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3. DEBATE

3.1 Situación actual de las pesquerías con redes de deriva

De la sección anterior se deduce con claridad que las pesquerías con redes de deriva representan un fenómeno general que se manifiesta en formas diversas. Si se exceptúan algunas zonas insulares, como el Océano Indico sudoccidental, algunas partes del Caribe y el Pacífico Central, donde las redes de deriva se utilizan más bien poco, las pesquerías con redes de deriva se han introducido o continúan utilizándose en la mayor parte de los mares de todo el mundo, y representan una contribución significativa a los rendimientos pesqueros.

En el Cuadro 33 se recogen, desglosadas por zonas geográficas, las pesquerías con redes de deriva antes mencionadas. El Cuadro no pretende ser un inventario de todas las pesquerías con redes de deriva, ya que muchas de ellas están mal documentadas, pero puede ser útil para formular algunas observaciones sobre la naturaleza de las pesquerías actuales con redes de deriva.

En primer lugar, el número de embarcaciones implicadas es enorme, pero la mayor parte de ellas son pequeñas embarcaciones costeras cada una de las cuales quizá no utilice más que unos centenares de metros de red. Para dar una idea de la escala de las diversas pesquerías, se ha efectuado, cuando ha sido posible, una estimación aproximada, basada en la información antes recogida, sobre las dimensiones de la red que podría ser utilizada durante una operación de pesca por una embarcación típica en cada una de esas pesquerías. Esta cifra, multiplicada por el número de embarcaciones participantes, da una idea muy aproximativa del total de red (en miles de kilómetros) disponibles en cada una de las pesquerías.

Evidentemente, ésta no es la forma más adecuada de hacer una comparación, sobre todo si tiene en cuenta que no se incluye el número de operaciones por unidad de tiempo y no hay manera de conocer la extensión geográfica de estas pesquerías, pero son pocos los datos pertinentes que permitan realizar una comparación más detallada.

Por ello el Cuadro 33 permite también conocer la escala aproximada de las diversas pesquerías antes descritas. Aunque es claro que una gran parte del total del esfuerzo de pesca disponible corresponde a embarcaciones con redes de deriva industriales, sobre todo en las pesquerías del calamar y el atún en alta mar, hay zonas del mundo donde los pescadores artesanales pueden utilizar un total de red comparable, por ejemplo en Sri Lanka y en los países limítrofes. No obstante, el despliegue de este gran volumen de red por las flotas industriales en las zonas de océano abierto es un fenómeno reciente, comenzado en los años setenta, y representa un cambio importante en la forma de utilizar las redes de deriva.

En las fechas en que las redes de deriva se utilizaban ampliamente en las pesquerías industriales para la captura de especies pelágicas en cardúmenes, como el arenque, las redes se calaban por lo general en zonas de gran densidad de peces, donde se concentraban los bancos. Actualmente, estas zonas son por lo general explotadas con otros tipos de artes, mientras que las redes de deriva se pueden utilizar en lugares donde las especies perseguidas se presentan con densidades relativamente bajas.

CUADRO 33

Orientación aproximada sobre el volumen de las redes de enmalle y deriva disponibles en algunas pesquerías

Nación/pesqueríaN° de embarcacionesLongitud típica de la red (km)Red disponible (miles de Km)Algunas especies capturadas incidentalmente
Japón, salmón, buque nodriza43150,65Marsopa de Puerto Dall
Japón, salmón, base terrestre156152,34Puffinus termirostris
Japón, salmón, base terrestre678106,78Lunda cirrhata
Japón, calamar46340?18,52Delfín blanco del Pacífico,
Corea, calamar15450?7,7Delfín franco boreal, Oso marino del norte,
Taiwán calamar16650?8,3Marsopa de Puerto Dall, Laúd
Japón, atún, Pac. N.45912?5,5Delfín rayado, común y franco boreal
Taiwán, atún, Pac. N.130?40?4,0?
EE.UU., Pacífico, malla grande30910,3Delfín blanco del Pacífico y común
EE.UU., costera, salmón7 000?0.32.1Pinnípedos, álcidos, marsopa común
Japón, costera-?-?-??
China, costera>4 000-?-?Marsopa sin aleta
Japón, atún, Pac. S.20400,8Delfín común
Taiwán, atún, Pac. S.24400,96Delfín común
Chile, pez espada5001,50,75Laúd
Perú, costera-?-?-?Delfín oscuro y marsopa de Burmeister
Taiwán, Océano Indico13940?5,56?
Indonesia, costera>48 000-?-??
Malasia, costera18 0000,254,5?
Tailandia, costera365?41,46?
Bangladesh, costera3 300?26,6?
Sri Lanka3 500414,00Delfín hilador, moteado y de Risso
India, costera156 0000,069,36Cetáceos costeros
Irán, costera2 5964?6,66?
Estados del Golfo, costera>2001,2?>0,24?
Mozambique, costera4380,20,87?
Taiwán, atún, Atl. S.170?40?6,8?Pingüinos Eudyptes
Taiwán, atún, Atl. N.21?-?-??
Francia, atún blanco374,251,57Delfín común y rayado
Italia, pez espada700128,4Delfín rayado y cachalote
Marruecos, costera303,50,1?
Grecia, costera143,50,05?
Francia, atún, Med.23<0,01?
España, atún70?20,14?
Ghana/Nigeria, artesanal-?0,4-??
Báltico, salmón?21 Araos, etc., marsopa común
Irlanda, costera, salmón>9000,50,45Delfín común y marsopa común
Reino Unido, costera, salmón>1000,50,05Marsopa común
EE.UU., Atlántico, pez espada302,50,07Delfín común
Groenlandia, costera, salmón3301,20,4Marsopa común y arao Brünnich
EE,UU., Florida, tiburón24-?-??
EE.UU., Florida, jurel voraz132,70,0Sólo peces
Trinidad, jurel voraz>1000,620,06?
Brasil, costera>50000,1>0,5?

Sólo se incluyen algunas de las especies capturadas incidentalmente, entre las enumeradas con mayor frecuencia, como orientación sobre las especies implicadas en general.

Como ejemplo, cabría señalar que durante los primeros años del siglo XX, las embarcaciones británicas con redes de deriva podrían capturar normalmente en torno a 1 000 arenques por lance con una red de 32 m (11 m de profundidad, 600 000 mallas) y hasta 2 000–3 000 en los buenos lances (Butcher 1979). La inspección de los registros recientes sobre capturas procedentes de expediciones japonesas de investigación sobre el salmón (FAJ 1989b) indican que son raros los casos en que se capturan más de mil ejemplares en 2,5 km de red y que la captura media durante las expediciones de investigación de 1988 fue de sólo 5 peces por red (45 m de longitud). Igualmente, en la pesquerías de calamar de Pacífico Norte, las capturas son de sólo 45–50 calamares por km de red en la flota comercial. Aun admitiendo las diferencias en el tamaño de la malla y en las especies perseguidas, es claro que en estas últimas pesquerías la pesca tiene como objetivo unos recursos mucho más dispersos. En tales situaciones, las tasas de captura necesarias para que la actividad sea rentable sólo se consiguen utilizando un volumen de red proporcionalmente mayor. La gran disponibilidad de hilos de plástico baratos desde los años cincuenta ha favorecido esta posibilidad.

Este cambio en la utilización de las redes de deriva parece ser la principal razón de la controversia que las rodea, al menos en lo que respecta a la supuesta competencia con otras pesquerías. A continuación se indican de nuevo las críticas a la pesca con redes de deriva resumidas en la Introducción, para ver cuáles serían las posibles medidas de ordenación.

3.2 Críticas a la pesca con redes de deriva y posibles procedimientos de ordenación

3.2.1 Competencia con otras pesquerías

3.2.1.1 Mayor eficiencia

Las actuales pesquerías, cuyo objetivo son poblaciones relativamente dispersas, han permitido comprobar que las redes de deriva pueden capturar más peces con menores costos, o que las embarcaciones con redes de deriva puede seleccionar los peces en zonas donde, con otros artes, resultarían antieconómicas. De esta manera, la competencia de la pesca con redes de deriva puede acabar con otras pesquerías, lo mismo que en el primer decenio de este siglo los arrastreros se impusieron sobre las embarcaciones con redes de deriva en la pesca de especies que viven en cardúmenes de gran densidad.

De hecho, hay muy poca información sobre los resultados económicos relativos de las embarcaciones con redes de deriva en comparación con otras embarcaciones interesadas en las mismas poblaciones, aunque generalmente se admite la superioridad de las primeras. Evidentemente, las ventajas económicas relativas dependerán de numerosos factores, como el precio del combustible y, en forma no despreciable, de la densidad de los recursos ícticos. Cuanto mayor sea la tendencia de las poblaciones a la agregación, mayor será la rentabilidad con que podrán capturarse mediante redes de cerco o de arrastre. Otro factor que puede influir en la rentabilidad económica de otros artes de pesca es la profundidad de la zona en que habitan las poblaciones.

La competencia entre embarcaciones con diferentes equipos de pesca es un rasgo común de numerosas pesquerías de todo el mundo, y normalmente el problema se ha resuelto con medidas legislativas que han dispuesto la separación de los artes competidores (por ejemplo en el caso de las embarcaciones japonesas con redes de deriva y con palangre) o han prohibido uno u otro tipo de arte. En tales situaciones la prohibición no afecta necesariamente a las redes de deriva. En las aguas costeras de Inglaterra, los arrastreros no pueden pescar los arenques que desovan en algunas zonas del estuario del Támesis, con el fin de hacer posible la supervivencia de una pesquería tradicional del arenque con redes de deriva en pequeña escala. Cuando no se toman medidas de este tipo, con el tiempo desaparece la pesquería menos rentable.

Dentro de las aguas sometidas a la jurisdicción nacional, estas decisiones se pueden adoptar sin grandes problemas. La situación resulta más problemática cuando flotas de diferentes naciones buscan los mismos recursos con diferentes artes en aguas internacionales. En este caso sólo hay dos soluciones posibles: o hay un organismo pesquero regional competente, capaz de regular las prácticas pesqueras o, en caso contrario, se adoptan acuerdos bilaterales entre las naciones implicadas. Un ejemplo de ello sería la reglamentación de la pesca del salmón con redes de deriva en alta mar en el Pacífico Norte.

3.2.1.2 Agotamiento de los recursos

La eficiencia económica relativa de las redes de deriva cuando se utilizan para la pesca de recursos dispersos ha llevado también a pensar que en esas condiciones es más fácil la sobreexplotación de los recursos. Por eso, se puede decir que cuando las poblaciones ícticas se van agotando, si al mismo tiempo se dispersan, las tasas de captura con otros artes decrecen rápidamente mientras que con las redes de deriva se puede mantener un nivel de capturas todavía rentable, lo que haría posible un agotamiento más rápido del correspondiente recurso.

En realidad, este argumento se puede utilizar en sentido contrario, es decir, aplicado a artes como las redes de cerco, especialmente indicadas para las poblaciones agregadas. Algunos peces, como las sardinas y los atunes, continúan agregándose incluso cuando su número total ha disminuido, manteniendo altas densidades locales aun cuando la biomasa general pueda estar en niveles peligrosamente bajos. Por ello, las redes de cerco podrían mantener tasas de capturas rentables, incluso con niveles muy bajos de población, siempre que haya una forma económica de localizar los recursos.

Por otra parte, como el costo de despliegue de las redes de deriva es relativamente bajo, se pueden obtener tasas de captura rentables con un nivel de esfuerzo pesquero peligrosamente elevado. En eso se distingue de otros artes cuyo despliegue resulta más costoso y que, superado un nivel relativamente bajo de esfuerzo pesquero, pueden resultar antieconómicos, lo que introduciría cierta forma de “autorregulación”. No obstante, estas consideraciones sólo tienen sentido cuando no hay una ordenación pesquera eficaz y, por lo tanto, las pesquerías están en régimen de autorregulación.

En los casos en que hay un sistema eficaz de ordenación, no hay gran diferencia entre redes de deriva y otros artes en lo que respecta a su capacidad de agotar las poblaciones ícticas. El nivel de agotamiento lo determina el volumen del esfuerzo de pesca, y el control de éste es competencia de los organismos de ordenación pesquera. Una vez más, ello resulta teóricamente claro en aguas nacionales, pero no siempre es fácil en alta mar, donde se requieren organismos internacionales de regulación de la pesca y muchas veces resulta difícil imponer las normas establecidas. En la actualidad son pocos los organismos de esa índole existentes, aunque en virtud de lo dispuesto por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), las naciones que pescan en alta mar tienen la obligación de cooperar en la adopción de medidas pertinentes de conservación y de establecer organizaciones pesqueras regionales con ese fin.

3.2.1.3 Pérdidas de recursos

Aunque en la UNCLOS se señalan claramente las responsabilidades sobre la ordenación sostenible de los recursos de alta mar, no se dispone nada sobre el uso racional de dichos recursos. Una crítica frecuente a la pesca con redes de deriva es que esta práctica provoca grandes pérdidas de recursos pesqueros. La principal causa de preocupación son las pérdidas ocasionadas durante las operaciones pesqueras.

Las pérdidas se producen en cuatro niveles. En primer lugar, que como el pescado capturado en las redes de deriva permanece varias horas en el agua antes de ser recuperado, una proporción relativamente elevada de las capturas se estropea y debe descartarse. Esta pérdida podría ser especialmente importante en aguas templadas.

La proporción de peces descartados por esta razón en las pesquerías con redes de deriva no se señala en muchos casos, pero observaciones de barcos japoneses en el Pacífico Sur han permitido estimar unas pérdidas aproximadas del 2% de las capturas. La pesquería experimental en aguas de las islas Yap presentaba una elevada proporción de peces estropeados, pero no ha hecho una estimación de la misma.

En segundo lugar, a veces se descartan especies capturadas que en otros contextos pueden considerarse útiles. En este sentido, las redes de deriva serían poco selectivas. La escasa selectividad de este método en lo que a las especies se refiere se observa en los Cuadros 8, 16, 24, 31 y 32, que revelan la presencia de numerosas especies entre las capturas. Los resultados de las expediciones japonesas de investigación confirman este hecho. Murata et al. (1989) informan sobre una serie de cuatro expediciones de investigación sobre la pota flotadora en el Pacífico Norte durante 1988. En tres de las expediciones se utilizaron redes de deriva y, en una de ellas, poteras. Más de la mitad del total de las potas se capturaron en la expedición que utilizó las poteras, pero mientras que en ella se capturaron sólo cuatro especies, todas ellas del grupo de los calamares, y el 97% de las capturas eran de la especie que se deseaba pescar, en las expediciones con redes de deriva se capturaron más 36 especies de peces, calamares, aves y mamíferos, y sólo el 35% de los ejemplares pertenecían a la especie deseada, aunque conviene señalar que en las expediciones con redes de deriva se utilizaron tallas de varias dimensiones.

El nivel de capturas no aprovechadas no es necesariamente elevado en todas las pesquerías con redes de deriva. Los observadores franceses de la pesquería del atún blanco en el Atlántico Norte, por ejemplo, han registrado un 90,5% de ejemplares de atún blanco, más un 3,5% de atún común. Conviene recordar también que, como se señaló en la introducción, algunos otros artes, como las redes de arrastre de fondo, a veces consiguen sólo proporciones muy bajas de las especies deseadas.

La captura de una gran diversidad de especies, con cualquiera de los artes, sólo puede considerarse como una pérdida cuando se descartan muchas de esas especies. En muchas pesquerías con red de deriva en pequeña escala se destina a la venta o al consumo una gran parte de las especies capturadas; no obstante, en las pesquerías industriales o en gran escala es menos probable que ocurra otro tanto. En tales pesquerías sólo suelen interesar unas especies muy concretas y por lo general sólo se conservan especies de alto valor, como el calamar o el atún. Por ello, es probable que la tasta de descartes sea más elevada.

La tercera forma de pérdida en las pesquerías con redes de deriva se debe a la caída de ejemplares de la red durante el halado. Es difícil encontrar una definición exacta de pérdida en este sentido, pero generalmente se considera como tal la proporción de peces que se ver caer de la red mientras se hala. Esta proporción ha sido cuantificada por observadores de distintas embarcaciones. En el Pacífico Sur, se observó una tasa media del 8,7% (margen 0–20, 8%) en una expedición y del 3,7% (0–8,1%) en otra. En la pesquería del calamar con redes de deriva del Pacífico Norte, las proporciones observadas se sitúan entre el 3 y el 10%.

El número de caídas observado desde cubierta representa sin duda una estimación mínima del total de las pérdidas. Los peces pueden desprenderse de la red mientras ésta se hiza pero antes de salir del agua, o pueden caerse de la red o ser arrebatados por tiburones o mamíferos marinos durante el perído en que la red está sumergida en el agua. No es claro si estas pérdidas deberán incluirse en la misma categoría que las caídas. Así pues, la cuarta categoría correspondería a los peces que se desprenden de la red mientras ésta se encuentra todavía en el agua.

Es muy difícil obtener estimaciones sobre estas pérdidas. Según un experimento llevado a cabo en Inglaterra, aproximadamente el 5 % del salmón era arrebatado por las focas antes de que se hizara la red. Las intervenciones de los tiburones son un hecho habitual en aguas más cálidas, y Goldblat (1989) señalaba que la proporción de tiburones aumentaba cuanto mayor era el tiempo trascurrido por la red en el agua, lo que parecía revelar que se sentían atraídos por las redes. Dentro de esta categoría, podrían darse nuevas pérdidas en los peces que encuentran la red y escapan vivos con daños musculares o cutáneos o pérdidas de escamas. También en este caso resulta muy difícil estimar la mortalidad. En algunas zonas, sin embargo, es claro que una gran proporción de peces tropiezan con las redes de deriva: en la zona de convergencia subtropical del Pacífico Sur se observaron señales de redes hasta en un 19% de los peces capturados a la cacea en 1988–89 (Hampton et al. 1989).

Las pérdidas de recursos pesqueros han representado un problema en varias otras pesquerías de todo el mundo, incluidas las pesquerías tropicales del camarón al arrastre y las pesquerías industriales en zonas templadas para harina de pescado. En algunas de ellas se han adoptado medidas de ordenación para limitar los daños. No obstante, son muy pocas las inciativas que abordan estos tipos de pérdidas en las pesquerías con redes de deriva. Los daños netos provocados al atún blanco en el Pacífico Sur han suscitado preocupación en los países de la zona y, en cierto sentido, ha sido ello lo que ha llevado a la supresión de la pesca con redes de deriva en la región. No se han tomado medidas sobre las pérdidas de recursos pesqueros en otras pesquerías con redes de deriva, pero quizá sea éste uno de los temas que las naciones que pescan en aguas internacionales tendrán que abordar en breve plazo.

3.2.1.4 Capturas incidentales de recursos pesqueros valiosos

La escasa selectividad que muchas veces caracteriza a las redes de deriva ha provocado también problemas en los casos en que se capturan incidentalmente especies que constituyen el objectivo principal de otras pesquerías. Por ejemplo, el salmón de origen norteamericano es capturado por las pesquerías de calamar y otras especies con redes de deriva en el Pacífico Norte, y el atún del sur es capturado en redes de deriva taiwanesas en el Pacífico Sur y en el Océano Indico, lo que puede reducir el valor del atún del sur que podría capturarse y venderse con otros métodos para el lucrativo mercado del sashimi. En ambas situaciones las capturas incidentales han sido un importante complemento de las capturas principales. La situación es, por lo tanto, distinta del problema de las pérdidas de recursos, pero causa considerable antagonismo entre las pesquerías implicadas. En el Pacífico Norte se han adoptado medidas de gestión basadas en la comprobación de que la pota y el salmón están distribuidos en masas de agua de diferente temperatura. Impidiendo que las embarcaciones penetren en la zona del salmón, se pueden mantener elevadas capturas de pota y, al mismo tiempo, reducir al mínimo las capturas incidentales de salmón.

En los casos en que las especies que se desean pescar y las que se capturan incidentalmente comparten la misma distribución, el problema se complica. Se trata, sin embargo, de un problema frecuente en la ordenación pesquera y al que se pueden aplicar diversas medidas de ordenación. Se puede prohibir el acceso de las pesquerías infractoras a las zonas con concentraciones más vulnerables de especies incidentales, se pueden establecer temporadas de veda para proteger el desove o la alimentación de las agregaciones de especies incidentales, se puede limitar el total del esfuerzo pesquero o de las capturas para garantizar una explotación limitada de las especies incidentales o, en casos extremos, cuando se trata de una especie incidental especialmente vulnerable, se pueden prohibir por completo las pesquerías peligrosas.

Estas medidas de ordenación se pueden adoptar con facilidad en las aguas sometidas a la jurisdicción nacional y han sido también adoptadas dentro de las zonas controladas por órganos regionales de ordenación pesqueras. El problema es más difícil en alta mar y en zonas sin regímenes eficaces de ordenación regional.

3.2.1.5 Impedimento físico

El impedimento físico que las redes de deriva pueden representar para otras pesquerías y otras embarcaciones en general es un problema que no se ha documentado suficientemente. Hay numerosos casos de redes en que quedan atrapadas las hélices o las quillas de otras embarcaciones, pero no parece que se haya realizado un estudio detallado de la frecuencia con que ello ocurre ni de sus consecuencias económicas. Por otra parte, dado el costo que supone reponer las redes estropeadas, sería de prever que las redes de deriva se calaran fuera de las rutas marítimas y de las zonas donde se practican otras importantes pesquerías. En las aguas costeras hay muchas veces zonas donde se pueden reducir al mínimo los conflictos entre distintos tipos de red. La recogida sistemática de información sobre el enredamiento con redes de deriva contribuiría en cierta manera a determinar la escala de este problema.

3.2.1.6 Síntesis

La mayor parte de los temas mencionados implica la competencia entre diferentes pesquerías, y la mayor parte de estos tipos de competencia son abordados por los órganos de ordenación pesquera desde hace bastante tiempo. Las pesquerías con redes de deriva, que operan en aguas internacionales y fuera del control de los órganos pesqueros regionales, lo único que han hecho ha sido ampliar a nuevas zonas los problemas de la competencia entre distintos equipos y entre diferentes pesquerías. La mayoría de los problemas de la competencia entre las redes de deriva y otras pesquerías que se realizan en alta mar podrían resolverse mediante la extensión de regímenes eficaces de ordenación pesquera a esas zonas, siempre que se establezcan bases de datos fiables y se puedan poner en marcha planes que permitan imponer las medidas adoptadas.

3.2.2 Efectos ambientales

Aunque muchas de las controversias en torno a las redes de deriva pueden incluirse entre los temas tratados habitualmente al referirse a la competencia entre pesquerías con diferentes tipos de equipo, hay un aspecto importante en que las cosas no son así. Ya se ha señalado que el gran número de especies capturadas en redes de deriva representa una posible pérdida de recursos pesqueros, pero este problema puede considerarse desde otras perspectivas. La eliminación de gran número de animales que generalmente no se consideran como recursos pesqueros ha suscitado preocupaciones ambientales en varias zonas.

Aunque la captura de gran número de especies incidentales no es característica exclusiva de las redes de deriva, existe la preocupación de que, debido a que estas redes actúan cerca de la superficie, los animales de respiración aérea (mamíferos, aves y reptiles) representen una proporción importante de las capturas incidentales en comparación con lo que ocurre, por ejemplo, en la pesca con redes de arrastre de fondo.

Otro motivo de preocupación es que las pesquerías con redes de deriva en alta mar, que actúan en el entorno relativamente improductivo del océano abierto, pueden representar un amenaza para la estabilidad de este ecosistema, al capturar una proporción excesivamente grande de animales raros con poca capacidad de resistencia a la explotación.

Es difícil decir si el ecosistema del océano abierto corre más peligro de daños irreversibles como consecuencia de una pesca indiscriminada que los ecosistemas costeros; todavía más difícil sería cuantificar la diferencia. Las comunidades que habitan en aguas costeras o en la plataforma suelen ser mucho más diversas (y, por lo mismo, quizá más estables) que las del océano abierto, pero no obstante pueden contener especies o grupos de especies que son muy vulnerables a métodos de pesca no específicos. Estas especies dependen también con frecuencia, para alimentarse o reproducirse, de hábitat críticos localizados y pueden verse fácilmente amenazadas por la degradación de tales hábitat como consecuencia de la contaminación o de la pesca costera. Como ejemplo cabría citar los mamíferos marinos costeros, por ejemplo los sirenios, y las comunidades residentes en los fondos de hierbas marinas.

No obstante, los hábitat del océano abierto son por lo general menos productivos que las aguas costeras, y por lo mismo se puede considerar más probable que contengan especies de vida más larga, crecimiento más lento y baja fecundidad. Muchas especies del océano abierto son también al parecer bastante raras (el pez luna o las ballenas picudas, por ejemplo). Por otra parte, las especies del océano abierto pueden tener también una distribución más amplia que algunas de las especies costeras y, por lo tanto, al menos en lo que se refiere a la especie, quizá tengan menos peligro de agotamiento por unas tasas de mortalidad localmente elevadas, aunque las poblaciones locales pueden ser igualmente vulnerables en unas y otras aguas.

Tampoco es claro si algunas de las relaciones o vínculos entre especies o comunidades del océano abierto corren mayor peligro de perturbación o destrucción que las del entorno costero. Así pues, por ahora resulta imposible hacer una afirmación general sobre la vulnerabilidad relativa de los dos entornos. Es más, con los conocimiento actuales no es posible evaluar el efecto general de las pesquerías con redes de deriva sobre los ecosistemas de las zonas costeras o de los océanos abiertos.

El impacto de las redes de deriva sobre las especies individuales podría ser algo más fácil de determinar, aunque sólo en teoría. Son objeto de especial preocupación los animales de respiración aérea. Estos se caracterizan por una fecundidad relativamente baja, el lento crecimiento de la población y los bajos rendimientos sostenibles, sobre todo si se comparan con especies pesqueras de rápido crecimiento, como los calamares o los atunes. Por ello se consideran más vulnerables al crecimiento de las tasas de mortalidad que la mayor parte de las especies explotadas. Pueden ser también motivo de preocupación algunas de las especies ícticas que no se consideran generalmente como recursos pesqueros.

Las dificultades que implica el examen de los efectos de las pesquerías con redes de deriva sobre ecosistemas enteros obliga por lo tanto a estudiar el problema por especies individuales. A continuación se examinan algunas de las especies afectadas por la pesca con redes de deriva, pero en la mayor parte de los casos, como se comprobará, los datos sobre las tasas de captura o el volumen de las poblaciones son insuficientes.

3.2.2.1 Efectos sobre algunas especies

Marsopa de Puerto Dall Phocoenoides dalli

La principal víctima incidental de las pesquerías japonesas del salmón en el Pacífico Norte es la marsopa de Puerto Dall. Se ha prestado considerable atención al efecto de las pesquerías con redes de deriva sobre esta especie. Las marsopas de Puerto Dall están distribuidas en gran parte del Pacífico Norte templado y en los mares de Bering y Okhotsh, mientras que su límite hacia el sur está en la isoterma de 17° ó 18°. Se reconocen al menos dos formas, la forma truei, que se da sobre todo a lo largo de la costa del Pacífico japonesa, y la forma dalli, presente en casi toda su zona de distribución. Quizá haya hasta 6 poblaciones independientes del tipo dalli y una población aparte de truei.

Las estimaciones sobre la población de marsopas de Puerto Dall son problemáticas, por la costumbre de esta especie de acercarse a los barcos, lo que hace difícil interpretar los datos obtenidos. Las estimaciones sobre el total de la población van desde 1,5 a 2,1 millones de ejemplares. Las tasas de captura registradas han oscilado desde sólo el 0,90 por 1 000 km de red por lance en las pesquerías con base terrestre a nada menos que el 58 por 1 000 km de red por lance en la pesquería de alta mar en la ZEE de los Estados Unidos. Científicos estadounidenses han estimado el total de las capturas de ambas pesquerías del salmón entre 12 000 (1982) y 3 100 (1986). Las capturas registradas son algo más bajas (ver el Cuadro 4). Entre 1980 y 1984 no se ha observado ninguna tendencia en el volumen de las poblaciones (Jones et al. 1986). La población del Mar de Bering se estima entre el 78% y el 94% del volumen anterior a la explotación de la zona, mientras que la población del Pacífico occidental sería entre el 66% y el 91% de su volumen original.

El impacto de la pesquerías del calamar con redes de deriva no se ha evaluado todavía, pero si las tasas de captura observadas en el programa conjunto de observación de 1989 son representativas de la mayor parte de los años, podrían capturarse en esta pesquería otras 6 000 marsopas de Puerto Dall. En ese caso, se podría deducir un total de hasta unas 8 400 capturas, a partir de las estimaciones estadounidenses sobre las capturas en la pesquería del salmón en los últimos años.

Las tasas de captura anteriormente observadas en la pesquería del calamar han sido, sin embargo, más elevadas (Cuadro 17), por lo que es posible que el total de las capturas sea superior. No se conoce el impacto de la pesquería con red de malla grande, pero dada su distribución más meridional sería de prever que fuera inferior al de la pesquería del calamar con red de enmalle.

Aunque el impacto de la pesquerías del salmón conred de enmalle sobre la marsopa de Puerto Dall se ha estudiado con especial atención durante algunos años, los resultados de estos estudios no permiten dar una respuesta definitiva sobre el efecto de las pesquerías con redes de deriva en esta especie.

Oso marino del norte Callorhinus ursinus

El oso marino del norte habita en el Pacífico Norte, generalmente en aguas con una temperatura de más de 15°. Por causas todavía no determinadas, el volumen de la población sufrió una reducción aproximada del 50% entre 1972 y 1980; más recientemente, parece que la población se mantiene más o menos estable en torno a los 1,2 millones de ejemplares.

Los osos marinos del norte han sufrido también el impacto de las pesquerías del salmón con redes de deriva, pero el número de capturas registradas ha sido bajo, en torno a 200 ejemplares al año según las observaciones en la ZEE de los Estados Unidos (Cranmore 1988). Conviene señalar, sin embargo, que las tasas de captura de osos marinos del norte en las expediciones japonesas de investigación sobre el salmón han reflejado una tasa media a largo plazo de algo menos de la mitad que las de marsopas de Puerto Dall (Cuadro 5), por lo que es posible que el número de capturas sea algo mayor, aunque conviene recordar que los resultados de las expediciones de investigación no son directamente comparables con los de la pesca comercial.

Las tasas de captura (bajas) registradas en la pesquería del calamar fueron de 0,73 a 1,6 por mil km de red en 1988 y 1989 (Cuadro 17), lo que permite deducir una mortandad total de unos 2 200– 4 800 ejemplares. Sería lógico prever también algunas capturas en la pesquería con red de malla grande, también en este caso en un nivel inferior al de la pesquería del calamar.

Delfín franco boreal Lissodelphis peronii

Esta especie sólo vive en aguas templadas de altura del Pacífico Norte, al parecer con dos centros de mayor densidad, frente a California y frente al Japón. No se conoce el volumen total de la población, pero según Cranmore (1988), que se basa en las estimaciones de Dohl et al. (1980 y 1983), la población que vive frente a California tendría un total de unos 80 000 ejemplares. No se conoce el volumen de la población de la parte occidental del Pacífico y del Pacífico Central.

Esta especie sufre sin duda los efectos de la pesquería del calamar con redes de deriva. Tomando como base las tasas de captura observadas en el programa conjunto de observación de 1989, se propone un total de algo menos de 20 000 capturas (Cuadro 17). Las tasas de captura observadas en reconocimientos anteriores han sido unas veces más bajas y otras más altas. Esta especie puede ser capturada también en la pesquería del Pacífico con red de malla grande, pero no se conocen las tasas de captura. El orden de magnitud de las posibles capturas totales suscita cierta preocupación, pero no es posible evaluar el impacto general sin más información sobre el volumen total de la población y una información más completa sobre el total de las capturas.

Delfín blanco del Pacífico Lagenorhynchus obliquidens

Esta especie habita únicamente en las aguas templadas del Pacífico Norte, desde el Japón y la Baja California hacia el norte. Un estimación de la población frente a la costa de los Estados Unidos durante el otoño arrojaba un total de 86 000 ejemplares. No se conoce la distribución de la población y al parecer no hay más estimaciones sobre la población en otras zonas del Pacífico. Las tasas de captura en el programa de observación de 1989 sobre la pesca del calamar con redes de deriva fueron relativamente elevadas, 3,56 por 1 000 km de red calada, lo que permite suponer un total de poco más de 10 000 capturas. Las tasas de captura observadas en 1988 fueron ligeramente inferiores (2,89), pero aun así se llegaría a una estimación total de más de 8000. También en este caso hay motivos de preocupación por la escala de estas capturas, a pesar de la falta de estimaciones sobre la población.

Delfín común Delphinus delphis

El delfín común es una especie cosmopolita presente en todas las aguas tropicales y templadas del mundo. Se han capturado en varias pesquerías con redes de deriva, pero son pocas las estimaciones sobre el total de las capturas. No se conocen debidamente el volumen ni la distribución de las poblaciones, pero como su nombre implica es una especie generalmente numerosa.

Se han registrado capturas de delfines comunes en la pesquería del calamar con redes de deriva en el Pacífico y el total de las capturas se estima en varios centenares (Cuadro 17); no parece que ello pueda representar una amenaza para ninguna población del Pacífico, aunque no se debe pasar por alto la posibilidad de que haya poblaciones locales vulnerables. En el Pacífico Sur, Coffey y Grace (1990) estimaban unas 4 600 capturas de delfines (sobre todo delfines comunes) en el Mar de Tasmania en 1989/90. Tampoco se conoce el impacto de estas capturas sobre las poblaciones locales. Sería de prever la presencia de delfines comunes en la mayor parte de las otras pesquerías con redes de deriva señaladas en la sección 2. Se ha registrado su captura en las pesquerías con redes de malla grande de Irlanda, Francia, Estados Unidos (Atlántico y Pacífico) y Japón y en las pesquerías del Perú con redes de deriva, pero no hay estimaciones sobre las tasas de captura.

Cachalotes Physeter macrocephalus

El cachalote es también una especie cosmopolita, presente tanto en aguas tropicales como polares. El gran volumen de los ejemplares de cachalote podría hacer suponer que no son víctimas probables de la pesca con redes de deriva. En general hay muy pocos casos registrados de capturas de cachalotes en la mayor parte de los mares del mundo. Constan algunas capturas de cachalotes en la pesquerías chilena del pez espada con redes de deriva, pero no se conoce el número de las mismas. Sin embargo, en el Mediterráneo esta especie es una de las más frecuentemente atrapadas en la pesquería del pez espada. Se han sñalado al menos 23 casos de cachalotes atrapados en las pesquerías italianas con redes de deriva en los tres últimos años (Notarbartolo di Sciara 1990), y se supone que el total es aun mayor.

Según Di Natale (1990b), las redes de deriva del Mediterráneo deben ser una fuente significativa de mortalidad de esa población. No se conoce el volumen de la población ni su relación con otras poblaciones.

Delfín rayado Stenella coeruleoalba

El delfín rayado, distribuido en aguas tropicales y templadas de todo el mundo, es capturado en la pesquería italiana con redes de deriva con mayor frecuencia que ninguna otra especie (44% de los casos conocidos de cetáceos atrapados). Partiendo de la información antes señalada, parece probable que las capturas sean de varios millares al año, pero no se conoce el efecto sobre la población mediterránea.

En la pesquería de Sri Lanka el 6–11% de los 13 000–40 000 cetáceos capturados al año pueden ser delfines rayados (es decir, un total de 780 a 4 400: Cuadro 29). Tampoco se puede estimar el efecto sobre las poblaciones locales.

Otros mamíferos marinos

En general, en lo que respecta a las demás especies de mamíferos marinos, la información disponible es demasiado escasa para hacerse una idea aproximada del impacto de ninguna de las pesquerías concretas. En la de Sri Lanka, la especie más veces capturada es el delfín hilador, con un 33–47%, lo que implicaría un total de 18 800 capturas. Aunque la cifra parece grande, no hay información sobre el volumen total, lo que impide determinar su importancia comparativa. Otras capturas potencialmente elevadas son las de cachalotes enanos y pigmeos, considerados generalmente como especies raras pero que constituyen el 2–6% de las capturas en Sri Lanka.

Conviene mencionar también el caso de las ballenas picudas. Estas son mamíferos de aguas profundas, que sólo se ven raramente; algunas especies se conocen únicamente por un número muy reducido de ejemplares encallados. Se han registrado capturas de ballenas picudas no identificadas en redes de deriva de Sri Lanka, y en las redes de deriva destinadas a la pesca del atún blanco en el Pacífico Sur se han capturado dos o tres ballenas de hocico de botella australes. Las ballenas picudas son también uno de los cetáceos más frecuentes en la pesquería del pez espada con redes de deriva en el Atlántico estadounidense. Aunque el número de animales capturados es bajo, es posible que el volumen total de la población lo sea también, por lo que incluso una mortalidad baja podría ser motivo de preocupación.

Un aspecto sorprendente del Cuadro 33 es la falta de información sobre las capturas incidentales en tantas pesquerías costeras con redes de deriva. Se trata de una situación inquietante, ya que hay varias especies de pequeños cetáceos de distribución limitada, que sólo viven en aguas costeras y sobre los que hay muy poca información. En los casos en que la distribución de estas especies coincide con las zonas de intensa pesca con redes de deriva, podría haber motivos de preocupación. Como ejemplos de esta situación se podrían señalar el de la marsopa sin aleta (Neophocaena phocaenoides) que se da únicamente en las aguas costeras de la región del Indo-Pacífico, que a su vez es una zona de intensa actividad de pesca con redes de deriva. Evidentemente, sería interesante tener una imagen más clara de los efectos de las pesquerías costeras con redes de deriva.

Aves

Las capturas de aves en las pesquerías con redes de deriva no están bien documentadas, excepto en las pesquerías del calamar y del salmón del Pacífico Norte. En esos casos las principales especies implicadas son las pardelas (Puffinus griseus, P. tenuirostris), los frailecillos (Lunda cirrhata, Fratercula corniculata), y los albatros (Diomedea immutabilis y Diomedea nigripes).

Utilizando las estimaciones aproximativas sobre el total de capturas de la pesquería del calamar (Cuadro 18) y las estimaciones de Jones y DeGange (1988) (Cuadros 6 y 7 ), se podría deducir un total de más de 40 000 pardelas en las dos pesquerías, pero la población mundial total de esas dos especies es de uno 50 millones (Puffinus griseus y 40 millones Puffinus tenuirostris) de ejemplares (Anón. 1988a). Las poblaciones de Lunda cirrhata y Fratercula immutabilis alcanzan también varios millones de ejemplares (6 y 2 millones, respectivamente; Anón. 1988a) por lo que tampoco en este caso parece que la captura de unos 38 000 y 9 000 ejemplares, respectivamente, repercuta en el volumen total de la población. Las capturas de Diomedea nigripes pueden arrojar un total de 5 000, frente a una población total estimada en unos 198 000 individuos. El otro albatros (Diomedea immutabilis) tiene una población total de unos 2,5 millones (Fefer et al. 1984), mientras que las estimaciones sobre las capturas extrapoladas de las tasas de captura observadas pueden ser de unas 14 000, es decir, el 1,8% de la población. Se sabe muy poco sobre la estructura y dinámica de estas poblaciones, por lo que no se pueden evaluar los efectos de estas capturas.

El Eudyptes moseley es capturado en número aparentemente elevado en la pesquería recientemente establecida en torno a Tristan da Cunha. Los estudios sobre la isla revelan que al menos una colonia de pingüinos ha disminuido en los últimos años, pero ello podría deberse en parte a su captura ilegal como cebo para las nasas langosteras (B.Fines, com. pers.). Tampoco se conoce el impacto de las pesquerías peruanas con redes de deriva sobre el Spheniscus humboldti.

Tortugas

Las tortugas no aparecen en gran número en muchas de las observaciones sobre la pesca con redes de deriva, y cuando aparecen no se suele identificar su especie. Las tasas de captura observadas en la pesquería experimental de las islas Yap fueron ciertamente muy elevadas. Falta información sistemática sobre otras pesquerías tropicales con redes de deriva, y sólo se han registrado las tasas de captura en las aguas más templadas del Pacífico Norte y Sur. La tortuga laúd (Dermochelys coriacea) es la especie más frecuentemente identificada, aunque también se han identificado una tortuga verde (Chelonia mydas), unaLepidochelys olivacea y varias tortugas bobas (Gjernes et al. 1990).

Los laúdes se encuentran en todo el mundo y se ha documentado su presencia desde 47°S hasta 71°N (Pritchard y Trebbatu 1984). Las principales colonias del Pacífico se encuentran en México, donde según estimaciones de Pritchard (1982) unas 75 000 hembras (más de la mitad de la población mundial conocida) anidan en las playas que van desde Michoacan a Oaxaca; otras 12 000 pueden anidar en otros lugares del Pacífico oriental. Se ha señalado la presencia de otros 13 000 nidos en una playa de 17,8km en Irian Jaya (Bhaskar 1984). El número de hembras que anidan en Terangganu (Malasia) ha bajado de unas 1 800 al año en 1950 a menos de 100 en 1988. Las hembras ponen por término medio 4ó 5 nidos al año y vuelven a los mismos en ciclos de 2–3 años (Márquez, 1990). Existen también importantes zonas de anidamiento y alimentación de otras especies de tortugas en el Pacífico oriental y occidental, pero al parecer ninguna de ellas se encuentra más al norte de los 40°N.

Las tasa observadas de captura de laúdes en la pesquería del calamar con redes de deriva permiten deducir la destrucción de al menos 250 animales al año (no siempre se identifica la especie de las tortugas capturadas, por lo que se trata de una estimación por lo bajo). Balazs (1982) registró la presencia de 5 laúdes muertos, enredados en paños de redes de deriva para el calamar y flotando en la superficie, al parecer entre 35° y 45°N en el Pacífico. La mortalidad en la pesquería chilena con redes de deriva puede ascender a varios centenares de ejemplares al año, y en Malasia, Chan et al. (1988) estimaron 77 y 33 capturas de laúdes en redes de enmalle en 1984 y 1985, respectivamente. Posteriormente las redes de enmalle de malla grande se han prohibido en Malasia. Los datos preliminares de las observaciones de la pesquería con red de enmalle frente a la costa de California revelan la muerte de un laúd en cuatro meses en 1990 (Scott Eckert, US NMFS, com. pers.). Evidentemente, cuando se tienen en cuenta otras bajas en la pesquería del Pacífico causadas por redes de deriva de malla grande y el impacto potencial de otras pesquerías costeras con redes de deriva, hay que reconocer la posibilidad de una mortalidad significativa debida a las pesquerías con redes de deriva.

Peces

Entre los peces, la especie más frecuentemente capturada es, al parecer, la tintorera (Prionace glauca), pero a pesar del gran número de ejemplares capturados no hay información suficiente sobre los parámetros vitales de esta especie para evaluar la escala probable del impacto. Deberían ser motivo de cierta preocupación. Otras especies, como los peces luna, son también demasiado poco conocidas para evaluar el efecto de las capturas accidentales en redes de enmalle, pero los impactos sobre las especies infrecuentes han recibido hasta ahora muy poca atención.

Conclusión

Como conclusión cabría decir que en la mayor parte de las pesquerías mundiales con redes de enmalle la información sobre las tasas de captura son insuficientes para llegar a una estimación razonable sobre las capturas totales de especies incidentales. En cambio, cuando existe tal información, como en las pesquerías del calamar y del Pacífico Norte y en las pesquerías de cetáceos de Sri Lanka, la estimación de las capturas totales se ve dificultada por la enorme variabilidad de las tasas de captura de la mayor parte de las especies incidentales según la temporada y la zona geográfica. No obstante, es claro que las indicaciones aproximativas sobre el posible total de capturas de algunas especies no confirman la opinión de que los efectos sean de importancia secundaria.

3.2.3 Consideraciones relativas a la ordenación del medio ambiente

La ordenación de las pesquerías con el fin de reducir los impactos ambientales se ha intentado en muchos lugares. Entre las medidas de ordenación adoptadas se pueden citar la prohibición de ciertos artes en determinadas zonas para conservar algunas especies o tipos de hábitat, la limitación en el uso de algunos artes -por ejemplo, fijando cupos para las especies incidentales-y la introducción de modificaciones en el equipo para reducir el impacto sobre dichas especies.

No obstante, las medidas de ordenación deben formularse en consonancia con unos objectivos. En el caso de los efectos ambientales de las redes de deriva, pueden considerarse varios posibles objectivos, como el mantenimiento de la estabilidad en el ecosistema del océano abierto o la eliminación de las capturas de una determinada especie de tortuga.

Como se ha señalado antes, el impacto en el ecosistema del océano abierto figura entre las posibles críticas a la pesca con redes de deriva en alta mar, pero resulta sumamente difícil prever el impacto a largo plazo de una pesquería sobre dicho sistema. La relación funcional entre los diversos componentes del ecosistema del océano abierto se conocen todavía muy mal, lo que hace poco viable el intento de elaborar un modelo o de regular los efectos de cualquier pesquería en el océano abierto. Una pesquería costera presentaría todavía más problemas, ya que las zonas costeras suelen ser objecto de una explotación tan intensa con diferentes tipos de arte - además de estar sometidas a la influencia de otros factores antropogénicos- que sería imposible pronosticar los efectos específicos de una pesquería con redes de deriva sobre el ecosistema costero.

Por ello, un objetivo alternativo podría ser la ordenación de la pesca con redes de deriva de tal manera que se pueda controlar el impacto sobre especies o poblaciones concretas. Este fue el planteamiento adoptado en el Mediterráneo, donde se prohibió la pesquería italiana con redes de deriva de malla grande debido a su impacto no selectivo sobre las poblaciones de cetáceos. Pero incluso este planteamiento resulta problemático. Hay al menos tres formas de abordar el problema: 1) eliminar el impacto, 2) limitarlo a niveles aceptables y 3) hacer caso omiso de él.

La primera de estas estrategias podría concretarse, en su versión exterma, en una serie de medidas de ordenación que prohibieran la cpatura de las especies implicadas. Cuando se trata de una especie de mamífero marino distribuida en la misma época y zona que la pesquería, se requeriría casi con toda certeza una prohibición completa de la actividad pesquera. Este planteamiento sería difícil de justificar, entre otras razones porque, si seaplicara con rigor, habría que prohibir casi todas las demás pesquerías. Los mamíferos marinos son capturados ocasionalmente en casi todas las pesquerías, y el impacto sobre la alimentación y los ingresos de las poblaciones humanas costeras sería inaceptable para la mayor parte de los gobiernos.

Una interpretación más adecuada de la estrategia de “impacto cero” sería adoptar medidas de ordenación que reduzcan la probabilidad de bajas durante un determinado período de tiempo a un nivel bajo previamente determinado, con el fin de mantener lo más alto que sea posible los niveles de abundancia de las correspondientes especies. Este es el objetivo último de la Ley de los Estados Unidos de protección de los mamíferos marinos, en virtud de la cual las capturas o daños de los mamíferos marinos de cualquier especie deben reducirse a “niveles insignificantes próximos a una tasa cero de mortalidad y de daños graves”. Las medidas de ordenación podrían incluir en ese caso la veda temporal de algunas zonas o normas sobre la longitud y número de las embarcaciones. Pero también en este caso hay que señalar que cuando se trata de especies de mamíferos marinos es probable que las medidas de ordenación incluyan restricciones muy severas, si no la prohibición total de la pesca con redes de deriva.

El segundo planteamiento consiste en ordenar la pesca de tal manera que se mantenga indefinidamente un determinado volumen de población de las especies capturadas incidentalmente. Para ello se requiere información adicional antes de poder formular medidas de ordenación. Antes que nada hay que establecer un programa de investigación independiente que permita conocer el volumen y dinámica de las especies implicadas. Hay que comprobar el aumento de las tasas de mortalidad, estimar el volumen de la población “original” y conocer debidamente la estructura de la población (en concreto, su distribución y sus interrelaciones genéticas).

Evidentemente, estas tareas tropiezan con considerables dificultades. La estimación de las tasas de captura, por ejemplo, puede resultar sumamente difícil, ya que tales estimaciones discrepan enormemente de un reconocimiento a otro. Como estas especies incidentales no son buscadas activamente por la pesquería, y donde hay poca correlación entre la distribución de la especie que se desea pescar y la especie capturada incidentalmente, es muy probable que haya gran diversidad de unos años a otros debido a los cambios en los esquemas de distribución de la pesquería y de la especie incidental. Las estimaciones de las tasas de captura del oso marino del norte en las pesquerías del calamar con redes de deriva del Pacífico Norte constituyen un buen ejemplo de ello (ver el Cuadro 17). Tampoco se puede presuponer necesariamente que exista un volumen de población de equilibrio real que pueda utilizarse como criterio para comparar los volúmenes actuales de la población. Habrá que determinar también cuál es el nivel “aceptable” de agotamiento de la población, determinar criterios para establecer niveles de agotamiento “aceptables” y poner en marcha programas de supervisión de la pesquería y de las especies incidentales. Entre las medidas de ordenación se podrían incluir las restricciones temporales/geográficas, las modificaciones en los artes de pesca, la limitación del esfuerzo de pesca e incluso el cierre de la pesquería si no se encuentra otro medio eficaz de lograr el objetivo.

Se puede intentar ordenar una pesquería de esa manera, como se ha hecho en la pesquería estadounidense del rabil, por ejemplo, pero conviene recordar que el costo de esta iniciativa, si se aplica hasta el fondo, puede ser superior al valor de la actividad que se desea proteger y, si la medida debe financiarse a costa de la pesquería, esta actividad podría resultar antieconómica.

En el caso de que se acepte una de las dos estrategias anteriores, habrá que determinar también cuáles de las especies o poblaciones dañadas por la pesquería deberán estudiarse. Si se van a utilizar como indicadores del daño ambiental las poblaciones más vulnerables, habrá que disponer también de cierta información de base antes de elegir las especies o poblaciones. Este proceso preliminar es de gran importancia, pues sería fácil pasar por alto el agotamiento de una especie rara o poco conocida, o ignorar la existencia de poblaciones independientes. Cuando se trata de pesquerías ya establecidas, es precio tener presente el posible impacto acumulativo que pueden haber tenido sobre las poblaciones incidentales así como la posibilidad de que hayan alterado el equilibrio ecológico de un sistema mediante la eliminación de peces depredadores, permitiendo así que el número autorizado de mamíferos marinos crezca más allá del nivel “original”.

El tercer planteamiento, el del “laissez faire”, no implica consecuencias demasiado complicadas para la ordenación. Se autoriza la continuidad de las pesquerías con redes de deriva, sin tener en cuenta su impacto sobre las especies incidentales. Evidentemente, esto es lo que ha ocurrido hasta hace poco en la mayor parte de las pesquerías. La actual preocupación por las pesquerías con redes de deriva, incluida la resolución 44/225 de las Naciones Unidas sobre la pesca de altura en gran escala con redes de enmalle y deriva, parece sugerir que, al menos en alta mar, este planteamiento ya no es aceptable.

Otra preocupación referente a las pesquerías con redes deriva es que las redes perdidas o desechadas pueden continuar atrapando animales durante algún tiempo (“pesca fantasma”). Cuando se utilizan redes de gran longitud, incluso una tasa relativamente pequeña de pérdidas o abandonos puede significar la presencia de una extensión considerable de red en el mar y existe la preocupación de que estas redes puedan continuar atrapando animales durante cierto tiempo, ya que el nailon es resistente a la descomposición. Según estimaciones de Eisenbud (1985), en el Pacífico Norte podrían perderse cada noche más de 17 km de red, lo que arrojaría un total de varios miles de kilómetros al año.

La mayor parte de los restos de artes de pesca recuperados en las playas del Golfo de Alaska son fragmentos de redes de arrastre, mientras que los fragmentos de redes de enmalle fueron sólo el 1% del total de las redes de enredo en 1989 (Johnson 1990). La proporción relativamente baja de red de deriva puede deberse simplemente a la distancia relativa en que se encuentran los dos tipos de pesquería. Un programa canadiense voluntario de observación de las redes de deriva ha examinado los restos de redes de deriva en la costa occidental del Canadá desde 1986. Se señalaron 25 casos en 1987, 6 en 1988 y 89 en 1989; el crecimiento en 1989 parece consecuencia del mayor esfuerzo de observación. En 1989 no se encontraron animales atrapados, mientras que en 1988 se encontró un ave muerta. Estas redes de deriva perdidas parecen tener su origen en la pesquería del calamar con redes de deriva (Hargreaves y Carter 1988, 1989). Los experimentos japoneses sobre las redes de deriva flotantes han revelado que las redes desechadas se van enrollando por la acción del agua y el viento, y que después de unos 20 días los fragmentos de red de 2 km se transforman en una bola, lo que impide que continúe la pesca fantasma (Mio et al. 1988).

Aunque hay todavía pocas pruebas directas sobre la importancia del problema de la pesca fantasma, la contaminación del entorno marino con fragmentos de red es sin duda algo que conviene evitar. En virtud del Anexo V del convenio internacional para prevenir la contaminación por los buques (MARPOL), que entró en vigor el 31 de diciembre de 1988, el abandono de redes en el mar es ilegal, y se pide a los 41 gobiernos firmantes que ofrezcan en sus puertos servicios de recepción para la eliminación de tales desechos. A diferencia del abandono voluntario de las redes en el mar, su pérdida accidental representa un problema más difícil de resolver.

3.3 Perspectivas de las pesquerías con redes de deriva y de su ordenación

La resolución 44/225 de las Naciones Unidas sobre la pesca de altura en gran escala con redes de deriva y enmalle ha puesto de relieve algunos de los importantes problemas relativos a estas pesquerías. En la resolución se propone una moratoria de todas las operaciones de pesca de altura en gran escala (es decir, la realizadas en alta mar) con redes de enmalle y deriva no más tarde de 1992, a no ser que “se adopten medidas eficaces de conservación sobre la base de análisis estadísticamente bien fundados, realizados conjuntamente por los miembros de la comunidad internacional interesados en los recursos pesqueros de dicha región…”. Aunque estas palabras pueden ser objeto de numerosas interpretaciones, es claro que ese “análisis” deberá llevarse a cabo en el marco de convenios internacionales y de organismos de ordenación pesquera ya existentes o de nueva creación. Así se establece también en los Artículos 118 y 119 de la UNCLOS.

La resolución de las Naciones Unidas alentaba también a los países ribereños a tomar medidas apropiadas y a colaborar en la recopilación y presentación de datos científicos sobre la pesca con redes de enmalle y deriva en sus respectivas zonas económicas exclusivas. Los problemas ambientales planteados por las pesquerías con redes de deriva en alta mar no difieren esencialmente de los planteados por las pesquerías costeras, por lo que sería conveniente un planteamiento conjunto que permita a los Estados cumplir sus deberes y responsabilidades de ordenación de los recursos a ellos asignados en virtud de la UNCLOS.

No obstante, los regímenes de ordenación de la pesca en alta mar son necesarios por otras razones, además de las indicadas en la resolución de las Naciones Unidas. La expansión de la pesca con redes de deriva a alta mar se ha visto impulsada en gran parte por la exclusión de las flotas de gran altura de las ZEE costeras y por la creciente demanda mundial de productos pesqueros. Por ello, parece inevitable que los recursos de alta mar se vean sometidos cada vez a mayor presión, y no sólo por efecto de la pesca con redes de deriva. El aprovechamiento racional y sostenido de los recursos de esas zonas, con un mínimo de conflicto entre las pesquerías competidoras, sólo se puede conseguir mediante la introducción de regímenes de ordenación con los necesarios medios científicos y de aplicación.


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