Página precedenteIndicePágina siguiente

Producción agrícola y seguridad alimentaria

Aproximadamente 1 000 millones de personas viven actualmente en lo que se define como pobreza absoluta, es decir, con ingresos diarios inferiores a un dólar EE.UU.

La mayor parte de ellos padecen hambre crónica. En los países en desarrollo, de cuatro niños más de uno tiene un peso inferior al normal, y en los más pobres de estos países esta situación se presenta en el cincuenta por ciento de las criaturas. Estos niños tienen un gran riesgo de enfermedades y muchos nunca llegarán a ser adultos: en los países en desarrollo la desnutrición es la causa principal de mortandad de la mitad de los niños. Aquellos niños que sobreviven y llegan a ser adultos encaran un futuro limitado por el hambre, la falta de vivienda, el analfabetismo y el desempleo.

Sin embargo, el hambre no es un factor natural en un mundo que puede producir alimentos suficientes para todos: se debe a la acción u omisión humana y la pobreza es su causa radical. Contradictoriamente, a principios de los años noventa alrededor del 80 por ciento de los niños desnutridos vivían en países en desarrollo que producían excedentes de alimentos.

Aunque el número de personas que padecen hambre ha disminuido en un 5 por ciento desde los primeros años de la década de los noventa, se estima que en los países en desarrollo casi 800 millones todavía sufren hambre y en la misma situación están 30 millones en otros países. La lucha contra el hambre será cada vez más difícil, a medida que la población aumente y más gente del medio rural emigre a las áreas urbanas.

El factor clave es aumentar la seguridad alimentaria posibilitando que todos los hogares tengan acceso real a alimentos adecuados para todos sus miembros y que no corran el riesgo de perder este acceso. Esto significa que no solamente los alimentos deben estar disponibles sino también que la gente tenga capacidad de compra. Hay varias formas de aumentar la seguridad alimentaria: aumentando localmente la producción de alimentos y la productividad, aumentando regularmente y con seguridad la importación de alimentos, proporcionando más trabajo y mejores remuneraciones a aquellas personas que no tienen dinero para comprar los alimentos que necesitan, y mejorando los sistemas de distribución de alimentos.

La autosuficiencia alimentaria, que se alcanza cuando se satisfacen las necesidades alimenticias mediante la producción local, generalmente suele ser un objetivo de las políticas nacionales. Tiene la ventaja de ahorrar divisas para la compra de otros productos que no pueden ser manufacturados localmente y de proteger a los países de los vaivenes del comercio internacional y de las fluctuaciones incontrolables de los precios de los productos agrícolas. También asegura el abastecimiento de alimentos para satisfacer las necesidades de las poblaciones locales. En algunos países con escasez de agua, ciertos criterios políticos - por ejemplo, cierto sentido de inseguridad nacional (como en el Cercano Oriente) - también han influido en contra de la dependencia excesiva de la importación de alimentos.

Porcentaje de población que sufre desnutrición (1997-1999)

En la práctica hay muchos inconvenientes. Países donde fue difícil lograr la autosuficiencia alimentaria, han tenido que depender de la ayuda alimentaria o importar alimentos a causa de factores climáticos, como tormentas, inundaciones y sequías. El precio pagado por la autosuficiencia alimentaria también ha sido alto en los países de clima árido, ya que gran parte de las tierras y de los recursos hídricos han tenido que ser dedicados al regadío, privando a los sectores doméstico e industrial de los volúmenes de agua, que aunque siendo relativamente pequeños, necesitan para desarrollarse. Para producir sus propios cereales algunos países han acumulado déficits de agua muy significativos como resultado de la sobreexplotación de acuíferos.

La tendencia actual no es disponer de autosuficiencia alimentaria sino depender parcialmente de la importación de alimentos. Una de las razones principales de esta tendencia es la escasez de agua, causada por el crecimiento de la población que ha reducido la disponibilidad de tierra y de agua per cápita. Al mismo tiempo, la demanda de abastecimiento urbano ha aumentado siendo los recursos hídricos limitados. Algunos países también se han dado cuenta que los beneficios industriales son mayores que los agrícolas, es decir, que es más fácil y más rentable ganar divisas extranjeras para adquirir alimentos importados que sembrar cultivos que consumen mucha agua.

Importar alimentos equivale a importar agua, que en ocasiones se denomina «agua virtual». La FAO estimó en un estudio reciente sobre riego y recursos hídricos en el Cercano Oriente, que se hubiesen necesitado 86,5 km3 de agua para producir los alimentos equivalentes a los importados en la región en 1994. Esta cifra equivale al volumen total de agua aportado anualmente por el Nilo en Aswan.

Es por tanto sensato que los países que sufren escasez de agua importen alimentos básicos, como son los cereales, de áreas que tienen suficiente agua y usen sus propios recursos, que son limitados, para producir cultivos de exportación que tienen un gran valor, por ejemplo flores, fresas y otras frutas. Las divisas obtenidas pueden ser utilizadas para pagar los cereales importados.

Sin embargo, los países que tienen riesgo de inseguridad alimentaria y escasez de agua necesitan asegurarse que tendrán un comercio justo y seguro con los países que tienen abundancia de agua. Una prioridad de la Organización Mundial del Comercio debe ser asegurar el comercio de alimentos básicos para los países con escasez de agua.

Sin embargo, algunos países que no poseen autosuficiencia alimentaria no pueden exportar lo suficiente para ganar las divisas necesarias para importar los alimentos que necesitan. De una manera similar, algunas personas no tienen el dinero necesario para comprar alimentos para ellos y sus familias, aún cuando estén disponibles en el mercado. Esto justifica la necesidad permanente de programas de desarrollo rural basados en la agricultura en áreas como el África subsahariana y el sur de Asia. Estos programas deben ser dirigidos simultáneamente a incrementar la producción, reducir la pobreza y mejorar la igualdad entre géneros, que son tres factores clave para mejorar la seguridad alimentaria.

El Programa Especial de Seguridad Alimentaria de la FAO

La FAO lanzó su Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA) en 1994. El PESA se concentró en países de bajos ingresos y deficitarios en alimentos y fue aprobado por la Conferencia Mundial sobre la Alimentación en 1996. El objetivo principal es ayudar a los países a mejorar su seguridad alimentaria nacional - a través de incrementos rápidos en productividad y producción de alimentos y reduciendo la variación interanual de la producción - sobre una base sostenible económica y ambientalmente. El PESA abre el camino para mejorar la productividad y el acceso a los alimentos mediante trabajo con agricultores y otros interesados para identificar y resolver las limitaciones para la producción de alimentos y para demostrar métodos de mejora de la productividad. Actualmente, el PESA se encuentra operando en 55 países y en otros 25 se está formulando. En áreas que sufren sequías, el acceso limitado al agua a menudo es un factor limitativo de la producción de alimentos, haciendo que el riego a pequeña escala, la captación de agua de lluvia y otras tecnologías para el aprovechamiento del agua sean prioritarios para el PESA.

La seguridad alimentaria también depende de maximizar tanto los alimentos producidos como el empleo creado por cada m3 de agua utilizada, ya sea en regadío o en secano. La agricultura bajo riego ha tenido un papel importante en el aumento de la producción de alimentos en las décadas recientes, pero su contribución absoluta es aún menor que la de la agricultura de secano. De los 1 500 millones de hectáreas cultivadas en el mundo, solamente se riegan unos 250 millones de hectáreas (17 por ciento). Sin embargo, este 17 por ciento proporciona alrededor del 40 por ciento de la producción mundial de alimentos; el 60 por ciento restante proviene de la agricultura de secano. En las regiones tropicales con escasez de agua como el África subsahariana, la agricultura de secano se practica en más del 95 por ciento del área cultivada, y continuará siendo la principal fuente de abastecimiento de alimentos de las poblaciones que allí aumentan constantemente.

En las páginas 14-19 se describen los medios para incrementar la productividad tanto en regadío como en secano.

Página precedenteIndicePágina siguiente