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1. Introducción

1.1 Los Bosques plantados

Los bosques plantados representan cerca del 7 por ciento del área mundial de bosques o cerca del 2 por ciento del área mundial de tierra, es decir, un poco menos de 300 millones de hectáreas. Al mismo tiempo, éstos suministran más de la mitad de la madera destinada al uso industrial producida en el mundo, y tanto su extensión como productividad siguen creciendo. Comparados con los bosques que se regeneran naturalmente, los bosques plantados constituyen una inversión mayor por unidad de área y producen normalmente un valor superior mediante sus productos y servicios. Asimismo, éstos varían en términos de extensión y tipo, oscilando entre pequeñas propiedades y propiedades industriales, y de uso, ya que pueden ser de protección o de producción. Los bosques plantados se extienden desde las zonas boreales hasta aquellas tropicales y pueden estar conformados por especies de árboles nativas e introducidas. A veces también son objeto de controversia: alcanzar un equilibrio entre los beneficios de índole sociocultural, ambiental y económico puede convertirse en un desafío.

Los bosques, incluyendo a los bosques plantados, suministran madera, fibra, leña y productos forestales no maderables para uso industrial y no industrial. Los beneficios que los productos del bosque aportan respecto a otros productos que compiten con ellos (de cemento, plástico y metal) consisten en que son renovables, eficientes desde el punto de vista energético y son amigables desde el punto de vista ambiental. Los bosques plantados, cuando se manejan de manera responsable, pueden contribuir también al suministro de servicios ambientales (protección del suelo y del agua, rehabilitación de tierras degradadas, restauración de los paisajes, desarrollo del habitat y captura de carbono), así como de servicios sociales y apoyo a los medios de subsistencia de la población (desarrollo regional, generación de ingresos, empleo y recreación). Éstos también pueden contrarrestar la presión que se ejerce sobre bosques primarios y otros ecosistemas forestales valiosos.

Muchos tipos de bosque crecen en la mayoría de las zonas ecológicas. Éstos varían enormemente en términos de cubierta, estructura y composición de las especies. Acomodar a todos los bosques dentro de unas cuantas clases mundiales es por lo tanto un reto. Sin embargo, se reconoce que los bosques pueden ser clasificados de acuerdo a un continuum dado por su cercanía (o lejanía) de su estado natural y, al mismo tiempo, de acuerdo al impacto que su ordenación tiene en la estructura y composición del mismo. El proceso de Evaluación Mundial de los Recursos Forestales de la FAO ha establecido cuatro clases que se manifiestan en este continuum:

Además de estas clases de bosques, existen otras tierras arboladas y árboles fuera del bosque que crecen en los paisajes agrícolas y zonas urbanas, que también se reconocen como recursos forestales. Los bosques plantados comprenden las plantaciones forestales y la parte plantada de los bosques semi-naturales (Figura 1; se proporcionan más detalles en el, Anexo 2).

Las directrices voluntarias a menudo se refieren a ”la ordenación de los bosques plantados”, lo cual significa la planificación y aplicación de todo tipo de normas, arreglos institucionales, actividades de desarrollo e investigación, políticas, monitoreo y operaciones forestales relacionadas con los bosques plantados, ya sea a nivel de política estratégica o a nivel operativo en el campo. Dicho término, sin embargo, no se refiere a las actividades de transformación, mercadeo o comercio relacionado con los productos forestales que se realizan fuera de los límites del bosque, no obstante los nexos con dichas actividades sean importantes para la toma de decisiones en materia de ordenación de los bosques plantados.

FIGURA 1

Continuum forestal, desde los bosques primarios hasta los árboles fuera del bosque, estableciendo el ámbito que ocupan los bosques plantados

Adaptado a partir de la FAO, 2006.

1.2 Acerca de las directrices voluntarias

Alcance

Tras reconocer la importancia que tienen los bosques plantados desde los puntos de vista económico, social, cultural y ambiental, los gobiernos y otras partes interesadas solicitaron a la FAO que preparara, en colaboración con otros socios, un conjunto de principios rectores a fin de generar condiciones favorables para los bosques plantados, en los ámbitos político, jurídico, normativo y técnico.

Un proceso de consultas, integradas por representantes de múltiples partes interesadas dejaron en evidencia que los principios y directrices debían ayudar a garantizar que los aspectos cultural, social, ambiental, y económico fuesen tomados en cuenta e incorporados en la ordenación de los bosques plantados de una manera equilibrada. Las directrices voluntarias debían basarse en los acuerdos internacionales relacionados con los bosques, incluyendo los procesos sobre criterios e indicadores y el concepto de “ordenación forestal sostenible”. Aun cuando las directrices se relacionan específicamente con los bosques plantados, éstas no deberían ser contempladas de manera aislada respecto a la ordenación forestal en general, sino que deberían constituir un ejemplo que pudiese ser seguido por los demás componentes de la ordenación forestal sostenible. Además, las directrices deberían tomar en cuenta la legislación internacional existente, los convenios y acuerdos que se encuentran al margen del diálogo específico sobre el tema forestal a fin de garantizar que aspectos tales como el uso sostenible de la tierra, el desarrollo sostenible y los derechos humanos sean considerados.

El diálogo entre múltiples partes interesadas acerca de los bosques plantados indicó además que los principios y directrices debían ser complementados con consideraciones técnicas relativas a su aplicación, una bibliografía exhaustiva, y anexos que esclarecieran los antecedentes y la terminología.

El alcance de las directrices es mundial: éstas pueden ser adoptadas y aplicadas a los bosques plantados en todas las zonas eco-geográficas y en los países, regiones y paisajes, cualquiera sea la etapa de desarrollo económico. La aceptación y aplicación de las directrices voluntarias no es vinculante desde el punto de vista jurídico.

Las directrices se refieren a los bosques plantados que cumplen funciones productivas para el suministro de madera, fibra y productos forestales no maderables o funciones de protección para el suministro de servicios ambientales y/o sociales. Éstas abarcan todos los aspectos de los bosques plantados, desde la elaboración de políticas y la planificación hasta las consideraciones técnicas de su ordenación. Los nexos que existen con el mercadeo, la industria y el comercio tienen relevancia para la toma de decisiones en materia de ordenación aunque éstas no sean tratadas directamente aquí.

Las directrices voluntarias no remplazan a la legislación, compromisos, tratados o acuerdos nacionales e internacionales. Más bien, éstas establecen un marco de trabajo que respalda el diálogo relacionado con la elaboración de políticas, legislación, normas y planes estratégicos y de manejo, los cuales a su vez, ayudarán a mejorar las condiciones favorables para el desarrollo de este tipo de bosques y la capacidad y habilidad en materia de ordenación de los bosques plantados.

Los esquemas de certificación forestal pueden basarse en las directrices o complementarlas mediante el establecimiento de procedimientos y monitoreo de los estándares técnicos y mejores prácticas para la ordenación de bosques plantados. Se reconoce que cuando los bosques plantados están certificados por medio de esquemas de certificación reconocidos y creíbles, el objetivo de estas directrices habrá sido satisfecho. De igual manera, cuando existen guías de alcance nacional o subnacional, códigos de prácticas u otros sistemas de práctica forestal que conciernan a los bosques plantados, los cuales hayan sido revisados respecto a estándares nacionales e internacionales, es probable que satisfagan el objetivo de las directrices voluntarias.

El fortalecimiento de las capacidades necesarias para aplicar estas directrices contribuirá a satisfacer los requerimientos nacionales necesarios para la elaboración de informes para varios convenios internacionales, acuerdos y otros compromisos, algunos de los cuales se describen en la Sección 2.

Objetivos

Los objetivos de las directrices voluntarias son:

El proposito de este trabajo ha sido proponer directrices voluntarias prácticas que, en particular modo, promuevan la inversión en los bosques plantados y la ordenación de los mismos en una amplia gama de situaciones – incluyendo propietarios de pequeñas áreas de bosque.

Usuarios

Los principales usuarios de las directrices voluntarias serán los decisores políticos, jurídicos y normativos; los planificadores, inversionistas (públicos o privados; de empresas o pequeños propietarios) y los encargados de la gestión forestal, incluyendo a partes interesadas de bosques de propiedad o de manejo comunal.

Se reconoce que la capacidad y habilidad de los usuarios y el contexto en que se usen variarán de acuerdo a distintos niveles: nacional, subnacional y local.

Revisión y actualización

Dado que las directrices voluntarias son exhaustivas, una puesta en práctica con diferentes etapas puede ser necesaria, especialmente en los países en desarrollo.

Un proceso que cuente con la participación de múltiples partes interesadas, que se base en la orientación y comentarios de los usuarios, similar al que se realizó durante la preparación inicial del proceso, debería ser utilizado periódicamente a fin de revisar las directrices y los acuerdos o alianzas para su aplicación.

Requisitos especiales de los países en desarrollo

Las directrices voluntarias pueden ser aplicadas por los países situados en cualquiera de las etapas de desarrollo económico. Además, se reconoce que los países en desarrollo pueden requerir de apoyo adicional para el fortalecimiento institucional y la formación de capacidades a fin de proporcionar las condiciones favorables que respalden su aplicación. Los principios deberían ser tomados en cuenta en aquellos países que se encuentren en proceso de elaboración de políticas, planificación, incluyendo aquellas destinados a crear condiciones favorables para la inversión en materia de bosques plantados. De manera similar, los países cuyas economías son industrializadas, en transición o en desarrollo, pueden utilizar estas directrices para volver a evaluar su marco de trabajo actual en materia de políticas, legislación, normas, planificación y ordenación de los bosques plantados.


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