II. El entorno económico general y la agricultura
En 1994 y durante la primera mitad de 1995 se ha producido una aceleración gradual de la actividad económica mundial, siendo cada vez mayor el número de países que han mejorado su rendimiento económico. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento del producto mundial en 1994 fue del 3,7 por ciento, cifra que representa el porcentaje más alto en lo que va de decenio y, según pronósticos actuales, el crecimiento económico mundial tocará el 3,8 por ciento aproximadamente en 1995. Se estima que se ha acelerado también el crecimiento del volumen del comercio mundial, de un 4 por ciento aproximadamente en 1993 a un 9,4 por ciento en 1994, y se pronostica una ulterior expansión del 8 por ciento en 19951.
En las economías industrializadas, la reanudación del crecimiento se produjo en el contexto de una inflación baja, aunque en crecimiento en algunos países, y de la aplicación general de políticas fiscales y monetarias prudentes. La consolidación fiscal se mantiene alta en los programas políticos de estos países, y los tipos de interés han tendido a subir a me-dida que las preocupaciones se han desviado de la recesión económica hacia un posible resurgir de la inflación. La recuperación ahora en curso ha provocado alguna reducción de las tasas de desempleo, pero éstas siguen siendo muy elevadas en algunos países.
Las economías en transición de Europa central y oriental y de la ex Unión Soviética registraron rendimientos contrastantes. En Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia, donde las reformas institucionales y estructurales se hallan ya bien avanzadas, hubo tasas de crecimiento positivas en 1994 y, salvo en Hungría, se espera que la tasa de expansión económica siga acelerándose en 1995. También los Estados bálticos empiezan a resurgir de la recesión económica. En cambio, la Federación de Rusia y la mayoría de los Estados de la ex Unión Soviética han seguido enfrentándose con notables descensos de la actividad económica durante 1994 y 1995 (véase el Análisis por regiones de Europa central y oriental, pág. 165).
La actividad económica se ha mantenido dinámica en general en los países en desarrollo, siendo el crecimiento del PIB superior al 6 por ciento en 1994 y, según los pronósticos, continuará aumentando a ritmo algo más lento en 1995. Las perspectivas económicas favorables se debieron a una combinación de acontecimientos externos e internos. Entre los factores internos cabe señalar el fortalecimiento y la difusión de la recuperación en las economías desarrolladas que fomentó el comercio y el flujo de inversiones; los beneficios, aunque lentos y desiguales, de la liberalización del comercio, junto con la aceleración de la integración económica (analizados en la Parte III), el fortalecimiento de los precios en el mercado internacional de varios de los principales productos comercializados; y la gran afluencia de capitales que, aunque disminuyó como consecuencia de la crisis de México, parece haberse reanudado a medida que se restablece la confianza de los mercados financieros.
Los factores internos que han contribuido a la mejora de las perspectivas económicas de los países en desarrollo son el progreso ulterior de la reforma económica orientada al mercado; la consecución de una estabilización en muchos países, como lo indican las reducciones generalizadas de las tasas de inflación; y una mayor estabilidad política y social en algunos países y zonas anteriormente afectadas por conflictos civiles y enfrentamientos armados.
RECUADRO 1 El endeudamiento exterior continúa siendo uno de los principales problemas para muchos países en desarrollo, pese a las mejoras registradas en algunos indicadores decisivos del servicio de la deuda y las trasferencias netas, así como a los progresos en la reestructuración y reducción de la deuda. La deuda exterior acumulada de todos los países en desarrollo, que al final de 1993 ascendía a un billón 812 000 millones de dólares, se estima en un billón 945 000 millones de dólares al final de 1994, es decir, un 7 por ciento más en términos nominales. La parte de la deuda a largo plazo de los países en desarrollo para con los acreedores oficiales -prestamistas bilaterales e instituciones multilaterales- continuó aumentando y se preveía que ascendería al 51 por ciento de la deuda total a largo plazo de los países en desarrollo para el final de 1994, frente a solamente el 35 por ciento que representaba en 1982. El aumento de la deuda acumulada se explica por: i) un aumento sustancial del total del flujo neto con cargo a la deuda, estimado en 108 000 millones de dólares en 1994, principalmente en los países que no han reescalonado sus deudas y en algunos países de América Latina que han superado los problemas de sus deudas comerciales; ii) el efecto de la valuación entre las distintas monedas calculado sobre la deuda a largo plazo y el crédito del FMI elevó la deuda acumulada en una cifra que se proyecta en 25 000 millones de dólares; iii) el reescalonamiento de los intereses añadirá otros 20 000 millones de dólares a la deuda. Por otra parte, el apoyo oficial a la deuda y las operaciones de reducción del servicio de la deuda, las recompras en el mercado y la conversión de la deuda en capital, así como las condonaciones de deudas (especialmente en apoyo de la devaluación del franco CFA) se espera que reduzcan la deuda acumulada en casi 12 000 millones de dólares. Además se preveía que los atrasos de intereses acumulados disminuirían en más de 8 000 millones de dólares como consecuencia de la conclusión de acuerdos de reestructuración. La deuda exterior a largo plazo para la agricultura (definida en sentido amplio), cuyos acreedores son en un 91 por ciento bilaterales y multilaterales oficiales, ascendió a casi 75 000 millones de dólares en 1993. El total estimado de los pagos del servicio de todas las deudas en 1994, que ascendió a 199 000 millones de dólares, representa un aumento del 4 por ciento en términos nominales con respecto a 1993. El servicio total de la deuda en relación a las exportaciones, que en 1993 representó el 18 por ciento, invirtiendo la tendencia descendente de los años anteriores, es probable que haya mejorado en 1994, disminuyendo al 17 por ciento. La relación entre la deuda y el PNB, que ha aumentado constantemente durante los años noventa, se estima que ascendió a casi el 41 por ciento en 1994, lo que representa la cifra más alta desde 1987. Las transferencias netas sobre la deuda total (es decir, los desembolsos menos el total de los pagos del servicio de la deuda), que habían sido negativas desde 1983, lo que implicaba una salida de recursos de los países en desarrollo, volvió a ser positiva en 1992. Esta inversión de la tendencia se consolidó en los últimos años ya que se estima que en 1993 y 1994 las trasferencias a los países en desarrollo ascendieron a casi 29 000 y 25 000 millones de dólares, respectivamente. No obstante, la situación fue diferente en las dos regiones más endeudadas. En América Latina y el Caribe, después de una trasferencia neta positiva en relación con la deuda de casi 5 000 millones de dólares en 1993, se estimó una trasferencia negativa de 10 000 millones de dólares en 1994. En cambio, el Africa subsahariana tuvo en 1994 una trasferencia positiva de 2 000 millones de dólares, por primera vez desde 1980. El flujo neto agregado de recursos (que incluye otras formas de financiación exterior además de los flujos relacionados con la deuda) a todos los países en desarrollo, tras haber disminuido durante varios años hasta 1987, ha ido aumentando cada año tanto en términos reales como nominales, ascendiendo a 213 000 millones de dólares en 1993 y a la cifra estimada en 227 000 millones de dólares en 1994. Una característica sorprendente es el resurgir del flujo privado, que en los años noventa ha llegado a ser el componente más importante del flujo neto agregado de recursos a largo plazo a los países en desarrollo, y que aumentó de 159 000 millones de dólares en 1993 a la cifra estimada de 193 000 millones en 1994. En 1993 el flujo privado, consistente principalmente en inversiones de valores en cartera, inversiones extranjeras directas y flujos creadores de deuda, representó el 75 por ciento del total del flujo neto agregado de recursos a largo plazo, frente al 44 por ciento en 1990. No obstante, ha sido un pequeño grupo de países, principalmente de ingresos medios del Asia oriental y América Latina, el que ha ampliado su acceso al flujo de capital privado. En términos absolutos, los mayores beneficiarios han sido la República Popular de China y México. Aunque casi el 30 por ciento del flujo neto privado a largo plazo es creador de deuda, no se adeuda a bancos comerciales, como ocurría en los años setenta, sino que adopta la forma de bonos emitidos por un número limitado de países que han conseguido merecer créditos en la medida necesaria. Fuente: Banco Mundial. Cuadros de la deuda mundial 1994-95. Washington, D.C. |
Sin embargo, el rendimiento económico varió mucho entre los diferentes países y regiones, lo mismo que la importancia relativa de los distintos factores internos y externos que lo causaron (véase el Análisis por regiones, Regiones de países en desarrollo).
En cuanto a las perspectivas económicas, según las proyecciones del proyecto LINK para 1996-98, las tasas de crecimiento anual serán del 2,6 por ciento en los países desarrollados (con una aceleración en el Japón y Europa y una reducción en los Estados Unidos); del 4,5 por ciento en las economías en transición de Europa; del 3 por ciento en la CEI, donde se espera una vuelta al crecimiento positivo a partir de 1996; y del 5,6 por ciento en los países en desarrollo.
Se espera que el crecimiento económico mundial esté provocado en gran medida por un comercio dinámico. Se prevé que las exportaciones mundiales de mercancías aumentarán alrededor del 10 por ciento al año (7,5 por ciento a precios constantes), registrándose en los países en desarrollo, especialmente en los del sur y este de Asia, el crecimiento más rápido tanto de las exportaciones como de las importaciones. Se espera una cierta mejora en las balanzas comerciales de los países en desarrollo, de forma más señalada en los de América Latina y el Caribe.
Se espera que en 1996-98 se configure una estructura regional menos polarizada del rendimiento económico, según la cual las economías de crecimiento más rápido (Asia meridional y oriental y China) moderarán su tasa de expansión y las de menor crecimiento (principalmente en Africa) acelerarán las suyas. No obstante, la diferencia entre las economías de crecimiento rápido y lento seguirá siendo probablemente grande. Las economías mejor integradas en la economía mundial deberán ser capaces de beneficiarse de la expansión general del comercio y las corrientes financieras. En cambio, los países más pobres, que tienden a ser también los menos integrados y más expuestos a la competencia exterior, se beneficiarán menos de la mejora del entorno general. Otro factor que influirá en las diferencias de rendimientos entre las regiones es el de la di-rección en que se establezcan sus vínculos comerciales. En particular, Asia y Africa se beneficiarán relativamente más del creciente dinamismo económico del Japón y Europa, que son sus principales contrapartes comerciales, mientras que la mayor lentitud del crecimiento de los Estados Unidos influirá negativamente en América Latina y el Caribe. Un factor de considerable importancia para las perspectivas económicas de los países en desarrollo será la evolución futura de los precios de los productos básicos. El fortalecimiento de los precios de muchos productos básicos agrícolas en 1994 y 1995 ha dado lugar a inesperados beneficios para muchos países en desarrollo. Sin embargo, las perspectivas a plazo más largo indican un debilitamiento gradual de dichos precios. Su subida se debió a varios factores, de los cuales sólo uno -la recuperación de los países industrializados- continuará e jerciendo una influencia positiva. En cambio, los demás factores que desempeñaron una función mayor en la subida de los precios eran de carácter transitorio: déficit de producción causados por el mal tiempo en coincidencia con bajos niveles de existencias y ajustes de la oferta a malas condiciones anteriores del mercado. Según las proyecciones del Banco Mundial (incorporadas como hipótesis básicas en los pronósticos del proyecto LINK), se registrará un descenso anual del 2,5 por ciento en los precios de los productos básicos agrícolas y del 5-6 por ciento al año, en los de las bebidas refrescantes, entre 1996 y 2004. Se prevé que sólo un grupo de productos básicos, la madera, obtendrá una apreciación real, de alrededor del 2 por ciento al año.
En la Figura 4 se resumen los pronósticos del proyecto LINK sobre la producción, las exportaciones e importaciones generales y agrícolas. Cabe señalar los aspectos siguientes:
En la Figura 5 se resumen los pronósticos relativos al comercio total y al agrícola en las regiones de países en desarrollo. La imagen general que se desprende es la de un notable crecimiento del total de las exportaciones en 1994 y 1995, impulsado por la gran expansión de las exportaciones agrícolas; una profunda desaceleración del crecimiento de las exportaciones agrícolas en los años siguientes, pero manteniéndose una fuerte expansión de las exportaciones totales; y un crecimiento mucho menor de las importaciones totales y agrícolas, lo que permitirá mejorar considerablemente las balanzas comerciales. Se examinan estas expectativas generales a continuación centrando la atención en los países en los que el comercio agrícola tiene mayor importancia.
Perspectivas para las economías de países en desarrollo fuertemente dependientes del comercio agrícola
En esta sección se examinan las perspectivas económicas y agrícolas de dos grupos de países que se siguen normalmente en El estado mundial de la agricultura y la alimentación: las economías fuertemente dependientes de las exportaciones agrícolas (EFDEA); y los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos que se enfrentan con problemas especiales para financiar sus importaciones de alimentos. La composición de estos dos grupos de países aparece en los Cuadros 1A y 1B. En la sección siguiente se presenta un análisis especial de los problemas y cuestiones con que se enfrentan los países con déficit de alimentos (PDA).
Se pronostica que el grupo de EFDEA, dada su pronunciada orientación hacia la exportación agrícola, se beneficiará mucho de la reciente subida de los precios de los productos básicos. Se espera que el crecimiento de sus exportaciones agrícolas aumente del 4 por ciento en 1993 al 10 por ciento en 1994, y que se establezca después en torno al 6 por ciento anual entre 1995 y 1998. Las EFDEA de Africa se beneficiarán mucho de los altos precios de los productos básicos, durante un período más breve que las de América Latina y el Caribe. Se prevé que el crecimiento de las exportaciones agrícolas de los países africanos de este grupo aumentará más del 20 por ciento en 1994, pero se reducirá a sólo el 3-4 por ciento en 1995-96. La posible explicación es que la base de exportación agrícola de los países africanos es más estrecha y es determinante la influencia de productos, como el cacao, cuyas perspectivas de mercado no parecen alentadoras a largo plazo.
Cuadro 1a | ||
ECONOMÍAS FUERTEMENTE DEPENDIENTES DE LAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS1 | ||
AFRICA SUBSAHARIANA |
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE |
ASIA Y EL PACÍFICO |
Côte d'Ivoire |
Argentina |
Sri Lanka |
1 PAÍSES CUYAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS, PESQUERAS Y FORESTALES FUERON EQUIVALENTES AL 20 POR CIENTO O MÁS DE SUS INGRESOS TOTALES DE EXPORTACIÓN, O AL 20 POR CIENTO O MÁS DE SUS IMPORTACIONES TOTALES, EN 1988-90. |
El fortalecimiento de los precios de los productos básicos debería contribuir a mejorar sensiblemente la relación de intercambio, el poder adquisitivo de las exportaciones agrícolas y las balanzas comerciales de estos países. También en este caso, se prevé que las mejoras serán considerables, pero de breve duración. En las EFDEA de Africa, tras un largo período de empeoramiento casi ininterrumpido, la relación de trueque de las exportaciones agrícolas mejoró en un 25 ciento en 1994 y se pronostica que aumentará otro 7 por ciento en 1995. Esto permitiría que la capacidad adquisitiva de las exportaciones agrícolas aumentara en un 24 por ciento en 1994 y en un 3,3 por ciento en 1995. Sin embargo, se prevé que estos beneficios se reducirán mucho en los años siguientes, ya que se reanudará la tendencia al empeoramiento de la relación de intercambio agrícola en 1996.
Cuadro 1B | |||
PAÍSES DE BAJOS INGRESOS Y CON DÉFICIT DE ALIMENTOS CON LA CAPACIDAD MÁS BAJA PARA FINANCIAR SUS IMPORTACIONES DE ALIMENTOS (PDA)2 | |||
AFRICA SUBSAHARIANA |
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE |
ASIA Y EL PACÍFICO |
CERCANO ORIENTE Y AFRICA DEL NORTE |
Cabo Verde |
Haití |
Samoa |
Egipto |
2 PAÍSES CUYAS IMPORTACIONES DE ALIMENTOS REPRESENTARON EL 25 POR CIENTO O MÁS DE SUS INGRESOS TOTALES DE EXPORTACIÓN EN 1988-90. |
Las tendencias pronosticadas son análogas, si bien menos pronunciadas, para las EFDEA de América Latina y el Caribe. En particular, se pronostica que los incrementos de la capacidad adquisitiva de las exportaciones agrícolas serán relativamente pequeños en 1994-95, pero se prevé asimismo que el empeoramiento sucesivo será más gradual y moderado. Los PDA presentan una característica un tanto paradójica de ser a la vez economías dependientes de las importaciones de alimentos y basadas en las exportaciones agrícolas. Es más, varios países pertenecen a ambas categorías de EFDEA y PDA. Por ello, cabe prever que el incremento de las exportaciones de productos básicos provoque efectos diversos en este grupo. Por una parte, es probable que el aumento de los costos de sus importaciones de alimentos llegue a constituir una carga financiera cada vez mayor (incluso en el caso de que en las subidas de los precios de los cereales debidas a la Ronda Uruguay del GATT y a la reforma agrícola en los principales países exportadores sean menores de lo que indicaban las primeras estimaciones (véase Parte III). Por otra parte, estos países se beneficiarán también de las subidas de los precios de varios de sus principales productos de exportación. Se espera que el resultado neto de estas diferencias opuestas sea positivo a breve plazo, ya que se pronostica que los costos de las importaciones de alimentos que realicen los PDA aumentarán más lentamente que los ingresos de exportación de su agricultura (aproximadamente el 7 y el 18 por ciento al año, respectivamente, en 1994-95). Sin embargo, a plazo más largo (1996-2000), el aumento de los costos de las importaciones de alimentos será superior al 8 por ciento al año, mientras que el de los ingresos de exportación agrícola se reducirá de forma pronunciada a menos del 2 por ciento en 1996-97, manteniéndose un incremento solamente moderado en adelante. Se prevé, por lo tanto, que el déficit del comercio agrícola se reducirá inicialmente (de 2 500 millones de dólares en 1993 a 2 000 millones en 1994 y 1 800 millones en 1995), pero volverá a ampliarse a 3 000-3 500 millones de dólares en los años siguientes. El déficit comercial general, estimado en unos 17 000 millones de dólares en 1994 (cifra casi igual a la de 1993), aumentará ligeramente en 1995 y más sensiblemente en los años siguientes.
Pueden hacerse varias observaciones basándose en el análisis precedente. Habrá dos influencias generales que determinarán en gran medida las perspectivas económicas y agrícolas de los países en desarrollo. La primera es el mejoramiento continuo previsto en el entorno económico mundial, al que los países en desarrollo contribuirán y del que se beneficiarán. La segunda influencia es el fortalecimiento de los precios internacionales de varios productos de exportación importantes. Las dos influencias están relacionadas entre sí, en la medida en que, por una parte, cabe esperar que la mejora de las condiciones económicas sostenga la demanda y los precios de los productos agrícolas, mientras que, por otra, los beneficios inesperados de la mejora de los mercados de productos básicos no sólo proporcionan un impulso favorable a muchas economías agobiadas, sino también crean oportunidades para consolidar la estabilización y reforma, permitiendo así a los países sacar mayor provecho de la mejora del entorno económico. Sin embargo, el último efecto depende de varios factores. Existe una tendencia según la cual los gobiernos y personas que han estado agobiados durante mucho tiempo consumen, en lugar de capitalizar, los beneficios grandes e imprevistos. El riesgo de esto es mayor aún si se forjan ideas complacientes acerca de la naturaleza y sostenibilidad de tales ganancias inesperadas.
En el peor de los casos hipotéticos, las ganancias inesperadas contribuirían poco a mejorar el crecimiento y el bienestar a largo plazo. A plazo breve crearían dificultades en la gestión financiera inmediata y efectos de «mal holandés» que provocarían una apreciación monetaria excesiva y pérdidas de competitividad. En otras palabras, las ganancias inesperadas pueden crear tantos problemas como los que resuelven y pueden significar, para los países en cuestión, el volver en último término a una situación anterior.
Sin embargo, una acción política racional y oportuna puede evitar este giro negativo de los acontecimientos. Dicha acción implica, en primer lugar, el pleno reconocimiento de la base estrecha y el carácter transitorio de los beneficios de los altos precios de los productos básicos; en segundo lugar, que los gobiernos consideren dichos beneficios como una oportunidad de desarrollo, y no como una oportunidad política a corto plazo; y en tercer lugar, que se elija correctamente entre una amplia gama de opciones políticas. Por ejemplo, las ganancias inesperadas pueden utilizarse para invertir en los sectores más productivos o para fomentar una participación de amplia base de los sectores menos favorecidos de la sociedad. Los gobiernos pueden dar prioridad a la reducción de los desequilibrios macroeconómicos y la deuda o decidir que es preferible proceder antes a una inversión productiva. Pueden utilizarse los recursos financieros en bienes, programas o proyectos internos o invertirse en una cartera de valores internacional diversificada para reducir los riesgos. La ventaja relativa de las distintas opciones dependerá de las necesidades y circunstancias específicas de cada país. En cualquier caso, es importante dar la debida prioridad al sector agrícola, teniendo en cuenta su función económica y para la seguridad alimentaria en los países en cuestión, y las secuelas desastrosas de las políticas que en el pasado han abandonado o cargado de impuestos al sector.
1 FMI. 1995. Perspectivas económicas mundiales, mayo de 1995. Washington, D.C.
2 La elasticidad de demanda de los ingresos con respecto a los productos agrícolas en los países en desarrollo suele ser de 0,1 a 0,4, mientras que es de 0,7 a 3,4 para los artículos manufacturados.
3 La parte de la agricultura en el PIB se estima en el 18 por ciento en el Africa subsahariana; el 24 por ciento en Asia y el Pacífico (35 por ciento en China); el 17 por ciento en el Cercano Oriente y Africa del Norte; y el 9,6 por ciento en América Latina y el Caribe.