Según estimaciones provisionales de la FAO, el valor del comercio de los principales productos agropecuarios primarios1 descendió de forma pronunciada en 1999 por segundo año consecutivo. El valor de las exportaciones mundiales disminuyó en alrededor de 22 mil millones de dólares desde 1998, situándose en 146 mil millones de dólares. Ello representa una merma de casi el 13 por ciento, después de haber disminuido un 9 por ciento el año anterior. Los ingresos de exportación de los países en desarrollo descendieron desproporcionadamente más (alrededor de un 15 por ciento), situándose en 68 mil millones de dólares, lo que representa una disminución de alrededor de 12 mil millones de dólares (Cuadro 1).
La disminución del valor de los ingresos de exportación de los productos agropecuarios en 1999 se debe al efecto combinado del descenso de los precios y los volúmenes del comercio de muchos productos que se mantuvieron iguales o disminuyeron. El crecimiento débil continuo de la demanda y las cosechas abundantes hicieron bajar los precios. Las disminuciones más drásticas del valor de los ingresos de exportación se sintieron en los productos agrícolas destinados a la elaboración de bebidas, el azúcar, el arroz, los aceites vegetales y las harinas oleaginosas. En efecto, en 1999 la disminución del valor de las exportaciones fue un fenómeno generalizado que se manifestó en la mayoría de los productos, salvo solamente en la carne de bovino, cuyos ingresos de exportación acusaron un aumento significativo.
Las mermas en los ingresos de exportación generados por el café y el azúcar fueron particularmente graves, con un descenso mundial del 36 y 28 por ciento, respectivamente. El café y el azúcar solos representaron más del 40 por ciento de la disminución total de los ingresos de exportación de los países en desarrollo, con pérdidas de 3,7 mil millones de dólares y 1,4 mil millones de dólares, respectivamente. Los precios ya bajos de estos cultivos se vieron afectados ulteriormente a principios de 1999 por la devaluación del 40 por ciento del real brasileño, que estimuló la demanda de exportaciones a precios más competitivos en el mercado mundial. Esto, unido al crecimiento continuamente débil de la demanda en algunos mercados tradicionales de importación, causó la caída vertiginosa de los precios internacionales y de los ingresos de exportación.
El valor de los ingresos mundiales de exportación derivados de los cereales también descendió considerablemente en 1999, en unos 4 mil millones de dólares, o sea alrededor del 11 por ciento. La mayor parte de esta disminución se registró en el mercado del arroz, donde el valor de las exportaciones descendió alrededor de un 19 por ciento en 1999 (con respecto al nivel excepcionalmente alto del año anterior) debido tanto a la disminución del volumen comercializado como al descenso de los precios. En 1999, la producción arrocera de algunos países consumidores importantes se recuperó después de las cosechas decepcionantes de la campaña anterior que habían dado un gran impulso a las importaciones en 1998. También descendió en 1999 el valor del comercio mundial de trigo y cereales secundarios, pese a la disminución de la producción registrada en todo el mundo y al crecimiento moderado de los volúmenes de exportación. Los precios de estos cereales bajaron en 1999, debido a la existencia de cantidades grandes de suministros exportables en los principales países exportadores.
El valor de las exportaciones de semillas oleaginosas, aceites y grasas, y harinas y tortas oleaginosas descendió un 13 por ciento en 1999, por un total de 5,7 mil millones de dólares. Los aceites y las grasas representaron más de la mitad de la reducción total (alrededor de 2,9 mil millones de dólares), debido a una baja pronunciada de los precios. La producción de aceites subió abruptamente en 1999 gracias al tiempo favorable y como efecto de los precios excepcionalmente altos del año anterior en relación con los de las harinas. Los precios del aceite de palma cayeron en un 35 por ciento.
En el mercado de la carne, no hubo cambios importantes en los ingresos totales de exportación, por cuanto el crecimiento moderado del volumen de las exportaciones se vio compensado por los precios generalmente en disminución. Hubo, sí, contrastes evidentes en la evolución de las diferentes categorías de carne. Mientras descendió el valor de exportación de la mayor parte de las categorías, el de las exportaciones de carne de bovino aumentó considerablemente en un 14 por ciento, o sea alrededor de 1,5 mil millones de dólares. Los precios algo más altos y el aumento de los volúmenes comercializados - sostenidos por los envíos de ayuda alimentaria a Rusia y la recuperación de la demanda en Asia - elevaron el valor de las exportaciones de carne de bovino. Por otro lado, el valor de las exportaciones de carne ovina, carne de cerdo y carne de ave descendió en 1999 por segundo año consecutivo, como reflejo de los precios internacionales en general deprimidos. Análogamente, el valor de las exportaciones mundiales de productos lácteos descendió a precios más bajos y a volúmenes uniformes o menores, por cuanto la cantidad grande de suministros de las principales zonas productoras y la disminución del poder adquisitivo en algunos de los grandes países importadores de productos lácteos se conjugaron para mantener bajos los precios.
El valor de las exportaciones de materias primas agrícolas descendió un 7 por ciento en 1999 (alrededor de 1,3 mil millones de dólares), correspondiendo al algodón y al caucho la mayor parte de la disminución. Estos mercados continuaron sufriendo los efectos persistentes de la desaceleración económica de 1998, particularmente en Asia, que redujo la demanda de las industrias de textiles y automóviles y ejerció una presión a la baja sobre los precios de las materias primas. En 1999 se experimentó alguna recuperación de la demanda, aunque los precios se mantuvieron bajos debido a la existencia de grandes cantidades de existencias que saturaron el mercado, particularmente del caucho.
A diferencia de la mayoría de los productos agropecuarios, se estima que el comercio mundial de los productos forestales ha crecido en 1999 un 5 por ciento a casi 140 mil millones de dólares, resarciendo con creces la disminución sufrida en 1998, por cuanto la recuperación de la demanda en Asia dio un gran impulso tanto a los volúmenes comercializados como a los precios. En 1998, el comercio de productos pesqueros se contrajo en un 5 por ciento a 49 mil millones de dólares. Aunque no se dispone de estimaciones completas para 1999, hay algunos indicios de recuperación en el comercio de productos pesqueros en base al aumento de los volúmenes y de los precios, especialmente en la última parte del año.
En 1998, el último año sobre el que se dispone de estadísticas comerciales completas, el valor de las exportaciones mundiales de todos los productos agropecuarios (excluidos los productos forestales y pesqueros) descendió un 7 por ciento en términos nominales a 308,6 mil millones de dólares, en contraste con el crecimiento nulo de 1997 y frente a unos aumentos del 6 y 16 por ciento, respectivamente, registrados en los dos años anteriores. La contracción de los ingresos totales de exportación de productos agropecuarios en 1998 afectó tanto a los países en desarrollo como a los países desarrollados, que sufrieron mermas del 3 por ciento a 132,5 mil millones de dólares y del 6 por ciento a 176,1 mil millones de dólares, respectivamente. La disminución en 1998 del valor del comercio agrícola puede explicarse en parte por la presión a la baja ejercida por la crisis económica asiática tanto sobre la demanda mundial de alimentos como sobre los precios internacionales de la mayoría de los productos agropecuarios. Dado el continuo descenso de los precios de la mayoría de los productos, es probable que el total de los ingresos de exportación haya disminuido nuevamente en 1999.
La merma del valor de las exportaciones de productos agropecuarios en 1999 se debió también a la disminución de los gastos en importaciones de alimentos básicos (cereales, yuca y aceites vegetales). Se estima que las importaciones de dichos alimentos básicos por parte de los países en desarrollo han descendido alrededor de un 7 por ciento en valor, situándose en torno a los 40 mil millones de dólares en 1999, cifra inferior al precio máximo de los cereales alcanzado en 1995-96. La mengua del valor de las importaciones de alimentos básicos puede explicarse por la baja de los precios de los cereales y, en alguna medida, por la recuperación de la producción de cereales en muchos países importadores tradicionales, que redujo el volumen de la demanda de importaciones. El aumento de los envíos de ayuda alimentaria contribuyó también, en pequeña medida, a la disminución de los gastos de importación de alimentos.
El índice de los precios nominales de los productos agrícolas descendió un 13 por ciento en 1999, a su nivel más bajo en más de dos decenios1 (Figura 1). Los precios de todas las categorías de productos del índice descendieron: los de los cereales y materias primas en más del 15 por ciento; los de los cultivos para bebidas, bananos y aceites vegetales, en más del 20 por ciento; y los del azúcar, en casi 30 por ciento. En cuanto a los principales productos primarios, en 1999 descendió el promedio de los precios de todos, salvo el de la carne bovina, el yute y el abacá. Estas mermas considerables en los precios se produjeron porque las cosechas abundantes dieron un gran impulso a los suministros exportables de muchos productos, mientras que la demanda creció poco, lo cual ejerció una presión a la baja sobre los precios. Por otro lado, los precios de la carne se consolidaron algo en 1999 como efecto de la recuperación económica en Asia oriental, porque la demanda para este grupo de productos es considerablemente más sensible a las variaciones de los ingresos. Los tipos de cambio desempeñaron una función importante en la situación de los precios de algunos productos, principalmente el café y el azúcar, como puede verse en la fuerte devaluación del real brasileño que determinó un gran aumento de los suministros exportables de ese país. Análogamente, las dificultades económicas, incluidas algunas devaluaciones importantes de la moneda, limitaron el poder adquisitivo de algunos grandes importadores, tales como la Federación de Rusia, desalentando la demanda y haciendo bajar los precios.
En la Figura 2 se muestra la evolución de los precios nominales y reales de los productos agropecuarios durante el período de 1990-99. Los precios nominales han descendido considerablemente desde mediados de los años noventa. Entre 1994 y 1999, el índice para los precios de todos los productos agropecuarios descendió alrededor del 23 por ciento. En el mismo período, también disminuyó el índice del valor unitario de las manufacturas de exportación (VUM), aunque de forma menos pronunciada que el de los precios de los productos agropecuarios. En consecuencia, desde 1994 la relación de intercambio para los exportadores de productos primarios descendió en total menos de lo que indican los precios nominales.
Las variaciones de los precios han aumentado durante 1999 para algunos productos, particularmente el cacao, el café, los bananos, el maíz, el arroz, el aceite de palma y algunas materias primas agrícolas. Estos productos se caracterizaron por unas fluctuaciones excepcionales de la oferta durante el año. La producción de maíz, por ejemplo, aumentó considerablemente a pesar de la reducción de la superficie plantada en todo el mundo, a causa de unas condiciones de crecimiento extraordinariamente favorables que aumentaron los rendimientos inesperadamente. Análogamente, los daños a los cultivos y los trastornos de la oferta causados por las catástrofes naturales afectaron a los mercados de algunos productos, como el café, el cacao y los bananos. Los precios del aceite de palma fueron particularmente inestables en 1999 a causa de unas condiciones atmosféricas buenas que dieron inesperadamente un gran impulso a la producción haciendo que los precios descendieran con respecto a los niveles excepcionalmente altos de 1998.
La situación económica mundial se fortaleció considerablemente durante 1999, con un crecimiento real del PIB estimado en 3,3 por ciento anual frente al 2,5 por ciento de 1998. Entre los factores subyacentes a este resultado se cuenta particularmente el fuerte crecimiento registrado en América del Norte. Sin embargo, también cabe mencionar otros factores, como la recuperación lograda en la mayoría de las economías asiáticas afectadas por la crisis, la inversión de tendencia de la coyuntura descendente de Rusia y el Brasil, y la reanudación del crecimiento en el Japón tras la profunda recesión sufrida anteriormente.1 Pese al crecimiento de la demanda y de la producción, en la mayoría de las regiones la inflación está controlada, lo que constituye un respaldo a las perspectivas de una expansión económica más fuerte durante el 2000, pronosticada actualmente en un 4 por ciento.
En las economías avanzadas2, el crecimiento del PIB en 1999 se calcula en un 3,1 por ciento y se pronostica que continuará a una tasa ligeramente superior durante el 2000 (3,4 por ciento). Se prevé que una cierta disminución del ritmo de la expansión económica en los Estados Unidos se verá compensada con creces por una aceleración del crecimiento en la Unión Europea y el Japón.
Con respecto a los países en desarrollo, el ritmo de la expansión económica pasó del 3,2 por ciento en 1998 al 3,7 por ciento en 1999, pronosticándose para el 2000 una aceleración ulterior del 5,1 por ciento. La actuación enérgica de los países asiáticos en desarrollo determinaron una recuperación en 1999, mientras que en las otras regiones el crecimiento disminuyó. Después de la crisis financiera registrada en las economías más grandes de América Latina, que redujo la producción económica a prácticamente cero en 1999, se prevé una reanudación del crecimiento en el 2000 respaldado por programas de reforma global.
Con respecto a los países en transición, el crecimiento se recuperó en 1999 y se pronostica que continuará en el 2000 a razón de un 2,6 por ciento, ya que el largo período de disminución económica parece haber terminado. En Rusia, la situación económica sigue siendo incierta tras la fuerte contracción registrada en 1998, pero los pronósticos indican para el 2000 un aumento del 1,5 por ciento de la producción.
El cambio radical registrado en 1999 en la economía asiática fue particularmente impresionante, ya que superó del ritmo de recuperación previsto hace un año. Japón había sufrido una recesión espectacular en 1998, con un descenso del PIB del 2,8 por ciento, que afectó las perspectivas de exportación de la mayor parte del Asia en desarrollo. El Gobierno japonés reaccionó lanzando un importante programa de incentivos al final de 1998 haciendo hincapié en la realización de programas de grandes inversiones públicas. Como consecuencia de ello, el crecimiento repuntó fuertemente en el primer trimestre de 1999, aunque descendió durante los tres siguientes. Según el pronóstico más reciente del FMI, se prevé un crecimiento positivo de la economía japonesa durante el 2000 de cerca del 2 por ciento.
En los cuatro países de la ASEAN, en los que la producción económica había descendido en 1998 en un 9,8 por ciento, en 1999 todas las economías registraron un crecimiento positivo, salvo Indonesia. La República de Corea se recuperó a un ritmo rápido en 1999 respaldada por políticas macroeconómicas eficaces, un nivel alto de excedentes y fuertes entradas de capital. Se prevé que la competitividad del won contribuirá a una ulterior aceleración del crecimiento en el 2000. En Malasia, también se ha iniciado una fuerte recuperación económica como efecto de un fortalecimiento significativo de las políticas fiscales y monetarias junto con la estabilización del tipo de cambio a un nivel competitivo, que podría aumentar las posibilidades de crecimiento del sector de exportación. Indonesia, el más afectado de los países de la región, ha logrado controlar la inflación pero todavía se enfrenta a graves problemas estructurales, que podrían atenuar las perspectivas de crecimiento en los años venideros.
Para el Asia en conjunto, se prevé que el crecimiento se mantendrá en torno al 6 por ciento en el 2000. China, la economía en desarrollo más grande de Asia, está experimentando su nivel más bajo de crecimiento del PIB en más de un decenio (6,7 por ciento en términos reales), debido al aumento de las salidas de capital y a una apreciación efectiva de su moneda causada por el colapso de los tipos de cambio sufrido por sus principales socios comerciales. En la India, se prevé que el crecimiento se mantendrá fuerte en los próximos años como consecuencia en parte de las disciplinas fiscales, y en parte a causa del estímulo del sector externo, en el que la reforma ha creado un entorno comercial más libre.
Pese a la aceleración del crecimiento económico mundial, el de muchas de las regiones más pobres del mundo siguió siendo débil, particularmente si se lo considera per cápita. En efecto, de los países en desarrollo sólo Asia registró una expansión significativa de la producción económica per cápita en 1999. El PIB per cápita descendió un 1,9 y 1,5 por ciento en los países en desarrollo del Oriente Medio y en Europa y el hemisferio occidental, respectivamente. En Africa descendió un 0,2 por ciento.
Una razón muy importante de los resultados económicos débiles obtenidos en esas regiones ha sido el crecimiento bastante moderado del comercio mundial que, entre otros factores, ejerció una presión a la baja sobre los precios de los productos primarios y los ingresos de exportación. Una expansión económica continua, particularmente si Rusia y el Brasil se recuperaran como se prevé y si el crecimiento en Asia fuera sostenido, debería imprimir un gran impulso en el 2000 a la demanda de importaciones y a los precios de una amplia gama de productos. Como durante el 2000 aumentarán el comercio y los precios de los productos, así también deberían aumentar los ingresos de los países en desarrollo.
La Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle, celebrada del 30 de noviembre al 3 de diciembre de 1999, tenía por objeto señalar el comienzo de una nueva ronda global de negociaciones comerciales multilaterales. Meta que no fue alcanzada ya que los Ministros no pudieron llegar a un acuerdo sobre una Declaración que definiera el alcance y los objetivos de la nueva ronda de negociaciones. En Seattle no fue posible resolver las diferencias entre los países sobre algunas cuestiones tradicionales relativas al comercio, ni tampoco sobre el hecho de que algunas cuestiones nuevas, tales como las normas de trabajo y las preocupaciones ambientales, entraran más de lleno en las negociaciones de la OMC.
En el ámbito de la agricultura, los países se agruparon en torno a posiciones diversas según la medida y la manera con que ayudaban a sus productores agrícolas; según que fueran importadores o exportadores netos de productos alimenticios y productos agropecuarios; y según la medida en que consideraban a la agricultura una actividad intrínsecamente "multifuncional" que requiere un trato especial dentro de la OMC.
Los Ministros convinieron en suspender la labor de la Conferencia y solicitar al Director General de la OMC que celebrara consultas con las delegaciones para examinar formas creativas de hacer avanzar las negociaciones. Es difícil anticipar en este momento (marzo del 2000) si las conversaciones desembocarán en una ronda global de negociaciones comerciales o en un programa más delimitado. De todos modos, en su reunión de 7 de febrero del 2000 el Consejo General de la OMC convino en proseguir las negociaciones que se le habían encomendado para liberalizar aún más el comercio de servicios y productos agropecuarios, conforme lo disponen los Acuerdos de la Ronda Uruguay. Se convino en que las negociaciones tuvieran lugar en períodos extraordinarios de sesiones del Comité de Agricultura, el primero de los cuales se celebró el 23 y 24 de marzo del 2000.
En dicho período extraordinario de sesiones se aprobó un programa de trabajo que supone un proceso de negociación en dos fases. La primera fase, que durará alrededor de un año, estará dedicada fundamentalmente a la presentación y examen, por parte de los participantes, de documentos técnicos y propuestas de negociación en el marco de los párrafos a), b), c) y d) del artículo 20 del AA. Esta fase terminará con una reunión inventario que se celebrará en el 2001, después de la cual se dará comienzo a la segunda fase en la que se celebrarán las negociaciones propiamente dichas para lograr un nuevo acuerdo. El calendario de la primera fase exige que se presenten las propuestas de negociación para finales de diciembre, aunque habrá flexibilidad para presentar propuestas con posterioridad a esa fecha pero mucho antes del ejercicio de inventario de marzo del 2001 que analizará todas las propuestas presentadas. Se prevé que las reuniones del período de sesiones extraordinario en las que se examinarán los documentos técnicos y las propuestas de negociación se celebrarán simultáneamente con las reuniones ordinarias del Comité de Agricultura de la OMC en junio, septiembre y noviembre del 2000, con la posibilidad de una cuarta reunión fijada provisionalmente para la última semana de enero del 2001.
En un proyecto de Declaración que surgió el último día de la Conferencia de Seattle se ofrecen algunas ideas sobre las principales cuestiones en juego en las negociaciones. Por lo que se refiere a la agricultura, el proyecto de Declaración Ministerial trata asuntos relativos al cumplimiento de los acuerdos de la RU, tales como las medidas encaminadas a facilitar el acceso de los países en desarrollo a los contingentes arancelarios y la formulación de disciplinas internacionalmente convenidas que rijan los sistemas de créditos a la exportación, y los sistemas de garantías y seguro del crédito. En la Declaración se abordan también algunas cuestiones relativas a las futuras negociaciones, por ejemplo: si el objetivo de las próximas negociaciones debe ser integrar plenamente la agricultura en el GATT de 1994; en qué medida deben reducirse en la próxima ronda las subvenciones a la exportación; y si en el marco de las preocupaciones no comerciales debe tenerse en consideración el concepto de la multifuncionalidad.1
Muchos países, la mayoría de los cuales en desarrollo, declararon que antes de proceder a una nueva liberalización debían abordarse adecuadamente las cuestiones relativas a la ejecución. Se presentó la propuesta de que antes de comenzarse las negociaciones se realizara una evaluación exhaustiva, en consonancia con las disposiciones del Acuerdo sobre la Agricultura (AA), con objeto de ofrecer tanto a los países desarrollados como a los países en desarrollo un cuadro más claro de los efectos que ha tenido la liberalización del comercio de productos agropecuarios realizada en el marco del actual acuerdo de la OMC, para identificar las prioridades a tener en cuenta en otras negociaciones. En dicho examen se tendrían que incluir también los problemas concretos a los que se enfrentan los miembros de la OMC al aplicar los acuerdos de la OMC, además de sus efectos en el comercio.
Muchos países en desarrollo señalaron la existencia de desequilibrios en algunas esferas (por ejemplo, la ayuda interna, las subvenciones a la exportación, y el recurso a la salvaguardia especial), que, de no corregirse, impedirían un comercio leal y verdaderamente competitivo. Por ejemplo, más del 90 por ciento del valor total de la medida global de la ayuda (MGA) del período de base (198 mil millones de dólares) correspondía a los países de la OCDE. En 13 de 17 países o grupos de países desarrollados, el valor total de la MGA excedía del 20 por ciento de su PIB agrícola. Dado el principio del "statu quo y desmantelamiento" que subyace al AA, ello implica que en el marco de la OMC los países desarrollados tienen "derecho" a utilizar sus altos niveles remanentes de ayuda y protección, mientras que los derechos de los países en desarrollo a una ayuda y protección semejantes se ven limitados a niveles considerablemente más bajos.
Una situación semejante se plantea con respecto a las subvenciones a la exportación. Los países desarrollados tienen "posibilidad de acceso" a más del 90 por ciento de los desembolsos permitidos por la OMC para las subvenciones a la exportación. Otro ejemplo es el de la salvaguardia especial. La salvaguardia especial (SGE) para los productos agropecuarios puede utilizarse para alrededor del 80 por ciento de los productos arancelizados de los países de la OCDE, lo que representa una ulterior protección en la frontera.
· Asistencia técnica y compensación
Muchos países en desarrollo han manifestado también insatisfacción por la aplicación, a su juicio insuficiente, de la Decisión de Marrakech sobre medidas relativas a los posibles efectos negativos del programa de reforma en los países menos adelantados y en los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios. Una de las propuestas pedía la revisión (antes del 2001) de la Decisión, con objeto de asegurar su aplicación efectiva mediante la incorporación de medidas concretas, operativas y contractuales, incluidas las disposiciones sobre asistencia técnica y financiera. En algunas propuestas se mencionaron expresamente las disposiciones relativas a la asistencia técnica contenidas en el acuerdo sobre SPS/OTC.
Las cuestiones de ejecución también han estado al centro de muchas de las propuestas de negociaciones sobre la agricultura. En general, se han subrayado dos aspectos: la necesidad de corregir los diversos desequilibrios, como se observó anteriormente; y la evaluación de las experiencias realizadas hasta el momento en la aplicación del Acuerdo sobre la Agricultura, como lo exige el artículo 20. Los puntos de referencia cuantitativos establecidos en la RU, tales como los relativos a las reducciones de los derechos arancelarios consolidados, del volumen y el valor de las subvenciones a la exportación y de las medidas de ayuda interna que distorsionan el comercio, ofrecen una base concreta para corregir algunos de los desequilibrios presentes en estos componentes fundamentales del AA, pero para mejorar la situación relativa a los desequilibrios en otros aspectos se imponen exámenes particulares. Con respecto a la experiencia de la aplicación del AA, las propuestas de los países en desarrollo se han concentrado en dos puntos. Primero, la necesidad de examinar las dificultades experimentadas en la aplicación de las disposiciones del AA, muchas de las cuales se han señalado por extenso a la atención de los miembros de la OMC en las reuniones del Comité de Agricultura de la OMC y en su proceso de análisis e intercambio de información (AII). Segundo, la necesidad de una evaluación de las repercusiones en el comercio, que identifique las dificultades a las que se enfrentan esos países al acceder a los mercados de importación, con respecto a las medidas tanto arancelarias como no arancelarias.
A continuación se esbozan brevemente algunas de las propuestas más importantes sobre las negociaciones agrícolas:
Uno de los resultados de la Ronda Uruguay fue el entendimiento sobre las normas y procedimientos que reglamentan la solución de diferencias, que ofrece una actualización completa de los acuerdos que se habían logrado al respecto en el GATT durante la primera mitad del siglo. Contiene una exposición completa de la iniciación y realización de la solución de diferencias, con objeto de asegurar que el sistema normativo del GATT/OMC funcione eficazmente y mejorar la previsibilidad del sistema de comercio multilateral. En la presente sección se destacan algunas de las diferencias agrícolas más recientes presentadas en la OMC. Es importante señalar que aunque los productos interesados son agropecuarios y, por lo tanto, tiene aplicación el AA, casi siempre las diferencias citan incoherencias con otros acuerdos, así como con artículos del GATT. En algunos casos, ni siquiera se menciona el AA.
A mediados de febrero del 2000, el número total de las diferencias presentadas al Organo de Solución de Diferencias (OSD) de la OMC desde su creación en 1995 ascendía a 189, con un promedio de 39 al año, frente a sólo seis casos por año antes de 1996. Los acuerdos citados más frecuentemente en estas diferencias son el Acuerdo sobre medidas sanitarias y fitosanitarias (SPS), los Obstáculos Técnicos al Comercio (OTC), los Aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADPIC) y el Acuerdo sobre la Agricultura.
En los recuadros que figuran más adelante se examinan dos cuestiones planteadas últimamente, que se relacionan estrechamente con el Acuerdo sobre la Agricultura. Otras diferencias citan uno o más artículos del AA, pero la preocupación principal parece referirse a otros acuerdos y al GATT de 1994. En el primer recuadro se trata de las subvenciones a la exportación, y en el segundo, sobre el acceso a los mercados. Los recuadros ofrecen información sobre estos casos ysobre su situación en el momento de la redacción.
En el primer recuadro se examinan dos diferencias con respecto a las políticas de exportación de los productos lácteos canadienses. En "Canadá: medidas que afectan a la importación de leche y la exportación de productos lácteos", caso planteado por los Estados Unidos, se citan incompatibilidades entre las normas del AA sobre la subvención a la exportación y los compromisos del Canadá al respecto (además de las algunas normas sobre contingentes arancelarios). "Canadá: medidas que afectan a los productos lácteos", caso planteado por Nueva Zelandia, cita también artículos sobre la competencia de las exportaciones , además del artículo XI del GATT sobre restricciones cuantitativas. El segundo recuadro destaca algunas características salientes de la diferencia relativa a los bananos ("Comunidades europeas: Régimen para la importación, venta y distribución de bananos"), que ha recibido considerable atención en los años noventa. Cita, entre otros, el artículo XI del GATT sobre la eliminación general de las restricciones cuantitativas. Asimismo, la administración de los contingentes arancelarios, que se han generalizado en la agricultura, ha estado al centro de diversas diferencias relativas a productos agropecuarios (principalmente el artículo XIII del GATT). El Acuerdo sobre la concesión de licencias de importación se cita casi siempre en reclamaciones por contingentes arancelarios, ya que éstos suelen administrarse con licencia (por ejemplo, en la diferencia relativa a los bananos).
El siguiente examen de las repercusiones de la ejecución del Acuerdo sobre la Agricultura (AA) de la Ronda Uruguay sirve para ilustrar la relación que existe entre las medidas de política comercial y la evolución del mercado.
El AA contiene disposiciones sobre el acceso a los mercados, las subvenciones a la exportación y las ayudas internas para los productos cárnicos. Se suponía que los acuerdos de la Ronda Uruguay fortalecerían la demanda mundial de dichos productos y alzarían los precios internacionales, impulsados directamente por los compromisos en materia de acceso a los mercados y de subvenciones a la exportación asumidos en el marco del AA e indirectamente por el crecimiento más fuerte de los ingresos estimulado por los acuerdos. De los diversos productos cárnicos, se preveía que el mercado mundial de la carne de vacuno experimentaría los efectos más directos del AA, porque tanto las subvenciones a la exportación como los obstáculos al acceso a los mercados eran más comunes en el caso de la carne de vacuno que en el de otras carnes.1 Aunque algunos compromisos en materia de políticas asumidos en el marco del AA han afectado a los mercados mundiales de la carne, otros fenómenos de mercado que han intervenido imprevistamente han contrarrestado esos efectos. Dos factores, en particular, - las preocupaciones por la inocuidad de los alimentos que surgieron en Europa y el Japón y la inseguridad financiera registrada últimamente en muchos de los mercados de importación más prometedores -- han atenuado la demanda de carne y ejercido una presión a la baja sobre los precios.
En base a los niveles de compromiso del AA, en 1995 se permitió exportar con subvenciones poco más de 3 millones de toneladas, alrededor de un 24 por ciento del comercio mundial de carne. Este límite máximo total incluye 1,5 millones de toneladas de carne de vacuno, 700 000 toneladas de carne de cerdo, 800 000 toneladas de carne de ave y 30 000 toneladas de carne de oveja. Se prevé que el nivel máximo total de las subvenciones a la exportación de carne se reducirá en el 2000 a 2,3 millones de toneladas, alrededor del 15 por ciento del comercio mundial. Es probable, sin embargo, que se subvencione un porcentaje significativamente menor de las exportaciones mundiales porque muchos países están enviando menos de su nivel máximo.
De los 15 países que tienen compromisos en materia de subvención a la exportación en sus listas presentadas a la OMC, la CE, el segundo mayor exportador mundial de carne, representó el 70 por ciento del nivel máximo del compromiso mundial de 1995 en materia de subvenciones. Casi todas las exportaciones de carne de vacuno de la CE son subvencionadas, en comparación con sólo alrededor de la mitad de sus exportaciones de carne de cerdo y de ave (véase el recuadro 4 sobre las reformas de las políticas de la CE relativas a la carne de vacuno). Actualmente, las exportaciones de carne de vacuno de la CE se ven limitadas tanto en volumen como en valor por estos compromisos en materia de subvenciones a la exportación. En 1998/99 las exportaciones subvencionadas de carne de cerdo de la CE excedieron en más de 200 000 toneladas de su nivel máximo de 482 000 toneladas establecido por el AA. Ello fue posible porque se había permitido a la CE arrastrar partes de compromisos no utilizados del año anterior.
También en el caso de Hungría los niveles máximos de la subvención a la exportación de carne de vacuno han sido vinculantes, si bien sus obligaciones originales en materia de subvenciones a la exportación fueron renegociadas en julio de 1997, prorrogándose hasta el 2002 el período en el que debe reducir las subvenciones a los niveles previstos en un principio. Otros países que tienen compromisos en materia de subvenciones a la exportación de carne exportan actualmente menos de sus niveles máximos, de ahí que sus compromisos de reducción en el marco del AA no han sido vinculantes. Por ejemplo, desde mayo de 1998 los Estados Unidos no han subvencionado las exportaciones de carne, salvo pequeñas cantidades de pollo congelado. Algunos de los otros países exportadores cuyas subvenciones a la exportación de carne tienen niveles de base relativamente altos son Brasil, la República Checa, Polonia, Rumania, la República Eslovaca y Turquía. Parecería que en la mayoría de estos países las limitaciones
presupuestarias han sido la razón principal por la que sus exportaciones subvencionadas fueron inferiores a los compromisos máximos. Si a estos países se les permitiera utilizar las partes no utilizadas de sus compromisos de años anteriores, su uso de subvenciones a la exportación podría exceder en el futuro de sus límites máximos previstos, manteniendo una presión a la baja sobre los precios.
Las oportunidades de acceso a los contingentes arancelarios para la carne de vacuno exceden, con mucho, las de los otros tipos de carnes competidoras tomadas conjuntamente1. En consecuencia, se preveía que los compromisos mejorados en materia de acceso a los mercados a través de una utilización ampliada de los acuerdos sobre contingentes arancelarios impulsaría tanto el comercio como los precios de la carne de vacuno, y que las oportunidades mejores de acceso a los mercados para la carne de vacuno se darían en los Estados Unidos y la República de Corea.
Como consecuencia de los compromisos asumidos en el marco del AA, en 1995 los Estados Unidos abrogaron su ley sobre las importaciones de carne y establecieron un contingente arancelario (CA), que se fijó al principio en 656 000 toneladas, excluidas las importaciones de Canadá y México, que era el "nivel de activación" que establecía la antigua ley sobre las importaciones de carne. Las importaciones de Canadá y México se rigen por disposiciones del Area de Libre Comercio de América del Norte (ALCAN) y, por consiguiente, no se contabilizan en función del contingente arancelario del AA. Posteriormente, el CA se amplió en 1998 de conformidad con el AA en 20 000 toneladas tanto para Argentina como para el Uruguay, cuando fueron clasificados como exentos de fiebre aftosa. Una evaluación de los aumentos del comercio logrados a partir de 1995 revela que el 30 por ciento del incremento de las importaciones de carne de vacuno registrado en los Estados Unidos en el período 1995-1998 procedió del Canadá. Pero, tratándose de importaciones que están fuera del contingente arancelario, el aumento no puede atribuirse a los acuerdos del AA en materia de acceso.
Los compromisos de acceso mínimo de la República de Corea para la carne de vacuno aumentaron de 123 000 toneladas (peso en canal) en 1995 a 225 000 toneladas en el 2000. Sin embargo, las importaciones efectivas de la República de Corea han sido muy inferiores al contingente por una variedad de razones, entre ellas las recientes dificultades económicas, los problemas con la asignación de contingentes y el sistema de fijación de precios diferentes para la carne de vacuno importada.
El aumento del comercio mundial de la carne de cerdo, que es superior a la tendencia durante el período de aplicación del AA (1995-1998), puede atribuirse sólo en parte al AA y, en particular, a la reducción de los precios mínimos de importación ("precio de compuerta") y de los aranceles del Japón. El auge, sin embargo, de los volúmenes de las importaciones japonesas en 1996 activó la cláusula de salvaguardia especial, que dio lugar a un aumento brusco del precio de compuerta y a una disminución de las importaciones en 1997. En julio de 1997, la República de Corea, en consonancia con sus compromisos en virtud del AA, puso término a su sistema preferencial de contingentes de acceso para la carne de cerdo y de ave congelada y sometió todas las importaciones a aranceles. Entre tanto, en 1998 Filipinas introdujo un nuevo sistema de CA para permitir el acceso a los mercados de la carne de cerdo y de ave importada. La coyuntura económica por la que atraviesan ambos países limitó, sin embargo, las repercusiones de estos compromisos de acceso mayor a los mercados.
En cuanto a los diversos sectores de la carne, quizás el menos protegido sea el de la carne de ave que, por consiguiente, se caracteriza por tener, en el marco del AA, menos oportunidades nuevas de acceso a los mercados. Canadá y México aportan la parte principal de las oportunidades de acceso a los contingentes arancelarios. Otros aumentos marginales en el comercio pueden atribuirse a los compromisos en materia de CA de algunos países centroamericanos, incluidos Costa Rica y Guatemala. Durante el período 1995-1998, el sector avícola ha experimentado un crecimiento de la producción, el comercio y los precios superior a la tendencia, pero en su mayor parte, este resultado favorable no puede atribuirse al AA. Más bien, a la creciente demanda de Rusia y China, que no son miembros de la OMC, correspondió cerca del 80 por ciento del aumento del comercio de carne de ave en ese período.
Por lo que se refiere a la carne de oveja, las oportunidades de acceso a los mercados de este sector en virtud del AA se deben casi totalmente a la conversión de los acuerdos anteriores de la CE. Algún impulso parece haber recibido el comercio de los Estados Unidos tras la abolición de la ley sobre las importaciones de carne en el marco del AA.
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