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Séptimo congreso forestal mundial


Buenos aires 1972
Declaración
Oficiales del congreso

Buenos aires 1972

CADA CONGRESO FORESTAL MUNDIAL crea su propia imagen y atmósfera. Es grato pensar que la sensación de euforia dominante en el Séptimo Congreso Forestal Mundial ha de atribuirse a esos mismos buenos aires que dan su nombre a la capital de Argentina. En cuanto a la imagen, la reunión ha deparado una acogida estimulante y serena a las ideas y actitudes de los 2000 miembros y miembros asociados procedentes de más de 80 países. El notable número de asistentes es ya de por si un parabién categórico al país hospedarte.

Esas dos semanas de octubre de 1972 señalan la primera ocasión en que un congreso forestal de esa magnitud y complejidad se ha celebrado en un país de América Latina. También por vez primera esta excepcional asamblea de forestales de todo el mundo ha sido inaugurada por un Jefe de Estado. El 4 de octubre, el Presidente de Argentina, Teniente General Alejandro A. Lanusse, dio la bienvenida a los participantes diciendo que, para el pueblo argentino, era un motivo de legítimo orgullo poder recibir a tantos forestales de todas partes del planeta. Ha sido una grandiosa experiencia tanto para la República Argentina como para las repúblicas de América Latina. Al mismo tiempo, ha recaído sobre ellas la enorme responsabilidad de contribuir al adelanto de las múltiples materias que se incluyen en la silvicultura. Pero conga en que el mundo entero coseche los frutos de un acontecimiento tan importante.

Correspondió calurosamente a la bienvenida del Presidente el Director General de la FAO, Addeke H. Boerma, en nombre de la Organización y de todos los beneficiarios de la hospitalidad argentina. Portavoz entusiasta del - Congreso, el Dr. Boerma dijo que conciliar la explotación de los recursos forestales, a efectos de producción, con la ordenación en aras de la calidad del medio, plantea problemas que aún se está muy lejos de haber resuelto. Por importantes que sean las cuestiones del medio ambiente, no son más que una parte del panorama mundial. Los bosques aportan la materia prima para las industrias, contribuyen al comercio mundial y facilitan trabajo: de este modo son un accidente natural indispensable en el mapa del desarrollo económico y social. El equilibrio entre el desarrollo económico y la necesidad de aprovechar con sensatez los recursos naturales entraña graves decisiones políticas.

La primera fase del congreso de Buenos Aires se desarrolló en sesión plenaria para proporcionar los antecedentes y enfocar los posteriores debates en el seno de las comisiones técnicas sobre los distintos temas de interés para los participantes en el congreso. Siguió otra sesión plenaria que constituyó una oportunidad para la presentación del punto de vista latinoamericano en relación al tema general del congreso - los montes y el desarrollo económico y social. Tras un fin de semana de descanso, hubo una sesión plenaria última, cuyo debate dirigió un grupo representativo de cuestiones de política, en la que se examinaron las conclusiones de todas las sesiones anteriores, se modificaron los diversos informes a la luz de las criticas constructivas suscitadas por cada uno y se aprobó un proyecto de declaración que resumía los principales resultados del congreso en materia de política forestal.

Este número especial de Unasylva recoge los casos principales de! congreso y, más concretamente, las aportaciones que la FAO ha efectuado al mismo en virtud de un acuerdo de cooperación mutua entre esta Organización y Argentina cuando este país fue elegido por el Consejo de la FAO como país hospedarte. Dicho texto no sustituye en modo alguno a las actas oficiales del congreso, que serán publicadas por el Gobierno argentino. Hay que decir aquí que las aportaciones de la FAO hubieran servido de muy poco sin el apoyo, la imaginación y el firme pulso del presidente de la Comisión organizadora y presidente del congreso, Esteban H. Takacs, Subsecretario de Recursos Naturales Renovables del Ministerio de Agricultura de la Argentina. La ovación que el ingeniero Takacs recibió después de la nota de optimismo de su discurso en el último día del congreso, fue una prueba de la estima en que se le tiene y es de esperar que le compensara de sus infatigables actividades durante un período tan prolongado.

Antes de la clausura del congreso por el Ministro de Agricultura de Argentina, Ingeniero Ernesto Lanusse, el momento culminante fue la aprobación oficial de la declaración del congreso. Un congreso forestal mundial no es una reunión intergubernamental, sino una asamblea de particulares. Puede haber, y desde luego ha habido, muchas personas entre los participantes al congreso que, en su fuero interno, abrigaban reservas sobre tal o cual párrafo de la declaración, pero nadie estaba dispuesto a elevar sus reservas a una discrepancia obstinada. Los vastísimos objetivos de la política forestal expuestos en la declaración pueden considerarse, por consiguiente, comunes a todos los países, cualquiera que sea su organización política.

El Séptimo Congreso Forestal Mundial reconoció en su declaración la urgencia de que los gobiernos redefinan sus políticas forestales a la luz de nuevos conocimientos, nuevas preocupaciones y nuevas aspiraciones. Es un documento notable. ¿Quiere decir que los criterios forestales han cambiado únicamente durante el congreso? Evidentemente no. Lo que quiere decir es que las presiones y controversias entre los que se han ocupado de cuestiones forestales durante el último decenio, más o menos, sobre temas tales como los sucedáneos de la madera como materia prima, los bosques artificiales y naturales, la función de la empresa privada, el futuro de las selvas tropicales húmedas, la repercusión de los cambios tecnológicos y de los progresos de las ciencias administrativas, los problemas del ambiente y las responsabilidades sociales de los forestales, el contenido de la enseñanza forestal, las prioridades de investigación y demás, han inducido en considerable medida a un examen de conciencia y a una revisión de la condición y de las obligaciones forestales.

Todo esto ha puesto mucho más de relieve el problema del futuro y las nuevas tareas que habrá que afrontar, a la vez que ha hecho reconocer la necesidad de estudiarlas de nuevo. Los vientos de transformación que soplan en el mundo han imbuido una nueva mentalidad, y la declaración adoptada en Buenos Aires constituye una tentativa de dar forma a esa mentalidad. De esta guisa, es lícito decir que la repercusión del Séptimo Congreso Forestal Mundial se hará sentir por muchos años.

Ante un público que llenaba el atrio principal del Centro Cultural General San Martín en el corazón de Buenos Aires, el Presidente de la República Argentina, General Alejandro A. Lanusse, inauguró oficialmente el Séptimo Congreso Forestal Mundial el 4 de octubre de 1972. En nombre del pueblo y del Gobierno de Argentina, dio la bienvenida a los participantes que se hablan desplazado de todo el mundo a este congreso, que es el primero de esta índole que se celebra en un país de América Latina. A continuación, aprovechó la oportunidad para anunciar la decisión del gobierno de crear un Fondo Forestal Nacional, que incorporará los sectores público y privado, como el procedimiento más eficaz para ampliar rápidamente el progreso forestal en Argentina.

Al dar las gracias al Presidente en nombre de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas y de la FAO representados en el congreso, el Director General de la FAO, Addeke H. Boerma, manifestó que el congreso iba a representar el comienzo de una nueva era en la política, forestal, fuertemente influida por las prioridades sociales. En esta opinión concurrió también Esteban A. Takacs, Subsecretario de Recursos Naturales Renovables del Ministerio de Agricultura de Argentina y Presidente del Comité Nacional de Organización, al ser elegido por unanimidad Presidente del Congreso.

Séptimo Congreso Forestal Mundial

Declaración

El Séptimo Congreso Forestal Mundial se ha reunido en Buenos Aires, Argentina, del 4 al 18 de octubre de 1972. Por primera vez se ha celebrado un congreso forestal mundial en América Latina, donde el tiempo y el lugar se han adaptado especialmente al tema elegido: «El bosque y el desarrollo socioeconómico».

Los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre del mundo. Se sabe que desempeñan un papel decisivo, aún no suficientemente cuantificado, en la biosfera.

La historia del hombre es la de su lucha por conquistar la naturaleza, una lucha que le ha conducido a elaborar tecnologías cada vez más complejas y nuevas formas de organización social. Usuario del bosque durante milenios, el hombre ha adquirido solamente en los tiempos modernos una comprensión de las múltiples contribuciones que aquél y las zonas silvestres aportan a su bienestar.

Los productos del bosque se usan en todas las esferas de las actividades humanas; contribuyen, pues, en forma decisiva al crecimiento económico. Los bosques contrarrestan la erosión, protegen la agricultura, pallan las consecuencias de las inundaciones, aseguran la existencia de aguas límpidas. Reducen la contaminación, proporcionan lugares de recreación y entretenimiento, protegen la vida silvestre y constituyen una importante defensa contra el deterioro del ambiente.

El congreso ha examinado muchas facetas del desafío de nuestro tiempos: cómo acelerar el progreso económico y social, al tiempo que se mantiene o mejora el medio, reconociendo que la aspiración a elevar los niveles de vida con frecuencia se expresa en formas que amenazan ese medio.

El congreso no es un órgano competente para juzgar los objetivos políticos, económicos y sociales de los gobiernos. No obstante, en su calidad de asamblea extraordinaria ampliamente representativa de muchos países y de muchas esferas de la vida interesadas en el bosque - uno de los principales recursos renovables del mundo en relación con el futuro de la humanidad -´hace este llamamiento animado por un profundo sentido de responsabilidad.

El congreso cree que el Plan de Acción formulado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, influirá en la evolución de la silvicultura en todo el mundo en los próximos años. Reconociendo que las políticas forestales vigentes en muchos países no están en concordancia con los nuevos conocimientos, las nuevas preocupaciones y aspiraciones, el congreso considera que es ahora urgente volver a definir las políticas forestales en función de esas nuevas circunstancias. El congreso cree firmemente que, sean cuales fueren los objetivos políticos, la forma de organización económica y el sistema actual de tenencia de tierras forestales, es responsabilidad de los gobiernos el planear la afluencia ininterrumpida de los bienes y servicios productivos, protectores y sociales de los bosques, garantizando que la producción física y los beneficios ambientales de los bosques se pongan a la disposición del bienestar general de sus pueblos ahora y para siempre. Puesto que vivimos en un mismo mundo, y los recursos forestales están desigualmente distribuidos, los planes y políticas nacionales deberían tener en cuenta el contexto internacional.

El congreso ha observado con preocupación que la brecha entre las naciones desarrolladas y en desarrollo se sigue ensanchando. Algunos de los recursos forestales más importantes del mundo se hallan en países donde el desarrollo económico y social se encuentra retrasado. Por encima de las consideraciones relativas a la justicia social, el hecho de que estos recursos son de importancia mundial requiere un esfuerzo mucho más intenso de parte de los países menos desarrollados y que se les preste ayuda para lograr el desarrollo y la ordenación adecuada de sus recursos forestales, a fin de que estos recursos puedan contribuir simultáneamente a elevar los niveles de vida de sus pueblos y proveer a la creciente necesidad del mundo de productos forestales.

En particular, ello requiere una apreciable intensificación de la investigación la que, además, debe ser realizada en los países en desarrollo, en ciertos sectores clave que plantean problemas. Estos incluyen el aprovechamiento integral de bosques heterogéneos; la regeneración y el tratamiento naturales de bosques tropicales; selección de especies y técnicas de plantación para los bosques artificiales en una variada gama de condiciones ecológicas; la adaptación de tecnologías para acelerar la elaboración y los usos locales; el papel que desempeñen los bosques en rehabilitar las tierras marginales y en detener la conversión de tierras feraces en yermas; las influencias ambientales, globales y locales del bosque; y la contribución de la ordenación de la vida silvestre.

El congreso estima que, habida cuenta de la creciente complejidad de los conocimientos requeridos para adoptar decisiones acertadas en materia de silvicultura, los recursos destinados actualmente a la investigación en las ciencias físicas y sociales pertinentes a la silvicultura son todavía insuficientes. Mayor preocupación ocasiona, sin embargo, el hecho de que resultan actualmente inadecuadas las medidas adoptadas para la transmisión de conocimientos, incluyendo la comunicación de los resultados de la investigación a los encargados de la formulación de las políticas y a los administradores. El congreso insta a todos los organismos de investigación forestal y a las administraciones forestales a que concedan alta prioridad a la tarea de lograr que los nuevos conocimientos sean incorporados sin demora en las actividades y prácticas forestales.

El congreso reconoce que, para que los bosques contribuyan en mayor medida al progreso socioeconómico, debe aumentar la participación de los países en desarrollo en el comercio internacional, lo que requerirá mejores condiciones de intercambio.

El congreso observó que algunos de los principales obstáculos que se oponen al desarrollo de la silvicultura actual son institucionales: el nivel y la estructura de los servicios forestales, la legislación forestal y los órganos dedicados a la educación, la investigación y la divulgación. Es necesario fortalecer y adaptar las instituciones forestales a la luz de las demandas cambiantes sobre el sector forestal, a fin de permitirles contribuir plenamente al entendimiento político y al desarrollo económico y social.

El congreso analizó con espíritu crítico la situación y las responsabilidades de la profesión forestal. Los forestales han sido los precursores en la lucha por conservar y utilizar racionalmente los recursos renovables. Teniendo en cuenta su competencia para la ordenación polivalente del bosque, los forestales - hombres y mujeres - observan con satisfacción la creciente preocupación tanto por la calidad del medio como por la necesidad de una ordenación adecuada de los recursos renovables del mundo. Los forestales reconocen que la silvicultura se ocupa no de los árboles sino de cómo los árboles pueden servir al pueblo.

Este congreso declara que el forestal, siendo un ciudadano además de un profesional, tiene la clara obligación y responsabilidad de asegurar que sus opiniones fundadas sean oídas y comprendidas en todos los niveles sociales.

Su lealtad no está comprometida con el recurso sino con la ordenación racional de ese recurso, en el interés a largo plazo de la comunidad. Con tal fin, es necesario ampliar la educación forestal, dedicando mayor atención que hasta el presente a las disciplinas que contribuyen a la comprensión y al ejercicio de la responsabilidad social de los forestales.

Por último, este congreso no comparte las opiniones de los profetas de la desolación. Reconoce que el mundo necesitará una corriente siempre creciente de bienes y servicios forestales. Tiene plena confianza en que podrán satisfacerse esas necesidades mediante la ordenación racional y la valorización de los bosques existentes y con la creación de nuevos bosques artificiales.

También conga en la capacidad de los gobiernos y los pueblos del mundo para cumplir esta tarea conjuntamente con la de asegurar no sólo que la calidad del medio será mantenida sino realzada. Los miembros de este congreso se comprometen unánimemente a brindar su desinteresado aporte a estas metas.

Oficiales del congreso

Presidentes honorarios:
RICHARD E. MCARDLE (Estados Unidos)
F. ORTUÑO MEDINA (España)

Presidente:
E.A. TAKACS (Argentina)

Copresidentes:
C.E. THIBAU (Brasil)
J. TOHA (Chile)
A. CALDEVILLA (Uruguay)

Vicepresidentes:
E. R. MEAGHER (Australia)
I. GROUEV (Bulgaria)
LIANG CHANG-WU (China)
J. TORO (Costa de Marfil)
J. PONCE DIAZ (Cuba)

Vicepresidentes (cont:):
L. MRUZIK (Checoslovaquia)
Y. BÉTOLAUD (Francia)
S. FLANAGAN (Irlanda)
S. FUKUDA (Japón)
W. BARTOSZEWICZ (Polonia)
SOR SONG (Rep. Khmer)
M. SUDER (Rumania)
LORD TAYLOR (Reino Unido)
J.R. MCGUIRE (Estados Unidos)
G.I. VOROBIOV (U.R.S.S.)
Secretario general:
J.J.M. GARCÍA (Argentina)

Secretario general adjunto:
L. GIMÉNEZ-QUINTANA (FAO)


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