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Capítulo 35. Centro América y México


Figura 35-1. Centro América y México: mapa de la cubierta forestal

1. Belice

2. Costa Rica

3. El Salvador

4. Guatemala

5. Honduras

6. México

7. Nicaragua

8. Panamá

Esta subregión abarca los siguientes países: Belice, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua y Panamá (Figura 35-1). México posee la mayor área de tierra, más de 190 millones de hectáreas, con el 29 por ciento bajo cubierta forestal. Los países restantes conjuntamente suman un área terrestre de 51 millones de hectáreas, con el 34 por ciento cubierto de bosques.

La vegetación natural de México puede dividirse en tres zonas aproximadamente iguales. La región tropical y subtropical comprende los bosques pluviales tropicales que originariamente cubrían el 6 por ciento del país. La región templada abarca las cordilleras principales, alrededor del 15 por ciento del territorio nacional, y se caracteriza por bosques que constan de una amplia variedad de pinos (Pinus spp.) y robles (Quercus spp.). Aproximadamente el 80 por ciento de las especies de plantas que se halla en los pinares es endémico. En las zonas más altas de las cordilleras, hasta 3 300 m, hay bosques de pinabete (Abies spp.). La zona semiárida y árida, que se sitúa principalmente en el norte y en el centro (los desiertos de Sonora y Chihuahua y el altiplano central), se constituye principalmente de matorrales abiertos, cactus y monocotiledóneas xerofíticas (Comisión Nacional de Biodiversidad 1998).

Los países al sur de México, desde Guatemala hasta Panamá, se consideran un corredor biológico entre América del Norte y del Sur. Además, las influencias de los océanos Atlántico y Pacífico y las montañas crean condiciones ambientales que también conducen a una alta diversidad biológica. Holdridge identificó 14 zonas de vida en Guatemala, 13 en Costa Rica, 12 en Panamá y 9 en Belice (Godoy 1997).

RECURSOS FORESTALES

En 1999 se organizó un taller en Costa Rica, al que participaron todos los países, para la recopilación de la información sobre esta subregión para el FRA 2000. Además, la FAO reunió datos históricos a fin de estimar la cubierta forestal hasta el año 2000 y los cambios ocurridos en el período comprendido entre 1990 y 2000.

La calidad de la información varía según los países. México ha llevado a cabo inventarios forestales sistemáticos desde los años sesenta. El último de ellos se publicó en 1994 y se basaba en imágenes de satélite de 1993. Para Costa Rica, Guatemala y Honduras se dispone de información sobre la cubierta forestal de buena calidad y actualizada, pues procede de mapas e inventarios forestales detallados. La información forestal para Belice y El Salvador se extrajo de mapas generales de uso de la tierra. Las estimaciones relativas a Nicaragua y Panamá se basaron en fuentes secundarias.

Tabla 35-1. Centro América y México: recursos forestales y manejo

País/área

Área de la tierra

Área de bosque

Variación del área 1990-2000 (área total de bosques)

Volumen y biomasa por encima del suelo (área total de bosques)

Bosques bajo plan de manejo

Bosques naturales

Plantaciones forestales

Área total de bosques

000 ha

000 ha

000 ha

000 ha

%

ha/cápita

000 ha/ año

%

m3/ha

t/ha

000 ha

%

Belice

2 280

1 345

3

1 348

59.1

5.7

-36

-2.3

202

211

1 000

74

Costa Rica

5 106

1 790

178

1 968

38.5

0.5

-16

-0.8

211

220

116*

n.ap.

El Salvador

2 072

107

14

121

5.8

n.s.

-7

-4.6

-

-

-

-

Guatemala

10 843

2 717

133

2 850

26.3

0.3

-54

-1.7

355

371

54

2

Honduras

11 189

5 335

48

5 383

48.1

0.9

-59

-1.0

58

105

821

15

México

190 869

54 938

267

55 205

28.9

0.6

-631

-1.1

52

54

7 100

13

Nicaragua

12 140

3 232

46

3 278

27.0

0.7

-117

-3.0

154

161

236

7

Panamá

7 443

2 836

40

2 876

38.6

1.0

-52

-1.6

308

322

20*

n.ap.

Total de Centro América

241942

72300

729

73029

30.2

0.5

-971

-1.2

86

93

-

-

Total de América del Norte y Centro América

2136966

531771

17533

549304

25.7

1.1

-570

-0.1

123

95

-

-

TOTAL MUNDIAL

13063900

3682722

186733

3869455

29.6

0.6

-9391

-0.2

100

109

-

-

Fuente: Apéndice 3, Tablas 3, 4, 6, 7 y 9.

* Resultados parciales únicamente. No se dispone de datos nacionales.

Esta subregión posee una de las tasas negativas más altas del mundo en cuanto al cambio de la cubierta forestal. Por lo que respecta a la superficie bruta, México y Nicaragua registran el cambio negativo más alto de la subregión. Sin embargo, en relación con la cantidad de cubierta forestal, las tasas más altas de variación en sentido negativo corresponden a El Salvador, Nicaragua y Belice, mientras que Costa Rica y Honduras poseen las tasas más bajas. Los países con el mayor porcentaje de cubierta forestal son Belice y Honduras, con el 59 por ciento y el 48 por ciento, respectivamente (Figura 35-2 Tabla 35-1). Aunque los bosques de latifoliadas cubren el área más grande en la región, en algunos países las formaciones de coníferas son más importantes desde el punto de vista económico; por ejemplo, en Honduras Pinus oocarpa y Pinus caribae son muy importantes, como lo son Pinus montezumae y Pinus ayacahuite en México. Además, se observó que en todos los países donde existen formaciones de coníferas, las tasas de deforestación de esas formaciones son mayores que las de otros tipos de bosque.

México y Costa Rica cuentan con la mayor área de plantaciones de la subregión, gracias a sus políticas de incentivos forestales. Estas plantaciones se destinan ya sea a fines industriales como a la producción de leña. Belice, en cambio, posee la menor área de plantaciones de la subregión. La contribución de la región al área de plantaciones mundial es inferior al 1 por ciento.

Las estimaciones del volumen y la biomasa para Centro América se basan en un proyecto regional que calculó la capacidad de retención de carbono de estos siete países. La estimación de la biomasa para México se basa en el volumen comercial de los distintos tipos de bosque del país ajustado para alcanzar el volumen total. Es de notar que los bosques de esta región tienen el mayor nivel de biomasa del mundo por unidad de área.

Según Calvo (2000), esta subregión relativamente pequeña contiene el 7 por ciento de la diversidad biológica del mundo. Posee casi 4 millones de hectáreas de pinares tropicales naturales, que se extienden desde México hasta el sur de Nicaragua y Panamá, y alrededor de 7 millones de hectáreas de bosques tropicales de árboles de madera dura, como también manglares a lo largo de las costas Atlántica y Pacífica (Calvo 2000).

En casi 4 millones de hectáreas de los bosques de madera dura se encuentran especies valiosas, como la caoba (Swietenia spp., principalmente S. macrophylla, S. humilis y S. mahagoni), y el cedro (Cedrela odorata), a razón de casi un árbol comercial cada 6 a 7 ha de bosque, es decir, el 4 por ciento del volumen comercial total por hectárea. Existen hasta 100 especies comerciales de madera dura. En su hábitat natural éstas especies crecen bastante lentamente, generalmente menos de 1 m3 por hectárea por año; sin embargo, ese ritmo puede duplicarse o triplicarse en los bosques bajo manejo forestal sostenible. En plantaciones con buenas prácticas de manejo, el crecimiento anual del volumen de las especies de pino y de los árboles de madera dura puede ser excepcionalmente alto y, en algunos casos, alcanzar 30 m3 por hectárea por año (Calvo 2000).

MANEJO Y USOS DE LOS BOSQUES

Cinco de los ocho países de Centro América y México proporcionaron información de ámbito nacional acerca del área de bosques naturales bajo manejo para la reunión bienal de la Comisión Forestal para América Latina y el Caribe en 2000 (Tabla 35-1). Los datos proporcionados oscilaron entre el 2 y el 74 por ciento del área forestal total en 2000. Costa Rica[48] y Panamá[49] pusieron a disposición datos parciales, mientras que El Salvador no aportó ninguna información.

En todos los países los requisitos previos para la autorización de las actividades de manejo forestal son distintos, pero generalmente el Estado y los usuarios convienen en ejecutar ciertas prácticas forestales en una zona específica por un período de tiempo determinado. Todos los requisitos administrativos, técnicos y jurídicos deben ser satisfechos por las partes que se asumen la responsabilidad y obtienen los beneficios del aprovechamiento del área. Se supone que las tecnologías empleadas son compatibles con la conservación del medio ambiente y garantizan los futuros servicios y funciones de los bosques. Si bien ésta es la meta de los planes de manejo, los resultados no siempre pueden cuantificarse por lo que se refiere a las prácticas apropiadas o a la sostenibilidad.

Según la Revista Forestal Centro americana (1999), en el decenio pasado se manifestó un mayor interés en mejorar la vigilancia y el manejo de los bosques naturales. La superficie de plantaciones forestales ha aumentado. La industria forestal, los campesinos (que también depender de los bosques) y las instituciones forestales nacionales han empezado a colaborar para mejorar el manejo forestal de las zonas bajo concesiones comunales e industriales. Asimismo, ha aumentado la utilización de evaluadores externos para favorecer la “certificación verde”. No se ha cuantificado el uso tradicional de los bosques comunales por las poblaciones indígenas (como los misquitos en Nicaragua y Honduras, los cunas en Panamá, los garífunas a lo largo de la costa Atlántica de la subregión y los mayas en Guatemala y México) (Revista Forestal Centroamericana 1999).

Los estudios acerca del aprovechamiento de los recursos forestales en México se refieren principalmente a los usos comerciales. Desde 1997 no se ha satisfecho la demanda nacional de madera y en el año 2000 el déficit ascendía al 43 por ciento. En 1997 el sector forestal contribuyó con USD 369 millones a la economía nacional, pero las importaciones de productos forestales, principalmente papel y celulosa, ascendieron a USD 1 169 millones. El manejo comunal en las zonas rurales se ha centrado sobre todo en la extracción de resina y uso de leña (SEMARNAP 2000).

En los otros siete países la aportación del sector forestal a la economía nacional, sobre todo la producción maderera, es en gran parte desconocida ya que las estadísticas incluyen también la producción agrícola. Además, la información acerca de la extracción de productos forestales no madereros se limita a los productos que están reglamentados para la exportación (p. ej., resinas, goma, frutas, especias). Es preciso cuantificar la contribución económica de la madera y los productos forestales no madereros consumidos a nivel local dado que el uso de éstos es significativo. (FAO 1998).

Los valores de exportación de ciertas maderas duras (especialmente Swietenia spp. y Cedrela spp.) pueden superar los USD 300 por metro cúbico; por esto, ese tipo de madera es muy requerido y a menudo explotado. Sin embargo, los pinares se pueden aprovechar con mayor frecuencia puesto que son más accesibles, los árboles generalmente son más pequeños (por ende requieren una tecnología más sencilla) y la demanda es alta, especialmente para la construcción. (Calvo 2000).

Los estudios llevados a cabo por el FRA 2000 indican que, si bien en la región existe un mayor interés en el manejo forestal sostenible, el porcentaje de bosques que se halla bajo dicha práctica es aún limitado. Uno de los motivos es que la elaboración y aprobación de los planes de manejo forestal dependen en gran medida de la ayuda financiera externa, especialmente de las organizaciones no gubernamentales (ONG), sobre todo porque las autoridades forestales nacionales no disponen del personal y fondos suficientes para responder a las necesidades de los usuarios. En Guatemala, la inestabilidad y ambigüedad de las leyes hacen que el sector forestal sea poco atractivo para las inversiones. Aunque la cubierta forestal puede llegar a estabilizarse gracias a las políticas de las áreas protegidas, la industria forestal no será un sector de importantes inversiones si las leyes y reglamentos siguen cambiando tan frecuentemente (Documentos de trabajo del FRA No. 13, 34, 35, 36, 37, 40, 41 y 44).

Figura 35-2. Centro América y México: área de bosque natural y plantaciones forestales en 2000 y variaciones netas del área entre 1990 y 2000

Según lo analizado en los Documentos de trabajo del FRA, la leña sigue siendo una fuente de energía muy importante en la región; en efecto, la extracción de leña constituye uno de los principales usos forestales. En México casi 3 millones de familias en las zonas rurales dependen de los bosques para la leña. En Guatemala y El Salvador, más del 80 por ciento de la población utiliza la leña para las necesidades energéticas domésticas e industriales. En Costa Rica se ha registrado una disminución en el consumo de leña en las viviendas, pero un incremento en su consumo por la industria.

Para la mayor parte de los países de la subregión se dispone únicamente de información general acerca de los incendios forestales. Éstos han afectado seriamente a los bosques de México. La área total de bosques quemada en 1995 fue de casi 300 000 ha (SEMARNAP 1995). En los países de Centro América en 1998 se quemaron 450 000 ha. (Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo 1998)

En México las áreas protegidas están enfrentando problemas de manejo a causa de las irregularidades en la tenencia de la tierra y la presión originada por los asentamientos en estos lugares y en sus cercanías. La mayor parte de las áreas protegidas se ha establecido en tierras comunales o ejidales, hecho que ha conducido a conflictos entre la conservación de la naturaleza y la utilización local.

Según el esquema de clasificación de la UICN, en Centro América existen 411 áreas protegidas declaradas y 391 propuestas. Únicamente 83 cuentan con planes de manejo y sólo para 171 de ellas existen sistemas de patrullaje y control. Existen reservas privadas en Costa Rica (85) y Guatemala (10), pero la mayoría de las áreas bajo protección son de propiedad nacional (Godoy 1997).

CONCLUSIONES Y TEMAS

Sobre la base de los informes nacionales presentados para el FRA 2000 se dispone de información sobre la cubierta forestal razonablemente segura y exacta para seis de los ocho país de la subregión. Las principales dificultades en la estimación de la cubierta forestal y su cambio se encontraron para aquellos países en los que las definiciones locales de los tipos de bosque habían cambiado o no correspondían a las definiciones de la FAO. La información resulta más exacta para los países con información forestal básica, es decir, Costa Rica, Guatemala y México. Para éstos, las estimaciones de la cubierta forestal y su cambio se produjeron en ámbito nacional, con una buena exactitud y fácil integración en la base de datos mundial.

Todos los países tienen en vigor políticas que promueven el manejo sostenible de los recursos forestales. Asimismo, reconocen el papel del sector como una fuente de empleo rural así como las valiosas funciones ambientales de los bosques, y están desplegando esfuerzos a fin de evaluar la contribución del sector en la economía nacional. No obstante, las autoridades forestales no disponen de suficientes fondos o personal para poder proporcionar asesoramiento en materia de manejo a los diversos propietarios y usuarios forestales. Existen planes de manejo sobre todo en las zonas que forman parte de las concesiones industriales y comunales, y, en su mayoría, están financiados por donaciones externas o fondos de ayuda internacionales. En estas zonas, se ha reducido la incidencia de los incendios (Rodríguez 1999).

El FRA 2000 realizó un análisis de las causas históricas de la deforestación para los ocho países de la subregión que evidencia la falta de un acuerdo general acerca de las causas de la variación de la cubierta forestal. No obstante, se sospecha que la demanda agrícola de tierra forestal y el conflicto y la competencia existentes entre los sectores agrícola y forestal han tenido un impacto significativo. Además, las causas del cambio de la cubierta forestal parecen haber cambiado a lo largo del tiempo. En el decenio de 1950, durante un período de reforma agraria, los terrenos boscosos se consideraban “inútiles”, y a menudo los derechos de propiedad se establecían mediante la conversión de las áreas boscosas en tierras agrícolas o en fincas ganaderas. En los años ochenta, en cambio, la ganadería se identificó como una de las causas de la deforestación. También los conflictos políticos internos han afectado a los bosques de la región. Durante los conflictos, sobre todo en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, se abandonaron las tierras agrícolas y éstas se regeneraron en bosques. Sin embargo, después del conflicto, la repatriación se dirigió en su mayor parte hacia las zonas boscosas. Los países vecinos (Belice, México, Honduras y Costa Rica) acogieron a refugiados, con consecuencias negativas para sus áreas forestales (Documentos de trabajo del FRA No. 13, 34, 35, 36, 37, 40, 41 y 44).

En El Salvador y Belice la causa principal de deforestación es la expansión de las zonas urbanas. En El Salvador, después de la guerra, las políticas de desarrollo económico se han desplazado del apoyo financiero a la agricultura y la economía rural al apoyo de la industria manufacturera. La caída de los precios del café también ha resultado en una reducción de la cubierta forestal utilizada para dar sombra a este cultivo.

En Nicaragua, la producción de algodón y caña de azúcar a lo largo de la costa del Pacífico ha reemplazado a los agricultores de subsistencia tradicionales, quienes han emigrado a las zonas urbanas y hacia el norte, a lo que se llama “la frontera agrícola”. Además, un programa de crédito para la producción agrícola ha promovido la conversión de tierra forestal a la agricultura. En Guatemala, en las zonas rurales resulta difícil encontrar empleo alternativo fuera del sector agrícola, especialmente en aquellos lugares que no están conectados por carreteras a los mercados o a los servicios gubernamentales. Cuando la población no se puede mantener con su propia producción de alimentos frecuentemente invade las tierras forestales contiguas.

Los expertos forestales locales consideran que durante los años noventa los movimientos ambientalistas tuvieron un efecto positivo en la cubierta forestal, especialmente gracias a la declaración de áreas protegidas y la elaboración de políticas ambientales, sobre todo en Costa Rica. No obstante, algunos expertos sostienen que la preservación no es una estrategia apropiada a causa de la dependencia y el uso tradicional de los recursos forestales por las comunidades locales. El seguimiento y el control de la invasión y de otros usos ilegales en las áreas protegidas resultan actividades difíciles y costosas.

En general, la participación de la población en el manejo forestal se ha incrementado - ya sea a través de las concesiones comunales e industriales o a través de la participación de ONG, universidades y población local en la elaboración de planes de manejo forestal y de las áreas protegidas pero debe crecer aún más. También la certificación está potenciándose, junto con los programas de investigación para determinar los indicadores del manejo forestal sostenible (Galloway 1999). Otras cuestiones importantes son: la atribución de un apropiado valor económico a los bosques y a sus productos en la economía nacional, la cuantificación de los servicios ambientales prestados por los bosques, la diversificación de las especies utilizadas en las industrias forestales, la documentación de los conocimientos locales para un manejo forestal apropiado, y la investigación acerca de la biodiversidad y las plantaciones forestales (FAO 1998).

BIBLIOGRAFÍA

Calvo, J. 2000. El estado de la caoba en Mesoamérica: memorias del taller. Costa Rica, PROARCAS-CAPA, Centro Científico Tropical.

Comisión Nacional de Biodiversidad. 1998. La diversidad biológica de México. Estudio del país. 1998. México, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. www.conabio.gob.mx/biodiversidad/territo.htm

Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo. 1998. Atlas Centroamericano de incendios. Las quemas e incendios de la temporada 1998 en la región Centro Americana. Panamá.

FAO. 1998. Los programas forestales nacionales y el desarrollo forestal sostenible en América Latina, by J. Gamboni & C. Carneiro. Proyecto GCP/RLA/127/NET. Santiago, Chile, Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe.

Galloway, G. 1999. Avances en Centro América. Revista Forestal Centroamericana, 25.

Godoy, J.C. 1997. Hacia el consenso del sistema centroamericano de áreas protegidas (SICAP). Guatemala, PROARCA-CAPAS.

Revista Forestal Centroamericana. 1999. Control y monitoreo en aprovechamientos forestales. Deforestación y pobreza.

Rodríguez, J. 1999. Plan estratégico del CCAB-AP. Borrador para consulta. Guatemala, PROARCA-CAPAS.

SEMARNAP. 1995. Incendios forestales. Resultados 1995. México.

SEMARNAP. 2000. Jornadas nacionales de consulta.

www.ecouncil.ac.cr/rio/national/reports/america/mexico.htm


[48] La cifra proporcionada correspondía al área de bosques sometida a manejo para el período 1998-1999.
[49] Únicamente bosques de producción.

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