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6. Posiciones de la opinión pública con respecto a la biotecnología agrícola

Las actitudes del público con respecto a la biotecnología serán muy importantes para determinar la amplitud de la adopción de las técnicas de ingeniería genética en la alimentación y la agricultura. Se ha estudiado ampliamente la opinión pública en Europa y América del Norte, pero no tanto en otros países, y los datos comparables internacionalmente son muy limitados. En este capítulo se examinan los estudios sobre opinión pública comparables realizados con mayor amplitud hasta ahora acerca de la biotecnología agrícola (Hoban, 2004). Se concluye con un examen de la posible función del etiquetado para atender diversas actitudes del público con respecto a los alimentos transgénicos.

No es sorprendente que las actitudes del público respecto de la biotecnología agrícola difieran mucho según los países, ya que la población europea expresa generalmente opiniones más negativas que la de las Américas, Asia y Oceanía. Las actitudes se relacionan generalmente con los niveles de ingresos, siendo las de la población de los países más pobres más positivas que las de los más ricos, si bien hay excepciones a esta norma. Aunque algunos estudios no son muy precisos (por ejemplo, utilizan frecuentemente los términos «biotecnología» e «ingeniería genética» de forma intercambiable, véase el Recuadro 25), tales estudios señalan que la población tiene opiniones bastante matizadas. Algunas personas consideran indeseables todas las aplicaciones de la ingeniería genética, pero la mayoría hacen distinciones sutiles, considerando el tipo de modificación y los riesgos y beneficios potenciales.

RECUADRO 25
Formular las preguntas correctas

Las respuestas a los sondeos de opinión dependen, entre otras cosas, de la formulación exacta de las preguntas. Las investigaciones han demostrado que, si se pregunta por la «biotecnología», es más probable que se suscite una respuesta positiva que si se pregunta por la «ingeniería genética». Aunque estas sutilezas pueden hacer variar en un 10-20 por ciento el resultado de las respuestas, muchos estudios utilizan estos términos muy libremente. Hay otros factores que pueden influir en las respuestas, como la forma en que se elige a los encuestados y el tipo y la cantidad de material de referencia que se les facilita. Por estas razones, deben hacerse con cautela las comparaciones entre diferentes estudios realizados en distintos lugares y momentos.

Beneficios y riesgos de la biotecnología

El estudio internacional más amplio sobre las percepciones del público acerca de la biotecnología es una encuesta realizada a unas 35 000 personas de 34 países de África, Asia, las Américas, Europa y Oceanía (véase la lista en la Figura 10) por Environics International9 (2000). Se preguntó a 1 000 personas de cada país en qué medida estaban de acuerdo o en desacuerdo con la siguiente afirmación:

Los beneficios de utilizar la biotecnología, para crear cultivos alimentarios modificados genéticamente que no requieran plaguicidas y herbicidas químicos, son mayores que los riesgos.

Las respuestas a esta afirmación muestran diferencias importantes por regiones (Figura 10). La gente de las Américas, Asia y Oceanía aceptaba con mucha mayor probabilidad que la de África y Europa que los beneficios de este empleo de la biotecnología son superiores a los riesgos. Mientras casi las tres quintas partes de la población encuestada en las Américas, Asia y Oceanía respondió positivamente, sólo algo más de un tercio de los europeos y algo más de la mitad de los africanos estaban de acuerdo. Los africanos y europeos eran también más ambivalentes en sus respuestas, ya que un quinto y un tercio, respectivamente, dijeron que no estaban seguros, frente a sólo un octavo de los americanos, asiáticos y oceánicos.

En general, las personas de países con ingresos más altos tienden a ser más escépticas sobre los beneficios de la biotecnología y a preocuparse más por los riesgos potenciales, si bien hay excepciones a esta norma. Dentro de Asia, por ejemplo, los ciudadanos de países de ingresos más altos, como Japón y la República de Corea, son más escépticos sobre los beneficios y se preocupan más por los riesgos potenciales de la biotecnología que los de países de ingresos más bajos, como Filipinas e Indonesia. De igual forma, en América Latina, los ciudadanos de países de ingresos más altos, como la Argentina y Chile, son más escépticos que los de países de ingresos menores, como la República Dominicana y Cuba. Sin embargo, hay excepciones a esta observación. Dentro de Europa, por ejemplo, los habitantes de los Países Bajos, que tienen ingresos más elevados que los de Grecia, muestran, por término medio, una actitud más positiva sobre la biotecnología. Es evidente que factores distintos de los niveles de ingresos son importantes para determinar las actitudes en esta materia.

Dentro de Asia y Oceanía, las opiniones favorables varían, desde el 81 por ciento en Indonesia hasta sólo el 33 por ciento en Japón. En países de ingresos más altos de Asia y Oceanía -Australia, Japón y la República de Corea- había en general una tendencia menor que en otros países a admitir que los beneficios de la biotecnología para reducir los plaguicidas y herbicidas químicos son superiores a los riesgos. Las diferencias de opiniones en las Américas no eran tan amplias, ya que el acuerdo variaba del 79 por ciento en Cuba al 44 por ciento en Argentina. Dentro de América Latina y el Caribe, en los países de ingresos más altos -Argentina, Chile y Uruguay-, se mostraba una actitud algo más negativa que en los demás. Dentro de América del Norte, la aceptación de la mencionada afirmación era constantemente elevada. La opinión europea era en general menos favorable que en otras regiones, variando de un acuerdo del 55 por ciento en los Países Bajos al 22 por ciento en Francia y Grecia.

En general, la población de los países en desarrollo tendía más a apoyar la aplicación de la ingeniería genética para reducir el empleo de plaguicidas y herbicidas químicos. Por término medio, las tres quintas partes de los encuestados de países no pertenecientes a la OCDE estaban de acuerdo con la afirmación, frente a los dos quintos en los países de la OCDE. Esto indica que la gente de los países más pobres tiende a valorar más los beneficios potenciales de la biotecnología que los riesgos percibidos, mientras que en los países más ricos se observa lo opuesto. Los países de la OCDE con un mayor porcentaje de acuerdo eran aquellos donde se producen ya cultivos sometidos a ingeniería genética: Canadá, México y los Estados Unidos.

Apoyo a distintas aplicaciones de la biotecnología

En el estudio de Environics International (2000) se hacía una segunda pregunta a los encuestados sobre si apoyarían o se opondrían a la utilización de la biotecnología para poner a punto cada una de ocho aplicaciones diferentes (Figura 11). La aprobación del público difiere mucho según cuál sea la aplicación específica de la biotecnología. Las aplicaciones que atienden preocupaciones por la salud humana o el medio ambiente se consideran más favorablemente que las orientadas a incrementar la productividad agrícola. Casi todos los encuestados indicaron que apoyarían el empleo de la biotecnología para producir nuevos medicamentos para los seres humanos, si bien el 13 por ciento se opondría. Más del 70 por ciento estuvo a favor del uso de la biotecnología para proteger o reparar el medio ambiente, por ejemplo, cultivos que producen plásticos, bacterias que limpian los residuos en el medio ambiente o cultivos que requieren menos productos químicos. Una gran mayoría (68 por ciento) de los encuestados se mostró favorable a la producción de cultivos más nutritivos.

Las aplicaciones de la biotecnología relacionadas con los animales recibieron mucho menos apoyo que las relativas a los cultivos o bacterias. Sólo algo más de a mitad de los encuestados (55 por ciento) estuvo a favor de los piensos modificados genéticamente, aun en el caso de que permitieran producir carne más sana. Al empleo de la biotecnología para clonar animales con fines de investigación médica se opuso el 54 por ciento de los encuestados, y el 62 por ciento se opuso a la modificación genética de los animales para incrementar la productividad. Estos resultados indican que la gente acepta menos la biotecnología animal, quizás porque implica cuestiones éticas más complejas. Parece haber una mayor probabilidad de que se acepten aplicaciones de biotecnología animal que impliquen algún beneficio tangible, especialmente para la salud humana, mientras que convencen menos a la opinión los beneficios económicos como el aumento de la productividad.

Expectativas personales sobre la biotecnología

Con una serie de preguntas complementarias, Environics International (2000) trató de comprender algunas de las actitudes y preocupaciones subyacentes al apoyo o la oposición del público a la biotecnología. En 15 de los países del estudio, se preguntó a los encuestados que indicaron haber oído algo sobre la biotecnología si estaban de acuerdo o no con la siguiente afirmación:

La biotecnología beneficiará a personas como yo en los próximos cinco años.

Casi el 60 por ciento de los informantes estaban de acuerdo en que la biotecnología sería beneficiosa (Figura 12). Los ciudadanos de las Américas, Asia y el Oceanía eran mucho más optimistas que los europeos en que la biotecnología les beneficiaría (no se incluyó a países africanos en estas cuestiones complementarias). Los dos tercios de los encuestados de las Américas, Asia y Oceanía sostuvieron esta opinión, frente a menos de la mitad de los europeos. La distinción por niveles de ingresos fue similar. Sólo algo más de la mitad de los encuestados de países de la OCDE creía que la biotecnología les beneficiaría, mientras que casi los tres cuartos de los habitantes de países no pertenecientes a la OCDE aceptaban la afirmación. Los encuestados de los países que se mostraban pesimistas sobre el potencial de la biotecnología para beneficiarles tendían también a estar menos de acuerdo en que los beneficios de los cultivos modificados genéticamente compensaban los riesgos. Este resultado corresponde a los niveles más altos de aceptación de la biotecnología en las Américas, Asia y Oceanía registrados en la Figura 10 y sugiere que quienes creen que la biotecnología les beneficiará personalmente apoyarán su empleo con mayor probabilidad.

Preocupaciones de orden moral y ético

Se formuló una segunda pregunta complementaria sobre si se estaba de acuerdo o no con esta afirmación:

La modificación de genes de plantas o animales es ética y moralmente inaceptable.

Más del 60 por ciento de los encuestados estaba de acuerdo con esta afirmación y las respuestas fueron más equiparables entre los países que las dadas a otras preguntas (Figura 13). Más de la mitad de los encuestados en todos los países, salvo China, estaba de acuerdo en que la modificación genética de plantas o animales es ética y moralmente inaceptable. Este resultado parece oponerse a la aceptación generalmente elevada de la biotecnología de las plantas que muestran las Figuras 10 y 11, y puede reflejar el hecho de que la afirmación consideraba la modificación genética tanto de animales como de plantas. Como aparece en la Figura 11, la gente estaba menos inclinada a aceptar cualquier forma de biotecnología que afecte a los animales.

Las personas se dividían con arreglo a diferencias regionales y por ingresos en sus juicios éticos y morales sobre la modificación genética, siendo más probable entre los europeos que entre los americanos, los asiáticos y los oceánicos la opinión de que la modificación genética es ética y moralmente inaceptable. Los ciudadanos de países de la OCDE se inclinaban también más que los de países no pertenecientes a ella a tener reservas éticas o morales sobre la modificación genética. Las divisiones por regiones e ingresos son menos netas que con respecto a las demás afirmaciones, pero las pautas generales son semejantes. En los países donde los encuestados consideran la modificación genética moral y éticamente inaceptable, hay también menos personas que aceptan que los beneficios de la biotecnología son superiores a los riesgos o que la biotecnología las beneficiará.

Aplicaciones orientadas al consumidor

En un segundo estudio, Environics International (2001) examinó si sería más elevada la tasa de aceptación en caso de que los productos fueran más beneficiosos para los consumidores. Se preguntó a 10 000 consumidores de diez países si comprarían alimentos con ingredientes modificados genéticamente si los productos resultantes fueran más nutritivos (Figura 14). Se dio a los encuestados la opción de seguir comprando el producto o dejar de hacerlo en caso de que se enteraran de que estaba modificado genéticamente.

Casi el 60 por ciento de los encuestados indicaron que comprarían alimentos enriquecidos nutricionalmente. Los consumidores europeos estaban menos dispuestos que los de otras regiones, pero las diferencias geográficas parecen ser menos claras que respecto de otras preguntas. El nivel de ingresos tiene una relación mayor con el deseo de comprar alimentos enriquecidos nutricionalmente. Más del 75 por ciento de los consumidores de China e India y el 66 por ciento de los del Brasil indicaron su deseo de comprar alimentos modificados genéticamente más nutritivos. Sólo algo más de la mitad de los consumidores de países de la OCDE mostraron el deseo de comprarlos y una mayoría de los consumidores de Australia, Alemania y el Reino Unido no lo harían. Estos resultados indican que aunque, en muchos países, se aceptarían favorablemente nuevos cultivos modificados genéticamente que beneficien claramente a los consumidores, es posible que tales cultivos no superaran la oposición de los consumidores en todos los países.

Etiquetado de los alimentos y biotecnología

La falta de un consenso social y científico sobre la moderna biotecnología agrícola ha inducido a algunos a proponer que los productos de esta tecnología se etiqueten como tales, como solución de compromiso y para seguir avanzando. Quienes proponen el etiquetado sostienen que la información en los envases de los alimentos permitirá a cada consumidor elegir si acepta o rechaza la ingeniería genética al decidir si los compra o no. Quienes se oponen aducen que tales etiquetas predispondrían injustamente a los consumidores contra alimentos determinados como inocuos para el consumo por las instituciones normativas nacionales. Aunque parece una solución simple, el etiquetado ha sido objeto de complejos debates dentro de los países y entre ellos (Capítulo 5).

Producto o proceso

Hay acuerdo general en que los productos modificados genéticamente deben etiquetarse como tales si difieren de los convencionales por sus propiedades nutricionales, organolépticas (por ejemplo, sabor, aspecto, textura) y funcionales. También hay acuerdo en que los alimentos que puedan causar reacciones alérgicas como consecuencia de la modificación genética deben llevar una advertencia en la etiqueta, en caso de que se permita su comercialización (FAO/OMS, 2001, sección 4.2.2). En esta situación, la cuestión se centra en el producto final y el etiquetado tiene por objeto impedir que se induzca a error y advertir a los consumidores de posibles riesgos (es decir, las razones tradicionales del etiquetado). Es de señalar, no obstante, que los textos del Codex sobre la evaluación de la inocuidad de los alimentos que contienen OMG desaconsejan la transferencia de genes que serían calificados de alérgenos (FAO/OMS, 2003b) y, por lo tanto, no es probable que tales productos sean aprobados por las instituciones normativas nacionales.

Se ha propuesto que se indique en la etiqueta de un producto el hecho de que se han utilizado procesos de biotecnología en su fabricación. Se están debatiendo los criterios para determinar si un producto sería etiquetado de esta forma si el producto final no tuviera una diferencia discernible con el producto convencional, si no tuviera trazas detectables de ADN, etc., (FAO/OMS, 2003b).

Frecuentemente los motivos del etiquetado basado en el proceso se orientan al logro de objetivos sociales, como ofrecer oportunidades de elección a los consumidores y proteger el medio ambiente. El etiquetado para informar a los consumidores sobre un proceso es una forma relativamente nueva de utilizar las etiquetas de los alimentos y es objeto de discusión.

Derecho a conocer o necesidad de conocer

Quienes proponen el etiquetado de los alimentos sometidos a la bioingeniería consideran que los ciudadanos tienen el derecho a conocer la información sobre los procesos utilizados para producir el alimento. Pocos estarían en desacuerdo con ello, pero quienes se oponen a dicho etiquetado sostienen que esa información, que no es esencial para proteger la salud y evitar el fraude, puede inducir a confusión al consumidor y podría tener efectos perjudiciales.

Aunque hay poca experiencia sobre las reacciones de los consumidores al etiquetado de alimentos sometidos a ingeniería genética, sí existe en la industria alimentaria la preocupación de que las etiquetas inducirían a los consumidores a deducir que tales productos son inferiores a los convencionales.

Según las investigaciones, son distintas las fuentes de información que influyen en las decisiones de los consumidores sobre la compra de alimentos (Frewer y Shepherd, 1994; Einsiedel, 1998; Knoppers y Mathios, 1998; Pew Initiative, 2002b; Tegene et al., 2003); así pues, los efectos del etiquetado de los alimentos podrían depender de otros mensajes que recibe el público. Los tipos de información pública disponibles con respecto a la biotecnología varían según los diferentes países y entre los distintos sectores de la población, por lo que es difícil hacer generalizaciones sobre los efectos del etiquetado.

Etiquetado obligatorio o voluntario

Varios países han estudiado si obligar a los productores de alimentos a que manifiesten que un alimento ha sido producido por medio de la biotecnología. Algunos gobiernos han promulgado códigos que hacen obligatorio el etiquetado (por ejemplo, la Unión Europea, Australia, China, Japón, México, Nueva Zelandia y la Federación de Rusia).

Otros países rechazan este método (por ejemplo, Argentina, Brasil, Canadá, Sudáfrica y los Estados Unidos). Sin embargo, algunos están estudiando la posibilidad de un etiquetado voluntario para los productores que deseen facilitar esta información a los consumidores.

Etiquetado negativo: «Este producto no contiene ingredientes derivados de ingeniería genética»

Se ha propuesto que las etiquetas en las que se indique que un alimento no contiene productos de biotecnología («etiquetado negativo») darían a los consumidores la posibilidad de evitar alimentos derivados de ingeniería genética. Se estimularía así el desarrollo de mercados nicho para algunos productores como los de productos agrícolas orgánicos.

Quienes se oponen a este enfoque consideran que tales etiquetas inducirían a error a los consumidores, haciendo que deduzcan que los alimentos sometidos a ingeniería genética son inferiores. Otros sostienen que la exigencia de que un productor demuestre que un producto no está modificado genéticamente supone una carga injusta para los pequeños productores.

Consideraciones técnicas, económicas y políticas

Las políticas de etiquetado, para ser eficaces, deben apoyarse en servicios de normalización, ensayo, certificación y aplicación (Golan, Kuchler y Mitchell, 2000). El etiquetado plantea varios problemas que no se han resuelto, tales como la necesidad de identificar las definiciones y términos más adecuados que han de utilizarse en la etiqueta, la elaboración de técnicas y sistemas científicos para el seguimiento de la presencia de ingredientes derivados de ingeniería genética en los alimentos y la promulgación de reglamentos apropiados para aplicar una política de etiquetado.

Todas las opciones de etiquetado implican gastos que serían costeados inicialmente por los productores de alimentos y los gobiernos, pero que podrían hacer subir los precios de los alimentos y los impuestos. Los eticistas han sostenido que no sería apropiado imponer estos costos a todos los consumidores porque algunas personas no se preocupan de la biotecnología (Thompson, 1997; Nuffield Council on Bioethics, 1999). Otros defienden que el etiquetado obligatorio está justificado si una gran proporción de la población desea obtener la información. Algunos consumidores podrían verse limitados en su elección de los alimentos o bien por sus bajos ingresos o por la falta de otras posibilidades, mientras que otros podrían no ser capaces de entender las etiquetas. Por consiguiente, el etiquetado, en cuanto tal, no reflejaría plenamente las preferencias de los consumidores.

El etiquetado suscita posibles cuestiones de competencia desleal entre los productores de alimentos. Además del impacto económico dentro de los países, el etiquetado podría tener efectos en el comercio internacional. Los exportadores de productos alimenticios sometidos a ingeniería genética se han opuesto a las políticas de etiquetado obligatorio de los países importadores, considerándolas barreras injustificadas al comercio.

Solución del debate: la Comisión del Codex Alimentarius

Estas cuestiones han sido objeto de las deliberaciones del Comité sobre Etiquetado de los Alimentos de la Comisión del Codex Alimentarius durante varios años. En la reunión de dicho Comité celebrada en mayo de 2003, se estableció un grupo de trabajo para tratar esta cuestión.

Conclusiones

Las posiciones del público con respecto a la biotecnología, especialmente la ingeniería genética, son complejas y matizadas. Se han realizado relativamente pocas investigaciones internacionalmente comparables sobre la opinión pública, pero las disponibles muestran notables diferencias entre las regiones y dentro de ellas. En general, hay más probabilidades de que los habitantes de países más pobres acepten que los beneficios de la biotecnología agrícola son superiores a los riesgos, que ésta les beneficiará y que es moralmente aceptable. Los americanos, los asiáticos y los oceánicos son mucho más optimistas sobre el futuro de la biotecnología que los africanos y europeos. Hay excepciones a estas pautas simples, pero es evidente que son muchos los factores que influyen en las actitudes hacia la biotecnología.

Es manifiesto que pocas personas expresan un apoyo u oposición totales a la biotecnología. La mayoría parece establecer distinciones sutiles entre técnicas y aplicaciones con arreglo a una serie compleja de consideraciones, entre las que figuran la utilidad percibida de la innovación, su potencial para causar o aliviar peligros para los seres humanos, los animales y el medio ambiente, y su aceptabilidad moral o ética. En todas las regiones hay una aceptación más general de las aplicaciones médicas que de las agrícolas, y de las aplicaciones agrícolas para las plantas que de las destinadas a los animales. En general se aceptan más las innovaciones que proporcionan beneficios tangibles a los consumidores o al medio ambiente que las encaminadas a incrementar la productividad agrícola. Estas sutiles distinciones indican que las posiciones del público hacia la biotecnología agrícola cambiarán a medida que se pongan a punto nuevas aplicaciones y se llegue a disponer de más pruebas sobre los efectos socioeconómicos, ambientales y en la inocuidad de los alimentos. Se necesitan más investigaciones internacionalmente comparables para identificar la serie polifacética de factores que influyen en las opiniones del público respecto a la biotecnología y para comprender las formas en que evolucionan.

Se considera el etiquetado como un medio para salvar las diferencias en las actitudes del público con respecto a la biotecnología, especialmente a la ingeniería genética. Aunque pueda parecer una solución simple, el debate sobre las ventajas y la viabilidad del etiquetado es complejo. La cuestión afecta a los motivos fundamentales del etiquetado de los alimentos y tiene repercusiones sobre la equidad en la distribución, los derechos de los consumidores y el comercio internacional. Hay quien defiende que la gente tiene derecho a saber si un producto se ha obtenido por medio de la ingeniería genética, incluso en el caso de que no difiera de forma discernible de su homólogo convencional. Otros sostienen que tales etiquetas inducirían a error a los consumidores, suponiendo una diferencia donde no la hay. Hay otros desacuerdos sobre la aplicación técnica de la obligación del etiquetado y sobre quién sufragaría los costos. Actualmente no hay ningún consenso internacional sobre este asunto, pero la Comisión del Codex Alimentarius sigue trabajando para establecer directrices acordadas sobre el etiquetado de los alimentos.

9 En noviembre de 2003, el nombre de Environics International se cambió en GlobeScan Inc.


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