14. Evaluación de los progresos que es posible lograr en materia de seguridad alimentarias


Documentos ténicos de referencia 12-15
Volumen 3
© FAO, 1996


Indice

Agradecimiento

Resumen

1. INTRODUCCIÓN

2. METAS VIABLES PARA REDUCIR LA DESNUTRICIÓN

Envergadura de la tarea por realizar
Un objetivo mundial moderado que puede dar excelentes resultados
¿Puede el mundo producir los alimentos adicionales que se necesitan?
Del suministro al acceso
Objetivos normativos a la luz de la experiencia histórica
Cómo lograr el crecimiento acelerado de la producción: necesidades de inversión

3. ORIENTACIÓN DE LA RESPUESTA DE POLÍTICA: PRIMACÍA DE LA AGRICULTURA Y EL DESARROLLO RURAL PARA ALCANZAR LA SEGURIDAD ALIMENTARIA EN LOS PAÍSES CON ALTOS NIVELES DE DESNUTRICIÓN

4. EL MARCO NORMATIVO MÁS AMPLIO PARA EL MEJORAMIENTO DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

BIBLIOGRAFÍA

ANEXO: COMPROMISOS Y ACUERDOS DE LA CONFERENCIA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN DE 1974


Agradecimiento

La preparación de los documentos técnicos de referencia para la Cumbre Mundial sobre la Alimentación ha requerido, además de la colaboración del personal de la FAO, un volumen considerable de conocimientos especializados de instituciones internacionales asociadas y círculos gubernamentales y no gubernamentales pertenecientes a la comunidad científica internacional. El proceso ha sido supervisado en la FAO por un comité de lectura interno, integrado por personal elegido a título individual y establecido para que toda la colección cumpla los criterios apropiados de calidad y coherencia.

El presente documento ha sido preparado por Nikos Alexandratos, de la FAO, con la colaboración de J. Bruinsma, K. White y E. Rossmiller. Tras un primer examen en la FAO por todos los departamentos técnicos, colegas invitados y el comité de lectura, así como por algunos especialistas externos, se publicó y distribuyó una primera versión para recabar observaciones de los gobiernos, organizaciones intergubernamentales (OIG) y organizaciones no gubernamentales (ONG) y de otros especialistas de igual nivel. Se recibieron observaciones y consejos muy valiosos de los Sres. Ricardo Diez Hochleitner, Presidente del Club de Roma; Per Pinstrup- Anderson, del Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IIPA), Washington, D.C.; Lester Brown, del Worldwatch Institute, Washington, D.C.; y Frank Wolter, de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ginebra, así como del Profesor M. Kassas, de la Universidad de El Cairo.

La Secretaría de la FAO agradece la colaboración de todos los especialistas y se hace responsable del contenido del documento.


Resumen

De acuerdo con las perspectivas actuales, presentadas en el documento No 1 de la serie de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA), Alimentación, agricultura y seguridad alimentaria: evolución desde la celebración de la Conferencia Mundial de la Alimentación y perspectivas, en el año 2010 en numerosos países en desarrollo los suministros de alimentos per cápita [medidos en función del suministro de energía alimentaria (SEA) promedio, un indicador aproximado, ampliamente disponible, del consumo de alimentos] podrían seguir siendo absolutamente insuficientes para reducir de forma significativa la incidencia de la desnutrición. De hecho, dicha incidencia se mantendría muy elevada, en torno a los 680 millones de personas en el año 2010, lo que supone una reducción mínima con respecto a los 840 millones de 1990-1992.

Para mejorar esa desconsoladora perspectiva será imprescindible que se conjuguen dos factores: una distribución más equitativa de las oportunidades y derechos, que amplíe el acceso a una alimentación adecuada, y un crecimiento más rápido de los suministros de alimentos disponibles y, por tanto, del SEA. Si bien en todos los casos es fundamental mejorar el acceso a los alimentos, el incremento de los suministros de alimentos es una necesidad insoslayable en los países en que el SEA promedio es tan bajo que una gran proporción de la población está desnutrida, en tanto que una minoría disfruta de un consumo de alimentos por encima de los niveles recomendados. En esos países la agricultura suele ser, además, el pilar de la economía.

Con un nivel de SEA de 2 700 calorías, y si el acceso a los suministros de alimentos es bastante equitativo, la desnutrición puede reducirse al 3 por ciento de la población o incluso menos. No obstante, se prevé que muchos países no podrán alcanzar ese SEA para el año 2010, y la población global de esos países se cifrará en 3 000 millones de personas, de las cuales casi 550 millones padecerán desnutrición. De hecho, para que los países que actualmente tienen un SEA muy bajo alcanzaran la meta de las 2 700 calorías en el año 2010 sería necesario que su consumo agregado de alimentos creciera un 5 por ciento anual, o incluso más, según las tendencias demográficas. Ese ritmo de crecimiento presupone unas perspectivas económicas generales mucho más favorables de lo que razonablemente cabe esperar en muchos de ellos (por ejemplo, la evaluación más reciente del Banco Mundial pronostica un crecimiento de los ingresos por habitante de tan sólo el 0,9 por ciento anual en el Africa subsahariana, donde se encuentra la mayoría de los países con un SEA muy bajo). Teniendo en cuenta estas consideraciones, el documento analiza la naturaleza, las condiciones y las repercusiones de una meta viable para reducir la desnutrición.

La cantidad adicional de alimentos que habrá que producir mundialmente para satisfacer el aumento de la demanda previsto es pequeña, por ejemplo, en el caso de los cereales, el 2 por ciento del consumo mundial en el año 2010. Sin embargo, este ligero incremento a escala mundial comporta un fuerte crecimiento de los suministros agregados de alimentos en varios países con un SEA bajo. Los datos empíricos del pasado demuestran que una serie de países, en períodos de uno a dos decenios, que es el tiempo necesario para efectuar comparaciones, han logrado incrementar rápidamente el consumo y/o la producción de alimentos, en la mayoría de los casos durante períodos de recuperación de una crisis. Muchos de los países que necesitan un crecimiento acelerado de sus suministros de alimentos en el futuro parten de situaciones de crisis o próximas a la crisis, debidas en gran medida a la confluencia de diversos factores adversos (guerra o condiciones similares a la guerra, catástrofes naturales o desastres económicos o políticos). La recuperación de esas situaciones puede crear las condiciones previas para que las políticas encaminadas a mejorar rápidamente la seguridad alimentaria den buenos resul-tados.

Se considera que para acelerar el ritmo de crecimiento de los suministros de alimentos de los países con un SEA bajo será necesario, por una parte, lograr un crecimiento más veloz y equitativo de los ingresos, en particular un desarrollo agrícola y rural más vigoroso, puesto que se trata de países altamente dependientes de la agricultura, y por otra, mejorar de manera especial el apoyo social y la asistencia alimentaria. La producción interna de alimentos y las importaciones netas deben contribuir a lograr progresos mayores que los que indican las proyecciones del estudio Agricultura mundial: hacia el año 2010 (AH2010) (FAO, 1995).

En el documento se concluye que es factible y realista aspirar a reducir, para el año 2010, el número de personas desnutridas a aproximadamente la mitad del nivel de los primeros años noventa, velando por que todos los países que de lo contrario no alcanzarían el nivel de las 2 700 calorías consigan incrementar sus suministros de alimentos per cápita a un ritmo del 1 por ciento anual, modulado de tal manera que se garantice un mínimo de 2 300 calorías en todos los países, y considerando las 2 700 calorías como un nivel a partir del cual se puede seguir avanzando mediante la reducción de las desigualdades de acceso, antes de tener que aumentar aún más los suministros.

La meta así definida supondría reducir la población desnutrida en los países en desarrollo a unos 440 millones de personas para el año 2010, cifra que podría rebajarse aún más con un acceso más equitativo, incluso en los países que hubieran superado la meta de las 2 700 calorías. Pero esto no significa que la proyección de referencia presentada en el documento WFS 96/01 pueda hacerse realidad por sí sola, sin la aplicación de políticas firmes y bien ajustadas en todos los niveles.

La inseguridad alimentaria obedece a numerosos factores que se relacionan entre sí. Las políticas que se arbitren para afrontar el problema variarán de un país a otro, pero es posible hacer algunas generalizaciones en lo que respecta a los elementos fundamentales para obtener buenos resultados (véanse los documentos Nos 1, 2 y 3 de la CMA.) Entre los factores que determinan el aumento de las necesidades de alimentos, el crecimiento demográfico, junto con los diferentes hábitos de alimentación vigentes en el mundo, tendrá una importancia predominante en tanto no se logre una estabilización (véase el documento No 4 de la CMA).

La paz en la sociedad y entre las naciones es de primordial importancia. El buen gobierno, la transparencia, la participación y los progresos en materia de igualdad entre hombres y mujeres son factores que impulsan la equidad, la eficiencia y la estabilidad social. Ha de potenciarse la iniciativa privada, en un entorno normativo propicio que dependerá de la estabilidad macroeco.nómica (véase el documento No 3 de la CMA).

No obstante, no puede prescindirse de la función de los gobiernos de proporcionar bienes públicos –directa o indirectamente a través de intermediarios independientes, según aconsejen las necesidades de eficiencia– en los ámbitos de la infraestructura, la investigación, la educación y la salud, y de crear las condiciones para el buen funcionamiento de los mercados de productos, servicios y factores (véanse los documentos Nos 3, 8, 9 y 10 de la CMA).

La mitigación de la pobreza, con vistas a su erradicación final, es la condición primordial para lograr una seguridad alimentaria sostenible a nivel de los hogares. En toda sociedad es fundamental aplicar una política económica que favorezca las oportunidades de empleo con una remuneración justa del trabajo, lograr un acceso más amplio y seguro a los recursos productivos, especialmente la tierra y el agua, y aplicar asimismo una política social encaminada a desarrollar la capacidad y los conocimientos especializados de la población, en particular en las zonas rurales. Para reducir la inseguridad alimentaria se necesitan políticas centradas en las personas que aborden las múltiples causas y manifestaciones de la malnutrición a nivel local e individual, haciendo especial hincapié en la mujer como eslabón decisivo en el ámbito de la nutrición (véanse los documentos Nos 2, 3, 5 y 6 de la CMA).

La inseguridad alimentaria seguirá afectando a cientos de millones de personas durante años. Mediante la movilización de los gobiernos, la sociedad civil y la solidaridad internacional habrá que proporcionar asistencia alimentaria en formas que eviten los males del desperdicio, la dependencia y la insostenibilidad económica. La preparación y la intervención oportuna ante situaciones de emergencia siguen siendo una prioridad, con un hincapié especial en la transición de las operaciones de socorro a las actividades de recuperación y desarrollo (véanse los documentos Nos 5 y 13 de la CMA).

Debe reconocerse el papel fundamental del comercio interno e internacional en el fomento de la seguridad alimentaria, y han de facilitarse las corrientes de alimentos de las zonas con excedentes a aquellas deficitarias, así como el intercambio de bienes y servicios en beneficio mutuo de los interlocutores comerciales. Sin embargo, no deben ignorarse los costos sociales de las perturbaciones económicas provocadas por el comercio en distintos sectores o regiones: los grupos vulnerables y carentes de seguridad alimentaria no deben quedar sin apoyo en aras de la creación de nuevas oportunidades para otros (véase el documento No 12 de la CMA).

Las políticas de desarrollo agrícola y rural sostenible son esenciales para el objetivo de la seguridad alimentaria universal, al hacer posible el cultivo de alimentos a precios asequibles sobre la base de una ordenación ecológicamente racional de los recursos naturales. Asimismo, es necesario establecer un equilibrio entre las prioridades tendentes a lograr avances rápidos, ecológicamente sostenibles y económicamente eficientes, en la producción de alimentos de las zonas de alto potencial, y las que apuntan a permitir que las poblaciones dependientes de la agricultura de las zonas de bajo potencial aumenten sus oportunidades de obtener ingresos agrícolas y no agrícolas y su acceso a los alimentos sin deteriorar la base de recursos. A este respecto tienen un papel fundamental que desempeñar los conceptos de la nueva revolución verde, la utilización y ordenación más eficientes de las aguas, y la adaptación de la infraestructura y gestión de toda la cadena alimentaria a los cambios provocados por la rápida urbanización, en particular (véanse los documentos Nos 1, 5, 6, 7, 8, 9 y 11 de la CMA).

El total de recursos necesarios para la inversión neta en la producción agrícola primaria, los sectores de actividades posteriores a la producción, la infraestructura rural y el desarrollo humano en los países en desarrollo no es enormemente superior a los niveles del pasado, pero su distribución regional arroja unas necesidades mucho mayores en casi toda Africa y América Latina y el Caribe, en tanto que la inversión bruta deberá aumentar para financiar la reposición de un creciente capital social (véase el documento No 10 de la CMA). El presente documento indica que, en los países que actualmente tienen SEA muy bajos y altas tasas de desnutrición, esas inversiones deberían superar en un 20 a 30 por ciento los niveles de las proyecciones del estudio AH2010 a fin de sostener el crecimiento agrícola acelerado que se necesita para reducir la pobreza rural y aumentar los suministros de alimentos en consonancia con la ya mencionada meta, aún moderada, de 2 300-2 700 calorías para el año 2010.

Es fundamental aplicar políticas que creen las condiciones para que el sector privado –la principal fuente de recursos– efectúe inversiones y obtenga los frutos deseados. Pero la inversión pública tiene una función indispensable que desempeñar, y las asignaciones sectoriales han de reflejar la necesidad de reparar el oneroso descuido de la agricultura y el desarrollo rural en las prioridades del pasado. Una investigación agrícola más vigorosa, eficiente y reorientada es una de las primeras prioridades para la producción de alimentos, la reducción de la pobreza y el mejoramiento de la seguridad alimentaria (véanse los documentos Nos 9 y 10 de la CMA).