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1. INTRODUCCION

1.1 Descripción de las redes de deriva

Las redes de enmalle y deriva (o redes de deriva), lo mismo que otros tipos de red de enmalle, figuran entre los métodos más simples y antiguos de pesca. Estas redes enmallan o atrapan los peces en las mallas de los paños de red. Las redes se tienen más o menos verticalmente en la columna de agua mediante un cabo flotante o relinga superior, en la parte más alta de la red, y una relinga de plomos, en su parte inferior. Las redes armadas de esta manera pueden utilizarse por separado o, uniendo varias de ellas en forma serial, como una andana de redes. Normalmente la relinga superior queda flotando en la superficie del agua, y la red cuelga por debajo. Otras veces el cabo flotante puede estar armado de tal manera que se mantenga a cierta distancia por debajo de la superficie, por lo que la red actuaría en una parte más baja de la columna de agua. En estos casos, la red queda suspendida parcialmente mediante boyas adicionales de superficie que se fijan al cabo flotante a intervalos regulares. En algunas zonas con fondos de arena las redes de deriva se arman de tal manera que puedan pescar en el fondo marino, sobre todo para la pesca del camarón.

Se deja que la red actúe pasivamente. Los peces son capturados cuando intentan atravesar la red y quedan atrapados detrás de las agallas por las mallas de la red. Las redes de deriva se pueden fijar a un extremo de la embarcación pesquera o pueden dejarse libremente a la deriva y recuperarse más tarde.

Las redes de deriva son sólo uno entre los distintos tipos de red de enmalle. Las redes de enmalle fijas (“redes fijas”, “redes de enmalle de fondo”, “redes de enmalle caladas” o “volantas”) se utilizan también frecuentemente en aguas costeras y se distinguen de las redes de enmalle y deriva porque aquellas se fijan mediante anclas o estacas para impedir que se muevan con el agua. Las segundas, por el contrario, se dejan a la deriva y son impulsadas por las corrientes de agua o por el viento.

Las redes de deriva se utilizan generalmente por la noche, ya que entonces las mallas de la red resultan menos visibles para los peces. El tipo de material utilizado para hacer las redes influye también de forma importante en la visibilidad de la red. En los últimos años se ha utilizado con gran profusión el nailon de monofilamento, plástico transparente, sobre todo porque normalmente resulta más difícil de ver y por lo tanto permite capturar los peces con mayor facilidad.

En muchas pesquerías con redes de deriva se utilizan también los hilos de multifilamento, que tienen la ventaja de que el pez, una vez enmallado, tiene menos probabilidades de escapar. Son también menos voluminosos y más fáciles de manejar que los monofilamentos. Para eliminar los inconvenientes de su mayor visibilidad bajo el agua, los hilos de monofilamento se colorean en conformidad con el entorno en que se están utilizando.

En algunas ocasiones, los peces, más que enmallados, quedan atrapados o envueltos entre varios paños de red. Otras veces las redes se arman de tal manera que el pañn de red se fija a la relinga de flotación y a la de plomos con bastante holgura para hacer posible el enredamiento; así ocurre especialmente cuando se intentan pescar peces de formas pesadas. La proporción entre la actividad de envolvimiento y enmalle de una red está determinada por el “coeficiente de armadura” de una red. Este es la proporción entre la longitud de la red una vez montada y el total de la longitud de la red estirada (con todas las mallas cerradas). Normalmente, en una red de enmalle este coeficiente se sitúa entre 0,5 y 0,7 lo que significa que las aperturas de la malla son más o menos rectangulares. Cuanto menor es el coeficiente de armadura, más se apartan las mallas de la forma rectangular y mayor es la probabilidad de que puedan quedar peces enredados. Si el coeficiente es lo bastante bajo quizá sería mejor hablar de una red de enredo.

La inmensa mayoría de las embarcaciones con redes de deriva son botes pequeños, utilizados muchas veces para atender las necesidades familiares o locales de peces pelágicos. En muchos casos el uso de esos artes se remonta a tiempos remotos, y la única mejora moderna sería el uso de hilos de nailon, en vez de algodón o cáñamo u otro material vegetal. El nailon es más resistente que las fibras naturales utilizadas tradicionalmenté. La mayor resistencia del nailon en comparación con el algodón o el cáñamo, por ejemplo, ha permitido utilizar hilos más finos para capturar peces de un determinado tamaño, y ello ha aumentado la potencia pesquera de las redes. El nailon es muchas veces (aunque no siempre) más barato que los productos tradicionales y ello puede haber dado lugar a un aumento del número de pequeñas embarcaciones que utilizan redes de deriva. Además, el nailon es más duradero que los materiales tradicionales, lo que permite también una utilización más rentable.

1.2 Antecedentes de las actuales controversias

1.2.1 Perspectiva histórica

No es posible establecer con seguridad los orígenes de la pesca con redes de enmalle, pero es claro que, en una u otra forma, se vienen utilizando en todo el mundo desde hace varios milenios. Los principios y práctica de la pesca con redes de enmalle son tan elementales que parece plausible que estas redes hayan ido apareciendo independientemente en las diferentes partes del mundo. Ciertamente, ninguna nación ni región puede atribuirse con seguridad la introducción de este tipo de arte.

Es claro, por ejemplo, que la pesca del arenque con redes de enmalle era práctica frecuente en gran parte del mar del Norte ya en los siglos XI y XII, y ésta se convertiría con el tiempo en una de las pesquerías con redes de enmalle más importantes desde el punto de vista económico. Esta actividad fue propagada en los XVI y XVII por los holandeses, que fueron los primeros, al menos en Europa, en utilizar grandes embarcaciones industriales para la pesca con redes de enmalle en mar abierto, lo que les permitía la elaboración de las capturas a bordo.

En 1560 eran 1 000 las embarcaciones holandesas que practicaban la pesca con redes de deriva en el Mar del Norte; en 1620, eran unas 2 000. Muchas de ellas pasaban de 15 metros de longitud, tenían de 10 a 15 tripulantes y una capacidad de almacenamiento de hasta un millón de ejemplares (Buther, 1979). Esta pesquería del Mar del Norte se amplió todavía más durante los siglos XVIII y XIX, de manera que en 1908 estas flotas capturaban más de un millón de toneladas de arenque al año (Samuel, 1918). En el otoño de 1913 sólo en dos puertos ingleses había más de 1 700 barcos con redes de deriva, cada uno de los cuales lanzaba todas las noches unos 3 km de red, de 11 metros de profundidad, en la parte meridional del Mar del Norte.

En aquellas fechas, se daba por sentado que las redes de deriva constituían un tipo de arte eficiente y selectivo. Se utilizaban para la pesca de peces pelágicos en cardúmenes, que se presentaban en concentraciones de gran densidad en determinadas épocas del año, y se admitía generalmente que las mallas de las redes de deriva permitían el paso de los peces más pequeños. Sin embargo, a finales del siglo XIX, se fueron generalizando los arrastreros de vapor, lo que ya en aquella época fue motivo de grave preocupación. En la Gran Exposición Internacional de Pesca de Londres, celebrada en 1884, varios oradores condenaron los destrozos y la falta de selectividad de los arrastreros recientemente introducidos.

Posteriormente, los arrastreros y, más tarde, los cerqueros se impusieron a las redes de deriva, ya que los peces que viven en cardúmenes de gran densidad se pueden capturar con mayor rapidez y eficiencia utilizando redes de arrastre o de cerco. Durante varios decenios, el uso de las redes de deriva descendió, no sólo en el Mar del Norte sino en todo el mundo, por la adopción de otros medios de captura más eficaces. Durante los dos últimos decenios, sin embargo, las redes de deriva y, en general, las redes de enmalle han adquirido nueva actualidad, sobre todo en las pesqueriías tradicionales y modernas en pequeña escala.

Las ventajas actuales de las redes de enmalle son fáciles de comprender. Son relativamente baratas y de fácil manejo, sobre todo porque se pueden utilizar con embarcaciones de potencia relativamente pequeña, lo que permite el ahorro de combustible. No obstante, resulta paradójico que este arte que hace cien años parecía respetar el medio ambiente haya suscitado tanta controversia en la segunda mitad del siglo XX. En los años ochenta y noventa de nuestro siglo las redes de deriva han merecido las mismas acusaciones lanzadas antes contra los arrastreros: las grandes pérdidas que provocan y su falta de selectividad.

1.2.2 La controversia actual: motivos de preocupación

Gran parte de la controversia actual en torno a la pesca con redes de deriva se debe a la expansión de las pesquerías japonesa y taiwanesa del atún con redes de deriva en el Pacífico Sur. El aumento de la pesca con redes de deriva en esa zona en los últimos años ochenta fue considerado por los Estados rebereños de la región como una amenaza para la sostenibilidad a largo plazo de algunos importantes recursos pesqueros locales (en especial, el atún blanco), además de un grave peligro para determinadas especies capturadas incidentalmente. Esta situación llevó a las naciones del Foro del Pacífico Sur a adoptar, primero, una declaración (Tarawa, Kirbati, julio de 1989) y luego una Convención (Wellington, Nueva Zelandia, noviembre de 1990) en que se prohibía el uso de las redes de deriva de gran longitud. Este problema ha sido también abordado en otros muchos foros, no sólo en los relacionados con la pesca, y muy especialmente en la Asamblea General de las Naciones Unidas, que en diciembre de 1989 aprobó una resolución (44/225) al respecto.

Las críticas contra la pesca con redes de deriva pueden dividirse en dos categorías principales. En primer lugar, se han registro varios conflictos de competencia entre la pesca con redes de deriva y otros tipos de pesca. La eficiencia de estas redes, en lo que a las capturas se refiere, sobre todo cuando se trata de la pesca de especies con poblaciones de poca densidad, ha significado el desplazamiento de embarcaciones que utilizaban otros artes, ya que permitían capturar más con menos costo. El hecho de que las redes de deriva puedan explotar económicamente especies pesqueras con densidad de población relativamente baja suscita también el temor de que un aumento incontrolado del esfuerzo de pesca pueda llevar al rápido agotamiento de las poblaciones que se desean pescar (de ahí la alarma causada por la repentina expansión de l esfuerzo de pesca con este método en el Pacífico Sur).

El hecho de que una parte de los peces capturados en las redes de deriva se desprende de la red antes de ser halada a bordo, y de que otra parte de los peces escapen de la red con algunos daños, ha permitido a las pesquerías competidoras acusar a la pesca con redes de deriva de que representan un despilfarro de los recursos pesqueros.

Además de estos conflictos, las redes de deriva capturan con frecuencia especies de gran valor para otras pesquerías pero que no constituyen el objetivo principal de la pesca con redes de deriva. El salmón está especialmente expuesto a este tipo de captura. La pesca de estas especies de gran valor en redes de deriva no destinadas primariamente a su captura ha provocado fuertes críticas. En muchas zonas se han impuesto reglamentos que limitan el alcance de los conflictos de este tipo. En varias partes del Atlántico Norte, por ejemplo, las redes de deriva están totalmente prohibidas, muchas veces para evitar la captura de salmónidos.

Existen otros conflictos, menos frecuentes, entre distintas pesquerías. Las poteras de Taiwán, por ejemplo, han señalado casos de redes de deriva caladas alrededor de sus embarcaciones por la noche, cuando sus potentes luces atraen al calamar, con el fin de interceptar parte de sus capturas. Las redes de deriva pueden también limitar materialmente en algunas zonas el uso de otros artes de pesca superficiales, y se señalan casos en que han impedido el paso de otras embarcaciones, incluidos buques mercantes y de recreo.

La segunda crítica importante formulada contra la pesca con redes de deriva es que éstas pueden tener efectos nocivos sobre las especies no comerciales y el medio ambiente marino. Esta crítica se basa en el hecho de que en muchas pesquerías con redes de deriva, además de la pesca directa, se producen numerosas capturas incidentales.

La pesca con redes de deriva no es la única que implica capturas incidentales. Por ejemplo, la práctica generalizada de la pesca de camarón tropical con redes de arrastre causa numerosas bajas entre los ejemplares jóvenes de importantes especies pesqueras dedicadas al consumo humano y supone capturas incidentales, entre cinco y diez veces superiores a la captura de camarón. En el Mediterráneo la pesca con palangre implica la captura de gran número de tortugas, lo que puede tener efectos nocivos para la poblaciones locales. En el caso extremo, los métodos de pesca destructiva, por ejemplo con dinamita o veneno, utilizados a pesar de su prohibición, pueden destruir todos los animales presentes en la zona en que se practican.

El impacto de la pesca con redes de deriva sobre las especies capturadas incidentalmente deberá contemplarse por tanto en el contexto del impacto general de la pesca sobre el entorno marino. No obstante, el hecho de que las redes de deriva se utilicen generalmente en el espacio próximo a la superficie aumenta la probabilidad de que capturen animales de respiración aérea, y algunas de estas especies, como los mamfferos, son de larga vida, crecen con lentitud y corren peligro de agotamiento incluso con tasas de extracción relativamente bajas. Se ha señalado que la pesca con redes de deriva en alta mar puede representar también una amenaza para el ecosistema pelágico oceánico, relativamente pobre en cuanto a número de especies.

La resistencia del nailon a la descomposición y el gran volumen de las redes que se utilizan en algunas pesquerías con redes de deriva han provocado también el temor de que algunos de los fragmentos de la red que se pierden involuntariamente durante la pesca o que se abandonan deliberadamente puedan continuar pescando por un período indefinido, o al menos sean capaces de atrapar aves y mamíferos marinos junto a la superficie.

Aunque la mayor parte de estas críticas podrían dirigirse contra cualquiera de las pesquerías con redes de deriva, el hecho es que las críticas se han centrado en las llamadas pesquerías pelágicas industriales o “en gran escala”.

Según las definiciones formuladas por algunos gobiernos y organizaciones, la pesca con redes de deriva en gran escala comprendería únicamente las actividades de pesca en que se utilizan redes que superan una determinada longitud, por ejemplo los 2,5 km (Convención de Wellington), o sólo las que se practican fuera de las ZEE. Sin embargo, este tipo de definición puede resultar engañoso; hay varias pesquerías “en pequeña escala” que utilizan redes de más de 2,5 km, por ejemplo. Igualmente, hay actividades en gran escala que se realizan o se han realizado dentro de las ZEE y pesquerías “en pequeña escala” fuera de las ZEE. La diferencia entre la pesca con redes de deriva en pequeña y en gran escala es sólo una diferencia de grado.

Sin embargo, dese el punto de vista de la ordenación existe una distinción clara entre la pesca practicada dentro de la jurisdicción nacional y la que se efectúa en aguas internacionales. La expansión de la pesca de gran altura en aguas internacionales registrada en el último o dos últimos decenios se ha debido en gran parte al incremento del esfuerzo pesquero en aguas costeras, que ha llevado tanto a una reducción de las tasas de captura en determinadas zonas como a la adopción de las ZEE de 200 millas por la mayor parte de los Estados ribereños. La competencia por los recursos de las ZEE es sin duda una de las principales razones de la intensificación de la presión de pesca sobre los recursos de alta mar, debida en gran parte a las flotas de las naciones industrializadas.

En la actualidad el 90% de los recursos marinos pesqueros explotados se encuentra bajo la jurisdicción de los Estados ribereños. El 10% restante constituye todavía un recurso de libre acceso, que presenta problemas de regulación, control y aplicación. Según lo dispuesto en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los Estados que pescan en alta mar tienen la obligación de conservar sus recursos vivos, de cooperar con otros Estados en la adopción de medidas de conservación y de generar y presentar información científica. Dada la creciente competencia por los recursos pesqueros, es necesario concluir acuerdos y convenios referentes al aprovechamiento de las poblaciones de alta mar. Son muy pocos los adoptados hasta ahora.

La pesca con redes de deriva en gran escala, que ha suscitado gran parte de la reciente controversia sobre este método de pesca, deberá contemplarse por lo tanto en el contexto más amplio de la pesca mundial, en que los recursos de alta mar están sometidos a un competencia creciente, debida, entre otras cosas, a la creciente demanda general de pescado en todo el mundo y a la exclusión de las flotas de gran altura de las ZEE de los Estados ribereños.

Son, pues, muchos los problemas que se plantean en torno a la pesca con redes de deriva. En el presente informe se examina la situación de esta actividad pesquera en todo el mundo, con especial atención a las pesca en gran escala. Además, se resumen los conocimientos disponibles sobre la escala de las operaciones de pesca con redes de deriva, y en particular sobre sus capturas de especies pescadas deliberadamente, y se señala hasta qué punto capturan o atrapan especies incidentales. Se examinan sucesivamente las principales zonas oceánicas del mundo, y a la luz de las observaciones realizadas se consideran de nuevo algunas de las críticas antes mencionadas y en particular los impactos probables y posibles de este método de pesca sobre las especies capturadas incidentalmente.


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