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V. Europa central y oriental y Comunidad de Estados Independientes

PANORAMA REGIONAL

Tendencias macroeconómicas y rendimiento de la agricultura

El PIB de los países en transición de Europa central y oriental y la Comunidad de Estados Independientes (CEI) creció a la tasa del 2,4 por ciento en 1999, después de la contracción del 0,8 por ciento registrada en 1998. Este crecimiento más sólido del PIB se debe principalmente al cambio del crecimiento, de negativo a positivo, en la Federación de Rusia de 1998 a 1999 (-4,9 a +3,2 por ciento)110. La Federación de Rusia representa más del 40 por ciento del PIB de la región. Las economías con crecimiento más rápido en la región en 1999 fueron Turkmenistán (16 por ciento), Bosnia y Herzegovina (8,6 por ciento), Azerbaiyán (7,4 por ciento) y Albania (7,3 por ciento). Según las proyecciones, en 2000, se registrará una nueva aceleración, ya que el crecimiento del PIB llegaría a casi el 5 por ciento, también en este caso debido principalmente a los excelentes resultados en la Federación de Rusia.

El crecimiento de la producción agrícola en la región no siguió las pautas del PIB en 1999, sino que su volumen total se estancó (con un incremento estimado del 0,1 por ciento), después de la reducción del 5,9 por ciento padecida en 1998. En la Federación de Rusia se experimentó un nuevo descenso de la producción del 2,7 por ciento, ya que la producción ganadera se redujo en más del 10 por ciento y el aumento del 14 por ciento en la producción agrícola fue insuficiente para compensar el descenso del 33 por ciento registrado en 1998. En la mayoría de los otros principales productores agrícolas de la región se registraron leves descensos de la producción agrícola en 1999. Las principales excepciones fueron Kazajstán y Rumania, donde la producción creció el 29 y 18 por ciento, respectivamente, lo que hizo que ambos países se recuperaran de los pronunciados descensos sufridos en 1998.

Según estimaciones provisionales, parece que la producción agrícola ha registrado en 2000 el pequeño descenso del 0,7 por ciento. Se esperaban resultados positivos en la Federación de Rusia y Ucrania, donde la producción agrícola general parece haber aumentado el 5 y 6 por ciento, respectivamente. En cambio, ha disminuido en distinta medida en la mayoría de los demás países productores.

Las estadísticas tanto del crecimiento macroeconómico como del agrícola, si abarcan uno o dos años, muestran pocas de las diferencias que se han producido durante el pasado decenio entre Europa central y oriental y la CEI. Teniendo un punto de partida relativamente común en los años ochenta, las políticas e instituciones de los países de Europa central y oriental y de la CEI fueron diferenciándose progresivamente en los años noventa111. Los efectos de esta diversificación institucional incluyen notables diferencias en el crecimiento medio del PIB entre las dos subregiones, así como diferencias importantes en el crecimiento de la productividad agrícola. Al entrar la región en el segundo decenio de reformas económicas, los países que realizaron las primeras y más profundas reformas comienzan a acercarse a los niveles de ingresos y productividad agrícola de los países de la Comunidad Europea, mientras que otros se enfrentan con un déficit mucho más sustancial de ingresos y productividad.

Hasta el final de los años ochenta, dentro de las economías de Europa central y oriental y de la CEI, las decisiones sobre la asignación eran primordialmente burocráticas y no estaban determinadas por el mercado. Aunque había muchas diferencias entre las dos subregiones durante ese período, la economía de planificación centralizada constituía la base institucional común que de muchas formas define el punto de partida del proceso de transición. Durante los últimos años de planificación centralizada, la región registró un moderado crecimiento agregado del PIB, entre un 2 y un 3 por ciento al año (Figura 31). El crecimiento del valor de la producción agrícola neta generalmente siguió al del PIB, sí bien con una tasa inferior.

A partir de fines de los años ochenta y comienzos de los noventa, los países de Europa central y oriental y de la CEI experimentaron un descenso general de la producción que fue superior a cualquier desaceleración medida oficialmente en la historia moderna en tiempos de paz. Esta «recesión de transformación» se atribuía generalmente a la eliminación de las graves distorsiones económicas existentes durante el período de planificación centralizada y a la «desorganización institucional», o trastorno del sistema de gobierno, que se produjo en cada uno de estos países como consecuencia de la desintegración del sistema burocrático de asignación112.

Las políticas de reforma de los años noventa estaban encaminadas a completar el desmantelamiento de la economía orientada burocráticamente y a la introducción de nuevas políticas en apoyo de la economía de mercado, tanto a nivel macroeconómico como sectorial. Ha habido una correlación positiva entre el crecimiento del PIB y la nueva orientación de la producción agrícola, que puede indicar la importancia de las reformas económicas generales para el crecimiento sectorial.

Crecimiento del PIB y rendimiento de la agricultura: divergencia entre los países de Europa central y oriental y la CEI

Pese a que el punto de partida institucional era común, las diferencias entre los países de Europa central y oriental y los de la CEI han resultado evidentes más o menos desde que comenzó la transición en la CEI en 1992 (Figura 32). La diferencia más profunda entre estos dos grupos de países es la registrada en el crecimiento del PIB, mientras que la producción agrícola parece haberse estancado en ambos grupos113. Aunque la profundidad del descenso del PIB en estos países puede atribuirse en cierta medida a condiciones iniciales, las diferencias en la rapidez de la recuperación se deben generalmente a la rapidez y profundidad de las reformas.

La magnitud del descenso inicial del PIB en los países en transición estuvo estrechamente correlacionada con la importancia de la industria en la economía y su dependencia del comercio dentro del Consejo de Asistencia Económica Mutua o dentro de los países de la ex Unión Soviética antes del período de transición114. La industria tenía la máxima concentración de bienes que no eran rentables en el contecto de la nueva economía de mercado, y es por esta razón que los países de la ex Unión Soviética experimentaron recesiones más profundas que los países de Europa central y oriental.

Había también diferencias considerables en la profundidad de las reformas de política general introducidas en los países de Europa central y oriental y de la CEI. La mayoría de los países de Europa oriental introdujeron antes los conjuntos de reforma de políticas, comenzando en 1989-1990, mientras que los países de la ex Unión Soviética comenzaron a hacerlo entre 1991 y 1994. Las reformas fueron en general más rápidas y más coherentes en los países de Europa central y oriental que en los de la CEI. Estos factores provocaron una considerable divergencia en el crecimiento del PIB entre las dos regiones durante la fase de recuperación. Los países en transición que aplicaron reformas económicas generales con mayor rapidez y profundidad, como Polonia, Hungría, Eslovenia, la República Checa, Eslovaquia y Albania (es decir los «reformadores adelantados») obtuvieron rendimientos mucho mejores que los reformadores intermedios o lentos, como Belarús, la Federación de Rusia y Ucrania115. La caída del PIB en los países de Europa central y oriental que aplicaron reformas rápidas y profundas fue más ligera y de duración más breve, mientras que en los países de la CEI que introdujeron lentamente las reformas fue de mayor duración y profundidad116.

Aunque parece haber una correlación estrecha entre las reformas económicas generales y el crecimiento del PIB, a nivel sectorial no resulta una correlación igualmente clara entre las reformas del sector agrícola y el crecimiento de la producción agropecuaria. Una explicación parcial de ello puede ser la función desempeñada por las condiciones iniciales para determinar el crecimiento de la producción agrícola. De hecho, antes de los años noventa, en Eslovenia, donde gran parte de la agricultura era de propiedad privada, y en Hungría, donde gran parte de la producción agrícola estaba en manos de cooperativas reformadas, las instituciones agrarias eran muy diferentes de los sistemas de producción y compra más ortodoxos utilizados en las grandes explotaciones estatales y colectivas de la ex Unión Soviética. En efecto, los cambios en la producción agrícola y la productividad de la mano de obra estuvieron estrechamente correlacionados con los niveles iniciales de «desarrollo» y con las «distorsiones económicas» en los países de Europa central y oriental y la CEI117. Otra razón de la falta de correlación entre las reformas sectoriales y el crecimiento de la producción agrícola pudo ser la influencia mayor de las reformas macroeconómicas generales y la estabilización en el rendimiento de la agricultura.

La profundidad y coherencia de los cambios en las políticas agrarias ejerció un efecto mucho más significativo sobre la eficiencia técnica de la producción agrícola que sobre los niveles de la misma en Europa central y oriental y la CEI. Se demuestra esto en la Figura 33, donde se compara el cambio porcentual en el valor de la producción neta por trabajador agrícola entre 1992 y 1998 con un indicador agregado del estado de la reforma agrícola compilado por el Banco Mundial118.

Aunque hay que actuar con cautela al extraer conclusiones, los datos de la Figura 33 sugieren una distinción entre tres grupos de países según el índice de reforma de la agricultura. El primer grupo (Belarús, Turkmenistán y Uzbekistán) es el de los no reformadores, que han mantenido sus anteriores instituciones agrarias y, por ello, se ha retrasado en ellos la recesión de transición y la consiguiente presión para reducir la fuerza de trabajo agrícola. Los reformadores moderados (Ucrania, la Federación de Rusia, Kazajstán y Bulgaria) han reformado parcialmente sus sectores agrarios, aunque sus instituciones tienden a ser una mezcla de las antiguas y las nuevas. Han soportado considerables descensos de producción y en ellos la fuerza de trabajo agrícola ha aumentado en muchos casos, en lugar de disminuir. Por estas razones, ha disminuido el valor de la producción por trabajador. Los reformadores más radicales (los países situados en la parte superior derecha de la Figura 33) han sufrido la recesión de transición inicial, lo mismo que los reformadores moderados, pero han procedido rápidamente a sustituir las antiguas estructuras de producción agrícola con nuevas instituciones de economía de mercado y han reformulado las políticas gubernamentales. Los nuevos productores orientados al mercado han respondido a la recesión reduciendo la fuerza de trabajo dedicada a la producción agrícola, y sus descensos de producción han sido más moderados.

Diferencia de productividad laboral entre los países de Europa central y oriental/CEI y los de la OCDE

Hay todavía una considerable diferencia de productividad laboral entre la mayoría de los países de Europa central y oriental/CEI y los de la OCDE, si bien en los reformadores más avanzados de Europa central y oriental está disminuyendo rápidamente (Figura 34). El nivel de la productividad de la fuerza de trabajo agrícola en los países de Europa central y oriental y CEI representaba entre el 3 y 73 por ciento del de los países de la Comunidad Europea en 1998119. Sólo tres países entre los enumerados registraban una productividad laboral superior al 50 por ciento de la mantenida en la Comunidad Europea (República Checa, Eslovenia y Hungría), mientras que la productividad de los países de Europa central y oriental en conjunto era sólo el 15 por ciento del nivel de la UE. En los países mayores de la CEI (Federación de Rusia, Ucrania, Kazajstán y Belarús), la productividad laboral era sólo el 13 por ciento de la alcanzada en la Comunidad Europea.

Un indicador más importante de la eficacia de las reformas es el cambio en la productividad de la fuerza de trabajo agrícola de 1992 a 1998. Según este indicador, hay diferencias profundas entre la mayoría de los países de Europa central y oriental y los de la CEI. En efecto, el crecimiento de la productividad laboral agrícola de 1992 a 1998 fue mucho más rápido en la mayoría de los países de Europa central y oriental que en los de la Comunidad Europea (constituyen excepciones Rumania, Bulgaria, Polonia, Letonia y Lituania). Los resultados más notables son los de Eslovenia, donde casi se duplicó la productividad laboral en seis años. Los resultados de los países de Europa central y oriental son peores. En conjunto, la productividad laboral bajó en estos países un 31 por ciento en el período 1992-1998, y sólo en Belarús se registró un crecimiento positivo del 1 por ciento.

Cuadro 40

EMPLEO AGRÍCOLA EN 1998

 

Empleo agrícola

 

(1)
En
porcentaje
del empleo
total

(2)
En
porcentaje
del empleo
agrícola en 1990

 

(1)
En
porcentaje
del empleo
total

(2)
En
porcentaje
del empleo
agrícola en 1990

Europa central y criental y CEI

   

Países de la OCDE

   

Albania

64,0

121,8

Australia

4,8

-

Belarús

15,9

83,1

Canadá

5,0

-

Bulgaria

24,7

130,7

Japón

5,3

-

Croacia

9,9

61,4

Nueva Zelandia

8,5

-

República Checa

4,2

45,9

República de Corea

12,2

-

Estonia

6,8

53,3

Suiza

4,7

-

Hungría

7,7

43,8

Estados Unidos

2,7

-

Kazajstán

15,8

68,1

Promedio OCDE

7,9

-

Letonia

15,7

91,2

Comunidad Europea

4,8

-

Lituania

20,0

111,8

     

Polonia

25,1

100,4

     

Rumania

35,6

125,1

     

Federación de Rusia

13,7

107,2

     

Eslovaquia

8,2

73,8

     

Eslovenia

5,6

99,6

     

Ucrania

22,1

109,8

     

Fuentes: OCDE 20/20, base de datos para los países de Europa central y oriental y la CEI; y OCDE. Agricultural policies in OCDE countries: monitoring and evaluation 2000. Para la fuerza de trabajo agrícola en 1998 en porcentaje de 1990, OCDE 20/20, base de datos para los países de Europa central y oriental y la CEI.

La diferencia entre la productividad de la mano de obra agrícola de los países de Europa central y oriental/CEI y de la OCDE se explica por la cantidad relativamente grande de fuerza de trabajo empleada en la agricultura en los primeros. La columna 1 del Cuadro 40 indica las diferencias en la parte de la fuerza de trabajo empleada en la agricultura en los países de Europa central y oriental/CEI y en los de la OCDE. Algunos países en transición registraron reducciones espectaculares de la fuerza laboral agrícola como consecuencia de la reforma agraria y la privatización de la explotación agrícola, pero esto no ocurrió en la mayoría de ellos. En la columna 2 se ve que Hungría, Estonia y la República Checa obtuvieron los mejores resultados en la reducción de su fuerza laboral agrícola. No es casual que la productividad de la fuerza de trabajo agrícola creciera en estos países con rapidez excepcional en estos años.

Una segunda razón de la diferencia de productividad es la incapacidad de muchos productores de Europa central y oriental y la CEI de producir para la exportación en cantidades significativas. Esto se debe a una serie de factores, que varían de un país a otro. Por ejemplo, en Ucrania, donde la mayoría de los productos básicos agrícolas comercializables se obtienen en grandes explotaciones de gestión colectiva, los bajos precios (resultantes de los obstáculos gubernamentales al comercio), los elevados costos de producción y transporte, el alto riesgo y las notables dificultades de gestión y financieras contribuyen a limitar la competitividad de los productores en la producción y las exportaciones. En Rumania, los productos básicos comercializables se obtienen en parcelas pequeñas e ineficientes, lo que limita la capacidad de producción de excedentes considerables para el mercado.

La diferencia de productividad de la fuerza de trabajo es particularmente importante para los países de Europa central y oriental debido a la gran incidencia del sector agrícola en sus economías en comparación con la mayoría de los países de la OCDE. Por consiguiente, las mejoras en la productividad tendrían efectos mucho mayores en el PIB y los ingresos. Por ejemplo, en Polonia se obtiene el 4,8 por ciento del PIB (datos de 1998) de la agricultura, mientras que la cifra correspondiente en la Comunidad Europea es sólo el 2 por ciento120. La diferencia es aún mayor con respecto a los países del Cáucaso, Asia central y los Balcanes; por ejemplo, Albania obtiene de la agricultura el 54,4 por ciento de su PIB (1998).

La diferencia de productividad significa también que los productores agrícolas de Europa central y oriental y la CEI rinden a un nivel que es muy inferior al potencial tecnológico de la región. Con mejoras de productividad, la región podría reducir sus importaciones netas de alimentos y llegar a contribuir a satisfacer la creciente demanda mundial a plazo más largo. La reducción de esta diferencia es decisiva para que los países de la región puedan competir con los productores de los países de la OCDE, aumentar sus ingresos de exportación y elevar los ingresos rurales. Es evidente que los países que más han conseguido superar la diferencia de productividad son aquellos que han aplicado reformas más profundas y más estables.


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