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La industria forestal sueca en el ciclo ecológico

G. Wohlfahrt

Tendencias recientes en la evolución de la industria forestal sueca, hacia prácticas y políticas más respetuosas del medio ambiente y conservadoras de la naturaleza, conjugando los fines de conservación y producción.

Göran Wohlfahrt trabaja para la Asociación Sueca de Industrias Forestales, Estocolmo.

La legislación sueca estipula la obligatoriedad de salvaguardar la biodiversidad y la variación genética en los bosques

Para los directivos de las compañías de los principales países productores de papel, la relación entre la conservación y la explotación del bosque no evoca contrastes, sino más bien una dependencia y un apoyo recíprocos. Cosechando los frutos del bosque es como se obtienen los recursos necesarios para mantener sus valores ecológicos. La historia de los bosques de Europa es una sucesión de procesos de conversión de las tierras forestales a pastizales y cultivos; se desdeñó la conservación aunque, muy temprano, hubo voces de alerta contra los efectos de la explotación desmedida y se intentó regular las talas y los desmontes. Pero las sociedades del siglo XIX, obligadas a alimentar a una población en rápido crecimiento y a obtener de los bosques madera de construcción, carbón vegetal, alquitrán y leña, no pudieron detener el avance de la deforestación hasta que los combustibles fósiles vinieron a sustituir a la leña como principal fuente de energía.

Las grandes extensiones de tierra baldía en el sur de Suecia (consecuencia de intentos infructuosos de reforestación) y la explotación de extensos bosques vírgenes en el norte para la exportación tras abolirse a mediados del siglo pasado el impuesto británico sobre la madera aserrada, prepararon a la opinión pública para comprender la necesidad de la silvicultura y la reforestación, codificadas después en la ley de 1903. La tala de viejos rodales para obtener madera aserrada creó riqueza y capital de inversión, se industrializaron las desembocaduras de los ríos y se valorizó las zonas forestales del interior. La naciente industria papelera, ubicada para aprovechar los restos de las serrerías y los trozos pequeños de madera, ayudó a introducir nuevas ideas sobre ordenación forestal. Actualmente, los bosques cubren de nuevo el 60 por ciento de las tierras de Suecia no ocupadas por las aguas. La industria de productos forestales es una importante fuente nacional de empleo y de ingresos y ocupa el lugar central en el comercio exterior del país. Los productos forestales contribuyen en una quinta parte al valor bruto de las exportaciones y son las mayores fuentes de divisas. La gran industria moderna maderera y papelera sueca es líder mundial en cuanto a tecnología. Por otra parte, las reservas forestales casi se han duplicado desde el decenio de 1920, y la tasa anual de crecimiento se aproxima a 83 millones de m³ al año. Como sólo se tala del 65 al 70 por ciento del incremento anual, los bosques siguen siendo la mayor reserva oculta de Suecia, con posibilidades de proporcionar todavía más ingresos y puestos de trabajo.

Con sólo el 1 por ciento de los bosques mundiales, Suecia ocupa el tercer lugar en el comercio mundial de papel y pasta de papel y el segundo como exportadora de madera aserrada. Se exporta entre el 80 y el 90 por ciento de la producción de la industria forestal. Los principales mercados son los países de Europa occidental, con el 85 por ciento. Las previsiones apuntan a un constante crecimiento de la demanda de productos forestales en todo el mundo, y Europa occidental, con un quinto del consumo mundial, es una región deficitaria. Se espera que los países nórdicos, con la mitad de la superficie forestal de Europa occidental, suministren más madera. Gracias a sus grandes propiedades forestales, las compañías suecas tienen una dilatada experiencia en la conservación de los bosques, lo que les permite aumentar constantemente la producción.

El cierre de las serrerías y su reestructuración con fuertes inversiones en investigación conjunta y en nuevas tecnologías han permitido limpiar los entonos de las instalaciones, elevar la productividad y mantener la competitividad en el plano internacional. Hoy día, las principales fuerzas que promueven unas prácticas ecológicas sanas en los bosques y en las industrias de la madera son los nuevos conocimientos derivados de las investigaciones y la fuerte presión de clientes y consumidores. Los productores de madera aserrada y papel deben poder probar que ni los suministros de materia prima ni los procesos industriales son nocivos para el medio ambiente; de ahí las demandas de certificación forestal, etiquetado ecológico y auditoría medioambiental. La utilización de los bosques no es solamente una cuestión de crecimiento óptimo, extracción barata de madera y reforestación, sino que se trata de asegurar también el futuro de las plantas, los animales y las personas que viven en ellos.

A partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) celebrada, en 1992, el debate ecológico se ha diversificado y ha empezado a ocuparse de las grandes cuestiones del sistema. el sistema de la industria forestal es más que conservación y utilización prudente del bosque. Es un elemento de un ciclo ecológico (véase la figura, pág. 12) con materias primas renovables y con productos y energía que pueden reciclarse. Por ello, es probablemente el único sistema industrial de gran escala capaz de realizar los objetivos de desarrollo sostenible formulados por la CNUMAD.

SOSTENIBILIDAD DEL CICLO ECOLOGICO

Lo fundamental del concepto de ciclo ecológico es que la utilización del bosque debe ser sostenible. Ello significa no sólo una explotación sostenible de la madera sino también un uso equilibrado del ecosistema forestal sin daños para la productividad del suelo ni para la biodiversidad. Este doble enfoque, desarrollado durante los últimos 10 a 15 años por los silvicultores suecos, ha quedado incorporado a la nueva ley de política forestal de mayo de 1993. La ley proclama un objetivo para el medio ambiente y otro para la producción, teniendo ambos objetivos el mismo peso en la ordenación de los recursos forestales. Por lo tanto, la producción de madera debe combinarse siempre con medidas y recursos adecuados para la conservación de la naturaleza.

La ley prescribe que los bosques y sus tierras se utilizarán de manera eficiente con miras a un rendimiento sostenible y estimable. La composición de la producción forestal deberá ser tal que pueda satisfacer diferentes necesidades humanas en el futuro. Este es un principio reconocido desde hace mucho tiempo y no plantea problemas.

En cuanto al objetivo medioambiental, se mantendrá la productividad de las tierras forestales y se asegurarán la biodiversidad y la variación genética en el bosque. Los bosques deberán administrarse de manera que las especies vegetales y animales que existen en los ecosistemas forestales puedan sobrevivir en condiciones naturales y en número viable. Se protegerán las especies y los tipos de vegetación que se encuentren en peligro de extinción, y se defenderán el patrimonio cultural y los valores estéticos y sociales del bosque.

El mantenimiento de la productividad de los suelos fue un tema muy debatido hace unos 15 años. Tras los grandes adelantos de los años sesenta y setenta en la mecanización de la corta y el transporte de troncos y los anchos caminos abiertos para la corta de árboles sin mucha consideración a las variaciones locales, se produjo un cambio de actitud en favor de la biología, la variación y los métodos adaptados. La reacción pretendía sobre todo mantener la fertilidad a largo plazo evitando la explotación y la pérdida involuntaria de las reservas de nutrientes del suelo. Se pusieron en boga las prácticas forestales adaptadas al lugar, con lo que se quería decir que los métodos ordinarios debían adaptarse a las condiciones biológicas cambiantes de sectores forestales específicos. El resultado fue positivo tanto para la producción como para el medio ambiente. Fue preciso también elevar el nivel de conocimientos teóricos y prácticos, en especial de los administradores y los trabajadores forestales, para lo que se organizaron extensos programas de educación, completados con una nueva generación de máquinas mejores y más livianas para operaciones de corta más flexibles, y en menor escala.

En Suecia, la industria forestal forma parte de un ciclo ecológico

En la actualidad es más preocupante la acidificación por contaminantes atmosféricos que, principalmente en la parte suroccidental del país, reduce a la larga la fertilidad del suelo; alrededor del 90 por ciento de las sustancias acidificantes llegan llevadas por el viento desde países cercanos o lejanos, sin que Suecia pueda hacer nada para impedirlo, lo que añade un elemento negativo a la definición de bosque sostenible.

Nunca podrá haber una definición mundialmente válida de la conservación sostenible de los recursos forestales, pues las condiciones de la vegetación básica y las soluciones variarán siempre de región a región y de país a país según los diversos tipos de ecosistema y según el uso histórico de la tierra. En Suecia, por ejemplo, fue el esfuerzo restaurador en la mayor parte de las superficies forestales tras siglos de utilización intensiva y tras la explotación indiscriminada de las tierras vírgenes boreales en el siglo XIX lo que puso de manifiesto la necesidad de salvaguardar la biodiversidad de los ecosistemas; no queda más de un 5 por ciento intacto de los bosques viejos o muy viejos.

La corta a hecho de zonas extensas se ha sustituido por operaciones forestales adaptadas a cada lagar, lo cual supone conservar algunos árboles y da lagar a un paisaje más variado

La conservación de la diversidad biológica se basa por consiguiente más en la restauración ecológica en combinación con la silvicultura que en la protección de extensas zonas como reservas naturales. Este enfoque difiere totalmente del adoptado en regiones donde todavía dominan las selvas vírgenes ancestrales.

UNA SILVICULTURA FLEXIBLE ES LA MEJOR POLITICA DE CONSERVACION

La promulgación en 1903 de la primera ley forestal moderna del mundo, que obligaba a plantar nuevos árboles después de cada tala, impulsó la restauración de los bosques suecos. Fue el primer movimiento verde. Las reservas vivas de madera han alcanzado casi 3000 millones de m³, siendo la tasa anual de crecimiento, que ano sigue en aumento, la mayor de la historia. Prácticamente la totalidad de las tierras forestales se administran según las normas fijadas por la ley y por la ciencia más avanzada con miras a elevar el rendimiento y las reservas.

No puede sorprender que los científicos, a principios del decenio de 1980, señalaran que parte de la flora y la fauna de Suecia debía considerarse en peligro o amenazada, a causa de la prolongada influencia humana sobre la composición y la estructura de los rodales y los paisajes forestales. El espacio ocupado por árboles viejos y grandes ha mermado notablemente durante este siglo, como también el número de árboles muertos. Por lo tanto, las especies que dependen de los árboles muertos y en descomposición sufren las consecuencias.

El desarrollo de la silvicultura comercial ha hecho que se reduzcan los efectos de los incendios. En el pasado, sobre todo en las regiones boreales, los repetidos incendios condicionaban la estructura del bosque y daban forma al conjunto del paisaje; algunas zonas ardían varias veces en un siglo, mientras que los bosques de tierras húmedas, hondonadas y árboles de hoja ancha sólo raramente eran víctimas del fuego. Los animales y las especies vegetales se adaptaron para sobrevivir en un sistema que incluía los incendios forestales. El control de éstos ha repercutido sobre la diversidad biológica reduciendo las fases sucesorias jóvenes dominadas por especies arbóreas frondosas y la asociación de éstas con rodales más viejos.

Los incendios forestales han de ser controlados, más que eliminados

Los hábitats especiales, es decir los lugares donde existen especies en peligro, vulnerables o que requieren particular atención, han sido catalogados mediante estudios topográficos realizados por los terratenientes con ayuda del personal forestal, con objeto de proteger, entre otras cosas, los restos de bosques de coníferas afectados por el fuego y de mantener los rasgos naturales que persisten aún en el paisaje cultural. Los programas forestales prevén muchas medidas, entre ellas las que pueden aplicarse en bosques sensibles; cómo puede facilitarse la regeneración natural en suelos húmedos ricos, dejando árboles de semilla en lugar de hacer plantaciones costosas después de desbrozar el terreno; cómo deben dejarse amplias zonas ribereñas junto a los lapos, pantanos y ríos; cómo conservar los restos de pastizales entre cultivos y bosques; cómo realizar talas menos radicales, por ejemplo dejando árboles caídos o árboles muertos en pie en beneficio de insectos, líquenes y pájaros.

PLANIFICACION ECOLOGICA DEL TERRITORIO

La planificación ecológica del territorio es la manera de imitar las funciones de los bosques naturales. La ordenación de una tierra forestal entre 5000 y 25000 hectáreas comienza con un inventario de los elementos subsistentes de la época de los bosques naturales. Si es posible, éstos se vinculan mediante una red de corredores boscosos que no se talarán nunca. Normalmente estos corredores son bosques de zonas húmedas, a lo largo de ríos, costas de los lagos, etc., que no ardieron en condiciones naturales. En el resto del territorio, se emprende la producción forestal con los mejores métodos disponibles. La composición del bosque por edades de las especies y la combinación de métodos de gestión forestal se controlan en el conjunto del territorio mediante un sistema de información geográfica. Se incluyen algunos métodos adaptados con fines ambientales, tales como la quema controlada y la tala selectiva, que son importantes para mantener la diversidad biológica.

FORMACION DE UN CONSENSO

La idea de la sostenibilidad debe contar con el apoyo de las autoridades y el consentimiento del público, los terratenientes y los políticos. La experiencia sueca muestra que la legislación nacional, la imposición de normas forestales mínimas sobre todos los propietarios de bosques, y un servicio efectivo de extensión han facilitado mucho la comprensión de la silvicultura como un objetivo en sí misma y la consideración de las propiedades forestales como una fuente segura de ingresos.

Un factor clave para una participación responsable es la existencia de un título de propiedad claro y garantizado sobre las tierras forestales. En Suecia, el 88 por ciento de todas las tierras forestales es propiedad privada de agricultores, hacendados, pequeños propietarios, cooperativas (que reúnen el 50 por ciento) e industrias (el 38 por ciento). Su buena disposición para invertir y administrar cuidadosamente sus bosques es función de la perspectiva de ingresos futuros. La participación de los interesados es más importante que cualquier legislación o reglamentación administrativa.

Los consejos forestales de condado se instituyeron en 1905 con la misión de promover la silvicultura privada por imperativo de la ley, pero sobre todo mediante el asesoramiento y la educación. Los ingenieros forestales de los consejos regionales están bien relacionados localmente, y los propietarios generalmente ven en ellos una ayuda más bien que un inspector de policía. Pero la supervisión de las prácticas forestales en las propiedades privadas ha resultado también indispensable. Para ello se realizan inventarios de existencias a cargo del consejo de condado o de los propietarios mismos a través de sus asociaciones. Además, todas las talas finales deben comunicarse a los consejos de condado, de manera que éstos puedan controlar también las medidas de reforestación y conservación de la naturaleza.

Desde el decenio de 1920 repetidas encuestas nacionales, que ahora se hacen anualmente, dieron al Inventario Forestal Nacional los medios para observar la evolución de las superficies forestales, los volúmenes de las masas arbóreas y el crecimiento por regiones y por especies, edades, dimensiones, categorías de propietarios, etc. Se procede con regularidad a calcular los niveles de corta sostenible en comparación con la demanda prevista de madera y con el consumo real.

Aparte de los servicios de extensión y de la difusión de los resultados de los trabajos biológicos y técnicos y de las actividades de investigación y desarrollo, los consejos forestales de condado organizan también cursos de formación para el perfeccionamiento profesional de todo el personal y en beneficio de los propietarios y los empresarios.

LA INDUSTRIA ES LA FUERZA IMPULSORA

La fuerza impulsora del proceso de transición de los bosques de Suecia desde la degradación hasta la productividad ha sido la demanda de madera en rollo y productos elaborados. La riqueza creada por la industria ha financiado las inversiones en silvicultura, las cuales han abierto el camino para la expansión de la industria. Desde la Edad Media, y en particular en el siglo pasado, la industria sueca de productos forestales se ha orientado en gran medida a la exportación. Las condiciones del mercado mundial han determinado sus actividades y las posibilidades de expansión. el Estado se ha abstenido de intervenir en el mercado de la madera en rollo y productos derivados (al contrario de lo que ha hecho en la agricultura). Compradores y vendedores han tenido que trabajar en condiciones económicas determinadas desde fuera, que a veces han sido duras y han requerido medidas radicales de racionalización en lo referente a la corta, el transporte y la comercialización. No obstante, los márgenes han sido suficientes para reinvertir recursos en la reforestación en cumplimiento de la ley.

El principio rector es que el precio de la madera pagado por la industria debe ser suficientemente alto para cubrir el costo de la silvicultura y otras exigencias de la administración de los bosques. Las subvenciones estatales son limitadas en comparación con las de otros países. Mientras que en algunos países la silvicultura y las industrias forestales se ven como antagonistas, en Suecia han vivido en una relación cada vez más estrecha. Es importante que el mercado financie el desarrollo de una administración forestal sostenible, aunque la ejecución de nuevos programas y actividades pueda requerir alguna asistencia financiera.

Para aplicar sus propias estrategias, cada país necesita alcanzar un nivel mínimo de capacidad investigadora, de educación y formación y de concientización pública respecto a la necesidad de administración sostenible de la tierra y sus recursos. La cooperación regional e internacional podría contribuir a realizar un estudio de los problemas y las oportunidades y de la necesidad de recursos financieros y técnicos y políticas de investigación.

EL RECICLAJE, ELEMENTO DEL CICLO ECOLOGICO

Desde el decenio de 1960, la atención pública en Suecia y en otros países se ha centrado en los efectos de la creciente industria papelera sobre la calidad del agua y la vida de los peces aparas abajo de las fábricas. La contaminación del aire, los malos olores y el ruido contribuyen a propagar la imagen de una industria nociva para el medio ambiente. En una declaración de intenciones de 1988, las industrias forestales suecas se comprometieron a reducir las emisiones contaminantes a niveles ecológicamente aceptables y a resolver cualesquiera otros problemas medioambientales. Se declaró también que las medidas en favor del medio ambiente sólo son posibles si la industria es rentable, y que debía aspirarse a la armonización internacional de las normas en esta materia.

Actualmente, la situación ha cambiado radicalmente. En Suecia como en la mayoría de los países industrializados, los debates públicos tienen por objeto los problemas de la silvicultura, la eliminación de los desperdicios y sobre todo el reciclaje. Los humos y las aguas residuales ya no son noticia de primera página. Los logros de la industria se reconocen incluso oficialmente y la industria papelera se cita a veces como modelo para otras.

De un consumo total de fibras en 1994 de 270 millones de toneladas en la industria mundial del papel, alrededor del 40 por ciento fueron fibras recicladas, y el porcentaje sigue aumentando. En el año 2000 unos dos tercios de la creciente demanda de fibras procederán del papel reciclado. Todos los países industrializados con insuficientes recursos forestales han alentado la recogida de papel usado, y las técnicas mejoradas de blanqueo y disolución han hecho que las compañías papeleras se interesen más por el uso de la fibra reciclada más barata y variada procedente de los recursos del «bosque urbano». En algunos países, más de la mitad del papel consumido se recupera; en Alemania, el porcentaje de fibra reciclada en la materia prima del papel se acerca al 60 por ciento. En 1994, el promedio de recogida de papel viejo en los países de la Unión Europea fue del 42 por ciento.

En Suecia, se reciclan más de seis de cada diez periódicos, y el 70 por ciento de las cajas de cartón corrugado; en total, se recupera más de la mitad de todos los productos de papel. Si se incluyen los productos de papel utilizados como combustible para generar energía (20 por ciento), el total de papel recuperado sobrepasa el 70 por ciento; el resto termina en bibliotecas, como material de construcción, en vertederos controlados y en las cloacas. En la mayoría de los países de la Unión Europea todavía va una proporción considerable a los vertederos, mientras que la incineración en centrales térmicas está apenas empezando, aunque su importancia está aumentando.

El papel usado, el papel de periódico y los cartones viejos no pueden sustituir la materia prima forestal. El papel no puede reciclarse indefinidamente. Cada reciclaje gasta la fibra y la destruye en parte. El papel usado no es, por consiguiente, una base sostenible de materia prima; las fibras recicladas y las fibras vírgenes sirven como dos elementos del mismo ciclo sostenible. Se necesita constantemente fibra nueva de madera para «repostar» el sistema manteniendo el rendimiento y la calidad de los productos hechos principalmente con fibras recicladas. Cuando se valoran la fuerza, la dureza, la durabilidad y la pureza, la mejor y a menudo la única opción es la fibra virgen. A los bosques nórdicos incumbe la función de suministrar al sistema papelero europeo las fibras vírgenes necesarias para mantener la calidad.

Es erróneo decir que los productos del papel deben hacerse con fibra reciclada para salvar el bosque. Los árboles no se cultivan ni crecen para salvarse. Los bosques sabiamente administrados y utilizados no chocan con consideraciones ecológicas. Lo que importa no es que las fibras se utilicen varias voces, sino que la materia prima original proceda de bosques administrados según principios ambientalmente sostenibles y que la producción se atenga a las normas vigentes sobre emisión de humos y aguas residuales.

Sin embargo, la recolección de papel usado no es un fin en sí misma y debe justificarse ecológicamente y ser económicamente viable: transportar en camiones a largas distancias pequeños volúmenes de papel reciclable no beneficia al medio ambiente y eleva el costo de la fibra. Encontrar la combinación óptima de recuperación de materiales y recuperación de energía es la cuestión clave cuando la industria forestal se adapta a la sociedad de ciclo ecológico del futuro.

CONCLUSION

La relación entre conservación y utilización del bosque no es entre extremos diametralmente opuestos: absoluto proteccionismo por un lado y utilización explotadora por otro. La solución radica en utilizar los bosques de manera sostenible, asegurando así su productividad constante y su conservación. Aunque ningún país puede ni debería creer jamás que ha alcanzado el máximo nivel en este empeño, los esfuerzos y los éxitos de la industria forestal sueca indican que, con perseverancia y con voluntad política, pueden lograrse notables progresos en la buena dirección.


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