción de cereales por habitante en África, Asia y América Latina entre 1980 y 2002. En África, la producción por habitante no sólo ha sido muy baja (125-175 kg/año), sino que también se ha estancado en 150 kg/año. Esto se debe principalmente al uso limitado de tecnologías agrícolas que incrementan la productividad (semillas mejoradas, fertilizantes, riego, tractores, etc.) pero también al efecto de los desastres frecuentes y a menudo prolongados registrados en el continente. En Asia, la producción por habitante es relativamente mayor (245-288 kg/año) y hasta 2000 muestra una tendencia ascendente. Los principales factores determinantes en este caso son el uso generalizado de tecnologías agrícolas mejoradas y la intensificación de la producción. Con niveles relativamente altos de producción agrícola y de ingresos de exportación, los países asiáticos se encuentran por lo general en mejores condiciones para hacer frente a las emergencias alimentarias, y aún para evitarlas. En América Latina, la producción por habitante es también relativamente alta (230-280 kg/año) con tendencia al alza a partir de 1993. Al igual que Asia, América Latina tiene en general capacidad para hacer frente a las emergencias alimentarias, salvo en el caso de los países de América Central más aquejados por pobreza, como Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador, que han sufrido una serie de desastres naturales consecutivos (El Niño, el huracán Mitch, el huracán George, terremotos) y ahora se encuentran paralizados por la crisis del café.

Figura 4. Tendencias en la producción de cereales por habitante, 1980-2002 por región

Carga de la deuda externa

Las dificultades de la balanza de pagos son particularmente graves para los países del África subsahariana, debido principalmente a las deudas externas elevadas que no tienen la capacidad de reembolsar. La figura 5 muestra la deuda externa por habitante del África subsahariana correspondiente al período comprendido entre 1980 y 2000. La deuda pasó de 175 dólares EE.UU. por persona en 1980 a un nivel máximo de 400 dólares EE.UU. en 1995 y se mantuvo en torno a 300 dólares EE.UU. en 2000. La disminución registrada a partir de 1996 probablemente se debe al alivio de la deuda logrado en el marco de la iniciativa sobre la deuda de los países pobres sumamente endeudados. No obstante, la carga de la deuda resulta insosteniblemente elevada para los países cuyos ingresos por habitante son por término medio inferiores a 450 dólares EE.UU. por año, siendo de 100 dólares EE.UU. aproximadamente en los más pobres (Etiopía, Burundi) en los cuales alrededor del 50 por ciento de la población total vive por debajo de la línea de pobreza (Banco Mundial 2002, AfDB 2003). Aunque algunos factores, como las relaciones de intercambio desfavorables y las elevadas tasas de interés internacionales, jugaron un papel importante en el aumento del nivel del endeudamiento, es muy probable que hayan influido mucho los desastres reiterados o prolongados. El servicio de la deuda es una limitación grave a la seguridad alimentaria a largo plazo y al desarrollo económico y social de la subregión.

Figura 5. Deuda externa por habitante del África subsahariana (dólares EE.UU).

Fuente: Banco Mundial, FAO.

5. Conclusión y consecuencias de política

En el presente documento se sostiene que la creciente frecuencia e intensidad de los desastres constituye una amenaza importante a la seguridad alimentaria a largo plazo y al progreso económico de los países en desarrollo, particularmente de los más aquejados por la pobreza, que carecen de la capacidad de hacer frente a sus repercusiones. Los escasos recursos de que disponen se desvían de los programas de desarrollo y se destinan a las actividades de rehabilitación y reconstrucción, a los presupuestos militares y a las crecientes facturas de importación de alimentos. La subregión más afectada es el África subsahariana, que representa actualmente el 64 por ciento del número total de países que sufren emergencias alimentarias en todo el mundo. Por lo que se refiere a los desastres naturales, los países en desarrollo necesitan, además de capacitación técnica, la ayuda para establecer o hacer funcionar sistemas eficaces de alerta temprana que utilizan los avances de la tecnología de la información. Estos países necesitan promover prácticas de ordenación de las aguas tales como control de inundaciones, riego en pequeña escala, recogida de aguas, ordenación de cuencas hidrográficas y planificación del uso de las tierras para reducir la vulnerabilidad a sequías e inundaciones y mitigar sus efectos. Las guerras civiles se concentran particularmente en el África subsahariana, que actualmente representa el 82 por ciento del total mundial. En este documento se indica que el mejoramiento económico es un requisito esencial para prevenir o mitigar las emergencias alimentarias provocadas por los conflictos. Por tanto, los países pobres necesitan una asistencia eficaz para alcanzar un crecimiento económico sostenido, diversificar sus economías y lograr una mayor productividad agrícola. La asistencia internacional debe dirigirse a los países más pobres (y expuestos a conflictos). Además, es fundamental que los países desarrollados abran sus mercados para permitir la expansión y diversificación de las exportaciones de los países en desarrollo. Por lo demás, las deudas oprimentes de los países más pobres tienen que ser reducidas drásticamente o canceladas para que puedan destinar más recursos a las inversiones internas.

Referencias

African Development Bank (AfDB) 2003. African Development Report.

Banco mundial. 2002. World Development Indicators.

Banco mundial. 2003. Breaking the Conflict Trap: Civil War and Development. Documento de investigaciones de políticas, de Paul Collier.

FAO. 1998. GIEWS Special Report: FAO/WFP Crop and Food Supply Assessment Mission to Indonesia. Octubre de 1998.

FAO. 2001. Food Emergencies and Outlook - Conference Supplement to Food Outlook.

FAO. 2003a. The State of Food Insecurity in the World 2003, Roma, en preparación.

FAO. 2003b. The Impact of Disasters on Long-Term Food Security and Poverty Alleviation - Policy Implications. Comité de Seguridad Alimentaria Mundial. Mayo de 2003.

UNISDR (UN International Strategy for Disaster Reduction). 2002. Disaster reduction and sustainable development: understanding the links between vulnerability and risk to disasters related to development and environment. Documento de referencia para la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, Johannesburgo, 26 de agosto-4 de septiembre de 2002.

UNDP (United Nations Development Programme). (PNUD-Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) 2003. Human Development Report 2003. Millennium Development Goals: A compact among nations to end human poverty, publicado para el PNUD por la Oxford University Press, Nueva York.


[44] Mwita Rukandema es Economista Superior del Grupo de Alerta del Servicio de Información y Alerta Mundiales y A.A. Gürkan, Jefe del Servicio de Productos Alimenticios Básicos de la Dirección de Productos Básicos y Comercio de la FAO.
[45] El valor calculado del lambda de Wilk es de 0,413, con un valor F de Fisher asociado de 17,084, lo que indica que la probabilidad de encontrar un valor tan extremo como éste es inferior a 0,0001, en el marco de la hipótesis nula la de la igualdad de los vectores medios de los dos grupos. En otras palabras, la diferencia entre los centroides de grupo es significativa.

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