FAO en Cuba

Agendas comunes para un presente compartido y un futuro sostenible

Foto: Anabel Díaz/Periódico Granma
17/03/2016

La gestión de la Organización de las Nacio­nes Uni­das para la Alimentación y la Agricultu­ra (FAO) ante los retos meridianos que a ella im­pone la nueva Agenda de Desarrollo Sos­te­nible y los más acuciantes para América Latina y el Ca­ribe, devinieron este miércoles plato fuerte de la sesión matutina del III Taller In­ter­na­cional so­bre conservación, ca­racterización y me­jora de re­cur­sos zoogenéticos, con sede en La Habana.

Ese evento se incluye en el programa del V Con­greso Internacional sobre Mejoramiento Animal y el tema que abrió los debates la víspera fue la conferencia magistral impartida por el doctor Tito Díaz, coor­dinador subregional de la FAO para Me­soa­mérica y además, secretario de la Conferencia Regional de esa agencia de la ONU para Amé­rica Latina y el Caribe. Con él Granma intercambió preocupaciones y propuestas co­mu­nes en torno a un futuro soste­nible.

“El rol fundamental de la FAO es apoyar a los países, en este caso a los de América Latina y el Caribe, para poder cumplir los Objetivos de De­sarrollo Sostenible (ODS) que los Estados miembros de la ONU han definido hasta el año 2030.

“Especialmente hay temas muy relacionados con el mandato de la FAO. Nosotros tenemos una acción de liderazgo importante en el ODS 2, inherente al Hambre Cero, es decir, a los temas de seguridad alimentaria y nutricional, que son fundamentales. En el área latinoamericana y caribeña, a pesar de todos los esfuerzos de los Gobiernos, todavía tenemos 34 millones de personas que sufren hambre. Pero lo más gra­ve es que han ido aumentando ahora las ci­fras de sobrepeso y de obesidad, o sea, los problemas de malnutrición. Por una parte tenemos desnutrición y por la otra, malnutrición.

“Eso tiene impactos muy fuertes sobre las economías de los países, los sistemas de salud y otros. Ahí hay un desafío importantísimo: que la FAO apoye a los gobiernos en esas políticas de seguridad alimentaria y nutricional, teniendo en cuenta varios elementos: el primero de ellos es que, en la región, el tema del hambre no está da­do necesariamente por falta de alimentos, pues los produce en niveles suficientes para su población, pero muchas de esas poblaciones no tienen los recursos necesarios, ni acceso a ellos.

“Y ahí viene la otra área de trabajo fundamental, que es la generación de oportunidades, de ingresos, de empleos (rurales: agrícola y no agrícola) para los agricultores que aún están en los niveles de pobreza.

“El segundo tema esencial es cómo lo­gra­mos —a través de una transformación de los sec­tores rurales de la región que inserte claramente programas de inclusión social y económica para los grupos vulnerables— ayudar a disminuir esos niveles de pobreza, todavía altos.

“Lo más grave es que los índices de pobreza rural son el doble de los índices de pobreza urbana. Hay que trabajar, muy de la mano, políticas públicas de desarrollo agrícola con políticas pú­blicas de desarrollo social, que permitan reducir esos niveles de pobreza en el campo, (…) los cuales han incidido en que haya también una migración muy alta hacia las ciudades”.

Una segunda área de trabajo apunta a la transformación de esos sectores, con un componente que es el ODS 12, en torno a la producción y el consumo responsables. Ese es otro tema clave, dijo Díaz. “En América Latina y el Caribe, como en el mundo, todavía se pierden muchos de los alimentos que se producen. El dato a nivel mundial es de un tercio en relación con lo producido, y en nuestra región las estadísticas indican una pérdida de alrededor de 230 kilos de alimentos por persona al año”.

Trabajar y apoyar a los países en términos de sistemas de extensión y de asistencia técnica locales, innovaciones tecnológicas adecuadas a las condiciones, inversión en el campo y en centros de acopio, entre otras acciones, son decisivas. Pero ello está muy vinculado además “a un tema social y cultural, y es cómo nosotros también somos responsables al momento de consumir y evitar las pérdidas y desperdicios de alimentos que se generan”. Si estos se redujeran a la mitad —aseveró—, se podría contribuir a alimentar a la población que hoy sufre hambre.

Hay otra política muy importante en la que los países están avanzando con el apoyo de la FAO y se trata de crear bancos nacionales de alimentos. Es necesario seguir apoyando a los Es­ta­dos para fortalecer los sistemas nacionales de abastecimiento, recalcó.

La tercera gran prioridad en el área con la cooperación técnica la constituyen los temas de recursos na­turales, de gestión de riesgos y de adaptación al cambio climático, ponderó el coordinador subregional de la FAO para Me­soa­mérica. “Hoy en día la región sufre cada vez más de problemas de desastres naturales o cambios am­bientales, sequías, inundaciones, que tienen un impacto muy fuerte sobre la agricul­tura y sobre los agricultores. Y especialmente so­bre los agricultores familiares o pequeños, cuyos medios de vida dependen de esta actividad”. De ahí lo oportuno —dijo— de que los países de­sarrollen sistemas de seguro agrícola, que son ineludibles para la reducción de riesgos.

Respecto a cómo ve a la Mayor de las Antillas en un contexto global complejo y un escenario regional con potencialidades por explotar, el doctor Tito Díaz respondió a este rotativo: “Cuba tie­ne en cada uno de los sistemas prioritarios pa­­ra la región experiencias importantes que podría compartir con otras naciones en el marco de la cooperación Sur-Sur. Pero también enfrenta de­sa­fíos. Lo que estamos viendo con la Oficina de la FAO aquí es cómo se está articulando una agenda de cooperación técnica de país, incluyendo a los actores involucrados. Y todo ello en función de apoyar el desarrollo de la nación”. (Por Sheyla Delgado di Silvestrelli Tomado de Periódico Granma