1. Alimentación, agricultura y seguridad alimentaria: evolución desde la celebración de la Conferencia Mundial de la Alimentación y perspectivas

Documentos ténicos de referencia 1-5
Volumen 1

© FAO, 1996


1. Introducción

1.1 La Conferencia Mundial de la Alimentación (CMA) de 1974 tuvo lugar en el año mismo en que los precios mundiales del mercado de los cereales habían alcanzado uno de sus puntos más altos, tras los fuertes aumentos del año anterior. Tres años después, los precios mundiales no sólo habían descendido por debajo de los niveles de 1970, sino que eran más bajos que en cualquier otro año desde 1950.

1.2 El temor generalmente expresado en esa época de que se hubiese entrado en una nueva era en que sería difícil que la producción creciera al mismo ritmo que la demanda sin que subieran los precios resultó infundado. De hecho, los primeros años del decenio de 1970 dieron paso a una fase de nuevos descensos en los precios mundiales de los alimentos. El problema de la alimentación mundial volvió a plantearse como siempre se había planteado: incapacidad de la demanda efectiva por parte de las personas insuficientemente nutridas para crecer en la medida necesaria para elevar su consumo hasta niveles compatibles con la eliminación de la inseguridad alimentaria y la desnutrición. En otras palabras, la evolución de la situación en los años que siguieron a la CMA demostró que el mundo tenía globalmente capacidad para aumentar la producción (sin subir los precios) a un ritmo más rápido todavía que el realmente seguido si el crecimiento de la demanda hubiese sido más acelerado.

1.3 Esta evolución descartó, al menos temporalmente, la interpretación neomalthusiana de que la producción mundial no podría crecer con bastante celeridad para cubrir la demanda efectiva de alimentos de una población mundial en aumento. Se fue abriendo paso la idea de que el problema de la alimentación mundial no era de producción sino de demanda y/o de distribución. Sin embargo, esta idea confunde más que aclara las cosas y puede inducir a error en cuanto a las respuestas políticas adecuadas. Ello se debe a que se basa en el paradigma de las sociedades adelantadas en las que hay una separación bastante clara entre la demanda y la oferta de alimentos. En estas sociedades la demanda de alimentos procede en su gran mayoría de personas que obtienen sus ingresos mediante otras actividades distintas de la producción de alimentos. Los agricultores y sus ingresos contribuyen sólo con una proporción minúscula a la demanda total de alimentos, y el acceso a alimentos importados no es un problema. En tales circunstancias es natural pensar que todos los problemas actuales de seguridad alimentaria tienen su origen en el crecimiento insuficiente de la demanda y no son un problema de producción. La situación es diferente en la mayoría de los países de bajos ingresos en que la mayor parte de la población depende de la agricultura y no hay una neta separación entre la demanda y la oferta de alimentos. En tales casos, un crecimiento insuficiente de la demanda refleja el aumento insuficiente de los ingresos de la mayor parte de la población, que dependen, a su vez, del desarrollo de la agricultura. Como el problema de la inseguridad alimentaria se concentra en estos países, procede plantearlo como un problema de producción, aunque los mercados mundiales no lo expresen en forma de subidas de precios.

1.4 En conclusión, mientras la esencia del problema de la alimentación mundial sea la elevada inseguridad alimentaria y la desnutrición precisamente en los países con escasos suministros de alimentos per cápita y una acusada dependencia de la agricultura, no podrá haber respuestas políticas adecuadas si no incluyen medidas decididas que permitan intensificar el desarrollo agrícola y rural para aumentar la demanda y el suministro de alimentos en esos mismos países, por lo menos en esta fase de su desarrollo. Los datos presentados en el Cuadro 4 pueden dar una idea de los países que combinan esas características, es decir, alto porcentaje de la población rural en el conjunto de la población y bajos niveles de suministros alimentarios per cápita. Los países de este tipo son generalmente los que ocupan la parte superior izquierda del cuadro.

1.5 Este documento, necesariamente breve, describe cómo ha evolucionado la seguridad alimentaria mundial en el curso de los tres últimos decenios (Sección 2) y destaca los principales factores que explican los éxitos y los fracasos (Sección 3). A continuación, indica qué se puede esperar en el período que culminará en el año 2010, dedicando el espacio mínimo necesario para explicar cómo pueden evolucionar las variables esenciales (Secciones 4 y 5). Por último, la Sección 6 se centra en algunas cuestiones relativas a la sostenibilidad y el medio ambiente, en relación con la búsqueda de soluciones duraderas para el problema de la seguridad alimentaria mundial.

1.6 Este trabajo es uno de los documentos técnicos de referencia preparados para la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (Serie WFS 96/TBD). No abarca las múltiples dimensiones del problema de la seguridad alimentaria ni analiza de forma exhaustiva las cuestiones de las que se ocupa. El lector encontrará un examen más completo en las 500 páginas del estudio de la FAO titulado Agricultura mundial: hacia el año 2010 (FAO, 1995) y en los restantes documentos técnicos de referencia hallará un análisis de los distintos temas aquí planteados.


2. Evolución histórica y situación actual

SEGUIMIENTO DE LA SITUACIÓN DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA EN EL TIEMPO

2.1 Hay dos variables relacionadas entre sí que pueden utilizarse con este objeto:

2.2 El marco temporal utilizado aquí para presentar la evolución histórica de la situación de la seguridad alimentaria se ve influido por dos factores:

Recuadro 1

Suministros per capita para el consumo humano directo: variable utilizada para determinar el grado de inseguridad alimentaria

Para estimar los suministros alimentarios disponibles para el consumo humano directo se utilizan las hojas de balance de alimentos, que se basan en los informes nacionales sobre la producción y comercio de alimentos. Estos indican que en algunos países los suministros alimentarios per cápita son totalmente insuficientes para garantizar una nutrición adecuada. Son bien conocidos los parámetros utilizados para juzgar la calidad de la nutrición, que son objeto de controversia. En primer lugar, el suministro de energía alimentaria (SEA), necesario para las funciones del cuerpo humano (respiración, bombeo de la sangre, etc.), sin tener en cuenta el movimiento o la actividad. El segundo es la tasa de metabolismo basal (TMB) y oscila entre 1 300 y 1 700 calorías al día para los adultos de diferente condición (edad, sexo, altura y peso corporal). La TMB promedio nacional se establece en función de la estructura de edad/sexo y del peso corporal de la población adulta de los diferentes países en desarrollo. Se estima como promedio nacional por persona la cantidad de energía que sería necesario recibir si toda la población se hallara en estado de reposo, o «en cama», en expresión de los especialistas en nutrición, dejando un margen para las necesidades de los niños derivadas del crecimiento.
Si se añade un margen para la actividad ligera, que se estima en el 55 por ciento de la TMB aproximadamente, se obtienen unos valores de 1 700 a 1 900 calorías por persona y día para los diferentes países en desarrollo. Por tanto, los grupos de población en los que la ingesta media por individuo no alcanza ese nivel (umbral) sufren de desnutrición, ya que no ingieren los alimentos necesarios para mantener la salud y el peso corporal y para realizar una actividad ligera. El resultado es un debilitamiento físico y mental, características que salen a la luz en los estudios antropométricos.

Si a ese umbral se añade un margen para la actividad moderada, las necesidades medias nacionales de diferentes países en desarrollo oscilan entre 2 000 y 2 310 calorías por persona y día. En principio, el país cuyo SEA per cápita se sitúa en el nivel promedio nacional no padece problemas de desnutrición, siempre que cada persona reciba el suministro total de alimentos adecuado en función de sus necesidades. Sin embargo, eso no ocurre nunca. Algunas personas consumen (o tienen acceso a) más alimentos de los necesarios para realizar una actividad moderada* y otros consumen menos de lo necesario. Por tanto, para estimar los suministros promedio se ha de prever un cierto margen, de manera que las personas situadas en el extremo de la distribución reciban una cantidad suficiente de alimentos, pues los situados en el extremo superior consumirán, por definición, más de lo que necesitan para su actividad moderada. Los datos empíricos indican que incluso cuando los niveles de desigualdad son moderados (un coeficiente de variación de 0,2, lo que supone que la diferencia promedio de la ingesta de alimentos de las personas con respecto a la media nacional –la desviación estándar– es el 20 por ciento de esta última) la necesidad media nacional debe aumentarse un 28 por ciento a fin de tener en cuenta este factor de desigualdad en el acceso a los alimentos y garantizar que prácticamente ninguna persona ingiera menos alimentos de los que supone el umbral. Esto sitúa la «necesidad media ajustada» en 2 600-2 950 calorías para los diferentes países en desarrollo, según el umbral correspondiente a las estructuras de la población (edad/sexo/peso corporal) para 1990/92.

Así pues, estos números o normas constituyen una primera orientación para evaluar una dimensión esencial de la inseguridad alimentaria, esto es, la suficiencia o insuficiencia de la disponibilidad de alimentos. En efecto, el SEA es la principal variable utilizada para estimar la incidencia de la desnutrición, según se explica en otro lugar (FAO, 1996). Muchos países no alcanzan el nivel de necesidad media ajustada, en muchos casos por un margen considerable. Por consiguiente, aún sin poseer otros datos respecto a la incidencia de la desnutrición, la conclusión inevitable es que ha de ser significativa, de moderada a alta o muy alta en los diferentes países, aun en el caso de que la desigualdad en el acceso a los alimentos sea moderada. Por ello, el progreso en la reducción o eliminación de la desnutrición debe manifestarse, en primer lugar, en un aumento del SEA per cápita. Naturalmente, esto no significa que el SEA constituya una variable normativa sobre la cual se puede incidir directamente, pero las modificaciones de esta variable indican la dirección e intensidad del proceso de mejora o de empeoramiento de la situación de la seguridad alimentaria.

A este respecto, es necesario referirse a la cuestión, tantas veces planteada, de si son fiables los datos que figuran en las hojas de balance de alimentos, que en muchos casos muestran un nivel muy bajo de disponibilidad de alimentos. La respuesta es que son tan fiables como los datos primarios sobre producción y comercio facilitados por los países, pues son esos datos los que se procesan y constituyen las hojas de balance de alimentos para obtener los indicadores de los suministros de alimentos per cápita que se han utilizado aquí. A la vista de los datos primarios, la conclusión lógica e inexorable es que muchos países afrontan una difícil situación en cuanto a la seguridad alimentaria.


*Incluso los que realizan trabajos pesados; un hombre perteneciente a esta categoría necesita 3 500 calorías diarias.

2.3 Por último, conviene señalar que durante todo el período que se examina el rápido crecimiento de la población en los países en desarrollo y un crecimiento muy lento en los países desarrollados significaron que el 88 por ciento del aumento de la población mundial en los últimos 30 años tuvo lugar en los países en desarrollo, y que la parte correspondiente a los países en desarrollo en la población mundial aumentó del 68 por ciento en 1961-63 al 77 por ciento en 1990-92. Lo que tiene más importancia para la evolución de la situación de la seguridad alimentaria son los cambios en las cifras de población en los países con diferentes niveles de suministros alimentarios per cápita. Los datos del Cuadro 2 presentan esta evolución, mientras que en el Cuadro 3 pueden verse las estimaciones de la evolución de la frecuencia de la desnutrición crónica por regiones en desarrollo.

LA EVOLUCIÓN HASTA LA CONFERENCIA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN

La situación en el decenio anterior a la Conferencia Mundial de la Alimentación

2.4 A principios del decenio de 1960, los suministros alimentarios per cápita en el mundo para el consumo directo se situaban en 2 300 calorías/día, con una distribución muy desigual: un promedio de 3 030 calorías para los países desarrollados y sólo 1 960 calorías para los países en desarrollo (Cuadro 1). La mayoría de los países desarrollados tenían suministros alimentarios per cápita de alrededor de 3 000 calorías/día, pero con algunas notables excepciones, por ejemplo algunos países de Europa meridional. Pero sólo un puñado de países en desarrollo tenían suministros alimentarios per cápita superiores a 2 500 calorías/día y sólo unos 100 millones de personas (el 5 por ciento de la población de los países en desarrollo) vivían en tales países (Cuadro 2). La gran mayoría de la población de los países en desarrollo (1 600 millones, el 75 por ciento del total) estaba en países con menos de 2 100 calorías y su promedio era sólo de 1 835 calorías. Había entonces solamente tres países en desarrollo con una población superior a 100 millones (China, la India e Indonesia, que sumaban en conjunto 1 200 millones de habitantes) y los tres estaban en la categoría inferior a 2 100 calorías. El promedio de 1 835 calorías de los 1 600 millones de habitantes de estos países no es muy superior al nivel de 1,55 TMB utilizado para definir la desnutrición crónica. Se deduce de ello que, aun suponiendo que no hubiese demasiada desigualdad en la distribución de los alimentos disponibles en estos países, la mayoría de su población debía tener un acceso a los alimentos por debajo del nivel de desnutrición crónica. Así pues, incluso sin las estimaciones de la frecuencia de la desnutrición crónica en esa época, puede deducirse que en los primeros años del decenio de 1960 tal frecuencia debe haber sido abrumadora, afectando a una elevada proporción de la población de los países en desarrollo, quizá por encima del 50 por ciento.

Cuadro 1

Cuadro 2

2.5 En esa época no eran corrientes como lo son hoy las grandes importaciones de cereales procedentes de los países desarrollados. La autosuficiencia en cereales de los países en desarrollo era considerable (97 por ciento) pero a costa de un consumo muy bajo. Las importaciones netas eran de 18 millones de toneladas (alrededor del 2 por ciento de su consumo de cereales, con 8,4 kg por persona para una población de 2 100 millones; estas cifras son hoy de 89 millones de toneladas, 9 por ciento del consumo y 22 kg per cápita para una población de 4 000 millones).

Evolución hasta los primeros años del decenio de 1970

2.6 Diez años más tarde la situación de los países en desarrollo había mejorado algo, pero no mucho, habiendo subido el promedio de suministros alimentarios per cápita de 1 965 a 2 135 calorías/día. En este período el consumo de alimentos en los países desarrollados creció también con bastante rapidez. De hecho, sus suministros alimentarios per cápita se elevaron en la misma medida que en los países en desarrollo, aunque su nivel de partida había sido de 3 030 calorías en los primeros años del decenio de 1970. El desnivel en los suministros alimentarios per cápita entre los dos grupos de países se mantuvo en alrededor de 1 000 calorías/día, cifra enorme para esta variable que normalmente no debería oscilar, por razones fisiológicas, fuera de los límites 1 700-3 500 para los promedios nacionales.

2.7 El carácter únicamente marginal de los progresos realizados por los países en desarrollo puede observarse también por el hecho de que la parte de su población que vivía en países con un nivel inferior a 2 100 calorías/día se había elevado a 1 750 millones. China, la India e Indonesia –todavía los tres únicos países con una población superior a 100 millones– seguían perteneciendo a esta categoría. Las estimaciones sobre la frecuencia de la desnutrición para 1969-71 sobre la base del límite de 1,55 TMB indican que el 35 por ciento (900 millones) de la población de los países en desarrollo padecía desnutrición crónica.

2.8 El potencial de los países en desarrollo para importar alimentos de los países desarrollados había permanecido a un nivel muy bajo, siendo en 1969-71 la autosuficiencia en cereales todavía del 96 por ciento, y siendo las importaciones netas sólo ligeramente superiores a las de los primeros años del decenio de 1970 (20 millones de toneladas) tras haber disminuido de hecho per cápita (7,7 kg).

EVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA CONFERENCIA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN: PAÍSES EN DESARROLLO

El decenio de 1970

2.9 Para varios países en desarrollo y para tres de las cinco regiones, los años setenta fueron un decenio de progresos más rápidos que los logrados en los sesenta o en el decenio ulterior de los ochenta (Cuadro 1). Los suministros alimentarios per cápita aumentaron y algunos países en desarrollo rozaron los niveles medios-altos. La frecuencia de la desnutrición crónica descendió del 35 por ciento al 27 por ciento de la población, aunque se mantuvo pertinazmente elevada en cifras absolutas a causa del crecimiento de la población total. Entre los países con una población superior a 100 millones, sólo la India no consiguió progresar mucho en elevar los suministros alimentarios per cápita más que marginalmente. En cambio, tanto China como Indonesia realizaron progresos notables, principalmente en la parte final del decenio. El Brasil, que también había realizado progresos, se agregó a los países con una población superior a 100 millones a fines de este decenio.

2.10 Pero los años setenta fueron un decenio en que las diferencias entre países y regiones en desarrollo, ya evidentes en el decenio anterior, se acentuaron más. Los suministros alimentarios per cápita se estabilizaron en niveles muy bajos en Asia meridional. Descendieron de hecho en el Africa subsahariana, ya que los descensos en algunos de los principales países de la región sólo parcialmente se compensaron por las ganancias en algunos países menores (por ejemplo, Côte d’Ivoire, Mauricio, el Gabón). En cambio, hubo notables aumentos en los promedios en las otras tres regiones (el Cercano Oriente y Africa del Norte, América Latina y el Caribe y Asia oriental), aunque los suministros alimentarios per cápita de esta última estaban todavía en un nivel bajo-medio en los últimos años del decenio. Pero hubo países que no consiguieron progresar y permanecieron en niveles muy bajos o experimentaron descensos también en estas regiones con mejores resultados: Afganistán y Yemen en la región del Cercano Oriente y Africa del Norte; Camboya y Viet Nam en Asia oriental; Bolivia, Haití, Honduras y el Perú en la región de América Latina y el Caribe.

2.11 Pero, tal vez, lo que distingue a los años setenta en comparación con los decenios anterior y ulterior, es el hecho de que parte de los mejoramientos en los suministros alimentarios per cápita de los países en desarrollo se debió al rápido crecimiento de las importaciones de alimentos de los países desarrollados. Las importaciones netas de cereales subieron a más del triple entre 1969-71 y 1979-81 llegando a 67 millones de toneladas, y la autosuficiencia disminuyó del 96 por ciento al 91 por ciento. En la práctica, más de la quinta parte del aumento en el consumo aparente de cereales en los países en desarrollo se debió al crecimiento de las importaciones netas.

El decenio de 1980

2.12 El crecimiento de los suministros alimentarios per cápita en el conjunto de los países en desarrollo continuó rápidamente, hasta mitad del decenio de 1980, y a un ritmo algo menor después. El Africa subsahariana experimentó nuevos descensos. No hubo prácticamente progreso alguno en América Latina y el Caribe y sólo un modesto progreso, desde una perspectiva histórica, en el Cercano Oriente y Africa del Norte. Pero el progreso continuó en Asia oriental y, significativamente, en los últimos años ochenta Asia meridional se unió a las regiones que realizaban progresos, ya que tanto la India como el Pakistán salieron de la categoría de 2 000-2 200 calorías para pasar a más de 2 300 calorías. Los datos preliminares de las hojas de balance de alimentos hasta 1994 indican que en estos países se han registrado nuevos avances. Los progresos en Asia, la región más poblada con 2 800 millones de habitantes (el 70 por ciento del total de los países en desarrollo) fueron suficientes para traducirse en nuevas ganancias en los indicadores utilizados aquí. La frecuencia de la desnutrición crónica descendió también al 20 por ciento de la población, pero sólo muy poco en cifras absolutas (Cuadro 3). La rápida tendencia creciente de las importaciones de alimentos en los países en desarrollo en los años setenta no se mantuvo en los ochenta. Sus importaciones netas de cereales aumentaron sólo hasta 89 millones de toneladas en 1989-91 (22 kg per cápita) y la autosuficiencia se mantuvo al 91 por ciento, igual que en el decenio anterior.

 

Cuadro 3

2.13 Desde el punto de vista del crecimiento de la producción alimentaria mundial, los años ochenta estuvieron marcados por dos cambios significativos: en primer lugar, la producción mundial de cereales creció mucho más lentamente en la segunda mitad del decenio y, de hecho, la producción per cápita –que alcanzó su cota más alta a mediados del decenio con una cifra ligeramente superior a los 340 kg– disminuyó; en segundo lugar, la producción pesquera mundial correspondiente a la pesca de captura (incluidos los peces, crustáceos, moluscos, etc.) disminuyó durante el período 1989-93 de 89 a 84-86 millones de toneladas, para aumentar nuevamente, a 90 millones de toneladas, en 1994. Mientras que la desaceleración de la producción mundial de cereales se debe a varios factores transitorios (que se analizan más adelante), el estancamiento de la pesca de captura no es un fenómeno temporal, sino que refleja algunas características estructurales de estos recursos y la forma en que son explotados, en régimen de acceso abierto o semiabierto. No obstante, el descenso de la pesca de captura con respecto al máximo alcanzado en 1989 se ha compensado en buena medida con los incrementos de la producción acuícola, que en los últimos diez años aportó alrededor de 1 millón de toneladas anuales a la producción total de pescado. En definitiva, la producción global, sumando la pesca de captura y la producción acuícola, fue mayor en 1994 (110 millones de toneladas) que en 1989 (100 millones de toneladas).

La primera mitad del decenio de 1990

2.14 En el momento de redactar el presente documento (mediados de 1996), la situación de la seguridad alimentaria mundial se caracteriza por el difícil equilibrio entre la oferta y la demanda en el mercado mundial de cereales, el nivel reducido de existencias, los precios elevados y la disminución de la corriente de ayuda alimentaria. Todo ello ocasiona evidentes dificultades a los países de bajos ingresos que importan una parte sustancial de los alimentos que consumen, particularmente en aquellos en los que la ayuda alimentaria o las importaciones en condiciones favorables cumplen una función importante. Las previsiones para 1996 indican que la cosecha mundial permitirá satisfacer las necesidades de consumo del año que viene, pero que no se producirán excedentes para reponer existencias. Por tanto, si se registran nuevas perturbaciones tal vez se deteriorarán las condiciones, lo que significa que la situación del mercado mundial continuará planteando dificultades a los países de bajos ingresos importadores de alimentos.

2.15 Sin embargo, al interpretar los acontecimientos registrados en los últimos años, particularmente el descenso de la producción per cápita mundial de cereales, es necesario adoptar una actitud de cautela, pues no todos ellos son señales de una inversión permanente de las tendencias. En efecto, en muchos casos son la consecuencia de una confluencia de circunstancias especiales, como el descenso de la producción en los países de la ex URSS (la producción media de los tres últimos años, 1993-95, fue de 151 millones de toneladas, frente a los 184 millones de toneladas del trienio precedente, 1990-92), las reformas que se han acometido en importantes países exportadores y que han llevado a abandonar unas políticas que generaban unos excedentes prácticamente estructurales (en la Unión Europea de los 15 la producción fue de 178 millones de toneladas en 1993-95, frente a los 188 millones del período 1990-92) y la coincidencia de descensos de producción ocasionados por las condiciones meteorológicas (en los Estados Unidos, la producción fue de 295 millones de toneladas en 1993-95, frente a los 312 millones de toneladas de 1990-92, incluido el arroz elaborado). Sólo uno de esos factores –la reforma de una política que generaba excedentes casi estructurales en los principales países exportadores– apunta a la inversión permanente de la tendencia tradicional de abundancia de oferta en el mercado mundial de cereales. En las conclusiones que figuran al final del presente documento se analizan con mayor detenimiento las repercusiones que pueden tener a más largo plazo los acontecimientos más recientes.

ESTABILIDAD Y DURABILIDAD DE LAS GANANCIAS EN SEGURIDAD ALIMENTARIA

2.16 Además de los muchos países en desarrollo que no consiguieron grandes progresos en la elevación de los suministros alimentarios per cápita por encima del nivel de 1 900-2 200 calorías o que experimentaron claros descensos, hubo los que habiendo realizado progresos notables en algún momento de su desarrollo no lograron mantener estas ganancias. Quizás lo que distingue a los países desarrollados de los países en desarrollo es la escasa capacidad de estos últimos para mantener ganancias anteriores en los suministros alimentarios per cápita frente a perturbaciones (tales como la guerra o situaciones análogas) o frente a la aparición de calamidades económicas más profundas. La elevada proporción de los ingresos totales que se dedica a alimentos en estos países significa que los descensos en los ingresos se traducen en reducciones en la demanda de alimentos. Significa también que las escaseces de alimentos y las subidas de precios se traducen en importantes descensos de los ingresos, en un círculo vicioso.

CONSIDERACIÓN DE LAS TASAS DE CRECIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS Y DE LAS IMPORTACIONES NETAS DE CEREALES EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO

2.17 Muchos países en desarrollo no consiguieron elevar la producción alimentaria per cápita en el período ulterior a la CMA, registrando la mayoría de ellos claros descensos en el período 1972-92. Las tasas de crecimiento de la producción alimentaria per cápita en este período en los diversos países se indican entre paréntesis en el Cuadro 4. La alta frecuencia de tasas de crecimiento negativas en los países fuertemente dependientes de la agricultura y con bajos suministros alimentarios per cápita es evidente (parte superior izquierda del Cuadro 4). Al mismo tiempo, pocos de estos países pudieron compensar los descensos en la producción mediante importaciones de alimentos. Esto se pone de manifiesto por los niveles generalmente bajos de las importaciones netas de cereales per cápita (incluida la ayuda alimentaria), que se indican también entre paréntesis en el Cuadro 4.

2.18 En el período siguiente a la CMA, los incrementos de la producción de las principales cosechas alimentarias se debieron sobre todo al crecimiento de los rendimientos, en particular respecto al trigo, el arroz, la soja y, en menor medida, el maíz. Pero el rendimiento creció muy poco respecto a los demás cereales secundarios de secano. En el Cuadro 9 se indican los datos correspondientes con las proyecciones. Además, en el Cuadro 12 se indican las subidas máximas de los rendimientos en determinados países. Se indica después que las diferencias de rendimiento entre los países aumentaron en el período posterior a la CMA, ya que los países mejor dotados de recursos realizaron progresos más rápidos, pero esto rara vez ocurrió en los países que habían empezado en los años setenta con rendimientos muy bajos.

 

Cuadro 4

EVOLUCIÓN GENERAL EN LOS PAÍSES DESARROLLADOS

2.19 Como se ha dicho, el conjunto de los países desarrollados tenían al empezar el decenio de 1960 los suministros alimentarios per cápita algo superiores a 3 000 calorías/día. En este nivel, no deberían plantearse en medida apreciable los problemas de seguridad alimentaria que amenazaban a los países en desarrollo, es decir los vinculados a la pobreza extrema generalizada y puestos de manifiesto por el nivel muy bajo de suministros alimentarios per cápita. En conclusión, este grupo de países habían alcanzado ya diez años antes de la CMA la fase en que los suministros alimentarios totales eran bastantes para asegurar dietas con un contenido suficiente de energía para todos. Había todavía un considerable margen para la diversificación más allá de los productos básicos y con una orientación hacia las dietas características de las sociedades ricas. Tal fue de hecho el rumbo seguido por el grupo de los países desarrollados.

2.20 Debe observarse, no obstante, que a pesar de la suficiencia de los suministros alimentarios per cápita en el conjunto de los países desarrollados existían probablemente, y siguen existiendo, bolsas de pobreza y de seguridad alimentaria insuficiente; y que algunos países clasificados como desarrollados, principalmente en Europa meridional, tenían suministros alimentarios per cápita todavía bastante inferiores a 3 000 calorías/día. Este último problema subsiste hoy, o se ha acentuado, en algunas economías en transición, en particular en algunos Estados asiáticos de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). De hecho, la más reciente clasificación de los países en las Naciones Unidas (en el censo demográfico de 1994) sitúa en las regiones menos desarrolladas a ocho de las repúblicas procedentes de la ex URSS.

2.21 A la progresiva conversión de los países en desarrollo en importadores netos principales de cereales, en particular en los años setenta, correspondió la orientación progresiva hacia la exportación de la producción de cereales en los principales países desarrollados exportadores, en América del Norte y en Oceanía. Esta tendencia se acentuó al surgir el grupo de las antiguas economías de planificación centralizada como gran importador, mientras que el Japón elevaba también rápidamente sus importaciones netas. De este modo, entre 1969-71 y 1979-81, la producción de cereales en América del Norte y Australia aumentó en 105 millones de toneladas (41 por ciento), de los cuales 95 millones se destinaron a aumentar las exportaciones netas. La producción australiana se triplicó ampliamente.

2.22Paralelamente, Europa occidental había comenzado a aplicar políticas tendentes a aumentar su producción y su autosuficiencia y sustituir las importaciones. Estas políticas sentaron las bases para que Europa occidental pasara a ser una región importante exportadora neta de cereales en el decenio de 1980.2Este hecho demuestra que esas regiones eran capaces de crear la capacidad para aumentar la producción rápidamente (por supuesto, en muchos casos con fuertes subvenciones de sus contribuyentes y/o de los consumidores) para satisfacer, en un breve período de tiempo, los aumentos de la demanda en el mercado mundial ocasionados por el incremento del consumo en aquellos países en los que éste tenía todavía un alto potencial de crecimiento que se manifestaba en incrementos de la demanda efectiva cuando lo permitían el aumento de los ingresos y de la capacidad de importación.3 Esto equivale a decir que hasta el comienzo de los años noventa, los problemas de inseguridad alimentaria se debían al crecimiento insuficiente de la demanda más que a las dificultades para aumentar la producción. Pero esta afirmación es sólo válida si se considera el mundo como una zona homogénea. No es éste el caso, y ya se ha dicho que en muchos lugares son los factores que limitan la producción los que impiden mejorar la seguridad alimentaria.


3. Principales factores en la evolución histórica del suministro de alimentos por habitante

LOS FACTORES DEL EXITO EN EL AUMENTO DEL SUMINISTRO DE ALIMENTOS POR HABITANTE

3.1 Las características principales de la evolución histórica, que probablemente explican buena parte de los progresos realizados por varios países en cuanto al aumento del suministro de alimentos per cápita, pueden resumirse del siguiente modo:

FACTORES DEL FRACASO Y DEL RETROCESO

3.2 En el extremo opuesto, el estudio de las experiencias de los numerosos países que, partiendo de unas condiciones iniciales precarias hace 30 años, no consiguieron progresar o sufrieron francos descensos, debería dar una idea de las razones del fracaso. El estudio de los datos pertinentes, procedentes de una muestra de estos países conduce a las siguientes conclusiones:


4. Perspectivas para el año 2010: demanda, oferta, comercio y nutrición

4.1 En esta sección se hace un resumen de las perspectivas futuras para los principales alimentos y variables agrícolas, haciendo referencia en particular a las correspondientes a los países en desarrollo, tal como se derivan del estudio de la FAO Agricultura mundial: hacia el año 2010 (FAO, 1995). Los resultados del estudio para el año 2010 exponen los posibles resultados futuros, más bien como pueden resultar que como debieran ser, si se alcanzaran algunos objetivos normativos tales como la eliminación de la desnutrición. Por ejemplo, la conclusión de que es muy probable que persista una considerable desnutrición crónica, se deriva de este criterio «positivo», más bien que «normativo», para referirse al futuro. Por lo tanto, las posibles novedades que se exponen aquí no constituyen objetivos de la estrategia de la FAO, pero sirven para determinar esferas de progreso y de fracaso en el futuro y pueden conformar el debate sobre las intervenciones normativas necesarias que se examinan en los documentos que se adjuntan.

CRECIMIENTO CONTINUO, AUNQUE MÁS LENTO, DE LA POBLACIÓN MUNDIAL

4.2En el período que abarca el estudio, la población mundial puede aumentar a 7 200 millones (o a 7 000 millones, según las últimas proyecciones de las Naciones Unidas,5 desde los 5 300 millones de 1990 y los 3 700 millones de hace sólo 20 años. El 94 por ciento, equivalente a 1 800 millones (1 600 en la última proyección), del incremento total de la población mundial se producirá en los países en desarrollo. Además, las pautas regionales del crecimiento demográfico son muy distintas, por ejemplo el 3,2 por ciento anual en el Africa subsahariana (reducido al 2,9 por ciento anual en la última revisión de las proyecciones demográficas) y el 1,2 por ciento anual en Asia oriental. Pero la tasa de crecimiento de la población mundial está descendiendo. Alcanzó su punto máximo en 1965-70, con un 2,1 por ciento anual y descendió progresivamente hasta llegar a un 1,6 por ciento anual en la actualidad. Según las previsiones se producirá un ulterior descenso, hasta llegar al 1,3 por ciento en los años 2005-2010 y a un 1,0 por ciento en los años 2020-2025

4.3 Las tendencias demográficas de los países en desarrollo, unidas a unos niveles todavía bajos de consumo de alimentos por habitante, requerirían un fuerte crecimiento continuo de sus suministros alimentarios. No todas estas necesidades adicionales se expresarán como demanda efectiva del mercado. Es muy probable que el aumento total de la disponibilidad de alimentos en los países en desarrollo sea menos que lo necesario para elevar los suministros medios por habitante a niveles compatibles con la seguridad alimentaria para todos. Esto se debe a que es muy probable que las perspectivas generales de crecimiento dejen a muchos países en desarrollo y grupos de población con unos ingresos por habitante y unas posibilidades de acceso a los alimentos no muy superiores a los niveles actuales.

MEJORES PERSPECTIVAS DE CRECIMIENTO ECONÓMICO GENERAL EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO, CON EXCEPCIONES IMPORTANTES

4.4 En el decenio de crisis de los años ochenta, todas las regiones en desarrollo experimentaron descensos en sus ingresos por habitante, con la importante excepción de Asia, tanto oriental como meridional. Es muy probable que estas tendencias se inviertan en el futuro. La última evaluación del Banco Mundial6 indica que Asia continuará registrando unas tasas de crecimiento económico relativamente altas, mientras que las perspectivas son más modestas en lo que respecta a la recuperación de América Latina y el Caribe y el Cercano Oriente y Africa del Norte. El Africa subsahariana experimentará también un aumento de las tasas de crecimiento económico comparadas con las desastrosas del decenio de 1980 si bien sus ingresos por habitante aumentarán sólo ligeramente. En los acontecimientos económicos que se están produciendo en todo el mundo se prefiguran ya las perspectivas de que algunas regiones continuarán progresando hacia la seguridad alimentaria y que otras pueden no hacer demasiados progresos.

4.5 Es muy probable que los países desarrollados occidentales continúen como en el pasado. En cambio, las perspectivas para las antiguas economías de planificación centralizada de Europa son de signo diverso. En 1994 y 1995, mientras que el PIB agregado de las economías de Europa central y oriental registró el crecimiento más alto de Europa (más del 4 por ciento), la CEI comenzó apenas a superar el estancamiento y experimentó un crecimiento del PIB, que había descendido a la mitad (el 53 por ciento) del de 1989. Es posible que transcurra bastante tiempo antes de que en el conjunto de la región tenga lugar un crecimiento sostenido que permita que los ingresos per cápita alcancen los niveles del período anterior a la reforma.

CONTINUARÁ LA DESACELERACIÓN DEL CRECIMIENTO AGRÍCOLA MUNDIAL

4.6 Las evaluaciones de producción detallada, así como las de la demanda y el comercio, indican que la tasa de crecimiento de la producción agrícola mundial es de 1,8 por ciento anual (y 0,25 por ciento anual en cifras per cápita)7 y será inferior en el período que va hasta el año 2010, con respecto al pasado. Esta desaceleración es más bien una continuación de las tendencias históricas a largo plazo. La producción mundial aumentó un 3 por ciento anual en los años sesenta, un 2,3 por ciento anual en los setenta, y un 2,0 por ciento anual en el período comprendido entre 1980 y 1992. La desaceleración no es en sí un resultado negativo, en la medida en que refleja una cierta evolución positiva de la panorámica mundial en lo que respecta al crecimiento demográfico y al desarrollo: el descenso de la tasa de crecimiento demográfico mundial y el hecho de que cada vez un número mayor de países eleve su consumo de alimentos por habitante a niveles más allá de los cuales no cabe esperar nuevos aumentos. La mayor parte de los países desarrollados (que absorben un 50 por ciento aproximadamente del consumo mundial de productos agrícolas) están incluidos en esta clase y se les están incorporando gradualmente algunos países en desarrollo. Para decirlo en términos sencillos, las personas que tienen dinero para comprar más alimentos no necesitan hacerlo, si bien probablemente continuarán aumentando sus gastos en alimentos a fin de pagar los márgenes siempre en aumento de la comercialización y la elaboración, envasado y servicios que los acompañan.

4.7 El aspecto negativo de la desaceleración está relacionado con el hecho de que se ha estado produciendo, y continuará produciéndose, al mismo tiempo que muchos países y una parte considerable de la población mundial continúan teniendo niveles totalmente insuficientes de consumo y de acceso a los alimentos, con la consiguiente persistencia de los altos niveles de desnutrición. En resumen, la desaceleración del crecimiento agrícola mundial se debe también al hecho de que la población que consumiría más no cuenta con suficientes ingresos para aumentar la demanda de alimentos y hacer que éstos se produzcan. Si la demanda efectiva creciera más rápidamente la producción mundial podría aumentar a tasas más altas de las previstas en el estudio.

PROGRESOS EN LA ALIMENTACIÓN Y LA NUTRICIÓN, AUNQUE NO PARA TODOS

4.8 Las repercusiones de las perspectivas demográficas y de desarrollo generales, así como las evaluaciones del estudio de producción, consumo y comercio son que en los países en desarrollo en su conjunto continuaría aumentando el suministro de alimentos per cápita para el consumo humano directo, de 2 500 calorías en 1990-92 a casi 2 800 para el año 2010 (Cuadro 1). Es muy probable que para el año 2010, las regiones del Cercano Oriente, Africa del Norte, Asia oriental (incluida China) y América Latina y el Caribe estén cerca o por encima de las 3 000 calorías, progreso considerable sobre todo en lo que respecta a Asia oriental. También Asia meridional puede hacer considerables progresos aun cuando en el año 2010 se encontrará todavía en una posición intermedia. Sin embargo, las perspectivas para el Africa subsahariana en cuanto al suministro de alimentos per cápita seguirán siendo muy bajas.

4.9 En tales circunstancias, la incidencia de la desnutrición crónica podría descender en las tres regiones con mejores perspectivas (Cuadro 3), hasta afectar únicamente al 10 por ciento, o menos, de la población. Es muy probable que se realicen también progresos en Asia meridional, aun cuando en el año 2010 podría seguir habiendo unos 200 millones de personas desnutridas en la región. Previsiblemente, la desnutrición crónica seguirá presente en el Africa subsahariana, donde el 30 por ciento de la población (265 millones) continuaría padeciéndola. Así pues, el azote de la desnutrición crónica (en número total de personas afectadas) tenderá a desplazarse de Asia meridional al Africa subsahariana. Estas estimaciones no son predicciones precisas, sino órdenes de magnitud aproximados y tendencias relativas, y están sujetas a las necesarias salvedades. Indican que es muy posible que en los países en desarrollo en su conjunto persista la desnutrición crónica, tal vez a unos niveles absolutos algo más bajos, que pueden ser de 680 millones de personas en el año 2010,8 frente a los 800 millones de personas que la sufren en la actualidad. Por lo tanto, seguirá siendo necesario intervenir a fin de abordar el problema y tratar de erradicar la pobreza, que es la verdadera causa de la desnutrición.

PERSPECTIVAS PARA LOS PRINCIPALES PRODUCTOS BÁSICOS

Continuará aumentando la producción mundial de cereales, aunque no en cifras por habitante

4.10 En el Cuadro 5 se da una visión general del sector cerealístico –historia pasada y proyecciones–. La producción de cereales per cápita en el mundo en su conjunto aumentó de 303 kg en 1969-71 a un máximo de 342 kg en 1984-86, para volver a descender a 327 kg en 1989-91, prácticamente al mismo nivel que 10 años antes. Es probable que no siga creciendo la media, que seguiría siendo de 327 kg en el año 2010. Sin embargo, esto no debe ser motivo de alarma general por las razones examinadas anteriormente en relación con la progresiva desaceleración del crecimiento de la agricultura en el mundo. En particular, las necesidades de consumo para todos los usos en los países desarrollados (que registran un consumo total de cereales por habitante de 620 kg y representan el 45 por ciento del consumo mundial) aumentan sólo lentamente y pueden descender en cifras por habitante. Estos países producen colectivamente todo lo que necesitan para su propio consumo y para cubrir el aumento de las exportaciones netas a los países en desarrollo. Podrían producir más si hubiera más demanda. Estas perspectivas estarán fuertemente influidas por los posibles acontecimientos que se produzcan en las antiguas economías de planificación centralizada de Europa central y oriental, cuyo consumo total de cereales puede ser realmente más bajo en el año 2010 que en el período anterior a la reforma. Esta posibilidad se debe a la perspectiva de que el consumo per cápita de productos ganaderos tal vez no recupere plenamente los niveles anteriores a la reforma, a que se pueden hacer considerables economías en la utilización de cereales como pienso y a que se podrían reducir bastante las pérdidas postcosecha.

4.11 El reciente descenso de la producción de cereales per cápita en el mundo ha sido interpretado por algunos como una indicación de cambio estructural a peor en las tendencias mundiales de los alimentos, ocasionado por el aumento de las dificultades que limitan la producción. Pero ya se ha señalado que las circunstancias que han determinado ese descenso a partir de mediados de los años ochenta son, en su mayor parte, de naturaleza transitoria y, por tanto, no puede interpretarse como el comienzo de una serie de dificultades para satisfacer el crecimiento de la demanda efectiva. El problema real consiste en un crecimiento demasiado lento de la demanda efectiva en los países y grupos de población con bajos niveles de consumo de alimentos.

4.12 Lo dicho anteriormente indica que la producción media mundial por habitante tiene sólo un valor limitado para medir las tendencias de la seguridad alimentaria mundial. Puede también dar lugar a confusión la idea de que, siendo constante la media mundial, cualquier aumento de la producción por habitante de un grupo de países debe ser compensado por un descenso en otro grupo, lo cual puede muy bien no ser así, como no lo fue en los años ochenta y probablemente tampoco lo será en el futuro. Se prevé un aumento de la producción por habitante tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, mientras que la media mundial puede mantenerse en los 327 kg del período 1989-91 (Cuadro 5). Esta paradoja se debe al hecho de que los países en desarrollo comienzan con una escasa producción por habitante y tienen unas altas tasas de crecimiento demográfico, mientras que los países desarrollados se encuentran en la situación opuesta.

 

Cuadro 5

4.13 En efecto, se prevé que la producción de cereales per cápita en los países en desarrollo continuará aumentando, de 214 kg en 1989-91 a 230 en el año 2010, lo que representa un aumento de 16 kg en 20 años, que es inferior al obtenido en el pasado: unos 15 kg cada 10 años en los años setenta y ochenta. Pero el consumo por habitante para todos los usos puede aumentar más rápidamente que la producción y pasar de 237 a 258 kg, parte de los cuales se utilizarán como pienso a fin de sostener el sector ganadero en rápido crecimiento. Esto requerirá un ulterior aumento de las importaciones netas procedentes de los países desarrollados, que pueden pasar de los 89 millones de toneladas de 1989-91 a unos 160 millones en el año 2010. A juzgar por los registros históricos, la tasa de crecimiento de las necesidades netas de importación no es especialmente alta y se aproxima más a la de los años ochenta que a la de los años setenta, en que fue muy alta. La financiación del aumento de las importaciones de alimentos puede considerarse un rasgo normal de aquellos países en desarrollo en que aumentan tanto los ingresos como el consumo, sobre todo de los productos ganaderos, y otros sectores producen ganancias en divisas. Pero aquellos países en desarrollo que no pueden financiar fácilmente el aumento de las importaciones de alimentos debido a la escasez de divisas, tendrán que afrontar una situación difícil. Es por lo tanto razonable prever que durante largo tiempo seguirá desempeñando un importante papel la ayuda alimentaria. Si las reformas normativas encaminadas a adoptar un sistema de comercio agrícola internacional más orientado al mercado limitaran el alcance de la ayuda alimentaria procedente de los excedentes, habría que adoptar otras medidas. A tal efecto, reviste especial importancia la decisión incluida en el Acta Final de la Ronda Uruguay de Negociaciones Comerciales Multilaterales, con respecto a las medidas para atenuar los efectos sobre los países en desarrollo importadores de alimentos de una eventual subida de los precios en los mercados mundiales, creando condiciones para el mantenimiento de existencias que permitan la seguridad alimentaria y que continúe la ayuda alimentaria.

Crecimiento moderado en la demanda de las exportaciones de cereales procedentes de las principales regiones desarrolladas exportadoras

4.14 Aun cuando las perspectivas de crecimiento de las exportaciones de cereales procedentes de los principales países desarrollados exportadores a los países en desarrollo dejan un cierto margen para que aumente aún más la producción y las exportaciones de los primeros, las previsiones indican un incremento mucho menor de sus exportaciones netas al resto del mundo. Esas previsiones se basan en la posibilidad de que el grupo de los antiguos países de planificación centralizada de Europa dejen de ser grandes importadores netos para pasar a ser, para el año 2010, exportadores netos de cereales en cuantía moderada (Cuadro 5). Los datos y las previsiones provisionales de que se dispone para el promedio de los bienios 1994/95-1995/96 (julio/junio) indican ya un drástico descenso de sus importaciones netas a sólo 2 millones de toneladas.

4.15 Tal vez se registren cambios significativos en la participación en el mercado de estas exportaciones netas totales de las tres principales zonas exportadoras de la OCDE: Europa occidental, América del Norte y Oceanía. Las reformas normativas previstas y en curso, sobre todo en relación con las disposiciones del Acuerdo sobre la Agricultura de la Ronda Uruguay, harán probablemente que Europa occidental no incremente sus exportaciones netas con respecto a los niveles de los últimos años del decenio de 1980, y que el total de las exportaciones adicionales que se produzcan en los tres grupos, y quizás algo más, corresponda a América del Norte y Oceanía. Al menos esto es lo que indican los resultados de la mayoría de los análisis relativos a los posibles efectos de las reformas normativas. Por supuesto, estas conclusiones están sujetas a los muchos imponderables que presentan los supuestos y modelos en los que se basan estos análisis.

Continúa el acusado crecimiento del sector ganadero

4.16 Están llamadas a continuar, aunque de forma atenuada, las pasadas tendencias de una tasa de crecimiento relativamente alta en el sector ganadero de los países en desarrollo. Una parte del aumento de sus importaciones de cereales se destinará a la producción y consumo de productos ganaderos. Sin embargo en el año 2010 el consumo de productos ganaderos en los países en desarrollo seguirá siendo muy inferior al de los países desarrollados en cifras per cápita. Estos promedios de los países en desarrollo esconden amplias diversidades regionales y nacionales y tanto en Asia meridional como en el Africa subsahariana, el consumo se mantendrá en general a niveles muy bajos.

4.17 El sector ganadero de los países desarrollados puede crecer también aunque a un ritmo mucho menor en comparación con el pasado, y el consumo per cápita aumentará solamente en el caso de la carne de ave de corral. Este hecho refleja la perspectiva de que en los antiguos países de economía de planificación centralizada, la producción y el consumo per cápita de los productos ganaderos pueden tardar mucho en recuperar los niveles anteriores a la reforma después de los acusados descensos iniciales, y que los otros países desarrollados registran en general altos niveles de consumo per cápita.

4.18 El continuo crecimiento del sector ganadero en los países en desarrollo contribuirá a que el uso de cereales como pienso aumente rápidamente y que, para el año 2010, se haya duplicado con creces hasta alcanzar los 340 millones de toneladas, equivalentes al 23 por ciento aproximadamente de su consumo total. Este aumento del porcentaje de suministros totales de cereales utilizados como pienso de animales en los países en desarrollo puede ser motivo de preocupación, dada la persistencia de la desnutrición. Tal preocupación estaría justificada si el uso de cereales para pienso desviara unos suministros que, en caso contrario, se utilizarían como alimento directo de la población pobre. Si bien tal cosa podría suceder, solamente sería en situaciones donde la demanda adicional de pienso contribuyera a aumentar los precios en lugar de los suministros (ya fueran los procedentes de la producción nacional o de las importaciones) y desplazara a la población pobre del mercado a causa de los precios. Existen razones para creer que tal situación es la excepción y no la regla.

Raíces, tubérculos y plátanos: continúan siendo una parte importante del suministro total de alimentos en los países de la zona tropical húmeda

4.19 Las raíces, los tubérculos y los plátanos representan un 40 por ciento aproximadamente del suministro total de alimentos (en calorías) para casi la mitad de la población del Africa subsahariana, donde la disponibilidad general de productos alimenticios es muy escasa. Otros países de Africa y América Latina y el Caribe dependen también en gran medida de estos productos básicos. La producción podría aumentar, y así será, a fin de cubrir las futuras necesidades. Sin embargo, en el pasado las tendencias han sido de descenso del consumo per cápita, al menos en la medida en que puede determinarse dadas las imprecisas estadísticas de este sector. El descenso se ha debido sobre todo a las tendencias a la urbanización cuya modalidad de vida hace que descienda la preferencia por estos alimentos muy perecederos y que necesitan mucha mano de obra para su preparación para el consumo. Con la creciente urbanización, cabe esperar que se producirán nuevos aunque moderados descensos en el promedio de consumo por habitante. Sin embargo, seguirá siendo alta la dependencia de estos países de estos productos para cubrir sus necesidades totales de alimentos. La tendencia a que descienda el consumo per cápita podría atenuarse si descendiera la importación de cereales, lo que cabe muy bien que suceda si las reformas normativas en los países desarrollados hacen subir los precios y reducen los suministros destinados a ventas en condiciones de favor y a la ayuda alimentaria. Contribuiría igualmente a atenuar estas tendencias el que se intensificaran las investigaciones para convertir las raíces feculentas en productos alimenticios menos perecederos y más fáciles de manejar por la población urbana.

El sector de los cultivos oleaginosos de los países en desarrollo: perspectivas de que continúe el rápido crecimiento

4.20 En los últimos 20 años, el sector de los cultivos oleaginosos de los países en desarrollo ha experimentado un rápido crecimiento y cambios estructurales radicales. La producción de palma de aceite en Asia oriental y de soja en América del Sur ha crecido de modo espectacular. La parte correspondiente a estos productos y regiones en la producción total de cultivos oleaginosos ha aumentado rápidamente y, en consecuencia, disminuyeron la de los demás cultivos oleaginosos de los países en desarrollo (nuez de coco, maní, semilla de algodón, sésamo) y la de las otras regiones.

4.21 El aumento de la producción del sector continuará manteniéndose por encima de la media en comparación con el resto de la agricultura. Continuarán también los cambios estructurales aunque a un ritmo mucho menor comparado con el del pasado. La expansión del sector de la palma de aceite seguirá siendo la más rápida, aumentando su cuota de mercado tal vez un 38 por ciento con respecto al 32 por ciento actual, y a sólo el 16 por ciento de hace 20 años. La producción de soja en América del Sur seguirá también aumentando rápidamente, aunque no 12 veces como en los últimos 20 años, en que el aumento había comenzado desde niveles muy bajos. Las continuas tasas de crecimiento a niveles relativamente altos en el sector de los cultivos oleaginosos reflejan el rápido aumento de su consumo en los países en desarrollo, tanto en lo que respecta a los aceites vegetales usados como alimento como a las proteínas de las semillas oleaginosas que contribuyen a sostener sus sectores ganaderos en rápido crecimiento. Dichos países aumentarían aún más sus exportaciones de aceites y en menor medida las de harinas oleaginosas al resto del mundo.

Crecimiento más lento de las otras principales exportaciones agrícolas de los países en desarrollo

4.22 Existen razones bien conocidas para que continúen las tendencias generalmente desfavorables en las exportaciones netas de los principales productos de exportación de los países en desarrollo al resto del mundo. En lo que respecta al azúcar, la razón es sobre todo la probable continuación de las políticas proteccionistas y de apoyo, las restricciones al acceso a los mercados y las exportaciones subvencionadas de los principales países desarrollados. Además, los antiguos países de economía de planificación centralizada serán en el futuro en mucha menor medida importadores netos, por lo cual es muy probable que continúen descendiendo las exportaciones netas a los países desarrollados. A pesar de ello, es muy probable que los países en desarrollo exporta-dores sigan elevando sus exportaciones por la expansión de los mercados en los países en desarrollo importadores netos, que en los últimos 20 años han cuadruplicado casi sus importaciones netas.

4.23 A diferencia del azúcar y de algunos otros productos básicos de exportación importantes, el café y el cacao se producen sólo en los países en desarrollo y se consumen en su mayor parte en los países desarrollados occidentales, donde los niveles de consumo per cápita son ya generalmente altos. Por lo tanto, los esfuerzos de los países en desarrollo por aumentar la oferta, en competencia mutua, se traducen en pequeños aumentos del volumen de exportación y en grandes disminuciones de los precios. A un plazo más largo, cabe esperar una mejora de la situación, dado el bajo nivel de consumo vigente en los antiguos países de planificación centralizada y en los propios países en desarrollo, pero en los próximos 20 años es difícil que estas posibilidades se materialicen en forma de un aumento del consumo y de las importaciones. Por lo tanto, es muy probable que se produzca un aumento de las exportaciones netas de un 25 por ciento aproximadamente y de algo más en la producción. En lo que respecta al té, existen perspectivas algo mejores para el crecimiento de la producción, aunque no para las exportaciones, ya que una buena parte de la producción se consume en los propios países en desarrollo, donde continuará aumentando el consumo per cápita. Por último, las exportaciones de banano presentan mejores perspectivas que las de las bebidas tropicales ya que en los países desarrollados todavía puede aumentar el consumo per cápita.

4.24 En general, para los artículos que se producen solamente o en su mayor parte en los países en desarrollo, en competencia mutua, y se consumen sobre todo en los países desarrollados con unos niveles de consumo casi saturados, las perspectivas de los beneficios de exportación continuarán estando dominadas por los movimientos de los precios y no de los volúmenes. El remedio a muy largo plazo para el descenso de los precios puede ser el crecimiento del consumo en los mercados todavía no saturados (antiguos países con economías de planificación centralizada y los propios países en desarrollo) y, en última instancia, el desarrollo general de los propios países productores. Este último factor es importante pues creará otras oportunidades de ingresos y establecerá un límite inferior para el descenso de la remuneración del trabajo en esos sectores de productos. Si la remuneración del trabajo llegara a ser inferior a este límite, esto provocaría una contracción de la oferta y la recuperación de los precios.

4.25 Por último, las perspectivas para algunas materias primas agrícolas que tradicionalmente exportan los países en desarrollo ofrecen escasas posibilidades de crecimiento en cuanto a los beneficios netos de exportación, aunque por razones distintas y no siempre negativas. Así pues, las exportaciones netas de tabaco a los países desarrollados pueden no crecer en absoluto porque su consumo está descendiendo mientras crece rápidamente en los propios países en desarrollo. Con respecto al algodón, últimamente los países en desarrollo han pasado de ser exportadores netos a convertirse en importadores netos, tendencia que aumentará en el futuro. Se trata en su conjunto de un hecho positivo que refleja la buena situación de su industria textil cada vez más orientada a la exportación. Estas tendencias podrían hacerse aún más pronunciadas si se redujeran o suprimieran las restricciones a la exportación de textiles. Consideraciones similares pueden aplicarse al sector de los cueros y pieles y a la consiguiente expansión de las exportaciones de artículos de cuero. Por último, las exportaciones de caucho natural a los países desarrollados continuarán creciendo si bien también en este caso los países en desarrollo aumentarán gradualmente su participación en el consumo mundial y puede que, para el año 2010, absorban más de la mitad del consumo mundial, frente a una participación inferior al 25 por ciento de hace 20 años. Gran parte de la expansión del consumo tendrá lugar en Asia oriental.

Estabilización casi total de la producción pesquera correspondiente a la pesca de captura, pero mejores perspectivas para la producción acuícola

4.26 Como ya se ha indicado, la estabilización de la producción pesquera correspondiente a la pesca de captura, que llegó a su nivel más alto en 1989, no es un fenómeno temporal, sino que puede perdurar y, por tanto, la producción per cápita procedente de esa fuente puede disminuir a nivel mundial. Las consecuencias de ese hecho sobre el suministro de pescado para consumo humano podrán paliarse si se destina a ese uso una parte de las capturas de pequeñas especies pelágicas que ahora se utilizan para la producción de harina de pescado. Sin embargo, es el desarrollo de la acuicultura el que ofrece mayores posibilidades para evitar el descenso de la producción per cápita de pescado para consumo humano. Si la producción acuícola continuara aumentando a un ritmo de 1 millón de toneladas anuales, sería posible mantener en los niveles actuales los suministros per cápita mundiales para la alimentación, siempre que mejoraran las prácticas de ordenación de la pesca de captura, para evitar que ésta disminuya. No obstante, si se tiene en cuenta que la demanda de productos pesqueros aumentará, según las previsiones, más rápidamente que la población, particularmente en Asia sudoriental, no bastará que los suministros per cápita permanezcan invariables para evitar el alza del precio real del pescado.

LOS PAÍSES EN DESARROLLO PUEDEN MUY BIEN PASAR DE SER EXPORTADORES AGRÍCOLAS NETOS A CONVERTIRSE EN IMPORTADORES NETOS

4.27 La posible evolución expuesta anteriormente con respecto a los principales sectores de productos básicos indica que las importaciones netas de los países en desarrollo de productos agrícolas, para los cuales son, o pueden convertirse en importadores netos, aumentarán más rápidamente que las exportaciones netas de sus principales productos de exportación. Estas tendencias en los volúmenes de importación y exportación apuntan decididamente en la dirección de que la balanza comercial conjunta de productos agrícolas de los países en desarrollo pase del superávit al déficit. Durante algún tiempo en el período histórico, se ha hecho evidente un movimiento en esta dirección. En los años setenta, en que aumentaron muy rápidamente las importaciones de alimentos procedentes de los países desarrollados, disminuyó rápidamente el balance comercial neto positivo de la cuenta de agricultura. Si bien la tendencia se invirtió en parte en los años ochenta, el superávit general fue de sólo 5 000 millones de dólares en 1988-90, frente a los 17 500 millones de dólares en 1969-71 (ambos a precios de 1988-90).

PERSPECTIVAS PARA LOS PRINCIPALES SECTORES DE PRODUCTOS BÁSICOS: SU IMPORTANCIA PARA LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

4.28 La anterior exposición resumida sobre las perspectivas de los principales productos básicos indica claramente que el papel múltiple que desempeña la agricultura en el aumento de la seguridad alimentaria (aumentando los suministros de alimentos, los ingresos y las ganancias procedentes de las exportaciones), estará condicionado por distintos factores, que oscilan entre los efectos más directos de la producción local de cereales y de las políticas que influyen en su producción y comercio a escala mundial, hasta el papel que desempeña la urbanización como factor determinante en el consumo de alimentos feculentos (raíces, tubérculos, plátanos) y las perspectivas en el mercado mundial para los principales productos de exportación, alimenticios y no alimenticios, de los países que dependen en gran parte de ellos.


5. Perspectivas hasta el año 2010: los recursos y los rendimientos agrícolas en los países en desarrollo

TIERRA AGRÍCOLA Y RIEGO

Situación general

5.1 La tierra utilizada actualmente para la producción de cultivos en los países en desarrollo (con exclusión de China) asciende a unos 760 millones de ha, de los cuales 120 son de regadío, incluidos unos 36 millones de ha de tierras áridas y muy áridas hechas productivas gracias al riego. Estos 760 millones de ha representan sólo el 30 por ciento de la superficie total de tierras, de diferente calidad, con potencial de producción de cultivos de secano, que se estima en 2 570 millones de ha, incluidos los 36 millones de ha de tierra muy árida de regadío (Cuadro 6). Aunque podría pensarse que los 1 800 millones de ha restantes ofrecen un amplio margen para la expansión de la agricultura, es necesario modificar esa primera impresión si se tienen en cuenta las siguientes limitaciones:

 

Cuadro 6

 

Cuadro 7

5.2 Todos estos factores deben tenerse en cuenta al analizar las perspectivas de expansión de la tierra dedicada a la producción agrícola durante los próximos 20 años. Hasta el momento presente, el rasgo dominante en la evolución de la agricultura ha sido la expansión hacia nuevas tierras y no hay razón para pensar que en el futuro no ocurrirá lo mismo en aquellos países en los que se conjuga la posibilidad y la necesidad de expansión. El hecho de que en muchos países no haya mucho margen para la expansión de la tierra agrícola no permite concluir que esa es la situación que impera en el conjunto de los países en desarrollo. En las páginas siguientes se intenta cuantificar la extensión de nuevas tierras que pueden dedicarse a la producción agrícola hasta el año 2010. El potencial y la necesidad son los dos factores principales que determinarán el ritmo de expansión. El primer paso es estimar el potencial, lo cual se ha realizado utilizando la base de datos de la FAO por zonas agroecológicas y ubicación geográfica. Los resultados se reflejan en el Cuadro 6. Estos datos indican la extensión de tierras que pueden clasificarse como «adecuadas», «muy adecuadas» y «de regadío» (es decir, equivalente a tierras «con un elevado potencial»).

Posibilidad de aumentar en el futuro la superficie de tierras de secano y de regadío dedicadas a la producción agrícola

5.3 La tierra dedicada a la producción agrícola en los países en desarrollo, excluida China,9 puede aumentar de 760 millones de ha en 1988-90 a 850 millones de ha en el año 2010, lo que representa un incremento de 90 millones de ha, es decir, aproximadamente el 5 por ciento de los 1 800 millones de ha de tierras disponibles (Cuadro 6). La mayor parte del incremento se registraría en el Africa subsahariana y en la región de América Latina y el Caribe. La otra zona en la que tendría lugar una expansión importante de las tierras de cultivo sería Asia oriental, mientras que el incremento sería muy reducido en Asia meridional y en la región del Cercano Oriente/Africa del Norte (Cuadro 8). Cabe formular las siguientes observaciones:

 

Cuadro 8

COMBINACIONES TIERRA-RENDIMIENTO PARA LOS CULTIVOS PRINCIPALES

5.4 Según las previsiones, la producción de cultivos aumentará en el conjunto de los países en desarrollo (excluida China) el 2,4 por ciento anual, frente al 2,9 por ciento en el período 1970-90. En la sección anterior se han explicado las razones de ese descenso de la tasa de crecimiento. El Cuadro 9 recoge las combinaciones de expansión de la superficie cosechada y aumento de los rendimientos en que se basan las proyecciones relativas a los principales cultivos.

 

Cuadro 9

5.5 Los datos y proyecciones de los Cuadros 8 y 9 pueden ayudar a comprender hasta qué punto las proyecciones sobre la producción dependen de la expansión ulterior de la tierra en explotación y del riego, de su utilización más intensiva (mayor intensidad de cultivos) y de que sigan aumentando los rendimientos. En particular, arrojan una cierta luz sobre si el futuro será o no como el pasado, aunque los datos correspondientes a los períodos anteriores no siempre constituyen una base suficiente para realizar esta comparación. Es necesario recalcar que estas proyecciones sobre tierras y rendimientos no son extrapolaciones de las tendencias históricas. Se invita al lector a considerar cuáles habrían sido las proyecciones si este estudio se hubiera limitado a extrapolar las explosivas tasas de crecimiento de la superficie registradas en el período 1970-90 en el caso de la soja y la caña de azúcar, en un país importante como el Brasil (el 10,8 y el 7,4 por ciento anual, respectivamente).

5.6 Pueden establecerse las siguientes conclusiones generales. Primero, en lo que se refiere a los cultivos principales (los cereales y la soja), la tasa de crecimiento del rendimiento medio será muy inferior a la de los últimos 20 años, por ejemplo, en el caso del trigo el 1,6 por ciento anual frente al 2,8 por ciento anual en el pasado, y en el del arroz el 1,5 por ciento anual frente al 2,3 por ciento anual (Cuadro 9). Segundo, la expansión de la tierra cultivada seguirá siendo un factor importante en el crecimiento total de la producción agrícola, aunque, como en el pasado, será mucho menos significativo que el incremento de los rendimientos. Paralelamente, la mayor intensidad de cultivo, principalmente en las zonas de regadío, tendrá una importancia de primer orden en las regiones con escasez de tierra (Asia meridional, el Cercano Oriente/Africa del Norte). Y tercero, como se ha señalado en la sección anterior, el ritmo de expansión de la tierra de regadío será probablemente muy inferior al de épocas anteriores.

Combinaciones tierra-rendimiento en el sector de los cereales

5.7 Según las previsiones, durante el período a que se refieren las proyecciones se desacelerará notablemente el crecimiento de la producción de trigo y arroz con respecto a los dos últimos decenios. Los cereales secundarios mantendrían el ritmo de crecimiento anual, debido en parte al fuerte aumento de la demanda de cereales para pienso. En los países en desarrollo (excluida China), la parte más considerable de la producción de trigo corresponde, con mucho, al Asia meridional y al Cercano Oriente/Africa del Norte (82 por ciento). La producción de arroz se concentra en Asia meridional y oriental (89 por ciento) y la de cebada se localiza sobre todo en el Cercano Oriente/Africa del Norte. Son regiones donde escasea la tierra y donde la dependencia del regadío es superior a la media. Dadas las necesidades y las posibilidades limitadas de incrementar las tierras en explotación, el aumento de producción de estos tres cereales deberá conseguirse en gran medida mediante el incremento de los rendimientos. El maíz y el sorgo se producen principalmente en América Latina y el Africa subsahariana, mientras que la producción de mijo se distribuye de manera uniforme entre el Africa subsahariana y el Africa meridional. En términos generales, el predominio de las dos regiones con una abundancia relativa de tierras y agricultura de secano en la producción de cereales secundarios (excluida la cebada) indica que la expansión de la superficie tendrá mayor importancia en el crecimiento de la producción que en el caso del trigo y el arroz.

5.8 Los datos y proyecciones del Cuadro 9 confirman esta previsión. Por ejemplo, se podría conseguir un aumento del 2 por ciento anual en la producción de arroz mediante un incremento del 0,5 por ciento anual de la superficie cosechada (y un aumento mucho menor de la superficie de labranza destinada a la producción de arroz). En contraste, podría conseguirse un crecimiento del 2,5 por ciento anual de la producción de sorgo con un aumento del 1,4 por ciento anual de la superficie cosechada. El hecho de que la producción de estos cereales secundarios sea casi totalmente de secano y de que, en el caso del mijo y el sorgo, una parte considerable de la misma se consiga en las dos clases de tierra semiárida explica por qué los rendimientos contribuirían menos a aumentar la producción que en el caso del trigo y el arroz. En el Cuadro 10 se observan las posibles combinaciones de superficie-rendimiento, desglosadas por clases de tierras agroecológicas, en que se basan las proyecciones sobre la producción de cereales.

CONSIDERACIONES RELATIVAS AL POTENCIAL DE EXPANSIÓN DEL RENDIMIENTO

5.9 Habida cuenta de que el incremento de la producción depende en buena medida del aumento de los rendimientos, se plantea muchas veces la cuestión de si en el período posterior a la revolución verde queda todavía margen para conseguir nuevos incrementos de los rendimientos. Particularmente importante es dilucidar en qué grado el aumento del rendimiento dependerá de que el sistema de investigación agrícola descubra nuevas variedades, que permitan incrementos sustanciales de los rendimientos o que contribuyan a un crecimiento más lento (evolutivo) del rendimiento, sustituyéndose gradualmente las variedades actuales, cuyo potencial de rendimiento está disminuyendo. Este es un aspecto crucial por lo que respecta a las necesidades y prioridades de la investigación agrícola encaminada a impulsar el crecimiento de la producción.

5.10 Las características agroecológicas con arreglo a las cuales se clasifica la tierra agrícola en categorías en el presente estudio, constituyen una base útil para abordar esta cuestión. Su mayor o menor utilidad depende de si las clases de tierra resultantes representan condiciones homogéneas de producción física en cuanto a las posibilidades de aumentar el rendimiento. Sin duda, esto no es así. Por ejemplo, las tierras de regadío del Punjab en la India no presentan necesariamente las mismas condiciones que las de México; lo mismo puede decirse para las restantes clases de tierra.

5.11 A pesar de estas limitaciones de las clasificaciones agroecológicas, su utilización en el presente estudio para analizar las perspectivas de producción de cada uno de los cereales, más que de los cereales o los cereales secundarios en conjunto, contribuye a comprender hasta qué punto el aumento de los rendimientos dependerá de los nuevos avances de la investigación. En este sentido, ofrece una base más sólida que la mera comparación de las diferencias de rendimientos medios entre países o, con mucha mayor razón, entre grandes grupos de países, por ejemplo entre los rendimientos medios de países desarrollados y de países en desarrollo.

 

Cuadro 10

5.12 Al examinar las posibilidades de crecimiento de la producción en el futuro mediante nuevos incrementos de los rendimientos, el factor fundamental es que en la actualidad las posibilidades de aumentar los rendimientos máximos mediante saltos cuantitativos propiciados por la introducción de nuevas variedades son más limitadas que en el pasado. Por ello, el aumento de los rendimientos medios se conseguirá no tanto aumentando los rendimientos de aquellos países en los que son más elevados, sino incremen-tándolos en los países –particularmente los de mayor tamaño– que ocupan la zona media e inferior en la clasificación de los rendimientos. Por ello, las proyecciones sobre los rendimientos dan por supuesto que se reducirán las diferencias de rendimiento entre los países en cada una de las clases de tierras. En el Cuadro 11 se recogen los datos y proyecciones pertinentes desglosados por clases de tierras.

5.13 ¿Son congruentes estas previsiones con la experiencia histórica? La inexistencia de datos pertinentes impide establecer este extremo para cada una de las clases de tierra. Dichos datos sólo se refieren a los rendimientos medios (de la totalidad de tierras) en cada país. Ponen en evidencia que la diferencia entre los países con rendimientos más altos y más bajos (medias simples del decil más alto y más bajo de los países clasificados según el rendimiento) había aumentado entre 1969-71 y 1988-90 (Cuadro 11). Ello se debió, en gran medida, al hecho de que los rendimientos de los países del decil más alto en 1969-71 crecieron más que los de los países del decil más bajo. Las proyecciones sobre los rendimientos medios (de todas las clases de tierras) indican que la situación puede cambiar en el futuro y que la diferencia de rendimientos podría reducirse, dado que el margen de aumento de los rendimientos en los países del decil superior de 1988-90 es más limitado que hace 20 años.

5.14 El Cuadro 12 ilustra esa posible evolución a través de los datos sobre el trigo y el arroz en diferentes países. En el caso del trigo, los países del decil superior de la distribución tenían en 1988-90 rendimientos casi dos veces superiores a los de los países que ocupaban el mismo decil en 1969-71. En cambio, el rendimiento aumentó mucho menos en los países del decil más bajo. Este fenómeno es aún más acusado en el caso del arroz.

5.15 No obstante, no debe exagerarse la relación existente entre el aumento de la producción en los países en desarrollo y la reducción de la diferencia de rendimiento entre los países (tal como se cuantifica aquí, es decir, la diferencia del promedio simple de los rendimientos en el decil más alto y más bajo de los países). La razón es que los países situados en los dos extremos de la distribución (decil más alto y más bajo) representan una parte relativamente reducida de la producción total de los cultivos examinados. Así ocurre aun en el caso de que, como se ha hecho en los Cuadros 11 y 12, se excluyan del análisis los países con menos de 50 000 ha de tierras destinadas a un determinado cultivo (y en el caso del Cuadro 10, también respecto a una clase determinada de tierra). En la práctica, las previsiones relativas a la producción total de los países en desarrollo serán realidad si se cumplen las proyecciones de los rendimientos en los países que representan el grueso de la superficie dedicada a cada cultivo.

 

Cuadro 11

5.16 Con este fin, en el Cuadro 12 se recogen también los datos de períodos anteriores y las proyecciones del 10 por ciento de los países con mayor superficie (decil superior de países clasificados por superficie destinada a un determinado cultivo). Como puede verse: i) los rendimientos de estos países son menos de la mitad que los de los países con los rendimientos más elevados; ii) en lo que se refiere al trigo, su rendimiento medio (simple) aumentará, según las previsiones, un 43 por ciento, es decir, menos del 62 por ciento de lo que aumentó en los últimos 20 años; iii) en lo que respecta al arroz, los porcentajes correspondientes son el 47 y el 50 por ciento; y iv) aun con esos aumentos, los rendimientos medios (media aritmética simple) de estos países, cuyos resultados influyen decisivamente en el total, serían en el año 2010 aproximadamente la mitad de los previstos para los países del decil superior. Así pues, si se reduce la diferencia entre los rendimientos medios de los países, especialmente en el caso del arroz, será porque los países del decil más alto tienen menos margen para aumentar los rendimientos y no porque los grandes países con rendimientos medios experimenten un crecimiento mayor que en el pasado.

5.17 El prolijo análisis precedente se ha efectuado con la finalidad de ofrecer al lector suficiente material de reflexión sobre las posibilidades de nuevos aumentos de los rendimientos que permitan que siga creciendo la producción. Este tema se examina con mayor detalle en la sección siguiente, pero no se pretende traducir los aumentos de rendimientos proyectados para el año 2010 en propuestas concretas de investigación agrícola (magnitud, modalidades y prioridades). Indudablemente, el aumento de los rendimientos, a tasas más modestas que en el pasado, sólo se conseguirá si la actividad investigadora continúa con la misma intensidad. Se trata simplemente de puntualizar que los efectos de la investigación sobre el crecimiento de la producción se pueden manifestar en el futuro de maneras distintas que en el pasado: los aumentos se conseguirán más como consecuencia de la investigación evolutiva, aplicada y de mantenimiento, que en forma de saltos cuantitativos en los rendimientos máximos.

 

Cuadro 12


6. Cuestiones de los recursos agrícolas, el medio ambiente y la sostenibilidad

CONSIDERACIONES GENERALES

6.1 La preocupación por el medio ambiente y por la cantidad menguante (per cápita) de los recursos de tierra y agua y su degradación requiere que se amplíen las conclusiones del documento para tratar cuestiones como las siguientes: ¿En qué medida pueden la limitación de recursos y los imperativos ecológicos condicionar las perspectivas de aumento de los suministros alimentarios y de garantía de alimentos para todos, lo que es la esencia misma de la seguridad alimentaria? ¿Puede lograrse este proceso asegurando al mismo tiempo que los adelantos realizados y el potencial de nuevos adelantos se mantendrán para las generaciones futuras, lo que es la esencia misma de la sostenibilidad? Esta sección final pretende ofrecer una visión general de todo el problema.

6.2 El documento ha puesto de manifiesto varios factores interdependientes como medios para aumentar los suministros alimentarios per cápita: el crecimiento económico reductor de la pobreza; el papel múltiple del crecimiento agrícola en la mayoría de los países en desarrollo (para aumentar los suministros alimentarios y para proporcionar empleo y oportunidades de ingresos a los pobres, tanto directa como indirectamente gracias a las vinculaciones de la agricultura con el crecimiento); la mayor capacidad para importar alimentos; y la política de las autoridades. La consecuencia es que, por importantes que sean las limitaciones de los recursos agrícolas para condicionar las perspectivas de producción de alimentos y generación de ingresos en la agricultura, no son sino uno de los factores de los que dependen las perspectivas de eliminar la desnutrición. Otros factores medioambientales (por ejemplo la capacidad del ecosistema para absorber las consecuencias del mayor uso de energía) pueden condicionar el proceso de crecimiento económico, reducción de la pobreza y en último término las perspectivas de eliminar la desnutrición. Finalmente, se trata de una cuestión de vías sostenibles para el desarrollo económico y la eliminación de la pobreza, y no sólo de aumento de la producción alimentaria de manera sostenible. No obstante, como se ha indicado, en los países de bajos ingresos fuertemente dependientes de la agricultura, es el potencial para explotar sus recursos agrícolas de manera sostenible lo que predominará durante algún tiempo y hasta que el proceso de desarrollo reduzca esta dependencia.

RECURSOS DE TIERRA Y AGUA EN RELACIÓN CON LA BÚSQUEDA DE RESPUESTAS SOSTENIBLES AL PROBLEMA ALIMENTARIO

6.3 En el Cuadro 6 se indican para los países en desarrollo (excluida China) los datos sobre tierras de diversas calidades con potencial para cultivos de secano con diversos niveles de tecnología. Ya se ha señalado el fuerte contraste entre las regiones. Las diferencias entre países son todavía más acusadas cuando se considera la densidad de población, y todavía más en cuanto a las hectáreas por persona económicamente activa en el sector agrícola. Esta última variable es la primera clave para comprender las fuerzas que pueden definir el futuro en cuanto a equilibrio entre población y recursos. Este equilibrio tiene dos dimensiones principales: la cantidad adicional de alimentos que hay que producir, que se vincula directamente al crecimiento de la población total y al consumo per cápita de alimentos, y el número de personas que viven o vivirán de la explotación de los recursos agrícolas. La variable pertinente aquí es el tamaño de la población económicamente activa en la agricultura.

6.4 El descenso constante de los recursos agrícolas per cápita consiguiente al crecimiento de la población es uno de los principales motivos de preocupación respecto al equilibrio entre la población y el suministro de alimentos. El otro motivo se refiere al deterioro de la calidad y del potencial de producción de los recursos. Los datos antes examinados pueden utilizarse para arrojar alguna luz sobre la naturaleza y la significación del descenso en la relación recursos/persona (en adelante llamada relación tierra/persona). Los valores de este último indicador en los diversos países en desarrollo tienen una gama muy amplia, desde muy bajos hasta muy elevados. Por ejemplo, en el extremo inferior están países como Egipto, Mauricio, Rwanda, etc., con índices de explotación de la tierra de menos de 0,1 ha/persona respecto a la población total y unas reservas prácticamente nulas para una expansión ulterior. En el otro extremo, países como la Argentina o la República Centroafricana tienen índices de explotación de la tierra cercanos a 1 ha/persona y considerables reservas.

6.5 Al crecer la población, cada vez más países se acercarán a los valores de la relación tierra/persona que caracterizan actualmente a los países escasos en tierras. ¿Es esto importante para su alimentación y su nutrición? Para tratar de obtener una primera respuesta parcial se puede considerar si los países actualmente escasos en tierras tienen una situación nutricional peor (en disponibilidad de alimentos per cápita) en comparación con los países de tierras más abundantes. El resultado de este examen no ha hecho sino confirmar lo que se sabía, es decir que no hay una relación estrecha evidente entre la relación tierra/persona y los suministros alimentarios per cápita, incluso teniendo en cuenta las diferencias en la calidad de la tierra. En todo caso, muchos países con tierras abundantes tienen bajos suministros alimentarios per cápita, mientras que la mayoría de los países con mejor situación nutricional parecen ser precisamente aquéllos en que la tierra es más escasa. Al mismo tiempo, la mayoría de estos últimos países tienen considerables importaciones de cereales.

6.6 ¿Hay que interpretar los datos en el sentido de que no se justifica la sensación de amenaza ante el constante descenso de la relación tierra/persona? No necesariamente. En primer lugar, la relación nacional tierra/persona, incluso teniendo en cuenta las diferencias en la calidad de la tierra, es sólo uno de los muchos factores que determinan los suministros alimentarios per cápita. Su importancia no puede ponerse de manifiesto sin un análisis que tenga en cuenta el papel de los otros factores (respetando esencialmente la cláusula «en igualdad de las demás condiciones»). En segundo lugar, los países escasos de tierras y con alto nivel de nutrición suelen tener una fuerte dependencia de las importaciones de cereales. Esto significa que para ellos la amenaza de un descenso en la relación tierra/persona debe comprenderse en un contexto mundial. Es decir, que un descenso en un país determinado de la relación tierra/persona puede no ser una amenaza para su propio bienestar alimentario siempre que haya tierras suficientes en otras partes (en los países exportadores actuales o potenciales) para impedir que la relación mundial tierra/persona descienda por debajo de valores mínimos críticos (desconocidos); y, evidentemente, siempre que los habitantes del país escaso en tierras no dependan para su sustento de una manera importante de los recursos locales de tierra y agua. Países como la República de Corea y Mauricio pertenecen a esta categoría.

6.7 De lo anterior resulta que el descenso de la relación tierra/persona puede amenazar el bienestar alimentario de los países que padecen escasez de tierras y que dependen de la agricultura de manera importante para su sustento. Y ello con dependencia de que el crecimiento de su propia población pueda no tener una repercusión importante sobre la relación mundial tierra/persona. Sólo una combinación de una agricultura mucho más productiva (en la práctica, recurriendo a tecnologías de «aumento de la tierra» que detuviesen o invirtiesen la tendencia descendente) y un vigoroso crecimiento no agrícola los liberará de la atadura de una relación tierra/persona en continuo descenso.

6.8 En conclusión, el descenso de la relación tierra/persona influye ciertamente en los suministros alimentarios per cápita en dos sentidos. En un contexto mundial y para los países con una elevada dependencia actual o potencial de las importaciones de alimentos, tiene interés principalmente si el descenso amenaza con situar la relación mundial por debajo de valores críticos (desconocidos), incluso teniendo en cuenta el respiro que pudiera provenir de las tecnologías de «aumento de la tierra». Si sucediera esto, los efectos se manifestarían en una elevación de los precios de los alimentos que afectaría principalmente a los pobres. Esto no ha sucedido hasta ahora a pesar de los constantes descensos de la relación mundial tierra/persona. Si el mundo se acerca a los valores críticos eventuales y si es probable que tales valores se alcancen antes de que se consiga un nivel estacionario de la población y unos suministros alimentarios per cápita aceptables, son cuestiones conjeturales.

6.9 En el contexto local los descensos en la relación tierra/persona son importantes para los suministros alimentarios, la nutrición y los ingresos, principalmente para los países con poco acceso a alimentos importados y una fuerte dependencia de la agricultura para el mantenimiento y el mejoramiento del nivel de vida y, en consecuencia, del bienestar alimentario. Cuando se reduzca tal dependencia, y si ello se consigue, las presiones sobre la relación mundial tierra/persona adquirirán una importancia creciente también para ellos.

6.10 El posible papel de las tecnologías de «aumento de la tierra» (en la práctica, elevación del rendimiento) se mencionó anteriormente por el respiro que estas tecnologías pueden aportar en relación con las consecuencias de los descensos inexorables en la relación tierra/persona. Sin embargo, algunas de las amenazas que pesan sobre el progreso hacia la solución del problema alimentario se refieren precisamente a los riesgos para el potencial productivo de los recursos agrícolas derivados de la aplicación de esas mismas tecnologías, por ejemplo pérdida de tierras de secano por erosión del suelo, de tierras de regadío por salinización y anegamiento, pérdida de rendimiento y mayor riesgo de malas cosechas por resistencia de los plaguicidas, etc. Además, los esfuerzos para dedicar al cultivo nuevas tierras o para utilizar más intensivamente las actuales tierras agrícolas pueden ir a menudo unidos a la degradación (por ejemplo por reducción del período de barbecho, exposición a la erosión de suelos frágiles después de la deforestación) y pueden no conducir a un aumento permanente del potencial productivo total. A continuación se intenta presentar los que son hipotéticamente los procesos más fundamentales a través de los cuales la actividad humana conduce a la degradación del potencial productivo de los recursos agrícolas.

ACTIVIDAD AGRÍCOLA Y DEGRADACIÓN DE LOS RECURSOS AGRÍCOLAS

6.11 Como se ha indicado, hay pruebas suficientes (aunque no completas ni detalladas) de que el potencial productivo de al menos parte de los recursos mundiales de tierra y agua se está degradando como consecuencia de la actividad agrícola (por ejemplo erosión de los suelos, anegamiento y salinización de las tierras regadas). Además, la actividad agrícola produce otros efectos ambientales adversos (por ejemplo amenaza a la diversidad biológica, contaminación de las aguas superficiales y subterráneas). Aun reconociendo que la actividad agrícola contribuye muchas veces a mantener o restaurar la capacidad productiva de los recursos de tierra y agua, la respuesta al problema de la degradación de los recursos obliga a plantearse una reflexión sobre las causas por las que la actividad humana podría terminar destruyendo más bien que conservando o aumentando esa capacidad. Esto es lo que se intenta a continuación.

6.12 La opinión más común es que estos procesos están relacionados de alguna manera con el constante crecimiento demográfico, en un doble sentido. Primero, hay que producir más alimentos, y para ello se tiende a destinar a usos agrícolas recursos de tierras y aguas anteriormente no utilizados, o a utilizar dichos recursos más intensivamente; ambos procesos pueden repercutir negativamente sobre la calidad de los mismos recursos, así como el medio ambiente en general. Segundo, en muchos países en desarrollo el crecimiento de la población va acompañado de un aumento del número de personas que viven de la explotación de los recursos agrícolas, con la consecuencia de un descenso en la cantidad de recursos por persona.

6.13 En el curso normal de los acontecimientos el descenso de los recursos per cápita tendería a aumentar su valor para las personas interesadas (siendo en muchos casos su principal o única fuente de ingresos) y conduciría a su utilización más eficiente, y en particular al mantenimiento y la mejora de su potencial productivo. El hecho de la mejor utilización de gran parte de la base de recursos agrícolas por obra de la actividad humana en el período histórico es una prueba de este proceso. No obstante, muchas veces se observa también que en estas condiciones tiende a quebrarse esta actitud cuidadosa, con el resultado de que los individuos, en vez de conservar y mejorar el potencial productivo de los recursos, lo destruyen.

6.14 Comprender el por qué de ese proceso es imprescindible para responder con políticas que promuevan el desarrollo sostenible. Cuando se observa esta relación destructiva en condiciones de pobreza, muchas veces se da por descontado que la pobreza explica el comportamiento de las personas ante los recursos. El mecanismo de la hipótesis actúa, en jerga económica, «contrayendo el horizonte temporal» de las personas pobres. En términos más sencillos, significa que en condiciones de absoluta miseria la necesidad de supervivencia inmediata se impone sobre las consideraciones de la supervivencia en el futuro. Los pobres no tienen medios suficientes para subsistir hoy y al mismo tiempo invertir en la conservación y mejora de los recursos para poder mantenerse mañana.

6.15 No obstante, este planteamiento dista mucho de ser una explicación completa de las fuerzas actuantes que sirva para la formulación de respuestas planificadas. En primer lugar, hay numerosas pruebas empíricas de que este proceso no entra en acción en muchas situaciones de pobreza. El distrito de Machakos en Kenya ofrece un ejemplo del cambio hacia una explotación más sostenible de unos recursos agrícolas pobres en condiciones de pobreza y de creciente presión demográfica. En segundo lugar, se observa con frecuencia que la degradación de los recursos agrícolas se produce también cuando éstos son explotados por personas no pobres (véase más adelante). El proceso tiene lugar también, muchas veces con mayor intensidad, en condiciones en que la pobreza disminuye más bien que aumenta, por ejemplo cuando la creación de oportunidades de obtención de ingresos fuera de la agricultura lleva al abandono (porque ya no valen la pena) de prácticas complejas de conservación de los recursos, como el mantenimiento de terrazas para conservar pequeñas parcelas de tierras de mala calidad en las laderas de las montañas, etc.

6.16 De lo dicho se deduce que intervienen procesos más complejos, y que plantear una correlación directa entre pobreza y deterioro ambiental puede ser una simplificación excesiva. Así se reconoce en general, y las investigaciones llevadas a cabo para comprender el papel de otras variables que condicionan la relación entre pobreza y degradación del medio ambiente pueden aportar elementos analíticos útiles. Estas investigaciones insisten, por ejemplo, en la importancia fundamental de las instituciones que regulan el acceso a los recursos (por ejemplo, la propiedad común o los recursos de libre acceso) y las presiones a las que se ven sometidas estas instituciones cuando aumenta la densidad demográfica; el desigual acceso a la tierra y la privación de ella; las políticas que distorsionan los incentivos volviéndolos contra el uso de una tecnología que contribuiría a la conservación de los recursos, por ejemplo reduciendo la relación aritmética entre la producción y los precios de los fertilizantes y haciendo antieconómico el uso de éstos cuando su mayor utilización es fundamental para evitar el agotamiento del suelo; y los efectos cumulativos de las políticas que facilitan las interacciones entre la población pobre y la que no lo es en formas que favorecen la degradación, por ejemplo cuando la deforestación y la expansión de la agricultura se facilitan mediante incentivos a las operaciones de extracción maderera que abren rutas de acceso hacia zonas forestales interiormente no accesibles, haciendo posible la explotación agrícola de suelos que quizá no puedan sostener fácilmente los cultivos.

6.17 La comprensión de la importancia de éstas y otras variables determinantes y el abandono de la idea elemental de que la degradación puede explicarse, sin más, por la pobreza, son importantes para formular y poner en práctica políticas orientadas a la agricultura sostenible y la conservación de los recursos. Son importantes porque las políticas del futuro continuarán formulándose en un contexto de presión sobre los recursos agrícolas relacionados, de una u otra manera, con la pobreza rural. De hecho, el número de pobres que vivirán de la explotación de los recursos agrícolas aumentará probablemente en algunos países, aunque pueda disminuir en otro. Ya se ha señalado que ambos procesos pueden asociarse a la degradación de los recursos. Para ello, el problema fundamental para los planificadores consiste en reducir los impactos ambientales negativos de ambos procesos.

6.18 La degradación de los recursos agrícolas como consecuencia de la pobreza es sólo una parte del fenómeno general. Es bien sabido que parte del proceso de degradación se debe a las acciones de personas que no se incluyen en la categoría de los pobres. La cuestión presenta dos aspectos. El primero se relaciona con los niveles y hábitos de consumo de las personas que no son pobres, tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados. Por ejemplo, alrededor de un 30 por ciento de la producción de cereales se utiliza como alimento para los animales y buena parte de la producción de soja y otras semillas oleaginosas se destina también a la producción ganadera. La mayor parte de la producción pecuaria en sistemas basados en la utilización de piensos concentrados es consumida por personas de ingresos medianos y altos. En la medida en que la producción de cereales y semillas oleaginosas es causa de degradación (como ocurre de hecho en algunos lugares, aunque no en otros), cabe decir que parte de la degradación se debe a la actuación de los ricos, no de los pobres. Quizá sería más correcto decir que se debe a las interacciones entre ricos y pobres.

6.19 El segundo aspecto se relaciona con el hecho de que la degradación de los recursos está también asociada a la agricultura practicada por los agricultores que no son pobres. La erosión de los suelos presuntamente asociada a la producción de cereales en algunos lugares de América del Norte es un ejemplo; la utilización excesiva de fertilizantes y de productos agroquímicos en Europa es otro; y los vertidos derivados de las actividades ganaderas intensivas entran en la misma categoría. Todos estos son ejemplos de actuaciones de personas que no son pobres y que tienen efectos negativos sobre el medio ambiente. Todo ello demuestra que asociar la degradación de los recursos a la pobreza no explica más que una parte del problema.

6.20 En definitiva, los planificadores tienen que reconocer sobre todo que la degradación de los recursos tiene consecuencias diferentes para los diversos países y grupos de población. Para los países pobres, las consecuencias pueden ser muy graves, ya que su bienestar depende en gran parte del potencial productivo de sus recursos agrícolas. Por ello, desde el punto de vista del desarrollo y del bienestar entendido en su forma tradicional, es justo que la preocupación por los problemas de degradación de los recursos se centre fundamentalmente en los países en desarrollo. Al mismo tiempo, hay que reconocer que la degradación de los recursos, no sólo en los países en desarrollo sino en todos los lugares del planeta, sobre todo en los principales países desarrollados exportadores de alimentos, puede dificultar aún más la solución de los problemas de seguridad alimentaria de los pobres si reduce el potencial mundial de producción de alimentos. Por ello, la lucha contra la degradación de los recursos en los países ricos adquiere carácter prioritario incluso en las estrategias orientadas fundamentalmente a la seguridad alimentaria de los pobres; y ello independientemente del hecho de que el bienestar de los países ricos, tal como se cuantifica tradicionalmente, por ejemplo, en función de los ingresos per cápita, quizá no se vea gravemente amenazado por una degradación moderada de sus propios recursos. Hay, naturalmente, otras razones apremiantes para que los países ricos concedan gran prioridad a la lucha contra la degradación de sus propios recursos, como objetivo deseable en sí mismo.

DIMENSIONES FUTURAS

6.21 Las proyecciones sobre producción, utilización de la tierra y rendimiento hasta el año 2010 que se ofrecen en el presente documento indican una expansión bastante modesta de la tierra destinada a usos agrícolas y una intensificación ulterior (doble cultivo, reducción del barbecho y aumento del rendimiento). Como se ha señalado, en el pasado estos procesos han ido asociados a menudo con una degradación de los recursos y problemas ambientales más amplios. Por consiguiente, la única respuesta general que se puede dar a la pregunta de si podrá conseguirse un desarrollo agrícola sostenible en el período comprendido hasta el año 2010 es que no cabe suponer que los factores, brevemente examinados en esta sección, que dieron lugar a resultados insostenibles en el pasado desaparecerán de la noche a la mañana. De esto se deduce que, al menos durante algún tiempo, el mundo tendrá que aceptar una solución de compromiso entre la necesidad de aumentar la producción y proveer de medios de sustento a una población rural cada vez más numerosa, por un lado, y la de conservar el ecosistema y evitar la degradación de los recursos, por otro. A pesar de esto, es mucho lo que se puede hacer para reducir los perjuicios recíprocos y crear las condiciones para que la agricultura siga una vía de desarrollo más sostenible. A continuación se ofrecen algunos ejemplos:

6.22 Estos son sólo unos pocos ejemplos de los aspectos relacionados con la sostenibilidad (o insostenibilidad) del desarrollo agrícola y la necesidad y posibilidad de ofrecer respuestas normativas para reducir al mínimo unos perjuicios recíprocos que al parecer serán inevitables durante algún tiempo. Por motivos de concisión, en el presente documento no se examinan otros ejemplos como la desertificación, la erosión del suelo, etc. Pero es necesario hacer una breve referencia a los efectos mutuos de la agricultura y el medio ambiente mundial.

6.23 Por último, las preocupaciones y el debate en torno a las perspectivas a más largo plazo deberían tener en cuenta algunos hechos fundamentales: i) la tasa de crecimiento de la población mundial está disminuyendo (reduciéndose de un 1,5 por ciento anual en 1990-95 a un 1 por ciento en los años 2020-25 y a un 0,5 por ciento en los años 2045-50; ii) el crecimiento anual de la población mundial en cifras absolutas está a punto de alcanzar su punto culminante con unos 90 millones de personas en los próximos cinco años, después de lo cual podría empezar a disminuir, aunque muy lentamente, por ejemplo a 80 millones de personas en los años 2020-25 y a 50 millones en los años 2045-50 (proyección de la variante media de las Naciones Unidas); y iii) será cada vez mayor el número de países que alcanzarán un nivel entre medio y alto de consumo de alimentos per cápita, por encima del cual la posibilidad de conseguir nuevos aumentos disminuye en consonancia.

6.24 Todas estas posibles novedades apuntan a la necesidad de que la producción agrícola aumente a un ritmo decreciente, y por tanto indican que la presión acumulada de estas fuentes sobre los recursos y el medio ambiente se hará menos intensa. De modo paralelo, si en los países con bajos ingresos se consolida el desarrollo, la conservación del medio ambiente ocupará un lugar más destacado entre las prioridades de la población, al tiempo que los medios para invertir en dicha conservación serán también menos escasos. Queda por ver si el mundo será capaz de emprender una vía sostenible para llegar a esta fase de mitigación de las presiones de origen agrícola sobre los recursos y el medio ambiente. No existe ninguna seguridad de que esto suceda si la falta de desarrollo sigue causando estragos en numerosos países como ocurre en la actualidad.

 


7. Conclusiones

7.1 En conclusión, el futuro de la seguridad alimentaria de la humanidad a más largo plazo no tiene por qué ser pesimista si se toman ahora medidas para modificar los factores políticos, normativos e institucionales responsables de la falta de desarrollo; para invertir en infraestructura y generación y difusión de tecnologías en orden a acrecentar el potencial productivo de la agricultura de modo sostenible; y para hacer frente a la problemática población-desarrollo de conformidad con el Plan de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de 1994.

7.2 ¿Es acaso demasiado optimista el mensaje de que la humanidad puede avanzar en la resolución de los problemas de seguridad alimentaria del mundo? Tal vez podría formularse el mensaje en forma negativa: «... el futuro de la seguridad alimentaria de la humanidad a más largo plazo será pesimista si no se toman ahora medidas ...». Pero sea cual sea la formulación, este documento pone claramente en evidencia que «si todo sigue igual» existirán durante mucho tiempo graves problemas de inseguridad alimentaria. Este no es ni mucho menos un juicio optimista y el acento se pone en las medidas necesarias para impedir que eso ocurra. Ciertamente, este es el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.

7.3 Ya se ha dicho que durante los dos últimos años los mercados mundiales de cereales han enviado señales (elevación de los precios) de que se ha deteriorado el equilibrio mundial entre la oferta y la demanda efectiva. Por ello, no es ocioso preguntarse si será posible alcanzar incluso el limitado progreso previsto hasta el año 2010, «si todo sigue igual». En otras palabras, ¿se han modificado sustancialmente los principios esenciales? Como este interrogante se plantea básicamente con respecto al descenso de la tasa de crecimiento de la producción mundial de cereales, para tratar de responderlo es necesario analizar y comparar las tendencias recientes de la producción con las proyecciones que se hacían en el estudio Agricultura mundial: hacia el año 2010 (FAO, 1995), para mediados de los años noventa.

7.4 La conclusión general que puede extraerse del análisis más detallado de esta cuestión que se efectúa en el Recuadro 2, es que el descenso de la producción y la evolución del mercado mundial en el período más reciente no constituyen una razón de peso para revisar los niveles de producción de cereales previstos para el año 2010 en el conjunto del mundo y en las principales regiones. Las causas fundamentales de las divergencias entre el resultado real y las proyecciones pueden ser eliminadas. En cambio, el riesgo de una mayor inestabilidad puede llegar a suponer una modificación estructural más permanente en el sistema, que exigirá respuestas políticas apropiadas.

7.5 En términos generales, persiste el problema principal de la seguridad alimentaria: los suministros alimentarios per cápita (esto es, el consumo) de los pobres aumenta demasiado lentamente en los países en desarrollo en su conjunto y existe un alto riesgo de que en algunos de los países más necesitados la situación no experimente variación alguna o empeore.

 

Recuadro 2

Proyecciones para el sector cerealero hasta el año 2010 desde la perspectiva de mediados de 1996

La evolución en el período 1990-95

El Cuadro 5 recoge las proyecciones del estudio de la FAO Agricultura mundial: hacia el año 2010 (FAO, 1995) para el sector cerealero. Se preveía que en el 2010 la producción mundial alcanzaría 2 334 millones de toneladas, frente a 1 679 millones en el trienio 1988/90, año de referencia del estudio. Si la producción hubiera aumentado a un ritmo uniforme (no era esto lo que preveía el estudio), en 1995 se habría situado en 1 840 millones de toneladas. De hecho, sólo fue de 1 713 millones de toneladas (aunque sería más apropiado decir que se cifró en 1772 millones de toneladas como promedio en el trienio 1993, 1994 y 1996 (según las previsiones). Este importante desfase obliga a preguntarse si los niveles proyectados para el año 2010 siguen siendo realistas.

Para responder a este interrogante es necesario desglosar los datos correspondientes a la producción. Así se hace en la Figura, en la que se distinguen tres grupos de países. Uno de ellos está formado por los países en desarrollo en su conjunto y los otros dos corresponden a los grupos de países desarrollados del Cuadro 5. Se aprecia perfectamente que el déficit mundial es imputable en su mayor parte a la región de Europa oriental y la ex URSS y, en menor medida, al grupo de «otros países desarrollados». Las razones de ese descenso de la producción y las repercusiones en los precios del mercado mundial y en los niveles de existencia ya se han examinado y no se exponen nuevamente.

De la Figura se desprende también que la producción de los países en desarrollo se ha ajustado estrictamente a las proyecciones; en cuanto a sus importaciones netas para los dos últimos años (julio/junio de 1994/95 y previsiones para 1995/96) se estiman en 107 millones de toneladas, ajustadas también a la cifra que correspondería para 1995 si se cumplieran las previsiones del estudio sobre las importaciones netas (de 90 millones de toneladas en los años 1988/90 a 162 millones en el año 2010). Puede deducirse que también el consumo total de cereales (producción más importaciones netas) ha evolucionado según lo indicado en el estudio.

Reevaluación de las perspectivas de producción mundial para el año 2010

En qué medida estos acontecimientos recientes justifican una revisión significativa de las proyecciones de la producción mundial de cereales para el año 2010 indicadas más arriba depende de si alguno o todos los factores a los que se ha debido el descenso de la producción en los últimos años (las reformas en las antiguas economías de planificación centralizada, las perturbaciones meteorológicas, las reformas políticas en los principales países exportadores que han hecho disminuir las existencias del sector público) pueden ser considerados como indicadores de un cambio estructural permanente en los principios fundamentales de la economía cerealera mundial, por supuesto más allá de los cambios que ya se contemplan en las proyecciones. Obviamente, los descensos de la producción en la región de Europa oriental y la ex URSS no pertenecen a esa categoría. Puede afirmarse que su recuperación situará a la región en una trayectoria que hará que su producción supere ligeramente los 300 millones de toneladas proyectados para el año 2010 (Cuadro 5). Sin embargo, una parte del descenso del consumo aparente en la región (en su mayor parte en piensos y residuos) pueden llegar a ser permanentes y, tal como preveía el estudio, determinar que pase de gran importador neto en el período anterior a las reformas a pequeño exportador neto.

No existen indicaciones de que los descensos de producción debidos al mal tiempo vayan a ser más frecuentes en el futuro de lo que lo han sido hasta ahora, ni que los factores meteorológicos puedan afectar la tendencia prevista de la producción. Por ello, no existen razones de peso para asumir que la producción mundial prevista para el año 2010 (que ha de entenderse como la media de al menos 3 años) deba ser revisada por ese único motivo.

Por último, sean cuales fueren las pautas de la fluctuación meteorológica en el futuro, su importancia para los mercados mundiales ha de ponderarse conjuntamente con el tercer factor mencionado supra, las reformas de políticas que están acometiendo los principales países exportadores para eliminar los excedentes de producción y reducir las existencias del sector público. Este factor puede constituir, sin duda, una alteración estructural permanente de los principios de la economía cerealera mundial. Existe, cuando menos, el riesgo de que por esa razón los mercados mundiales de cereales pueden ser más inestables, a pesar del efecto estabilizador que tendrá la creciente liberalización del sistema comercial. Es difícil precisar en este momento la magnitud del riesgo, pero es una cuestión a la que la FAO presta una especial atención, así como a las medidas necesarias para salvaguardar la seguridad alimentaria mundial.

 

 

PRODUCCIÓN REAL Y PROYECTADA EN CEREALES (ARROZ EN EQUIVALENTE DE ELABORADO)


Bibliografía

Alexandratos, N. 1996. China’s Future Cereals Deficits in a World Context Agric. Econ. (en prensa).

Banco Mundial. 1996. Global economic prospects and the developing countries 1996. Washington, D.C., Banco Mundial.

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FAO. 1995. Agricultura mundial: hacia el año 2010. Nikos Alexandratos, ed. Roma, FAO y Mundi-Prensa Libros, Madrid y México. (Publicado también en inglés por Chichester, Reino Unido, John Wiley y Sons Ltd. y en francés por Polytechnica, París).

FAO. 1996. Sexta encuesta alimentaria mundial. Roma, FAO.

Naciones Unidas. 1974. Assessment of world food situation, present and future. Conferencia Mundial de la Alimentación, Documento E/CONF. 65/3. Nueva York, Naciones Unidas.

Naciones Unidas. 1991. World population prospects 1990. Estudios sobre población No 120. Nueva York, Naciones Unidas.

Naciones Unidas. 1993. World population prospects: the 1992 revision. Nueva York, Naciones Unidas.

Naciones Unidas. 1994. World population prospects: the 1994 revision. Cuadros anexos. Nueva York, Naciones Unidas.


Notas

1 Naciones Unidas (1974).

2 La producción de cereales en los 12 países de la Comunidad Europea (CE) se elevó en 55 millones de toneladas entre los promedios quinquenales de 1968-72 y 1988-92. En el mismo período, su posición comercial neta pasó de unas importaciones netas de 21 millones de toneladas a unas exportaciones netas de 27 millones de toneladas, es decir que el 87 por ciento del incremento total de la producción quedó absorbido por los cambios en la posición comercial neta. Este cambio fue en la práctica menos dramático de lo que parece a primera vista, porque al mismo tiempo la región estaba importando cantidades crecientes de sustitutivos de los cereales para su mercado interno de piensos. En cierto sentido, la CE aumentó sus suministros de cereales al resto del mundo en parte a cambio de mayores cantidades de sustitutivos de cereales, principalmente mandioca y semillas oleaginosas.

3 No obstante, véanse las consideraciones que se hacen en párrafos anteriores y en la sección final del documento sobre los cambios que están ocasionando las reformas de las políticas en los principales países exportadores desarrollados.

4 Si bien es evidente que los conflictos y la inestabilidad política constituyen factores importantes para explicar el fracaso endémico del desarrollo y la agravación de los problemas de la seguridad alimentaria, el aspecto más interesante es la existencia de un proceso de causa-efecto en la dirección opuesta, es decir, de los fracasos del desarrollo a los conflictos y la inestabilidad, hasta llegar a formarse un círculo vicioso. Si tal fuera el caso (como puede muy bien serlo, aun cuando es muy probable que las relaciones correspondientes estén mediatizadas por unas variables sociopolíticas e institucionales complejas), las políticas adoptadas para mejorar las perspectivas del desarrollo que, en muchos países, significaría mejorar los rendimientos agrícolas, constituirían una parte integrante del conjunto de medidas encaminadas a evitar la aparición de conflictos.

5 Correspondientes a 1994, Naciones Unidas (1994).

6 Banco Mundial (1966).

7 La tasa de crecimiento del consumo per cápita mundial no constituye un buen indicador para juzgar lo que sucede con los problemas de la seguridad alimentaria. Incluso si esta tasa de crecimiento descendiera a cero o se hiciera negativa, seguiría siendo compatible con una mejora del suministro de alimentos por habitante para los países con escasos niveles de nutrición y elevado crecimiento demográfico, sin que haya descensos compensatorios en los países con un alto nivel de nutrición (véase la figura, pág. 52). Es por lo tanto importante darse cuenta de que el mundo puede todavía progresar hacia la seguridad alimentaria incluso con un escaso crecimiento de la producción mundial por habitante.

Véase la nota del Cuadro 3, donde se explica por qué esta estimación prevista es más alta que la del estudio original de 1993.

9 No se ha incluido China al no disponerse de los datos pertinentes, esto es, los referentes a los sistemas de producción agrícola y a la tierra apta para el cultivo, que es necesario conocer por zonas agroecológicas para poder realizar el análisis. Además, hay indicaciones de que los datos de que se dispone subestiman la extensión de tierras agrícolas y exageran los rendimientos. Si eso es cierto, la producción agrícola podría aumentar más de lo que se cree habitualmente. Hasta que se despejen esas incertidumbres no es posible evaluar las perspectivas de la utilización de tierras y de los rendimientos en el futuro.