4. Necesidades de alimentos y crecimiento de la población


Documentos ténicos de referencia 1-5
Volumen 1
© FAO, 1996


 1. Introducción

¿PODRÁ LA HUMANIDAD HACER FRENTE AL CONTINUO CRECIMIENTO DE SU POBLACIÓN?

1.1 Según las proyecciones de las Naciones Unidas (variante media), la población mundial aumentará en un 72 por ciento entre 1995 y el año 2050. Es de esperar que, para entonces, se haya reducido el déficit alimentario, haya aumentado el consumo de alimentos per cápita en los países que padecen escasez y se hayan diversificado los regímenes alimenticios de las poblaciones, con la consiguiente eliminación de las deficiencias específicas. Todos estos cambios tendrán un gran peso en los sistemas de producción de alimentos, en los recursos naturales y en el medioambiente.

1.2 El principal problema que se plantea es si el aumento necesario de la producción de alimentos y los recursos naturales disponibles será suficiente para hacer frente a este crecimiento demográfico de forma sostenible hasta el año 2050, fecha en la que se prevé una estabilización de la población mundial. La distribución de los recursos naturales necesarios para la producción agrícola no se corresponde con la distribución geográfica de la población, y las corrientes migratorias no compensan necesariamente esta diferencia de distribución, que provoca aun más dificultades. Este problema se plantea a nivel local, nacional, regional e internacional.


OBJETIVO DEL DOCUMENTO

1.3 El presente documento se centra en la importancia relativa de las tendencias de tres factores: los factores demográficos que determinan las necesidades de energía alimentaria1, la superación de las diferencias existentes en las necesidades energéticas, y la diversificación de las modalidades de régimen alimenticio a fin de satisfacer mejor las necesidades nutricionales. Desde esta perspectiva, la población no es solamente una suma de personas con características demográficas o socioeconómicas propias, sino un conjunto de individuos con necesidades nutricionales distintas debido a variables tales como sexo, altura, edad, grado de actividad física y calidad de la alimentación.

1.4 El presente documento utiliza por lo tanto sobre todo las necesidades mínimas de energía como base para estimar la energía derivada de las plantas necesaria para hacer frente a las mismas. Estas necesidades energéticas se evalúan para el año 2050 teniendo en cuenta varios supuestos demográficos y nutricionales y su influencia mutua.

1.5 Naturalmente, la importancia relativa de estos tres factores demográficos y nutricionales (identificados anteriormente) depende de los supuestos adoptados. El cambio de los supuestos modificaría los resultados. Las proyecciones sobre población de las Naciones Unidas presentan tres hipótesis muy diferenciadas que demuestran la importancia de los factores demográficos. Como contraste, los supuestos nutricionales adoptados en lo que respecta a superar las diferencias de necesidades energéticas y diversificar el tipo de alimentación son moderados: el nivel de energía alimentaria alcanzada por los países en desarrollo en el año 2050 sería el previsto por la FAO para Asia oriental en el año 2010, y el nivel de diversificación de la dieta adoptado no se diferencia mucho del previsto por la FAO en todo el mundo para el año 2010.

1.6 Tales hipótesis facilitan la evaluación de las consecuencias de los distintos supuestos en lo que respecta a los cambios demográficos y nutricionales en el año 2050, y han sido adoptados por las siguientes razones:

1.7 Estos resultados darán una idea de la magnitud de los problemas demográficos con respecto a la producción de alimentos para satisfacer las necesidades nutricionales en el año 2050, sin tener en cuenta otras fechas anteriores. En consecuencia, el documento amplía a la esfera de la nutrición las previsiones demográficas de las Naciones Unidas.

1.8 Es evidente que el documento no puede considerarse como una ampliación de las proyecciones demográficas al sector económico.

1.9 Habrá que tener también en cuenta que, al centrarse en el desarrollo sostenible durante un período que corresponde aproximadamente a dos generaciones, se pone de manifiesto la importancia del desarrollo del capital humano, y las políticas que afectan a más de una generación.


LAS CLASIFICACIONES UTILIZADAS

1.10 Además de utilizar la distinción común entre países desarrollados y en desarrollo (es decir, de carácter socioeconómico), o por continentes (es decir, de carácter geográfico), es también útil tratar de clasificar a los países según las principales fuentes de energía que utiliza en la dieta su población. Los tres modelos de clasificación pueden considerarse complementarios.

1.11 Al determinar el número de regímenes alimenticios debe encontrarse un punto de equilibrio entre la precisión derivada de establecer un elevado número de modalidades de alimentación, y la estabilidad de la clasificación a largo plazo. Por supuesto, al elegir la opción de la estabilidad y reducir así el número de modelos, pueden presentarse algunas anomalías, que se examinarán a su debido tiempo.

1.12 Debido al pequeño número de modelos adoptados en el presente documento, se registrarán probablemente pocos cambios en las modalidades de alimentación. Aun cuando algunos países tengan que importar cereales, para aumentar sus suministros de alimentos (es decir tengan que comprar trigo en lugar de estructurar de manera diferente su régimen alimenticio), estas importaciones tendrán que ser en una gran escala a nivel nacional si se quiere cambiar el modelo de alimentación de un país.

1.13 Implícitamente, se acepta un importante supuesto: las poblaciones que consumen sobre todo raíces y tubérculos (yuca, ñame, colocasia, etc.) no cambiarán ese modelo radicalmente. Este hecho puede explicarse recurriendo a tres observaciones: los países interesados pueden intensificar esos cultivos sin dañar los suelos; ellos cuentan todavía con considerables reservas de tierra para la agricultura de secano; y, debido a su gran pobreza, tal vez no sean capaces de importar cereales suficientes para introducir algún cambio en el tipo de dieta antes de que pasen varios decenios.


POSIBILIDADES Y LIMITACIONES

1.14 La previsibilidad de los distintos aspectos que intervienen en la cuestión alimentación-población varía considerablemente.

1.15 Entre estos factores, los cambios demográficos son tal vez los menos difíciles de predecir. Poco después de la segunda guerra mundial, las Naciones Unidas pudieron prever la población mundial para el año 2000 y han elaborado proyecciones subsiguientes sin que se hayan producido cambios sustanciales en los resultados (Cuadro 1).

Cuadro 1

1.16 Debido a las corrientes migratorias internas e internacionales, provocadas a menudo por cambios económicos, la observación realizada sobre las proyecciones se verifica mejor para las zonas geográficas más extensas que para otras más reducidas.

1.17 Resulta difícil prever los cambios que se vayan a introducir en las prácticas agrícolas como puedan ser los cambios tecnológicos, el desarrollo de nuevos cultivares, la selección de nuevas especies animales, el éxito de investigaciones sobre la adaptación de sistemas de cultivo al medio ambiente o de éste a los sistemas de cultivo (riego, etc.), la difusión de los conocimientos técnicos y las innovaciones, etc.

1.18 Adoptar un marco cronológico de 50 años, o incluso de 20, plantea dificultades debido al carácter imprevisible de algunas variables exógenas tales como: las inversiones públicas en infraestructura que puedan influir en el desarrollo de la agricultura; el suministro de insumos agrícolas; la regulación de los mercados agrícolas; y la eficacia de las políticas de ajuste estructural que influyan en factores tales como los ingresos o las deudas de los agricultores. Sin embargo, limitándose a proyecciones demográficas relativamente sólidas y a los aspectos nutricionales, se pueden sortear en cierta medida estas dificultades.

Las proyecciones se basan en la labor realizada por las organizaciones internacionales

1.19 Las proyecciones utilizadas en el presente documento se fundamentan en una serie de proyecciones preparadas por las organizaciones internacionales.

1.20 Se han examinado las tres hipótesis de las Naciones Unidas para las proyecciones demográficas hasta el año 2050, a fin de calcular la importancia relativa o absoluta de algunos factores demográficos para las necesidades de energía en los cambios dietéticos que influyen en la demanda de alimentos. Incluso deteniéndose a este nivel, se puede observar ya que la magnitud de los cambios en lo que respecta a la producción de alimentos es imprevisible y plantea problemas importantes con respecto a posibles soluciones, según los distintos criterios, como puede ser la mejora de la productividad, la sostenibilidad, los costos ambientales, etc.

1.21 Las proyecciones para la alimentación y la agricultura hasta el año 2010, elaboradas por la FAO, han servido de marco para realizar este estudio. Así pues, el documento se basa en Agricultura mundial: hacia el año 2010 (FAO, 1995b), para sus resultados a nivel nacional y para sus supuestos en lo que respecta a las tendencias hasta el año 2025.

1.22 Los procedimientos para evaluar las necesidades energéticas han sido elaborados por la FAO.

1.23 La utilización combinada de estas tres fuentes ha permitido una proyección a largo plazo de las necesidades de energía y de los factores demográficos y nutricionales que determinan esas necesidades.

1.24 Hay que señalar que, según las hipótesis utilizadas en este documento, para hacer frente a los problemas de la magnitud en él descritos se requiere lo siguiente:

1.25 En el Capítulo 2 se examina el equilibrio histórico entre población y producción alimentaria y se clasifican los países según su nivel de desarrollo, el continente al que pertenecen y sus modalidades de alimentación, y se extraen algunas enseñanzas de las tendencias observadas.

1.26 En el Capítulo 3 se examinan algunas hipótesis que se utilizarán en el futuro para ilustrar el efecto relativo sobre las necesidades energéticas del crecimiento demográfico y de otros factores afines como la urbanización. Se pasa seguidamente a exponer la importancia de suprimir las actuales diferencias de necesidades energéticas y las nuevas que surjan al cambiar los hábitos alimentarios. Por último, se examina en él la suma de efectos de los factores anteriormente mencionados y se sacan algunas conclusiones. Hay que señalar que cada uno de los factores se presenta como coeficiente multiplicador de la energía derivada de las plantas. La suma de los efectos se obtiene multiplicando cada uno de los coeficientes.


2. Equilibrio entre la población y la producción de alimentos desde 1950

2.1 En primer lugar se examinan las tendencias demográficas que pueden haber influido en las necesidades energéticas de las poblaciones y que, por lo tanto, pueden haber condicionado los suministros de alimentos que se necesitan para satisfacer esas necesidades. Las variaciones en los suministros de alimentos se describen más adelante. Por último, se examina si los suministros de alimentos han sido suficientes para atender estas necesidades.


CAMBIOS DE POBLACIÓN

2.2 Los cambios de población que se han registrado desde la segunda guerra mundial y que afectan a los suministros de alimentos pueden resumirse como sigue:

Por consiguiente, de acuerdo con estas observaciones cabe esperar un aumento del volumen de desplazamientos de población y una diversificación de los destinos. Será necesario aplicar políticas nacionales e internacionales adecuadas para velar por que los efectos de las migraciones sean positivos. A este respecto, hay que tener en cuenta que las políticas concebidas meramente para frenar las corrientes migratorias, tanto internas como internacionales, en lugar de tener éxito serán con frecuencia contraproducentes, si no se aplican políticas de desarrollo eficaces en las zonas de origen de los inmigrantes.


EFECTOS DE LOS CAMBIOS CUANTITATIVOS O ESTRUCTURALES DE LA POBLACIÓN SOBRE LAS NECESIDADES DE ENERGÍA

2.3 Además de las lógicas repercusiones del propio crecimiento de la población, todos los cambios estructurales que se han señalado hasta ahora han afectado en distinta medida a las necesidades de energía de las poblaciones.

2.4 El aumento de la esperanza de vida contribuye al crecimiento de la población de todas las edades. Además, la mejora de la alimentación de los niños permite aumentar su talla y peso, incrementando así sus necesidades medias de energía cuando sean adultos.

2.5 La reducción de la fecundidad genera dos efectos contrapuestos. De una parte contribuye al descenso de las necesidades medias de energía de la población, porque las necesidades de las mujeres de la misma edad son ligeramente mayores cuando están embarazadas. De otra parte contribuye a elevar las necesidades de energía, porque comporta una disminución del porcentaje del componente más joven de la población, cuyas necesidades de energía son menores. Sin embargo, a largo plazo, la disminución de la fecundidad contribuye a elevar las necesidades, debido a que aumenta el porcentaje de la población de edad más avanzada, aunque el efecto neto no es significativo.

2.6 La actividad física aumenta las necesidades, tendiendo a ser su nivel mayor en las zonas rurales que en las urbanas. En cambio, las poblaciones urbanas cambian su régimen de alimentación y adoptan hábitos alimenticios que en general requieren más calorías de origen vegetal (calorías).

2.7 En el presente documento se describen los efectos concretos de estos factores demográficos sobre las necesidades de energía.


CAMBIOS EN LOS SUMINISTROS DE ALIMENTOS

2.8 Desde 1971, la FAO ha venido perfeccionando un sistema integrado e informatizado para compilar y mantener, en forma de registros de suministros/utilización, estadísticas agrícolas actuales sobre 30 productos alimenticios básicos de los sectores de la agricultura y la pesca y 310 productos elaborados derivados de los anteriores en alrededor de 200 países y territorios, con series de datos desde 1961 hasta 1990.

2.9 Si se suma la cantidad total de productos alimenticios obtenidos en un país a la cantidad total de alimentos importados se obtiene una cifra que, una vez ajustada de acuerdo con los posibles cambios que puedan haberse registrado desde el comienzo del período de referencia, indica los suministros disponibles durante dicho período. Por lo que respecta a la utilización, se distingue entre cantidades exportadas, utilizadas como pienso o como semillas, destinadas a usos industriales o de otro tipo no alimentario o que se pierden durante el almacenamiento y el transporte, y suministros de alimentos disponibles para el consumo humano vendidos al por menor, es decir, la forma en que los alimentos forman o dejan de formar parte de los suministros de alimentos para el consumo (FAO, 1993a).

2.10 Es importante señalar que las cantidades de alimentos disponibles indican la cantidad que llega al consumidor, pero no necesariamente la de los alimentos consumidos realmente. Esta puede ser inferior a la señalada debido a las pérdidas de alimentos comestibles y de nutrientes en el hogar durante el almacenamiento, la preparación y la cocción (que afectan más al contenido de vitaminas y minerales que al de calorías, proteínas o grasas), las sobras de la comida, las cantidades destinadas a alimentar animales domésticos o de compañía o los alimentos que se desechan (FAO, 1993a).

2.11 Por consiguiente, según la evaluación de la FAO, los suministros de alimentos en 1992 se cifraron como promedio (descontando las pérdidas) en 2 718 calorías/per cápita/día, de las cuales 2 290 eran de productos vegetales y 428 de productos pecuarios.

Los suministros de alimentos han registrado un considerable aumento

2.12 En conjunto, los suministros de alimentos del planeta se han duplicado con creces durante los 40 últimos años. Esto ha supuesto que el crecimiento de los suministros mundiales de alimentos haya sido más rápido que el de la población, lo que ha comportado una elevación considerable de los suministros medios de alimentos per cápita en calorías. Los datos disponibles indican que entre 1962 y 1991 los suministros diarios medios de alimentos per cápita subieron más de un 15 por ciento, aunque estos promedios mundiales ocultan importantes variaciones regionales.

2.13 En los países en desarrollo se ha registrado un importante aumento de los suministros de alimentos per cápita, subiendo de casi 1 990 calorías en 1962 a 2 500 calorías en 1991, mientras que al mismo tiempo la población total prácticamente se duplicó, pasando de 2 200 millones de habitantes a más de 4 200 millones. Hay que señalar que durante el mismo período los suministros de alimentos de los países desarrollados se elevaron de 2 000 calorías en 1962 a un máximo aproximado de 3 300 en 1982, para luego disminuir a unas 3 150 calorías en 1991. Este aumento fue especialmente importante en Asia, donde se aprovecharon plenamente las ventajas de la revolución verde, y en América Latina, que se benefició en gran medida de los avances tecnológicos, como ocurrió con las variedades híbridas de maíz.

2.14 No obstante, hay tres tipos de países que no siguen estas tendencias. En primer lugar, los países europeos redujeron sus suministros entre 1982 y 1992, mientras que los países de América del Norte incrementaron enormemente los suyos. En los países africanos, especialmente en los que la población consume yuca, ñame o colocasia, se registró un descenso de los suministros de alimentos durante el mismo período. Esta evolución de Africa se debe considerar en particular como una consecuencia de la imposibilidad de llevar a cabo una revolución verde en este continente. Hay que señalar que, durante el mismo período (1982-92), en las poblaciones que satisfacen la mayor parte de las necesidades energéticas con el maíz se registró también una disminución de sus suministros.

Usos distintos del consumo humano de la producción cerealera

2.15 Tan sólo la mitad de los cereales que se producen se destinan al consumo humano: en 1969-71 fue el 48 por ciento y en 1988-90 el 50 por ciento (FAO, 1995a).

2.16 La mayor parte de los cereales que no se destinan al consumo humano se utilizan como piensos. En el período de 1988-90 se usó como pienso algo más del 20 por ciento de la producción mundial de cereales (el 15 por ciento en 1969-71). Los países en desarrollo destinaron algo menos del 20 por ciento a la ganadería en 1988-90 (algo más del 10 por ciento en 1969-71) (FAO, 1995a). El resto se utiliza como reserva de semillas (se estima que se necesita alrededor de un 5 por ciento para semillas) (James y Schofield, 1990), se pierde entre la recolección y la venta al por menor. (Resulta difícil evaluar las proporciones, por lo que el único modo de hacerlo es observar las cantidades restantes.)

Pérdidas de alimentos

2.17 Nadie conoce con exactitud las pérdidas de las cosechas registradas entre las fases de producción y de venta al por menor. Existen estudios de casos que se concentran en las pérdidas de rendimiento debidas a las plagas, si bien resulta difícil generalizar (FAO, 1993b). En la evaluación por parte de los suministros de alimentos de la FAO se tienen en cuenta diversas pérdidas. Durante el almacenamiento de los alimentos, las pérdidas pueden ser considerables. Se han observado pérdidas importantes en América Latina (SOLAGRAL, 1995). Algunos autores las cifran entre un 10 y un 20 por ciento, mientras que otros elevan las estimaciones hasta un tercio de la cantidad producida (Erlich y Erlich, 1991). En cualquier caso, no es inusual que los almacenes comerciales registren unas pérdidas del 10 al 15 por ciento (James y Schofield, 1992) (véase el párrafo 3.61).

2.18 Para comparar las necesidades nacionales con los suministros de alimentos per cápita, se debe añadir a la evaluación de las necesidades un porcentaje correspondiente a las pérdidas de alimentos que se producen entre la venta al por menor y el consumo en los hogares (en la fase de preparación o de consumo). Con frecuencia se citan unas pérdidas del 5 al 10 por ciento (James y Schofield, 1990). Estas pérdidas son mayores en los países desarrollados que en los países en desarrollo, y en éstos hay mayores pérdidas en las zonas urbanas que en las rurales.

2.19 También hay que tener presentes las pérdidas en las existencias de seguridad familiar, normalmente acumuladas en las zonas rurales por los propios agricultores. Estas pérdidas son mayores cuando las reservas son más abundantes y cuando se mantienen durante períodos superiores a un año. En las zonas rurales con frecuencia se obtienen malas cosechas. Las existencias están expuestas al deterioro o la destrucción por plagas, moho, etc. Son mayores en los países en desarrollo que en los desarrollados. En los primeros, son superiores en las zonas rurales que en las urbanas. Las existencias son menores en las sociedades rurales con un nivel de vida más alto.

2.20 Las cifras disponibles no se pueden utilizar como estadísticas, puesto que son muy poco precisas y hacen referencia específica a determinados casos. Sin embargo, en ausencia de datos más precisos, cabe señalar que las pérdidas debidas a la acumulación de existencias y las que se registran entre la venta al por menor y el consumo doméstico pueden llegar a ser del 10 al 40 por ciento de los suministros totales de alimentos de una familia (Uvin, 1995).


CONSUMO PARA SATISFACER LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS

2.21 Las evaluaciones de los suministros de alimentos per cápita no pueden considerarse evaluaciones de las necesidades de energía. La evaluación de las necesidades energéticas humanas ha estado a cargo de los nutricionistas. En un manual destinado a los encargados de la planificación de la alimentación y los nutricionistas se exponen los conocimientos actuales y se proponen métodos de evaluación a escala nacional2 (James y Schofield, 1990).

2.22 Hay que recordar que es necesario distinguir entre necesidades energéticas y demanda de alimentos. Todas las personas consumen alimentos para satisfacer sus necesidades de energía y nutrientes, que varían en función de la edad, el sexo, la estatura, el peso, etc. Sin embargo, la demanda de alimentos para satisfacer estas necesidades varía en función de los suministros, así como de los gustos de los consumidores, sus ingresos, los precios relativos, etc. El crecimiento de la población y los cambios de su estructura, sobre todo en la edad y el sexo, ocasionan cambios en las necesidades, especialmente de energía, de acuerdo con los parámetros que se han señalado, pero esas necesidades se pueden satisfacer con numerosas combinaciones de productos alimenticios.

2.23 Por lo tanto, ¿cuáles son los factores que más afectan a las necesidades energéticas? Con una población constante, corresponde a la estatura y el peso el 49 por ciento de la asignación nacional media de energía, a la estructura de edades el 35 por ciento y a la urbanización el 15 por ciento (James y Schofield, 1990). Los principales factores que hay que tener en cuenta son los siguientes:

Tendencias de las necesidades energéticas

2.24 La evaluación retrospectiva de las necesidades energéticas pone de manifiesto que éstas varían enormemente según los países. En los países desarrollados son mayores que en los países en desarrollo.

2.25 Las necesidades energéticas de los países de América del Norte son de casi 2 400 calorías/per cápita/día, es decir, algo superiores a las necesidades de las poblaciones europeas. En el otro extremo de la escala, las necesidades más bajas de energía son las de las poblaciones de Africa (menos de 2 150 calorías), que están algo por debajo de las poblaciones de Asia y América Latina (casi 2 150 calorías) (véase la Figura 1). Las clases de alimentación se definen en los párrafos 2.42 a 2.48.

 

Figura 1

2.26 En general, las poblaciones con una alimentación a base de arroz, maíz, trigo, mijo o yuca (Figura 2, Clases 1, 2, 3, 5 y 6, respectivamente), en su mayor parte de los países en desarrollo, tienen unas necesidades energéticas casi en 10 por ciento inferiores a las de los países desarrollados, cuya alimentación es más rica en productos animales.

 

Figura 2

2.27 Las necesidades de energía de la población han aumentado en general desde 1970 (tras el descenso registrado durante los decenios anteriores) y han llegado a un nivel de 2 220 calorías/per cápita/día. Esto es aplicable a las necesidades de los países desarrollados, que han aumentado con mayor rapidez desde 1970. Las necesidades de los países en desarrollo han crecido de manera aún más rápida que las de los países desarrollados. Esto se debe al rápido incremento de las necesidades energéticas de los países asiáticos, sobre todo los que consumen principalmente arroz, y a las mayores necesidades de los países de América Latina. Desde 1970, estas necesidades han aumentado mucho más rápidamente que las de los países desarrollados (Figura 1).

2.28 En Africa, las tendencias son distintas (Figura 1). Las necesidades medias de energía per cápita han disminuido muy ligeramente desde 1960, debido a la pequeña reducción de las necesidades de las poblaciones que consumen sobre todo mijo o sorgo, así como las de las poblaciones que consumen yuca, ñame, colocasia o plátanos (Figura 2, Clases 5 y 6, respectivamente). Hay que señalar que también ocurre esto en las poblaciones que consumen maíz. Los cambios observados en las necesidades medias de energía se deben sobre todo a las variaciones de las estructuras de la población por edades.

Tendencias de los suministros de alimentos

2.29 Comparando los suministros de energía alimentaria con el valor de las necesidades evaluadas anteriormente, se observa que a lo largo de la década de 1960 mejoró con rapidez la capacidad para satisfacer las necesidades energéticas de la humanidad. Esta progresión, sin embargo, redujo su ritmo considerablemente durante los años setenta. En la década de 1980 incluso disminuyó el índice medio de satisfacción de las necesidades. Esto no significa que la situación alimentaria de los países en desarrollo empeorase durante el mismo período. Es en los países desarrollados donde ha disminuido el consumo en relación con las necesidades constantes de energía. Aún cuando los progresos sean ahora más lentos, la situación alimentaria de los países en desarrollo considerados en conjunto han mejorado.

2.30 Los suministros de alimentos de los países desarrollados superan cada vez en mayor medida sus necesidades energéticas. Con un índice de satisfacción de las necesidades que ya en 1980 era superior a 1,35 y en 1990 se acercaba a 1,5, las poblaciones de América del Norte parecen tener garantizados casi en su totalidad los suministros de alimentos aunque se registren pérdidas masivas durante la fase de producción, antes o después de la venta al por menor. Sus suministros son en la actualidad casi un 50 por ciento superiores a sus necesidades (Figura 3). En cambio, en los países europeos se están reduciendo los suministros. La tasa de satisfacción de sus necesidades ha pasado de 1,4 en 1980 a 1,36 en 1990 (Figura 3). Dado que las pérdidas que probablemente se producen entre la fase de producción y la de consumo doméstico de productos alimenticios son moderadas, la situación alimentaria sigue siendo sin duda excedentaria para la mayoría de la población.

 

Figura 3

2.31 La situación de la satisfacción de las necesidades en los países en desarrollo ha mejorado enormemente, pasando de un déficit del 6 por ciento en 1962 a un superávit del 17 por ciento en 1990.

2.32 La mejora fue especialmente apreciable en Asia. La tasa de satisfacción de las necesidades energéticas pasó de poco más de 0,9 en 1962 a algo menos de 1,2 en 1990, lo que supone una rápida progresión durante todo el período. En los países de América Latina, donde la situación alimentaria no es por término medio tan favorable como en los asiáticos, la tasa de satisfacción de las necesidades retrocedió ligeramente entre 1980 y 1990, tras un acusado aumento entre 1962 (1,10) y 1990 (1,25). Más adelante se explica con mayor detalle la manera de interpretar estas cifras.

2.33 Estos resultados confirman la alarmante situación de los países de Africa. Con unos suministros que en 1962 no eran suficientes para satisfacer sus necesidades, y que nunca han llegado a superar éstas en más de un 8 por ciento (los índices de satisfacción de las necesidades se han mantenido por debajo de 1,06), la situación alimentaria es evidentemente inadecuada en la mayor parte del continente africano (Figura 3). Es indudable que en algunos países la situación es más grave de lo que indican las cifras medias. Los países de Africa del Norte, donde el trigo constituye una parte importante de la alimentación, pueden importar este cereal para satisfacer sus necesidades. En cambio, debido a que Africa del Norte forma parte de la media, la situación tiene que estar por debajo del valor medio en algunas partes del Africa subsahariana.

Zonas críticas

2.34 A pesar de la mejora de la relación entre los suministros y las necesidades para las poblaciones que satisfacen la mayor parte de sus necesidades energéticas a base de mijo y de sorgo, incluso en 1990 los primeros no eran suficientes para satisfacer las segundas (tasas de satisfacción de las necesidades inferiores a 1,00) (Figura 4, Clase 5).

 

Figura 4

2.35 Aunque la calidad de los datos sea escasa, la tendencia de las poblaciones que consumen sobre todo raíces o tubérculos, yuca, ñame o colocasia varía con respecto a la de otros tipos de régimen alimenticio. Su situación alimentaria está empeorando y sus suministros de alimentos fueron inferiores a sus necesidades en 1980 y 1990 (Figura 4, Clase 6).

2.36 La situación alimentaria de las poblaciones del Africa subsahariana es totalmente distinta de la que tienen las que cultivan arroz. Entre 1962 y 1990, el índice de satisfacción para las Clases 5 y 6 pasó de 0,89 y 1,02 a 1,00 y 0,98, respectivamente, mientras que para la Clase 1 (arroz) creció de 0,88 a 1,18 (Figura 4). Si se tienen en cuenta las pérdidas de alimentos posteriores a la venta al por menor, que suelen ser considerables en los países pobres, se constata que con frecuencia estas poblaciones se encuentran en una situación crítica.

2.37 En los países en desarrollo, las clases comprenden un número elevado de países (con excepción de la Clase 5, que es pequeña). Representan, pues, valores medios y ocultan situaciones locales. Hay que señalar que Africa no es el único continente que tiene que hacer frente a una escasez grave de alimentos a escala nacional. Países como Etiopía, Mozambique, la República Centroafricana, Sierra Leona y Somalia (FAO, 1995b), se encuentran efectivamente en esta situación, pero también lo están algunos países asiáticos, como el Afganistán, o incluso Mongolia y Nepal. Los boletines de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ponen de manifiesto que también hay otros países, como Bangladesh, Camboya y Myanmar, que sufren de desnutrición crónica (Erlich y Erlich, 1991). Hay asimismo casos de déficit crónico a escala subnacional en otros dos países del continente, la India y China. Este es el motivo de que la desnutrición crónica siga representando un problema importante en Asia oriental y meridional (FAO, 1992).

2.38 El número de personas que siguen padeciendo desnutrición crónica es elevado. Según la FAO, en 1969-71 sufrían desnutrición 918 millones de personas, en 1979-81 eran 906 millones y en 1988-90 la cifra era de 841 millones (FAO/OMS, 1992).

2.39 Existen desigualdad en la distribución de los suministros de alimentos tanto en pequeña como en gran escala. Hasta ahora no se ha hecho referencia a las desigualdades generalizadas en cuanto al acceso de la población a los alimentos, que se producen independientemente del grado de satisfacción de las necesidades de toda la población. Se da por descontado que las mujeres no siempre tienen el mismo grado de acceso que los hombres a los alimentos, con lo cual no sólo se ve afectada su salud, sino también el desarrollo y el crecimiento de sus hijos en el futuro. También se sabe que la alimentación de los niños puede llegar a ser un 20 o un 30 por ciento inferior a sus necesidades (FAO, 1987) y que, en caso de escasez de alimentos, en ocasiones los hombres tienen acceso preferente a ellos. Es indudable asimismo que las desigualdades económicas pueden provocar una distribución desigual de los suministros de alimentos.

2.40 En el planteamiento que se ha presentado aquí se ha dado por supuesto hasta ahora que los alimentos se distribuyen a los individuos exactamente de acuerdo con sus necesidades. Esto rara vez ocurre. Mediante una distribución más equitativa de los suministros de alimentos, probablemente se eliminaría la desnutrición en su mayor parte. Ahora bien, de igual modo que se requiere un aumento de los suministros de alimentos como compensación de las pérdidas aceptadas entre la venta al por menor y el consumo doméstico, cuando la distribución es desigual los suministros de alimentos deberían ser muy superiores a las necesidades, a fin de que haya una cantidad suficiente para satisfacer las necesidades de energía de quienes ocupan el último lugar en la distribución (véase el párrafo 3.62). El aumento de los suministros de alimentos es una condición que puede facilitar una mejor distribución sólo si va acompañado de políticas apropiadas (véase el párrafo 3.58). El efecto de filtración no se produce automáticamente.

2.41 Las diferencias entre los países van en aumento. La combinación de las diferencias en pequeña y gran escala en la distribución explica la persistencia del elevado número de personas desnutridas, a pesar de la mejora general. Las tendencias actuales de la población y la pobreza agravan esta situación en muchos países en desarrollo.


ALIMENTACIÓN DE LAS POBLACIONES DEL MUNDO: CLASIFICACIÓN DE LOS PAÍSES

2.42 Para clasificar las principales modalidades de consumo de alimentos del mundo y sus dimensiones socioculturales se ha utilizado la misma información de los países que sirvió para el análisis de los principales componentes del consumo diario per cápita. Se han definido seis clases utilizando una clasificación jerárquica ascendente de 151 países sobre los que la FAO tenía información. Se han excluido otros 32 países, por no disponer de suficiente información. Sin embargo, estos 32 países representan en total únicamente el 0,4 por ciento de la población mundial, por lo que su exclusión tiene unas repercusiones mínimas.

2.43 En estas seis clases están comprendidas 16, 25, 25, 27, 5 y 21 países, respectivamente (Cuadro 2). Cabe preguntarse por la utilidad de incluir un grupo con sólo cinco países. Ahora bien, incluso en una tipología programada con cinco clases en lugar de seis se mantendría este pequeño grupo, puesto que, como se verá más adelante, sus características son muy importantes. En el caso de una reducción a cinco clases, se unificaría la Clase 1 y la Clase 2, aunque están compuestas por poblaciones que consumen sobre todo arroz y maíz, respectivamente.

Cuadro 2

2.44 Para simplificar esta tipología, cada clase ha recibido un nombre de acuerdo con el producto alimenticio que mejor caracteriza su régimen de alimentación. Así, la Clase 1 se denomina «arroz», la Clase 2 «maíz», la Clase 3 «trigo», etc. Pero esta simplificación no se debe tomar al pie de la letra. En cada clase figuran países con estructuras de la alimentación semejantes según las hojas de balance de alimentos de la FAO. Es importante no olvidar que en este proceso de clasificación solamente se tienen en cuenta los aspectos energéticos de cada elemento de la alimentación con objeto de comparar las estructuras. No se tienen presentes los aspectos cualitativos, como las proteínas procedentes del pescado o los glúcidos del trigo. Debido a que cada alimento se conoce solamente por el valor energético en la estructura de la alimentación, cada país figurará en una clase concreta si tiene una estructura análoga de régimen alimenticio, aunque difiera en un elemento importante. Las pocas anomalías que han surgido en el proceso de clasificación tienen un interés notable, como el caso del Japón, que se explica con cierto detalle más adelante. Las diferencias entre algunas de las estructuras pueden ser relativamente pequeñas. Por ejemplo, la estructura de la alimentación de la Clase 1 (consumidores de arroz) es más parecida a la de la Clase 2 (consumidores de maíz) que a cualquiera de las otras. De esta manera, si sólo se hubieran definido cinco clases, los países que consumen sobre todo arroz estarían agrupados con los que consumen principalmente maíz. La alimentación de este grupo combinado es muy distinta del régimen de alimentación de los países que consumen sobre todo trigo, puesto que en éstos también hay otra fuente de energía. En cambio, si se hubieran programado más de seis clases habría que separar algunos países, como el Japón, para formar clases independientes. En la división en seis clases, el Japón está agrupado con los países que consumen principalmente maíz, a pesar de que su población no come maíz. Este hecho puede explicarse por tres razones: el Japón no se ha clasificado dentro del grupo de países de altos ingresos (Clase 4) porque su nivel de consumo de energía es menor que el de aquéllos; el consumo de carne en el Japón es bajo; y el consumo de arroz del Japón es escaso en comparación con otros países de la Clase «arroz». Por consiguiente, el consumo de productos vegetales distintos del arroz sitúa al Japón en una clase distinta de la de los países que consumen sobre todo arroz (Clase 1). El escaso consumo de carne, especialmente de vacuno u ovino, coloca al Japón en una clase distinta de la de los países que consumen principalmente trigo (Clase 3). Para Malasia podría darse una explicación parecida.

2.45 En esta tipología se distinguen seis tipos principales de régimen de alimentación (Cuadro 3):

2.46 Las clases establecidas en esta tipología están estrechamente relacionadas con las principales plantas de las distintas civilizaciones del mundo, a saber, el arroz, el trigo, el maíz, el mijo (al que se pueda añadir el sorgo) y la yuca (a la que se pueden añadir el ñame y la colocasia). Los efectos de la diversificación de la alimentación se pueden observar únicamente en los países desarrollados que han introducido numerosos productos pecuarios en sus regímenes de alimentación (Clase 4).

2.47 Hay que señalar que en la Clase 4 hay tres países en desarrollo junto con los desarrollados. Sin embargo, se trata de Arabia Saudita, Israel y el Líbano, países en desarrollo que están en la cuenca del Mediterráneo o en sus proximidades y están considerados por el Banco Mundial como países de altos ingresos. Su situación económica ha permitido a sus poblaciones diversificar la alimentación (Banco Mundial, 1994).

2.48 Esta clasificación no es muy diferente de la que se obtiene utilizando datos anteriores. Incluso con información más antigua es probable que se hubieran obtenido resultados parecidos. Las diferencias habrían consentido probablemente en los tres países antes mencionados y en algunos países desarrollados, como Francia, que hasta hace poco consumían una proporción mucho mayor de cereales. Por consiguiente, existe una cierta estabilidad en la alimentación en los países en desarrollo, aunque pueden observarse algunos cambios en sus modalidades a medida que los países se desarrollan.

Cuadro 3

Relaciones entre las características sociodemográficas de las poblaciones y su clasificación en función de la alimentación

2.49 En la clasificación de los países en función de sus hábitos alimenticios también se los organiza de acuerdo con características demográficas importantes relativas a las necesidades de energía de sus poblaciones. Estas relaciones son asociativas, no causales. Además, dichas clasificaciones corresponden a situaciones alimentarias distintas (véase el Cuadro 3):

Países sin seguridad alimentaria

2.50 Aun cuando las mejoras en la satisfacción de las necesidades de energía de los países en desarrollo hayan sido considerables, se han producido de manera demasiado lenta. Como se ha indicado más arriba, el aumento de los suministros de alimentos per cápita de los países en desarrollo ha sido notable, pasando desde casi 1990 calorías en 1962 a más de 2 500 en 1991, lo que representa un número superior a sus necesidades (2 160 calorías en 1990). En muchos países estas mejoras no han repercutido en la población pobre.

2.51 Sin embargo, las pérdidas de alimentos que tienen lugar entre la venta al por menor y el consumo en el hogar han constituido un factor destacado en la reducción de esas diferencias, ya que pueden ser cuantiosas, sobre todo en el caso de los cereales o las hortalizas. Las pérdidas de raíces y tubérculos son escasas, debido a que se consumen en países con mercados relativamente pequeños (por lo que hay pocas pérdidas durante el transporte y el almacenamiento), ya que pueden dejarse en la tierra hasta que se necesitan sin que se produzcan demasiados daños. Estas pérdidas son mayores cuando los hogares se ven obligados a acumular reservas como garantía frente a las malas cosechas o a las catástrofes debidas al clima, las inundaciones o los problemas de suministro. Cuanto más tiempo se mantienen estas reservas, más vulnerables son. Con pérdidas anuales medias del 10 por ciento aumentaría el promedio de los suministros de alimentos necesarios a 2 380 calorías, cifra no muy inferior a los suministros de alimentos disponibles en los países en desarrollo en 1988-90 (2 470 calorías).

2.52 La desigualdad en la distribución de los alimentos dentro de los países también hace aumentar las diferencias entre las necesidades medias y los suministros de alimentos que necesitan las poblaciones. Como se ha señalado, en los países en los que existen las mayores desigualdades en la distribución, los suministros de alimentos per cápita deben ser de un 20 a un 30 por ciento superiores a las necesidades medias para que desaparezca la malnutrición (FAO, 1995a). Sin embargo, dicho aumento no soluciona automáticamente el problema de la distribución, por lo que las políticas en este sector son fundamentales.

2.53 Es comprensible, por tanto, que los suministros de alimentos de los países que consumen sobre todo arroz (alrededor de 2 520 calorías) sean insuficientes y que, debido a que representan a la mayoría de la población, la mayor parte de las personas de todo el mundo que sufren malnutrición vivan en esos países. Pero la escasez más grave de alimentos es la de los países que consumen principalmente yuca, ñame o colocasia. Sus suministros de alimentos, que en 1990 ascendían a 2 090 calorías, no son suficientes para satisfacer sus necesidades nutricionales medias. En esta clase están incluidos muchos países con inseguridad alimentaria, que probablemente representarán a la mayoría de la población que sufra desnutrición en el año 2010 (FAO, 1995a). También son países con un crecimiento demográfico rápido.


FACTORES QUE AFECTAN AL EQUILIBRIO ENTRE LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS Y LOS SUMINISTROS DE ALIMENTOS

2.54 La definición de los factores que determinan el aumento de los suministros de alimentos no entra en el ámbito del presente estudio. En realidad, no es mucho lo que se sabe acerca de esos factores. Sin embargo, de los resultados expuestos cabe deducir las condiciones que en el pasado ha favorecido el aumento de la producción de alimentos. En parte son de carácter demográfico, puesto que el crecimiento de la población conduce casi automáticamente a un aumento de las necesidades nutricionales totales. En parte son también de tipo económico.

Desarrollo económico general y reducción de la pobreza

2.55 Desde la segunda guerra mundial, las poblaciones que producen sus propios alimentos mediante la agricultura, en la que encuentran empleo y tienen su medio de vida, han disminuido de manera constante en relación con la población total, pero todavía son la mayoría. Sin embargo, las poblaciones más pobres siguen encontrándose en general en las zonas rurales (Banco Mundial, 1990). Se puede observar que el mayor crecimiento demográfico se registra en los países con un consumo escaso de alimentos. Esto pone de manifiesto la importancia de estudiar las interacciones entre el aumento de las necesidades y el crecimiento de la demanda. Se pueden apreciar los perjuicios causados en la formulación de políticas por el conocimiento insuficiente de dichos vínculos. Con todo, el crecimiento económico general y la reducción de la pobreza, con el consiguiente aumento de la demanda de productos alimenticios, parecen ser los principales factores para conseguir satisfacer con éxito las crecientes necesidades energéticas de muchos países en desarrollo. Las políticas relativas a la rapidez del crecimiento demográfico también pueden contribuir de manera importante a esos factores.

Desarrollo rural derivado de la intensificación de la agricultura

2.56 Se ha observado un aumento considerable de los suministros de alimentos, posibilitado por una mayor productividad y en menor medida por el aumento de la superficie cultivada. Según la FAO (1995a), el 69 por ciento del aumento de la producción vegetal durante 1970 y 1990 se debió a un rendimiento mayor y el 31 por ciento a la ampliación de la superficie cultivada.

2.57 Dicho aumento de la productividad se obtuvo sobre todo en el trigo (2,8 por ciento al año), el arroz (2,3 por ciento al año) y en menor medida el maíz (1,8 por ciento al año) y el sorgo (1,5 por ciento al año). El rendimiento de la cebada, el mijo y la yuca aumentó sólo un 1 por ciento al año (FAO, 1995a). La intensificación se vio favorecida asimismo por el riego, gracias al cual, además de aumentar directamente el rendimiento mediante el uso de variedades de alto rendimiento de cereales (híbridos, etc.), ha permitido obtener un número mayor de cosechas. En 1988-90, en los países en desarrollo (excluida China), había 123 millones de ha de tierra cultivable de regadío, de los cuales 35 millones de ha eran de tierras áridas o muy áridas (FAO, 1995a). Aunque no se han hecho estudios detallados sobre este tema, también contribuyeron a elevar la producción de alimentos la sustitución de cultivos de bajo rendimiento por otros de alto rendimiento y el cambio de productos vegetales.

2.58 Los cambios tecnológicos han abaratado los productos alimenticios y esto ha permitido aumentar el consumo humano. Los países en desarrollo también han comenzado a utilizar como pienso para el ganado productos inicialmente destinados al consumo humano, debido a sus menores costos. El crecimiento de la demanda ha generado innovaciones tecnológicas cuyo uso a su vez se ha abaratado. La creciente concentración de población ha estimulado probablemente la producción, como consecuencia de un consumo masivo, aunque todavía no se ha demostrado esta hipótesis.

2.59 A pesar del aumento, la producción de los países en desarrollo no ha sido suficiente para satisfacer las necesidades. Si se exceptúan algunos grandes países productores de arroz, en particular China, los países en desarrollo han tenido que importar cereales. Estas importaciones han sido especialmente cuantiosas, puesto que los precios eran anormalmente bajos debido a las subvenciones concedidas por algunos países a la agricultura.

2.60 La tendencia a largo plazo ha sido de un descenso de los precios de los alimentos. Esto obedece en parte al hecho de que, a escala mundial, no existe probablemente ningún obstáculo a que la producción de alimentos aumente hasta satisfacer la demanda. El descenso mundial de la producción de cereales per cápita durante los 10 últimos años solamente se puede explicar por una disminución de la producción de los principales exportadores.

2.61 Se está tratando de alcanzar dos objetivos de políticas que son incompatibles. El primero consiste en reducir la pobreza y ayudar a los pobres a mejorar el acceso a los alimentos, con el consiguiente aumento de la demanda. El segundo consiste en mantener los precios a un nivel suficientemente atractivo para estimular la producción de los grandes exportadores de cereales, lo cual conduce a que se deje tierra en barbecho y se limite el aumento de los suministros de alimentos disponibles per cápita.

2.62 El aumento de la producción de alimentos y de la productividad agrícola son los principales mecanismos para reducir la pobreza y mejorar la situación alimentaria de los países en desarrollo. La causa más importante de la desnutrición crónica ha sido la incapacidad para reducir la pobreza en dichos países. Las posibilidades de aumento de la producción, por ejemplo en Africa, siguen siendo considerables, pero se requieren unas políticas apropiadas y eficaces. Mediante dichas políticas es necesario mejorar la situación de las mujeres del medio rural, que desempeñan la principal función en la producción de alimentos, pero que, en ausencia de los hombres, tienen que reducir a menudo el número de tareas o el tiempo destinado a cada una de ellas, lo cual puede provocar, entre otras cosas, la degradación de la tierra.

Aumento de las importaciones de alimentos en los países en desarrollo

2.63 La inmensa mayoría de los países en desarrollo han aumentado, en diversa medida, sus importaciones de cereales durante los últimos decenios. Los principales exportadores han satisfecho sin dificultades el aumento de la demanda. El apoyo prestado a la agricultura en los países exportadores explica en parte el crecimiento de las importaciones de los países en desarrollo. Sin embargo, este apoyo está comenzando a disminuir.

2.64 A medida que las diferencias entre la producción nacional y las necesidades de energía han ido en aumento, los países pobres han pasado a depender cada vez más de las importaciones de cereales. Sin embargo, el volumen de las importaciones depende de la solvencia del país: los efectos del tamaño de la población sobre esas importaciones se ponen de manifiesto únicamente si los países son solventes.

2.65 Por encima de un cierto nivel de progreso económico, que puede favorecer inicialmente un descenso de la fecundidad, las importaciones de cereales crecen a medida que desciende la fecundidad y el crecimiento demográfico son menores. Básicamente, se observa que cuanto más prosperan los países más disminuye la fecundidad y mayores son las importaciones de cereales.

2.66 Esto no ocurre cuando la fecundidad es alta. La situación de los países del Africa subsahariana es distinta por dos motivos. En primer lugar, las importaciones son menores cuando el crecimiento demográfico es rápido, lo cual probablemente se debe a la escasa solvencia de los países con un índice de fecundidad elevado. En segundo lugar, cuanto más alta es la presión demográfica sobre la superficie cultivada en los países que consumen yuca, ñame o colocasia, menores son las importaciones de cereales per cápita. Esto pone de manifiesto la extraordinaria inseguridad de los suministros de alimentos en esos países (Collomb, 1988, 1989). No pueden importar suficientes cereales para alimentar a su población.

2.67 Una observación específica en relación con los países árabes es que cuanto mayor es el índice de fecundidad o el crecimiento demográfico más elevadas son las importaciones de cereales (la pendiente de las curvas de regresión es pronunciada) (Collomb, 1988, 1989). Probablemente tales importaciones sean posibles gracias a los ingresos procedentes del petróleo y el turismo.


LECCIONES APRENDIDAS

2.68 La principal lección es que la pobreza es el factor económico más importante que impide que mejore el acceso a los alimentos, situación que se ve agravada por un crecimiento demográfico rápido.

2.69 En los países en desarrollo puede observarse una mejora general en la satisfacción de las necesidades energéticas mediante los suministros de alimentos. El caso más ilustrativo es el de Asia, con un índice de cobertura cada vez mayor durante el período de 1962-92. En un período más reciente, el ritmo de mejora disminuyó en América Latina.

2.70 Africa constituye una excepción en cuanto a estas tendencias positivas, sin mejora en la satisfacción de las necesidades durante el período de 1962-92. En la Clase 6 hubo una disminución efectiva de la satisfacción de las necesidades durante el período de 1970-80.

2.71 Se puede considerar que esas tendencias son consecuencia de la revolución verde en Asia y en menor medida en América Latina. La ausencia de dicha revolución verde en Africa resulta evidente. Estos resultados tendrán consecuencias sobre la situación en el futuro.

2.72 El desarrollo insuficiente del capital humano está probablemente relacionado con esto. La salud y la satisfacción de las necesidades energéticas de las poblaciones son evidentemente condiciones preliminares para el desarrollo rural y agrícola. La humanidad dista mucho de garantizar la «salud para todos» para el año 2000, como se estableció en Alma Ata (URSS). El elevado índice de analfabetismo y la falta de información sobre las nuevas técnicas y las innovaciones dificultan el desarrollo. Está demostrado el efecto positivo de la capacitación sobre la producción y la productividad. Sin embargo, los efectos en el producto interno bruto varían mucho de un país a otro. Cuanto más alto es el nivel inicial de educación, más productivas son las inversiones en la enseñanza. Al parecer, el Africa subsahariana constituye una excepción a esta regla, debido probablemente a la falta de infraestructura e instituciones apropiadas (Banco Mundial, 1990).

2.73 Debido a esto, la garantía de que los países que sufren déficit de alimentos puedan realizar progresos en sus políticas demográficas y de desarrollo de manera sostenible, lo cual es condición necesaria para mantener el orden social en el mundo, representa un gran desafío para la producción agrícola. También constituye un importante reto para el desarrollo general de los países en los que los factores demográficos, aislados de los efectos del régimen de alimentación o combinados con ellos, desempeñan una función importante, como se demostrará en el resto del presente documento. Estos factores ponen de relieve el plazo de tiempo necesario para el desarrollo, que puede llegar a ser de dos generaciones.

Cont.


Notas

1En el título del documento, se ha utilizado la expresión «necesidades de alimentos que, en sentido estricto, debería sustituirse por la expresión «demanda de alimentos». Dado el significado económico del término «demanda» se ha preferido la expresión «necesidades de alimentos», que abarca las necesidades de nutrientes, que comprenden la energía, las proteínas y los micronutrientes.

2Véase también el documento No 5 de la CMA, tituladoSeguridad alimentaria y nutrición.