FAO en Cuba

La acuicultura es clave para incrementar la disponibilidad de alimentos en América Latina.

22/01/2018

Por Alejandro Flores Nava, Oficial de Pesca y Acuicultura de FAO para América Latina y el Caribe

América Latina presenta importantes asimetrías tanto en la producción de alimentos, como en sus niveles de sub y malnutrición. Con un reciente retroceso en los avances para erradicar el hambre, la región aloja a 34 millones de personas sub-alimentadas; de las cuales más de 6 millones son niños menores de 5 años. De igual forma, existen más de 134 millones de personas con problemas de sobrepeso derivadas de patrones alimentarios inadecuados.

Este contexto se da principalmente en países con balanza alimentaria deficitaria y en zonas donde los indicadores de pobreza son acentuados. Mientras que los países de América del Sur son exportadores netos de alimentos, fundamentalmente cereales y productos cárnicos; la sub-región Centroamericana depende parcialmente de la importación regular de alimentos crudos y procesados para cubrir las necesidades de una población que, en algunas micro-regiones, acusa altos niveles de desnutrición.

Paradójicamente, el potencial que ofrece América Latina en su conjunto para la producción acuícola es el mayor a escala global. En este contexto, América Central cuenta con condiciones ambientales y socio-económicas idóneas para el desarrollo acuícola. La presencia de diversos ecosistemas marino-costeros en los litorales Pacífico y Atlántico; vastas cuencas hidrográficas; una amplia diversidad de recursos hidrobiológicos y una diversidad climática que puede dar cabida a un considerable espectro de especies representan, en conjunto, un importante capital natural que, de desarrollarse de forma socialmente responsable y ambientalmente sostenible, puede significar la autosuficiencia alimentaria en las próximas décadas.

Es un hecho que la tasa de crecimiento de la acuicultura en América Latina ha mantenido uno de los ritmos más elevados a escala global (más del 9% anual promedio en las 2 últimas décadas), superando el crecimiento de cualquier otro sector primario productor de alimentos. No obstante, la producción acuícola regional, mayoritariamente se orienta a la exportación, por lo que la disponibilidad de pescados y mariscos y consecuentemente su consumo, son aún muy limitados en la geografía regional y esto es particularmente preocupante en comunidades rurales con alta incidencia de sub-nutrición, obesidad o con efectos sinérgicos de ambos problemas (doble carga nutricional).

Evidencias empíricas recientes, sugieren que la condición nutricional de poblaciones indígenas de zonas litorales, independientemente de su nivel de pobreza general, es significativamente superior al de sus contrapartes de territorios serranos o alejados de ecosistemas acuáticos, lo que supone que es el acceso a proteína de pescado, el factor que explica esta condición.

Más allá de la importancia de la acuicultura para la exportación y su impulso a las economías de las comunidades donde las empresas acuícolas se ubican, la acuicultura debe también ser parte fundamental de las acciones promovidas para incrementar la disponibilidad y el acceso de alimentos  de alta calidad nutricional, en las políticas nacionales para la erradicación del hambre y la malnutrición en las poblaciones más vulnerables.

Existen especies y sistemas de cultivo que se adaptan a los sistemas de producción tradicionales de los agricultores familiares y que han sido validados con éxito en países de la región; tales como la agro-acuicultura (integración productiva de cultivos agrícolas, pecuarios y acuícolas); la acuaponia (cultivos acuícolas y agrícolas que comparten un mismo medio de cultivo y nutrientes) y estanques acuícolas en espacios productivos de la agricultura familiar que aprovechan sus residuos orgánicos como fertilizantes.

Es indispensable promover y facilitar la expansión acuícola, para enfrentar los desafíos que representan producir más alimentos de calidad en la región.