CFS:2003/INF/13


COMITÉ DE SEGURIDAD ALIMENTARIA MUNDIAL

29º período de sesiones

Roma, 12-16 de mayo de 2003

DECLARACIÓN DEL DIRECTOR GENERAL

 

Excelentísimo Señor Don Eligio Jáquez, Secretario de Estado de Agricultura y Representante del Excmo. Sr. Don Hipólito Mejía, Presidente de la República Dominicana
Sr. Presidente del Comité
Distinguidos delegados y observadores
Excelencias
Señoras y señores:

    Me complace darles la bienvenida a Roma al 29º período de sesiones del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que es el foro principal del sistema de las Naciones Unidas para cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria. Es para mí un gran placer recibir al Excelentísimo Señor Don Eligio Jáquez, Secretario de Estado de Agricultura y Representante del Excelentísimo Hipólito Mejía, Presidente de la República Dominicana, quien por motivos de salud no ha podido finalmente estar con nosotros esta mañana. Sabemos de la importancia que el Presidente Mejía y su Gobierno atribuyen al desarrollo agrícola en los planos nacional e internacional y de su compromiso para lograr que todos los ciudadanos del mundo se liberen del hambre.

    El Comité se reúne por primera vez después de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, celebrada en junio del año pasado. Los ilustres miembros del Comité recordarán que los Jefes de Estado y de Gobierno que asistieron a esta importante reunión internacional reiteraron el derecho de todo ser humano a tener acceso a una alimentación inocua y nutritiva. Reconocieron la urgente necesidad de intensificar los esfuerzos de todos los copartícipes interesados en una alianza internacional contra el hambre y destacaron que era preciso invertir la tendencia a la disminución de los recursos destinados a la agricultura, a fin de lograr los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996.

    El problema del hambre y la pobreza sigue siendo uno de los retos más apremiantes y extraordinarios de nuestro tiempo. Aparte de causar evidentes dolores y sufrimientos, el hambre y la pobreza ensombrecen también el futuro de los miembros pobres de la sociedad. El hambre extrema constituye una traba social que desafía todos los esfuerzos de un individuo y de una sociedad por mejorar económica y socialmente:

    Cuando el hambre se manifiesta en gran escala, con una proporción importante de la población insuficientemente alimentada, como sucede en muchos países, constituye un serio reto a los objetivos mismos del desarrollo y al logro de la reducción de la pobreza. El hambre y sus consecuencias no sólo son moral y éticamente inaceptables, sino que entrañan asimismo un elevado costo social y económico para las naciones que la sufren. Además, la desesperanza y la rabia que el hambre y la pobreza generan pueden constituir un caldo de cultivo para la violencia y la delincuencia.

    Este Comité, abierto no sólo a todos los Estados Miembros de la FAO sino también a todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas, con la seguridad alimentaria, ocupa un lugar destacado en la lucha contra el hambre y la pobreza. De hecho, desde que entró en funciones después de la Conferencia Mundial de la Alimentación de 1974, el Comité ha hecho aportaciones importantes. El Comité ha desempeñado una función esencial en la elaboración de enfoques conceptuales y prácticos fundamentales para superar la inseguridad alimentaria. Hoy, el conocimiento de su naturaleza y sus causas es más profundo que nunca antes. El Comité ha contribuido asimismo de manera sustancial a la creación de una amplia comprensión internacional del problema del hambre y a llevarlo al primer plano de la agenda internacional.

    Como foro del sistema de las Naciones Unidas para cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria, este Comité rinde periódicamente informes al Consejo Económico y Social (ECOSOC) de las Naciones Unidas, y la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 le encomendó la responsabilidad de seguir de cerca la aplicación del Plan de Acción de la CMA. En este contexto, en marzo de 1999, el ECOSOC formuló una petición específica para que el CSA le presente cada cuatro años, a partir de 1999, un informe sobre los progresos realizados en la aplicación del Plan de Acción de la CMA. En consecuencia, el Comité, en su 25º período de sesiones, presentó su primer informe al ECOSOC por conducto del Consejo de la FAO. En el presente período de sesiones, el Comité tiene ante sí, para su examen y aprobación, su segundo informe (CFS: 2003/LIM/1) para presentarlo al ECOSOC.

    Este año, el ECOSOC ha elegido, de manera oportuna, “La promoción de un enfoque integrado del desarrollo rural en los países en desarrollo para la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible” como tema para el segmento de alto nivel de su período de sesiones sustantivo, que se celebrará en Ginebra del 30 de junio al 2 de julio de 2003.

Excelencias, Señoras y señores:

    Pese a una amplia conciencia del problema, el progreso hacia el logro del principal objetivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación, de reducir a la mitad el número de personas subnutridas para 2015, sigue siendo decepcionantemente lento. Lamento tener que señalar que las últimas estimaciones de la FAO, basadas en datos correspondientes a los años 1998-2000, ponen de manifiesto que la reducción del número de personas subnutridas prácticamente se ha detenido. El número mundial de personas que no tienen acceso a suficientes alimentos nutritivos e inocuos se estima actualmente en 840 millones, de los cuales 11 millones en países industrializados, 30 millones en países en transición y 799 millones en países en desarrollo.

    Estas últimas cifras muestran una disminución de sólo 20 millones de personas en los países en desarrollo, lo que significa una reducción anual de sólo 2,5 millones desde 1990-92. Esta cifra es muy inferior al ritmo necesario para alcanzar la meta de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. La reducción anual del número de personas subnutridas en los países en desarrollo tiene que aumentar a 24 millones al año, casi diez veces la cifra actual. De no lograrlo, la meta de reducir a la mitad el número de personas subnutridas sólo se alcanzará en el año 2150.

    En muchos casos la causa de la prevalencia de un hambre generalizada en los países en desarrollo es de carácter estructural: desigualdad de los ingresos; falta de acceso a recursos, al empleo, los ingresos y los mercados; falta de un entorno normativo propicio, de estrategias adecuadas y de programas eficaces; impacto del peso de la deuda. El resultado de ello es a menudo un crecimiento agrícola y económico lento. A estoss problemas estructurales se añaden las catástrofes, tanto naturales como provocadas por el hombre, que están afectando de hecho a los resultados de numerosos países en lo que respecta a la reducción de la inseguridad alimentaria y la pobreza.

    Las catástrofes agravan la inseguridad alimentaria. Aparte de las consecuencias inmediatas de pérdidas de vidas humanas, sufrimientos y destrucción de bienes, el aumento del número y la envergadura de tales catástrofes naturales o provocadas por el hombre está teniendo repercusiones sociales, económicas y ambientales adversas a largo plazo. Las catástrofes naturales pueden afectar a todos los países, pero sus repercusiones a largo plazo son especialmente graves cuando afectan a personas que ya sufren de hambre y malnutrición crónicas.

    Los conflictos en países del África subsahariana provocaron entre 1970 y 1997 pérdidas por casi 52.000 millones de dólares EE.UU. en productos agropecuarios, una cifra que equivale al 75 por ciento de toda la asistencia oficial para el desarrollo recibida por los países afectados por conflictos durante ese período. Las pérdidas estimadas de producción agrícola de todos los países en desarrollo ascendieron a una media de 4.300 millones de dólares EE.UU. al año, cifra que habría bastado para poder elevar a los niveles mínimos requeridos el consumo alimentario de 330 millones de personas hambrientas.

    Actualmente, unos 39 países se enfrentan a situaciones de emergencia excepcionales, y se estima que 67 millones de personas necesitan ayuda alimentaria. Sólo en el África austral, una grave sequía ha reducido sustancialmente la producción de alimentos, afectando ano menos de 14 millones de personas, lo que indica un significativo deterioro de la seguridad alimentaria en comparación con el año anterior. En el África oriental, particularmente en Eritrea y Etiopía, más de 13 millones de personas sufren fuertes escaseces del suministro de alimentos igualmente a causa de la sequía.

    Por lo general, las familias pobres sufren más las situaciones de catástrofe, no sólo porque viven en zonas marginales directamente expuestas a potenciales riesgos ambientales, sino también porque tienen menos capacidad de hacer frente a la situación. Cuando se producen tales catástrofes, las familias pobres se ven obligadas a vender los pocos bienes que poseen para poder atender a sus necesidades inmediatas, incluyendo los alimentos, con lo que corren el peligro de intensificar su pobreza y su desnutrición durante un largo período de tiempo. Por este motivo, ocurrida la catástrofe, es especialmente necesario adoptar medidas rápidas para que los pobres puedan recuperar sus activos de capital y su capacidad de valerse por sus propios medios.

    Otro problema social importante que está agravando ulteriormente la situación de inseguridad alimentaria de los pobres es la alarmante difusión del VIH/SIDA en muchos países, especialmente en África. El VIH/SIDA, que en otros tiempos era un problema en gran parte urbano, se ha extendido a las zonas rurales de los países en desarrollo, desolando a miles de comunidades campesinas y dejando sobrevivientes empobrecidos apenas capaces de alimentarse. La enfermedad ya no es sólo un problema sanitario, sino que tiene repercusiones devastadoras en la producción de alimentos, la seguridad alimentaria de las familias y la capacidad de las poblaciones rurales para obtener un medio de vida.

Excelencias, Señoras y señores:

    Los problemas que obstaculizan el logro del objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación son abrumadores, pero todavía se pueden superar.

    Una gran esperanza de lograr la meta de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad el número de personas subnutridas y, en el mismo sentido, la meta de reducir a la mitad el hambre como parte de los objetivos de desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, es la existencia de una fuerte solidaridad y un firme compromiso a nivel internacional y nacional para abordar el problema de la inseguridad alimentaria y la pobreza. La Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 y la CMA:cad de 2002 renovaron el compromiso mundial de reducir a la mitad el número de personas hambrientas en el mundo para 2015. El compromiso asumido en la Cumbre del Milenio de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Conferencia Internacional sobre la Financiación del Desarrollo y, más recientemente, la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible, es también alentador.

    Tengo la esperanza de que las manifestaciones internacionales de solidaridad y compromiso no se queden en simple retórica.

    Un factor esperanzador es el éxito que han logrado algunos países en la reducción del hambre. China ha disminuido el número de personas subnutridas en 74 millones desde 1990-92. Indonesia, Viet Nam, Tailandia, Nigeria, Ghana y Perú han logrado igualmente reducir de manera considerable el número de personas subnutridas.

    El Gobierno del Brasil se ha fijado la meta de erradicar el hambre en un plazo de cuatro años, por medio del Programa Hambre Cero (“Projeto Fome Zero”), destinado a las familias más vulnerables. El Presidente Lula da Silva ha declarado que “la lucha contra el hambre en todo el mundo sólo puede librarse verdaderamente cuando el hambre pasa a ser un problema político, cuando las personas hambrientas empiezan a conseguir que los políticos se preocupen de ello”. Permítanme decir éste es un ejemplo que debe ser imitado por los gobiernos en otros países.

    No tenemos excusas para demorar la acción. No podemos decir que no sabemos lo que se debe hace para luchar contra el hambre y la pobreza. Las tecnologías inmediatamente utilizables para aumentar la producción de alimentos y de productos agrícolas en diferentes sistemas agroecológicos están ampliamente a disposición. El Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación ha establecido un itinerario preciso para reducir y con el tiempo eliminar el hambre. El Programa contra el Hambre, que figura en el orden del día del presente período de sesiones, ha indicado medidas y medios prácticos para facilitar la aplicación del Plan de Acción de la Cumbre. Preconiza un doble enfoque que aúna la asistencia inmediata a los más necesitados y a los hambrientos con inversiones a más largo plazo en el desarrollo agrícola y rural en los países que más afrontan un hambre crónica. Y muestra que la financiación de inversiones adicionales es realista y factible si los países desarrollados y en desarrollo comparten la carga de manera adecuada.

    Lo que se necesita, sobre todo, es un compromiso político, especialmente a nivel nacional, para dar al problema la prioridad que merece, apoyado por una fuerte y dinámica Alianza Internacional contra el Hambre en la que participen organizaciones internacionales, donantes bilaterales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado.

    Permítanme por lo demás subrayar que, aunque la responsabilidad de erradicar del hambre y garantizar el derecho de los ciudadanos a la alimentación sigue recayendo principalmente en los gobiernos nacionales, es también importante que la asistencia y el apoyo internacionales se basen en planes y estrategias nacionales. El apoyo y la asistencia internacionales deben propiciar iniciativas nacionales, y no al contrario. Ese enfoque coherente y coordinado puede ciertamente acelerar el logro del objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de reducir a la mitad el número de personas subnutridas para el año 2015.

    Muchas gracias por su amable atención.