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INTRODUCCION

La pesca en aguas continentales ha sido desde hace tiempo una fuente importante de alimentos para la humanidad, pero su importancia en relación con otros sistemas de producción ha ido disminuyendo en los últimos decenios, en parte debido a los profundos cambios que se han registrado en el ambiente acuático, como consecuencia de actividades humanas, tales como la construcción de presas, la navegación, el saneamiento de marismas para la agricultura, la urbanización, la extracción y el transporte del agua y la evacuación de residuos. La creciente demanda mundial de agua y de los servicios que ésta puede proporcionar hace que sea excesiva la presión sobre este recurso, lo que hace necesario racionalizar e intensificar su uso en los distintos sectores, garantizando a la vez una integración armónica de todos ellos. La multiplicidad de finalidades a que pueden destinarse las aguas continentales hace que sean muy distintas las condiciones para el desarrollo y la ordenación de la actividad pesquera la que, durante el último siglo, se ha transformado en uno de los tantos usos de este recurso y, en muchos casos, uno de los menos importantes en términos de rendimiento financiero. Por ello, la ordenación deberá realizarse en un clima de compromiso con otros usuarios y dependerá de las normas que rigen las actividades de éstos, tanto como de las que rigen la actividad pesquera misma. En otras palabras, los responsables de la ordenación de la pesca continental rara vez controlan el recurso que han de ordenar. Por esta razón, es preciso interpretar el Código de forma que se informe y se haga intervenir a sectores distintos de la pesca.

Se pueden distinguir cuatro estrategias que se aplican actualmente en la utilización de las aguas continentales para la pesca:

En primer lugar, se sigue practicando en la mayoría de los grandes ríos y lagos del mundo la pesca para consumo humano de especies silvestres cuya reproducción y fertilidad son naturales. Estas pesquerías en general se hallan en el límite del rendimiento máximo sostenible o lo han superado, por lo que se están produciendo los correspondientes desplazamientos en la estructura de las comunidades ícticas, con el riesgo de que disminuya la producción y resulten perjudicadas las poblaciones.

En segundo lugar, la actividad pesquera para consumo humano en masas de agua menores de algunos países es objeto cada vez más de actividades de fomento para elevar la productividad de determinadas especies por encima de los niveles naturales. Se está difundiendo este tipo de ordenación y son cada vez más los países que adoptan estas tecnologías.

En tercer lugar, se está generalizando la pesca recreativa en muchas zonas del mundo y, a medida que se desarrolla, tiende a desplazar a la pesca comercial para la alimentación. La pesca recreativa puede contribuir al suministro alimentario ya que, en muchos casos, es de carácter subsistencial o artesanal.

En cuarto lugar, se realiza la explotación local muy intensa de juveniles o de pequeños adultos para repoblar otras masas de agua y estanques de acuicultura o para el comercio de peces ornamentales.

Cada una de estas estrategias de uso exige que se enfoque de manera algo diferente el Código. Por ejemplo, las estrategias enumeradas en los lugares primero y cuarto corresponden más directamente a las aplicadas en la pesca marítima sin límites, en cuanto a que no tratan de manipular la población como no sea mediante la captura de peces. En estos casos, deberán tenerse en cuenta las disposiciones expuestas en la publicación Ordenación Pesquera, FAO, Orientaciones Técnicas para la Pesca Responsable, N° 4. En cambio, la estrategia enumerada en segundo lugar se aproxima y a veces se sobrepone a la acuicultura, por lo que se aplicarán las disposiciones expuestas en la publicación Desarrollo de la Acuicultura, FAO, Orientaciones técnicas para la pesca responsable, N° 5. En general las estrategias primera y cuarta, como se basan en la reproducción y productividad naturales, entran en el ámbito de los artículos del Código que se refieren más a la conservación. En cambio, las otras dos estrategias se parecen más a la agricultura, en cuanto a que manipulan deliberadamente la estructura y productividad de la población íctica de las aguas continentales para alcanzar las metas definidas por la sociedad para la obtención de alimentos o la recreación. En este aspecto, hay que interpretar el Código con sumo cuidado. Contribuyen a agravar la situación los efectos de actividades externas no pesqueras que, en muchos casos, limitan la pesca y acentúan la tendencia a la no sostenibilidad. Gran parte de la actual ordenación de la pesca continental está dedicada a mejorar el medio ambiente, tratando de mitigar estos efectos.

Aunque el Código de Conducta para la Pesca Responsable estipula medidas que han de adoptar los Estados, trata también de dirigirse a personas, grupos de interés o instituciones, públicas o privadas, que intervienen o están interesadas en la pesca continental. Las autoridades gubernamentales tendrán que desempeñar una función cada vez más importante para intensificar la colaboración eficaz entre los muchos y distintos actores, a fin de promover el desarrollo sostenible, la ordenación, la conservación o la rehabilitación de los recursos acuáticos continentales. Las responsabilidades de la sostenibilidad del desarrollo de la pesca continental deberán repartirse dentro del sector entre las autoridades gubernamentales, los pescadores, la industria elaboradora, el comercio de productos pesqueros continentales, las instituciones de financiación, los investigadores, los grupos de interés especial, las asociaciones de profesionales, las organizaciones no gubernamentales y otros grupos. También tendrán que asumir sus responsabilidades los organismos y personas ajenos al sector, pero cuyas actividades repercuten en la viabilidad y productividad de los recursos de aguas continentales. A este respecto, la pesca continental está ya sujeta a reglamentos de organizaciones u organismos ajenos a la pesca, pero que se interesan en los derechos de los animales, la planificación del uso de la tierra, la conservación de la fauna y flora silvestres, etc.


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