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Resumen y conclusiones

La economía mundial del sorgo consta de dos sectores distintos, un sector tradicional, de subsistencia, sustentado en los pequeños agricultores cuya producción se consume en su mayor parte como alimento (principalmente en Africa y Asia), y un sector de grandes explotaciones modernas, mecanizadas y que utilizan grandes cantidades de insumos, cuya producción se utiliza básicamente como pienso (principalmente en los países desarrollados y en América Latina). El futuro de la economía del sorgo está relacionado con su contribución a la seguridad alimentaria en Africa, el aumento de los ingresos y la reducción de la pobreza en Asia y el uso eficiente del agua en las regiones propensas a la sequía en una gran parte del mundo desarrollado.

El sorgo sigue siendo esencial para la seguridad alimentaria de vastas zonas de Africa. La mayor parte de la producción se consume en el seno de las explotaciones familiares que lo cultivan y sólo una pequeña proporción de la cosecha se destina al mercado. El hecho de que muchas regiones productoras sigan sufriendo periódicamente déficit de alimentos hace necesario aumentar la producción para aumentar la seguridad alimentaria familiar. En el futuro previsible, la superficie destinada al cultivo del sorgo seguirá incrementándose a medida que aumente la población rural y las tierras agrícolas sigan invadiendo ecosistemas más áridos y frágiles. Para que la producción de alimentos pueda aumentar al mismo ritmo que la población será necesario aumentar los rendimientos promedio del sorgo, que desde comienzos de los años ochenta están disminuyendo a una tasa del 1 por ciento anual.

Sólo la introducción de nuevas tecnologías y de reformas institucionales, necesarias para mejorar el flujo de insumos a los agricultores y para estimular la venta de productos a base de cereales permitirán aumentar la productividad del sorgo en Africa. El cambio tecnológico ya se está produciendo con la introducción de nuevas variedades, particularmente en Malí y Burkina Faso. Gracias a los programas de selección se han obtenido nuevas variedades que permiten conseguir mejores rendimientos y ofrecen una mayor flexibilidad en lo que concierne al período de siembra. Sin embargo, las dificultades existentes para producir y distribuir las semillas limitan el acceso de los agricultores a las nuevas variedades en la mayor parte de los países. Las empresas privadas de semillas se resisten a comercializar las variedades de sorgo de polinización libre y las empresas del sector público suelen ser deficientes. De la solución de esos problemas depende la posibilidad de rentabilizar las inversiones realizadas en los programas de selección.

El mayor incremento de productividad se obtendrá de la aplicación de tecnologías orientadas a mejorar el acceso de la planta al agua y los nutrientes. Por norma general, el cultivo del sorgo se realiza sin fertilizantes en todas las regiones de Africa. La aplicación de estiércol se ve obstaculizada por la escasez de los suministros y por la competencia por este insumo entre los diferentes cultivos. Los campesinos consideran que las tecnologías necesarias para la conservación del agua exigen un volumen excesivo de mano de obra y que su rentabilidad es incierta. De cualquier modo, el incremento de la densidad de población hará aún más perentoria la necesidad de intensificar la producción, pero eso sólo se conseguirá si los agricultores consideran que los beneficios derivados de la inversión en nuevas tecnologías (por ejemplo, para mejorar la fertilidad y la conservación del agua) son comparables a los que producen otro tipo de inversiones. Los científicos y los extensionistas pueden exhortar a los campesinos a invertir en nuevas tecnologías ofreciéndoles un mayor número de opciones con respecto a la ordenación del suelo y el agua que puedan adaptarse a distintas estrategias de inversión y a las distintas posturas distintas en cuanto al riesgo que es posible arrostrar.

También en Asia será necesario efectuar inversiones para garantizar la estabilidad de los rendimientos y la calidad de la producción. En especial, deberán adoptarse estrategias integradas de lucha contra las plagas y las enfermedades. Las inversiones realizadas en el pasado sobre la resistencia a las plagas de insectos deberán rendir fruto en un futuro próximo con la aparición de híbridos resistentes a la mosca de los brotes del sorgo y a la mosquilla en distintas partes de Asia, pero probablemente, además de la introducción de híbridos será necesario adoptar distintos instrumentos de lucha. Los mohos seguirán siendo un problema difícil de resolver por medio de la resistencia de la planta hospedante en un futuro próximo y será preciso recurrir a otros instrumentos de lucha.

Para hacer frente a las plagas y enfermedades habrá que recurrir a métodos químicos y biológicos de lucha. Las pérdidas ocasionadas por Striga parecen estar aumentando. Si bien es cierto que los mejoradores buscan la solución a este problema en la obtención de cultivares más resistentes, habrá que recurrir a prácticas de ordenación para conseguir un control más efectivo. La solución más prometedora es la mejora de la fertilidad, pero esto exige que los agricultores inviertan en fertilizantes o renuncien a una parte de la producción de sorgo y practiquen la rotación de cultivos, plantando una leguminosa. Los investigadores deberán adaptar estas opciones para que sean menos onerosas. También habrá que hacer inversiones destinadas a elaborar estrategias de lucha integrada contra las plagas para hacer frente a las grandes plagas de insectos, como las que causan el barrenador de los tallos, la mosquilla y las chinches.

Las fluctuaciones de la producción y los elevados costos de la recolección y transporte en las zonas de producción más remotas dificultan la expansión del comercio. Las perspectivas del comercio a más larga distancia se pueden cumplir mejor en aquellas zonas en las que la productividad es mayor. En los países en los que el sorgo es el cultivo alimentario más importante se deben adoptar políticas compatibles con los compromisos de la Ronda Uruguay para reducir las fluctuaciones de precios en el mercado nacional, y en los países en los que el sorgo tienen importancia desde el punto de vista regional se han de arbitrar medidas que estimulen la transferencia del producto desde las zonas excedentarias a las deficitarias. Esto puede hacer necesario fortalecer los sistemas de información sobre el mercado u ofrecer incentivos a la inversión a los operadores de cereales de las zonas rurales. Estas intervenciones justificarían con creces las inversiones necesarias porque con toda probabilidad mejorarán la seguridad alimentaria y reducirán los costos de las operaciones de socorro contra la sequía.

La posibilidad de intensificar la utilización del sorgo como cereal pienso depende en gran medida de la cercanía de la industria de piensos a las zonas de producción y de la fuerza de su expansión. Una vez cubiertas las necesidades de alimentos, las posibilidades de que aumente la demanda de sorgo como pienso son elevadas. A pesar del gran interés en la utilización de sorgo para elaborar alimentos preparados y productos de panadería, el uso industrial de este cereal es limitado. En varios países africanos, como Sudáfrica y Nigeria, se utiliza en pequeñas cantidades para producir malta con la que fabricar cerveza, almidón y harina, pero las industrias alimentarias se muestran reacias a experimentar productos alternativos y, además, las perspectivas del uso industrial del sorgo resultan fuertemente limitadas en la mayor parte de los países por la incertidumbre de los suministros y la calidad variable del grano. Además, en algunos países la normativa vigente impide que la industria alimentaria utilice el sorgo como producto alternativo de bajo costo a otros cereales (por ejemplo, en México es ilegal utilizar sorgo en lugar de maíz en la elaboración de la tortilla).

En Asia, el sorgo sigue siendo importante como cultivo de subsistencia, aunque en un sistema de producción cada vez más comercializado. La mayor parte de la producción se consume todavía en las pequeñas explotaciones que lo cultivan, pero una proporción cada vez mayor se vende en los mercados rurales y urbanos. El futuro del sorgo en Asia depende de la posibilidad de que pueda competir con otros cultivos comerciales. Una vez se han cubierto las necesidades alimentarias del hogar, la tierra se destina a cultivos como las legumbres y las semillas oleaginosas cuyas perspectivas comerciales son más favorables. Esos cultivos reportan mayores beneficios porque se han adoptado medidas que estimulan su producción. Estas tendencias no se modificarán en tanto en cuanto el déficit de producción de alimentos sea limitado.

En los sistemas de producción asiáticos más comercializados existen buenas perspectivas de mejora de la productividad del sorgo. Es China, donde los rendimientos medios superan las cuatro toneladas por hectárea, el país que encabeza este proceso. En la India, principal productor de la región, el rendimiento es inferior todavía a una tonelada por hectárea. El factor que permitirá aumentar el rendimiento es la sustitución de variedades de polinización libre por híbridos. Además, los agricultores deben aumentar la disponibilidad y eficiencia de nutrientes del suelo mediante una aplicación más intensiva de fertilizantes inorgánicos. Una mejor selección de micronutrientes permitirá conseguir una mayor eficiencia en el uso de los fertilizantes.

La consecución de un aumento de productividad es especialmente importante porque se traducirá directamente en mayores ingresos para las familias más pobres del continente. En efecto, el aumento de la productividad constituye por sí mismo un instrumento para reducir la pobreza.

Previsiblemente, el aumento de los rendimientos supondrá una mayor competitividad del sorgo en los mercados industriales de Asia. En función del precio y la calidad de otros productos, existe la posibilidad de ampliar la utilización del sorgo como fuente de almidón, como insumo para la producción de cerveza y como ingrediente en diversos productos de panadería. Con todo, la industria de piensos ofrecerá las mayores posibilidades de aumentar la utilización del sorgo. Los mayores niveles de ingresos en toda Asia están haciendo aumentar de forma sustancial la demanda de leche, carne y otros productos pecuarios, y en consecuencia, de pienso. En algunas de las economías de más rápido crecimiento, esta demanda se ha satisfecho con importaciones de sorgo y maíz. La producción nacional podría sustituir a esas importaciones. En los grandes países productores como la India, el mercado de piensos ofrece la perspectiva de un importante aumento de la demanda de cereales y forraje.

Las políticas agrícolas, la demanda relativa de pienso y la posición competitiva en el mercado de otros cereales pienso como el maíz hacen que la producción de sorgo sea cada vez más variable en los grandes países productores de piensos. En varios países en desarrollo en los que el sector de los piensos está experimentando un rápido crecimiento se ha registrado un importante aumento de la producción, la mayor parte del mismo en el sector moderno y mecanizado en el que los rendimientos superan generalmente las 3 t/ha. En los países desarrollados, aunque el rendimiento es cada vez mayor, se han registrado variaciones en la superficie sembrada. La disminución de la superficie de sorgo en los Estados Unidos, primer productor mundial, podría tocar a su fin si se suprimen las medidas que favorecen el cultivo del maíz.

Una cuestión crucial para el futuro es si el sorgo seguirá compitiendo con el maíz en el mercado de los cereales para pienso. Esto dependerá ante todo del aumento de productividad de cada uno de esos dos cultivos. Mientras que los mejoradores del maíz están trabajando para conseguir variedades más tolerantes a la sequía, las posibilidades de conseguir los mismos niveles de tolerancia inherentes al sorgo son escasas. Probablemente, la escasez y el costo creciente del agua inducirán a dedicar al cultivo del sorgo un porcentaje más elevado de la tierra destinada a cultivos para la fabricación de piensos. Esta tendencia puede verse acelerada por la mayor eficiencia del sorgo en la utilización de los nutrientes.

En conjunto, el sorgo continuará siendo esencial para la seguridad alimentaria de Africa en el futuro previsible. El aumento de la productividad es crucial para impedir que continúen registrándose déficit de producción de alimentos en la mayor parte de las regiones semiáridas y para evitar la perspectiva de que se produzcan periódicamente hambrunas en algunas de ellas. A su vez, esto exige realizar mayores inversiones en el desarrollo y difusión de tecnología. En Asia, el sorgo conservará su importancia en el suministro alimentario familiar, pero es posible que aumente su utilización como pienso. El incremento de productividad se traducirá en aumento de ingresos a medida que los agricultores dediquen la tierra a cultivos comerciales más rentables o destinen la producción de sorgo a la venta en los mercados. Habida cuenta de que la mayor parte de la producción de sorgo está en manos de pequeños agricultores, las inversiones en investigación y extensión contribuirán directamente a aliviar la pobreza. En la mayor parte de los países de ingresos medios y altos, el sorgo seguirá teniendo importancia como cereal pienso, especialmente adecuado para la producción comercial en zonas cálidas, áridas y propensas a la sequía.


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