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Capítulo I
Dualidad de las sociedades de pescadores


La observación de varias pesquerías marítimas del Mediterráneo muestra que son de dos tipos, tienen organizaciones socioeconómicas completamente diferentes y están encabezadas por dos grupos sociales diferentes. Estos dos tipos de pesquerías son:

Aunque es fácil hacer una distinción intuitiva entre estas dos categorías, resulta bastante más difícil establecer sus límites y definirlas con precisión. Sin embargo, es preciso elaborar una definición, aunque sea general, para poder describir sus estrategias de sociedad con vistas a una ordenación sostenible y responsable, puesto que los grupos de pescadores son los principales actores en esta ordenación, así como en su propia dinámica interna. Es más, esta última no es una mera colección de estrategias individuales, como suele deducirse de análisis superficiales.

SECCIÓN 1. ORGANIZACIÓN DE LAS PESQUERÍAS COMUNITARIAS

Las comunidades pesqueras son un fenómeno histórico y socioeconómico importante en el Mediterráneo, un hecho de civilización. Los mecanismos de este fenómeno aparecen con la comunitarización de los territorios y la explotación pesquera. Esta comunitarización sociogeográfica forma la base del tipo en pequeña escala de las pesquerías del Mediterráneo.

1.1 Un fenómeno de civilización histórica y socioeconómica

Las comunidades de pescadores han existido en toda la cuenca del Mediterráneo desde tiempo inmemorial. Hay muchas menciones de este fenómeno de civilización en la literatura histórica, geográfica y etnográfica. Algunos hablan también de “pesquerías indígenas” o “pesquerías sedentarias”, para designar grupos firmemente vinculados con lo que puede denominarse auténticamente “caladeros”.

Estas comunidades son ante todo un hecho histórico y sociológico permanente, como se señala en muchas publicaciones[5]. Explorando el Mediterráneo tanto en el espacio como en el tiempo, esta coherencia es sorprendente: han existido comunidades pesqueras casi en todas partes durante siglos, agrupadas en “burgos marinos”[6].

El término designa los asentamientos densos de familias de pescadores y su emplazamiento profesional, que pueden encontrarse en distintas formas en todo el Mediterráneo. Podrá tratarse de poblados de tiendas de nómadas con unas pocas familias (como en Marruecos), o de unas pocas cabañas de caña (como en Cataluña o Languedoc). Con todo, la sedentarización gradual ha creado aldeas y ha colonizado determinados distritos de ciudades y puertos, que ahora cuentan con varios centenares de habitantes; los poblados y aldeas de tiendas (douars) esparcidos a lo largo de la costa del Mediterráneo forman una hilera de asentamientos de pescadores. Además de proporcionar vivienda para las familias, estas zonas incluyen también espacios técnicos para la protección y atraque de las embarcaciones, la construcción y reparación de las mismas, el almacenamiento de redes, su mantenimiento y reparación, y la venta, almacenamiento y envasado de las capturas.

Se han hecho análisis de algunas comunidades como modelos de “colonización costera”[7] que crecen tras largos períodos de guerras y piratería. De formas diferentes, inicialmente familias aisladas y, después, grupos de familias o tribus se asentaron a lo largo de las costas u orillas de los lagos, utilizando tierras costeras no cultivadas. La sedentarización de estos grupos fue gradual; al principio, las viviendas eran temporales y los ingresos procedían frecuentemente tanto de la agricultura como de la pesca[8]. Así pues, nuevos grupos de personas se asentaron a lo largo de la costa, pero no se mezclaron con la población campesina local, aunque sus orígenes lejanos fueran los mismos. Esta colonización evolucionó generalmente en la fundación de los puertos y aldeas de pesca del Mediterráneo.

La colonización de zonas deshabitadas de la costa, que aumentó en el siglo XIX, es un modelo de comunitarismo rural; también en las zonas urbanas, en puertos comerciales o militares, había lugares en que se reunían familias de pescadores: distritos y zonas portuarias de pescadores para el desembarque y la venta de las capturas. Es estos casos se trata del modelo comunitario enquistado en zonas urbanas, de las que puede haber sido el origen lejano[9].

No obstante, este movimiento de colonización pesquera a lo largo de la costa del Mediterráneo no se produce ya. Lo que queda ahora es el resto de estas comunidades y se dice frecuentemente que el fenómeno comunitario en la pesca está atravesando una grave crisis. Parece que las comunidades están desapareciendo; su vitalidad parece ser inversamente proporcional al crecimiento de la urbanización y la transformación de la costa por el turismo. Con todo, en términos tanto demográficos como económicos, las comunidades pesqueras son todavía un importante fenómeno socioeconómico en la pesca marina[10].

1.2 La comunitarización de un territorio

El burgo marino está vinculado siempre a un territorio en el que se realizan las operaciones pesqueras. Por ello, pueden utilizarse los términos “territorio de pesca comunitaria”.

1.2.1 Comunitarización por demarcación espacial de un territorio

El tamaño del territorio comunitario está relacionado claramente con la naturaleza de las actividades pesqueras. Los principales factores que lo determinan son la capacidad de la embarcación y de las técnicas empleadas, las características de la costa y la diversidad de los lugares y recursos pesqueros. Los territorios pueden coincidir también con zonas administrativas, pero raramente tienen un radio de más de 10 km. alrededor del burgo marino; de esta forma, la estación marítima estatal y el consejo local son las zonas de referencia para el grupo comunitario que, de hecho, puede conseguir un reconocimiento administrativo[11].

Sin embargo, el territorio puede definirse también basándose en los mercados y hábitos alimentarios, lo que implica que determinadas especies o lugares estén o excesivamente explotados o ignorados por la comunidad. Así pues, elementos psicosociológicos, como la memoria, religión, tabúes y consideraciones religiosas, pueden limitar o demarcar también territorios existentes, introduciendo la idea de uso conjunto de la comunidad. El territorio puede así insinuarse en (o chocar con) los territorios de otras comunidades, y todos estos territorios de comunidades pueden constituir un mosaico de derechos colectivos y reconocimiento mutuo, cuestión a la que volveremos más adelante.

La demarcación del territorio de una comunidad en manera alguna es, por lo tanto, una definición objetiva, jurídica o bioeconómica; es un hecho histórico determinado por una masa de datos geográficos e históricos, de los que desgraciadamente tenemos sólo información fragmentada.

1.2.2 Comunitarización del territorio mediante los conocimientos tradicionales

Se entiende por conocimientos tradicionales unos conocimientos que pueden estar más o menos sistematizados y han sido adquiridos por una comunidad a partir de su experiencia histórica. Sin embargo, aunque la transmisión de estos conocimientos puede ser tradicional, su contenido y orígenes son compuestos, y se han transmitido frecuentemente por migraciones, viajes, conflictos y colonizaciones, así como por la memoria colectiva[12].

Estos conocimientos entrañan la identificación de un espacio en el que faenar: rutas bénticas y pelágicas y lugares identificados por nombres, puntos de referencia, recursos, estación y tasas de explotación. El grado de precisión en esta identificación del espacio comunitario es uno de los elementos de personalización del grupo. El grupo, en cuanto tal, es quien mejor conoce “su” espacio circundante, en círculos concéntricos. La comunidad ejerce así un “control de conocimiento” sobre el territorio, basado en su conocimiento completo, su residencia y su memoria colectiva.

Los conocimientos tradicionales incluyen también el conocimiento de especies de peces, su comportamiento y su entorno. Esto se relaciona con una serie compleja de observaciones empíricas y su transmisión a los miembros de la comunidad. Con todo, representaciones de la mitología y la imaginación forman también parte de estos conocimientos, los cuales pueden estar arraigados en un pasado muy lejano[13].

Los conocimientos comunitarios se extienden a la meteorología, que se relaciona con la navegación y el calendario de pesca familiar a todos los pescadores. La importancia del mal tiempo es fundamental para una ocupación que depende de él para su suerte en la mar y sus capturas.

1.3 La comunitarización de la pesca

En el territorio así identificado, la comunidad se constituye con la transmisión de conocimientos profesionales y el control de las operaciones pesqueras.

1.3.1 Transmisión de los conocimientos profesionales tradicionales

La función de las comunidades pesqueras es esencial. La formación de los pescadores es la función más importante, amplia y variada de la comunidad: la pesca exige un alto nivel de capacitación y un largo aprendizaje.

El conocimiento del territorio, arriba mencionado, constituye el elemento inicial de la formación profesional, pero no es suficiente para una capacitación completa. Dicho conocimiento incluye las técnicas de navegación, la construcción y mantenimiento de la embarcación y de los aparejos y superestructura de las embarcaciones. Incluye también los modos de reunir, aparejar, reparar y mantener el equipo de pesca, así como las técnicas necesarias para montar y maniobrar el arte, y para desmallar las diferentes especies, envasarlas y almacenarlas.

Sin embargo, no es la medida de estos conocimientos lo que mejor caracteriza la comunitarización de la explotación, sino, más bien, el modo tradicional de su transmisión. Las distintas prácticas pesqueras constituyen y reproducen un modelo de producción[14] que se transmite casi exclusivamente a través del grupo. Su dominio y autoridad se basan en la familia, el linaje, las relaciones entre hermanos y la solidaridad entre generaciones. Estos grupos diferentes imponen a cada persona la cosmogonía socioprofesional de la comunidad.

Dentro de la comunidad, la transmisión de los conocimientos está reservada al grupo constituido por familias, clanes y sus aliados. Pasa de los “ancianos” a los “jóvenes”, de padres a hijos. Los niños dependen, para su inclusión en el grupo y su supervivencia, del patrimonio profesional proporcionado por la comunidad en un sistema intergeneracional. Esta transmisión discriminatoria es, pues, tanto un privilegio como una forma de limitar el acceso a la comunidad, restringiendo el número de personas autorizadas a participar en la pesca dentro del territorio. Por consiguiente, la transmisión de los conocimientos es una forma de controlar la demografía profesional.

1.3.2 Establecimiento de una disciplina profesional

Para la comunidad, la pesca es un “juego de suma cero”, en el que la riqueza total apenas aumenta en absoluto y la repartición tiene más importancia que la eficiencia individual. La función de la comunidad consiste, pues, en establecer los principios para compartir un recurso en situaciones en que el principal factor de agotamiento es “el otro pescador”.

La inclusión de las personas dentro del modelo de producción de la comunidad es el factor primordial de disciplina: se basa en la obediencia al modelo de trabajo y a todos los ritos socioprofesionales. La observación de las distintas comunidades muestra que su forma de disciplina es fundamentalmente paternalista y tradicionalista[15].

La idea del acceso de la comunidad a la riqueza se basa en principios muy simples: el de la interacción entre las distintas técnicas de pesca y, si “la mar es para todos”, entonces “todos tienen que poder vivir de su trabajo”. Por consiguiente, la pesca realizada por una persona tiene el efecto de frustrar la de la persona siguiente. Corresponde, por tanto, a la comunidad regular el uso y limitar el esfuerzo de todas las distintas técnicas, estableciendo una lista de condiciones, cuyo grado de rigidez aumenta con la potencia de la técnica.

El paternalismo profesional consiste, por consiguiente, en una serie de mecanismos de control social encaminados a garantizar el orden dentro del grupo, así como la sostenibilidad. Tales mecanismos tienen, entre otros, el efecto de reservar una parte mínima del recurso para cada miembro de la comunidad y asegurar su subsistencia. Las restricciones del esfuerzo de pesca y el seguimiento de cada miembro por parte del grupo mismo aseguran que se cumpla este requisito.

Por otra parte, el paternalismo se expresa también a través de los servicios colectivos establecidos por la comunidad, tales como los de mantenimiento de equipo, almacenes, atraque de la embarcación, comercialización y representación de los intereses del grupo. Por último, cabe señalar la organización de solidaridad del grupo para todos los miembros de la comunidad, por ejemplo, por medio de fondos de solidariedad, pesca en grupo[16] y sistemas de apoyo a las familias y personas en casos de desgracia en la mar.

El carácter conservador de este sistema puede verse en la oposición de los representantes de la comunidad a cualquier innovación técnica que probablemente aumentará la intensidad de la pesca en su territorio. Con el fin de poner en práctica este segundo principio, la comunidad produce reglamentos tradicionales para las operaciones pesqueras: tales reglamentos pueden estar escritos, como en el caso de las prud’homies en Francia o las cofradías en España, si bien la mayoría no lo están, sino que se trasmiten por tradición oral.

Se han realizado estudios sobre estos reglamentos tradicionales para la pesca en Francia a partir de la considerable documentación acumulada por las prud’homies de pescadores desde el siglo XII[17]. Sin embargo, no es ni mucho menos exhaustiva y queda mucho por hacer, sobre todo en las comunidades del Magreb, Grecia, Malta, España y en las aldeas pesqueras de Italia. Con todo, se reconoce que tales reglamentos existen o han existido prácticamente en todas partes en el Mediterráneo. Establecen los calendarios para el uso de las distintas técnicas de pesca en pequeña escala; determinan los períodos y zonas de pesca y las reservas; organizan el sorteo de puestos fijos de pesca; y determinan el tamaño del arte, los aparejos, el equipo y las redes. En España, las comunidades controlan incluso los mercados de alimentos de origen marino.

Por último, la comunidad asegura también que se cumplan sus reglamentos. Ejerce el arbitraje en casos de conflicto sobre el uso de los recursos y actúa como tribunal. Así pues, los miembros de la comunidad controlan y supervisan a los individuos por medio de un sistema de tutela social.

1.4 La comunidad: base del modelo artesanal de pesca en pequeña escala en el Mediterráneo

Muchos autores defienden que la pesca en el Mediterráneo puede ser solamente una actividad familiar en pequeña escala. Sin embargo, esta característica no es más que la interfaz de los miembros de una comunidad, la cual impone restricciones al esfuerzo de pesca de todos sus miembros y, de hecho, determina el contenido mismo del concepto de la industria en pequeña escala; no hay realmente ninguna pesquería en pequeña escala fuera de las comunidades pesqueras. Es la comunidad la que, por medio de la regulación local del esfuerzo de pesca, determina el contenido y las características técnicas de la actividad pesquera: impone un modelo tradicional de explotación.

Podemos ilustrar esta dimensión técnica de la pesca en pequeña escala en el Mediterráneo por medio de la noción de métier o petit métier utilizada en el Mediterráneo francés, que puede tomarse como prototipo. Los métiers son distintas técnicas de pesca utilizadas generalmente con uno o varios artes dentro de un territorio comunitario: redes fijas, redes a la deriva, palangres, nasas, artes de barrido, líneas, fichoires, etc. Las comunidades pesqueras del Mediterráneo utilizan todavía hoy en día varios centenares de técnicas. Cada uno de estos métiers está sujeto a restricciones tradicionales sobre el esfuerzo de pesca: talla, número, intensidad, período, caladero, con arreglo a un calendario de pesca y a la interacción, real o supuesta, de las distintas técnicas.

En todo el Mediterráneo, esta gama de técnicas, permitida sobre una base restringida, determina las formas múltiples de pesca utilizadas, que interactúan con todos los recursos disponibles dentro del territorio comunitario[18]. Este carácter múltiple varía según la configuración de la línea costera y los recursos disponibles, pero es una característica natural de las unidades de pesca en pequeña escala.

Mediante la restricción del esfuerzo de pesca de los distintos artes permitidos, la comunidad impone también el tamaño pequeño y la semejanza de las embarcaciones dentro de una única comunidad. Las embarcaciones tienen siempre menos de 10 metros de eslora y su forma, aparejos y proyectación se ajustan a una “norma de la comunidad”.

Esta normalización no es un hecho técnico[19], sino, más bien, un hecho sociológico que se explica tanto por el modo de transmisión de los conocimientos como por la prohibición implícita de infringir el modelo tradicional de explotación.

Así pues, en apariencia, parecería tratarse de una empresa individual, ya que hay casi tantas embarcaciones como pescadores en pequeña escala. No es normal trabajar en la embarcación de otra persona. Los jóvenes suelen trabajar en las embarcaciones de sus padres o parientes, lo hacen como aprendices antes de tener su propia embarcación.

No obstante, la participación de las mujeres, los ancianos y los niños, así como el establecimiento de la capacidad necesaria por medio de la autofinanciación y/o de herencias familiares, muestran que la empresa en pequeña escala es, de hecho, una empresa familiar. Aparte del barco, que está normalizado por la comunidad, el trabajo se divide, los conocimientos se transmiten y el equipo acumulado se repara y mantiene colectivamente. En la zona francesa del Mediterráneo, las actividades pesqueras se realizan mediante una asociación entre el patrón y el marinero. El desmalle, el desembarque de la captura, el envasado del pescado y la reparación y mantenimiento de los aparejos son realizados por un grupo informal de niños y ancianos a los que se paga en especie. De la reparación de las redes y la venta del pescado se suelen encargar las mujeres.

Por último, hay que destacar la importancia de la pesca colectiva, que permite distribuir los ingresos entre todos los miembros de la comunidad y, una vez más, expresa el paternalismo de la comunidad. La cohesión del grupo se fomenta en gran medida mediante la pesca colectiva, como en los casos de utilización de las grandes redes atuneras de playa en Carro, Le Grau du Roi y Palavas en Francia; las almadrabas en Sicilia; y las técnicas canasse en grupo para la pesca de múgiles en Túnez, Languedoc, Córcega y otros lugares.

Así pues, lo que en el Mediterráneo se conoce como pesca costera en pequeña escala es parte del modelo universal de las comunidades pesqueras. Este modelo es autogobernado y autárquico y trata de responder internamente a todas las necesidades profesionales de los miembros del grupo. No es posible interpretarlo desde la perspectiva de una empresa individual con derechos económicos modernos. Sin embargo, es evidente que hemos descrito el modelo dando ejemplos típicos. De hecho, las comunidades de pescadores no están ancladas en su pasado. Hoy en día, en el Mediterráneo, su población y funcionalidad han disminuido notablemente como consecuencia tanto de su entorno socioeconómico y cultural, como de sus crisis internas.

Estudiaremos ahora la competencia de la pesca semiindustrial con que se enfrenta el modelo comunitario.

SECCIÓN 2. ORGANIZACIÓN DE PESQUERÍAS SEMIINDUSTRIALES

Teniendo en cuenta la finalidad de esta publicación, se propone aquí una definición de la industria pesquera marina del Mediterráneo desde el punto de vista de la sociedad. Una característica de este tipo de pesca es el hecho de que rompe con el modelo comunitario y está generalmente regulada por el estado.

2.1 Definición de la pesca semiindustrial desde el punto de vista de la sociedad

Hemos reflexionado ampliamente sobre los criterios que han de adoptarse para diferenciar las pesquerías en pequeña escala de las industriales y se verá que las distintas respuestas jurídicas no son satisfactorias. Si quisiéramos aplicar los criterios jurídicos utilizados por las administraciones de los distintos países del Mediterráneo, la pesca industrial sería casi inexistente en esta región. Esta confusión indica que, en el caso del Mediterráneo, hablamos de “pesca semiindustrial” para describir una forma de pesca que, aunque no es comparable a la que se realiza, por ejemplo, en el Atlántico, tampoco puede considerarse igual a la pesca comunitaria.

La categoría de pesca en pequeña escala abarca casi todas las unidades pesqueras, si bien la mayoría está de acuerdo en que esta clasificación carece de sentido. Cabe decir lo mismo de la regla basada en el tamaño de las embarcaciones que, en Francia, por ejemplo, abarca hasta las de 24 metros de eslora. Otros enfoques tratan de distinguir los equipos de pesca según las técnicas utilizadas: las redes de arrastre y las de cerco serían, por lo tanto, “por naturaleza” técnicas industriales. Sin embargo, otros hablan de pesca en pequeña escala y pesca costera (Túnez y Marruecos).

De hecho, la diferencia entre las dos formas de explotación no reside en el tamaño de las embarcaciones o ni siquiera en el tipo de artes utilizadas. El tamaño y la especialización son sólo la consecuencia del contexto social y económico de las pesquerías en cuestión.

La formación de grupos de pescadores fuera de la comunidad no es algo nuevo, ya que, en la historia del Mediterráneo, se han dado muchos casos de emigración marítima de grupos que han provocado conflictos con las pesquerías locales. Así pues, las técnicas semiindustriales se presentan frecuentemente como amenazas a los territorios y al uso conjunto por la comunidad. Siempre entran en conflicto con las “pesquerías sedentarias”, es decir, la pesca desde tartanas o arrastreros paranza[20]. Sin embargo, al considerar actividades extracomunitarias, hay que señalar también que, en otros tiempos, los señores de las cercanías se apropiarían de unidades de pesca fijas, como almadrabas, redes atuneras, corrales de peces y trampas charfia.

Puede decirse, no obstante, que el grupo semiindustrial se caracteriza ante todo por una ruptura con la tradición comunitaria del Mediterráneo. Hoy en día, esta ruptura se refuerza por su inclusión en la política industrial del estado en el Mediterráneo durante los últimos 50 años. Esto significa que es preciso reevaluar las características de la pesca arriba descrita. Según nuestro análisis, no es ni el tamaño de la embarcación ni el tipo de técnica lo que determina el carácter industrial o en pequeña escala de la pesca; la diferencia consiste en si forma parte del modelo tradicional o, por el contrario, no está sujeta al control social tradicional, tendencia facilitada actualmente por la intervención de las autoridades.

Por consiguiente, en todo el Mediterráneo, junto al modelo comunitario original, se han ido constituyendo grupos integrados por personas que trabajan en barcos más grandes, especialmente los que utilizan redes de arrastre y de cerco para la pesca de túnidos y peces pelágicos pequeños, si bien estos tipos de pesquerías son menos frecuentes que los centenares de burgos marinos establecidos por las comunidades. En unos pocos puertos especializados y en zonas portuarias de las grandes ciudades del Mediterráneo, hay zonas enteras dedicadas a la pesca semiindustrial, que pueden definirse como pesquerías descomunitarizadas y reguladas por el estado. Ejemplos de ello son Sète en Francia, Sfax en Túnez, Al Hoceima en Marruecos, Barcelona y Málaga en España, y Gaeta y Catania en Italia.

Un puerto pesquero semiindustrial se diferencia también de un burgo marino por el tamaño de la infraestructura necesaria para el funcionamiento del sector y la aparición de una serie de servicios externos a la profesión, como la construcción de barcos y superestructuras y el mantenimiento, comercialización, almacenamiento y envasado de las capturas. Hay también barrios de pescadores y tradiciones de familias y clanes, pero no tienen la misma importancia para las comunidades en lo que respecta a la organización.

2.2 Descomunitarización de la pesca semiindustrial

La pesca semiindustrial elude el sistema de control tradicional, en cuanto que la actividad está individualizada, se supera el sistema de derechos de uso territoriales y se rechaza la aplicación de reglamentos internos de disciplina profesional. Ésta es la razón por la que tales pesquerías pueden entenderse únicamente en el contexto del estado.

2.2.1 Desterritorialización de la zona de trabajo

Mientras los territorios de las comunidades se han construido a partir de una historia concreta de las distintas comunidades, la pesca semiindustrial se basa en el principio de la libertad individual de acceso a los recursos pesqueros. Por consiguiente, las unidades pesqueras pueden, en teoría, faenar dondequiera que tengan la capacidad técnica para hacerlo. Las unidades de pesca semiindustrial se establecen en lugares donde los operadores y la infraestructura satisfacen sus necesidades logísticas. De esta forma, existe un fenómeno de concentración de unidades pesqueras semiindustriales en los puertos, sin que esto represente en manera alguna un fenómeno de comunidades[21].

Las unidades semiindustriales no funcionan basándose en ningún principio territorial y utilizan poco la identificación tradicional de lugares, espacios y especies. Podemos hablar de la descomunitarización del territorio mediante la adquisición de conocimientos científicos y técnicos que no proceden del grupo, sino de expertos externos. La extensión de la zona de trabajo entorno al puerto de base depende básicamente de la capacidad técnica de navegación y pesca de los distintos barcos. No hay nada dentro del grupo que impida a las distintas unidades faenar en cualquier lugar; contra ellas no se puede hacer cumplir el uso conjunto de la comunidad.

Donde existen límites territoriales, estos adoptan la forma de normas impuestas desde fuera del grupo en un contexto nacional o internacional: por ejemplo, los límites a la intrusión en aguas de las tres millas náuticas de la costa. Esto presupone la constitución de sistemas estatales de arbitraje y de una estructura administrativa que decide y legitima estas normas espaciales.

2.2.2 La individualización de la pesca y la mediatización de los conocimientos marítimos

La explotación semiindustrial de recursos pesqueros consiste en la introducción de la competencia de las unidades pesqueras en la explotación de las riquezas naturales con la máxima eficiencia. De hecho, obtiene esa riqueza la unidad pesquera que tenga superioridad técnica para apropiarse de más recursos que sus competidores. En las pesquerías semiindustriales del Mediterráneo, el principio de libertad de acceso al recurso y la liberalización de toda limitación del esfuerzo de pesca encuentran su expresión en la innovación, la transferencia de tecnología y la acumulación de capacidad técnica.

El principio de la pesca industrial se basa, por lo tanto, en una afirmación de la libertad de acceso a los recursos pesqueros y de la libertad económica individual: ambas están en consonancia con el sistema económico mundial de referencia, consistente en la libertad de establecimiento, la libertad de comercio e industria y la libertad de producción[22].

En teoría, el concepto original evitaba toda restricción del esfuerzo pesquero de las unidades semiindustriales, ya que tal restricción estaría en contradicción con el principio mismo de la competencia en el acceso a los recursos. Éste es, ciertamente, el concepto inicial de la explotación semiindustrial, que se está restringiendo cada vez más mediante medidas estatales motivadas por la sobrepesca de los recursos. El esfuerzo de pesca depende del establecimiento de un capital de empresa que no se limita a la autofinanciación familiar. El propietario del barco, las subvenciones públicas y los establecimientos especializados contribuyen a apoyar el equipamiento de la unidad industrial, especulando sobre su capacidad para apropiarse de los recursos frente a otros operadores.

Dentro de este modelo industrial, los elementos que producen la cohesión y utilidad de la comunidad proceden, por lo tanto, de fuera del grupo; en particular, existe una mediatización de los conocimientos y servicios. La función de la innovación tecnológica en la estrategia de explotación es fundamental en este sistema. Sin embargo, estos conocimientos se transmiten por expertos externos al grupo de pescadores: el colonizador, la administración científica, programas de cooperación, el sistema escolar o servicios y equipo profesionales.

2.2.3 Ausencia de disciplina profesional

La incapacidad para organizar una disciplina profesional es ciertamente el factor que más distingue al modelo semiindustrial del comunitario. Hemos visto que, para la comunidad, la actividad pesquera es un “juego de suma cero” que implica la imposición de restricciones a cada persona para la supervivencia de todos. Este paradigma resulta inaplicable en el modelo industrial, que ha crecido con la idea de la inagotabilidad de los recursos pesqueros[23].

Como en el caso del acceso al mercado, el principio de la limitación del esfuerzo de pesca va en contra de la lógica individual del acceso libre y la competencia empresarial. La pesca semiindustrial no considera siquiera la interacción entre los distintos tipos de pesquerías ya que, para ella, el acceso a los recursos debe basarse en la superioridad de las capacidades técnicas de los distintos competidores.

Al no aceptar las reglas basadas en el modelo fundamentalmente paternalista y tradicionalista arriba expuesto, el grupo de pescadores industriales se niega a sí mismo la posibilidad de cualquier regulación interna. Salvo apenas unas pocas excepciones relacionadas con los arrastreros y cerqueros, la profesión no ejerce ninguna “regulación profesional” desde dentro, especialmente en lo relativo a lugares, tamaño y potencia de las embarcaciones, aparejos y artes, y períodos de pesca. Esta ausencia de normas internas significa que la vigilancia y los reglamentos han de imponerse desde fuera.

2.3 Pesca semiindustrial y regulación estatal del sector pesquero

El contexto político en el que se ha desarrollado la pesca industrial explica la existencia de una administración intervencionista, la cual desempeña funciones regulatorias que en el pasado cumplían las comunidades de pescadores.

2.3.1 El contexto político de la industrialización del sector pesquero

Las autoridades públicas, representadas por los señores de la región o el estado, han intervenido siempre en conflictos entre pescadores. Sin embargo, los objetivos tradicionales de las autoridades en el Mediterráneo eran evitar conflictos y mantener una población marina capaz de suministrar personal para la armada[24]. La evolución actual de la pesca semiindustrial, que hemos definido como pesca “descomunitarizada”, es muy diferente de los conflictos entre advenedizos y locales arriba mencionados: puede comprenderse solamente en el contexto del intervencionismo económico de las autoridades públicas después de la Segunda Guerra Mundial.

En Francia, este movimiento comenzó en el decenio de 1960 con la descolonización de Argelia. En España e Italia, apareció en el decenio de 1970 al estimular las autoridades públicas la extensión de las tecnologías pesqueras y medios logísticos. En el Magreb, y especialmente en Túnez, la industrialización se produjo en los decenios de 1980 y 1990, impulsada por el “síndrome de desarrollo”. Hablamos así de “modernización” y “desarrollo” del sector pesquero, con arreglo a algoritmos progresivos[25].

En términos socioeconómicos, la industrialización de la pesca marina puede considerarse como un proceso de intervención en el que la administración pública (especialmente la estatal) absorbe las distintas funciones sociales que anteriormente desempeñaban las comunidades en la organización del sector. Es éste el contexto en el que podemos considerar las distintas instituciones y leyes relacionadas con la pesca marina introducidas gradualmente por los gobiernos de los países del Mediterráneo.

2.3.2 Establecimiento del aparato administrativo para la industrialización

En la adquisición de conocimientos marinos, la administración científica - en forma de institutos y laboratorios de biología - se encarga de reunir los datos relacionados con el recurso y de su transmisión a la profesión. La administración es también inicialmente responsable de la transferencia de tecnología y la modernización de las prácticas de pesca[26].

En cuanto a la creación de la capacidad técnica (especialmente la construcción de barcos), las subvenciones públicas financian y permiten el establecimiento de barcos especialmente adaptados.

En materia de infraestructura y los servicios necesarios para el sector semiindustrial, los puertos, las zonas técnicas, los espacios de desembarque y almacenamiento y los sistemas de comercialización se organizan a instancias de las autoridades públicas[27].

Por último, a fin de proporcionar un sustitutivo para el sistema de disciplina profesional, las autoridades públicas establecen una “policía pesquera” que regula tanto las actividades de pesca como los artes empleados. Ahora bien, esto hace que la administración se encargue también de la vigilancia de las operaciones pesqueras.

Resumiendo, el control estatal del sector puede verse en el establecimiento de una organización centralizada y desconcentrada, generalmente bajo la égida de uno o varios ministerios encargados de su supervisión. Estas distintas administraciones son las siguientes.

Así pues, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, existía en todo el Mediterráneo una forma descentralizada de organización, basada en la autodisciplina comunitaria, ante la indiferencia general de las autoridades públicas, debido quizás a que el Mediterráneo no es un mar rico. Sin embargo, a partir del decenio de 1950, bajo la influencia de un cierto grado de concepción de estado de bienestar, apareció una administración científica centralizada con la introducción de políticas públicas de industrialización a medida que el pescado se convirtió en un recurso raro.

Inicialmente, la intervención pública sólo sustituyó los mecanismos comunitarios a fin de promover actores particulares que siguieron sus propias teorías de modernidad y progreso. Fue ésta la fase de estímulo y desarrollo del sector semiindustrial, basado en la transferencia de tecnología y el establecimiento de una flota especializada.

Después, la administración adoptó medidas no ya solamente para desarrollar, sino esta vez para intervenir en muchas crisis surgidas en este sector desestabilizado por el exceso de capacidad: crisis de mercados, de recursos, de empresas pesqueras, y las crisis demográfica y social. Es ésta la fase de la espiral creciente de intervencionismo en que nos encontramos hoy[28].

Así pues, el sector semiindustrial necesita del “intervencionismo público” al que está vinculado:

2.3.3 El modelo semiindustrial del Mediterráneo

Por consiguiente, las bases del modelo semiindustrial del Mediterráneo están formadas por sus características extracomunitarias y por la intervención del estado[29]. No tiene una tradición industrial comparable a la de las industrias del norte de Europa o las pesquerías internacionales del África Occidental. De hecho, es una creación del intervencionismo económico estatal a partir del decenio de 1960 dentro de las políticas de modernización y desarrollo. Abarca la pesca diaria ordinaria utilizando redes de arrastre sobre zonas limitadas la mayor parte de cuyas capturas se destina a la comercialización en fresco; incluye también la pesca de pequeñas especies pelágicas, pero sólo para la pequeña industria alimentaria (principalmente sardinas y anchoas). Existe también una pequeña flota monopolística de cerqueros que faenan en toda la cuenca, pescando la misma población de atún.

Este sector semiindustrial representa menos de la décima parte de las unidades pesqueras en el Mediterráneo y una población inferior al 20 por ciento de todos los patrones y marineros de los barcos pesqueros de esa cuenca. Sin embargo, es objeto de la mayor parte de la intervención pública.

La pesca semiindustrial no puede definirse por la técnica o el tamaño del barco: no hay ninguna interpretación “naturalmente industrial”. Hoy en día las unidades de pesca pueden especializarse en técnicas de palangre o enmalle (barcos palangreros y con redes de enmalle a la deriva para la pesca de túnidos) y utilizan cada vez más las artes largas. En algunos lagos de Languedoc, la pesca desde travaques está adquiriendo también dimensiones industriales. Aunque los barcos pueden tener sólo 5 metros de eslora, no hay ningún límite al número de nasas utilizadas, ni se establece ningún período de pesca, y se ha determinado que se emplea mano de obra no cualificada para las actividades menos importantes. Estos petits métiers están siguiendo ahora la lógica industrial:

Por otra parte, pueden encontrarse redes de cerco y artes de barrido de tamaño pequeño, con restricciones de tamaño y aparejos, que se utilizan con arreglo a un calendario y se limitan a lugares claramente identificados. Por lo tanto, estas prácticas y artes están “comunitarizadas”; al existir este control tradicional sobre su esfuerzo de pesca, entran en el modelo de pequeña escala arriba descrito[31].

SECCIÓN 3. RELACIÓN DIALÉCTICA ENTRE LOS DOS TIPOS DE PESQUERÍAS

Las “dos tipologías de pesquerías” arriba descritas existen en competencia y oposición, pero en una relación dialéctica dentro de la cual los intercambios no son sólo conflictivos, en contraste con nuestra anterior descripción, que se basaba intencionadamente en arquetipos y presentaba el dualismo de la pesca en el Mediterráneo según modelos muy tipificados. Sin embargo, aunque esta presentación problemática es pertinente, en realidad las cosas son mucho más complicadas, ya que la historia de la pesca marina en el Mediterráneo da a estas relaciones dialécticas entre los dos mundos una dimensión “momentánea”[32].

Esta dimensión dialéctica explica hoy las razones por las que el dualismo de la pesca aparece sólo excepcionalmente en las políticas pesqueras públicas.

3.1 Confrontación de las dos lógicas pesqueras

La representación de la coexistencia entre estos dos tipos de pesca se basa frecuentemente en la hipótesis de que los dos mundos viven paralelamente. De hecho, se hallan en competencia y en conflicto por el recurso.

3.1.1 Imposibilidad de aplicar derechos comunitarios y acaparamiento del recurso y el mercado

La industria pesquera se está construyendo sobre la negación de territorios de las comunidades, ya que las comunidades semiindustriales no reconocen ningún límite espacial al ejercicio de sus actividades. Por ello, la zona de actividad de un cerquero y un arrastrero puede abarcar varios territorios, en aplicación del principio de la libertad de pesca y del régimen jurídico del mar como res communis. En efecto, el derecho de las unidades semiindustriales a penetrar y faenar en todas las zonas marinas de los estados ribereños ha sido reconocido en todos los países del Mediterráneo Occidental.

Sin embargo, esta libertad de navegar y pescar es poca cosa en comparación con la negación de las normas tradicionales de disciplina. Especialmente los arrastreros y los atuneros se consideran no sujetos a las normas de disciplina impuestas por las comunidades, ya que las consideran aplicables solo internamente. Esta negación de los derechos de las comunidades es un poderoso factor de desestabilización que a veces ha sido confirmado desgraciadamente por las administraciones estatales[33].

La otra interacción entre las dos formas de pesca se relaciona con el acaparamiento de una gran parte del recurso por parte de las unidades semiindustriales, lo que desestabiliza los ingresos de los pescadores en pequeña escala. Este acaparamiento adopta distintas formas.

Primero, se trata de apoderarse pura y simplemente de algunas poblaciones de peces utilizadas anteriormente dentro de calendarios de las comunidades. Es éste el caso especialmente de los peces pelágicos pequeños y los túnidos. Estas especies solían formar parte del ingreso ordinario de las comunidades y sus cifras comienzan a agotarse siempre que se autorizan técnicas semiindustriales[34]. Otra forma de acaparamiento se produce cuando la industria reduce las poblaciones de peces a niveles que la captura de la especie objetivo exige aumentar el esfuerzo de pesca por encima de la capacidad de los pescadores en pequeña escala. Ocurre esto en el Mediterráneo especialmente cuando muchas poblaciones de peces demersales han resultado gravemente afectadas por la sobrepesca practicada por arrastreros. Hay que señalar también que las técnicas colectivas empleadas para los túnidos y algunos peces demersales parecerían ser las primeras víctimas de la pesca industrial, sobre todo con la desaparición de las almadrabas en favor de las redes de cerco y la prohibición de las redes de cerco de playa que se consideran comparables al arrastre.

Un último aspecto de acaparamiento es el del mercado; la pesca semiindustrial, con sus capturas en gran escala, ejerce un efecto sobre los precios. Por ello, algunos productos de la pesca en pequeña escala han sido sustituidos por los productos de la pesca semiindustrial. El caso del atún y los peces pelágicos pequeños es especialmente ilustrativo al respecto. La pesca en pequeña escala rara vez forma parte de una auténtica línea de producción que sea capaz de beneficiarse de los mercados de subasta de la pesca industrial.

Incluso un acaparamiento parcial del recurso tiene graves consecuencias para las comunidades y los pescadores en pequeña escala. En cuanto a estos últimos, el agotamiento de una población reduce su flexibilidad y cierra un determinado calendario; se ven así obligados a especializarse cada vez más y terminan en una espiral de sobrepesca. En cuanto a la comunidad, el final de recursos concretos incrementa la tensión entre las distintas especializaciones que quedan y la obliga a limitar las actividades de los distintos especialistas a fin de mantener la vigencia de su objetivo paternalista. Este objetivo es a veces imposible de mantener y la comunidad tiene que dejar que el esfuerzo de pesca se divida en diferentes metiers.

3.1.2 La desestabilización de la disciplina de la comunidad

El modelo industrial, debido a que sus conocimientos son de origen científico y administrativo, representa un desafío a los conocimientos tradicionales. De ahí que las claves de acceso a la técnica, al conocimiento de las especies, a los lugares y a la meteorología no procedan ya de tradiciones internas de la comunidad. Servicios profesionales, bancos de datos, expertos, organismos oficiales y equipo especializado son las fuentes que transmiten los conocimientos marítimos. La legitimidad de las reglas establecidas por la comunidad se debilita ya que no tiene ni el monopolio sobre los conocimientos ni se basa en la superioridad de éstos. El marinero no depende ya de un aprendizaje ofrecido por la comunidad y puede encontrar que tiene la posibilidad de adquirir dichos conocimientos por medios no tradicionales.

Esto lleva inmediatamente a poner en tela de juicio internamente el modelo tradicional de explotación y sus normas de disciplina. Las tradiciones de la pesca son una gran limitación para los individuos y los resultados individuales son mínimos. En cambio, la otra forma de explotación incrementa el éxito financiero a la vez que reduce las limitaciones. En esta situación, es comprensible que resulte difícil imponer a los miembros de las comunidades unas normas económica y socialmente desacreditadas. ¿Por qué deberá seguir un pescador limitando sus actividades pesqueras cuando otros están acumulando enormes medios técnicos e incluso las autoridades públicas les estimulan a hacerlo? ¿por qué respetar calendarios, limitaciones de aparejos y de longitud de artes cuando el modelo profesional es el del éxito capitalista?

Por estas razones, hoy en día la disciplina de la comunidad es en muchos casos difícilmente discernible, controvertida y, en último término, deja de funcionar. Se niega a la comunidad su existencia social, jurídica y económica, sustituyéndola por la lógica de la empresa individual, según la cual los pescadores en pequeña escala no dependen ya de su comunidad, sino de su propia iniciativa en el contexto de códigos y reglamentos centralizados.

3.2 Interpretación socio cultural de las dos sociedades marítimas

El análisis dual de la pesca comunitaria y semiindustrial produce una lectura problemática de la pesca marina en el Mediterráneo. Sin embargo, sería ridículo presentar ambos mundos de pescadores como un modelo segmentado en oposición sistemática. Como ocurre con cualquier vínculo dialéctico, los intercambios de las dos poblaciones y sus polos de interés son complejos, contradictorios y, a veces, complementarios. Estos vínculos pueden estudiarse bajo distintos conceptos: demografía profesional, cultura gregaria, conocimientos profesionales y complementariedad de la forma de pesca.

3.2.1 Vínculos demográficos limitados

En muchos casos, la pesca semiindustrial ha crecido gracias a la intervención de pescadores de fuera de las comunidades. Al aportar nuevas tecnologías y una nueva lógica de producción, dichos pescadores entran en conflicto con las comunidades existentes[35]. Podemos hablar así de “nuevos actores” procedentes de fuera que constituyen una nueva población, no están integrados y, por lo tanto, son insensibles a los códigos de conducta de la comunidad.

Estas dos comunidades están muy separadas, pero no completamente separadas; hay trasvases de mano de obra de las comunidades a los barcos pesqueros semiindustriales, ya que los profesionales de la industria acogen con mucho agrado las técnicas marítimas y los conocimientos técnicos tradicionales. No obstante, por numerosos que puedan ser tales desertores, siguen siendo marginales y frecuentemente trabajan como patrones, capitanes, raïs. Los marineros no cualificados de los pesqueros semiindustriales no proceden de las comunidades locales, sino que se suelen reclutar de poblaciones “no marítimas” o de poblaciones marítimas inmigrantes. Existe una especie de rechazo de proletarización por parte de los pescadores en pequeña escala, que puede observarse en todo el Mediterráneo[36].

Sin embargo, la forma más importante de fusión es aquella en que miembros individuales de las comunidades se han construido su propia capacidad industrial y se han empeñado en una nueva empresa, rompiendo con sus orígenes. Estimuladas por la política industrial pública, estas unidades se hallan frecuentemente enquistadas en los burgos marinos comunitarios; en otros casos, son pescadores en pequeña escala que emigran para poder ejercer su nueva actividad y vuelven con un nuevo modelo de producción[37].

Resumiendo, parece que las dos poblaciones se mezclan poco[38], pero la importancia sociológica de ese poco es muy superior a su importancia numérica, ya que pone en tela de juicio los modelos de producción, los conocimientos y la disciplina tradicional de las comunidades. Con mucha frecuencia, especialmente en España, las dos poblaciones tienen orígenes comunes y vínculos de sangre, lo que significa que la misma línea de descendencia conduce a dos poblaciones profesionales distintas[39].

Por último, como anécdota, los pescadores de los grands métiers pueden practicar la pesca en pequeña escala de forma recreativa y simbólica, después de su jubilación o en sus períodos de vacaciones, cuando se vuelven a integrar en el entorno de la comunidad.

3.2.2 Convergencia de culturas marítimas

En el caso de que estén en competencia, los dos mundos se unen por medio de su cultura marítima profesional. Al ocuparse del mismo entorno natural, capturar las mismas especies y navegar en las mismas aguas, los pescadores en pequeña escala y los industriales comparten una parte de su experiencia individual.

Así pues, las ideas, creencias, leyendas, conocimientos tradicionales y tradiciones se transmiten de las comunidades a la industria y viceversa. La medida de este intercambio cultural se manifiesta en la construcción de barcos, el idioma, los aparejos y artes y la transmisión de conocimientos técnicos[40]. Además, hábitos de alimentación, ritos y supersticiones y la integración de la religión forman también parte del conjunto colectivo de referencias. Por consiguiente, no es imposible que se comparta también un determinado concepto del código de conducta profesional heredado de las comunidades[41].

La semejanza de los procesos de identidad de los distintos grupos es también un vínculo cultural entre los dos mundos. Los puertos industriales crean su propia identidad a pesar del principio de la explotación individualizada; en cada puerto de Italia, Francia y España se celebran festivales votivos. Los ritos de adhesión como miembro de un grupo industrial son la escenografía de la comunitarización del grupo. Puede decirse lo mismo en lo que respecta al territorio: por ejemplo, el Golfo de León en Languedoc ha sido acaparado por arrastreros con licencias de Sète, Le Grau du Roi y Port Vendres. Desgraciadamente, esta identificación da lugar sólo ocasionalmente a normas de disciplina interna.

3.2.3 Establecimiento de conocimientos tradicionales en el sector industrial

Aunque el principio de la industria se basa, en teoría, en la adquisición de conocimientos externos, existe una auténtica cultura marítima en los puertos pesqueros semiindustriales y la transmisión de conocimientos se deriva también de los conocimientos tradicionales de las familias y el aprendizaje. Por ello, sigue existiendo el embrión del comunitarismo incluso dentro de un grupo dominado por la competencia, ya que los conocimientos tradicionales se transmiten no sólo por tradición, sino también por experiencia profesional. El conocimiento industrial es así una combinación de conocimientos internos y externos. Con todo, y esta es la diferencia con respecto al conocimiento comunitario, es la suma de todos esos conocimientos la que se utiliza para competir con otros competidores y apoderarse de sus recursos. Por ello, el conocimiento tradicional no actúa ya como un regulador, como ocurre en el entorno comunitario.

Por último, para completar el cuadro, la pesca semiindustrial puede contribuir parcialmente a actividades de los pescadores en pequeña escala; ocurre esto especialmente en lo que respecta al cebo, consistente en peces pelágicos pequeños o pequeños mugílidos, que los pescadores en pequeña escala compran a precio barato a los cerqueros y arrastreros. También ocurren con frecuencia préstamos de equipo e intercambios de fuerza de trabajo entre los dos tipos de pesca.


[5] Véase, por ejemplo, Berthelot (1868); Berthoule (1890); Borrel (1956); Bourges (1908); Braudel (1985); Lacoste (1911); Laoust (1923); Louis (1952); Mollat (1987); Sébillot (1901); y Thomazi (1950). Véanse también las bibliografías de Zouggari y López García (1999) y los cahiers del’IFBLA de Túnez.
[6] Véase Mollet, para este término original.
[7] Para este término, véase Doumenge (1951), en relación con la colonización de la costa del bajo Languedoc en Francia, en el siglo XIX.
[8] Fenómeno encontrado en el Rif de Marruecos, con la aparición de grupos muy aislados de asentamientos de pescadores, algunos de los cuales son todavía hoy casi inaccesibles.
[9] En Mesina, por ejemplo, hay varios distritos de pescadores situados alrededor de las actividades portuarias y de transporte; en Casablanca, el principal puerto pesquero se halla dentro del puerto comercial, pero pueden encontrarse poblados de pescadores en todo el margen de la ciudad; en Marsella, las zonas donde viven los pescadores se hallan alrededor del viejo puerto, en las calas y en Lestaque; en Barcelona, el distrito de la Barceloneta es otra ilustración de esta inserción de zonas vivas; en Sfax, por otra parte, un gran puerto pesquero domina toda la actividad portuaria.
[10] En Italia, el gran número de pequeñas embarcaciones demuestra la continua vitalidad de las comunidades pesqueras: 19 000 embarcaciones en 2000. En la parte marroquí del Mediterráneo, hay 90 puntos de desembarque, incluyendo cinco importantes puertos pesqueros, con más de 2 700 pequeñas embarcaciones; esta actividad proporciona empleo a 8 500 pescadores, como tripulación y patrones (Malouli, 2000). En el Golfo de León en Francia, un estudio reciente mostró 45 lugares de desembarque, sin incluir las aldeas de las lagunas (Guillou y Crespi, 1999). En zonas residenciales, la acogida de turistas ha colonizado sobre todo antiguas aldeas de pescadores, algunas de las cuales eran muy grandes, como es el caso de Collioure en Francia.
[11] Véanse en Francia los casos históricos de Collioure, Palavas y Le Grau du Roi. En Marruecos hoy, incluso la institución jurídica incierta de las “aldeas de pescadores” representa la sedentarización del grupo. Sin embargo, el número de pescadores depende también de la cercanía de la ciudad portuaria, que ofrece la salida a sus productos: no está relacionado directamente con la riqueza inmediatamente disponible en torno a las grandes ciudades costeras.
[12] En Nador, en Al Hoceima y en el valle de Beni Boufrah, Marruecos, que conduce a Torres, los conocimientos se han adquirido por contacto con pescadores españoles. En Cherchell, Argelia, los conocimientos pesqueros proceden de emigrantes italianos de Gaeta; en el Golfo de Gabès, mediante contacto con sicilianos; en Mesina, el método de pesca del pez espada proviene de los fenicios; en Palavas, Languedoc, la técnica de pesca en grupo del atún fue traída por pescadores de Carro al final del siglo XIX; en Sète, la tradición pesquera procedía inicialmente de Martigues en el siglo XVI y, después, de Gaeta en el siglo XIX.
[13] Véase Collet sobre el pez espada en el estrecho de Mesina.
[14] Véase el concepto identificado por Badouin, 1967 (Tesis doctoral en economía, Montpellier).
[15] Véase Féral y Tempier para Francia; Alegret para España; Collet para Calabria y Sicilia; Louis para las islas Kerkennah, etc.
[16] La cohesión del grupo se desarrolla fuertemente en las formas colectivas de pesca tales como las grandes artes de playa o las redes atuneras en Le Grau du Roi, como las almadrabas en Carro y las técnicas canasse en grupo para la pesca de múgiles en Túnez.
[17] Véase la extensa bibliografía incluida al final de esta publicación, así como Tempier, Féral, Rey y Frangoudes, para estudios más recientes.
[18] Véase Doumenge (1951), Tempier (1986), Franquesa, Malouli y Alarcón (2001).
[19] No es la incapacidad técnica o incluso financiera para construir embarcaciones mayores o introducir técnicas más potentes lo que explica la uniformación del tipo y tamaño de las embarcaciones; es la prohibición implícita por parte de la comunidad de acumular medios técnicos adicionales.
[20] Véase, por ejemplo, los conflictos en Gruissan, Sète y Leucate (Francia) en el siglo XVIII, que provocaron la destrucción de 26 arrastreros paranza por parte de agentes del rey en 1770 (Larguier, 1999). Larguier destaca la función del Almirantazgo, que estimularía algunas prácticas pesqueras y desaconsejaría otras, de conformidad con su objetivo consistente en capacitar al mayor número posible de pescadores, a fin de que pudieran trabajar también como marineros en las naves del rey.
[21] Véase Meuriot (1986) y Berger y Catanzano (1985).
[22] Existen trabajos recientes sobre este tema, realizados por Sobrino (2000), Otero Lastre (2000) y Ruiz García (2000) acerca de las dificultades con que se enfrentan en España empresas pesqueras que desean aplicar los principios de libertad de empresa.
[23] Véase sobre esta idea, para Francia en el decenio de 1960, Giffard (1967).
[24] Véase Larguier (1999).
[25] Véase Berger y Féral (1987).
[26] Ejemplo de este modelo en Francia es el Instituto de investigación para la explotación del mar (IFREMER), que resultó de la fusión en 1976 del Instituto científico y técnico de pesca marítima (ISTPM), órgano meramente científico que entro en la marina mercante (pero tenía la responsabilidad de algunas tareas de salud y control), y el Centro nacional de explotación de los océanos (CNEXO), que se encuadró en el Ministerio de Industria y se encargó de la “explotación” de recursos marinos. El Instituto Español de Oceanografía (IEO) tiene una historia semejante, ya que se fundó en 1929 en el ámbito del Ministerio de Educación Pública y, tras su reforma en 1984, se incluyó en el Ministerio de Agricultura y se encarga de tareas más económicas.
[27] También en Francia, es simbólico el caso de Sète. Para un pequeño número de embarcaciones, las autoridades públicas financiaron puertos, subastas de pescado, centros de congelación, etc., que tuvieron lo que todavía hoy se consideran resultados económicos controvertidos.
[28] Véase acerca de esta espiral de intervensionismo en el enfoque del estado del bienestar, el ejemplo de la industria de la sardina en Francia (Berger, 1986).
[29] En la historia del Mediterráneo, los arrastreros pueden hallarse en conflicto con la pesca tradicional desde el siglo XVI; sin embargo, su desarrollo estuvo limitado siempre por las autoridades que tendían a proteger los intereses de las comunidades; Larguier (1999) sobre los arrastreros paranza y las tartanas en el Golfo de León.
[30] Esto es aplicable especialmente en Marruecos y Túnez, donde barcos de 16 metros pueden emplear hasta 35 personas. El sistema de sueldos por repartición explica probablemente estas cifras.
[31] Véanse los pequeños aparejos de barrido utilizados en Provenza y en la Costa Azul de Francia, las pequeñas redes de cerco utilizadas en Italia, o las pequeñas redes de enmalle empleadas para los peces pelágicos pequeños en Languedoc.
[32] Los términos dialéctico y momentáneo se toman aquí en sentido hegeliano. Sobre la dinámica interna de estos dos mundos, véase Alegret (1987) al tratar de las cofradías.
[33] Véase la actitud de la administración francesa con respecto a los reglamentos de las prud’homies en el decenio de 1960, con el fin de imponer la industrialización (Tempier, 1995; Féral, 1986).
[34] Véase el caso de Palavas en Francia, estudiado por Doumenge en 1951, en el que los grandes peces pelágicos representaban un tercio de los ingresos en la comunidad. Estudios comparativos realizados en 1976 mostraron que este ingreso había desaparecido completamente (Féral, 1979).
[35] Por ejemplo, en 1962 en Francia, el caso de la inmigración de pescadores de Argelia, pero también en el Magreb, durante la colonización, los colonos quitaron zonas costeras a pequeñas comunidades que frecuentemente tenían poco interés en la mar.
[36] Cabe citar el caso de la introducción esporádica de la red de cerco para la pesca de peces pelágicos pequeños en Palavas, Francia, y la imposibilidad de las nuevas unidades de encontrar mano de obra indígena. Los emigrantes procedían primero de Gaeta, Italia, en el decenio de 1960, después se reclutó personal local no marítimo en el decenio de 1970 y, posteriormente, se reclutó fuerza de trabajo del Magreb en el decenio de 1980.
[37] Sobre el enquistamiento de industrias dentro de comunidades existentes, véanse en Francia, los casos de Martigues, Grau du Roi, Port la Nouvelle y Grau d’Agde. Sobre el trasvase de pescadores en pequeña escala, véanse los casos de Sfax en Túnez, Al Hoceima en Marruecos y Sète en Francia.
[38] Véase el caso de Sète en Francia, donde las dos poblaciones marítimas han vivido separadas desde el comienzo del siglo XX: Sète en Lake Thau, donde una población procedente de Languedoc se dedica a “pequeños comercios”, y Sète Mole, frente al mar, donde una población inmigrante de origen calabrés utiliza arrastreros y cerqueros.
[39] Observación de J.L. Alegret con respecto a un grave conflicto creado en la cofradía de Palamós en Cataluña, España: “no podemos luchar porque todos somos primos”.
[40] Ocurre esto, por ejemplo, con los distintos términos de navegación y pesca de origen italiano utilizados en los barcos desde los de Valencia en España hasta los del sur de Túnez: en catalán, languedoc, provenzal, ligur, italiano, calabrés, siciliano y árabe tunecino.
[41] Véase al respecto el estudio realizado por la Comisión de la Unión Europea sobre la ética en la pesca marítima (Collet, 2000).

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