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5. EFECTOS DE FACTORES DISTINTOS DE LA PESCA EN LAS POBLACIONES ÍCTICAS

Hasta hace muy poco, la influencia del hombre en los ecosistemas marinos se ha considerado limitado en gran parte a los efectos de la pesca. Se ha considerado que la capacidad del entorno marino y de los recursos vivos para absorber los efectos de otras actividades humanas era realmente ilimitada. Hasta cierto punto, esto se ha debido a dificultades en documentar los efectos en un medio opaco. Parece que, por lo que respecta a los ecosistemas acuáticos terrestres y continentales, algunos ecosistemas marinos han mostrado resistencia a los efectos ecológicos, mientras que otros resultan especialmente sensibles a los mismos.

Antes de analizar en qué forma se aplica el concepto de desarrollo sostenible a los recursos marinos vivos, es importantes reconocer que el “desarrollo” (no necesariamente sostenible) afecta a los recursos bajo dos aspectos principales:

  1. En el sentido más amplio, todo aprovechamiento de organismos vivos, bien sea la pesca de ballenas, la extracción de arrecifes coralinos para materiales de construcción, o el corte de algas marinas, puede considerarse como “pesquerías”, término que comprende el aprovechamiento de los organismos vivos para alimentactión o para otros fines, desde pues, los efectos de las capturas en todos los componentes de la trama alimentaria marina.

  2. Los cambios en las condiciones ambientales como consecuencia de otras actividades humanas comprendidas en el epígrafe de “desarrollo” en el sentido clásico repercuten también en los recursos vivos; la mejor forma de apreciar estos efectos sería hacerlo bajo dos epígrafes:

    1. las actividades que tienen lugar dentro del entorno marino o en sus proximidades más directas, como el desarrollo costero, el transporte marítimo, los vertimientos en el mar, el turismo costero, la minería submarina y la extracción de gas y petróleo;

    2. los resultados procedentes de actividades humanas tierra adentro que influyen en la CCM a través del transporte fluvial (p. ej., transporte de productos de la erosión de la tierra, nutrientes, plaguicidas, metales y otros materiales tóxicos), o a través del transporte atmosférico de materiales (p. ej., organocloruros, algunos metales pesados: véase p. ej. Ackefors et al.,1990).

5.1 Contaminación marina

Hay que tener en cuenta varias definiciones de la contaminación marina al analizar los diversos efectos inducidos por el hombre sobre los recursos del mar. Se han propuesto varias:

GESAMP (1983) ha definido la contaminación como:

“la introducción por el hombre, directa o indirectamente, de sustancias o energía en el medio marino (incluidos los estuarios) causando efectos perjudiciales tales como daños a los recursos vivos, peligros para la salud humana, obstáculos para las actividades marinas, incluida la pesca, el deterioro de la calidad del agua del mar, y la reducción de los atractivos naturales.”

En la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de 1992, Artículo 1, párrafo 1(4), ha seguido en buena parte la definición del GESAMP, describiendo la contaminación marina como:

“…la introducción por el hombre, directa o indirectamente, de sustancias o de energía en el medio marino, incluidos los estuarios, que produzca o peuda producir efectos nocivos tales como daños a los recursos vivos y a la vida marina, peligros para la salud humana, obstaculización de las actividades marítimas, incluidos la pesca y otros usos legítimos del mar, deterioro de la calidad del agua del mar para su utilización y menoscabo de los lugares de esparcimiento;”.

En el Artículo 1 de la Convención de Londres sobre Vertimientos en el Mar, las Partes Contratantes se obligan a:

“tomar todas las medidas viables para impedir la contaminación del mar por el vertimiento de residuos y otros materiales que pueden crear riesgos para la salud humana, dañar los recursos vivos y la vida marina, perjudicar los esparcimientos o interferir con otros usos legítimos del mar”.

La definición del GESAMP se ha utilizado en todos los instrumentos jurídicos acordados internacionalmente para la prevención de la contaminación marina y la lucha contra ella. Se ha indicado que la introducción de las mismas sustancias en el medio ambiente marino que no causen los efectos negativos arriba señalados no se consideraría contaminación. Así por ejemplo, supongamos que se ha decidido introducir nutrientes en una laguna costera para aumentar el rendimiento de los peces (con efectos conocidos de moderada “contaminación” a causa de los productos orgánicos biodegradables o sales nutrientes, que también se han denominado “enriquecimiento”), esto no se consideraría como contaminación con arreglo a la definición de la GESAMP.

5.1.1 Evacuación de desechos en el mar y capacidad de recepción del medio ambiente

La contaminación química puede influir en la producción de pescado bajo múltiples aspectos: reducción de las poblaciones por mortalidades masivas; descenso gradual de las poblaciones o de ecosistemas enteros, o cambios en su composición; mayor morbilidad; empeoramiento de la calidad de los alimentos para peces; reducción de las tasas de crecimiento. Los mares y las masas de agua sin salida al mar reciben una gran proporción de los productos químicos contaminantes a través de la atmósfera, de suerte que no puede descontarse la posibilidad de efectos a distancia de su fuente. No obstante, si bien estos efectos requieren un control mucho más riguroso, habrá una gran presión para utilizar en parte el medio ambiente marino para la evacuación de desechos, como consecuencia del crecimiento demográfico mundial previsto que llegaría a unos 7 000 millones de personas para comienzos del siglo próximo. Sería más práctico tratar de definir los niveles de contaminación que no causan riesgo notable y las zonas donde ese riesgo es sumamente grave para los recursos vivos.

El GESAMP (1986) ha definido la capacidad de un componente del entorno marino para acoger un determinado grado o intensidad de actividad humana como su capacidad medioambiental, concepto que es análogo a los puntos de referencia que se analizaron en la sección 4.1 supra, al hablar de la intensidad pesquera. Este concepto lleva consigo el reconocimiento de que:

  1. el medio ambiente tiene una capacidad limitada para acoger desechos sin llegar a quedar alterado considerablemente por ellos;

  2. puede cuantificarse esa capacidad;

  3. un cierto grado de contaminante no producirá efectos inaceptables en los recursos marinos vivos.

Los efectos que la evacuación de desechos en el mar, bien deliberadamente o por descuido, puede tener en los recursos marinos vivos, depende considerablemente del lugar de la evacuación y de su intensidad. Así por ejemplo, es de prever que un derrame de petróleo en mar abierto puede tener unos efectos menos graves (aunque no necesariamente despreciables) que en las aguas costeras del Ártico. Como ya se ha señalado, una moderada y responsable evacuación de desechos, puede en realidad potenciar la productividad de los ecosistemas. En muchos entornos marinos,la diversidad y la productividad resultan limitadas por la uniformidad respectiva de la topografía del fondo. En casos como los de algunas áreas de fondo llano, el vertimiento de materiales que cumplan los criterios especificados en zonas convenidas para formar arrecifes artificiales podría contravenir la Convención de Londres sobre Vertimientos (OMI), pero podría considerarse conveniente para el desarrollo de los recursos costeros o para proteger contra la pesca de arrastre a hábitat marinos delicados. Por lo tanto, es menester debatir qué tipo de vertimiento, dónde y con qué intensidad debe considerarse con exactitud perjudicial y si las convenciones vigentes han de ser modificadas en determinadas circunstancias para promover un desarrollo sostenible.

5.1.2 Inocuidad de los productos acuáticos

Los consumidores cobran cada vez más conciencia de la calidad de los productos pesqueros y de la mayor rigidez en las normas que están implantando los gobiernos para asegurar esa calidad, lo que dificulta más a los países en desarrollo el cumplir las normas mínimas establecidas en el Códex Alimentarius FAO/OMS (FAO/OMS, 1993). La evacuaciín en el medio ambiente y posterior concentración en la trama alimentaria de contaminantes como metales pesados, PCB (policlorobifenilos) y dioxinas pueden repercutir en la calidad del producto pesquero. Aumentan en todo el mundo (Ahmed, 1991) los problemas de contaminación de los ambientes continentales y costeros y, por lo tanto, de los productos acuáticos por bacterias patogénicas y virus contenidos en aguas contaminadas por las basuras, y en los desagües domésticos incontrolados de las zonas urbanas. Nutrientes procedentes de esas mismas fuentes también fomentan las floraciones de dinoflagelados tóxicos y de mareas rojas que pueden contaminar a peces y mariscos, tanto silvestres como cultivados; este tipo de contaminación se corresponde en algunas áreas tropicales con la creciente prevalencia de la ciguatera (Pulos, 1986). Hay otras formas de toxicidad íctica y de floraciones de algas que inducen a las mortandades de peces en los trópicos (White et al., 1984). En zonas de explotación petrolífera, a veces tienen que desecharse las capturas y el equipo de pesca debido a que resultan contaminados.

5.2 Obras de construcción en la costa

Como las poblaciones humanas suelen preferir el vivir cerca de la costa o en ella, y en muchos países siguen todavía creciendo esas aglomeraciones humanas, la construcción ha aumentado en consecuencia, en forma de residencias y hoteles, puertos, playas, y las obras de infraestructura correspondientes (plantas de tratamiento de aguas residuales y vertimiento de escombros, tiendas, bancos, oficinas de correos, hospitales, etc.), así como instalaciones industriales (véase sección 5.3 infra). Los asentamientos humanas no sólo traen consigo problemas de contaminación a que ya hemos aludido en otras partes de este capítulo, sino que también contituye una amenaza para el hábitat de muchas especies de la vida marina: peces, tortugas, aves, mamíferos y otros organismos que suelen habitar en la zona del litoral, en el mar o en sus proximidades. La tala incontrolada de manglares, bien para facilitar en el litoral las obras de construcción de estanques para camarones o para utilizar la madera de los manglares (p. ej., véase Soepadmo et al.,1984; PNUD/Unesco, 1987) pueden constituir también, cuando es en exceso, ejemplos de degradación ecológica que repercute negativamente en los recursos marinos costeros.

Tal vez las obras de construcción en el litoral no repercutan directamente de por sí en los pescadores (que van a beneficiarse, al menos al principio, de la mayor demanda correlativa de sus capturas por parte de una población humana mayor), pero alteran el régimen de sedimentación y las características ecológicas del litoral. Las construcciones costeras repercuten notablemente en los ecosistemas marinos locales y a menudo obligan a los pescadores a cambiar sus equipos/métodos y de especies a cuya pesca se dedican. La práctica tradicional que existe en algunos países de desembarcar directamente el pescado en la playa y venderlo directamente al público (y a los restaurantes que dan al mar) tal vez no siga siendo viable; los pescadores pueden verse obligados a desplazarse más allá para llegar al puerto pesquero más próximo. Esto puede, por ejemplo, obligar a una “mejora” en la mecanización de los barcos de pesca y en el mercadeo del pescado, pero muchas veces lleva a un aumento de los costos para los pescadores y a la necesidad de aumentar el esfuerzo de pesca para cubrir esos mayores gastos. Así pues, las obras de construcción en el litoral pueden mejorar la capacidad de los lugares vecinos al mar para poder recibir visitantes o nuevos residentes, al propio tiempo que hace más difícil alimentarlos, por lo que respecta al componente de alimentos del mar que entra en sus dietas.

5.3 Industrias costeras

En las zonas costeras se instalan industrias atendiendo principalmente a la necesidad de un lugar (el mar) donde verter sus desechos, o al empleo del mar como fuente de agua de enfriamiento (es decir, para verter calor). La mayor parte de las industrias tienen también que eliminar desechos químicos procedentes de sus procesos de fabricación (p. ej., compuestos de mercurio/fungicidas de la producción de pasta—papel), y a veces desechos materiales como fangos(p. ej., en el tratamiento de los minerales de óxido de aluminio o de titanio). Las plantas de desalinización que, por propia definición, se hallan situadas en el litoral, además de desperder calor, pueden aportar salmueras calientes.

Las industrias del litoral no sólo pueden degrader el entorno marino del lugar donde evacuan los desechos, sino ocupar también el entorno que se halla en sus proximidades a costa de otras hábitat cróticos y biológicamente importantes para las especies marinas y costeras. Estas pesquerías locales, en la medida en que el trastocamiento del medio y la contaminación deprimen la calidad y abundancia de la fauna marina, resultan perjudicadas por la industria que se instala en el litoral; a largo plazo, la suma de todos los desechos industriales de la costa no absorbidos totalmente por el mar encierra la posibilidad de perjudicar a las pesquerías marinas costeras en general. Sin embargo, no siempre ocurre que los peces (de interés pesquero económico) queden afectados negativamente por algunas formas de contaminación química. No obstante, en conjunto, la industria costera (incluso la piscicultura a escala industrial) puede ser perjudicial para los intereses pesqueros de la costa, y es menester conciliarla con las pesquerías dentro del marco de la OIZC.

5.4 Minería marina

La minería marina comprende las perforaciones en busca de petróleo y gas y el dragado de grava y arena. Puede también incluir la demolición de los arrecifes coralinos y la extracción de nódulos de manganeso del fondo del mar (Salvat, 1987). Menos conocido es el dragado del lecho del mar para obtener minerales que contengan estaño, oro, diamantes, ilmenita, rutilo, zirconio, monazita, por ejemplo. La extracción de nódulos de manganeso en mares profundos (que contienen también varios otros metales como cobalto, níquel, hierro, etc.) no podrá convertirse en una actividad comercial mientras se encuentren esos metales a menos costo en la tierra. Cuando esas extracciones se generalicen y sobre todo si algunos de los procesos industriales se hacen en el mar, las consecuencias para las pesquerías pueden resultar importantes (por ejemplo, la descarga de polvo de roca residual en el mar que cree una turbidez mucho mayor o un aumento de las concentraciones de elementos que son normalmente raras en el agua del mar pero que se convierten en tóxicas cuando aumenta su concentración). Como se ha indicado, la mayoría de las extracciones en el lecho marino son más costosas que la minería de tierra; así pues, esta intervención en concreto se halla en una etapa relativamente temprana del desarrollo.

En la actualidad, la extracción de petróleo y gas, para energía y para su transformación química, es una actividad marina importante en algunas regiones. Una vez se ha rebasado la fase de perforaciones exploratorias y están instaladas las plataformas de producción, es muy probable que la pesca se vea gravemente afectada si esas plataformas estén tan poco espaciadas que queda cerrada a la pesca un área importante del lecho marino; no obstante, estos “parques de plataformas” pueden servir de “refugio” a los peces y ofrecer una oportunidad a la pesca deportiva de caña (p. ej., véase Dugas et al., 1979)(Reggio, 1987). Los accidentes de las plataformas, que dan lugar al derrame de cantidades importantes de petróleo en el mar, es más probable que perjudiquen otras actividades humanas como el turismo que a la pesca, en la que los efectos perjudiciales graves a largo plazo pueden provenir del vertimiento de desechos tóxicos.

En algunas zonas se extraen grava y arena y se aprovechan los lechos de corales fósiles para sobre todo proporcionar materiales de construcción. En los países donde los materiales de construcción escasean o son caros, el dragado del lecho marino de la costa para obtener grava y arena resulta muchas veces una actividad marina importante (CIEM, 1992a; Campbell, 1993) cuyas interacciones con la pesca todavía no están bien definidas. Este tipo de extracción perjudica a los orgnismos bénticos al destruir los hábitat y dañar los lugares de desove de peces demersales y de otros; también interfiere con la pesca de arraste y otros métodos de pesca de fondo; sin embargo, la duración de estos efectos, una vez ha cesado esta forma de extracción, puede ser relativamente breve para la mayoría de los hábitat de fondos llanos. Importa señalar que los arrecifes coralinos cumplen tres funciones ecológicas importantes que suelen quedar gravemente comprometidas por la minería: cerrar una laguna costera (es decir, crear un estanque piscícola natural); proteger la costa (por lo tanto, el hábitat de los peces) de las olas del litoral y de las olas ciclónicas; y servir de zona de atracción para especies de interés pesquero.

5.5 Turismo y esparcimiento

El esparcimiento y recreo de los ciudadanos y turistas constituyen una gran actividad económica en muchos países, ricos o pobres. Por lo que respecta a la zona costera, donde haya playas limpias, luz solar y toda la infrastructura local correspondiente (hoteles, lugares de entretenimiento, instalaciones sanitarias, bancos, oficinas de correos, tiendas, etc.), los seres humanos que pueden permitirse ir allí, pagarán dinero por ello. En algunos lugares, como a lo largo del litoral mediterráneo, la población residente del lugar de vacaciones se multiplicará varias veces (por dos o cinco) durante la temporada de vacaciones. (Se habla de estimaciones de varios turistas por metro lineal de litoral mediterráneo por año). Para ello se requieren unas grandes inversiones en servicios sanitarios, alojamiento (hoteles) y otras instalaciones para el número mayor posible de residentes, aunque estas instalaciones estén luego infrautilizadas durante tal vez medio año. Cuando las autoridades no proporcionan instalaciones o servicios, especialmente para afrontar el problema del aumento de basuras y aguas residuales, se confía en el mar ribereño para absorber lo que no puede se objeto de tratamiento. Aunque la capacidad del mar para ello puede ser notable, puede depender muchísimo del ritmo al que las corrientes locales cambian (limpian) las aguas del mar ribereño. La evacuación de desechos no tratados determinan también el aumento de basuras en el mar y en el lecho marino, así como una presencia mayor de la habitual de microorganismos virtualmente peligrosos.

La idea de dedicar algunas partes del litoral a la actividad turística y otras a la pesca y/o maricultura (es decir, aplicando el concepto OIZC), no parece que se haya incorporado plenamente a las políticas estatales de la mayoría de los países, aun cuando ha habido una cierta separación geográfica de facto en las actividades humanas(de ordinario con desventaja para los pescadores) a lo largo de la fase de desarrollo.

5.6 Acuicultura costera

De este tema ya se trató en la sección 2.1.3 cuando se habló de las pesquerías en áreas cercanas a la orilla. Su influencia en las pesquerías tradicionales de captura es el objeto de esta sección.

La acuicultura marina costera puede aportar una solución a la escasez de especies valiosas de gran demanda, que no puede proporcionar la pesca. La mayor parte de estas actividades se siguen llevando a cabo en lagunas costeras y en pequeñas bahías bien protegidas. El cultivo de especies de interés (p. ej., camarón, sargo, salmón) se basa a veces en una población natural atrapada en una laguna o bahía y luego alimentadas en recintos hasta que alcancen su tamaño comercial. Sólo en algunos casos se crían las especies a todo lo largo de su ciclo vital completo (fertilización artificial, cultivo de las larvas, criadas luego hasta alcanzar un tamaño comercial (p. ej., véase Shokita et al., 1991).

La “alimentación forzada” de especies cultivadas mediante la aportación de alimentos al entorno natural puede, en algunos casos, dar lugar a una concentración excesiva de desechos en el litoral, lo que produce una eutroficación local (Enell y Ackefors, 1991), causando tal vez floraciones nocivas de plancton (p.ej., véase White et al., 1984). El GESAMP (1991) ha estudiado formas de reducir los efectos ecológicos de una acuicultura costera intensiva.

El desarrollo de la acuicultura marina no puede ser considerado favorablemente por todos los pescadores debido a la concurrencia comercial que las especies cultivadas pueden provocar. Para evitar problemas en el futuro a medida que se desarrolle la acuicultura marina, conviene asegurarse, en lo posible, de que los pescadores en paro o excedentarios encuentren alguna función que desempeñar en este sector, como en otras fuentes de empleo en el litoral.

5.7 Transporte de cabotaje

Las rutas comerciales de transporte muy frecuentadas no son fácilmente compatibles con la pesca comercial. Aparte del riesgo de derrames de petróleo, los petroleros, además de ser generalmente muy grandes y no fácilmente maniobrables en las proximiadades de la costa, pueden limpiar sus tanques (aunque ilegalmente), produciendo así una forma de contaminación que puede ser desfavorable para los pescadores (degradación del medio ambiente marino, manchas de la carne del pescado, engrasamiento del equipo de pesca, especialmente de las redes, etc.). Los derrames importantes de petróleo pueden constituir catástrofes locales desde el punto de vista pesquero pero, en general, los riesgos del transporte de petróleo y gas tal vez hayan sido más bien exagerados en relación con formas menos espectaculares de contaminación de las que ya se ha hablado en otras partes de este informe.

5.8 Posibles repercusiones de la agricultura en las cuencas de captación marinas

Unas prácticas agrícolas poco adecuadas tierra adentro pueden crear un grave problema a los pescadores de la costa tanto por lo que respecta a la pérdida de plaguicidas como de fertilizantes.

Los plaguicidas, que pueden aplicarse en demasía, pueden ser arrastrados por la lluvia desde las superficies de las tierras cultivadas yendo a parar directamente al mar, o indirectamente a través de los ríos que desembocan en la mar, con efectos virtualmente desfavorables para la fauna marina de la costa y para especies de interés pesquero. También se produce un transporte importante de plaguicidas agrícolas a través de la atmósfera (Goldberg, 1976); pueden llegar al mar, pero en una vasta zona (regional, cuando no mundial) de suerte que, aunque no puedan fácilmente cuantificarse sus efectos en el mar ribereño, los ecosistemas distantes, como los del Antártico, pueden acumular concentraciones detectables de productos químicos industriales.

En la sección 2.1.4 se ha analizado el efecto de los fertilizantes filtrados y transportados por los ríos al mar; los posibles efectos en las poblaciones ícticas ribereñas, y por ende en las pesquerías, son virtualmente muy importantes, a menudo de forma perjudicial en las proximidades de sus orígenenes, tal vez más positivamente en lugares más distantes después que ha tenido lugar su dispersión. Algunos de los problemas de los efectos de los fertilizantes agrícolas, con especial atención al nitrógeno, ha sido objeto de análisis por Clarholm et al. (1988), y también en la Conferencia FAO/Países Bajos de 1991 sobre la Agricultura y el Medio Ambiente (FAO, 1991b).

5.9 Introducción de especies exóticas y el problema de la biodiversidad

El número de especies extrañas a un determinado entorno marino introducidas deliberada o accidentalmente por el hombre ha aumentado mucho, y es evidente que los cambios en el medio ambiente debido a las actividades humanas pueden favorecer ese proceso. El establecimiento de especies exóticas ha producido muchas veces cambios enormes en la composición de la fauna de muchos de los mares cerrados y semicerrados del mundo, estuarios y aguas marinas ribereñas (Li y Moyle, 1981; Carlton, 1989). Entre los cambios cabe señalar los siguientes: efectos ecológicos inmediatos a nivel comunitario a través de modificaciones en la competencia y depredación entre especies; cambios en la naturaleza del propio medio ambiente por la influencia de algunos organismos, y posible degradación genética de las poblaciones indígenas. La FAO ha colaborado con el CIEM en la preparación de un “Código de prácticas y manual de procedimiento para el estudio de la transferencia y la introducción de organismos marinos y de agua dulce” (Turner, 1988). La cointroducción de organismos patógenos ha perjudicado a menudo lo mismo a las especies nativas que a las introducidas, especialmente a los marisco cultivados (Chew, 1990).

La conservación de la biodiversidad y de la diversidad genética de organismos acuáticos (p. ej, véase Norse, 1993; FAO, 1992d, 1993i, Grassel et. al., 1990) plantea problemas a dos niveles principales: primero, para las poblaciones ícticas silvestres la pérdida de especies, pero más expresamente, para las estirpes locales, a causa del cambio de su entorno, la pesca excesiva o la competencia a través de la introducción de especies. La tendencia a desarrollar estirpes uniformes nuevas adaptadas a su cría en cautividad aumenta los peligros que esas características crean a las poblaciones silvestres como consecuencia del escape de estirpes criadas en jaula y al consiguiente cruce, es decir, entre estirpes cultivadas y silvestres de salmón (FAO, 1993i). Estos “accidentes” genéticos pueden reducir la variabilidad que necesitan las poblaciones indígenas para asegurar su resistencia y adaptabilidad en un medio ambiente cambiante (Smith, 1994).

Un efecto posible de la pesca intensiva en la biodiversidad es la selección de artes o equipo para determinados tamaños de peces según el método de pesca que se utilice. Estas presiones pueden también llevar a la selección de ejemplares de maduración temprana o de crecimiento lento, con efectos que se prevé poder medir a lo largo de un número limitado de generaciones (Smith, 1994). Este tipo de efecto puede reducirse o invertirse mediante estrategias alternativas de pesca.

Un problema de biodiversidad especial es el que se refiere a la influencia de los canales artificiales que unen diferentes regiones desde el punto de vista de su fauna, y la influencia del transporte en facilitar el traslado accidental de especies exóticas (p. ej., véase Carlton y Geller, 1993). Este tipo de introducción de especies puede verse muy favorecido a través de un canal marino como el que se está estudiando para unir el Atlántico y el Pacífico a lo largo del Itsmo de Panamá (Ambler, 1987). La migración de unas 500 especies del Indo-Pacífico al Mediterráneo oriental desde la construcción del Canal de Suez constituye un ejemplo específico de dichos efectos (Por, 1968). Este efecto y su difusión posterior hacia el oeste y el norte, se vio también favorecido por las condiciones más salinas creadas por la construcción de la Presa de Aswan y la eliminación consiguiente de la barrera de escasa salinidad creada para los inmigrantes del Mar Rojo por la desembocadura del Nilo en el este del Mar Mediterráneo. Otro ejemplo lo constituyen los cambios radicales observados en la fauna del Mar Negro a causa de la introducción de especies exóticas que se adaptan mejor a las condiciones eutróficas que la fauna nativa (Ivanov y Beverton, 1985; Caddy y Griffiths, 1990; GESAMP, 1995).

La conservación de la biodiversidad de los organismos acuáticos pretende contrarrestar la pérdida de especies y de razas locales, a causa de las prácticas perjudiciales como la pesca excesiva, la destrucción del hábitat y la contaminación. Aunque a causa de una pesca excesiva han tenido lugar extinciones relativamente escasas de especies, no es así para algunas poblaciones y razas, y existen otros efectos de las actividades humanas que han tenido una importancia decisiva a través de su influencia en los hábitat de las especies. La Convención sobre el comercio internacional de especies exóticas (CITES) constituye un importante mecanismo para proteger especies comercialmente valiosas que pudieran ser objeto de intercambio internacional.

En general, la conclusión que se desprende de todo esto es que, por lo que se refiere a los ecosistemas terrestres, la explotación intensiva del hombre de todos los hábitat y ecosistemas reduce su complejidad y favorece especies pioneras de carácter general. especializadas en función de su rápido crecimiento y reproducción, pero que no son necesariamente de valor comercial.

5.10 Posibles repercusiones de los cambios climáticos mundiales en los recursos marinos

Algunas de las variaciones de las condiciones en que se dan los ecosistemas marinos, ahora y en el futuro, se deberán probablemente al cambio climático mundial (p. ej., véase Francis, 1990). Estos cambios se sumarán a las variaciones naturales a que siempre han estado sujetos todos los ecosistemas (véase sección 3). Sus efectos en las pesquerías y en la acuicultura en el mejor de los casos son difíciles de pronosticar, aunque en el caso de las pesquerías “silvestres” la importancia clave del cambio medioambiental en el vigor de las clases anuales se ha reconocido como causa importante de amplios cambios en la riqueza de las clases anuales reclutadas (p. ej., véase Fogarty et al., 1991).

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos (IPCC) ha reunido los puntos de vista de la comunidad científica internacional sobre la magnitud de los cambios mundiales previstos por lo que respecta al clima (IPCC, 1992), y el Consejo Internacional de Uniones Científicas (CIUC) ha iniciado un Programa Internacional Geosfera-Biosfera (PIGB) para apreciar el ritmo de todos los cambios principales terrestres observables (Williamson, 1992). Por lo que respecta a los mares, la COI ha iniciado un Sistema Mundial de Observación del Ozono (SMOO) (Kullenberg, Andersen y Cole, 1993).

Según estudios preliminares es probable que el dióxido de carbono (un gas de “invernadero”) en la atmósfera se duplique para el 2025–2050 partiendo del supuesto de que toda la actividad industrial siga como ahora, lo que daría lugar a un probable aumento de la temperatura media mundial de 1,5°–4,5°C (IPCC, op. cit.). Esto puede determinar un aumento de unos 20 cm del nivel medio del mar para el 2030 y de unos 65 cm para el 2100 y un aumento en la temperatura de la superficie del mar de entre 0,2°C y 2,5°C. Bakun (1992) prevé algunos efectos parecidos de estos cambios en los ecosistemas costeros y de la plataforma continental, refiriéndose concretamente al probable aumento en las diferencias de temperatura entre la tierra y el mar en la zona de la costa, que, según pronósticos, amplificará los afloramientos cambiando la presión atmosférica de la costa/régimen de los vientos.

No se prevé que los cambios del clima mundial arriba mencionados puedan perjudicar a la producción de pescado o a los ecosistemas terrestres, lacustres y fluviales, aunque de hecho perjudiquen a determinadas poblaciones y los cambios de pluviosidad y escorrentía fluvial afecten concretamente a la vida en mares semicerrados y áreas de cría costeras. También sufrirá sus efectos la acuicultura costera. Las zonas tropicales de corrientes ascendentes, que producen grandes cantidades de recursos ícticos, pueden desplazarse hacia los polos y aumentar su intensidad. La variabilidad de un año a otro en los recursos que sostienen puede aumentar; sin embargo, el aumento de la productividad del fitoplancton puede reducir las concentraciones de oxígeno y producir localmente situaciones anóxicas. Los arrecifes coralinos pueden, como hasta ahora, responder a los cambios y reflejarlos en el nivel del mar, pero sólo si esos cambios se verifican de forma gradual.

5.11 Ordenación integrada de las áreas costeras

Ya antes se han mencionado los usos principales de la costa; son, además de la pesca: la evacuación de desechos (contaminación); la construcción de viviendas y las infraestructuras correspondientes; la evacuación de desechos industriales y enfriamiento de las fábricas; la extracción minera marina; el turismo y el recreo, la maricultura y el transporte marítimo. Algunas veces se pueden reservar áreas específicas de la zona del litoral para uso militar. Conforme se ha indicado en la sección 5.8, la agricultura tierra adentro, aunque no constituye un “uso” de la zona costera, podría tener efectos ecológicos importantes por la filtración de plaguicidas y fertilizantes (efectos que no siempre se tienen en cuenta en el análisis costos-beneficios de las actividades agrícolas).

No es habitual, o tal vez ni siquiera posible, que todas estas utilizaciones coexistan todas ellas en la misma área costera. Las viviendas en el litoral, el turismo y el esparcimiento, de una parte, y la industria y la minería marina, de la otra, suelen excluirse mutuamente; todas estas utilizaciones, además, suelen perjudicar la práctica de la pesca (tal vez incluso la pesca deportiva) y la acuicultura marina. La aplicación de un plan OIZC es pues importante, debido principalmente a que los criterios ecológicos de selección en cuanto a espacio y objetivos no se correspondan probablemente con los criterios políticos, o los criterios expresados en términos de jurisdicción y economía (Clark, 1992): De ahí la necesidad de procurar una relación práctica entre la OIZC y el desarrollo sostenible.

Los objetivos de la OIZC en un determinado lugar, tiempo y marco socioeconómico son múltiples y a veces contrastantes; por eso, al igual que para el desarrollo pesquero mismo, estos objetivos deben ser claros y corresponderse con los objetivos políticos, ecológicos y socioeconómicos de la administración y autoridades locales responsábles, de suerte que se favorezca al máximo al bien común. La percepción pública de este bien común tal vez no sea constante, pero también ha de guardar relación con la escala de tiempo en el que tiene lugar el desarrollo de la sociedad humana: es decir, durante décadas. En el clima actual del pensamiento social, este bien común debe tener un desarrollo sostenible como objetivo principal y según se define en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Burbridge y Burbridge (MS., 1992), Fallon Scura (MS., 1993a) han reseñado las experiencias del PNUMA, de la UICN y el Fondo de la Naturaleza en la ejecución de proyectos de ordenación costera integrada.

Por lo que respecta a la pesca, la mayor parte de las capturas mundiales de pescado proceden de las aguas costeras, no sólo porque los efectos positivos del escurrimiento terrestre y la interacción material entre la tierra y el mar han favorecido la productividad de las aguas costeras, sino también porque aquí los recursos se hallan muy próximos al lugar donde vive la mayoría de los pescadores y consumidores. No obstante, los empleos múltiples ya mencionados hacen que la aplicación de las medidas de ordenación pesquera de forma aislada tengan dudosa eficacia; el marco apropiado podría denominarse perfectamente una ordenación integrada de la pesquería costera (OIPC): lo que implicaría que otras actividades humanas se evalúan como idóneas, o no, según sus efectos en las pesquerías. La idea de bien común es hasta ahora predominante en la explotación de los recursos costeros también ha sido en gran parte la causa de la reducción de los recursos a niveles que ya no mantienen a la comunidad costera o incluso a la misma comunidad pesquera en algunos casos. Estas dos comunidades (en las cuales la última es parte de la primera) no tienen nada que perder si apoyan un plan eficaz de Ordenación integrada de las pesquerías costeras.

Para que disminuyan los conflictos entre usuarios haría falta generalmente asignar un valor (expresado en alguna forma de renta por su uso) a una determinada área de la zona costera, lo cual exigiría restringir el acceso (bien mediante cuotas de arrendamiento o bien con límites socialmente establecidos), establecer zonas (en la que los distintos usos se mantengan materialmente separados para evitar efectos desfavorables en otros usuarios y usos y, tal vez sobre todo, en el medio ambiente y recursos naturales). Entre las medidas que entran dentro de la zonación costera, figura el establecimiento de zonas cerradas o parques marinos que garantizan la protección de una parte del ecosistema costero frente a la explotación de sus recursos (p. ej., véase Agardy, 1994).


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