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La gente y el agua

Para maximizar la producción agrícola con un volumen de agua fijo y limitado existen dos factores clave: la gente y la tecnología. De éstos, la gente es el más importante. La mejor y más innovadora tecnología del mundo no servirá para nada si la gente no la comprende, no ve sus ventajas o no puede usarla.

No es una idea nueva intentar que los agricultores participen localmente en el manejo del agua. En realidad, en muchas partes del mundo ya se practica con éxito, por ejemplo, en los sistemas de riego de Bali. Sin embargo, no debe subestimarse la dificultad de lograr una participación real y una toma de decisiones transparente en sociedades acostumbradas a métodos centralizados y burocráticos. Se necesitan grandes cambios, tanto de las instituciones que anteriormente tenían todo el poder como en los individuos y en los grupos de usuarios, quienes quizás antes solamente desempeñaban un papel secundario. Algunos de estos cambios se enumeran en el recuadro inferior.

Esto no quiere decir que todavía no haya un papel especial para los expertos: el entusiasmo y la participación local siempre puede ser complementada con la experiencia técnica en gestión sostenible, tecnología de riego, sistemas de distribución del agua, manejo de cuencas hidrográficas y otros temas. Se necesita todavía capacitación en muchas áreas, por ejemplo, para establecer medidas para la protección de ecosistemas de agua dulce y para permitir que las comunidades sean capaces de resolver los conflictos entre los distintos usuarios que compiten por los mismos recursos.

Ingeniero de riegos en la República Unida de Tanzania ...

«Nosotros los ingenieros acostumbrábamos a proyectar en nuestras oficinas y a mantener los diseños allí. Nosotros pensábamos que los campesinos no podían entender tales cosas. Ahora vamos al campo a proyectar y aun las ancianas pueden hacer el diseño de un esquema de riego sobre el suelo usando una rama. Este es un gran cambio y una forma de trabajar mejor.»

Barnabas Pulinga
Ingeniero de riegos del Gobierno
República Unida de Tanzania

El asunto del género también es crucial. Las mujeres y los hombres tienen el mismo derecho de acceso al agua, aunque puedan tener funciones diferentes en relación a la conservación y al uso de los recursos hídricos. Sin embargo, puede ser discutible un enfoque de género en la gestión de los recursos hídricos, porque la forma que hombres y mujeres manejan el agua y los problemas agrícolas, y por lo tanto cómo se relacionan entre sí, necesita cambios. Para resolver los problemas son necesarios ambos mecanismos, los tradicionales y los innovadores.

Involucrando a la gente para mejorar la gestión del agua

Se necesitan reformas legales para mejorar el acceso al agua en muchos países. Estas reformas deberían incluir:

  • asignación de recursos hídricos entre diferentes usuarios, particularmente aquéllos de las áreas rurales y urbanas;
  • minimizar los conflictos entre quienes usan el recurso para el suministro de agua y quienes lo utilizan para eliminar desechos;
  • promover el uso eficiente del agua;
  • regular el uso de las aguas residuales como una fuente de abastecimiento segura;
  • reducción del papel del gobierno en proyectos de aguas en el medio rural, aumentando la importancia de los grupos de usuarios locales y eliminando los impedimentos para cobrar el agua y recuperar los costos;
  • mejorar el sistema de tenencia de tierras hacia títulos individuales o de grupo;
  • asegurar, a las cabezas de familia y a las mujeres, el acceso legal a la tierra y al agua;
  • crear o mejorar la administración eficaz de los derechos de aguas en general y del sector hídrico rural en particular.

La igualdad de clases también es crucial. En un sistema eficaz de gestión del agua no es posible que los ricos o las personas socialmente distinguidas tengan papeles preponderantes; frecuentemente, son las pequeñas agricultoras pobres las que más tienen que decir sobre la forma de manejar el agua, y son quienes más saben del tema.

En realidad, es evidente que la participación de los pobres puede tener efectos desproporcionados sobre el crecimiento agrícola. Los estudios que han determinado la influencia del tamaño de la propiedad sobre la productividad, dentro de un rango de propiedades que usan variedades modernas, fertilizantes y riego, muestran que las pequeñas propiedades son más productivas que las más grandes. Información sobre la Revolución Verde en zonas de la India, Bangladesh, Pakistán, Filipinas y Sri Lanka muestra que las pequeñas propiedades, comparadas con las fincas grandes de regadío, tienden a tener mayores superficies netas sembradas bajo riego, tienen intensidades de cultivos más altas, aplican más fertilizante por unidad de área cultivada, diversifican más sus cultivos, entre los cuales se cuentan cultivos de alto valor y con mayores necesidades de mano de obra, y obtienen mayores rendimientos por cultivo y por unidad de superficie. Investigaciones recientemente realizadas en Costa de Marfil y en América Latina han contribuido a destruir el mito que las explotaciones grandes son más eficaces que las pequeñas. Los pequeños propietarios contribuyen proporcionadamente más a la producción de los principales cultivos, especialmente de los tradicionales, teniendo en cuenta su participación en la superficie de tierra cultivable. Un estudio realizado en 55 países en desarrollo mostró que en 39 países la producción de los pequeños propietarios era considerablemente más alta que lo que cabía esperar de su participación en la totalidad de las tierras cultivables.

En definitiva, lo que se necesita es un nuevo estatuto del agua. La Revolución Verde fue llevada a cabo por científicos. La Revolución Azul debe ser establecida bajo el principio que el uso y la gestión del agua sean preocupación de todos: su objetivo deberá ser maximizar la producción de alimentos y la creación de empleo por unidad de agua consumida. Los métodos de utilización de los limitados recursos hídricos mundiales podrían cambiar radicalmente mediante la capacitación de los individuos y de las comunidades para entender sus opciones de cambio, para escoger dentro de estas opciones, para asumir las responsabilidades que lleva consigo la selección de una opción y para comprender sus preferencias.

El género y el agua

Mujer regando plantas en un vivero de árboles en Palcalancha, Bolivia mientras sus hijos la observan

Es evidente que donde las mujeres y los hombres participan en las consultas, en la toma de decisiones y en la capacitación, se utiliza mejor la infraestructura y la gestión es mejor. Al contrario, la falta de consulta a las usuarias de grupos y gerentes en proyectos en Guatemala, Indonesia y Togo, y en muchos otros lugares, condujo a que estas mujeres no usaran la nueva infraestructura, no porque no habían recibido el entrenamiento para hacerlo, sino porque la nueva infraestructura había sido mal diseñada o ubicada, o había ignorado las necesidades de género.

En un proyecto en Sri Lanka, se adaptó el diseño de los esquemas de riego para suministrar a las mujeres agua de buena calidad para uso doméstico. De forma similar, en Santa Lucía, a un sistema de riego se añadieron lavaderos de ropa para evitar que las mujeres estuviesen dentro del agua mucho tiempo, aumentando así las probabilidades de contraer esquistosomiasis.

En un proyecto de captación de agua de lluvia para uso doméstico en Gujarat, India, se formaron comités de agua en cinco poblados. Los comités tenían aproximadamente igual número de hombres y de mujeres. A pesar de la hostilidad de la comunidad hacia la participación de las mujeres en las actividades del proyecto, que por tradición era considerada como trabajo de hombres, ellas tuvieron una participación activa en muchos aspectos: comité de toma de decisiones, trabajo de construcción, búsqueda de un préstamo de un banco local para el proyecto y, en un poblado resolvieron los conflictos entre dos grupos sociales que estaba impidiendo el éxito del proyecto. En la evaluación del proyecto, las mujeres se sintieron especialmente contentas por la disponibilidad de agua dentro del hogar al final del día tras su trabajo agrícola.

Fuente: Visión 21: Una visión compartida para la higiene, la sanidad y el suministro de agua.

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