3. Algunas situaciones hipotéticas futuras

INFLUENCIA DE LOS FACTORES DEMOGRÁFICOS EN LA MODIFICACIÓN DE LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS PARA EL AÑO 2050, EN LA HIPÓTESIS DE QUE LA DIETA PERMANEZCA CONSTANTE

3.1 Contrariamente a una opinión muy extendida, las necesidades energéticas per cápita son distintas en unas y otras poblaciones y varían en función de los cambios en la estructura de la población, independientemente de los efectos del crecimiento demográfico sobre las necesidades mundiales.

3.2 Hay que recordar que desde la segunda guerra mundial, los nutricionistas no han cesado de reevaluar a la baja las necesidades energéticas humanas.

3.3 Es importante examinar primero los efectos de los cambios demográficos sobre las necesidades energéticas de la población. En una situación de crecimiento demográfico rápido, el factor dominante es obviamente el aumento del número de personas. Sin embargo, se ha concedido demasiada importancia al efecto del aumento en términos absolutos y no se ha prestado la debida atención al efecto de los cambios en la estructura de la población. Como se verá, la consecuencia de ello ha sido una evaluación deficiente del proceso de modificación de las necesidades energéticas.

Tendencias demográficas

3.4 Según las últimas proyecciones de las Naciones Unidas (variante media), entre los años 1995 y 2050 se registrará de nuevo un gran aumento de la población (el 72 por ciento), que pasará de 5 700 a 9 800 millones de habitantes (Cuadro 4) (Quesnel et al., 1991).

Cuadro 4

3.5 Esta proyección contempla una variación de unos 2 000 millones de habitantes por encima o por debajo del promedio estimado, como consecuencia de las posibles variaciones en el descenso de la fecundidad (variante media: población de 9 800 millones de personas; variante baja: 7 900 millones; variante alta: 11 900 millones) para el año 2050 (Naciones Unidas, 1995a).

3.6 Las dos hipótesis extremas (variantes alta y baja) se basan en el supuesto de que todos los países adoptarán simultáneamente planes para reducir la fecundidad de forma lenta (variante alta) o rápida (variante baja). Como es poco probable que se verifique alguna vez cualquiera de estas dos hipótesis, se debe incluir también la variante media porque, si bien algunos países tratarán de reducir lentamente la fecundidad, otros adoptarán un plan de disminución rápida.

3.7 Si se toma como punto de partida la variante media, en el año 2050 la gran mayoría de la población mundial se concentrará en dos continentes, Asia y Africa (Figura 5), con lo que el peso demográfico de la población consumidora de arroz será mucho mayor (Figura 6, Clase 1). También aumentará notablemente el número de personas que consumen principalmente trigo (Figura 6, Clase 3). El peso demográfico de la población que consume principalmente yuca, ñame o colocasia (Figura 6, Clase 6) se acercará al de la población que consume maíz (Figura 6, Clase 2).

 

Figura 5

El futuro crecimiento demográfico es ya visible en gran medida en la pirámide de edades

3.8 La estructura actual de edades de la población mundial se debe a que la tasa de fecundidad se ha mantenido alta durante los últimos decenios (Naciones Unidas, 1995a). La estructura actual de edades, caracterizada por su juventud, lleva a pensar que el aumento de la población será muy importante en los próximos decenios, aun en el caso de que la fecundidad se reduzca rápidamente. Muchas de las mujeres nacidas durante el período en que la población mundial se duplicó por primera vez están llegando ahora a la edad de procrear y asegurar su reemplazo por sus propias hijas, quienes, al ser también numerosas, darán origen, gracias a su capacidad de procrear, a un rápido aumento de la población. Es obvio que el número de niños tendrá una gran importancia, dado que la fecundidad de estas generaciones de mujeres seguirá siendo alta. Probablemente, ésta será la situación en el Africa subsahariana.

3.9 Según la variante media de las proyecciones de las Naciones Unidas, entre los años 1990 y 2050 la población mundial aumentará en 4 700 millones de personas (Naciones Unidas, 1992). Casi la mitad de este aumento es inevitable. Aun en el caso de que se redujera súbitamente la fecundidad hasta el nivel estrictamente necesario para el reemplazo de la población, la población mundial aumentaría en más de 2 000 millones de habitantes.

 

Figura 6

Las proyecciones demográficas son independientes de las tendencias de los recursos naturales

3.10 Al evaluar la tasa de crecimiento demográfico (o los factores que la determinan como la mortalidad y la fecundidad) para efectuar las proyecciones demográficas no se tienen en cuenta los cambios en los recursos naturales disponibles per cápita. La escasez de tierras de cultivo o de suministros renovables de agua puede impedir a algunos países que dependen de la agricultura cubrir sus necesidades nutricionales. Deberían revisarse los límites mínimos relativos a la disponibilidad de suministros renovables de agua por habitante (el «nivel de tensión» se sitúa por debajo de 1 700 m3 de agua por habitante y año, mientras que el de «escasez crónica» se sitúa por debajo de 1 000 m3). La definición de estos límites mínimos se basa en estudios realizados por el hidrólogo Malin Falkenmak y utiliza normas aplicadas por los países más desarrollados. Sin embargo, el nivel de consumo podría ser más bajo, como el que se observa en Israel, especialmente en lo que respecta a las aplicaciones agrícolas, si se utilizara tecnología y equipo adaptados y se llevara a cabo una meticulosa ordenación de los recursos hídricos.

Proyecciones de las Naciones Unidas sobre mortalidad

3.11 Un examen más detallado de la metodología utilizada para efectuar estas proyecciones revela que generalmente se basan en el supuesto de un aumento de la esperanza de vida de 2,5 años cada quinquenio, en ausencia de información que indique una estabilización o disminución de la esperanza de vida a comienzos del decenio de 1990. Si existen indicaciones de que la esperanza de vida ha dejado de aumentar, se puede prever su estancamiento o incluso su disminución a partir de 1990. En ciertos casos se han utilizado otros dos modelos en relación con las tendencias de la mortalidad, basados en el supuesto de un aumento rápido y un aumento lento, respectivamente, de la esperanza de vida. Se supone que a partir del año 2025, la esperanza de vida al nacer aumentará con arreglo a un modelo en el que el aumento medio será común a todos los países.

3.12 Partiendo de la experiencia histórica, todos estos modelos dan por sentado que el aumento de la esperanza de vida será más lento a medida que se reduzca la mortalidad y la esperanza de vida sea mayor. La más alta esperanza de vida al nacer que prevén estos modelos es de 87,5 años para las mujeres y 82,5 para los varones. El modelo intermedio supone que la esperanza de vida al nacer para los varones aumentará 2,5 años cada cinco años, hasta llegar a los 60 años. El aumento por quinquenio se reduce gradualmente a partir de entonces a 0,4 años, hasta que se alcanzan los 77,5 años y desde entonces se mantiene en 0,4 años por cada cinco años. En el caso de la mujer, el aumento de la esperanza de vida al nacer se cifra en 2,5 años cada quinquenio hasta llegar a los 65 años, y desde esa edad el aumento por quinquenio se reduce gradualmente a 0,4 años, hasta una esperanza de vida de 82,5 años y a partir de esa edad.

3.13 Este es el motivo de que las proyecciones indiquen una reducción considerable de las diferencias en la mortalidad o esperanza de vida entre los distintos países del mundo (Cuadro 5). Por ejemplo, la esperanza de vida de la población de Africa para el año 2050 sólo es 8 años menor que la de la población de América del Norte.

Cuadro 5

3.14 El cambio previsto para Africa se debe a una aceleración del aumento de la esperanza de vida a partir del período 1995-2000. De un aumento de 1,2 años para los períodos 1995-2000 y 2000-2005, Africa pasará a un incremento de 2,2 años en los períodos 2000-2005 y 2005-2010, y de 2,5 años en los años 2005-2010 y 2010-2015.

3.15 Al parecer, estas proyecciones de la mortalidad se basan en el supuesto de que en los próximos decenios Africa experimentará un crecimiento económico sistemático y una mejora constante de la situación alimentaria. Ello supone que se cubrirán las necesidades energéticas de la población, lo cual no está garantizado en los países con unas tasas de fecundidad elevadas o en los países donde un fuerte crecimiento demográfico puede provocar la escasez de recursos naturales.

3.16 De acuerdo con el supuesto de las Naciones Unidas sobre los cambios en la esperanza de vida al nacer en los países del Africa subsahariana, especialmente los países que consumen yuca, ñame o colocasia (Clase 6), se prevé un aumento de 20 años en la esperanza de vida, lo que parece indicar que se eliminarán las principales carencias alimentarias típicas de estos países. Este dato parece estar en contradicción con las proyecciones económicas de la FAO, que indican una estabilización de los suministros de alimentos promedio per cápita para el año 2010 en todo el continente africano.

3.17 Estas proyecciones tienen en cuenta el presunto efecto de la pandemia de SIDA en los países gravemente afectados por esta enfermedad. La importancia del SIDA radica también en que facilita el desarrollo de otras enfermedades como la tuberculosis o el paludismo. Teniendo en cuenta que el SIDA afecta a un grupo de edad determinado, en los modelos de tablas de vida no se representa la estructura de mortalidad por edades y sexos dominante en estos países.

3.18 Un modelo elaborado por la OMS permite estimar el número de personas que morirán a causa del SIDA. En este modelo se utilizan estimaciones de infecciones por el VIH y tasas observadas y estimadas de progresión anual de la infección por el VIH al SIDA y del SIDA a la muerte.

3.19 Al aplicar el modelo, las Naciones Unidas se basaron en el supuesto de que no habría nuevas infecciones de adultos por el VIH después del año 2010, pero que seguirían produciéndose infecciones de madre a hijo después de esa fecha y que el largo período de latencia entre la infección por el VIH y el SIDA determinaría que durante muchos años seguirían produciéndose muertes a causa del SIDA.

3.20 Los modelos utilizados en este caso deben ser elaborados más a fondo, pues si es cierto que explican la evolución del fenómeno en las zonas urbanas, tal vez no dan una idea precisa del ritmo de la evolución de la pandemia en las zonas rurales. Otra incógnita importante es el curso que puede seguir la pandemia en Asia.

Proyecciones de las Naciones Unidas sobre la reducción de la fecundidad

3.21 Se han utilizado tres hipótesis. En la variante media se supone que la fecundidad se estabilizará en el índice de reemplazo de 2,1 hijos por mujer. En la variante alta, se supone que la fecundidad se estabilizará aproximadamente en 2,6 hijos (o aumentará hasta ese nivel en caso de que actualmente sea inferior), y en la variante baja se supone que se estabilizará en unos 1,6 hijos, es decir, por debajo del índice de reemplazo.

3.22 En las tres variantes, el período en el que se supone que la fecundidad se estabilizará se ha determinado en función de una variedad de factores socioeconómicos, como por ejemplo las políticas y programas demográficos, la alfabetización de adultos, las tasas de matrícula escolar, las condiciones económicas [producto interno bruto (PIB) o producto nacional bruto (PNB) per cápita], la mortalidad infantil y la nupcialidad, así como de factores históricos, culturales y políticos.

3.23 Las previsiones sobre fecundidad se basan en la labor de expertos, y no en modelos matemáticos, dado que los datos, cuando existen, son de desigual calidad y en algunos casos tienen un carácter cualitativo.

3.24 Uno de los hechos notables que revelan las proyecciones es la reducción de las tasas de fecundidad en los países de Africa. Según las proyecciones de las Naciones Unidas, en la variante media, la reducción de las tasas de fecundidad que podría registrarse en los países de Africa entre 1990-95 y 2045-2050 sería casi tan rápida como la observada y estimada para los países de América Latina durante un período de la misma duración, entre 1960-65 y 2015-2020 (Cuadro 6).

3.25 Hay que señalar que es sumamente difícil predecir los niveles de fecundidad y las modificaciones que experimentará. El descenso de la fecundidad que tuvo lugar en América Latina al final de los años sesenta sorprendió a muchos expertos. Una vez que observaron el fenómeno, convinieron en que el aumento del desarrollo urbano y la alfabetización, indicadores relacionados con la reducción de la fecundidad, habían contribuido de modo decisivo a producir ese descenso y podrían haber servido para predecir la tendencia (Chesnais, 1985). Así pues, aunque se conozcan relativamente bien los factores que determinan las tasas de fecundidad de las diferentes categorías sociales en un país determinado, se sabe poco sobre los factores que determinan la reducción de la fecundidad. Esto ha hecho que las publicaciones científicas mostraran los efectos del desarrollo y de la pobreza extrema sobre la reducción de la fecundidad (Cosio-Zavala, 1992; Quesnel et al., 1991), lo que ha modificado gradualmente el sentido original de la expresión «transición demográfica».

Cuadro 6

3.26 El hecho de que algunas poblaciones sigan siendo reacias a aceptar programas de planificación familiar dificulta la elaboración de proyecciones. Por este motivo, como indican las declaraciones presentadas por la delegación china a la Comisión de Población en 1994 y 1995 (Peng, 1994, 1995), es difícil predecir los cambios en la fecundidad en un país de las dimensiones de China. El hecho de que la fecundidad actual, especialmente en la China rural, está tal vez subestimada, dificulta aún más esa predicción. Las iniciativas de planificación familiar podrían encontrar resistencia en algunos grupos de la población. Según los datos del Instituto Chino de Planificación Familiar, basados en una encuesta realizada en 32 aldeas, la fecundidad en las zonas rurales de China podría estar subestimada en un 37 por ciento. También podría estar subestimada la fecundidad de las zonas urbanas (el 19 por ciento). Si estas observaciones se verificaran en gran escala, los datos sobre fecundidad para toda China podrían estar subestimados (Zeng, 1995; Wang y Wang, 1995). Las proyecciones de las Naciones Unidas tienen en cuenta esta posible subestimación.

3.27 Por otra parte, algunos expertos afirman que la fecundidad en los países en desarrollo disminuirá tan rápidamente que sería necesario hacer referencia a la variante baja de la proyección de las Naciones Unidas (Chesnais, 1985), pero cabe preguntarse en qué se basan sus argumentos.

El crecimiento demográfico es el principal factor determinante del aumento de las necesidades nutricionales

3.28 Durante este período en que, según las previsiones, la población continuará aumentando a un ritmo elevado, como ha sucedido durante los últimos cincuenta años, el aumento de la población que se producirá entre los años 1995 y 2050 será el factor que más influirá en el incremento de las necesidades energéticas. A nivel mundial, este aumento será del 72 por ciento según la variante media, del 38 por ciento según la baja y del 108,4 por ciento según la alta (Figura 7).

 

Figura 7

Efectos de otros factores demográficos

3.29 La modificación de las necesidades energéticas que se ha registrado desde la segunda guerra mundial se ha evaluado retrospectivamente aplicando el método de evaluación de la FAO.

3.30 Los resultados que se presentan en este documento se obtuvieron aplicando el programa ENREQ 2 sobre evaluaciones demográficas por años de edad a las tres variantes utilizadas en las proyecciones de las Naciones Unidas (Naciones Unidas, 1995a). Para calcular las necesidades futuras se han tenido en cuenta los efectos del desarrollo urbano descritos en las proyecciones de las Naciones Unidas (Naciones Unidas, 1995b), así como las posibles consecuencias del aumento de la estatura de la población.

3.31 Los cambios en la estructura por edades están provocando un aumento de las necesidades energéticas en los países en desarrollo. Las necesidades energéticas aumentan durante los primeros 25 años de vida de una persona (hasta los 18 ó 25 años, según los casos y las fuentes), y disminuyen ligeramente a partir de los 60 años.

3.32 Así pues el envejecimiento de la población, determinado inicialmente por la disminución de la fecundidad y de la proporción de niños, produce un aumento de las necesidades energéticas per cápita (véase el párrafo 2.5). Mas tarde, el envejecimiento depende sobre todo de la disminución de la mortalidad y del aumento de la proporción de personas de más edad, lo cual genera un descenso de las necesidades energéticas per cápita. Este último es el caso de los países desarrollados, donde el número de personas ancianas tiende a reducir las necesidades energéticas medias de la población (Cuadro 7). A la inversa, en los países en desarrollo la tendencia será a un aumento de las mismas en el futuro.

Cuadro 7

3.33 La influencia de estos factores sobre las necesidades medias per cápita sigue siendo moderada a nivel mundial (+2 por ciento), pero oculta importantes variaciones regionales.

3.34 Por consiguiente, los efectos de la estructura por edades oscilan entre dos extremos: un aumento del 7 por ciento en la ingesta media de calorías entre los años 1995 y 2050 en Africa (el 7,8 por ciento entre las poblaciones que consumen yuca, ñame o colocasia, el 8,1 por ciento entre las poblaciones que consumen mijo o sorgo, el 8,2 por ciento en el Africa central y el 8,5 por ciento en el Africa oriental) y una reducción del 1 por ciento en los países desarrollados.

3.35 El aumento de la estatura de las personas provoca un aumento de las necesidades energéticas per cápita. La mejora de la alimentación en los primeros años de vida se traduce en un aumento de la estatura media. La estatura de la población depende, pues, en parte, de la alimentación de los niños. Se han observado respuestas muy rápidas a cambios en la alimentación (Piazza, 1986). Por ejemplo, en algunas regiones de China se han registrado aumentos de la estatura muy superiores a 1 centímetro por decenio.

3.36 En la hipótesis de una mejora de la alimentación en los países en desarrollo y de la desaparición gradual de la malnutrición hacia el año 2050, la estatura media de la población podría aumentar 1 centímetro por decenio. Este es el crecimiento previsto en el documento, con un límite establecido en una estatura de 1,75 metros. Un incremento de esta magnitud en la estatura media de la población haría aumentar en promedio las necesidades energéticas.

3.37 Este aumento de la estatura haría que entre 1995 y 2050 las necesidades energéticas mundiales aumentaran un 1 por ciento en promedio. El incremento de las necesidades de los países en desarrollo sería del 2 por ciento, y podría alcanzar incluso el 3 por ciento en el Africa austral o en el Asia oriental.

3.38 Al parecer, el desarrollo urbano reduce las necesidades energéticas. La reducción sería especialmente notable en los países en desarrollo, donde el proceso sería probablemente rápido (Popkins, 1994), y se cifraría en el 3 por ciento entre los años 1995 y 2050. Los efectos más apreciables del desarrollo urbano se registrarían en Asia (-4 por ciento) y Africa (-3 por ciento). Hay que señalar también que las nuevas tecnologías y los nuevos estilos de vida pueden tener otros efectos sobre las necesidades nutricionales (por ejemplo, podrían modificarse las normas tradicionales sobre la alimentación de las embarazadas y de los lactantes). Sin embargo, no se han recogido datos sobre estos efectos a escala nacional.

3.39 Se ha llegado a la conclusión de que las consecuencias de la reducción del número de embarazos (producido por el descenso de la fecundidad) sobre las necesidades energéticas de la población serían insignificantes (Cuadro 7), y que supondrían una disminución del 1 por ciento aproximadamente en los países en desarrollo. En caso de un fuerte descenso de la fecundidad, por ejemplo en Asia occidental, la reducción podría llegar al 2 por ciento. Aunque en el presente documento no se hace ninguna distinción entre embarazos, es necesario analizar más pormenorizadamente la cuestión de los embarazos de las adolescentes.

3.40 En general, los factores que dan lugar a un aumento de las necesidades energéticas tienen una repercusión mayor que los factores que dan lugar a una disminución. Los efectos acumulativos de los primeros pueden hacer aumentar las necesidades energéticas más del 10 por ciento, mientras que en el segundo caso, las necesidades energéticas nunca disminuyen más del 5 por ciento.

3.41 Un hecho que se debe destacar es que la modificación de la estructura por edades de la población puede reducir las necesidades energéticas medias, al aumentar el porcentaje de personas de más edad. Por consiguiente, el efecto combinado del envejecimiento y el desarrollo urbano reducirá las necesidades nutricionales en Europa en un 2 por ciento.

3.42 Los cuatro efectos demográficos estructurales que se han analizado anteriormente actúan en sentidos opuestos en los países en desarrollo, lo que contribuye a atenuar su repercusión final. Las tendencias de la estructura por edades tienen siempre mayor repercusión que los demás efectos. Los efectos positivos del aumento de la estatura sobre las necesidades energéticas de la población anulan los efectos negativos del desarrollo urbano y de la reducción de la proporción de mujeres embarazadas en los países que tienen una fecundidad elevada. Estos factores tienen el mismo efecto que la estructura por edades, que en Africa, por ejemplo, es de +7 por ciento. Esto mismo sucede, aunque en mayor medida, en los países de Africa donde la fecundidad es más elevada, por ejemplo los países que consumen yuca, ñame o colocasia, en los cuales los efectos resultantes son también iguales a los de la estructura por edades, pero llegan a +8 por ciento.

Efecto total de los factores demográficos sobre las necesidades nutricionales mundiales

3.43 Salvo en los países desarrollados en su conjunto, los efectos del crecimiento demográfico sobre las necesidades energéticas son más importantes que los efectos de los cambios en la estructura de la población (Cuadros 7 y 8).

3.44 En los países desarrollados, el aumento del 4 por ciento de la población entre los años 1995 y 2050, previsto en la variante media de las Naciones Unidas, compensa los cambios en la estructura de la población
(-2 por ciento).

3.45 El panorama es completamente distinto en los países en desarrollo, en los que el aumento de las necesidades derivado del aumento de la población podrá ser de hasta el 95 por ciento, mientras que los efectos de los cambios en su estructura apenas superarán el 3 por ciento.

3.46 Esto dará lugar a un aumento de las necesidades, a escala mundial, del 76 por ciento, del que un 74 por ciento corresponderá al crecimiento demográfico y un 2 por ciento a los cambios en la estructura de la población.

3.47 A nivel mundial, los efectos de los cambios demográficos hacen prever un aumento del 75 por ciento en las necesidades energéticas. Esto no es sorprendente ni especialmente preocupante, pues la estabilización, o incluso la regresión, de la producción agrícola total, o de la producción agrícola per cápita, en todo el mundo, se debe a que los grandes exportadores de cereales frenan el aumento de la producción, que limita sus posibilidades de expansión. Sin embargo, esta conclusión no figura entre las más importantes de este estudio.

Cuadro 8

3.48 Esta variación de las necesidades nutricionales como promedio oculta diferencias regionales muy acusadas (Cuadro 8), (Figura 8). Las necesidades de los países de Europa disminuirán, y las de los países de América del Norte aumentarán tan sólo un tercio. En cambio, es probable que en los países de Asia y América Latina y el Caribe el aumento de las necesidades energéticas alcance el 69 y el 80 por ciento, respectivamente. Por otra parte, según la variante media de las proyecciones de las Naciones Unidas, en Africa se triplicarán las necesidades nutricionales entre 1995 y 2050 (Figura 8).

 

Figura 8

3.49 Las necesidades energéticas de los países que las cubren por medio del trigo, principalmente los países árabes y en especial los de cuenca del Mediterráneo, aumentarán un 142 por ciento (Cuadro 8), (Figura 9, Clase 3). Por tanto, estos países habrán de aumentar considerablemente las importaciones de cereales, mientras sean solventes.

3.50 Previsiblemente, en Africa se agudizará el contraste entre los países que pertenecen a la Clase 3 y los de las Clases 5 y 6. Los primeros tendrán que afrontar una duplicación de sus necesidades nutricionales, y en los segundos las necesidades energéticas se triplicarán con creces a causa de los cambios demográficos. Los países que consumen sobre todo mijo o sorgo (Figura 9, Clase 5) y aquellos que cubren la mayor parte de sus necesidades nutricionales gracias a la yuca, el ñame, la colocasia o los plátanos registrarán aumentos del 243 y 251 por ciento, respectivamente (Figura 9, Clase 6).

 

Figura 9

La importancia crucial de un descenso de la fecundidad

Incertidumbre que suscita el supuesto de una tasa de fecundidad de 2,1 hijos por mujer

3.51 La variante media de las proyecciones de las Naciones Unidas ha permitido hasta el momento realizar cálculos basados en la premisa de que la fecundidad tendería a estabilizarse en el nivel de reemplazo, esto es, en 2,1 hijos por mujer. Como se ha mencionado anteriormente, esta hipótesis favorable a nivel mundial está basada en la suposición de que un pronunciado aumento de la esperanza de vida, debido a la mejora de las condiciones de vida y de la alimentación, se conjugará con un marcado descenso de la fecundidad. Es poco probable que todos los países del mundo se ajusten a las proyecciones. En algunos de ellos, los cambios se producirán más rápidamente que en otros.

Un supuesto alternativo, la estabilización de la fecundidad en 1,6 hijos por mujer

3.52 La estabilización del número de hijos en un nivel mucho menor que el de reemplazo influiría notablemente en las necesidades nutricionales (Figura 7). En los países en desarrollo no se duplicarían (como ocurriría en el caso de la variante media) sino que aumentarían tan sólo el 59 por ciento, y en Africa el aumento sería del 165 por ciento (Figura 10). Pero no se modificarían sustancialmente las situaciones extremas debidas a la ausencia o el retraso de la transición demográfica. Entre 1995 y 2050, las necesidades energéticas de los países consumidores de mijo o sorgo, o de los países que consumen yuca, ñame, colocasia o plátanos se triplicarían, mientras que con arreglo a los cálculos basados en la variante media se incrementarían en un 250 por ciento (Figura 11, Clases 5 y 6). La magnitud del problema a que se enfrentarían los países con un déficit de alimentos tan pronunciado seguiría siendo enorme. Lo esencial en este caso es la modalidad del desarrollo. Ahora bien, si se adoptan las medidas oportunas, la población podría aumentar de acuerdo con la variante baja de las Naciones Unidas, pues, como se indica en el Programa de Acción (véase el párrafo 1.8), adoptado por la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo realizada en El Cairo en 1994 (Naciones Unidas, 1995c), existen estrategias que permitirían reducir el crecimiento demográfico, sobre todo a largo plazo. Entre ellas hay que mencionar la salud reproductiva, incluida la planificación familiar, que facilita también la consecución de la seguridad alimentaria y el cumplimiento de los objetivos previstos en materia alimentaria.

 

Figura 10

Otro supuesto alternativo, la estabilización de la fecundidad en 2,6 hijos por mujer

3.53 Si por alguna razón se aplaza la transición demográfica, una proporción mucho mayor de países tendría que hacer frente a problemas de dimensiones incomparables. Africa podría tener que afrontar un aumento de sus necesidades energéticas de más del 250 por ciento (Figura 12). En los países consumidores de maíz, o incluso en los que consumen arroz, sus necesidades podrían duplicarse, en los países consumidores de trigo podrían triplicarse y en los países que consumen mijo, sorgo, yuca, ñame, colocasia o plátanos, se multiplicarían por cuatro entre 1995 y 2050 (Figura 13, Clases 5 y 6). Esas hipótesis ponen de relieve la importancia de aplicar plenamente el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (Naciones Unidas, 1995c; FNUAP, 1995).

 

Figura 11

 

Figura 12

3.54 También podrían registrarse desviaciones con respecto al supuesto medio. Por ejemplo, las estimaciones sobre las tasas de fecundidad futura en Asia oriental son tan inciertas como las estimaciones del nivel de fecundidad actual. Un elevado nivel de fecundidad en Asia oriental llevaría a duplicar nuevamente sus necesidades energéticas, lo que exigiría otra revolución verde que tendría ante sí dificultades aún mayores, dado que la revolución verde precedente ya se benefició de la asignación de las mejores tierras, especialmente tierras de regadío.

 

Figura 13

3.55 Es posible que la transición demográfica se posponga en determinados países africanos, con consecuencias que podrían resultar sumamente graves. Para hacer frente a la cuadruplicación de las necesidades nutricionales que se ha mencionado anteriormente sería necesario que la infraestructura y el contexto macroeconómico fueran completamente distintos, si los países no estuvieran en condiciones de importar cereales.

3.56 Parece que la transición demográfica está teniendo lugar en Africa y es alentador observar que a pesar de la pobreza y de las dificultades de muchos de los países afectados, los programas demográficos son aceptados y se están difundiendo con rapidez. En las zonas pobres está produciéndose un descenso de la fecundidad, aspecto en el que también incide notablemente la urbanización.


REDUCCIÓN DEL DÉFICIT DE NECESIDADES ENERGÉTICAS

3.57 No se dispone de información que permita predecir las tendencias dietéticas para el año 2050. No obstante, a menos que se produzca una degradación ambiental notable y que la humanidad sea incapaz de lograr el desarrollo preciso para satisfacer sus necesidades nutricionales, cabe esperar dos tendencias básicas. La primera consistiría en un cambio de los suministros alimentarios disponibles para satisfacer las necesidades energéticas de la humanidad. Esta tendencia se estudia en el presente capítulo. La segunda tendencia consistiría en la diversificación de la composición de la dieta. Esto determinaría una serie de cambios de los modelos dietéticos, en parte inducidos por la urbanización, y ayudaría a proporcionar a las poblaciones importantes suplementos nutritivos (vitaminas, aminoácidos esenciales, etc.). Esta segunda tendencia se abordará en el capítulo siguiente.

El aumento de los suministros de alimentos no puede considerarse la única solución al problema de la alimentación

3.58 Es necesario subrayar un aspecto esencial: las proyecciones realizadas en el presente documento no entrañan en modo alguno que el problema de la alimentación deba resolverse únicamente aplicando medidas que permitan aumentar los suministros alimentarios per cápita. Al margen de la proyección del nivel de suministros de alimentos que se adopte, estas medidas deben considerarse parte integrante de políticas directamente encaminadas a atajar el problema de la alimentación en sus raíces: la pobreza, los aspectos de ésta relacionados con el género, y la falta de acceso a los alimentos que sufren los pobres, tanto en las zonas rurales como urbanas; esas dos políticas funcionan al unísono en países en los que la mayoría de los pobres trabajan actualmente en el sector agrícola.

Suministros de alimentos complementarios en países en desarrollo para el año 2050

3.59 A fin de atender las necesidades energéticas medias, los suministros alimentarios en los países en desarrollo deberán exceder considerablemente las necesidades energéticas en el año 2050. La demanda de alimentos aumentará más, incluso, si la distribución interna es más equitativa. Asimismo, tomará en consideración las pérdidas domésticas (debidas a la elaboración de los alimentos, al almacenamiento doméstico de alimentos básicos, etc.).

3.60 ¿Cómo habría que evaluar, por tanto, el esfuerzo necesario? La FAO (1992) ha calculado el número de personas que sufren de malnutrición en el mundo, combinando, en relación con cada país, los suministros alimentarios medios, un indicador de distribución de alimentos y una evaluación de las necesidades mínimas. Sin embargo, ese cálculo no proporciona información relativa al alcance de los déficit de alimentos de los países en donde el hambre aún prevalece. Tampoco indica en qué medida se reduciría la proporción de personas malnutridas si los suministros de alimentos se incrementaran en un 10 por ciento, un 20 por ciento o un 30 por ciento. Es necesario, a efectos del presente estudio, indicar un orden de magnitud. No es una tarea fácil, porque los dos factores principales que explican la diferencia entre las necesidades energéticas de las poblaciones y los suministros de alimentos disponibles que precisan (las pérdidas entre el momento de la compra y el consumo de los productos, y las debidas a las desigualdades en la distribución dentro de los países) varían de forma considerable de un país a otro, según el nivel de pobreza.

3.61 Es sabido que las pérdidas entre el momento de la compra y el consumo pueden variar en gran medida de un país a otro y entre un año y el siguiente. Se han calculado unas pérdidas de alrededor del 10 por ciento cuando se almacenan reservas para prevenir la inseguridad. Las pérdidas de alimentos en el ámbito doméstico se reducirán probablemente para el año 2050. Cabe esperar que mejoren los aparatos electrodomésticos y que la regulación de los mercados haga innecesario que las familias tengan que almacenar alimentos durante largos períodos.

3.62 Según la FAO (1992), cuando la distribución de alimentos es desigual, la proporción de la población que sufre de malnutrición alcanza el 10 por ciento si los suministros alimentarios per cápita ascienden a 2 700 calorías, y entre el 15 y el 35 por ciento cuando los suministros alimentarios medios nacionales se sitúan entre 2 200 y 2 500 calorías. Por consiguiente, para garantizar una seguridad total de los suministros de alimentos, éstos deberían situarse por encima de las 2 800 calorías, tal vez entre 2 900 y 2 950 calorías si se tiene en cuenta que en condiciones mucho mejores las pérdidas se reducirían considerablemente (quizás por debajo del 5 por ciento). Este tipo de evaluación sólo podría realizarse sobre la base de información técnica lo suficientemente fiable para eliminar todo riesgo de error.

3.63 Es de temer que en el 2050 persistan problemas de distribución. Lo cierto es que dichos problemas no se han eliminado nunca por completo en las sociedades humanas. Cabe esperar que para el 2050, las poblaciones hayan abordado esas desigualdades y las hayan reducido aún más. De ello depende la salud de una gran proporción de la población mundial y la posibilidad de que pueda controlar su propio futuro.

3.64 Se da por supuesto que los países en desarrollo aumentarán sus suministros de alimentos hasta un 30 por ciento por encima de sus necesidades nutricionales, lo que crearía las condiciones para la reducción de la malnutrición. Dado que en 1990 las necesidades medias de los países en desarrollo eran de 2 160 calorías/per cápita/día, los suministros de alimentos deberían alcanzar un mínimo de 2 808 calorías. Esta estimación es mayor que la actual estimación de suministros alimentarios per cápita disponibles en el mundo (2 700 calorías con arreglo a la estimación de la FAO correspondiente a 1988-90) y superior a las necesidades energéticas medias proyectadas por la FAO para todos los países en desarrollo en el 2010 (2 730 calorías), pero inferior a las necesidades energéticas medias proyectadas por la FAO para el mundo en su conjunto en el año 2010 (2 860 calorías). Para el año 2050 se ha adoptado también el supuesto de un incremento del 30 por ciento en los suministros de alimentos.

3.65 Dichos ajustes se aplican pese a que los países interesados presentan diferencias considerables en lo tocante al nivel de pérdidas de alimentos y al acceso a los alimentos. Dos razones, que están relacionadas con la lógica que subyace al presente estudio, explican dicha elección. En primer lugar, esos incrementos de los suministros alimentarios deben evaluarse en función de las necesidades medias de las poblaciones de cada país. El método empleado para calcularlos debe ser el mismo para todos los países y no debe verse influido por la falta de información sobre un país dado (especialmente respecto a la pérdida de alimentos y a la desigual distribución de los recursos). El procedimiento no implica que el aumento de los suministros alimentarios vaya a resolver el problema de la malnutrición. El verdadero reto es solucionar el problema del acceso a los alimentos para los pobres. Pero como la mayoría de los pobres del mundo viven en zonas rurales y se ganan la vida mediante la agricultura, el suplemento al que se alude es necesario.

Suministros de alimentos per cápita en el 2050 en los países en desarrollo al nivel proyectado para Asia oriental en el año 2010

3.66 Si se establece un suministro de alimentos mínimo para los países más pobres, se incrementa considerablemente el promedio de suministros per cápita en el mundo. Esto supondría un aumento mundial del 14 por ciento entre 1995 y 2050. De esta forma, el promedio de suministros energéticos aumenta en un 18 por ciento en los países en desarrollo. En conjunto, dichos países alcanzarían el nivel de ingesta energética proyectada por la FAO para Asia oriental en el año 2010 (FAO, 1995a), es decir, 3 040 calorías.

3.67 La magnitud del retraso que debe superarse depende de la situación actual y varía considerablemente según la región. Supondría que aumentaran un tercio los suministros de alimentos en el conjunto de Africa, pero por lo que respecta al Africa oriental, dicho aumento debería ser tan sólo del 50 por ciento. El aumento de los suministros necesario es menor en Asia (14 por ciento) y en América Latina y el Caribe (8 por ciento).

3.68 Los países que consumen principalmente mijo o sorgo y los que consumen principalmente yuca, ñame, colocasia o plátanos tendrían que aumentar los suministros de alimentos disponibles en un 40 por ciento. Este hecho aumenta los problemas –ya considerables– a los que deben enfrentarse aquellos países en los que se espera que se produzca un elevado crecimiento de la población.

Tendencias en los países desarrollados

3.69 No se dispone de más información sobre las tendencias futuras de las dietas de los países desarrollados que sobre las relativas a los países en desarrollo.

3.70 En algunos países desarrollados, la ingesta energética es aún muy superior a las 3 500 calorías, lo que da lugar a un aumento de los problemas de obesidad. Otras poblaciones están reduciendo su ingesta energética, limitándola a 3 200 o incluso 2 900 calorías. Después de incrementarse durante una o dos décadas, la ingesta promedio de calorías de las poblaciones de los países desarrollados podría situarse en una cifra próxima a la de algunos países de Europa septentrional (3 000 a 3 200 calorías). La FAO (1995a) proyecta asimismo un elevado promedio de ingesta calórica para el 2010, que cifra en 3 470. A falta de información más detallada, en el presente estudio se da por supuesto que en los países en los que, en 1990, los suministros superaban en más de un 30 por ciento las necesidades nutricionales proyectadas para el 2050, la ingesta calórica no variará entre 1990 y el año 2050 (3 400 calorías).


CÓMO SUPERAR LAS DEFICIENCIAS CUALITATIVAS

Cambios en los regímenes alimenticios

3.71 Las tendencias de las modalidades de alimentación están evolucionando actualmente en direcciones opuestas. Los especialistas en nutrición han observado descensos considerables de las cantidades de energía alimentaria consumida en algunos países desarrollados. En cambio, una parte importante de la población mundial está diversificando su dieta, y podría continuar haciéndolo. Esta diversificación permite a las poblaciones introducir componentes dietéticos indispensables para la salud tales como los aminoácidos, las vitaminas y los micronutrientes. Tal es el caso de algunos grandes países como China y la India o algunas subregiones, donde se está experimentando un crecimiento económico sólido y constante y cuya demanda efectiva está aumentando. Dichas poblaciones constituyen una gran parte de la humanidad y su número sigue incrementándose. Con toda probabilidad contribuirían a que continué esa tendencia y, a su vez, influirán en el nivel de alimentos disponibles necesarios para proporcionar sustento a las poblaciones.

Cambios concretos de los hábitos alimentarios según el país

3.72 El crecimiento económico trae consigo cambios de las hábitos alimentarios. Con la introducción de la carne, el pescado, la fruta y las verduras, las raciones de alimentos diarios han pasado a tener un menor contenido de cereales. El consumo de carne no aumenta siempre que hay un incremento del consumo de alimentos. Este hecho puede verificarse clasificando todos los países según la energía alimentaria disponible y aislando tan sólo los dos deciles en relación con los cuales se ha incrementado más la disponibilidad entre 1962 y 1990, es decir, un incremento de 535 a 789 calorías por habitante en relación con el noveno decil (promedio: 630 calorías) y una progresión de 814 a 1 629 calorías por habitante en relación con el décimo decil (promedio: 995 calorías). De esta manera puede observarse que la carne, que oscila entre un 0,79 y un 56,56 por ciento, contribuye en grado muy diferente a esos aumentos, según los países. Además, los países en los que la contribución de la carne es menor (entre 0,79 y 4,89 por ciento) son los que en 1962 tenían menos alimentos disponibles que los países en los que la carne representa una proporción mayor que la dieta (contribuciones cifradas entre el 5 por ciento y el 56,56 por ciento). La diferencia es de unas 350 calorías. Los países en los que la carne representa un porcentaje menor (menos del 5 por ciento) son aquéllos en los que los cereales aportan un mayor porcentaje y los cultivos destinados a la producción de aceite aportan el porcentaje menor.

3.73 Esta demostrado que en los países donde el incremento de la ingestión energética fue elevada, la estructura de consumo evolucionó de forma distinta según se tratara de países desarrollados o países en desarrollo. Egipto, por ejemplo, pasó de 2 290 calorías en 1962 a 3 310 calorías en 1989, mientras que el consumo de carne se duplicó prácticamente, pasando de 10 a 18 kilos por habitante al año, cantidad que sigue siendo baja en comparación con la de los países desarrollados, donde el consumo de carne alcanza los 80 kg. El aumento de energía en los países en desarrollo se obtuvo principalmente por el incremento del consumo de cereales.

3.74 La historia y la cultura tienen una gran influencia en las modalidades de la alimentación. La modificación de la dieta depende de cambios económicos y del nivel de exposición de las sociedades a ideas, personas y productos extranjeros. Cualquier predicción a largo plazo ha sido siempre arriesgada. En el presente documento, por lo tanto, no se desarrolla una hipótesis sobre el consumo de alimentos en el año 2050.

3.75 No obstante resulta útil observar que la urbanización influye en las modalidades de alimentación considerablemente. Las tendencias del consumo de alimentos se verán probablemente afectadas en gran medida por los suministros que llegan a las ciudades. En ocasiones, resulta más fácil comprar alimentos en los mercados de importación que en los mercados locales. La diversidad de los alimentos disponibles así como las presiones sufridas por las mujeres a consecuencia de los cambios en el estilo de vida podrían tener efectos importantes en las tendencias alimentarias ya que son las mujeres las que suelen decidir los alimentos que se producen, compran y cocinan. Sería muy útil realizar estudios sobre la relación existente entre la evolución de la situación de la mujer y la seguridad alimentaria para establecer políticas adecuadas. También las condiciones del mercado influyen en las tendencias alimentarias. Por ejemplo, puede resultar menos costoso pedir prestado para el corto período necesario entre la compra y la venta, que para períodos más largos debido a los acuerdos a largo plazo realizados con los productores locales. Esto puede hacer aumentar la importación de suministros de alimentos en lugar de producirlos localmente. Además los cambios en las modalidades de alimentación de las poblaciones de los países en desarrollo estarán probablemente vinculados al creciente número de granjas avícolas y de cría de ganado porcino de alto rendimiento.

Algunas consecuencias de las modificaciones de la estructura de los regímenes alimentarios

3.76 Como es obvio, en las necesidades energéticas de las poblaciones no influyen los cambios introducidos en la estructura del régimen alimenticio. El número de calorías necesarias para satisfacer las necesidades nutricionales puede obtenerse en una dieta rica en productos pecuarios en lugar de obtenerse mediante una dieta rica en calorías de origen vegetal. Sin embargo, para obtener cantidades similares de ingesta energética, una dieta rica en productos pecuarios exige la producción de más calorías de origen vegetal destinadas a producir alimentos derivados de productos pecuarios.

3.77 El consumo de productos pecuarios significa una mayor presión sobre los recursos naturales. Dichas presiones aumentan con mucha mayor rapidez que el consumo energético de la propia población, por lo cual es necesario ampliar el alcance del estudio, calculando también el número de calorías de origen vegetal necesarias para producir las raciones de alimentos. Lógicamente, la falta de datos hace difícil poder realizar un estudio de ese tipo, pero es necesario tener una idea del ritmo en que se incrementarán las presiones sobre los recursos naturales con la diversificación de los regímenes alimenticios.

3.78 Al tiempo que aumenta el valor energético de las raciones diarias de las poblaciones, aumenta también la calidad de los productos y, simultáneamente, la demanda de los recursos naturales parece aumentar con más rapidez que el consumo. Se trata de un fenómeno de difícil interpretación y el problema no puede abordarse directamente en el presente documento. En cualquier caso los datos disponibles resultan insuficientes.

El papel de los productos pecuarios

3.79 La diversificación de las modalidades de alimentación hace que se incluyan productos de origen animal en las raciones diarias, y la producción de ganado requiere grandes cantidades de calorías de origen vegetal.

3.80 Debido a la falta de información sobre la composición de las cabañas ganaderas de cada uno de los países (especies y razas clasificadas por sexo, edad y peso), se han adoptado arbitrariamente la siguientes tabla de correspondencia, basándose en los documentos de trabajo utilizados por la FAO; es decir, que se necesitan:

3.81 La base utilizada para los cálculos es discutible y estas cifras deberían considerarse estimaciones aproximativas. Estas tablas de correspondencia varían según la constitución de los rebaños y los métodos utilizados para la cría de ganado. Un hato de ganado vacuno criado sin prestar demasiada atención a la productividad puede dar una relación de 50 o más calorías vegetales para producir 1 caloría animal. Es probable además que haya descendido la media sobre todo para el ganado criado con métodos industriales, que cada vez es más frecuente. Sin embargo, tal como se menciona, no se dispone de información correspondiente a cada país y, de hecho, no existen estadísticas por países a este respecto. Los científicos de la FAO no disponen de evaluaciones nacionales a partir de las cuales estudiar la nutrición animal.

3.82 Considerando las consecuencias que los cambios del régimen alimenticio tienen en la producción agrícola, una estimación aproximada es mejor que ninguna. Es por lo tanto interesante, a efectos del presente estudio, calcular el número de calorías necesarias para producir una determinada ración de alimentos y evaluar el proceso de transformación de las calorías de origen vegetal en calorías consumidas.

3.83 Los resultados así obtenidos deberán interpretarse teniendo en cuenta los siguientes factores:

3.84 La dificultad radica en evaluar la importancia relativa de esos efectos y las condiciones en que se producen. Debe mencionarse aquí que la extensión de los pastizales para alimento del ganado vacuno, realizado mediante la deforestación, puede provocar costos ambientales.

Repercusión sobre el nivel de energía alimentaria disponible necesaria

3.85 Las cifras que figuran anteriormente indican que la adición de cualquier cantidad de productos de origen pecuario a las raciones alimentarias representa una demanda sobre los recursos naturales que es al menos cuatro veces mayor que el nivel de energía que puede proporcionar. El resto del presente estudio está basado en este tipo de observación.

3.86 Para que las observaciones anteriores sean completas debe señalarse que este método de cálculo de las necesidades energéticas de origen vegetal no toma en consideración el pescado de agua salada o dulce ni los alimentos productos de la acuicultura ni tampoco se tiene en cuenta la caza, ya que habría resultado difícil cuantificar dichos productos.

3.87 Sería posible contabilizar los productos derivados de las actividades acuícolas, especialmente en sus formas más intensivas en las que se usan alimentos artificiales para peces. Estas prácticas se emplean particularmente en la producción china. Otros países en desarrollo no emplean en gran escala los conocimiento especializados desarrollados en China. No obstante, estos factores no podrían medirse con la información disponible.

Hipótesis sobre los cambios de alimentación introducidos en los países en desarrollo

Hipótesis sobre los cambios de composición en las modalidades de alimentación

3.88 No es posible efectuar ninguna proyección para una fecha tan distante como el año 2050, por lo cual se puede aventurar solamente una hipótesis. En esta hipótesis se tienen en cuenta los problemas de la urbanización que contribuyen a la diversificación de la alimentación e impulsan las importaciones de suministros de alimentos de otros países. Se ha tenido en cuenta la relación entre el número de calorías de origen vegetal necesarias para producir el aporte calórico de una ración alimentaria media, y el número de calorías de dicha ración, por ejemplo 1 783 en 1990. Con el fin de simplificar esos cálculos, se da por supuesto que todos los países que se encontraban por debajo de este nivel en 1990, lo alcanzarán para el año 2050. De acuerdo con esta suposición, los países en desarrollo tendrán un régimen alimenticio que contendrá las 5 477 calorías de origen vegetal necesarias para producir los distintos alimentos de esta dieta más rica en productos pecuarios que la de 1990. Esta cifra es netamente superior que el número de calorías de origen vegetal necesarias para cubrir las necesidades energéticas medias en todo el mundo (4 900 calorías en 1995). En el año 2050, con 5 477 calorías de ori-gen vegetal necesarias para producir 3 040 calorías consumibles, las poblaciones de los países en desarrollo tendrán una dieta similar a la de México en 1988-90.

Hipótesis sobre la estabilización de la composición de la alimentación

3.89 No se dispone de datos o análisis fiables que permitan establecer si la dieta media de un país contiene todos los nutrientes necesarios para mantener la población en buena salud. No se puede citar ningún país como modelo sobre estos temas. Por consiguiente, no es posible proponer metas para los países, por lo cual se eligirá una hipótesis aproximada. A efectos del presente estudio, se supone que, dentro de los niveles existentes de suministros energéticos, el actual nivel de diversificación del modelo mundial de alimentación asegura la eliminación de graves deficiencias nutricionales. Así pues, dentro de la tasa media de conversión de las calorías de origen vegetal en calorías consumidas (1 783 en 1990), se supone que la composición de la dieta de cada país sería la misma en al año 2050 que lo era para la población mundial en 1990. Más allá de la tasa de conversión media de calorías de origen vegetal en calorías consumidas, se supone que la composición de la alimentación de cada país será constante entre 1990 y el año 2050, a menos que el nivel energético de sus regímenes alimenticios aumente (tal como se indica en los párrafos 3.59 a 3.65). Tal como sugerido para la ración energética, y debido a la falta de información más fidedigna, se puede suponer que las poblaciones cuya relación entre calorías de origen vegetal necesarias y calorías consumidas por ración, sea superior a 1 783 en 1995, no modificarán sus regímenes alimenticios de aquí al año 2050. Evidentemente la situación es distinta para aquellos países cuyas necesidades energéticas en 1990 no eran un 30 por ciento superiores a las necesidades que, según las previsiones, tendrán en el año 2050.

Resultados

La diversificación de la alimentación comporta un fuerte incremento de la cantidad necesaria de calorías de origen vegetal

3.90 Por lo tanto, la hipótesis básica para el año 2050 es que todos los países tendrán acceso a una alimentación que comporte una relación mínima entre las calorías de origen vegetal necesarias y las calorías consumidas por ración media y habitante. Esta relación mínima es de 1 783, calculada a partir de las observaciones hechas a escala mundial en 1990.

3.91 Ello comporta las siguientes consecuencias:

3.92 La tasa de crecimiento varía considerablemente de una región a otra. En Asia es del 20 por ciento y en Africa del 23 por ciento. Asimismo, varía de forma considerable dentro del continente africano. Por ejemplo, en los países cuyas poblaciones consumen principalmente arroz, alcanza el 29 por ciento, y en aquéllos cuya alimentación se basa en la yuca, el ñame o la colocasia, el 46 por ciento.

Las necesidades energéticas aumentan enormemente debido a la suma de los efectos de dos clases de evolución de la alimentación (mayor contenido energético y diversificación social)

3.93 La repercusión de las dos tendencias que se han examinado, a las que se suman el incremento de las necesidades calóricas per cápita y la diversificación de los regímenes alimenticios amplía considerablemente los efectos de los cambios demográficos. Las poblaciones de los países en desarrollo podrían ser la causa de un incremento medio del 28 por ciento de las calorías de origen vegetal necesarias para cubrir las necesidades mundiales y de un incremento del 40 por ciento de sus propias necesidades.

3.94 Los efectos de estas dos posibles tendencias varían considerablemente de una región a otra. No tienen ningún efecto en América del Norte y Europa, y tan sólo afectan en un 7 por ciento a América Latina. Sin embargo, Asia tendría un aumento del 38 por ciento y Africa uno del 64 por ciento. Las poblaciones que consumen yuca, ñame o colocasia deberán duplicar las calorías de origen vegetal necesarias para satisfacer sus necesidades.


EFECTO GLOBAL DE LOS FACTORES DEMOGRÁFICOS, LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS Y LOS CAMBIOS EN LA ALIMENTACIÓN

Los factores demográficos tienen mayor importancia que los cambios de alimentación

3.95 En todos los países y regiones, las consecuencias de los cambios demográficos sobre las necesidades energéticas son mucho más importantes que los cambios en los modelos alimentarios. Esto se debe en parte a la prudencia con que se han hecho las suposiciones en el capítulo anterior. Los efectos de los cambios demográficos sobre las necesidades de energía de origen vegetal, aumentan en los países que tienen una elevada tasa de fecundidad, por ejemplo Africa, puesto que los factores de multiplicación son de 2,94 para toda clase de efectos demográficos y de 1,64 para los efectos de los cambios en la alimentación. En los países que registran los grados más altos de escasez de alimentos, cuyas poblaciones se alimentan sobre todo a base de raíces o tubérculos, los factores son 3,51 y 2,04, respectivamente. También en estos países los efectos demográficos tienen consecuencias más importantes que las modificaciones en la alimentación.

3.96 Los efectos de los cambios en la estructura de edad sobre las necesidades energéticas pueden parecer insignificantes en comparación con los del crecimiento demográfico. En el caso de los países en desarrollo, los aumentos respectivos del 3 por ciento para los primeros y el 90 por ciento para los últimos no son de la misma magnitud (Cuadro 7). No obstante, no deben ignorarse los efectos debidos a los cambios en la estructura de edades. Por ejemplo, el incremento de las necesidades generadas por este tipo de cambios que se registrará hasta el año 2050 correspondería al los de añadir la superficie de Bangladesh a un nuevo país. Además, estos efectos variarán de un país a otro y, en algunos casos, provocará un aumento de más del 8 por ciento de sus necesidades energéticas.

Cuadro 9

Cuadro 10

Cuadro 11

Algunas formas de establecer un equilibrio entre alimentos y población

3.97 Los efectos combinados de los cambios demográficos y las modificaciones en la alimentación sobre las necesidades de energía de origen vegetal conducen a resultados cuya fiabilidad debe examinarse (Cuadros 9 a 11).

3.98 En la región de Asia y América Latina y el Caribe habrá que duplicar la energía de origen vegetal (la energía de origen vegetal se multiplicará respectivamente por 2,34 y 1,92). Esto corresponde a una tasa de crecimiento anual del 1,6 por ciento en Asia y del 1,2 por ciento en América Latina y el Caribe durante un período de 55 años. Esta es la tasa de crecimiento de la producción de calorías de origen vegetal necesaria para producir suministros de alimentos de origen vegetal o animal. Dichas tasas de crecimiento de calorías de origen vegetal son más bajas que las de la producción agrícola derivadas de la revolución verde del Asia productora de arroz, o de la introducción del maíz híbrido en América Latina. Un factor básico para mantener el actual nivel durante 55 años en aquellas regiones cuyas infraestructuras son más favorables que en Africa, será un avance más rápido en las investigaciones sobre nuevas variedades de cereales. Sigue por demostrarse si estas tasas de crecimiento son sostenibles.

3.99 El incremento de la energía derivada de las plantas necesario para los alimentos, que se ha multiplicado por cinco (exactamente por 5,14) en Africa y por siete (exactamente 7,17) en los países cuyo régimen alimenticio se basa en la yuca, el ñame, la colocasia o los plátanos, tiene un significado completamente distinto. Dicho incremento comporta unos índices de crecimiento anual del 3,0 por ciento y del 3,6 por ciento, respectivamente, durante 55 años. Estos resultados indican un cambio radical en la escala de desarrollo. Dicha tasa de crecimiento se acercará a la registrada en Asia oriental entre 1975 y 1990, que fue la mayor de la historia en esa región: un 4,3 por ciento anual. Sin embargo, el contexto general de crecimiento económico de Asia en esos momentos, creó una situación enormemente propicia al desarrollo rural. En el Africa subsahariana la situación económica no es en absoluto tan favorable; el índice de crecimiento más alto observado en la región durante un período de 15 años fue del 2,4 por ciento entre 1971 y 1990 (FAO, 1995a).

3.100 Este cambio de escala comporta la aplicación de medidas internacionales decididas para aumentar el potencial nacional que permita la creación de una infraestructura básica, la aplicación de políticas agrarias y políticas internacionales de suministros, adaptadas a este tipo de situación extrema. Ante esta amenaza, es necesario señalar la ineficacia de las actividades nacionales e internacionales para luchar contra la pobreza, ineficacia que ha sido la causa de los retrasos en la transición demográfica.

3.101 A este respecto, cabe señalar que la FAO ya anunció en 1980 que algunos países de estas regiones corrían graves riesgos por lo que respecta a la seguridad alimentaria antes del año 2000 (FAO, 1982). Algunos han experimentado ya graves conflictos étnicos y religiosos que probablemente se debieron en cierta medida a la competencia por los recursos naturales. Estos países forman parte ahora de las regiones o grupos de países señalados anteriormente, expuestos a graves riesgos a largo plazo, pero esta vez en mayor escala. ¿Pueden evitarse los conflictos locales? ¿Pueden contenerse las migraciones internacionales? ¿Es posible realmente seguir ignorando el grave riesgo que significan estos graves desordenes sociales para subregiones enteras? La consecuencia lógica de la falta de capacidad para importar alimentos sería una solución absurda a los problemas demográficos, a saber: incremento de la mortalidad, que es lo contrario de lo que persiguen las Naciones Unidas.

La decisiva importancia del nivel de las tasas de fecundidad

3.102 La estabilización de la tasa de fecundidad en 1,6 (variante baja de las Naciones Unidas), 2,1 (variante media) o 2,6 niños por madre (variante alta), significaría que en el continente africano la energía de origen vegetal debe multiplicarse por 4,5 ó 6. Las poblaciones que consumen sobre todo yuca u otras raíces o tubérculos deberían multiplicar las actuales cantidades de energía de origen vegetal disponible por 6,0, 7,2 ó incluso 8,4.

3.103 Estas perspectivas de presión sobre los recursos pueden hacer que se llegue a la conclusión apresurada de que, por mucho que se reduzca el nivel de fecundidad, no existe solución posible. Se quiere hacer hincapié en que esta observación es contraria a toda lógica.

3.104 Es cierto que estos resultados muestran la inercia de los fenómenos demográficos y sus efectos de transmisión de unas generaciones a otras: la elevada fecundidad de una generación determina el número de mujeres en edad de procrear de la generación siguiente, unos 15 ó 20 años más tarde, y comporta un número mínimo de nacimientos en esta segunda generación, aun suponiendo que la fecundidad se reduzca. Por este motivo, en el Cuadro 8 figuran las consecuencias de los cambios demográficos sobre la demanda creciente de energía alimentaria en condiciones de fecundidad alta y baja, a pesar de que estos casos hipotéticos extremos serían meramente teóricos si se aplicaran a escala mundial.

3.105 No obstante, es necesario afrontar los hechos: la reducción de las tasas de fecundidad hace que los cambios económicos necesarios parezcan menos ilógicos y entren en la esfera de lo posible. Por lo tanto, en el caso de Africa, a cada descenso hipotético de la fecundidad corresponde un modelo de desarrollo y una tasa de crecimiento diferentes. Esta tasa de crecimiento se refiere a la producción de calorías de origen vegetal necesarias para la producción de suministros de alimentos, y llegaría a ser en cada caso del 2,6, 3 y 3,3 por ciento al año a lo largo de 55 años. Cada uno de estos valores supera la tasa máxima de producción agrícola registrada entre 1971 y 1990 en el Africa subsahariana (2,4 por ciento), pero sigue siendo menor que la tasa máxima registrada en el Asia oriental durante el mismo período (4,3 por ciento). No obstante, esta zona de Asia registra la mayor densidad de población del planeta y dispone de más infraestructura básica modernizada y de un mayor grado de desarrollo de los recursos humanos (por lo que respecta a la alfabetización); el contexto general del desarrollo es más dinámico que en Africa. La situación parece más grave en los países cuyas poblaciones consumen yuca, ñame, colocasia o plátano, porque el incremento de la energía de origen vegetal necesaria llegará a alcanzar niveles de 3,3, 3,6 y 3,9 por ciento al año, respectivamente, índices de crecimiento que se acercan al máximo alcanzado en el Asia oriental. Probablemente será muy difícil, quizás imposible, lograr estos objetivos en la situación económica y estructural en la que se encuentra Africa actualmente.

3.106 El retraso de la transición demográfica en Africa, y por lo tanto de su desarrollo, explica los diferentes resultados con respecto a los obtenidos en Asia oriental. Esta región es la más poblada del planeta, donde la situación alimentaria seguirá siendo un problema en el año 2010 y donde el crecimiento de la producción agrícola debería mantenerse a un ritmo del 2,2 por ciento anual hasta el año 2010. Es por lo tanto evidente que, en el caso de Africa, se está ante una situación grave, que pondrá a prueba su capacidad de desarrollo sostenible.

3.107 La racionalización de las opciones presupuestarias y la prioridad otorgada a los problemas urgentes de seguridad alimentaria explican por qué las fuertes inversiones en investigación agrícola se han centrado sobre todo en regiones de alta densidad de población (especialmente en aquellas donde se cultiva el arroz). Actualmente los esfuerzos deben orientarse hacia las regiones donde la agricultura se ha descuidado y se necesitan urgentes inversiones debido al rápido crecimiento de la población. Estas regiones contienen ya el mayor número de pobres del mundo y las inversiones deberían dedicarse a cultivar raíces, tubérculos y legumbres que proporcionen el contenido proteínico indispensable para poblaciones que consumen poca carne, o sobre todo plátanos. No obstante, estos cambios técnicos probablemente no sean suficientes. Será necesario aunar todos los factores necesarios que influyen en las infraestructuras para conseguir el desarrollo de estos países.


MÁS ALLÁ DEL PRESENTE ESTUDIO: NECESIDAD DE INFORMACIÓN

3.108 Es necesario ir más allá del presente estudio. A lo largo de todo del documento se ha señalado el problema de la insuficiencia de datos, estimaciones e información.

3.109 La mejora más importante es el análisis de los efectos que los límites de los recursos disponibles (en recursos humanos, tierras y agua) tendrían sobre las distintas hipótesis de productividad de los factores del desarrollo rural. Para ello cada país tendría que contar con la información necesaria para analizar todos los factores de influencia mutua: población, capacitación básica, capacitación profesional, situación alimentaria, evaluaciones cualitativas y cuantitativas de los recursos naturales renovables de que se dispone, infraestructura, vegetación, etc.

3.110 La tecnología necesaria para llevar a cabo dichos estudios está avanzando rápidamente. Los datos disponibles han aumentado enormemente. Las técnicas de compilación de datos también han cambiado. Por ejemplo, la teledetección permite obtener una cantidad considerable de información geográfica y sobre la población que puede resultar útil a este respecto.

3.111 Las técnicas de análisis han mejorado. Los estudios sobre interrelaciones han proliferado a escala local en forma de estudios experimentales, especialmente en lo que respecta a estudios sobre la relación entre los cambios de la cubierta vegetal y las variaciones demográficas. Dichos estudios podrían servirse de la teledetección.

Información insuficiente sobre los principales factores que determinan la seguridad alimentaria

3.112 No obstante, actualmente los datos y análisis suelen ser incompletos. No se conocen bien los elementos determinantes de la mortalidad, sobre todo la relación entre desnutrición y mortalidad. No se ha estudiado suficientemente la interacción entre la disponibilidad y utilización del agua y la mortalidad. Con frecuencia, la calidad de las estimaciones de la fecundidad es insuficiente. Además, no se han establecido claramente los elementos determinantes del descenso de la fecundidad. La situación en cuanto a la compilación de datos es alarmante. En muchos países no se avanza en los registros y la calidad de las estadística demográficas. Con frecuencia, la evaluación de la estructura socioeconómica de las poblaciones es deficiente y el número de personas activas en la agricultura o la pesca sólo se conoce por estimaciones aproximadas.

3.113 Desde una perspectiva agrogeográfica, la situación no es tan buena como en 1980, año en que se realizó el estudio agrodemográfico de la FAO (1982), ya que la ampliación de los datos geográficos basados en las condiciones de los suelos y la mejora de su calidad han sido mínimas. Todavía no se ha determinado la cubierta vegetal a escala mundial. Existen todavía lagunas importantes en los datos relativos a los recursos agrícolas, la utilización de la tierra por zonas agroecológicas, el estado de deterioro de las tierras de regadío, los daño que la erosión provoca en las zonas de secano, así como datos cuantitativos y cualitativos sobre los recursos hídricos. Debido a esta falta de información sobre la situación actual, es difícil determinar las tendencias en la degradación, el mantenimiento y el mejoramiento de los recursos agrícolas.

3.114 Son también insuficientes los conocimientos sobre las condiciones ambientales y resulta inexacta la información disponible relativa a los efectos de la humanidad sobre el estado actual de la fotosíntesis del planeta, los datos decisivos sobre la densidad máxima de población que permiten las distintas regiones, los efectos de la intensificación de la agricultura en el clima, los cambios de la diversidad genética, etc.

3.115 Todas estas cuestiones son fundamentales para determinar el estado y la evolución de los recursos naturales y señalar qué factores son necesarios para establecer las condiciones del desarrollo sostenible (FAO/UNESCO/OMM, 1977; UNESCO, 1985a, 1985b; CMMAD, 1977).

No existen suficientes estudios sobre las interacciones

3.116 Los estudios sobre la relación entre los distintos factores que afectan a la producción agrícola son con frecuencia inexistentes. A continuación se dan algunos ejemplos relacionados con los fenómenos demográficos.


REPERCUSIONES POLÍTICAS DE LOS CAMBIOS EN LAS NOVEDADES SOBRE AGRICULTURA Y ALIMENTACIÓN

3.117 El objetivo del presente documento es describir ampliamente las tendencias de las necesidades de energía y de los suministros de alimentos necesarios para cubrir tales necesidades. No se pretende proponer soluciones políticas o económicas a los problemas enunciados. No obstante, es importante exponer algunas de las repercusiones políticas de las tendencias señaladas.

3.118 Algunas regiones del mundo –y por ende toda la humanidad– tendrán que hacer frente a un verdadero problema social y económico debido a su retraso en el desarrollo y a la consiguiente lentitud en la transición demográfica.

3.119 Quienes están amenazados son los más débiles y los menos capaces de hacer frente a las dificultades. Son los que apenas (o en absoluto) han comenzado la transición demográfica y sufren de escasez de alimentos y de continuas altas tasas de mortalidad. Estas poblaciones tienen que hacer frente a tremendas dificultades para romper el círculo vicioso de pobreza, tasa de fecundidad y tasa de mortalidad altas. Por ejemplo, para escapar de la pobreza, es frecuente que resulte irresistible la tentación de emigrar. Además de los problemas éticos que ello supone, el éxito o el fracaso de estas poblaciones tendrán una repercusión regional y mundial.

Un problema que podría resolverse a través de la producción agrícola mundial

3.120 El descenso de las tasas de crecimiento de la producción agrícola observado desde mediado de los años ochenta, se debe exclusivamente a una menor producción de los principales exportadores netos de cereales. Este hecho no hizo que se elevaran los precios mundiales, que de hecho han descendido. Por lo tanto no puede interpretarse como un presagio de escasez de alimentos, o como algunas limitaciones de la producción alcanzada debido a las condiciones ambientales que regulan las actividades agrícolas. Con el ritmo de producción observado se podrá hacer frente a la reciente demanda efectiva. El descenso de la producción puede explicarse en su mayor parte por el retraso del crecimiento de la producción por parte de algunos de los principales países exportadores, con el fin de evitar un descenso de los precios que podría resultar de la insuficiencia de las ventas y de la acumulación de los excedentes.

3.121 Por lo tanto, un problema importante es el lento crecimiento de la demanda efectiva, en otras palabras, el tema de la pobreza. Se observa entonces que las tendencias de los grandes países exportadores provocan limitaciones en el aumento de los alimentos disponibles por habitante en un contexto social donde más de 800 millones de personas deberían poder consumir más para satisfacer sus necesidades energéticas, pero no cuentan con los ingresos necesarios para comprar más alimentos. La pobreza actúa como freno sobre la demanda y, por ende, sobre la producción de alimentos. Los mecanismos de producción agrícola del mundo son plenamente capaces de aumentar la cantidad de alimentos pero, para que esto suceda, debe aumentar la demanda. Al mismo tiempo, es también importante contener el crecimiento de las necesidades de energía alimentaria mediante la desaceleración del crecimiento demográfico.

3.122 El desarrollo es, por encima de todo, un aumento de la demanda de los consumidores. El desarrollo económico, al menos en sus fases iniciales, descansa sobre todo en el aumento de la demanda del consumidor interno y especialmente en el crecimiento de la producción necesaria para cubrir dicha demanda. Depende sólo de manera marginal del desarrollo de las exportaciones, sobre todo cuando existe malnutrición crónica (Asia oriental, Asia meridional, Africa subsahariana, etc.).

3.123 El aumento del consumo interno depende considerablemente del continuo descenso de los precios reales de los alimentos y, para que esto suceda, del continuo apoyo de los gobiernos y de la comunidad internacional al desarrollo agrícola sostenible. Este esfuerzo requiere unos estímulos suficientemente fuertes en los diferentes factores de la producción (recursos humanos, tierra y agua) para generar aumentos significativos de los ingresos y un incremento de la demanda efectiva, además de políticas destinadas a promover la salud, la nutrición y la educación de toda la población. En el contexto de la malnutrición, dichas inversiones en los factores de producción podrían dar altos rendimientos (Rosegrant et al., 1995).

3.124 La agricultura sigue siendo la primera actividad del mundo en desarrollo. La población activa agrícola ha dejado de ser la mayoría de la población económicamente activa desde 1980-84, pero sí constituye la mayor parte de la población activa de los países en desarrollo (más del 55 por ciento) (FAO, 1993a). Con el crecimiento demográfico, sigue aumentando la población del mundo en desarrollo, que ha superado los 1 000 millones desde 1980.

3.125 Además, la gran mayoría de la población más empobrecida del mundo habita en las zonas rurales y trabaja la tierra (Banco Mundial, 1990). La población rural de los países en desarrollo se estimaba en 1995 en 3 100 millones de habitantes.

3.126 Esto significa que, para la mayor parte de la población del mundo en desarrollo, la agricultura aporta a la vez alimentos para la familia y los ingresos necesarios para comprar los artículos básicos que la población no puede producir por sí misma.

3.127 El crecimiento de la población agrícola es un medio fundamental para combatir la pobreza. Resulta sabido que las personas deben cubrir las necesidades nutricionales básicas que les permitan mantener un nivel mínimo de actividad, lo que constituye una condición que rige la capacidad de las poblaciones para controlar su destino. También es evidente que, mientras los países en desarrollo dependen fuertemente de la agricultura, la lucha contra la pobreza dependerá del aumento de la producción de alimentos y de la productividad agrícola, así como de la capacidad de las mujeres para producir alimentos en mejores condiciones. La lucha contra la pobreza y los esfuerzos por aumentar la producción de alimentos no pueden separarse a este nivel del desarrollo, en el cual la agricultura desempeña el papel principal.

3.128 Sigue siendo accesible una mayor capacidad para intensificar la producción agrícola. Como consecuencia de la insuficiencia de nuestros métodos para prever los cambios y las innovaciones tecnológicas, cualquier proyección que se intente establecer en esta esfera será incierta. En el pasado, este hecho ha provocado a menudo una infraestimación sistemática de los aumentos de productividad.

3.129 Para el año 2010 la producción de cereales aumentará probablemente en un 40 por ciento (FAO, 1995a). Los rendimientos medios de los tres cereales principales (arroz, trigo y maíz) podrían aumentar considerablemente entre 1988-89 y el año 2010 (36, 42 y 39 por ciento, respectivamente). Se puede por lo tanto prever un aumento anual de los rendimientos de cereales de más del 1,5 por ciento.

3.130 Los factores que desempeñarán un importante papel al respecto son los siguientes:

3.131 El uso eficaz de los fertilizantes es otro factor importante para aumentar los rendimientos (Treche, 1995). Es difícil prever el futuro desarrollo de este sector. Sin embargo, el estudio de tales cuestiones resulta fundamental dada la cuantía de las inversiones realizadas y las cuestiones conexas sobre los costos de producción, transporte etc. En muchos países en desarrollo, se aplican cantidades insuficientes de fertilizantes, lo cual provoca la degradación de la tierra. Habría que tener en cuenta el hecho de que la rehabilitación es una labor muy costosa y larga. Uno de los problemas pendientes es la intensificación de la agricultura en un contexto de subsistencia.

3.132 Estas afirmaciones no deben llevar a la conclusión de que los mejoramientos genéticos constituyen una panacea. Son también pertinentes algunas características fundamentales del desarrollo rural de los países de la Clase 6 (yuca, ñame, colocasia y plátano). Estos países tienen en general importantes reservas de tierras húmedas donde se pueden extender los cultivos. A este respecto hay que tener en cuenta que la calidad del suelo puede constituir un problema grave. Algunos de estos países, por ejemplo el Congo, tienen una población muy reducida y, en estas condiciones, la extensión de los cultivos de raíces y tubérculos puede constituir una solución para su situación alimentaria (Lee et al., 1988). Hay que señalar que el cultivo de la yuca no requiere un elevado grado de tecnología, pero que el cultivo del ñame, practicado sobre todo en Nigeria, requiere una mayor capacidad tecnológica. Además, las reservas de tierra en países como Camerún, Gabón, Côte d’Ivoire y Togo son limitadas, y por lo tanto, es necesario elevar los rendimientos. Por último, Rwanda y Burundi se enfrentan con una situación diferente debido a la fuerte presión que ejercen sobre sus recursos naturales. Estos dos países satisfacen una gran parte de sus necesidades energéticas con las raíces y los tubérculos, pero complementan su dieta eficazmente con legumbres ricas en proteínas. Por lo tanto, estos países necesitan aumentar la productividad de cada uno de los factores de producción (mano de obra, tierra y agua).

3.133 Se dispone todavía de una considerable proporción de tierra de secano explotable. Muchos países en desarrollo cuentan todavía con una importante cantidad de tierra sin explotar disponible que está bien adaptada para los cultivos de secano. La tierra disponible es aproximadamente equivalente a la superficie ya cultivada (más de 700 millones de ha). Estas tierras no incluyen zonas habitadas, ni bosques, ni zonas protegidas y, para habitarlas, se necesitarían grandes movimientos de población.

3.134 Este tipo de tierras se encuentran sobre todo en el Africa subsahariana y, en menor medida, en Asia oriental (a excepción de China), en América Latina (que cuenta con una gran extensión de tierra forestal de reserva) y en menor grado el Asia meridional. Sin embargo, hay que tener asimismo en cuenta que los bosques desempeñan un papel que puede ser importante en cuanto aumentan los ingresos agrícolas. Parecería que estas tierras no tienen sin embargo una gran fertilidad natural y que los programas de colonización destinados a las nuevas tierras en los últimos años nunca han absorbido grandes grupos de población rural en exceso. Además, parte de estas tierras se utilizarán para el asentamiento de nuevas poblaciones. Según la FAO, en el año 2010 el aumento de las tierras de labor cultivadas no sobrepasará probablemente el 12 por ciento.

3.135 El futuro desarrollo depende en gran parte de la difusión de los conocimientos técnicos. La aceleración del desarrollo rural dependerá en gran parte de la difusión de las técnicas de cultivo y de la distribución a bajo costo de cultivares mejorados. Esto se aplicará sobre todo a países que poseen sobre todo tierra de labranza y donde la tierra disponible es más escasa. Los factores que estimulan esta difusión son una buena infraestructura, acceso a los mercados y competencia en el costo de la mano de obra.

La función desempeñada por los recursos humanos

3.136 En el presente documento no se incluyen los factores que influyen en el desarrollo, como creación de infraestructura agrícola, políticas de suministro de insumos, métodos de protección, políticas de extensión y capacitación, reglamentación del mercado agrícola, desarrollo de los servicios bancarios e infraestructura política y crediticia.

3.137 Sin embargo, resulta necesario señalar el hecho de que, una vez aumentada la productividad como resultado de los mayores insumos y mejores cultivares, la lucha continua por aumentar la productividad depende cada vez en mayor medida de los recursos humanos. Solamente reconociendo el valor del desarrollo de los recursos humanos puede tener éxito esta búsqueda de la productividad. Para mejorar las condiciones de salud, la situación nutricional y aumentar el nivel de alfabetización de las poblaciones, hay que introducir actividades tales como la capacitación profesional y la integración de las poblaciones agrícolas en el proceso de desarrollo.

Respuestas holísticas a los problemas planteados

3.138 En el presente documento se considera que las poblaciones están integradas por individuos que no solamente tienen características de fecundidad, mortalidad o migración a ciertas edades, sino que también tienen necesidades de energía alimentaria y de regímenes alimenticios que cambian con el tiempo. Desde esta perspectiva es suficiente plantear problemas sobre estrategias de desarrollo, considerando la magnitud de los problemas demográficos directos, sobre todo debido al crecimiento demográfico, y los problemas demográficos indirectos de factores tales como las modalidades de alimentación. Es cierto que en todos los niveles hay que adoptar estrategias holísticas en lugar de estrategias sectoriales aisladas. Se pueden resolver los problemas, pero no si se aplican las políticas demográficas o agrícolas sin tener en cuenta cada uno de ellos. Es preciso adoptar urgentemente una sinergia planificada de estos sectores. Para actuar de forma más eficaz, en los programas demográficos hay que tener en cuenta la seguridad alimentaria y las circunstancias biofísicas, sociales, económicas e institucionales de las poblaciones rurales que pueden influir en su comportamiento demográfico. Las estrategias agrícolas pueden ser facilitadas o entorpecidas según las características y tendencias demográficas de las poblaciones a las que están destinadas. En este documento se subraya con frecuencia la magnitud de los problemas: para ser eficaces, los encargados de adoptar las decisiones tendrán que aplicar soluciones que sean realmente coherentes con las magnitudes señaladas. Por último, dada la inercia de los factores demográficos, y los distintos marcos cronológicos necesarios para el desarrollo agrícola y humano, el tiempo es un factor fundamental. El punto crucial de la cuestión es encontrar y aplicar soluciones en las que se combinen las magnitudes en relación con los problemas del tiempo.


4. Conclusiones

4.1 Al final del segundo milenio el mundo heredará una situación alimentaria de carácter muy diversificado.

4.2 Se puede hacer el siguiente resumen del aspecto positivo de la situación: después de un déficit alimentario muy agudo registrado en 1962, Asia ha mejorado continuamente su tasa de cobertura de las necesidades energéticas mediante sus propios suministros de alimentos y está alcanzando la situación de América Latina donde, después de un período de aumento de la cobertura, se observa una tendencia a la estabilización.

4.3 Con respecto al aspecto negativo de la situación, Africa no ha logrado mejorar su situación alimentaria. Además, algunos países que consumen sobre todo yuca, ñame o colocasia, han sufrido un agudo empeoramiento de la misma. La transición demográfica de Africa facilitaría el proceso de alcanzar la seguridad alimentaria. En tal caso, la tasa de crecimiento anual de energía de origen vegetal sería del 2,6 por ciento en la variante baja, en lugar del 3,3 por ciento en la variante alta, según las proyecciones sobre población de las Naciones Unidas.

4.4 Hacia el año 2050, las necesidades de energía de los países en desarrollo aumentarán debido al crecimiento demográfico y también, en menor grado, como consecuencia de un cambio de estructura. El envejecimiento de la población y el aumento de su altura física como consecuencia de una mejor nutrición son factores que influyen en el aumento de las necesidades energéticas, mientras que el descenso de la fecundidad y el aumento de la urbanización reducen esas mismas necesidades. Como consecuencia de lo anterior, para el año 2050, las necesidades de energía se multiplicarán por dos en los países en desarrollo en su conjunto (y por más de tres en el Africa subsahariana).

4.5 Los países en desarrollo tendrán que complementar su dieta a fin de crear las condiciones previas necesarias para eliminar la desnutrición crónica. Debido a las diferencias en la distribución de alimentos dentro de los países, este proceso podría requerir un aumento del 30 por ciento en Africa (40 por ciento para las poblaciones subsaharianas), 15 por ciento en Asia y menos del 10 por ciento en América Latina.

4.6 Para que las dietas sean equilibradas (aminoácidos, vitaminas y nutrientes), hay que diversificarlas. Por lo tanto, Africa tendría que aumentar en otro 25 por ciento la energía de origen vegetal (46 por ciento para los países que consumen sobre todo raíces y tubérculos) y Asia en un 21 por ciento.

4.7 En total, los países en desarrollo tendrían que aumentar su energía de origen vegetal en un 174 por ciento, lo que significa que, si bien en los países de América Latina y Asia se debería duplicar aproximadamente la energía de origen vegetal, Africa tendría que multiplicarla por cinco, y por siete en los países que consumen sobre todo raíces y tubérculos.

4.8 Si bien en el caso de Asia o América Latina tal perspectiva significa una tasa de crecimiento de la productividad más baja que durante los últimos 15 años, Africa tendría que acelerarla.

4.9 El cambio climático podría constituir un factor crucial para la producción de alimentos en el futuro. Este complejo asunto creará nuevos problemas para satisfacer las necesidades humanas de energía alimentaria e introducir cambios en su régimen alimenticio y podría modificar las patologías de las plantas, los animales y los seres humanos, así como la distribución y situación de los asentamientos humanos.

4.10 Donde la tierra escasee, los aumentos de productividad se conseguirán en su mayor parte recurriendo en mayor medida a los recursos naturales y al desarrollo de las capacidades humanas. Debido a su actual nivel de educación, muchos países de Asia parecen estar bien preparados para cambiar el tipo de desarrollo. En cambio, el actual nivel de desarrollo de la infraestructura económica y de los recursos humanos, constituirá una grave desventaja en el caso de Africa, que se enfrentaría por lo tanto con el obstáculo de mejorar sus recursos humanos y su infraestructura al mismo tiempo que tendría que hacer frente a una difícil situación. Al hacerlo así, Africa prepararía también las bases para resolver su problema de seguridad alimentaria a largo plazo, a partir del año 2025.

4.11 Dada la importancia de las interrelaciones entre las tendencias demográficas y la alimentación, los encargados de adoptar las decisiones y de realizar las investigaciones se enfrentan con el continuo problema de armonizar las políticas y programas agrícolas y demográficos a fin de avanzar y aproximarse a la seguridad alimentaria universal, en beneficio de la humanidad.


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