COMERCIO AGRICOLA:
¿COMIENZO DE UNA NUEVA ERA?
La expansión del comercio agrícola ha permitido a un número creciente de personas disponer de una mayor cantidad, variedad y calidad de alimentos, a precios cada vez más bajos. El comercio agrícola es también una fuente de generación de ingresos y de bienestar para los millones de personas directa o indirectamente relacionadas con él. En el plano nacional, representa para muchos países una fuente de divisas, necesarias para financiar las importaciones y el desarrollo; para muchos otros, la seguridad alimentaria interna está estrechamente relacionada con la capacidad del país de financiar la importación de alimentos.
No obstante, como ocurre con toda actividad en que participan compradores y vendedores, el comercio agrícola -quizá más que ningún otro tipo de comercio- suele ser una fuente de conflictos de interés y de enfrentamientos internacionales. Una de las razones de este hecho es que las políticas agrícolas obedecen muchas veces a los intereses de determinados grupos políticos dentro de un país más que a los intereses nacionales, internacionales o mundiales. Influyen también las siguientes razones: la aparición y afianzamiento de distorsiones generalizadas en los mercados agrícolas mundiales; la repercusión del comercio agrícola en la seguridad alimentaria, lo que le confiere una dimensión socioeconómica; y las diferencias de opinión sobre la importancia del comercio agrícola en los problemas ecológicos de interés transnacional o mundial.
Las políticas de comercio agrícola han reflejado tradicionalmente la opinión comúnmente compartida de que, dada la importancia y vulnerabilidad de la agricultura, no se puede dejar a ésta expuesta a todos los rigores de la competencia internacional sin incurrir en consecuencias políticas, sociales y económicas inaceptables. Este punto de vista ha dado lugar a un fuerte y generalizado proteccionismo del sector, que ha sido una de las causas de la debilidad e inestabilidad de los mercados de productos agrícolas, lo que a su vez ha originado nuevas presiones en favor de una mayor protección. No obstante, en los últimos años muchos países en desarrollo han adoptado unilateralmente medidas en favor de la liberalización del mercado en general o al menos de los mercados agrícolas. La mayor parte de estas iniciativas han supuesto la formulación de programas de ajuste estructural y de planes de cooperación regional. En los antiguos países de economía planificada, las reformas sistémicas actualmente en curso han dado también lugar a una mayor apertura al exterior, y este proceso, en particular la creciente importancia de China en el comercio internacional, tiene repercusiones de gran alcance en todo el mundo. Por otra parte, en lo que respecta a algunos países o conjuntos de países desarrollados, incluidos algunos tan importantes en este sentido como los Estados Unidos y la Unión Europea, la reforma de la política agrícola inducida por las presiones internas o internacionales ha dado lugar a cierta reducción de las distorsiones del comercio, pero sin que se haya llegado todavía a una significativa liberalización del mismo.
En este contexto de proteccionismo generalizado y de profundos problemas estructurales del sistema de comercio agrícola mundial fue en el que se llevaron a cabo las negociaciones de la Ronda Uruguay del GATT. Su conclusión y la creación de una nueva Organización Mundial del Comercio (OMC) han constituido hitos en la historia reciente de las relaciones comerciales internacionales (aun cuando los resultados de la Ronda quedaran muy por debajo de las expectativas). A pesar de sus deficiencias, la Ronda constituyó un acontecimiento decisivo para el comercio agrícola. Primero, porque su misma conclusión significaba que se había evitado lo peor. Segundo, porque, por primera vez, el comercio agrícola constituía un elemento fundamental de las negociaciones; tercero, porque permite concebir cierta esperanza al menos de que se podrá progresar hacia una mayor liberalización del comercio y reducción del apoyo interno en la agricultura; finalmente, porque la Ronda, y la nueva OMC, constituyen la base para una mayor disciplina, estabilidad y transparencia en el comercio, tanto en el sector agrícola como en los demás. No obstante, las repercusiones de la Ronda en los mercados agrícolas mundiales quizá sean escasas a corto plazo y es probable que el proteccionismo, en su versión tradicional o en otras más modernas, continúe siendo importante a medio y quizá a largo plazo si no se consiguen negociar reducciones más considerables.
Al mismo tiempo que la comunidad internacional creaba nuevas normas multilaterales para el comercio, muchos grupos de países estaban avanzando activamente hacia la creación de mecanismos regionales de comercio. En el pasado reciente, éstos han aumentado en número, cobertura geográfica y dinamismo; además, cada vez tiene mayor cabida en ellos el sector agrícola. El desarrollo de estos mecanismos ha planteado problemas relacionados con su posición en el sistema de comercio multilateral, su mayor o menor apertura con respecto a los terceros países y los peligros de regionalización de las corrientes comerciales.
Otro problema que ha merecido cada vez mayor atención, y que puede influir significativamente en las futuras relaciones comerciales, es la importancia del comercio internacional en la protección del medio ambiente y la sostenibilidad de la producción. Se trata de un problema complejo y polémico. El comercio puede ser favorable al medio ambiente en la medida en que permite una mayor eficiencia en el uso de los recursos. No obstante, el comercio y las actividades afines de producción y comercialización representan también una presión sobre los recursos ambientales. La elección de políticas acertadas en los sectores del comercio y del medio ambiente puede contribuir a garantizar la compatibilidad entre los objetivos de esos dos sectores. No obstante, la limitación de recursos obliga muchas veces a tomar decisiones difíciles, ya que suponen una elección entre las exigencias inmediatas de desarrollo y de seguridad alimentaria y los objetivos a largo plazo de protección ambiental.
Para valorar debidamente los problemas con que se enfrenta el comercio agrícola y las fuerzas subyacentes a las políticas relacionadas con él hay que tener en cuenta los grandes cambios ocurridos en los mercados mundiales durante los pasados decenios. En la Sección l de esta Parte se presentan algunos datos básicos que ilustran los principales cambios de los primeros años sesenta en relación con los siguientes aspectos: importancia de la agricultura en el comercio global; cuotas de mercado de las diferentes regiones y países; valor real y poder adquisitivo de las exportaciones agrícolas, y dirección y composición de las corrientes comerciales agrícolas. En la Sección II se examina el comercio agrícola en el contexto de las grandes transformaciones políticas y económicas de los pasados decenios, en especial desde el comienzo de los años ochenta. El tema de la Sección III son las nuevas normas del comercio agrícola establecidas en 1994 a raíz de la conclusión de la Ronda Uruguay de negociaciones del GATT y su probable repercusión en el comercio agrícola mundial. En la Sección IV se estudia la tendencia hacia una integración regional económica más estrecha mediante el desarrollo de bloques regionales de comercio y el lugar de la agricultura en este proceso. Finalmente, en la Sección V se analizan las relaciones entre comercio agrícola, medio ambiente y desarrollo sostenible, y las condiciones en que el comercio y el medio ambiente podrían prestarse mutuo apoyo.
COMERCIO AGRICOLA:
¿COMIENZO DE UNA NUEVA ERA?
I. Evolución de las tendencias y estructuras del comercio agrícola
En medio de los profundos cambios observados en la importancia económica, estructura, dirección y composición del comercio agrícola mundial durante los tres pasados decenios, han aparecido algunos rasgos paradójicos. Si bien ha perdido importancia en relación con el total del comercio, el comercio agrícola ha continuado siendo un elemento decisivo en las economías de numerosos países. No obstante, por lo general han sido las economías que dependen menos de él las que han conseguido los mayores avances en su cuota de dicho mercado; en cambio, las economías más firmemente arraigadas en la agricultura no sólo tienen una parte menor de ese mercado sino que en muchos casos el saldo de su comercio agrícola se ha deteriorado debido a que su dependencia económica de las exportaciones agrícolas y la dependencia de la seguridad alimentaria con respecto de las importaciones se han mantenido constantes o incluso han aumentado.
Otras tendencias generales han sido el prolongado descenso de los precios internacionales reales de los productos agrícolas, que ha repercutido negativamente en su poder adquisitivo; la mayor diversificación geográfica de las corrientes del comercio agrícola, junto con la intensificación de los intercambios intrarregionales, y la importancia cada vez mayor de los productos de valor añadido frente a la producción primaria en el total del comercio agrícola.
La menor importancia de la agricultura en el comercio mundial
La relación entre comercio y producción en general constituye la base de la creciente interdependencia e integración de las economías mundiales. Así ocurre también en la agricultura. A escala mundial, la tasa de crecimiento a largo plazo del comercio agrícola ha tendido a ser significativamente mayor que la de la producción.
Esta tendencia se invirtió durante gran parte de los años ochenta, debido a la disminución de las exportaciones e importaciones de los países en desarrollo, sobre todo en América Latina y el Caribe y en Africa. Por el contrario, el crecimiento del comercio agrícola continuó siendo por lo general superior al de la producción en los países desarrollados (Figura 11).
No obstante, a pesar de su dinamismo relativo, el comercio de productos agrícolas se ha retrasado por lo general con respecto al comercio de otros sectores, en particular el manufacturero, conforme ha avanzado el proceso de industrialización. En el plano mundial, las exportaciones agrícolas representan ahora menos del 10 por ciento de las exportaciones de mercancías, frente a aproximadamente el 25 por ciento de los primeros años sesenta.
La tendencia del comercio agrícola a perder importancia relativa en el comercio exterior ha sido común a todas las regiones, pero en los países en desarrollo el proceso ha adquirido especial intensidad durante los años sesenta y los setenta (Figuras 12 y 13).
Posteriormente, la parte de la agricultura en el total de las exportaciones se ha estabilizado en torno al 2-7 por ciento en el Cercano Oriente y Africa del Norte y en aproximadamente el 10 por ciento en Asia y el Pacífico. Las fluctuaciones fueron más pronunciadas en el Africa subsahariana y América Latina y el Caribe, donde el descenso general de la parte del comercio agrícola se vio interrumpido provisionalmente por breves períodos de crecimiento (sobre todo durante los últimos años setenta, época de auge de los productos básicos, y en 1986, año de fuerte subida de los precios del café como consecuencia de las malas cosechas provocadas por la sequía en el Brasil y su suspensión de los contingentes de exportación) (Figuras 14A y 14B).
Algo semejante ocurrió con las importaciones. La menor importancia de la agricultura en el total de las importaciones, buen indicador del ritmo de desarrollo de un país, fue notable en la región de Asia y el Pacífico; no tan pronunciada en el Cercano Oriente y en América Latina y el Caribe (en esta última región se registraría, no obstante, un coeficiente comparativamente bajo entre las importaciones agrícolas y el total de las importaciones); finalmente, en el Africa subsahariana sería prácticamente inapreciable.
Las exportaciones agrícolas han tendido también a perder importancia como fuente de financiamiento de las importaciones. Este proceso a largo plazo se ha visto interrumpido únicamente durante períodos excepcionales, por ejemplo, cuando se han dado condiciones particularmente favorables para las exportaciones agrícolas (como en los últimos años setenta) o, sobre todo, en los años que siguieron a la crisis de la deuda de los ochenta, cuando muchos países en desarrollo redujeron fuertemente el total de sus importaciones.
No obstante, en América Latina y el Caribe y en el Africa subsahariana, las exportaciones agrícolas financian todavía aproximadamente una quinta parte del costo total de las importaciones. Además, la dependencia económica con respecto de las exportaciones agrícolas ha continuado siendo muy fuerte en numerosos países (Figura 15). En 1993, 17 de un total de 46 países de Africa obtenían de la agricultura la mitad o más de sus ingresos totales de exportación. En América Latina y el Caribe, 16 de un total de 40 países se encontraban en la misma situación (nueve de ellos en el Caribe). Los casos extremos, en los que el 80 por ciento o más de los ingresos de exportación eran de procedencia agrícola, correspondían a Cuba y Paraguay, en América Latina, y a Burundi, Comoras, Guinea-Bissau, Malawi, Uganda y Sudán, en Africa.
Expansión de los mercados agrícolas y contracción de la parte de los países en desarrollo
La distribución regional del comercio mundial total y de productos agrícolas ha cambiado significativamente desde los primeros años sesenta. Mientras que los países en desarrollo han conseguido aumentar su cuota en el total de las exportaciones de mercancías (que han pasado de aproximadamente el 20 por ciento a más del 25 por ciento del total mundial), su parte en el total de las exportaciones agrícolas ha descendido desde más del 40 a aproximadamente el 27 por ciento (Figuras 16).
La contrapartida de las pérdidas de los países en desarrollo ha sido el peso creciente de los países desarrollados, sobre todo de la Comunidad Europea (CE), en los mercados agrícolas mundiales. Mientras que en los primeros años sesenta la CE (integrada entonces por 12 países) representaba poco más del 20 por ciento de las exportaciones agrícolas mundiales, su parte actual es de aproximadamente el 45 por ciento. El grueso de este aumento se debe a la intensificación del comercio entre los países miembros. No obstante, si se excluye el comercio intracomunitario, las exportaciones de la Unión Europea (UE) representan todavía el 13 por ciento del total mundial, frente al 8 por ciento en los primeros años sesenta. La UE ha continuado siendo, con gran diferencia, la principal zona de importación del mundo, aunque su parte en las importaciones mundiales procedentes del exterior de la Comunidad ha tendido a disminuir.
Los Estados Unidos, tras haber perdido parte de su cuota de mercado durante los últimos años sesenta, consiguieron recuperarla después de 1973, cuando el sector de las exportaciones se vio favorecido por unas políticas fiscales y monetarias de inspiración liberal y por la debilidad del dólar. No obstante, de 1982 en adelante el endurecimiento de las políticas macroeconómicas, el fortalecimiento del dólar después de la segunda crisis del petróleo y la consiguiente recesión mundial dieron lugar a una pronunciada desaceleración del crecimiento de las exportaciones estadounidenses.
Todas las regiones con países en desarrollo, con excepción de Asia y el Pacífico, vieron cómo se reducía progresivamente la parte de sus exportaciones en el mercado mundial. El hecho de que Asia y el Pacífico consiguieran incluso aumentar su parte en las exportaciones agrícolas mundiales a partir de mitad de los años setenta resulta todavía más notable si se tiene en cuenta que ésta es la región que mejor ha sabido diversificar sus exportaciones, a expensas de la agricultura. Por el contrario, a pesar de que el componente agrícola de su comercio externo se ha mantenido siempre firme, la presencia del Africa subsahariana en los mercados agrícolas mundiales ha tendido a perder importancia desde los primeros años setenta, y su magnitud actual es comparable a la del Cercano Oriente y Africa del Norte. América Latina y el Caribe registró fuertes pérdidas de mercado desde la segunda mitad de los ochenta, que fue un período de lento crecimiento del volumen de las exportaciones agrícolas y de fuerte descenso de los precios de las exportaciones (Figuras 17 y 18).
¿Continuarán siendo los países en desarrollo exportadores netos?
Hasta final de los años setenta, las exportaciones agrícolas del conjunto de los países en desarrollo superaron a las importaciones de esos mismos productos por un margen significativo y relativamente estable. La crisis económica de los primeros años ochenta provocó un fuerte descenso de la demanda de exportaciones de los países en desarrollo y dio lugar a una inversión temporal de su comercio neto agrícola. No obstante, al ahondarse la crisis, los obstáculos financieros impusieron un recorte drástico de las importaciones, incluidos los alimentos, y el conjunto de los países en desarrollo volvieron a convertirse de nuevo en exportadores agrícola netos, posición que mantuvieron hasta 1991. Durante los dos años siguientes el comportamiento de las exportaciones fue por lo general decepcionante, lo que dio lugar, una vez más, a una inversión de la balanza comercial.
No obstante, dentro de este esquema general se observaron grandes diferencias entre las distintas regiones. América Latina y el Caribe ha mantenido un fuerte excedente agrícola, aunque las importaciones han tendido a aumentar mucho más aprisa que las exportaciones en los últimos años. El Africa subsahariana ha registrado grandes fluctuaciones en la relación exportaciones-importaciones agrícolas, pero las tendencias recientes parecen indicar que la región tiene cada vez mayores dificultades para mantener su condición de exportadora neta. Asia y el Pacífico se ha convertido en importadora neta de productos agrícolas desde mitad de los años setenta, con una expansión constante tanto de las importaciones como de las exportaciones, interrumpida únicamente durante la primera mitad de los años ochenta. Finalmente, el Cercano Oriente y Africa del Norte, región que durante los años sesenta fue exportadora neta de productos agrícolas, ha demostrado una dependencia mucho mayor de la importación de alimentos durante los años setenta y primeros ochenta, que se ha mantenido sumamente elevada desde entonces. El déficit del comercio agrícola se agravó fuertemente en los países exportadores de petróleo de esta región, pero en varios países no exportadores de petróleo se registraron también déficit alimentarios de carácter estructural (Figura 19).
Diversificación de los mercados e intensificación de los intercambios intrarregionales
Dos tendencias generales han caracterizado la dirección de las corrientes del comercio agrícola durante los pasados decenios. La primera es una diversificación geográfica cada vez mayor de las importaciones y exportaciones; la segunda, la intensidad creciente de los intercambios dentro de cada una de las regiones. No obstante, estas tendencias distan mucho de ser uniformes y no han conseguido provocar grandes cambios en la estructura general del comercio agrícola. En los países desarrollados éste se orienta cada vez más, hacia ese mismo grupo de países, mientras que a los países en desarrollo les corresponde una parte cada vez menor del total de las importaciones. Por el contrario, los países en desarrollo dependen en gran parte de los mercados de los países desarrollados, en cuanto abastecedores de importaciones y en cuanto mercados para sus exportaciones.
La dependencia de los mercados tradicionales de los países desarrollados, en especial los de la UE, ha continuado siendo fuerte en Africa. De hecho, los países desarrollados representan actualmente el destino de las tres cuartas partes del total de las exportaciones agrícolas de la región y casi el 70 por ciento de sus importaciones agrícolas. Los exportadores agrícolas de Africa han conseguido aumentar la parte del comercio intrarregional en el total de las exportaciones, que ha pasado del 5 al 11 por ciento entre 1970 y 1990. No obstante, ello no ha contribuido demasiado a reducir la fuerte dependencia de Africa de las importaciones de alimentos procedentes de los mercados de los países desarrollados.
Todas las demás regiones integradas por países en desarrollo han manifestado diferentes grados de diversificación del mercado y de integración regional. El Lejano Oriente, que era ya la región donde más importancia tenía el comercio agrícola intrarregional, intensificó este tipo de intercambios al mismo tiempo que redujo la parte de sus exportaciones agrícolas destinadas a los países desarrollados, en especial la CE. América Latina y el Caribe mantuvo una pauta de exportación bastante equilibrada entre los mercados de la CE, América del Norte, los países en desarrollo y los antiguos países de economía planificada. No obstante, esta región aumentó también de forma significativa la parte intrarregional y de los países en desarrollo en el comercio agrícola, en el último caso como consecuencia de la intensificación de los esfuerzos por conseguir una mayor integración económica regional. El Cercano Oriente ha recurrido cada vez más a la CE como abastecedora de sus importaciones de alimentos, mientras que la proporción respectiva de América del Norte y el Lejano Oriente se ha mantenido equivalente en términos generales.
Los mercados agrícolas estrechamente integrados de Europa oriental y central y de la ex Unión Soviética se han abierto considerablemente a las importaciones, en especial a las de América del Norte y la CE, incluso antes de las reformas de los años noventa y del hundimiento de los tradicionales sistemas de comercio intrarregional. En 1990 la CE se había convertido también en el principal mercado para las exportaciones agrícolas de dichos países (más del 31 por ciento del total, frente al 23 por ciento en el caso de las exportaciones intrarregionales). Una parte cada vez mayor de los envíos de la región se había destinado también a los países en desarrollo. En los últimos años la desintegración del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAEM) y los esfuerzos de los países de Europa oriental y central por estrechar los vínculos económicos y políticos con Europa occidental han dado lugar a un nuevo debilitamiento del comercio dentro de las economías en transición. La introducción en 1993 de una zona de libre comercio en Europa central, integrada por Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa puede reactivar en cierta medida el comercio intrarregional de productos agrícolas (Cuadros 16 y 17).
Descenso de los precios agrícolas, aumento del volumen de las exportaciones y contracción de la capacidad adquisitiva de las exportaciones agrícolas
Durante los años sesenta y setenta los valores unitarios de las exportaciones agrícolas de los países desarrollados y en desarrollo siguieron tendencias ascendentes prácticamente idénticas. Ambos grupos de países compartieron también el descenso de los precios que siguió a la crisis económica de los primeros años ochenta. No obstante, mientras que los precios de los productos exportados por los países en desarrollo se mantuvieron bajos hasta hace muy poco, los de los países desarrollados reanudaron su tendencia ascendente a mitad de los años ochenta.
CUADRO 16 | ||||||||||
Destino de las exportaciones agrícolas, por región (porcentaje) | ||||||||||
Exportaciones de Destino |
Países desarro llados con economía de mercado |
Comunidad Europea |
Canadá/ Estados Unidos |
Países en desarrollo |
América Latina y el Caribe |
Africa |
Cercano Oriente |
Lejano Oriente |
Europa oriental y central/ ex Unión Soviética |
|
Todo el mundo |
1970 |
73 |
42 |
15 |
17 |
4 |
3 |
2 |
8 |
9 |
Países |
1970 |
79 |
48 |
14 |
16 |
4 |
3 |
2 |
8 |
3 |
Comunidad Europea |
1970 |
85 |
65 |
8 |
11 |
2 |
5 |
2 |
2 |
3 |
Canadá/Estados |
1970 |
72 |
28 |
21 |
23 |
8 |
3 |
2 |
13 |
2 |
Países en desarrollo |
1970 |
71 |
35 |
20 |
17 |
4 |
2 |
2 |
9 |
10 |
América |
1970 |
77 |
33 |
29 |
12 |
9 |
1 |
0 |
3 |
10 |
Africa |
1970 |
74 |
50 |
13 |
13 |
0 |
5 |
2 |
5 |
9 |
Cercano Oriente |
1970 |
55 |
36 |
7 |
24 |
0 |
2 |
19 |
3 |
18 |
Lejano Oriente |
1970 |
58 |
22 |
15 |
31 |
1 |
2 |
3 |
24 |
9 |
Europa |
1970 |
41 |
27 |
1 |
9 |
4 |
3 |
2 |
4 |
46 |
Fuente: FAO, a partir de datos de la UNCTAD. |
CUADRO 17 | ||||||||||
Origen de las importaciones agrícolas, por región (porcentaje) | ||||||||||
Export. De Import. por |
Países desarro llados con economía de mercado |
Comunidad Europea |
Canadá/ Estados Unidos |
Países en desarrollo |
América Latina y el Caribe |
Africa |
Cercano Oriente |
Lejano Oriente |
Europa oriental y central/ ex Unión Soviética | |
Todo |
1970 |
58 |
23 |
20 |
32 |
13 |
8 |
2 |
11 |
8 |
Países |
1970 |
64 |
27 |
19 |
31 |
14 |
8 |
1 |
9 |
4 |
Comunidad Europea |
1970 |
67 |
36 |
13 |
27 |
10 |
9 |
1 |
6 |
5 |
Canadá/Estados Unidos |
1970 |
55 |
13 |
29 |
44 |
25 |
7 |
1 |
11 |
1 |
Países en desarrollo |
1970 |
58 |
16 |
28 |
33 |
9 |
6 |
2 |
20 |
5 |
América Latina y el Caribe |
1970 |
62 |
14 |
40 |
30 |
27 |
0 |
0 |
3 |
7 |
Africa |
1970 |
66 |
34 |
16 |
24 |
3 |
13 |
1 |
9 |
8 |
Cercano Oriente |
1970 |
51 |
22 |
17 |
39 |
3 |
6 |
16 |
15 |
8 |
Lejano Oriente |
1970 |
53 |
6 |
30 |
36 |
4 |
5 |
1 |
31 |
3 |
Europa |
1970 |
20 |
8 |
5 |
36 |
14 |
8 |
3 |
11 |
41 |
Fuente: FAO, a partir de datos de la UNCTAD. |
En contraste con esta evolución de los precios, los volúmenes de las exportaciones manifestaron en términos generales una tendencia constante al alza. No obstante, en los primeros años ochenta se produjo un cambio en las pautas de crecimiento relativas de las exportaciones de los dos grupos de países. El crecimiento del volumen de las exportaciones se desaceleró notablemente en los países desarrollados (debido sobre todo a la reducción del volumen de las exportaciones de los Estados Unidos como consecuencia de los cambios de política económica que siguieron a la crisis del petróleo de 1979) y se aceleró en algunos países en desarrollo (debido, en gran parte, a los muy buenos resultados de las exportaciones de Asia y el Pacífico y a la necesidad de generar divisas para mitigar la deuda en América Latina y el Caribe). No obstante, dadas las diferencias en las subidas de los precios, el valor corriente de las exportaciones agrícolas aumentó en general mucho más rápidamente en los países desarrollados -cerca de un 50 por ciento entre 1979-81 y 1991-93- que en los países en desarrollo, donde el aumento registrado durante el mismo período fue solo ligeramente superior al 20 por ciento (Figura 20).
El aumento de los valores unitarios de las exportaciones agrícolas de los países en desarrollo se retrasó también con respecto al de otros importantes productos comercializados, lo que dio lugar a un deterioro pronunciado y casi ininterrumpido de sus precios agrícolas reales (o relación neta de intercambio de trueque) en los mercados internacionales después de la crisis alimentaria mundial de los primeros años setenta1. Tomando como base 1979-81, la relación neta de intercambio de trueque de los países en desarrollo se había deteriorado casi un 40 por ciento en 1993. Este deterioro se había registrado en todas las regiones en desarrollo, aunque no siempre con la misma intensidad (Figura 21).
El descenso general de los precios de los productos agrícolas se puede atribuir a numerosos factores, entre ellos los siguientes: protección y apoyo gubernamental, sobre todo en los países industriales, lo que representa un incentivo a la producción muy superior al que pudieran ofrecer los mercados internacionales; esfuerzos de muchos países por contrarrestar el descenso de los precios aumentando el volumen de los envíos; actividades de plantación e inversiones efectuadas durante el período más favorable que precedió a los años ochenta, y políticas de estabilización y ajuste estructural con repercusiones en el tipo de cambio, los impuestos y los sistemas de comercialización, lo que en algunos casos contribuyó a elevar los precios pagados a los agricultores con respecto a los precios del mercado internacional.
El aumento de la productividad o la expansión de la superficie dedicada a cultivos de exportación permitió a los países contrarrestar hasta cierto punto el descenso de los precios. De hecho, el crecimiento de sus volúmenes de exportación llegó a acelerarse algo durante la depresión de los años ochenta con respecto a decenios anteriores.
No obstante, en términos generales, los precios descendieron hasta el punto de que contrarrestaron la expansión de la producción y del volumen de las exportaciones, lo que contrajo el total de los ingresos. En consecuencia, la capacidad adquisitiva de las exportaciones agrícolas (relación intercambio-ingresos)2 se deterioró en una gran mayoría de países en desarrollo. En 1991-93 el índice de la relación intercambio-ingreso de los países en desarrollo en general era un 8 por ciento inferior al de 1979-81.
Dentro de este contexto regional común hubo diferencias significativas. En Asia y el Pacífico la caída de los precios reales de exportación tuvo menos consecuencias negativas que en otras regiones y se registró una fuerte aceleración del volumen de los envíos (que casi se duplicaron entre 1979-81 y 1992-93). El extremo contrario correspondería al Africa subsahariana, donde los precios de las exportaciones se hundieron y el volumen de las mismas fluctuó, pero manteniéndose por lo general estancado. En América Latina y el Caribe los precios de las exportaciones disminuyeron también, pero el volumen de las mismas mantuvo un crecimiento positivo.
Las diferencias regionales en lo que respecta a las exportaciones se debieron en gran parte al comportamiento del mercado de los principales productos exportados por las respectivas regiones. En términos generales, los precios internacionales de los productos exportados por países asiáticos bajaron menos y se vieron sometidos a fluctuaciones menos pronunciadas que los productos tropicales exportados por Africa y América Latina y el Caribe. Por ejemplo, los precios en dólares nominales del arroz bajaron un 13 por ciento entre 1979-81 y 1989-91, los del caucho aproximadamente un 20 por ciento y los del aceite de palma un 46 por ciento. Por el contrario, los precios del té y, sobre todo, el yute y el algodón tendieron a fortalecerse. En los casos del café y el cacao, principales cultivos de exportación de muchos países africanos y latinoamericanos, los precios disminuyeron, respectivamente, un 56 y un 58 por ciento durante el mismo período.
Sustitución de los productos primarios por los productos elaborados en las exportaciones
Un aspecto de considerable importancia es la diferente capacidad manifestada por los países en desarrollo para sustituir la exportación de productos primarios no elaborados por productos de valor añadido. Las diferentes regiones en desarrollo registraron resultados diversos en este sentido. Tanto en Asia y el Pacífico como en América Latina y el Caribe la parte de los productos elaborados en el total de las exportaciones agrícolas pasó de aproximadamente el 10 por ciento al comienzo del decenio de los sesenta a cerca de un tercio del total en los últimos años. Esa parte ha ascendido a niveles considerablemente más elevados en los países más industrializados de esas regiones. Así, en la Argentina y el Brasil, la cifra sería de aproximadamente el 50 por ciento, y en Malasia más del 70 por ciento.
En el Africa subsahariana, por el contrario, la parte de los productos elaborados en las exportaciones agrícolas se ha mantenido en torno al 15 por ciento durante los tres pasados decenios. Dentro de esta situación de estancamiento, algunos países manifestaron fuertes variaciones temporales. En el caso de Kenya el coeficiente de los productos elaborados en el total de las exportaciones agrícolas fue relativamente elevado (aproximadamente el 17 por ciento) durante los años sesenta y primeros setenta, pero descendió a menos del 10 por ciento en los siguientes decenios. En Côte d'Ivoire el coeficiente aumentó notablemente entre los primeros años sesenta y mitad de los setenta (3 y 22 por ciento, respectivamente) pero disminuyó al 15 por ciento durante los ochenta. No obstante, en la mayor parte de los países de la región se observa una situación general de dependencia fuerte y constante con respecto a una variedad limitada de productos primarios. En el Cercano Oriente y Africa del Norte, la considerable producción de productos de valor añadido en el total de las exportaciones se debe por lo general a la considerable importancia de un reducido número de productos elaborados dentro de una base de exportaciones agrícolas relativamente pequeña. El marisco elaborado y otros productos marítimos, así como las frutas y hortalizas en conserva y en lata representaron una gran parte del total. En lo que respecta a los distintos países, la considerable proporción de productos elaborados se explica en gran parte por la importancia del vino en Argelia (aunque este producto ha retrocedido considerablemente en los últimos años), los productos pesqueros elaborados y los pistachos en el Irán y el tabaco, las avellanas y las frutas confitadas en Turquía (Figura 22).
1 Los precios agrícolas reales se calculan utilizando el índice combinado de precios de las Naciones Unidas sobre los productos manufacturados y el petróleo crudo como deflactor.
2 La relación intercambio-ingresos, o capacidad adquisitiva de las exportaciones agrícolas es el valor de las exportaciones agrícolas ajustado mediante un coeficiente de deflación basado en los precios de importación de las manufacturas y el petróleo crudo.