FAO en Argentina

El amor de Graciela por sus gallinas: clave del éxito para una granja sostenible

06/10/2016

El amor con el que Graciela Rincón cuida a sus gallinas se podría equiparar al de una mamá hacia sus hijos. A sus 63 años, esta productora avícola trabaja en la Marca, una granja que construyó desde cero junto a su marido en El Pato de Berazategui (provincia de Buenos Aires).

Graciela adora su trabajo y siente la satisfacción de trabajar en lo que le hace feliz. Sin embargo, reconoce que la granja es muy sacrificada. En su día a día enfrenta dificultades que, a menudo, ponen en riesgo la estabilidad de la producción de huevos y la salud de sus gallinas. En esta entrevista, Graciela explica todas las problemáticas que sufren y el éxito de un proyecto impulsado con entusiasmo, sacrificio y honestidad.

¿Cuándo surgió la idea de crear la granja?

Todo empezó en 1996 cuando mi esposo se quedó solo para construir los galpones y después trajo las pollas. Yo vivía con mi hijo David en Berazategui y mi hija estaba en la facultad. Tenía miedo de dejarlos y me quedé con mi hijo mientras mi esposo trabajaba acá. Habíamos escogido el Pato como lugar de descanso, nos enamoramos de este lugar.

Antes de llegar a El Pato, ¿en qué trabajabas?

Trabajé a los 15 años en una fábrica de paraguas, antes trabajaban los menores y te daban una libreta. Anteriormente teníamos un autoservicio pero en la época de Alfonsín, venían y te golpeaban, te sacaban la mercadería. Pasé mucho miedo porque tuvimos muchos robos. Me apuntaron muchas veces con un revólver y me pegaron. Estaba saturada de esta situación.

¿Entonces decidisteis venir acá por la inseguridad que se vivía?

En parte sí. Nunca olvidaré el Día de la Virgen, cuando entraron tres sujetos y me golpearon. Mi esposo no sabía nada, pero una clienta fue a avisarle a la fiambrería que me estaban asaltando en nuestro negocio "Ringo". Uno de los asaltantes me golpeó con el revólver en la cabeza, y el otro en la espalda, pidiéndome las llaves para sacarme la plata. Desde ese momento quedé muy estenuada y le dije a mi marido que estaba muy enferma y no quería seguir viviendo allí.

Fuiste muy valiente Graciela. ¿Quién te enseñó a llevar una granja?

Hicimos poco a poco los galpones con mi esposo, con pocas pollitas. No sabíamos cómo comenzar. Nadie nos enseñó, fuimos preguntando a otras personas que tenían animales y fuimos aprendiendo a tropezones y lo hicimos con mucho amor.

¿Te gusta el trabajo en la granja?

Sí, y si hubiera sabido antes que me gustaría tanto, hubiera venido antes. Es muy lindo pero muy sacrificado. Cuando quiero ir a ver a mis nietos no puedo porque alguien tiene que quedarse atendiendo a las gallinas. Si sale mi marido, me tengo que quedar yo. Yo sabía manejar pero lo dejé y ahora tengo que decirle a mi marido que me lleve al pueblo para ver a mis nietos, mi cuñada y mi mamá, que tiene 83 años.

¿Cómo es trabajar con tu esposo?

Mi esposo me enseñó todo, aprendí mucho con él. Le conocí a los 15 años, llevamos 42 años de casados.

¿Qué problemas tenéis hoy en día a la hora de producir?

La situación no es muy buena para nadie. Hoy, por ejemplo, no tenemos luz. Si tenemos es porque compramos el grupo electrógeno pero para eso gastamos nafta. Las gallinas no pueden tomar agua si no hay luz; si no tienen luz, no pueden comer; si no comen, no ponen huevitos, y entonces, perdemos plata.

¿Cuáles son tus tareas en la granja?

Me levanto a las 6 am, hago el desayuno para mí y mi esposo, a veces también para mi hijo. Hay que prender la bomba cada tres horas para que tengan agua los galpones. Voy al galpón, miro que las gallinas estén bien, les doy de comer, se les vacuna una por una y sacamos los huevos. Es bastante sacrificado. Al mediodía no cocino, hacemos trabajo corrido.

¿A qué hora acabás tu jornada laboral?

Alrededor de las 19.30-20.00 terminamos y cenamos. A veces tomamos un café con leche para cenar. Me gusta mirar la tele o películas. Hacemos lo mismo hasta el domingo, el día en qué trabajamos más porque sacamos los huevos, hacemos repasada de comida a las gallinas. Los tanques nunca se pueden quedar vacíos. Si las mangueras tiene aire, en invierno no pasa nada, pero en verano, si no toman agua, los animales se mueren.

¿Cuántas personas trabajan en la granja?

Mi marido y yo, pero tenemos un chico que nos ayuda. Hoy lunes vino a la granja. Todo lo hacemos a mano. No tenemos un carro para el comedero, así que corremos con un tarrito de durazno y yo llevo un tacho que pesa 13 kilos para ir dándole la comidita a las gallinas. Si es lunes y estamos solos, terminamos a las 11 de darles de comer. Juntar los huevos lleva tiempo, seleccionando distintos tamaños: numero 1, 2, 3 o súper. Después hay que recorrer, ver que no hay ninguna muerta, cuando la gallina pone el huevo, se asoma, pero algunas la picotean y entonces nos toca hacer enfermería. Hay que mirarles la cresta, si tienen el ojo hinchado... a veces se enferman. Solo mirándolas me doy cuenta.

¿Qué problemas que habéis tenido en El Pato?

En 2001 tuvimos un tornado. Se cayeron árboles, el galpón... Nunca había visto un tornado. Teniamos pollitas chiquitas de pocas semanas; trabajábamos para otro señor. Nos preocupábamos por las gallinas que le recriábamos, pero él no vino ni a ver si sus pollitas estaban bien. Mis gallinas estaban aplastadas y muertas. Fue un desastre. Del gobierno nadie asomó la cabeza para ayudarnos. Unos amigos de mi hijo vinieron a ayudarnos, pero estuvimos mucho tiempo con los arboles tirados.

¿Y cortes de luz habéis sufrido alguna vez?

Sí, en el sur nos cortan siempre la luz y perdemos mucho. ¡Es nuestro trabajo! Cada gallina que se muere es dinero que perdemos, tiempo que no podemos producir. Si se muere una gallina, es un huevo perdido cada día. Siempre que nos pasa algo, no tenemos el respaldo de nadie, solo el nuestro. Una vez casi nos fundimos porque le agarró una enfermedad a las gallinas y los medicamentos son muy caros, porque son importados. Además las pollitas tienen que comer otra comida, como la mamá que le da la teta al bebé. Las gallinas son iguales, primero comen un alimento y cuando van creciendo, ellas tardan 4-5 meses en poner huevos, mientras tanto, no tenemos beneficios.

¿La accesibilidad a El Pato es buena? ¿Cómo es el estado de los caminos?

No es muy buena, siempre arreglamos la calle con mi esposo. La gente del fondo que tiene flores, que son de Paraguay, nos ayudan. Primero empezamos nosotros hasta nuestro lugar de entrada. Antes teníamos que traer todo en carretilla pero gracias al nuevo camino, ahora el bostero puede entrar. Antes cuando llovía mucho pasaban días sin venir. Ahora puede entrar el camión en los silos.

¿Te gusta tu trabajo?

Sí, soy feliz, el trabajo es lindo pero te deja agotada. Cuando estoy cansada me dan ganas de llorar y decir me voy... pero me siento bien haciéndolo.

¿Qué porvenir deseaste siempre para tus hijos?

Que estudiaran y fueran a la universidad. Mi hija estudió ingeniería agrónoma, pero no terminó la carrera porque se puso de novios. Le faltan pocas materias para recibirse. Le digo que nunca es tarde. Mi otro hijo, David estudió para locutor. Los chicos tienen que trabajar, aprender y ganarse su platita, para que nadie les tenga que dar nada. Lamentablemente cuando me casé mis padres no me dieron nada, pero mis hijos tuvieron la suerte de poder estudiar.

¿Cuántas gallinas cuidáis?

Tenemos 7.000 gallinas. Las cuidamos con mi esposo y mi hijo. Un chico nos ayuda de vez en cuando. Somos pequeños pero siempre queremos tenerlo todo bien, acá vienen los inspectores.

¿Cómo definirías tu relación con las gallinas?

Mis gallinas me conocen. Estuve enferma con gripe dos días, me coloqué los anteojos y ¡mis gallinas no me reconocían! Me conocen sin anteojos y de color oscuro. Una vez aparecí con lunares y no me reconocían.

¡Se podría decir que las gallinas son sabias!

Sí, muy sabias y las quiero mucho. Si vos sos mamá, fijate en las gallinas, son como una mamá, te da la producción, con ese huevo nosotros vivimos, podemos comprar cosas y pagar. Nosotros preferimos no comprar algo pero que al animal no le falta comida. Al tener animales, mi bosta va para las otras chicas de la quinta que tienen tomates, verduras... Todo lo que ustedes comen salen del abono de nuestras gallinas.

A la cabeza de la cría de las gallinas, como mujer ¿crees que tenés una sensibilidad especial?

Como mujer puedo atender a mis hijos, mi esposo, mi nieto, al perro, caballo, las palomas, a mis gallinas... Ellas me dan hoy de comer y las cuido como si fueran parte mía. Quiero que todas las personas quieran a los animales. Mis gallinas me dan mucho, las quiero y me gusta el trabajo que estoy haciendo. Soy muy feliz acá. Me gusta este lugar, a veces mi marido me dice no vayas, pero tengo que ir a ver si les pasa algo, como cuando tu nene tiene fiebre.

¿Qué mejoras le pides a los políticos? ¿Qué es lo que más te molesta en El Pato?

No quiero que me regalen nada. Somos honestos, solo quiero que me den trabajo y luz. No estamos en el año de mi abuela. Esta zona se está haciendo zona de country pero es zona rural. El otro día se me murió mi caballo y vi a un hombre que le tiraba cascote al ostero. Si la gente nueva quiere venir a vivir a acá, que venga, pero que dejen en paz a los animales.

¿La gente respeta a las mujeres rurales?

Las personas a veces son crueles con las mujeres. Yo he trabajado acá y en el autoservicio,y veo mujeres que son muy discriminadas porque son de piel oscura, chuecas, petisas, porque les falta un diente... Las mujeres sabemos trabajar pero nos tienen que dejar tranquilas. Que el gobierno nos ayude, que no nos abandonen.

Fotografìa: ©Sofìa Nicolini Llosa

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