6. Enseñanzas de la revolución verde:
hacia una nueva revolución verde

Documentos ténicos de referencia
© FAO, 1996


1. Introducción

1.1 Los conocimientos históricos actuales indican que hace sólo unos 100 000 años –unas 3 500 generaciones– que el hombre abandonó las sabanas del Africa oriental para extenderse por todo el planeta. Desde que los cazadores y recolectores se asentaron hace 10 000 años (350 generaciones) y comenzaron a vivir de los alimentos producidos por la agricultura, se ha observado un constante aumento de la productividad tanto de los cultivos como de los animales domésticos. Estos progresos son resultado de la interacción entre la selección natural y la elección deliberada de semillas para la campaña siguiente y de animales para la reproducción. Se deben también a una comprensión cada vez mayor de la realidad de la agricultura, que ha permitido mejorar las técnicas de gestión. La producción de alimentos aumentó también como consecuencia de la roturación de nuevas tierras. Mientras las poblaciones humanas fueron poco numerosas, el aumento de la demanda de alimentos se pudo atender también destinando nuevas tierras a la producción agrícola y ganadera. Ha sido una combinación de estas estrategias lo que ha permitido satisfacer la demanda mundial de alimentos.

1.2 En los tres últimos decenios, la productividad de los principales cereales (arroz, trigo y maíz) han aumentado como resultado de la incorporación de los progresos científicos a la fitogenética junto con tecnologías que han permitido aprovechar al máximo el rendimiento potencial de los cultivos, en las condiciones a que están sometidos los agricultores en los países en desarrollo. Estos aumentos son lo que se conoce como revolución verde. Los progresos científicos se han visto favorecidos por un notable crecimiento de los sectores comerciales que suministran insumos a la agricultura. Al mismo tiempo, las infraestructuras han mejorado, llegando a los grandes y pequeños agricultores que antes permanecían al margen de las innovaciones tecnológicas.

1.3 A pesar de los esfuerzos por desacelerar el crecimiento demográfico a nivel mundial, la población humana sigue aumentando, y crece también la presión sobre la tierra agrícola existente. La superficie disponible para una expansión agrícola idónea se reduce en todos los continentes. No obstante, en Africa y América Latina quedan todavía grandes superficies que podrían dedicarse a la agricultura. Los elevados costos que ello tendría para la población autóctona que vive en los bosques, así como para la diversidad biológica y la vegetación forestal y de la sabana, han disuadido a muchos gobiernos de aplicar esa estrategia. La adopción del Programa 21 y de la Declaración de Rio durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) de 1992 por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas ha confirmado la preocupación mundial por el medio ambiente natural y sus habitantes. En casi todas las regiones, para aumentar la producción de alimentos y la seguridad alimentaria se habrán de buscar en el futuro procedimientos distintos de la conversión en gran escala de hábitat naturales frágiles en tierras de cultivo. Como consecuencia de la entrada en vigor de los convenios inspirados en los principios del Programa 21 (por ejemplo, los relativos a la diversidad biológica, el cambio climático y la desertificación), las naciones han aceptado compromisos jurídicamente vinculantes en favor del desarrollo sostenible.

1.4 La capacidad conjunta de aplicar esos convenios a fin de asegurar un entorno estable y previsible para la producción agrícola es fundamental para la decisión de responder al desafío de la seguridad alimentaria mundial y poder atender las necesidades crecientes de los consumidores de alimentos en todo el mundo.


2. Mejorar la seguridad alimentaria de los pobres: alternativas disponibles

2.1 La población expuesta a la inseguridad alimentaria no produce de forma habitual alimentos suficientes para mantenerse ni tiene capacidad adquisitiva para comprar alimentos a otros productores. Durante los períodos de hambre, muchas veces no hay alimentos, a ningún precio. Dado que la preocupación por la integridad del hábitat natural limitará una expansión significativa de la superficie destinada a la agricultura, hay que buscar otras estrategias para alimentar a una población mundial que puede superar los 7 000 millones de habitantes en el año 2010. Se han formulado varias hipótesis alternativas (McCalla, 1994). Pueden dividirse en dos grupos distintos.

2.2 La primera hipótesis, apoyada por algunos analistas y basada en el actual crecimiento económico del Asia sudoriental, supone un desarrollo significativo de la economía mundial después de la conclusión del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Según esta hipótesis, el crecimiento continuado del comercio mundial permitirá a los países del Sur con déficit de alimentos producir y exportar bienes y servicios industriales, lo que les daría la posibilidad de adquirir cantidades significativas de alimentos de los países del Norte con excedentes alimentarios. Muchos de estos países desarrollados ricos tienen un considerable potencial de producción no aprovechado, debido a su experiencia tecnológica y a sus infraestructuras de comercialización. Estos métodos de producción intensiva se están adaptando a las necesidades actuales del desarrollo sostenible. Para que estos alimentos lleguen a los países pobres expuestos a la inseguridad alimentaria será necesario formular políticas nacionales eficaces de seguridad alimentaria. Estas políticas deben asegurar a la población pobre tanto rural como urbana mayores derechos a los alimentos mediante un acceso más amplio a éstos gracias a la generación de ingresos y a las posibilidades de empleo. Aunque el comercio Norte-Sur puede mejorar la seguridad alimentaria nacional de los países en desarrollo, ello no significa necesariamente que vaya a mejorar la seguridad alimentaria familiar de la población pobre de esos países, en cuanto grupo, ni a permitir un mayor acceso a los alimentos en las localidades más remotas.

2.3 En la segunda hipótesis, que muchos analistas consideran más realista, se supone que los países pobres del Sur deben aumentar de forma significativa su propia producción alimentaria, y hacerlo en tal manera que contribuya específicamente a mitigar la inseguridad alimentaria. Para ello, se pueden aplicar varios mecanismos:

2.4 Actualmente, parece demostrado que la disponibilidad de los agricultores a aumentar la producción alimentaria en muchos países en desarrollo está estrechamente vinculada a la existencia de mercados para sus productos1. De la misma manera, la adopción por los pequeños agricultores de técnicas mejoradas de gestión en sus explotaciones parece producirse cuando tienen fácil acceso a los suministros de insumos y disponen de mercados seguros con precios equitativos y previsibles para sus productos (Crosson y Anderson, 1995).

2.5 La aplicación de los acuerdos de la Ronda Uruguay en la Organización Mundial del Comercio (OMC) es objeto de estrecha atención tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados. A pesar del considerable volumen de alimentos adquiridos en el Norte por los países en desarrollo, es todavía demasiado pronto para saber hasta qué punto se hará realidad la primera hipótesis (la inversión en las corrientes de productos industriales y agrícolas), y si el Norte (incluidos los países de la ex Unión Soviética) acabará teniendo la capacidad y la voluntad política de producir en forma sostenible un mayor volumen de alimentos para la exportación. [Algunos mantienen que los actuales volúmenes de producción agrícola en el Norte no son totalmente sostenibles (Ehrlich et al., 1993; Pimentel et al., 1994), pero en el Norte se están introduciendo cambios en las políticas encaminados a promover una agricultura sostenible para el medio ambiente.] Tampoco es seguro si el desarrollo nacional de los países del Sur permitirá a los pobres y expuestos a la inseguridad alimentaria obtener el debido acceso a los alimentos importados (dilema entre la seguridad alimentaria nacional y la familiar). Se requerirá un esfuerzo concertado de los países del Norte y del Sur en todos los sectores de sus economías para conseguir que esa hipótesis se haga realidad. De lo expuesto se deduce que esa hipótesis no puede ser la base de los esfuerzos mundiales por mejorar rápidamente la seguridad alimentaria de los pobres. La producción de alimentos debe crecer también en los propios países amenazados por la inseguridad alimentaria.

2.6 Las experiencias acumuladas a través de los estudios sobre el desarrollo en general y el examen de la anterior revolución verde demuestran que las fuerzas generales del mercado y las intervenciones gubernamentales en éste cuentan más que los avances tecnológicos. La tecnología, por sí sola, no puede asegurar la producción de alimentos ni el acceso a los mismos, como tampoco pueden conseguirlo las políticas por sí solas. La adopción de la tecnología disponible depende en gran parte de los incentivos que los agricultores perciben en su utilización, y dichos incentivos están estrechamente vinculados a los mercados. Por ello, son tareas esenciales:

La mayor fiabilidad de la agricultura de subsistencia puede ser importante para los sectores de la población rural con menos seguridad alimentaria, pero la población pobre de todo el mundo se ha integrado en las economías monetarias; toda familia se ve obligada a formar parte de ellas. La producción primaria debe satisfacer también estas necesidades. La aversión tradicional a asumir riesgos en los sistemas de producción en pequeña escala refleja los precarios equilibrios económicos de las comunidades campesinas. La estabilización de las economías nacionales, y en particular la de las monedas nacionales, alentará las inversiones de los pequeños agricultores en tecnologías que aumenten los rendimientos y reduzcan los costos.


3. La revolución verde y el nuevo paradigma de la investigación

3.1 El progreso tecnológico de la agricultura moderna se basa en la experiencia adquirida en el curso de casi 150 años de actividad científica. La revolución verde en el trigo, el arroz y el maíz forma parte integrante de este proceso. Tiene su fundamento en la capacidad tecnológica, basada en principios científicos, para modificar el medio ambiente de manera que se creen condiciones para la agricultura y la ganadería más idóneas que las que ofrece la propia naturaleza (por ejemplo, si el clima es seco, se emplea el riego; si la fertilidad del suelo es baja, se aplican fertilizantes; si las plagas y malas hierbas invaden los cultivos, se pulveriza; si las enfermedades amenazan al ganado, se administran vacunas y medicamentos, o, si se necesita más energía para roturar la tierra, se recurre a la mecanización y al uso de combustibles fósiles). El aumento de los rendimientos en los sistemas agrícolas de los países indus-trializados durante los últimos 150 años se puede interpretar como la realización de este paradigma. La revolución verde de los años sesenta y setenta se basó precisamente en eso: las variedades mejoradas de arroz y trigo pudieron beneficiarse del uso de insumos externos que garantizaban buenas condiciones de crecimiento para aprovechar el potencial genético de las nuevas variedades. La creación de entornos socioeconómicos favorables, que hicieron posible la utilización de esos insumos y crearon mercados para la venta de los productos, constituyó parte integrante de este cambio.

3.2 Al examinar la aplicación ulterior de las tecnologías de la revolución verde, surgen nuevas oportunidades (Sánchez, 1994) de obtener variedades de cultivos resistentes a condiciones edáficas adversas (arroz resistente a la sal, maíz adaptado a suelos muy ácidos, sorgo y mijo más resistentes a la sequía); introducir nuevos cultivos, por ejemplo en zonas marginales (batata y yuca en lugar de maíz); potenciar los ciclos de los nutrientes del suelo (con especies arbóreas seleccionadas para recuperar los nutrientes lixiviados por debajo de la zona radicular de los cultivos); aprovechar lo más posible las fuentes orgánicas de nutrientes, incluida la fijación biológica del nitrógeno, complementadas con fertilizantes químicos aplicados selectivamente; utilizar la resistencia genética a las plagas y enfermedades en sustitución, parcial o total, de la lucha química y mecánica contra las plagas; intensificar el uso de la diversidad biológica funcional, favoreciendo activamente a los depredadores y otros agentes naturales de lucha contra las plagas y enfermedades mediante el mantenimiento de complejos ecosistemas dentro de las explotaciones agrícolas y en sus proximidades; aumentar la producción de vacunos y pequeños rumiantes que resisten naturalmente a la tripanosomiasis, lo que puede reducir la necesidad de erradicación de la mosca tsetsé. Amplios sectores de la población rural no tienen ascceso al crédito y a los mercados y viven en zonas donde no son inminentes cambios estructurales. No pueden beneficiarse de las estrategias convencionales de producción de alimentos y necesitan métodos alternativos pero basados en principios científicos.

3.3 Para alcanzar el objetivo de aumentar la productividad por unidad de superficie y de trabajo será necesario recurrir a muchos de los instrumentos tecnológicos de la revolución verde ya existentes, adaptados a las necesidades de la población rural expuesta a la inseguridad alimentaria. Ello permitirá a los agricultores que viven en tierras fértiles o de alguna manera aprovechables aprender a aumentar la productividad agrícola de manera sostenible. También se intenta atraer a un mayor número de agricultores pobres hacia una agricultura sostenible de elevada producción basada en un uso considerable de insumos como medio de mitigar la pobreza y de aumentar la seguridad alimentaria en las zonas rurales. La revolución verde tiene también en cuenta a los agricultores de las zonas más marginales y a los que, en el futuro próximo, no podrán beneficiarse de una mayor utilización de insumos. Su bienestar puede mejorarse creando entornos fiscales y normativos que les alienten a utilizar germoplasma comprobado o mejorado procedente de recursos locales , o especialmente desarrollado para sus condiciones particulares. Otra posibilidad es crear sistemas agrícolas mixtos más productivos de agricultura y ganadería, cultivos de cobertura a base de leguminosas y la introducción de nuevos cultivos, en particular comerciales. Son también elementos importantes, tanto para las mujeres como para los hombres, los mecanismos que garantizan la seguridad en la tenencia de la tierra y el acceso al crédito.

3.4 Se ha de tener en cuenta que:

Aunque las actuales investigaciones ofrecen perspectivas solamente moderadas de una intensificación generalizada, se están preparando nuevas técnicas que puedan asegurar rendimientos más estables en zonas sujetas con frecuencia a condiciones atmosféricas variables. Ello puede reducir el riesgo de escasez periódica de alimentos y de degradación temporal o más permanente de las tierras. Es también importante reducir las pérdidas posteriores a la cosecha. Sin embargo, se ha de tener presente que las últimas migraciones pueden haber obligado a algunas personas a asentarse en zonas donde sea imposible realizar mejoras agrícolas significativas. A más largo plazo, estos asentamientos pueden resultar inviables a menos que se creen oportunidades de empleo no agrícola. Ha habido también casos en que el aumento de la presión demográfica ha ido acompañado de la adopción de nuevos sistemas de explotación agrícola más productivos, como por ejemplo en Kenya.


4. Enseñanzas de la revolución verde

4.1 La revolución verde consistió en un conjunto de tecnologías integradas por componentes materiales, como las variedades de alto rendimiento (VAR) mejoradas de dos cereales básicos (arroz y trigo), el riego o el abastecimiento controlado de agua y la mejora del aprovechamiento de la humedad, los fertilizantes y plaguicidas, y las correspondientes técnicas de gestión. La utilización de este conjunto de tecnologías en tierras idóneas y en entornos socioeconómicos propicios tuvo como resultado un gran aumento de los rendimientos y los ingresos para muchos agricultores de Asia y de algunos países en desarrollo de otros continentes. Dichos agricultores tenían ya una gran experiencia en sistemas agrícolas de regadío. Los rendimientos de estos dos cereales y del maíz se multiplicaron aproximadamente por dos entre los años sesenta y noventa (véase el Recuadro 1). La revolución verde ha representado un importante logro tecnológico, y sus consecuencias han sido duraderas. Afectó no sólo a los productores de trigo y arroz de Asia sino también a los de otros cultivos y a otros contextos socioeconómicos, así como a algunas zonas de Africa (Goldman y Smith, 1995). Eicher (1995) señala que los agricultores comerciales en el territorio que ahora es Zimbabwe comenzaron una revolución verde del maíz en 1960, cinco años antes de la revolución verde de la India, y que Zimbabwe repitió la experiencia con una segunda revolución verde en favor de los pequeños propietarios en la primera mitad del decenio de 1980. Se han utilizado con éxito variedades de trigo de alto rendimiento en la República de Sudáfrica, Zimbabwe y Kenya. Por ello, no es totalmente cierto que Africa perdió la oportunidad de la revolución verde. Los éxitos de las tecnologías, tanto en Asia como en Africa o América Latina, estuvieron estrechamente vinculados a la existencia de entornos socioeconómicos e institucionales favorables, en los que las posibilidades de un mercado activo desempeñaron una función importante.

4.2 Las tecnologías de la revolución verde no dejaron de plantear problemas. Aunque las VAR sustituyeron a menudo a variedades locales más antiguas, no es seguro que el mundo haya sufrido de hecho una erosión genética significativa. La necesidad de un amplio recurso a la lucha agroquímica contra plagas y malas hierbas ha suscitado preocupación por sus efectos sobre el medio ambiente y la salud humana. A medida que se ampliaba la superficie de las tierras de regadío, la ordenación del agua exigía conocimientos prácticos que no siempre existían. Se modificaron los papeles en función del sexo. Hubo que hacer frente a nuevos retos científicos.

4.3 Puede que los principales beneficiarios de la revolución verde hayan sido los consumidores. Los precios reales de los alimentos en Asia, y a decir verdad en todo el mundo, han disminuido constantemente durante los últimos 30 años como consecuencia de la aplicación de tecnologías que aumentan el rendimiento y reducen el costo, cuyos componentes son semillas mejoradas, fertilizantes y métodos de lucha contra las malas hierbas. El descenso de los precios reales de los alimentos beneficia relativamente más a las personas pobres que a las ricas, ya que aquéllas gastan una parte mayor de sus ingresos disponibles en alimentos. Las tecnologías de la revolución verde se han traducido también en un aumento de los ingresos rurales. Las trilladoras fijas, los pozos entubados y los molinos de harina han aliviado el pesado trabajo de las mujeres. La incorporación a un entorno con una mayor volumen de insumos favoreció naturalmente a los agricultores que tenían capital y conocimientos prácticos, los cuales consolidaron su importancia en la sociedad, a veces a expensas de los grupos peor dotados. En el ámbito de la revolución verde se ha constatado también la existencia de diferencias relacionadas con el sexo. La nueva tecnología y las nuevas estructuras económicas pusieron en entredicho el papel tradicional de la mujer en los sistemas agrícolas. Los intentos de introducir la nueva tecnología olvidaron con frecuencia los derechos de la mujer a beneficiarse también de los avances tecnológicos y redujeron su capacidad de influencia (Siva, 1991; Serageldin, 1995).

4.4 Es fácil ver, retrospectivamente, los profundos y, con frecuencia, imprevistos efectos que las tecnologías de la revolución verde tuvieron en muchas comunidades campesinas, más allá de los sectores de la producción propiamente dicha. En este sentido, la revolución verde presenta las mismas ventajas e inconvenientes de muchos de los avances tecnológicos que han cambiado y creado las modernas sociedades globales. Ha habido ganadores pero también perdedores. La revolución verde evitó sin duda una grave crisis alimentaria en Asia, y sirvió de base al sorprendente crecimiento económico de China y Asia meridional y sudoriental. Inspiró posteriormente el desarrollo de métodos más ecológicos, por ejemplo, para la lucha contra las plagas del arroz. Los precios del trigo y del arroz han continuado disminuyendo en el mercado mundial, que ofrece alimentos más baratos para todos, incluido el enorme número de personas pobres que viven en las ciudades de los países en desarrollo.

4.5 Las experiencias relacionadas con la revolución verde son muy diversas. En un examen (Freebairn, 1995) de más de 300 estudios sobre la revolución verde durante el período de 1970-89 se llega a la conclusión de que los autores de países occidentales desarrollados, que analizan regiones integradas por numerosos países, suelen señalar un recrudecimiento de las desigualdades en lo que respecta a los ingresos. En cambio, los autores de origen asiático, especialmente aquellos cuyo campo de estudio abarca India y Filipinas, y que utilizan métodos propios de estudios monográficos, suelen indicar que el aumento de las desigualdades en cuanto a los ingresos no está relacionado con la nueva tecnología. En más del 80 por ciento de los estudios examinados por Freebairn se llega a la conclusión de que el resultado había sido una mayor desigualdad. En cambio, varios autores y, en particular, un crítico moderado de la revolución verde como Lipton (Lipton y Longhurst, 1989), reconocen que algunas de las afirmaciones más habituales sobre la disminución del bienestar como consecuencia de la revolución verde tienen poca base empírica. De los estudios monográficos de Goldman y Smith (1995) sobre aldeas de la India y el norte de Nigeria se desprende que la aparente adopción de nuevas tecnologías agrícolas ha estado asociada a fenómenos amplios de cambio que se refuerzan mutuamente. Los resultados relativamente satisfactorios del cultivo del maíz en Zimbabwe tanto por explotaciones comerciales como por pequeños agricultores (Eicher, 1995) se debieron en gran medida a las infraestructuras institucionales y a los incentivos económicos (quizá insostenibles). Las soluciones tecnológicas han constituido un elemento necesario pero no suficiente para reducir la inseguridad alimentaria.

4.6 Los numerosos estudios y la experiencia adquirida por las organizaciones de desarrollo han hecho posible, no obstante, una nueva concepción de los problemas sociológicos y de los aspectos científicos y tecnológicos. Partiendo de esa base, y del conocimiento de que hay todavía casi 800 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria que necesitan apoyo en forma de iniciativas en favor de una revolución verde, los objetivos principales de estas nuevas iniciativas deben ser los de crear mejores condiciones para el aumento de la producción agrícola y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria nacional, y lograr que las personas privadas de seguridad alimentaria puedan beneficiarse de esos aumentos de la producción.

4.7 Si bien los aumentos de la productividad del arroz y el trigo en Asia han sido significativos, los agricultores que cultivan otros productos en otros lugares del mundo en desarrollo han respondido también durante los tres últimos decenios a la intensificación de la demanda de alimentos por parte de una población cada vez más numerosa con aumentos de la productividad de una cierta cuantía. Con la posible excepción del maíz, estos aumentos no se han basado en la aplicación en gran escala de las tecnologías de la revolución verde. Es evidente que ha sido escasa la labor de investigación dedicada a cultivos con menor importancia mundial que el arroz y el trigo. Puede que esto explique por qué los aumentos de la productividad han sido menores en muchos cultivos secundarios de Africa (Naciones Unidas, 1995). Mareida y Eicher (1995), utilizando como ejemplo las investigaciones relativas al trigo, han señalado también la necesidad de revisar la distribución de los fondos entre las instituciones internacionales y nacionales de investigación. Tribe (1994) y Swaminathan (1994) defienden la importancia de la investigación como medio de sostener el crecimiento de la productividad. En particular, mantienen que la investigación no debe limitarse a los cereales básicos convencionales, sino que debe concentrarse cada vez más en otros cultivos y en la ganadería, las aves de corral y el pescado, todos ellos elementos importantes para que la población pobre tenga acceso a una alimentación equilibrada. Muchas de las personas expuestas a la inseguridad alimentaria podrían beneficiarse de sistemas de explotación mixta más productivos, que han recibido menos atención de los investigadores.

4.8 Otros productos agrícolas y pecuarios no han respondido hasta ahora en la misma medida a las investigaciones para potenciar el rendimiento, pero de todas formas ha aumentado la producción hortofrutícola y pecuaria. La existencia de un entorno menos propicio al aumento de los rendimientos puede explicar también el lento progreso de los sistemas agrícolas basados en otros cultivos y animales. Se ha concedido especial importancia a los cereales, que constituyen aproximadamente el 60 por ciento de los alimentos destinados al consumo humano, prestándose una atención relativamente menor a las hortalizas y los productos pecuarios y pesqueros. Las estadísticas suelen ser de ámbito nacional, por lo que no es posible determinar con precisión los cambios registrados a nivel familiar.

 

Recuadro 1

LOS CULTIVOS BASICOS EN LOS PAISES EN DESARROLLO:
LA PRODUCCIoN TOTAL AUMENTA MAS RaPIDAMENTE QUE
LOS RENDIMIENTOS POR HECTAREA

Durante el período de 1963-83 (años importantes de la revolución verde) la producción total de arroz, trigo y maíz en los países en desarrollo aumentó un 3,1, 5,1 y 3,8 por ciento anual. Durante el decenio siguiente (1983-1993) los aumentos de la producción anual descendieron al 1,8, 2,5 y 3,4 por ciento, respectivamente.

Los rendimientos por hectárea crecieron de forma menos pronunciada respecto a los tres cereales durante 1963-83: 2,1, 3,6 y 2,9 por ciento, descendiendo a 1,5, 2,1 y 2,5 por ciento durante 1983-93. Ello se explica en parte por el hecho de que se empezaron a explotar tierras menos productivas y por las dificultades de mantener el aumento de los rendimientos con prácticas de cultivo más intensivas. Aunque la aportación de Africa al total de la producción mundial de cereales es menor que la de Asia y América Latina, el aumento del total de la producción anual de Africa ha sido mayor en el caso del arroz y del trigo que el promedio correspondiente al conjunto de los países en desarrollo, en especial durante el último decenio (6,0 y 6,6 por ciento, respectivamente), pero ligeramente inferior en el del maíz (producto importante para muchos países), cuyo crecimiento fue del 2,9 por ciento. En lo que respecta al sorgo y al mijo, productos de que se alimentan muchas personas que habitan en tierras áridas expuestas a la inseguridad alimentaria, los agricultores africanos han registrado aumentos de la producción anual total superiores al promedio de los países en desarrollo durante los últimos decenios (+1,8 por ciento frente a -1,5 por ciento en el caso del sorgo y +2,5 por ciento frente a -0,4 por ciento en el del mijo).

No obstante, mientras que en el período de 1963-83 los agricultores africanos tuvieron aproximadamente el mismo rendimiento por hectárea que el promedio de los países en desarrollo, no han conseguido aumentar la productividad durante los últimos años en comparación con otras regiones en desarrollo: los rendimientos medios del arroz, el trigo y el maíz en el período de 1991-93 fueron de 2 029 kg/ha, 1 731 kg/ha y 1 369 kg/ha, respectivamente, mientras que el promedio global de los países en desarrollo fue de 3 488, 2 420 y 2 627 kg/ha.

Muchos agricultores africanos no se beneficiaron de la revolución verde en la misma medida que los de otros continentes.

 

4.9 En Africa y América Latina el aumento de la producción de alimentos se ha basado principalmente en la ampliación de la superficie cultivada, a menudo en tierras más marginales con menor potencial de rendimiento. Con frecuencia los agricultores se han visto obligados a explotar tierras marginales como consecuencia de la presión demográfica que ha intensificado las prácticas tradicionales de la agricultura migratoria. De este modo se ha reducido la estabilidad de la producción. Hasta hace poco, en muchos países africanos no se han ofrecido incentivos para intensificar la producción. Los agricultores que tienen escaso acceso a las tecnologías, el capital o los conocimientos necesarios para poner en práctica los nuevos sistemas de explotación agrícola se han limitado a aplicar sus métodos agrícolas de eficacia comprobada a las nuevas tierras. La productividad de la mano de obra ha sido baja, y el acceso a la mecanización y la energía para aumentar dicha productividad muy limitado. El creciente desarrollo urbano, y la expansión paralela de los mercados, así como la mayor conciencia política de un sector creciente de la población rural y urbana de Africa expuesta a la inseguridad alimentaria parecen ofrecer ahora un entorno más favorable para el desarrollo y aplicación de tecnologías agrícolas nuevas y eficaces (Goldman y Smith, 1995). Los cambios políticos registrados en Europa oriental y en otros países con economías en transición plantean nuevos desafíos a los sistemas productivos, lo que permite prever una mayor diversificación.

4.10 Puede que los recientes cambios en el contexto político mundial y la reducción de los obstáculos al comercio internacional de alimentos ofrezcan incentivos para el desarrollo de prácticas agrícolas más sostenibles en los países en desarrollo de Africa, Asia y América Latina, así como en los países desarrollados. Un requisito para mejorar la seguridad alimentaria es un acceso más amplio y más equitativo a las tecnologías para todos los agricultores, hombres y mujeres. Los servicios públicos de extensión deben asumir una función rectora creando condiciones que alienten a las organizaciones no gubernamentales (ONG), agroindustrias, medios de comunicación, instituciones docentes y grupos de agricultores a elaborar sistemas complementarios de divulgación de las innovaciones y de los conocimientos tradicionales recuperados. Hay que formular y aplicar planes innovadores que fomenten la eficiencia y pertinencia de los servicios de extensión en los países en desarrollo.

4.11 Será necesario que los políticos garanticen la disponibilidad de las tecnologías con miras a su aplicación en los lugares donde puedan contribuir de manera decisiva a la mejora de la seguridad alimentaria. Las cuestiones relativas a la equidad entre las distintas generaciones y dentro de cada unas de ellas, las preocupaciones ambientales (incluida la diversidad biológica) y la propiedad de las instituciones nacionales son elementos decisivos para el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías. Durante la revolución verde, en algunos países no se tuvo en cuenta la variedad de mecanismos institucionales sostenibles necesarios para apoyar los cambios tecnológicos (Eicher, 1989), pero en otros se crearon estructuras institucionales sólidas. Ahora se cuenta con una generación de agricultores que tienen experiencia en el desarrollo agrícola. Con esta visión histórica es posible ofrecer nuevas posibilidades a regiones y grupos de personas que no se beneficiaron de los progresos obtenidos mediante la revolución verde.


5. Objetivos relativos a la productividad

5.1 Gracias a la labor de los centros internacionales de investigación agraria adscritos al Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI) y centros de investigación avanzada de los países en desarrollo y desarrollados, se conoce bastante bien el potencial genético de las actuales generaciones de material reproductor de cultivos y animales. En lo que respecta al arroz, algunos agricultores del Asia sudoriental han empezado a alcanzar rendimientos semejantes a los de las estaciones de investigación, pero en los otros cultivos hay grandes diferencias entre los rendimientos en uno y otro caso. Normalmente, los agricultores de tierras secas obtienen entre una décima parte y dos tercios de los rendimientos obtenidos anualmente en un centro de investigación, y la mayor parte de los agricultores suelen conseguir menos de la mitad (véase el Recuadro 2).

 

Recuadro 2

DIFERENCIA DE RENDIMIENTOS EN LAS TIERRAS SECAS DE LA INDIA

En el Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT) de Andhra Pradesh, en la India, los investigadores del GCIAI han logrado obtener aproximadamente 6 toneladas de sorgo o maíz más legumbres (garbanzos o guandú) al año por hectárea en un sistema de doble cultivo en vertisoles. Los sistemas tradicionales de cultivo único en esa región suelen producir únicamente 0,6 t de sorgo o 1,2 t de garbanzos por hectárea.

Se han observado diferencias semejantes también en América Latina pero sobre todo en Africa, incluso en condiciones de cultivo comparables, entre las parcelas experimentales y las explotaciones de los agricultores. Son elementos decisivos no sólo el acceso a los insumos sino la capacidad de gestión.

Los organismos de investigación pueden aumentar enormemente los rendimientos; sin ambargo es necesario encontrar mecanismos que permitan a los agricultores reducir la diferencia de rendimiento.

 

5.2 Estas diferencias de rendimiento son muy frecuentes y no pueden explicarse únicamente por causas relacionadas con los suelos y el clima. Los cambios en el entorno socioeconómico de los agricultores, incluido el acceso a los conocimientos, podrían favorecer un enorme aumento de los rendimientos de distintos cultivos en las condiciones normales de producción. Muchas veces no ha habido incentivos para reducir estas diferencias, en especial el acceso a los mercados para la venta del excedente de producción. La superación de esa diferencia en el caso del arroz representa para el Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI) un objetivo de producción de 15 toneladas/hectárea/año (el rendimiento mundial medio es de 3,5 toneladas/hectárea/año).

5.3 Según Brown y Kane (1994), la desaparición de la diferencia de rendimientos demostraría que la ciencia agrícola está quedándose sin ideas nuevas sobre la manera de aumentar la productividad. No obstante, las pequeñas diferencias de rendimiento en el caso del arroz revelan que la investigación y la extensión pueden funcionar en otros contextos socioeconómicos favorables. Esta situación constituye un nuevo desafío a la investigación. Es lógico suponer que, en último término, se tropezará con un límite, pero es también claro que las instituciones de investigación consiguen todavía aumentos notables de los rendimientos con los medios de investigación convencionales, que la biotecnología permite ahora disponer de nuevos instrumentos y que muchas variedades de cultivos, animales y peces no han sido objeto hasta ahora de una importante labor de mejora genética. Un decenio de actividades de mejoramiento genético con especies ícticas, como el salmón del Atlántico y la tilapia africana, ha conseguido aumentar los rendimientos entre un 45 y un 75 por ciento (véase la Figura). El mejoramiento de las especies arbóreas sólo ha comenzado hace muy poco.

5.4 Un objetivo claro de la revolución verde es reducir las actuales diferencias de rendimiento sin degradar la base de recursos naturales. En un mundo de 800 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, la aplicación por parte de los agricultores de los progresos conseguidos por los investigadores es un objetivo creíble. Es realista concebir que, si los rendimientos medios agrícolas anuales por hectárea se aproximan a los dos tercios de los obtenidos en los centros de investigación en condiciones climáticas comparables, no habrá problemas de disponibilidad de alimentos. La elevación de los rendimientos agrícolas hasta ese nivel y la reducción de las cuantiosas pérdidas producidas durante la cosecha y después de ella (pérdidas que pueden reducir fácilmente los alimentos disponibles para el consumo entre una décima parte y un tercio, según la cosecha, el entorno y los mercados) son dos objetivos alcanzables. Los principales instrumentos para poner en práctica la revolución verde serán las nuevas modalidades de comunicación con los agricultores, el rejuvenecimiento de los sistemas de extensión y los cambios en las políticas orientadas a ese fin. En particular, las actividades encaminadas a reducir la pobreza alentarán a los agricultores que disponen de escasos recursos a invertir en medidas de conservación del suelo y el agua. Asimismo, hay que seguir persiguiendo los buenos resultados conseguidos por la extensión gracias a los planes de incentivos orientados específicamente a los extensionistas.

5.5 Los instrumentos clásicos para la mejora del germoplasma constituyeron la columna vertebral de la revolución verde. Los recientes progresos de la biotecnología, no disponibles todavía en el momento del «arroz mágico» y el «trigo mágico», incluida la ingeniería genética, deben hacerse todavía patentes en variedades y razas al alcance de los pequeños propietarios tropicales. Aunque se trate en gran parte de iniciativas de laboratorio, sometidas aún a intensos debates internacionales en relación con los problemas éticos, de bioseguridad y de derechos de propiedad intelectual, lo ocurrido hasta la fecha permite pensar que estas innovaciones tardarán en llegar a los agricultores entre 10 y 20 años. Las importantes inversiones que la industria del sector privado está realizando en la actualidad en los países en desarrollo en el ámbito de la biotecnología, en particular en ingeniería fitogenética, indican claramente su percepción de la evolución en el futuro.

TENDENCIA DEL INCREMENTO DE PRODUCTIVIDAD EN LA CRIA DE ANIMALES DE GRANJA

Fuente: Centro internacional para la ordenación de los recursos acuáticos vivos (ICLARM, 1991).

Nota: La productividad de los animales destinados a la producción de carne y leche ha aumentado notablemente durante los 50 últimos años gracias a las mejoras introducidas en las prácticas de cría y ordenación. La mejora genética y los modernos métodos de la acuicultura han provocado un significativo aumento de la productividad del salmón del Atlántico noruego durante los 20 últimos años. La mejora genética de los peces tropicales en el sector de la acuicultura no ha hecho más que comenzar.

5.6 Siempre que se sigan criterios de precaución, las perspectivas de la biotecnología continuarán siendo favorables, en particular los esfuerzos realizados por dotar a las variedades agrícolas y ganaderas útiles de resistencia genética a las plagas y enfermedades. Las pérdidas de cultivos y animales constituyen una parte significativa de la reducción de los rendimientos experimentada por los pequeños agricultores, si bien su acceso a los productos agroquímicos destinados a evitar dichas pérdidas sigue siendo limitado. El bajo nivel de formación de muchos pequeños propietarios hace que éstos muchas veces no comprendan debidamente los riesgos tanto ambientales como sanitarios asociados al uso de los productos agroquímicos. La vinculación del uso de la resistencia genética a los métodos de lucha integrada contra las plagas puede resultar muy productiva, particularmente si se tienen en cuenta los buenos resultados logrados en el cultivo del arroz en el Asia sudoriental. Es fundamental que éstos y otros progresos de la biotecnología redunden también en beneficio de los agricultores expuestos a la inseguridad alimentaria. Es posible que la resistencia a las enfermedades y los insectos no sea suficiente, pero la introducción de nuevas combinaciones de resistencia puede hacerse de forma mucho más rápida que con los métodos de mejoramiento convencionales.

5.7 Gran parte de las investigaciones avanzadas sobre biotecnología se centran actualmente en los problemas de los países desarrollados y no se orientan específicamente a ayudar a los agricultores tropicales. Es muy importante evitar que la comunidad mundial adopte políticas y procedimientos que excluyan a los agricultores y pastores tropicales de los beneficios conseguidos gracias a los progresos de la biotecnología. Es más, deberá realizarse un esfuerzo concertado por alentar la rápida transferencia de nuevas tecnologías seguras y válidas a las personas más necesitadas. Como el acceso a abundantes reservas genéticas es importante para los esfuerzos biotecnológicos encaminados a obtener variedades y cultivos mejorados, es necesario conservar la gran diversidad genética de las reservas actuales. Ello alentará probablemente la formulación de métodos de distribución de variedades y razas mejoradas distintos a los empleados durante la revolución verde. Es probable que los agricultores que seleccionen, en último término, activamente el material que consideren más adecuado a las condiciones locales. Con ese fin, deberá revisarse la función de éstos en cuanto administradores y selectores del material genético. Ello requerirá nuevas políticas y procedimientos para dar soluciones viables y equitativas a los nuevos problemas.

5.8 No obstante, no es probable que la biotecnología y el mejoramiento genético consigan, por sí solos, elevar la producción en forma tal que aumente la seguridad alimentaria. Por ejemplo, los datos relativos a la reciente sequía del Africa austral indican que aproximadamente dos tercios del aumento de los rendimientos obtenidos gracias a variedades de sorgo mejoradas procedentes de material del ICRISAT se han debido a la adopción de técnicas más acertadas de gestión en las explotaciones, incluso durante una época de grave sequía. Las actividades de extensión que acompañan a la distribución de semillas mejoradas de elevado rendimiento son al menos tan importantes como el material genético en cuanto tal, también en los casos de baja utilización de insumos. Un reciente estudio del GCIAI sobre los progresos de la agricultura marginal en el Africa occidental revela que se han conseguido también éxitos apreciables en zonas de bajo potencial. Ello es muy importante para la estabilidad social y política de las regiones menos dotadas, en las que se encuentra una gran proporción de la población privada de seguridad alimentaria. En estas zonas, donde existen limitaciones biológicas fundamentales para la producción agrícola, los esfuerzos deben centrarse en la formación y en las oportunidades de empleo no agrícola para reducir la presión sobre la tierra.

5.9 En lo que se refiere a algunos productos pecuarios, la ciencia moderna dista mucho de haber hecho realidad todo el potencial genético de las especies productoras (véase la Figura, en la que se recogen esquemáticamente algunos datos sobre el período de 50 años transcurrido desde 1940 en relación con los pollos, vacas de leche, ganado porcino y salmón del Atlántico cultivado). En la acuicultura tropical las mejoras genéticas de algunas especies de carpa y de la tilapia durante los 10 últimos años han permitido aumentar los rendimientos en las explotaciones entre un tercio y la mitad en los cinco últimos años, lo que da motivo para prever una mayor disponibilidad de proteínas a precio más bajo en el futuro. En cuanto a las especies ícticas y algunos tipos de ganado, las investigaciones se han centrado en un rápido aumento de la productividad. El mantenimiento y aprovechamiento de los recursos genéticos animales para conseguir, además de una mayor productividad, la resistencia a las enfermedades adquiere mayor importancia en la revolución verde. Se ha de comprobar también los progresos obtenidos en el contexto de los sistemas de producción, ya que los pequeños agricultores practican muchas veces una agricultura mixta como estrategia de seguridad alimentaria. Asimismo, deben abordarse cuestiones relativas a la nutrición y la salud.


6. Objetivos de la revolución verde realtivos a la sostenbilidad

6.1 Desde 1992 se han registrado notables progresos en la definición del desarrollo sostenible en términos operativos. Una cuestión de interés es la división del capital total que se debe mantener (o aumentar), dentro de cada generación y entre generaciones, en cuatro componentes distintos: capital de la naturaleza, capital humano, capital institucional y capital social. Este concepto (véase Serageldin, 1995) supone que los componentes pueden cambiar de magnitud, lo que significa que puede ser legítimo (si se actúa con prudencia) dejar que se reduzca el capital de la naturaleza a fin de incrementar, por ejemplo, el capital humano o el institucional.

6.2 Por ello, el desarrollo agrícola sostenible supone que las iniciativas adoptadas deben aumentar la suma total de los componentes, aun cuando pueden variar sus proporciones relativas. Aunque todavía se está buscando la manera de cuantificar cada uno de los componentes, este planteamiento puede servir como orientación más directa para determinar si las intervenciones calificadas de sostenibles contribuyen realmente a aumentar el capital total.

6.3 El concepto actual de revolución verde trata de asegurar el fortalecimiento de cada uno de los cuatro componentes del capital total, de tal forma que cada uno de ellos refuerce a su vez a los demás. Han surgido nuevos medios de comunicación que ofrecen formas innovadoras de difundir los conocimientos en apoyo de los cambios en los sistemas de explotación agrícola.

6.4 El concepto de desarrollo sostenible presupone también el apoyo popular a los principios del buen gobierno. Las cuestiones relacionadas con la equidad son fundamentales para el desarrollo sostenible, tanto dentro de cada generación como en la relación entre ellas, lo que hace que sean sumamente importantes. La adopción de planteamientos basados en la participación debe considerarse como requisito imprescindible para la introducción de sistemas agrícolas con potencial más elevado, con el fin de conseguir que los grupos más vulnerables de la comunidad –en particular los jóvenes, los ancianos y las mujeres– participen de forma más equitativa en los cambios previstos.

6.5 Durante la revolución verde se observó que la falta de conocimientos técnicos de los agricultores había constituido una cortapisa para la adopción de sistemas de explotación agrícola más productivos. Debe mejorarse la productividad de la mano de obra para aumentar los ingresos. La introducción de animales de tiro constituye un elemento importante para incrementar la productividad. Teniendo presentes las enseñanzas de la primera revolución verde, cabe esperar que, una vez que se disponga de las nuevas semillas y fertilizantes, los agricultores adoptarán las tecnologías agrícolas modernas y generarán fondos para seguir mejorando la productividad, por ejemplo, construyendo pozos entubados para el riego.

6.6 Los monocultivos genéticamente homogéneos de la revolución verde aumentaron el peligro de ataques masivos de plagas y enfermedades en el arroz y el maíz, lo que, a su vez, indujo a la aplicación en gran escala de los plaguicidas clásicos. En los últimos años, las enseñanzas aprendidas de las fases iniciales de la revolución verde han dado lugar a planteamientos inno-vadores que permiten combatir las plagas en forma más integrada. Una gran variedad de técnicas, entre ellas la lucha biológica, está sustituyendo a la aplicación masiva de productos agroquímicos, sobre todo en la producción de arroz y en relación con los pequeños agricultores tropicales. La FAO ha desempeñado un papel decisivo en la introducción de dichas técnicas en el Asia sudoriental. La revolución verde toma como punto de partida el manejo integrado de plagas y analiza más a fondo las interrelaciones entre los ecosistemas naturales y adyacentes y las tierras agrícolas. Una de las bases del nuevo planteamiento consiste en mantener un gran número de opciones de lucha contra las plagas, enfermedades y malas hierbas. Asegurando una amplia variabilidad natural entre los organismos patógenos y las plagas se puede reducir el riesgo de crear resistencia a medidas específicas de lucha. Otra manera de ampliar las posibilidades de lucha es conseguir una mayor variación genética. Se ha visto ya el desarrollo del concepto de gestión integrada de sistemas de cultivo, que incluye el manejo integrado de plagas y la gestión integrada de los nutrientes.

6.7 El mantenimiento de abundantes reservas genéticas de los cultivos importantes, in situ y ex situ, ocupará un lugar prioritario en el programa de la revolución verde. La comunidad internacional, en estrecha cooperación con los organismos nacionales y al amparo de acuerdos internacionales, buscará activamente nuevos avances de la cooperación internacional con ese fin. La base del desarrollo, que hasta ahora se ha centrado sobre todo en el arroz, el trigo y el maíz, se ampliará a otros cultivos, incluidos los indicados por el GCIAI. Hay nuevas posibilidades de exploración del potencial genético en orden a una mayor productividad, incluso cuando los insumos externos son bajos, por ejemplo obteniendo variedades agrícolas resistentes a medios salinos o suelos ácidos, o que puedan aprovechar más eficientemente algunos nutrientes del suelo fuertemente retenidos. Es preciso continuar las investigaciones sobre la resistencia a la sequía y la resistencia genética a las enfermedades, plagas y malas hierbas y su posible incorporación a las nuevas variedades para uso de los agricultores.

6.8 Hay una demanda cada vez mayor de productos pecuarios, debido tanto al crecimiento demográfico como a los cambios en los hábitos alimentarios impulsados por la mayor prosperidad de muchas regiones, entre ellas Asia. Si bien gran parte de la población pobre tiene todavía una alimentación fundamentalmente vegetariana, el potencial genético de los grandes y pequeños rumiantes, ganado porcino, aves y pescado contribuirá también en forma notable a mejorar la nutrición humana en el futuro. También será muy importante mantener y utilizar con prudencia los recursos genéticos animales e ícticos. En cuanto a la cría de ganado en los países desarrollados, conveniene prestar especial atención a la supervivencia de las razas locales y de los recursos genéticos que ellas representan. Se han de mejorar las razas autóctonas, en consonancia con los perfeccionamientos en materia de nutrición animal y la ganadería para explotar las posibilidades de rendimiento de las razas mejoradas establecidas. La implantación de sistemas mixtos sostenibles de agricultura-ganadería constituye un factor importante para aumentar la producción animal.

6.9 La mejor comprensión de la relación entre suelos y plantas ha sentado nuevas bases para el ciclo de los nutrientes, lo que permite reducir la necesidad de aplicaciones masivas de fertilizantes, tan frecuentemente asociadas con la revolución verde. En los sistemas agrícolas intensivos, la escorrentía de las tierras agrícolas ha provocado problemas de contaminación también en los países en desarrollo donde el uso de fertilizantes es, por lo demás, bajo. Pero en 1992 el consumo medio de fertilizantes por hectárea de tierra de cultivo en Africa fue de unos 20 kg de nitrógeno, fosfato y potasio (NPK), frente a 300 kg en China y unos 100 kg en los países desarrollados. En la práctica, los pequeños agricultores de Africa aplican comúnmente menos de 5 kg por hectárea en sus cultivos alimentarios básicos. Un mayor acceso y una utilización más prudente de los fertilizantes son elementos importantes de la revolución verde. No es posible negar las graves deficiencias de fosfato en muchos suelos africanos ni la necesidad de mejorar los suelos fuertemente ácidos de Africa y América Latina para obtener aumentos significativos de los rendimientos. Al mismo tiempo, hay tecnologías que permiten un mayor aprovechamiento del nitrógeno atmosférico mediante una mejor nodulación de las leguminosas y las prácticas de agrosilvicultura promovidas, por ejemplo, por los institutos del GCIAI, el Centro Internacional de Investigaciones Agro-
forestales (ICRAF) y el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA). Si bien la incorporación de la fijación efectiva del nitrógeno a otros cultivos importantes puede resultar tecnológicamente viable en el futuro, no es probable que tenga resultados decisivos para los pequeños agricultores tropicales durante el próximo decenio. Para la fijación biológica del nitrógeno por las plantas de cultivo y la utilización de abono verde y de leguminosas arbóreas se requieren recursos de agua y nutrientes por los cuales pueden competir otras plantas de cultivo. En algunos sistemas de explotación agrícola, pueden emplearse complementos a los fertilizantes minerales, en lugar de sustituirlos. Un mejor aprovechamiento de las acumulaciones subsuperficiales de nitrógeno (que ahora sólo contribuyen, en muchos casos, a agravar la contaminación de las aguas subterráneas), mediante el reciclado con cultivos arbóreos de sistemas radiculares profundos, puede llegar a formar parte del planteamiento promovido por la revolución verde.

6.10 La degradación de los suelos es un fenómeno grave en muchas zonas, tanto en regiones altamente productivas como en tierras más marginales. Las tierras muy erosionadas tienen costos de rehabilitación sumamente elevados. Las medidas preventivas son mucho más eficaces en función de los costos. Las buenas prácticas de cultivo son un elemento fundamental de la revolución verde. Las investigaciones sobre la conservación de los suelos han ofrecido nuevas posibilidades de aprovechamiento sostenible de la tierra –también en zonas marginales–, entre las que cabría citar las técnicas de cultivo en terrazas de bajo costo y de fácil aplicación para los agricultores, el uso de lindes vegetativos y las técnicas agroforestales. De igual modo, el laboreo de conservación, en el que se empleen herbicidas no perjudiciales para el medio ambiente, puede desempeñar una importante función para luchar contra la erosión del suelo, mejorar la conservación de la humedad y aumentar la materia orgánica. Además, ello supone el empleo de tecnología que ahorra mano de obra. Estos planteamientos alternativos requieren menos concentración de mano de obra que las técnicas anteriores, que los campesinos consideraban muchas veces insostenibles en sus sistemas de producción.

6.11 La ordenación acertada de los recursos hídricos es otra de las claves para aumentar la productividad en muchos sistemas agrícolas tropicales y sub-tropicales. Los decepcionantes resultados de muchos planes de riego en gran escala, en función de su economía, han obligado a replantearse el problema de la función de la agricultura de regadío2 en una revolución verde. Los fracasos anteriores se han debido a problemas en el diseño técnico, por ejemplo, falta de drenaje; sistemas arbitrarios de fijación de precios, que alientan la utilización inadecuada de los recursos hídricos; deficiencias generales en los sistemas de mantenimiento y gestión de la infraestructura física, e insuficiente transferencia de conocimientos a agricultores con poca experiencia de riego.

6.12 Es probable que continúe pendiente el problema de la ordenación de los recursos hídricos en las zonas tropicales y subtropicales con elevada evapo-transpiración e irregular calidad del agua.

6.13 La ampliación, en términos moderados, de las zonas de riego, mediante planes de gran intensidad y bajo costo especialmente en Africa, constituirá un elemento importante de las actividades de la nueva revolución verde. Es también importante velar por que se consiga un reparto equitativo de los recursos de tierras y aguas para las comunidades que practican sistemas de explotación agrícola diferentes. Habrá que reducir la competencia por el agua y la tierra entre, por ejemplo, las poblaciones dedicadas a actividades pastoriles y al riego. En asociación con la expansión del riego debe fomentarse una nueva y mejor comprensión del papel que los recursos hídricos pueden tener en la propagación de enfermedades humanas, y de la manera en que la buena gestión y la sensibilización de la opinión pública sobre los peligros para la salud pueden ayudar a reducir la incidencia de enfermedades. Se ha establecido una estrecha cooperación sobre estos temas entre la FAO, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos: Hábitat.

6.14 Los agricultores en situación de inseguridad alimentaria tratan de evitar los riesgos distribuyéndolos en numerosas actividades. Pueden aceptar con mayor facilidad que se aliente una mayor integración de cultivos, animales y cultivos arbóreos en los sistemas de producción en pequeña escala con el fin de acomodarse a la concepción de las formas de vida sostenible que suele prevalecer en las comunidades económicamente marginadas. Pero no se puede olvidar la importancia que los nuevos cultivos comerciales pueden tener para los pequeños propietarios: los éxitos conseguidos con la producción de palma de aceite en el Asia sudoriental y con la producción de soja para aceite y proteína en la India constituyen buenos ejemplos de sistemas de explotación agrícola con posibilidades de desarrollo sostenible. La producción no maderera ofrece un potencial todavía mayor de aprovechamiento sostenible, en el que se combinarían los efectos de una posible mejora en la ordenación de cuencas hidrográficas y de una mayor contribución a las necesidades de alimentación.


7. Zonas idóneas para la revolución verde

7.1 Es más probable que los beneficios derivados de una revolución verde se pongan de manifiesto antes y en mayor medida en las zonas más fértiles; es decir, es más importante concentrar los esfuerzos en las zonas mejor dotadas de las regiones con déficit real de alimentos. El aumento de la producción alimentaria, también con destino al mercado, provoca una intensificación de las actividades económicas, con los consiguientes efectos positivos, sobre todo el aumento de los ingresos y del empleo, en beneficio también de los pobres. El aumento de la producción conseguido en las zonas más fértiles mejorará, en primer lugar, la seguridad alimentaria nacional, pero también la seguridad alimentaria familiar de los campesinos pobres que viven en esas zonas. La ordenación de las tierras fértiles reduce la presión para dedicar al cultivo de nuevas zonas vulnerables.

7.2 Es también previsible que la ordenación eficaz de las zonas mejor dotadas aliente la inversión en tierras más marginales. Estas no son siempre tierras vulnerables (por ejemplo, las zonas de suelos ácidos de América del Sur y el Africa austral), pero quizá ofrezcan menos perspectivas de conseguir una rentabilidad rápida y elevada de las inversiones. No obstante, la introducción de pequeñas mejoras en la producción de las zonas marginales puede redundar en beneficio de muchas de las familias privadas hasta ahora de seguridad alimentaria y hacerlo en forma más directa que los efectos de «extensión» previstos de las inversiones en las zonas de elevado potencial. Hay que tener también en cuenta las zonas menos dotadas a fin de evitar la creación de desequilibrios sociales y políticos a nivel nacional o regional. Dado el crecimiento de la demanda de los mercados urbanos en expansión y la posibilidad de que en la alimentación de la población urbana se conceda cada vez mayor importancia a los productos agrícolas de mayor valor, el mercado puede ofrecer a quienes hoy están privados de seguridad alimentaria la posibilidad de ingresar, en calidad de productores, en economías en crecimiento o de encontrar oportunidades de ingreso no agrícola promovidas por el fenómeno general de la expansión económica.

7.3 Para la población urbana expuesta a una situación de inseguridad alimentaria, un aspecto que reviste especial interés es el potencial de la agricultura periurbana (normalmente producción de hortalizas y animales pequeños) como complemento de los alimentos básicos producidos en las zonas rurales. El desarrollo de las actividades agrícolas y forestales urbanas y periurbanas tiene una ventaja competitiva, dada su breve distancia de un grupo de consumidores con capacidad adquisitiva superior a la media. La silvicultura y la agricultura periurbana ofrecen un potencial todavía desaprovechado tanto en lo que respecta a la generación de empleo como a la producción de alimentos y combustibles. Los precios locales de la tierra que se registren en la práctica o el valor de la tierra en otros términos pueden afectar a esta nueva posibilidad.


8. Nuevos instrumentos de la revolución verde

8.1 La revolución verde ha enseñado que los avances científicos no pueden por sí solos resolver los problemas de la seguridad alimentaria de los países en desarrollo. Los dirigentes políticos deben crear un entorno socioeconómico o institucional propicio. Por otra parte, el acceso al crédito y a los mercados contribuye en forma decisiva a aumentar la productividad. El aumento de la producción de alimentos no conduce necesariamente a una mayor equidad. La introducción de una agricultura caracterizada por la gran utilización de insumos y la elevada producción, así como la vulnerabilidad de las tierras de alto y bajo potencial cuando se producen cambios importantes en los sistemas de explotación agrícola pueden tener consecuencias ambientales no des-deñables. El progreso sostenible casi siempre supone una mayor participación popular, que permite a los interesados escoger entre las nuevas herramientas y combinarlas con las circunstancias tecnológicas, sociales, culturales y económicas creadas por sus sistemas tradicionales.

8.2 Los países que han conseguido mayor seguridad alimentaria nacional y familiar, también en beneficio de los pobres, han demostrado en el pasado un fuerte interés político por la agricultura, una atenta consideración de los incentivos económicos a la producción agrícola; estos países han hecho inversiones humanas y económicas en investigación, extensión y capacitación.

8.3 Consciente de todo ello, la comunidad mundial puede contribuir a respaldar los esfuerzos de los países pobres y de la comunidad de donantes para asegurar que los resultados de la investigación puedan transferirse a los agricultores y para que las diferencias de rendimiento existentes entre las prácticas comprobadas en la investigación y en centros experimentales, por un lado, y en las explotaciones de los campesinos, por el otro, se puedan reducir significativamente. No obstante, es preciso promover las iniciativas nacionales e internacionales de investigación para evitar que el desfase cronológico entre el comienzo de una investigación y la posibilidad de que los agricultores puedan beneficiarse de sus resultados limite las nuevas exigencias que se plantearán a la producción de alimentos de aquí al año 2010 y en lo sucesivo.

8.4 Con este fin será necesario:


9. Conclusiones

9.1 Es necesario dar un nuevo impulso a la revolución verde con el fin de atender las necesidades legítimas de las personas expuestas a la inseguridad alimentaria, tanto a nivel nacional como familiar. La presión del crecimiento demográfico en muchos países agrava esta urgencia. El objetivo principal es ayudar a los agricultores de los países en desarrollo a reducir y, si es posible, eliminar la diferencia entre los rendimientos que obtienen ellos y los que se consiguen en los centros experimentales.

9.2 Es también menester aumentar las inversiones en investigación agraria, con fondos tanto nacionales como de la comunidad internacional de donantes. La biotecnología, la lucha integrada contra las plagas y la elaboración de los productos después de la cosecha ofrecen considerables perspectivas a más largo plazo que requieren decididos esfuerzos, sobre todo para la formulación de alternativas encaminadas específicamente a la población sin seguridad alimentaria. Se requieren también renovados esfuerzos de investigación agraria para poder aumentar los rendimientos de algunos cultivos cuya producción real se aproxima bastante a la obtenida en los centros de investigación (en particular el arroz y el trigo), y conseguir nuevos aumentos de la producti-vidad de la ganadería y acuicultura.

9.3 La revolución verde deberá realizarse de acuerdo con los principios del desarrollo sostenible. Los políticos deben conseguir una mayor equidad dentro de cada generación y entre generaciones, incluso por lo que respecta a su seguridad alimentaria, dado que ello constituye el fundamento para aplicar este cambio tecnológico. Es necesario considerar globalmente la grave falta de compromiso político con el desarrollo agrícola en muchos países que deben hacer frente a situaciones de inseguridad alimentaria, así como en la comunidad de donantes.


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Notas

1 Véase también el documento Nº 8 de la CMA, titulado Alimentos para el consumidor: comercialización, elaboración y distribución.

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2 Véase el documento Nº 7 de la CMA, titulado Producción de alimentos: función decisiva del agua.

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