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EDITORIAL

Evaluación y vigilancia de los bosques

La evaluación forestal no busca la información en sí misma. Uno de los objetivos más importantes de las evaluaciones de recursos forestales es servir de apoyo a las decisiones de política forestal y a los correspondientes programas en todos los niveles: provincial, nacional, regional e internacional.

La Evaluación de los recursos forestales mundiales 2000 (ERF 2000) ha concluido, pero ya han empezado los trabajos para la próxima evaluación mundial. La consulta de expertos sobre «Evaluaciones de recursos forestales mundiales - Conjunción de esfuerzos nacionales e internacionales», conocida como Kotka IV, reunió a expertos internacionales en julio de 2002 para considerar ideas y estrategias para el futuro. Los artículos de este número de Unasylva son adaptaciones para un público más amplio de documentos preparados para la reunión. Sin descender a detalles técnicos, se examinan los vínculos entre evaluación y vigilancia, necesidades nacionales e internacionales de información, criterios e indicadores para la gestión forestal sostenible y comunicación de la información forestal a los instrumentos internacionales. Los detalles técnicos pueden encontrarse en el sitio Web de la FAO (www.fao.org/forestry) y serán publicados en las actas de Kotka IV.

El artículo inicial, de P. Holmgren y R. Persson, ofrece una visión general de la evolución de las evaluaciones forestales mundiales, y examina el alcance potencial de futuras evaluaciones. Las evaluaciones forestales, antaño orientadas básicamente a medir la disponibilidad de madera, y más tarde interesadas cada vez más por la superficie forestal y sus cambios, se dirigen ahora a toda la gama de beneficios derivados de los bosques y los recursos arbóreos.

En el siguiente artículo, C. Kleinn examina las nuevas tecnologías y metodologías para obtener información a nivel nacional. Predice que la nueva tecnología seguirá mejorando la exactitud, la eficiencia y la economía de los inventarios nacionales.

La ERF 2000 incluyó un estudio pantropical por teledetección para ampliar la información proporcionada por los países. E. Tomppo y R.L. Czaplewski examinan la viabilidad de extender este tipo de estudio a todo el planeta. Según su estudio de simulación, las imágenes de alta y muy alta resolución podrían servir para una encuesta forestal mundial independiente por teledetección con un nivel aceptable de error y costos moderados.

Aunque el muestreo de campo es más costoso, ciertas informaciones sólo pueden obtenerse en el terreno. El artículo de T. Thuresson demuestra que el inventario de campo con muestreo de intensidad relativamente baja puede aportar información útil para la toma de decisiones a un costo aceptable.

M. Saket estudió la información facilitada por los países en desarrollo para la ERF 2000 y concluyó que era insuficiente la información disponible para muchos temas considerados importantes para la formulación de políticas forestales. En más del 60 por ciento de los países en desarrollo, las estadísticas forestales básicas se apoyan en opiniones de expertos o en una cartografía elemental. En muchos países, las estimaciones de superficie forestal son los únicos datos disponibles. Los recursos arbóreos fuera de los bosques no suelen evaluarse. Este artículo va seguido de breves artículos sobre el estado de la información forestal en Polonia, Sudáfrica y México, y de ejemplos de inventarios nacionales de siete países.

Aceptadas las limitaciones en la disponibilidad de datos, ¿responde la Evaluación de los recursos forestales mundiales realizada por la FAO a las necesidades de los que utilizan la información forestal? E. Matthews y A. Grainger interrogaron a algunas personas interesadas y a representantes de organizaciones sobre la metodología y las conclusiones de la FAO. A partir de las respuestas, los autores resumen los aspectos positivos (alcance universal, transparencia, método participativo y cooperativo) y las deficiencias (respecto a la exactitud, la comparabilidad con informes anteriores y la congruencia de las definiciones) de la ERF 2000, y proponen enfoques para el futuro.

En un número creciente de países, los especialistas forestales se dedican a determinar criterios e indicadores universales que definan los elementos constituyentes de la gestión forestal sostenible y ofrezcan un marco para comprobar y evaluar los progresos en esa dirección. C.F.L. Prins examina las posibles sinergias entre el proceso de criterios e indicadores en Europa y el trabajo regional de evaluación de recursos forestales.

A.C. Newton y V. Kapos consideran a continuación el papel potencial de los indicadores de la diversidad biológica en los inventarios forestales nacionales. Plantean que los indicadores de la biodiversidad, tomados de iniciativas internacionales sobre criterios e indicadores, podrían utilizarse para facilitar información sobre el estado y tendencias de la biodiversidad forestal en evaluaciones mundiales futuras.

Las solicitudes de informes nacionales para convenios, acuerdos y organismos internacionales han impuesto una carga muy pesada a los países. S. Braatz describe los esfuerzos de armonización y agilización a este respecto.

Las evaluaciones forestales mundiales podrían contribuir a reducir la carga de la presentación de informes. D. Schoene muestra cómo la información sobre cambios en las acumulaciones de carbono en los bosques, tomada de la ERF 2000, se ha utilizado en las negociaciones sobre cambio climático. Señala, no obstante, que la coordinación es necesaria para prevenir discrepancias futuras con la información comunicada por los países a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

El último artículo del número considera los resultados de la reunión de Kotka IV, con recomendaciones para el futuro de las evaluaciones forestales nacionales y mundiales y para las vinculaciones entre ambas.


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