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Capítulo 34. América del Norte (excepto a México)


Figura 34-1. América del Norte (excepto México): mapa de la cubierta forestal

1. Canadá

2. Estados Unidos

Para los fines de este análisis, en este capítulo el Canadá y los Estados Unidos se consideran conjuntamente (Figura 34-1) ya que históricamente México ha sido considerado o parte de América del Norte o bien de Centro América según el contexto. Por lo que respecta a los ecosistemas forestales, México suele tener más en común con los países de Centro América y, por tanto, se estudia en el próximo capítulo junto con los mismos.

Los bosques del Canadá y los Estados Unidos son unos de los más grandes, más variados y más intensamente aprovechados del mundo. Los bosques canadienses y estadounidenses juntos representan el 14 por ciento del área total de tierra mundial, el 12 por ciento del área forestal del mundo y el 28 por ciento de los bosques templados y boreales mundiales. América del Norte posee una área boscosa que asciende a casi el 26 por ciento de su territorio, cifra ligeramente inferior al promedio mundial del 30 por ciento (Tabla 33-1). Además, otro 11 por ciento de la región corresponde a la categoría de “otras tierras boscosas” (entre el 5 y el 10 por ciento de la cubierta de copas). En el Canadá, los bosques y las otras tierras boscosas abarcan conjuntamente el 45 por ciento de la superficie terrestre, sin considerar las tierras continentales cubiertas de agua; en los Estados Unidos, el dato correspondiente es del 31 por ciento.

El Canadá es el segundo país más grande del mundo por lo que se refiere a la superficie de tierra total (después de la Federación de Rusia), y el tercero en cuanto a la superficie forestal total, después de la Federación de Rusia y el Brasil. Los Estados Unidos se sitúa poco después, que es tercero por lo que respecta a la superficie de tierra y el cuarto por la superficie forestal.

RECURSOS FORESTALES

El Inventario Forestal del Canadá de 1991 es la base de datos nacional oficial acerca de la distribución y estructura de los recursos forestales canadienses. Este inventario aúna muchas fuentes, incluidos los datos existentes disponibles en los servicios forestales provinciales y territoriales. Con el pasar de los años, las especificaciones de los inventarios procedentes de fuentes modernas se han vuelto más completas, y la mayoría de las provincias y territorios cuenta con programas de renovación periódica de los inventarios en relación con las áreas bajo manejo forestal. Los inventarios de fuentes más viejas, cuyos datos se caracterizan por la carencia de la mayoría de los valores, se refieren por lo general a zonas más remotas.

Por más de 70 años el Servicio Forestal de los Estados Unidos ha realizado inventarios forestales periódicos de todas las tierras boscosas del país, proporcionando datos científicamente fiables acerca del estado, la condición, las tendencias y la salud de los bosques nacionales. El inventario forestal nacional utiliza un diseño sistemático de muestras reticulares aleatorias, con muestras obtenidas con métodos de teledetección (resolución de 30 m a 1 km.) y muestras sobre el terreno (cada 5 km.) distribuidas uniformemente en el territorio. El personal sobre el terreno recopila una variedad de datos sobre los ecosistemas. Las muestras son permanentes pues vuelven a medirse cada cinco a diez años, y están diseñadas para tener una precisión de ±1 por ciento por millones de hectáreas para las estimaciones de la superficie forestal y ±3 por ciento por billón de metros cúbicos o estimaciones de volumen. Otros datos relativos a los recursos se obtienen mediante los estudios que controlan los objetivos de los propietarios forestales, los insumos para las instalaciones de elaboración de la madera primaria, el uso residencial de leña, la participación en las actividades recreativas al aire libre y relacionadas con las zonas silvestres.

Tabla 34-1. América del Norte (excepto México): recursos forestales y manejo

País/área

Área de la tierra

Área de bosque en 2000

Variación del área 1990-2000 (área total de bosques)

Volumen y biomasa por encima del suelo (área total de bosques)

Bosques bajo plan de manejo

Bosques naturales

Plantaciones forestales

Área total de bosques

000 ha

000 ha

000 ha

000 ha

%

ha/ cápita

000 ha/ año

%

m3/ha

t/ha

000 ha

%

Canadá

922 097

244 571


244 571

26.5

7.9

n.s.

n.s.

120

83

173 400

71

Estados Unidos

915 895

209 755

16 238

225 993

24.7

0.8

388

0.2

136

108

125 707

56

Total de América del Norte

1837992

454326

16238

470564

25.6

1.5

388

0.1

128

95

299107

66

Total de América del Norte y Centro América

2136966

531771

17533

549304

25.7

1.1

-570

-0.1

123

95

-

-

TOTAL MUNDIAL

13063900

3682722

186733

3869455

29.6

0.6

-9391

-0.2

100

109

-

-

Fuente: Apéndice 3, Tablas 3, 4, 6, 7 y 9.

Los bosques naturales constituyen el 96.5 por ciento de la cubierta forestal de los dos países. Durante el período comprendido entre 1990 y 2000 los bosques naturales registraron un incremento neto del 0.1 por ciento. En el año 2000, el Canadá declaró no poseer plantación alguna, mientras que en los Estados Unidos las plantaciones representaron el 7 por ciento del área forestal total (Figura 34-2).

En América del Norte el volumen de madera por encima del suelo alcanza una media de 128 m3 por hectárea, dato considerablemente más alto que el promedio mundial de 100 m3. Por el contrario, la biomasa leñosa media de la región fue de 95 toneladas por hectárea, bastante inferior al promedio mundial de 109 toneladas por hectárea. En relación con los bosques tropicales, el típico bosque templado o boreal tiene ejemplares más grandes, pero una menor densidad de árboles, especialmente en los bosques boreales. Por tanto, si bien la biomasa es inferior al promedio mundial, no es de extrañar que el volumen leñoso por hectárea de la región sea mayor que la media mundial.

En comparación con otras regiones desarrolladas del mundo, especialmente Europa occidental, América del Norte aún posee extensiones relativamente grandes de bosque natural, sobre todo en el Canadá y en el oeste de los Estados Unidos.

El Canadá posee una amplia zona de bosques de coníferas, en su mayor parte boreal, que atraviesa el país, y formaciones de tundra hacia el norte. En las regiones templadas del sur y el este del país (Ontario, Québec y las provincias marítimas) predominan las especies latifoliadas, incluidos los arces (Acer spp.) y los robles (Quercus spp.) (de ahí la famosa hoja de arce en la bandera nacional). En todo el territorio existen muchas especies de abedul (Betula spp.), aliso (Alnus spp.) y sauce (Salix spp.). Columbia Británica, en el oeste, tiene tipos de bosque específicos debido a la naturaleza montañosa y costera de la provincia. Las coníferas componen la mayor parte de las existencias en formación, siendo las especies principales las piceas (Picea spp.), los pinos (Pinus spp.), los abetos (Abies spp.) y los alerces (Larix spp.). A lo largo de la costa occidental de Columbia Británica otras especies, que crecen hasta alcanzar tamaños muy grandes, son: el abeto de Douglas (Pseudotsuga spp.), el pinoabeto del oeste (Tsuga heterophylla) y la tuya roja (Thuya spp.). En los bosques canadienses existen 180 especies de árboles, aproximadamente, y una gama muy amplia de tipos de bosque en 15 importantes zonas ecológicas distintas.

Los bosques de los Estados Unidos son unos de los más variados del mundo, y van desde los bosques boreales de Alaska hasta los bosques tropicales de Hawai. Por lo que se refiere a los 48 estados contiguos, en la parte oriental, los bosques se encuentran en una zona climática templada húmeda hacia el norte y en una zona climática subtropical húmeda hacia el sur, y comprenden árboles de hojas perennes tanto de latifoliadas y como de coníferas. La zona templada oriental es muy boscosa, con formaciones de crecimiento secundario y terciario dominadas por piceas y abetos entremezclados con bosques de pinos de Weymuth (Pinus strobus). Los bosques de los tramos central y meridional de la zona templada oriental están dominados por el roble, el falso nogal americano (Carya ovata), el tulipero (Liriodendron tulipifera), el arce y la haya (Fagus spp.) en las tierras altas, y por el olmo (Ulmus spp.), el fresno (Fraxinus spp.) y el arce en las tierras bajas. La zona templada da paso a la zona subtropical en las latitudes medias y bajas del este, con extensos bosques meridionales de robles y falsos nogales americanos en las tierras altas, acompañados por combinaciones de robles y pinos antillanos (Pinus elliottii) en los lugares más secos. En toda la zona subtropical oriental, robles, eucaliptos (Eucalyptus spp.) y cipreses (Cupressus spp.) imperan en los bosques de las tierras bajas.

Figura 34-2. América del Norte (excepto México): área de bosque natural y plantaciones forestales en 2000 y variaciones netas del área entre 1990 y 2000

Los bosques en el oeste de los Estados Unidos se desarrollan en condiciones áridas y semiáridas en el interior, y en climas templados de tipo oceánico y mediterráneo a lo largo de la costa occidental. Las coníferas, con inclusión de piceas, pinos, abetos, cedros y tsugas, dominan los bosques del oeste. En Alaska, los bosques boreales generalmente están integrados por masas cerradas de coníferas (picea, alerce americano y abeto) intercaladas con abedules y chopos temblones. Las tsugas, cedros y piceas prevalecen en la costa suroriental de Alaska. A bajas latitudes también se encuentra una pequeña zona de clima húmedo tropical, régimen que caracteriza Hawai y el extremo sur de Florida. Mientras que Florida meridional está dominada por la sabana húmeda, Hawai posee bosques de hojas perennes y semicaducifolios de gran diversidad.

MANEJO Y USOS DE LOS BOSQUES

Tanto el Canadá como los Estados Unidos son países desarrollados con recursos forestales muy importantes. Ambos enfrentan desafíos parecidos al entrar en el nuevo milenio debido a la creciente presión existente para conservar o manejar en modo sostenible sus vastas zonas de bosques naturales. Se sitúan entre los principales productores y exportadores mundiales de productos forestales, y Estados Unidos es, a su vez, el más grande importador del mundo de productos forestales (incluyendo las importaciones del Canadá). El Canadá produce grandes cantidades de todos los productos forestales y es particularmente importante como productor de madera aserrada y pasta de madera (Natural Resources Canada/Canadian Forest Service 2000).

Los Estados Unidos producen aproximadamente el 30 por ciento de la madera rolliza industrial del mundo, y su cuota de producción y consumo mundiales de madera aserrada, tableros de madera, pasta y papel es de magnitud similar. Hasta 1996 las tierras forestales privadas aportaban el 89 por ciento de la cosecha maderera (USDA Forest Service 2001).

Los dos países norteamericanos se diferencian considerablemente por lo que respecta a la propiedad de sus recursos forestales. Esto tiene una influencia muy importante en el modo de abordar el manejo forestal y en las posiciones políticas inherentes a las cuestiones internacionales de política forestal, que se reflejan sobre todo en sus posiciones opuestas acerca de los méritos de una convención forestal mundial.

Más del 93 por ciento de los bosques del Canadá es de propiedad pública; los gobiernos provinciales tienen la jurisdicción sobre más del 70 por ciento de los bosques y otras tierras boscosas, y el gobierno federal y territorial tiene jurisdicción sobre el otro 23 por ciento. Aunque los bosques de propiedad privada representan menos del 7 por ciento del forestal, hay más de 425 000 terratenientes privados.

En los Estados Unidos más del 60 por ciento de los bosques son de propiedad privada, con más de 10 millones de propietarios forestales. La propiedad forestal pública está concentrada en el oeste, mientras que la mayoría de los bosques privados se halla en el este, con la consecuencia que la política forestal suele estar influenciada por la geografía. Las vastas áreas de bosques privados pertenecientes a grandes compañías representan cerca del 10 por ciento de la superficie forestal total y la mayor parte de las plantaciones forestales. Tradicionalmente, gran parte de la producción maderera de los Estados Unidos procedía de las tierras públicas, pero en el decenio pasado ésta se redujo a menos del 10 por ciento. Un cambio importante en la política pública ha reducido drásticamente el aprovechamiento maderero en los bosques nacionales, que cada vez más se utilizan para la recreación y la conservación del medio ambiente. Los bosques nacionales constituyen el 17 por ciento de la tierra forestal y el 19 por ciento de las existencias madereras teóricamente disponibles; sin embargo, hasta 1996 solamente el 5 por ciento de la cosecha de madera de los Estados Unidos procedía de los bosques nacionales.

El Canadá declaró que el 71 por ciento de su tierra forestal se encuentra bajo manejo. Los sistemas silviculturales utilizados en el manejo de las masas regulares para la producción maderera son la corta a tala rasa, el método con árboles padre y la cosecha por aclareos sucesivos. La corta a tala rasa sigue siendo el sistema silvicultural de uso más extendido en el Canadá, pero las técnicas de aprovechamiento están cambiando. Los funcionarios forestales canadienses han dado a conocer que existe un uso generalizado de técnicas de regeneración avanzadas y apropiadas destinadas a asegurar que la mayor parte de las superficies explotadas se regeneren naturalmente, y que están complementadas por la plantación o siembra en aquellos lugares donde la regeneración no logra satisfacer los niveles de espesura (Natural Resources Canada/Canadian Forest Service 1999). Más de 16 millones de hectáreas de tierras forestales canadienses están certificadas bajo uno de los tres sistemas utilizados en el país, es decir los de: Canadian Standards Association (CSA), la Organización Internacional de Normalización (ISO) y el Consejo de Manejo Forestal (FSC).

En los Estados Unidos, según se informa, un 55 por ciento del área forestal total se halla bajo manejo. Si bien puede considerarse que el 100 por ciento de los bosques públicos está incluido en planes de manejo, un estimado 70 por ciento de ellos se maneja para objetivos múltiples y sólo el 30 por ciento restante se encuentra en zonas bajo protección. Únicamente un 5 por ciento de los terratenientes privados posee planes de manejo escritos; sin embargo, éstos cubren el 39 por ciento del área forestal privada dado que la mayoría de los grandes propietarios de bosques tiene planes de manejo (USDA Forest Service 2001). Las tierras privadas están reglamentadas por los estados, y todos ellos poseen leyes acerca del manejo forestal. Las políticas y la legislación forestales están muy influenciadas por los derechos constitucionales y consuetudinarios de los propietarios privados. Normalmente, las decisiones inherentes al manejo forestal, tanto para las tierras públicas como para las privadas, se descentralizan a nivel local.

En toda la región de América del Norte los bosques son vulnerables a los incendios y las plagas. Durante el medio siglo pasado, el Canadá y los Estados Unidos, junto con México (el tercer miembro de la Comisión Forestal Norteamericana), colaboraron por lo que concierne a los métodos de investigación y manejo con el objetivo de proteger sus recursos forestales de los incendios y las plagas. El grado de cooperación de los tres países en la lucha contra los incendios forestales podría servir como modelo para otro países.

Anualmente, varias especies de insectos autóctonos de América del Norte -gusano de las yemas de la picea, lasiocampido, oruga geómetra de la tsuga y gusano de las yemas del pino de Banks- desfolian zonas de bosques del Canadá. El gusano de las yemas de la picea (Choristoneura fumiferana) se considera la plaga más destructiva de los bosques de abetos y piceas en el este del Canadá (Natural Resources Canada/Canadian Forest Service 1999). En los Estados Unidos, los brotes de plagas nativas suelen estar provocados por ciertas condiciones tales como el clima o las masas decadentes, superpobladas o bajo estrés. Asimismo, han sido muy graves las consecuencias resultantes de las plagas introducidas, con inclusión de la lagarta peluda de los encinares, el chancro cortical del castaño, la grafiosis del olmo, la roya vesicular del pino de Weymouth y el longicornio asiático.

Los incendios forestales representan uno de los desafíos más apremiantes del manejo forestal en la región. Cada vez más, la atención se ha dirigido hacia los efectos positivos así como a los efectos negativos del fuego. Una de las grandes ironías de la historia del manejo y la protección de los bosques en América del Norte es que los esfuerzos exitosos para prevenir y controlar los incendios forestales han contribuido a aumentar las amenazas generales que los incendios y plagas plantean para la salud y la productividad de los bosques.

Los incendios desempeñan muchos servicios ecológicos valiosos en los bosques del Canadá. Varias especies están adaptadas al fuego y pueden incluso necesitarlo para su reproducción. Otras especies, en cambio, son totalmente incompatibles con el fuego y pueden desaparecer completamente de una zona si los incendios se vuelven muy frecuentes o graves. Por tanto, no sólo es importante seguir la trayectoria de la superficie nacional quemada, sino que también la ubicación de los incendios en las distintas zonas ecológicas y tipos de bosque. Además, si bien la supresión del fuego puede permitir un incremento en la edad media de los rodales en un lugar, también puede permitir una mayor acumulación de material orgánico que, a su vez, puede alimentar incendios más fuertes en el futuro. Por esta razón, no siempre es conveniente reducir al mínimo los incendios. En efecto, la sostenibilidad forestal a largo plazo prevé que los incendios, que por su naturaleza son variables, desempeñen un determinada función (Canadian Council of Forest Ministers, anual).

De modo parecido, en los Estados Unidos, durante los años noventa, se comenzó a considerar el fuego cada vez más un instrumento de manejo como también un enemigo mortal. Los peores daños provocados por los incendios forestales ocurrieron en zonas donde éstos se habían prevenido y suprimido con éxito durante los decenios anteriores, lo que había dado lugar a un aumento de combustibles.

Como promedio, se descubrió que en el Canadá el 91.5 por ciento de todos los incendios del decenio de 1990 quemaron menos de 10 ha; estos incendios abarcaron el 0.4 por ciento de la superficie total quemada. A la inversa, el 1.4 por ciento de todos los incendios que superaron las 1 000 ha representaron el 93.1 por ciento de la superficie total quemada. Aproximadamente el 58 por ciento de los incendios del Canadá se originaron como resultado de la falta de atención del hombre, si bien quemaron solamente el 15 por ciento de la superficie total quemada. Los rayos, por otra parte, provocaron el 42 por ciento de los incendios y representaron el 85 por ciento de la superficie total quemada. Seis de los diez peores años por lo que concierne a los incendios forestales documentados fueron de la década de los años noventa.

Los incendios forestales constituyen un grave problema en los Estados Unidos, donde durante el decenio de 1990 se verificaron, como promedio, 108 597 incendios al año. En algunas zonas interiores del oeste, las abundantes cargas de combustible, exacerbadas hasta hace poco por una política de control de incendios estricta, combinadas con una fácil fuente de ignición (rayos) y el terreno accidentado han resultado casi anualmente en graves incendios difíciles de controlar. Además, aparentemente, algunos brotes de plagas forestales están relacionados con la mala salud de los rodales que, en parte, se debe precisamente a la exitosa protección de los mismos contra los incendios -incluidos los incendios naturales originados por las descargas de rayos por un prolongado período de tiempo.

Tanto el Canadá como los Estados Unidos tienen grandes poblaciones de indígenas. En el Canadá, a menudo, las comunidades aborígenes dependen más de los productos forestales que las comunidades no aborígenes. Los ingresos en especie representados por los productos de subsistencia (esto es, el costo de sustitución relativo a la compra productos análogos en una tienda) constituyen una parte significativa de los ingresos familiares totales. Igualmente importante es el papel de los productos forestales de subsistencia en el mantenimiento del tejido social comunitario y la preservación de la cultura aborigen. Un porcentaje significativamente elevado de los alimentos recolectados por las personas en la comunidad se comparte o cambia con los otros miembros de la comunidad. Además, las comunidades indígenas consideran que vivir de la tierra es un aspecto fundamental de la cultura tradicional.

En los Estados Unidos, 555 tribus de americanos nativos, reconocidas a nivel federal, poseen aproximadamente 6.9 millones de hectáreas de bosques y otras tierras boscosas, así como derechos de cosecha y recolección en unos 70 millones de hectáreas de tierras federales. Muchas de las tribus o sus miembros tienen negocios de productos forestales y actividades comerciales relacionadas con la pesca o la guía y el abastecimiento para la caza y otros tipos de recreación. Los productos recolectados para uso tribal son los siguientes: pescado, animales para la producción de pieles, caza mayor para la carne y el cuero para hacer vestidos y otros bienes, plantas para usos alimenticio y medicinal, y materiales para las artesanías, como la cestería. El bosque también posee un valor simbólico y cultural muy elevado, y ciertos lugares se caracterizan por una relevancia espiritual o cultural especial (Birch 1996).

En toda América del Norte hay una demanda comercial creciente de productos forestales no madereros como hongos, miel, varias especies de nueces, plantas medicinales y herbarias, y follaje decorativo. La caza es una fuente importante de ingresos tanto para los terratenientes privados como para los organismos públicos de manejo. Frecuentemente la pesca también está asociada con los bosques. Las actividades recreativas y el turismo se han vuelto cada vez más importantes para las economías nacionales y locales.

CONCLUSIONES Y TEMAS

En el decenio de 1990 tanto en los Estados Unidos como en el Canadá se asistieron a importantes cambios en los enfoques para el manejo forestal. Quizá el cambio más notable fue el gran aumento de los procesos de consultación y solución de conflictos en la toma de decisiones sobre los bosques. Algunos observadores comentaron que estos dos importantes países desarrollados estaban aprendiendo a usar las técnicas forestales sociales y comunitarias que habían sido utilizadas por primera vez en los países en desarrollo durante los decenios anteriores.

En el Canadá, en los años 90, se asistió a un creciente proceso de consultación con las partes interesadas (propietarios forestales, industrias, grupos aborígenes, responsables de la adopción de políticas, etc.) para determinar estrategias, leyes y planes de manejo forestales apropiados. Las estrategias fueron diversas e incluyeron, entre otras, reglamentos inherentes a los compradores, planificación del aprovechamiento de las tierras, reglamentos para las prácticas forestales sobre las tierras forestales y agrícolas y permisos para reducir la corta a tala rasa.

En los Estados Unidos, se prestó mucha atención al manejo de los bosques nacionales. A nivel nacional las decisiones jurídicas y la opinión pública continuaron atribuyendo cada vez más importancia a la recreación, los valores naturales y la protección de la biodiversidad en las tierras públicas, desencadenando así confrontaciones con aquellas comunidades locales que contaban en el madereo y en otras actividades de desarrollo sobre las tierras de los bosques nacionales para originar puestos de trabajo e ingresos. En algunos casos, los enfoques locales para la solución de conflictos ayudaron a resolverlos, pero en otros los desacuerdos sobre el manejo forestal contribuyeron a la polarización de la comunidad.

Conforme el decenio de 1990 llegaba a su fin, como duro recuerdo de la vulnerabilidad de los bosques norteamericanos ante las plagas exóticas, se encontró en Nueva Escocia el escarabajo café de cuernos largos de la picea, originario de Europa central y Asia. En su ambiente natal el escarabajo come solamente árboles muertos o caducos, pero aparentemente en el Canadá se alimenta de ejemplares vivos de picea roja, especie originaria de América del Norte. Asimismo, la grafiosis del olmo se está de nuevo propagando rápidamente por el este de Ontario; ello puede ser el resultado de la tormenta de hielo de 1998, puesto que los escarabajos que transmiten la enfermedad se han trasladado a las grietas de las ramas y están propagando la infección.

En 1999 el Senado canadiense hizo público un informe acerca de los progresos del país en la consecución de los objetivos nacionales relativos al manejo forestal sostenible y la protección de la biodiversidad en los bosques boreales. Según este informe, los canadienses deben hallar formas más eficaces de manejar el bosque boreal para poder atender las necesidades conflictivas de la preservación de los recursos, mantener el estilo de vida y los valores de las comunidades boreales, obtener la riqueza económica y preservar los valores ecológicos. Actualmente, partes de los bosques boreales inalterados remanentes en el país y las zonas pobladas por árboles de edad madura están en peligro a causa del cambio climático y la corta excesiva. El informe concluye afirmando que la demanda a la que están sujetos los bosques canadienses no podrá satisfacerse por más tiempo bajo el actual sistema de manejo. En el informe se recomienda que los bosques boreales se dividan en tres categorías, esto es, que el 20 por ciento se maneje en forma intensiva para la producción maderera, un 60 por ciento se reserve para usos múltiples, incluido algún tipo de producción maderera menos intensiva, y el 20 por ciento se coloque bajo protección.

En el Canadá, el manejo sostenible de los bosques siguió cobrando fuerza como objetivo para todos los interesados. Se realizaron progresos con respecto al establecimiento de una red de zonas protegidas. Por lo que respecta al frente económico, en el año 2000 la industria canadiense de pasta y papel registró un nivel de exportaciones sin precedentes (Natural Resources Canada/Canadian Forest Service 2000).

En los Estados Unidos, la Evaluación de las tierras forestales y los pastizales de 2000 realizada por el Servicio Forestal (USDA Forest Service2001) determinó que el área de tierras forestales había permanecido relativamente estable y equivalía a casi un tercio de la superficie terrestre total. Antes de la colonización europea, aproximadamente el 50 por ciento del territorio nacional era boscoso. Los Estados Unidos fue el primer país que apartó bosques en zonas protegidas, y en el año 2000 éstas abarcaban el 40 por ciento de todos los bosques (esencialmente bosques públicos), con mucho la zona de bosques protegidos más grande del mundo. Después de 1920, aproximadamente, la deforestación no ha representado un problema nacional, aunque a veces, a nivel local, algunos bosques valiosos han sufrido las consecuencias de la expansión urbana. Las pérdidas forestales se han compensado abundantemente mediante la reconversión de los pastos y las tierras de cultivo en bosques, ya sea naturalmente como a través de la forestación y reforestación. En los próximos decenios se prevé que la superficie de tierra forestal privada disminuirá; por tanto, se deberán producir más productos a partir de una base de tierras estable o, tal vez, lentamente en disminución. La fragmentación de la tierra forestal privada convertirá el manejo de esos terrenos para la producción maderera en un reto cada vez mayor. En el país la salud y productividad de los bosques representan preocupaciones importantes.

En los Estados Unidos se prevé que la población y los ingresos seguirán aumentando. Si bien se espera que el consumo per cápita de productos madereros permanecerá relativamente estable, se prevé que el consumo total aumentará por la mayor población, con inclusión de los incrementos debidos a la inmigración. Como resultado de los importantes cambios de políticas, se ha registrado una disminución substancial en el volumen talado de los bosques nacionales en el oeste de los Estados Unidos (de 57 millones de metros cúbicos, en 1986, a 23 millones de metros cúbicos en 1996). Como consecuencia, la explotación maderera se ha desplazado hacia las tierras privadas, especialmente a las plantaciones meridionales de madera blanda. Como en el pasado, se prevé que la tecnología continuará conduciendo a una mayor producción por unidad de insumo de madera rolliza.

La carencia de información acerca de las existencias de productos forestales no madereros en América del Norte dificulta la evaluación de la sostenibilidad del uso actual o de las técnicas de manejo apropiadas. El incremento de la demanda, ya sea en ámbito nacional como internacional, de muchos de estos productos ha conducido a la latente amenaza de un aprovechamiento excesivo, la utilización de técnicas de producción destructivas y un posible daño a la productividad de los recursos. Urge una política de control y manejo coherente para los productos no madereros. Como mínimo, las evaluaciones futuras deberían determinar cuáles productos es importante notificar a escala internacional, proporcionar definiciones más claras para los productos y requerir mejor información acerca de la fuente y la cobertura de los datos. Por último, los conflictos existentes y potenciales entre los usuarios, combinados con la creciente demanda, están creando retos inmediatos para los responsables del manejo.

Recientemente, tanto en los Estados Unidos como en el Canadá se ha reconocido que para prevenir las pérdidas catastróficas originadas por los incendios, los insectos y las enfermedades, los bosques deben mantenerse en una condición saludable. Los bosques que antiguamente se mantenían en etapas seriales por los frecuentes incendios han experimentado un cambio de su propia naturaleza debido a la exclusión del fuego. Las cargas de combustibles han aumentado y los árboles y arbustos del sotobosque han quedado establecidos, dando lugar a catastróficos incendios seguidos de regeneración. Asimismo, los rodales senescentes y las especies climatéricas son más vulnerables al ataque de los insectos y enfermedades. Es difícil reproducir las condiciones naturales que existían antiguamente. La quema prescrita, especialmente debido a las condiciones climáticas y del terreno que prevalecen en el oeste, resulta complicada, costosa y arriesgada. Numerosos grupos se oponen a la explotación maderera, en particular en las tierras públicas. Sin embargo, la alternativa es una creciente frecuencia y magnitud de los incendios catastróficos y de los ataques de insectos y enfermedades.

En el Canadá y los Estados Unidos los responsables de la adopción de políticas continuarán enfrentándose con elecciones difíciles ante opiniones muy divergentes en relación con las prioridades para el manejo de los recursos forestales.

BIBLIOGRAFÍA

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