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La perspectiva de los usuarios de la estimación de las Evaluaciones de los recursos forestales mundiales realizadas por la FAO

E. Matthews y A. Grainger

Emily Matthews es Asociada
Superior en el Programa de
Información del Instituto
Mundial sobre Recursos,
Washington, D.C., Estados
Unidos.

Alan Grainger es profesor
titular de la Escuela de la
Geografía, Universidad de
Leeds, Reino Unido.

En una encuesta realizada entre organizaciones y personas con un interés profesional en los datos forestales mundiales se examina la metodología y los resultados de las evaluaciones de los recursos forestales mundiales realizadas por la FAO y se proponen enfoques para el futuro.

Entre los usuarios de los datos rela-tivos al sector forestal figuran no sólo los gobiernos nacionales interesados en sentar las bases para la formulación de políticas y programas forestales, sino también la comunidad científica internacional, los encargados de planificar las actividades de conservación, los profesionales del sector, organizaciones no gubernamentales (ONG) ecologistas, organismos bilaterales y multilaterales de crédito, industrias de productos forestales y órganos normativos intergubernamentales. Muchos de esos usuarios han hecho patente su frustración ante la permanente inexactitud de los datos disponibles a escala mundial. La publicación de los resultados de la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2000 de la FAO (ERF 2000) -la única fuente de datos e información coherentes sobre la superficie, la condición y la gestión de los bosques a escala mundial- suscitó, por tanto, un grado inusual de interés y controversia. En el presente artículo se resumen los puntos de vista de diversas organizaciones y personas con un marcado interés profesional en los datos sobre el sector forestal mundial, a partir de una encuesta efectuada por el Instituto Mundial sobre Recursos a instancias de la FAO. Se invitó a los usuarios a expresar sus opiniones sobre la metodología y los resultados de la ERF 2000 y las evaluaciones anteriores, así como sobre los objetivos y el diseño de las futuras evaluaciones forestales mundiales.

La encuesta fue limitada y consistió en entrevistas telefónicas y mensajes de correo electrónico con contactos en 13 instituciones (véase el recuadro) y siete personas que manifestaron sus puntos de vista a título personal. Aunque no se trata de una muestra de la comunidad de usuarios con valor estadístico, se intentó hacer un muestreo de las organizaciones que tenían interés, competencia e influencia especiales en el acopio y análisis de datos forestales mundiales y en la formulación de políticas a escala mundial.

El artículo se centra principalmente en las observaciones relativas a la superficie forestal y su variación en el tiempo, porque esos aspectos eran los que más interesaban a los usuarios encuestados. Aunque éstos se congratularon de la creciente atención otorgada por la FAO a la información forestal cualitativa, también expresaron la inquietud de que ello pudiera llevar a dispersar demasiado los recursos disponibles para el programa de la FAO de evaluación de los recursos forestales. Se señaló que la expansión de la ERF podría exigir establecer nuevos arreglos institucionales o ampliar los existentes, probablemente con un mayor número de asociaciones. Los usuarios se mostraron sensibles a las cuestiones políticas y culturales concomitantes a cualquier actividad de supervisión a escala mundial que conlleva la recogida y análisis de datos sobre los recursos nacionales. Sin embargo, muchos de los participantes en la encuesta expresaron sus dudas de que el sistema en vigor, basado principalmente en fuentes de datos nacionales, pueda satisfacer adecuadamente las necesidades que plantean la investigación científica y la formulación de políticas a escala mundial. El artículo concluye exponiendo las opciones que se sugirieron para conseguir «una nueva visión y un nuevo enfoque» que propugna la FAO para la próxima evaluación de los recursos forestales.

Organizaciones encuestadas

  • Centro Internacional de Investigación Forestal (CIFOR)
  • Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (CMVC-PNUMA)
  • Centro Común de Investigación (CCI) de la Unión Europea
  • Universidad de Maryland, Estados Unidos
  • Universidad de Leeds, Reino Unido
  • Association pour le développement de l'information environnementale -
    Programme régional de gestion de l'information environnementale, Gabón
  • Banco Mundial
  • Conservación de la Naturaleza
  • Conservación Internacional
  • Worldwatch Institute
  • Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)
  • Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA)
  • Instituto Forestal Europeo (IFE)

OPINIONES DE LOS USUARIOS ACERCA DE LA ERF 2000: ASPECTOS POSITIVOS

Alcance

Los usuarios elogiaron el hecho de que la ERF 2000 abarcara aspectos relativos al inventario forestal, el medio ambiente y el manejo. Este amplio alcance avala decididamente la posición -en otro tiempo controvertida- de que el objetivo de la labor de supervisión y evaluación forestales debe consistir en la adopción de un enfoque global, que no se limite a los parámetros tradicionales pertinentes para la producción de madera.

El informe contiene en un volumen información muy detallada sobre la cubierta forestal y sus características a nivel nacional y regional. Los métodos de armonización de los datos utilizados por la FAO pretenden sintetizar la información para presentar una «amplia visión» mundial que no ofrece ninguna otra organización. Los cuadros de datos permiten establecer comparaciones entre los países y al abarcar un período decenal el informe proporciona datos sobre la tendencia de las variaciones de la superficie forestal.

Transparencia y participación

La FAO puso a disposición de los usuarios gran parte de los datos y de la documentación complementaria en su sitio Web con bastante antelación a la publicación del informe definitivo e invitó a presentar observaciones, tanto positivas como negativas. Los usuarios acogieron con satisfacción esa actitud de transparencia.

Enfoque basado en la colaboración

Para la ERF 2000 se aplicó un sistema más participativo que en evaluaciones anteriores. La FAO elaboró la metodología mediante un proceso de consulta con expertos ajenos a la Organización. Otras instituciones se encargaron de realizar partes sustanciales de la tarea. Por ejemplo, el Centro Mundial de Vigilancia de la Conservación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (CMVC-PNUMA) aportó diversos análisis basándose en su base de datos de zonas protegidas; la Universidad Rutgers de los Estados Unidos llevó a cabo un examen de publicaciones científicas sobre la deforestación tropical, y los nuevos mapas mundiales se realizaron con la colaboración del Centro de Datos Eros del Servicio de Estudios Geológicos de los Estados Unidos, el CMVC-PNUMA, el Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) y otras instituciones y organismos gubernamentales del mundo entero. Los usuarios señalaron que para el éxito de las futuras evaluaciones de los recursos forestales será necesario intensificar este tipo de colaboración, considerando la creciente diversidad e importancia de las cuestiones que es necesario abarcar.

Métodos de ajuste más sencillos

Los usuarios del informe acogieron con satisfacción que la FAO volviera a recurrir a las proyecciones lineales y la opinión de expertos, en lugar de la elaboración de modelos, como sistema para ajustar las estimaciones de la superficie forestal al año 2000, como año común de referencia, así como para estimar las tasas de deforestación de aquellos países que carecen de fuentes de datos adecuadas. Se considera que este planteamiento refleja con mayor precisión la incertidumbre que presentan los datos de los inventarios referentes a la cubierta forestal y a las tasas de variación en gran parte de los trópicos.

Inclusión de datos primarios

Los usuarios se congratularon del hecho de que la recogida y análisis de los datos básicos de la ERF 2000 se hubieran hecho con mayor transparencia. Por primera vez, los usuarios han podido acceder fácilmente a los datos originales sobre la cubierta forestal facilitados por los países, lo que les ha permitido conocer el proceso mediante el cual la FAO reclasifica los datos nacionales para ajustarlos a un sistema mundial de clasificación. Los documentos técnicos detallados que se pueden consultar en el sitio Web de la FAO explican de forma más pormenorizada los procesos y metodologías utilizados en la ERF 2000.

Mejora de los datos geográficos

La ERF 2000 es la primera evaluación de la FAO en la que se presentan mapas mundiales de la cubierta forestal, las zonas ecológicas y los espacios protegidos. Los mapas no son instrumentos adecuados para elaborar estimaciones de la cubierta forestal nacional (ni es esa su finalidad); sin embargo, un experto observó que el mapa de las zonas ecológicas constituye una mejora con respecto al mapa de las zonas ecoflorísticas utilizado en la ERF 1990, que algunas fuentes habían criticado, especialmente en relación con las estimaciones de los tipos principales de bosque tropical, particularmente en África (Grainger, 1996). El nuevo mapa, que se basa en el sistema de zonas climáticas de Köppen utilizado por Bailey (1989) para establecer los límites de los principales biomas, representa los biomas tropicales mejor que los mapas anteriores. Por ejemplo, se considera que las estimaciones de las delimitaciones entre el bosque pluvial tropical y el bosque caducifolio húmedo tropical son más realistas, aunque, por otra parte, los límites entre el bosque caducifolio húmedo tropical y el bosque seco tropical en África se establecen todavía de manera que incluyen amplias extensiones de sabanas arboladas en la categoría de bosque caducifolio húmedo tropical.

El mapa de las zonas ecológicas utilizado en la ERF 2000 constituye un avance en relación con la ERF 1990, pero los límites entre el bosque caducifolio húmedo tropical y el bosque seco tropical en África se establecen todavía de manera que incluyen amplias extensiones de sabanas arboladas (como se observa en el caso del Senegal) en la categoría de bosque caducifolio húmedo tropical

- DEPARTAMENTO DE MONTES DE LA FAO/FO-0414/C. PALMBERG-LERCHE

ASPECTOS QUE SUSCITAN INQUIETUD

Los principales aspectos que son motivo de inquietud para los usuarios son la exactitud, la comparabilidad con informes anteriores y las definiciones.

Exactitud y fiabilidad

A pesar de que durante el último decenio ha mejorado ligeramente la situación en cuanto a la disponibilidad de datos de inventarios y estudios recientes, se considera que la exactitud de las estimaciones para muchos países en desarrollo es todavía bastante deficiente.

Países tropicales. Los expertos que respondieron a la encuesta expresaron su descontento por la falta de fiabilidad de las estimaciones de la superficie de bosques tropicales y de la tasa de disminución de la superficie (deforestación) y la calidad (degradación). La FAO reconoce que los datos primarios existentes sobre los recursos forestales tropicales siguen siendo de muy baja calidad. Los usuarios entrevistados observaron que en la exactitud de las estimaciones nacionales suministradas a la FAO influían dos fuentes principales de errores.

En primer lugar, en la mayor parte de los países tropicales no se controlan los bosques de forma exhaustiva y con la frecuencia necesaria para cartografiar con precisión su extensión y para controlar el índice de variación. Ante la ausencia de datos de inventario en fechas exactas (por ejemplo, 1990 y 2000), las estimaciones más recientes de la FAO de la superficie forestal y su variación en el tiempo tuvieron que basarse en muchos casos en proyecciones y opiniones de expertos, por lo que, en opinión de la mayoría de los entrevistados, no son sino estimaciones razonables. La FAO reconoce que las imágenes tomadas por satélite son un complemento de gran utilidad de la información procedente de los inventarios, pero ante la limitación de los recursos ha tenido que basarse en una muestra del 10 por ciento de los bosques tropicales para estimar la deforestación desde 1980. Se ha puesto fuertemente en tela de juicio la validez estadística de un muestreo de estas características (por ejemplo, Tucker y Townshend, 2000). Ciertamente, aun cuando los resultados de la muestra pueden extrapolarse legítimamente a la región tropical en su conjunto, no pueden ser utilizados como base de las estimaciones nacionales. En algunos países en los que los datos de los inventarios son muy insuficientes, se ha contado, al parecer, con una o dos imágenes de satélite como fuente principal de nueva información.

En segundo lugar, tal como ha reconocido la FAO (FAO, 2001), las estimaciones de los bosques claros son mucho menos precisas que las de los bosques densos, por la dificultad de controlarlos mediante las técnicas de teledetección y porque los organismos forestales oficiales no suelen examinarlos cuando realizan los inventarios forestales normales. Las diferencias en las definiciones que utilizan los diferentes países no hacen sino agravar este problema. Los autores observan que si los bosques claros representan alrededor del 40 por ciento de los bosques tropicales estimados en la ERF 1980, el error en la estimación de su superficie determina en gran parte el error de cálculo de la superficie de bosques tropicales en conjunto. Todo hace pensar que este problema subsistirá en los años venideros.

Ambas fuentes de errores escapan al control de la FAO, teniendo en cuenta que las estimaciones mundiales se basan en datos facilitados por los gobiernos nacionales y que sigue existiendo falta de financiación para la creación de capacidad en los países pobres.

Las estimaciones de los bosques claros (los que aparecen en la fotografía corresponden a Chile) son menos precisas que las de los bosques densos, debido a la dificultad de controlarlos mediante técnicas de teledetección y porque los organismos forestales oficiales no suelen examinarlos cuando realizan los inventarios forestales normales.

- VIGILANCIA DE LOS BOSQUES DEL MUNDO, CHILE

Países de las regiones templada y boreal. La calidad de los datos procedentes de los países desarrollados es en general mayor que en los países en desarrollo, pero algunos de los entrevistados señalaron que las diferencias en las definiciones de los términos forestales y en los sistemas de medición, así como la utilización de diferentes períodos de referencia, eran todavía fuente de problemas. En particular, las metodologías empleadas por la Federación de Rusia y el Canadá para definir y medir la superficie de bosques naturales y su variación eran distintas de las que utilizaban los restantes países. Habida cuenta de que esos dos países cuentan con el 65 por ciento de los bosques de los países desarrollados, los resultados podrían aparecen sesgados para el conjunto de la región templada y boreal.

La Federación de Rusia (en la imagen) y el Canadá, que cuentan con el 65 por ciento de los bosques que figuran en el estudio de los países desarrollados, utilizaron métodos distintos de los demás países para definir y medir la superficie de bosques naturales y su variación; esto podría condicionar los resultados para el conjunto de la región templada y boreal

- VIGILANCIA DE LOS BOSQUES DEL MUNDO, RUSIA/GREENPEACE

Almacenamiento de carbono en los bosques. Las limitaciones de los datos relativos a la superficie forestal nacional tienen efectos negativos sobre las investigaciones referentes al cambio climático y la biodiversidad. La FAO ha señalado que los datos de la ERF, que son el conjunto de datos más completo existente sobre los bosques del mundo, pueden convertirse en una base sólida para la contabilidad del carbono en el marco del Protocolo de Kyoto (FAO, 2000a). Sin embargo, en el informe de la ERF 2000 se reconoce abiertamente que no se pudo disponer de datos sobre el volumen y la biomasa para muchos países en desarrollo y que los datos existentes se habían recogido con arreglo a normas, términos y definiciones muy diferentes (FAO, 2002).

En la ERF 2000, los datos correspondientes al volumen y la biomasa se obtuvieron multiplicando el volumen y biomasa por hectárea estimados para distintos tipos de bosque por la superficie calculada de cada tipo de bosque. Tal vez no podía hacerse otra cosa con los datos disponibles, pero muchos de los entrevistados señalaron la necesidad de proceder en el futuro a efectuar un cálculo sistemático más preciso de los depósitos de carbono existentes a escala mundial. Los países tropicales con mayores depósitos de carbono (que son los que más se beneficiarán del Mecanismo para un desarrollo limpio) son con frecuencia los que carecen de la capacidad necesaria para calcularlos. Los entrevistados temían que pudieran desarrollarse sistemas de atribución de créditos y de comercio de carbono basados en datos en ocasiones erróneos, que podrían desacreditar las iniciativas de mitigación del cambio climático basadas en los sumideros de carbono. Los autores observan que probablemente se generalizará en el futuro el comercio de diversos bienes y servicios de los ecosistemas, lo que supondrá una oportunidad muy favorable para insistir en un control más adecuado del almacenamiento de carbono.

Biodiversidad. El número y la extensión de zonas protegidas en los bosques son importantes indicadores de la biodiversidad. La ERF 1990 contenía simplemente una enumeración de los espacios protegidos en el marco de las categorías I-II y III-V de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) (FAO, 1995). En la ERF 2000 se adoptó una metodología más compleja, pero algunos usuarios objetaron que los resultados podían ser interpretados erróneamente. Respecto de los países desarrollados, en la ERF 2000 se agregaron las zonas correspondientes a las categorías I a VI de la UICN. Las categorías V y VI representan niveles muy reducidos de protección y pueden incluir zonas sujetas a manejo forestal con fines productivos (como reconoce la FAO), por lo cual es de lamentar que esos dos tipos de zonas no se enumeraran por separado.

A los países en desarrollo no se les pidió información sobre las zonas protegidas. La FAO superpuso la base de datos del CMVC-PNUMA de zonas protegidas en el nuevo mapa forestal mundial de la ERF 2000 para determinar las zonas forestales protegidas y a continuación las desagregó por tipos de bosque. Este sistema permitió hacer una estimación regional de la superficie de bosques protegidos, pero no fue posible facilitar datos desagregados a nivel nacional. Sólo fue posible disponer de un número limitado de datos cartografiados de buena calidad sobre las zonas protegidas para utilizarlos en la superposición y en cuanto a los datos sobre los límites, o bien no existían o su precisión era incierta para muchas de las zonas protegidas del mundo. La FAO mencionó las dificultades técnicas existentes para elaborar datos sobre la superficie a partir de datos de referencia obtenidos sobre el terreno, los únicos existentes para algunos países tropicales (FAO, 2001).

La ERF 2000 no contiene información sobre el estado de protección de las zonas protegidas ni sobre la situación de la biodiversidad en los bosques situados fuera de las zonas protegidas.

Facilitar información sobre la situación de la biodiversidad en los bosques es una labor esencial pero ingente que a juicio de algunos de los entrevistados no es de la incumbencia de la FAO. Afirmaron que el intento de abarcar todas las cuestiones ambientales y de gestión pertinentes para los recursos forestales mundiales podía hacer que se diluyeran los recursos disponibles para el programa de evaluación de los recursos forestales de la FAO y que otras organizaciones se ocupan cada vez más adecuadamente de cuestiones ambientales de gran envergadura como la biodiversidad. Algunos sugirieron que la FAO debería centrarse en el acopio de estadísticas forestales básicas (supervisión), en tanto que otros asociados podrían responsabilizarse de esferas de análisis específicas (evaluación).

Falta de coherencia y comparabilidad de los sucesivos informes de ERF

La política de la FAO consiste en publicar las estimaciones de los bosques y la cubierta forestal más fiables de que se dispone, aun cuando supongan una cierta contradicción con los resultados de evaluaciones anteriores. Sin embargo, muchos de los entrevistados lamentaron el hecho de que los sucesivos informes de ERF diferían hasta tal punto en las metodologías y la presentación que imposibilitaban una comparación adecuada de los datos. No se dispone de series cronológicas de datos coherentes más allá del decenio que abarca cada uno de los informes. La falta de información sobre las tendencias a largo plazo en la superficie forestal fue una de las principales preocupaciones expresadas por los usuarios encuestados.

Modificación de la base de referencia. En la ERF 2000 se adoptó una definición de bosque uniforme a escala mundial: se utilizó para todos los países el umbral de una cubierta de copas del 10 por ciento. Anteriormente, el umbral utilizado para los países desarrollados era del 20 por ciento. Además, se introdujeron nuevas metodologías para estimar la superficie forestal en los países en desarrollo. Estos cambios y ajustes se proyectaron retrospectivamente para hacer una estimación revisada de la superficie forestal mundial en 1990, año de referencia a partir del cual se calculaban las variaciones de la superficie forestal. El nuevo valor de referencia es un 15 por ciento mayor que el notificado en la ERF 1990. Con independencia de si es más o menos preciso que la estimación inicial, el aumento del 15 por ciento de la superficie forestal mundial inducido por la metodología es, de hecho, mayor que la disminución de la superficie forestal mundial que se estima que se ha registrado durante el decenio de 1990. En los trópicos no tuvieron lugar cambios importantes en las definiciones, pero aun así son sorprendentes las diferencias existentes entre las estimaciones de la superficie forestal de los sucesivos informes de ERF. A título de ejemplo se muestran en la figura distintas estimaciones de la superficie de bosque natural y de pérdidas de bosques en el África tropical desde 1980. Esas diferencias resultan frustrantes incluso para los especialistas y son probablemente incomprensibles para los lectores profanos. Las diferentes interpretaciones de los datos de la ERF podrían dar lugar a nuevas discrepancias en las publicaciones basadas en estos datos.

Estimaciones sucesivas de la cubierta de bosque natural en el África tropical

Agregación de bosques naturales y plantados. La mayoría de los encuestados valoraron negativamente que en la ERF 2000 no figuraran por separado los datos correspondientes a la superficie de bosques naturales y a las plantaciones, tal como se había hecho en la ERF 1990. Para comparar la superficie de bosques naturales y de plantaciones de un país según figuran en la ERF 2000 con las estimaciones anteriores es necesario desagregar primero ambos datos utilizando los cuadros mundiales anexos al informe. Los encuestados señalaron también que las comparaciones se verán dificultadas por dos problemas. En primer lugar, por el hecho de que al haberse revisado el valor de referencia para la ERF 2000, los lectores no pueden utilizar las estimaciones nacionales de la superficie de bosques naturales de la ERF 1990, sino que deben calcularla a partir de los datos de la ERF 2000. Una forma de hacerlo consiste en restar a la superficie total de bosques la superficie de plantaciones de 2000 y calcular la de 1990 utilizando la tasa anual de plantación. Sin embargo, como en muchos casos las tasas anuales de plantación sólo se disponen para un año y son utilizadas por la FAO para proyectar la superficie de plantaciones en el año 2000, las comparaciones de la superficie de plantaciones -y, por tanto, de la correspondiente a los bosques naturales- efectuadas por este procedimiento tienen un carácter circular. En segundo lugar, dado que la ERF 2000 no contiene estimaciones revisadas de la superficie de plantaciones existente en 1990 a nivel nacional, los lectores podrían utilizar los datos sobre la superficie de plantaciones que se publicaron en la ERF 1990 y restar esa cifra de la superficie forestal total de 1990 facilitada en la ERF 2000. No obstante, debido a que la metodología utilizada por la FAO para estimar la superficie de plantaciones se modificó a lo largo del decenio de 1990, no se deberían comparar de esta forma los dos conjuntos de datos de la superficie de plantaciones.

Muchos de los usuarios de la ERF encuestados se mostraron en desacuerdo con la decisión de presentar de forma agregada la superficie de bosques naturales y de plantaciones. Aunque en algunos aspectos puede resultar de interés controlar la variación en el tiempo de la superficie total de bosques, los dos tipos de bosque difieren con frecuencia por la composición, los niveles de biodiversidad, la producción de madera y los métodos e intensidad de la extracción y la explotación. Algunos de los encuestados también mostraron su inquietud por el hecho de que la agregación de los bosques naturales y las plantaciones podría alentar la percepción de que un aumento de la superficie de las plantaciones puede compensar los efectos de diverso tipo derivados de una reducción equivalente de la superficie de bosques naturales.

Agregación de los incrementos y disminuciones de la superficie forestal. En la ERF 2000 se presentan de forma agregada las tasas de deforestación y de expansión de los bosques para presentar el índice neto de variación de la superficie forestal. Las pérdidas de bosques naturales (mediante su transformación en otros usos de la tierra) y sus incrementos (a través de la reforestación y forestación) se presentan desagregados a escala mundial y tropical/no tropical, pero no a nivel regional y nacional. Por consiguiente, no es posible realizar comparaciones nacionales adecuadas con las tasas de disminución de los bosques naturales facilitadas en informes anteriores de ERF. El problema, señalado por los encuestados, radica en que la deforestación (provocada en gran medida por la tala de bosques para la agricultura) y la reforestación o forestación (que generalmente responden a la demanda de fibra de madera o cultivos arbóreos) son procesos radicalmente distintos; en opinión de los encuestados, es preciso controlar y notificar independientemente ambas tendencias para comprender la evolución de los bosques del mundo.

Los encuestados expresaron también su preocupación por el hecho de que dado que la deforestación se concentra en los trópicos, la publicación de una tasa media neta de variación a escala mundial puede resultar engañosa, e indicaron que habría sido más conveniente hacer más hincapié en las tendencias regionales desagregadas en lugar de en la tasa mundial de variación.

Modificación de las zonas ecológicas. Se señalaron otros problemas relativos a la comparabilidad como posibles obstáculos para una utilización más especializada de los datos de la ERF 2000, como el control de las tendencias en determinados tipos de bosque, tales como los bosques húmedos tropicales o las sabanas arboladas. En la ERF 2000 sólo se facilitan los valores mundiales de la superficie de cada tipo de bosque. Para cada país se mencionan los porcentajes de bosque en cada zona ecológica, pero no la superficie (al haber sido realizado a una escala demasiado grande el mapa de la zona ecológica para poder establecer esa diferenciación). Si bien es cierto que el nuevo mapa de zonas ecológicas utilizado en la ERF 2000 constituye un avance en relación con el mapa de zonas ecoflorísticas de la ERF 1990, sus estimaciones de diferentes tipos de bosques tropicales y de la zona templada no son, por definición, comparables con las de la ERF 1990.

Utilización de opiniones de expertos. Se señaló que la utilización de expertos para estimar la superficie total y las tasas de deforestación en los bosques tropicales cuando no se dispone de datos de inventario apropiados da lugar a graves problemas de comparabilidad. La opinión de los expertos es subjetiva y no es posible garantizar la coherencia en los sucesivos informes de ERF. Por otra parte, no es posible cuantificar con fiabilidad los márgenes de error.

La mayoría de los encuestados valoraron negativamente que en la ERF 2000 no figuraran por separado los datos correspondientes a la superficie de bosques naturales y a las plantaciones forestales; en la imagen, una plantación de Zimbabwe

- DEPARTAMENTO DE MONTES DE LA FAO/FO-0414/C. PALMBERG-LERCHE

Definiciones

La existencia de definiciones comunes y acordadas de términos tales como «bosque» y «deforestación» es esencial para poder realizar evaluaciones forestales mundiales coherentes y repetibles. Lo cierto es que muchos encuestados apuntaron la inexistencia de definiciones satisfactorias para todos los posibles usuarios de los informes de las ERF.

En la ERF 2000 se utilizó la siguiente definición de bosque, convenida por expertos internacionales en la Consulta de expertos sobre la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2000 organizada por la FAO y conocida como Kotka III (Instituto de Investigación Forestal de Finlandia, 1996): tierra con una cubierta de copas de más del 10 por ciento y una superficie de más de 0,5 ha, que no se utiliza principalmente para fines agrícolas. La definición de deforestación contenida en la ERF 2000 (tras algunas modificaciones) es «la conversión de los bosques a otro tipo de uso de la tierra, o la reducción de la cubierta de copa, a menos del límite del 10 por ciento» (FAO, 2002). Una nota explica que la definición excluye específicamente aquellas zonas en las que se han eliminado árboles como resultado de labores de extracción o explotación y en las que se prevé que el bosque se regenerará de forma natural, o como resultado de una intervención silvícola. Las definiciones de ambos términos abarcan, pues, elementos relativos a la cubierta terrestre y al uso de la tierra.

Una definición de bosque como uso de la tierra que incluya la tierra que en el presente no está cubierta de árboles puede ser de utilidad para la formulación de políticas relacionadas con el manejo forestal para la producción de madera. Pero se señaló que las tierras forestales en las que se han extraído los árboles o que han sido objeto de aclareos en el marco de un sistema de entresaca tienen características ecológicas muy diferentes de las de un bosque denso. Los ecologistas, los científicos que estudian el cambio climático, los conservacionistas y otros profesionales que centran su labor en aspectos relativos a la calidad de los bosques (por ejemplo, el grado de fragmentación) propugnan decididamente una definición de la cubierta terrestre y, preferiblemente, una definición que distinga varios umbrales respecto de la cubierta de copas. En la ERF 2000 se facilitan datos sobre la superficie aprovechada, pero sólo fue posible disponer de esos datos para algunos países en desarrollo.

Algunos de los encuestados señalaron que uno de los problemas prácticos planteados con respecto a la definición del uso de la tierra estriba en la dificultad de determinar si se cumplirá la previsión de que el bosque se regenerará de forma natural o si se llevará a cabo la replantación proyectada. En los trópicos es imposible en muchos casos distinguir entre la desaparición temporal y permanente de la cubierta arbórea, dado que el uso de la tierra suele ser impredecible a causa de la inestabilidad económica y la inseguridad de la tenencia de la tierra. El aprovechamiento, la tala para el cultivo de la tierra y el abandono para una posible regeneración o replantación suelen provocar cambios acelerados que, en la medida de posible, deben ser controlados cuando se producen.

También se plantean graves dificultades en el intento de conciliar las diferentes definiciones nacionales de los distintos tipos de bosque (bosque montano, bosque pantanoso, pradera arbolada, sabana arbolada, etc.). El proceso de armonización supone reclasificar numerosas categorías de tierras forestales en las categorías generales de bosque denso, bosque claro, plantaciones, arbustos, barbecho forestal y otras tierras. Los encuestados observaron que el proceso de armonización es particularmente deficiente en África central, donde la sabana arbolada se clasifica como bosque denso en algunos casos y como bosque claro en otros. Por ejemplo, se consideró que los datos de la FAO correspondientes a la superficie forestal de Gabón, Camerún y la República Centroafricana eran incompatibles con otras estimaciones basadas en mapas o imágenes de la cubierta vegetal tomadas por teledetección que registran «donde existen árboles», pero no tratan de conciliar las definiciones nacionales de bosque (por ejemplo, Mayaux, Achard y Malingreau, 1998).

En los trópicos es imposible en muchos casos distinguir entre la desaparición temporal y permanente de la cubierta arbórea, (en la imagen Sumatra, Indonesia), dado que el uso de la tierra suele ser impredecible y cambia con gran rapidez

- VIGILANCIA DE LOS BOSQUES DEL MUNDO, INDONESIA

MIRANDO HACIA EL FUTURO

Opciones para las futuras evaluaciones de los recursos forestales

A la luz de esas respuestas a la ERF 2000, cabe preguntarse cuál es el procedimiento más adecuado para facilitar el próximo conjunto de datos forestales mundiales y el análisis de esos datos. La FAO ya se ha manifestado en favor de «una nueva visión y un nuevo enfoque» para la próxima Evaluación de los recursos forestales mundiales (FAO, 2000b). Los autores consideran que ante todo es indispensable identificar a los principales interesados en el proceso de la ERF
-entre los que figuran gobiernos, grupos nacionales, investigadores, grupos de promoción y el sector privado- y determinar sus necesidades.

Las opciones que se presentan a continuación, que han formulado los autores basándose en las consultas mantenidas con los encuestados, pueden contribuir a definir visiones y enfoques diferentes.

Reforzar el diseño organizativo actual. La FAO no ha dejado de perfeccionar el diseño de la ERF desde 1980. Con toda probabilidad, seguirá haciéndolo si no se producen cambios normativos importantes. En este contexto, la próxima ERF presentaría algunas diferencias con respecto a la ERF 2000, pero las estadísticas forestales nacionales seguirían siendo la principal fuente de datos. Este sistema tiene la ventaja de la continuidad y mantiene la asociación estratégica de la FAO con los gobiernos nacionales. Por otra parte, si se mantiene el mismo enfoque es probable que las limitaciones que afectaron a la ERF 2000 seguirán restringiendo la exactitud y utilidad de la ERF 2010.

Buscar financiación para los centros de investigación de los Estados Miembros que intervienen en la labor. Una segunda opción, que es compatible con el enfoque de la FAO de asociación con los gobiernos nacionales y con su política de fortalecimiento de la capacidad de los países en desarrollo, consistiría en buscar financiación para el establecimiento y dotación de personal de los centros de investigación que intervienen en la ERF en países clave que cuentan con una gran proporción los bosques tropicales del mundo y que están situados en la vecindad de otros países dotados de grandes recursos forestales. La FAO ya ha puesto en marcha un programa experimental en un número reducido de países para mejorar el control de los bosques mediante un sistema de asociación, que podría ampliarse. Un obstáculo que frenaría la aplicación de este enfoque sería el probable retraso en la obtención de fondos, en las actividades de capacitación y en la construcción de instalaciones.

Adoptar un sistema de consorcio para la recogida de datos. Otra posible estrategia sería que la FAO estableciera y coordinara un consorcio de un número reducido de centros de teledetección, cada uno de los cuales se ocuparía de recoger datos sobre una o más regiones o subregiones. Este sistema podría dar ya resultados para la próxima ERF. Sin embargo, los datos obtenidos por teledetección no sustituirían a los inventarios nacionales sobre el terreno. Este sistema también podría ser objeto de crítica por ser un procedimiento excesivamente centralizado, aunque en el momento oportuno cada miembro podría constituir su propio consorcio regional con el fin de establecer un funcionamiento más descentralizado.

Los procesos ya desarrollados en el marco del Programa de ERF facilitarían la vinculación de los conjuntos de datos e información mundiales con la recogida de datos nacionales y la validación de los resultados sobre el terreno por parte del consorcio. Un proceso sistemático de seguimiento que conjugara la utilización de tecnologías avanzadas con el enfoque actual desde la base podría dar mejores resultados que la aplicación de cualquiera de esos dos sistemas por sí solo. Si se redujera la labor de obtención de datos que realiza la FAO, la Organización podría centrarse en el apoyo de la recogida y análisis sistemáticos de datos sobre un número limitado de variables, sentando las bases para la integración de información adicional, la elaboración de modelos y la labor de análisis a cargo de instituciones independientes de investigación, ONG y otros organismos competentes.

Adoptar un sistema de consorcio para la elaboración de los datos. Varios encuestados manifestaron que, a su juicio, los recursos asignados al Programa ERF de la FAO se han dispersado demasiado en el intento de facilitar información sustantiva sobre las tendencias relativas a la calidad de los bosques, además de los datos básicos sobre la superficie forestal y las tasas de variación. Otra opción basada también en el establecimiento de un consorcio (que podría complementar o sustituir a la opción anterior) sería que la FAO contratara con otros órganos nacionales e internacionales la labor de analizar las repercusiones de los cambios en la superficie forestal. Entre las cuestiones que deberían analizarse figurarían la biomasa y los depósitos de carbono, la biodiversidad, la sostenibilidad de la ordenación forestal y las reservas y producción de madera. Además, se podría dar mayor prioridad que en anteriores evaluaciones a aspectos tales como la utilización y manejo de los bosques, la producción y comercio de productos forestales y la función socioeconómica de los bosques como fuente de empleo.

Muchas universidades, centros de investigación y otros grupos de todo el mundo ya se ocupan de recoger y analizar información relacionada con los bosques en los planos nacional, regional y mundial. Su contribución podría ser mucho más decisiva si se armonizaran sus empeños en torno a un programa de información forestal mundial convenido mancomunadamente. Dicho programa, sustentado con el mandato de la FAO, identificaría las necesidades prioritarias en materia de supervisión y evaluación para el próximo decenio y más allá, sobre la base del análisis de las necesidades de los usuarios y de la medida en que las iniciativas actuales satisfacen esas necesidades. La Comisión de las Naciones Unidas para Europa (CEPE) con sede en Ginebra, la Organización Internacional de las Madera Tropicales (OIMT) y el Centro Internacional de Investigación Forestal (CIFOR) figurarían entre los asociados naturales para esta labor.

Proponer el establecimiento de una organización mundial de seguimiento de los bosques. La alternativa a recurrir a órganos externos para recoger y elaborar datos sobre los bosques obtenidos por satélite y mediante otros procedimientos consistiría en promover la creación de una organización mundial especializada para el seguimiento de los bosques. La FAO ya ha propuesto un estudio forestal mundial que guarda ciertas similitudes con esa idea pero por el momento no ha sido posible conseguir el apoyo financiero necesario. La comunidad internacional tampoco ha llegado a un acuerdo para establecer un convenio forestal, que podría conferir a la FAO (si fuera designada como organización principal) el mandato de establecer un programa global de supervisión de los bosques del mundo.

En ausencia de un convenio forestal, otra estrategia estribaría en proponer la creación de una Organización Mundial de Seguimiento del Medio Ambiente en el seno de las Naciones Unidas, en la que cooperarían la FAO y otros organismos de las Naciones Unidas, posiblemente con otras organizaciones públicas y privadas ajenas al sistema. Ese organismo facilitaría gran parte de los datos básicos correspondientes a la superficie forestal y las tasas de variación que son necesarios para los informes de ERF. Ello permitiría a la FAO continuar la labor de cotejar las estimaciones de los recursos forestales presentadas por sus Estados Miembros y cooperar con un consorcio para añadir valor a sus datos básicos, tal como se ha indicado en la opción anterior.

La urgencia del cambio

Es esencial reconocer las demandas de los usuarios de la información sobre los bosques y la posibilidad de que otros órganos procuren atender esa demanda si se percibe que existe un «vacío en el mercado». La disponibilidad y calidad creciente de las imágenes por satélite está impulsando ya la realización de otros estudios forestales al margen del sistema de las Naciones Unidas. En el decenio de 1990, organismos tales como el Programa TREES del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea y el CMVC elaboraron estimaciones de la cubierta forestal mundial. Más recientemente, el PNUMA, en colaboración con el Servicio de Estudios Geológicos de los Estados Unidos, llevó a cabo un estudio estimativo de la superficie de bosques densos existente en el mundo y subrayó las diferencias con los resultados de la FAO (PNUMA, 2001). Ninguno de esos estudios puede compararse con la ERF en cuanto a la cobertura mundial, y el hecho de que utilizan metodologías diferentes significa que no es posible combinar los resultados regionales para proyectar una imagen a escala mundial. Por otra parte, tampoco tienen el mandato de facilitar la información nacional a una audiencia internacional. No obstante, estas deficiencias se podrían superar si existiera la voluntad internacional de elaborar un conjunto de datos mundiales coherente. Esto supone un desafío para la FAO con vistas a la próxima Evaluación de los recursos forestales mundiales. ¿Asumirá la Organización la iniciativa de intentar estructurar la comunidad mundial de supervisión forestal del futuro o permanecerá a la expectativa mientras se establecen sistemas alternativos de supervisión mundial de los bosques que podrían provocar confusión entre los usuarios que buscan datos convalidados sobre los bosques?

CONCLUSIONES

Los usuarios encuestados coincidieron en que el conocimiento sobre los bosques de que se dispone actualmente no colma las necesidades y que con mayores recursos, una colaboración más estrecha y una utilización más sistemática de las nuevas tecnologías se podrían conseguir mejores resultados. En opinión de la mayor parte de quienes respondieron a la encuesta, las iniciativas actuales de supervisión no cubren adecuadamente las necesidades cada vez más acuciantes de los responsables de las políticas y de los científicos en materia de información sobre la extensión mundial y la calidad de los recursos forestales. El patrimonio forestal mundial está reduciéndose en cantidad y -en algunos aspectos- en calidad, aun teniendo en cuenta que el conocimiento de la importancia de los productos forestales y los servicios ambientales es cada vez mayor. Nuevos acuerdos ambientales internacionales sustentarán o rechazarán la fiabilidad de los datos que soportan los objetivos nacionales y los compromisos para alcanzarlos.

La FAO, sus Estados Miembros y otras organizaciones interesadas pueden desarrollar conjuntamente nuevos instrumentos de acopio de información y de comunicación que aprovecharán los activos de la FAO y de sus redes y la ingente capacidad de la teledetección y de otras nuevas tecnologías. Para resolver los problemas que se han presentado de forma resumida en este artículo será necesario introducir algunos cambios. A la vista del creciente interés político y público en los bosques y de la existencia de nuevas tecnologías que permiten ofrecer más adecuadamente los datos sobre los recursos forestales con un costo asumible, la próxima ERF representa una oportunidad de mejora sin precedentes.

Bibliografía


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