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7.  ENFOQUE BIOLOGICO DEL FENOMENO DE LA SOBREPESCA, EN EL CASO DE RECURSOS TROPICALES1

En los últimos años ha habido un gran número de trabajos que describen el incremento y posterior declinación de pesquerías tropicales, muchos de los cuales están referidos a los relativamente bien documentados efectivos de las aguas del Sudeste asiático. Casi ninguna de tales publicaciones deja de comentar que numerosos recursos de la región, especialmente los demersales, han sido objeto de “sobrepesca”. Tanto es así, que podría decirse que “sobrepesca” es el pecado capital, la bancarrota de la administración pesquera. Se trata, en efecto, del peor epíteto que un biólogo pesquero puede lanzar contra la comunidad de pescadores.

A despecho de todo esto, se han efectuado relativamente pocas tentativas para transferir y aplicar sobre recursos tropicales aquellos conceptos de sobrepesca que fueran desarrollados a partir de consideraciones referentes a recursos de aguas templadas. Algunos de tales conceptos son expuestos a continuación, junto con ciertas aplicaciones de los mismos sobre efectivos pesqueros de la región.

La “sobrepesca” puede tener lugar en tres formas diferentes: a) en relación al crecimiento; b) con respecto al reclutamiento; o bien, c) sobrepesca que afecta al ecosistema.

El primero de estos tipos de sobrepesca, que es el que en el área ha llamado más la atención hasta el momento, tiene lugar cuando los juveniles de las especies de interés comercial que pasan a ser disponibles a la pesquería (es decir, los “reclutas”) son capturados antes de haber alcanzado la talla necesaria. En consecuencia, para el biólogo pesquero el problema consiste en estimar la edad (y/o talla) más adecuados de primera captura, así como aconsejar a la comunidad pesquera la dimensión de malla que - al permitir el escape de los peces muy jóvenes y pequeños - optimiza el rendimiento que puede ser obtenido a partir de un número dado de reclutas.

La teoría que sustenta los cálculos utilizados en estimar la longitud óptima de primera captura y la dimensión de malla correspondiente, fue desarrollada hace cosa de treinta años por Beverton y Holt; y resulta asimismo aplicable a las pesquerías tropicales (Figura 16).

Por lo tanto, en principio debiera ser posible prevenir la sobrepesca relativa al crecimiento en aguas del Sudeste asiático; salvo porque hasta el momento no ha sido posible idear ningún método que - en las pesquerías multiespecíficas - permita la captura discriminada de los individuos de cada especie en el momento en que alcanzan su talla óptima peculiar. Esto indica que en la región habrá que tolerar cierta dosis de este tipo de sobrepesca, especialmente en lo referente a pesquerías demersales.

En cuanto a la sobrepesca que afecta al reclutamiento resulta ser un fenómeno bien distinto, que tiene lugar cuando - debido a la pesca - la población desovante se ve reducida hasta el extremo de que no se produce la cantidad de crías imprescindible para asegurar el mantenimiento de la especie. Es evidente que, para cualquier recurso, no se originarán juveniles (ni en consecuencia reclutas) a menos que la pesquería haya dejado la necesaria cantidad de individuos adultos. Estos habrán de madurar, desovar y fertilizar huevos que darán lugar a larvas, de las cuales únicamente una fracción muy pequeña podrá eventualmente sobrevivir y transformarse en jóvenes peces completamente formados (reclutas).

Generalmente, las hembras de la mayoría de las especies de peces producen muchos miles de huevos, a veces incluso varios millones como en el caso de algunos recursos comercialmente explotados en aguas templadas. Hasta cierto punto esta alta fecundidad ha inducido a error a los biólogos pesqueros al hacerlos pensar que - en la mayoría de los casos - bastaba un pequeño número de hembras adultas para reabastecer la cantidad de reclutas que eventualmente pasan a quedar disponibles a una pesquería.

Esta asunción, aplicada con poco criterio, ha sido una de las causas de algunos de los colapsos más espectaculares en el mundo de las pesquerías. Afortunadamente dicha creencia - según la cual la falta de una relación entre la magnitud de la población desovante y la cantidad de reclutas debiera ser la situación normal de los peces - ha sido gradualmente reemplazada por la opinión contraria, según la cual la mayoría de los recursos (salvo algunos pocos grupos, tales como los peces planos y ciertos gadoideos) experimentan relaciones de reclutamiento.

1  Tomada de un artículo publicado por el ICLARM Newsletter (vol. 2(3): 3–4) referido especialmente a los problemas planteados en el Sudeste asiático

Aunque parezca extraño, aparentemente no se ha efectuado ningún intento tendiente a determinar cuando, en los recursos tropicales, existe una relación identificable entre la magnitud de la población desovante y el número de reclutas producido por la misma, aunque es preciso reconocer que los datos que podrían utilizarse a tales fines son escasos.

Utilizando métodos bastante convencionales1 e información proveniente de la pesquería demersal al arrastre en el Golfo de Tailandia, me ha sido posible establecer relaciones entre desovantes y reclutas para un cierto número de especies, una de las cuales (correspondiente a Lactarius lactarius) se presenta en la Figura 17. La curva, que es una muy típica. “curva de Ricker”, expresa el modelo general, al menos en lo que respecta a los resultados que he obtenido para la mayoría de los recursos investigados.

Unicamente unos pocos grupos taxonómicos se muestran carentes de relación entre desovantes y reclutas. Entre ellos se encuentran los peces planos (¡otra vez!), un gran predator (Muraenesox) y - por analogía, dado que un análisis preciso de rendimiento por recluta no ha sido llevado a cabo - los cangrejos, los camarones y especialmente el género de cefalópodos Loligo, cuyo espectacular incremento en el Golfo de Tailandia ha sido discutido por varios autores. Incluso parece ser que en tales grupos existe una clara relación entre el número de sus reclutas (para cualquier año dado) y la correspondiente abundancia en ese año de sus potenciales competidores y predatores (expresada por la biomasa de todos los grupos restantes).

Este último aspecto - competición y predación entre los diferentes grupos taxonómicos - nos lleva a la tercera modalidad de sobrepesca: aquella que afecta al ecosistema.

La “sobrepesca del ecosistema” constituye un concepto elástico, que puede dar mucho que hablar, ya que no se encuentra claramente definido. Cabría describirlo como aquello que tiene lugar en una pesquería mixta cuando la disminución de los recursos originalmente abundantes, debida a la pesca, no se encuentra por completo compensada por un simultáneo o subsiguiente incremento de la biomasa de otros animales susceptibles de explotación.

En consecuencia, como sugiere una moderna teoría ecológica, la sobrepesca que afecta al ecosistema sería la transformación de un sistema relativamente maduro y eficiente, en otro inmaduro (o colapsado) e ineficiente. Esto es en gran medida lo que ha ocurrido en el Golfo de Tailandia donde un sistema (presumiblemente) estable y eficiente de alta biomasa, con predominio de peces Teleosteos, se ha transformado gradualmente en otro (probablemente) inestable e ineficiente, de escasa biomasa, en el cual el rol de los invertebrados se ha incrementado en forma acentuada (¡nótese la subversión de la secuencia evolutiva!)

Todas las formas de sobrepesca anteriormente discutidas tienen lugar en aguas del Sudeste asiático, y las ciencias pesqueras bien pudieran beneficiarse a partir de un estudio de la experiencia adquirida en esta región.

Asimismo, dado que en los trópicos a menudo los procesos biológicos ocurren “en forma pura”, a consecuencia de fuertes fluctuaciones del medio ambiente abiótico (tal como sucede en aguas templadas, que poseen dicho carácter únicamente como promedio), cabe incluso suponer que la teoría de las pesquerías - especialmente en lo referente a los recursos multiespecíficos - pudiera avanzar algunos pasos en territorio científico inexplorado en base a la experiencia adquirida en el Sudeste asiático.

Por otra parte, una clara comprensión de la naturaleza de la sobrepesca pudiera ayudar considerablemente a resolver los problemas de distribución de los recursos, que tradicionalmente han dificultado las relaciones entre los pescadores artesanales e industriales de la región. Así, por ejemplo, resulta evidente que una captura de digamos 100 toneladas de peces relativamente jóvenes por parte de una pesquería artesanal que opera próxima a la costa, posee efectos radicalmente distintos sobre la especie que la extracción de 100 toneladas de individuos más viejos y de mayor tamaño por parte de una pesquería a nivel industrial desarrollada aguas afuera. Esta circunstancia debiera incluso llevar a comprender que - más bien que una única producción máxima - un recurso dado pudiera tener varios “rendimientos óptimos sostenibles”, cuyas respectivas magnitudes dependen principalmente de las características y modalidad operativa del arte de pesca utilizado, así como de la resultante composición por edades de la captura de la especie.

1  Método del área barrida para estimar la biomasa y mortalidad por pesca; cálculo del rendimiento por recluta y división de la captura entre el mismo a fin de obtener el número de reclutas; así como una variedad de métodos y asunciones tendientes a obtener la estimación de otros parámetros y la estandarización de los datos

Figura 16

Figura 16   El rendimiento por recluta en relación con el tamaño o edad de primera captura (ordenada) y el esfuerzo de pesca (absisa) en el caso del “slipmouth” Leiognathus splendens. Se ha utilizado el método de Beverton y Holt a los efectos del trazado

Figura 17

Figura 17   Relación entre la población desovante y el número de reclutas, para el recurso de Lactarius lactarius en el Golfo de Tailandia

Por último, es sobre la base de la identificación de tales posibles “rendimientos óptimos sostenibles” excluyentes que los administradores pesqueros de la región pueden hacer conocer sus decisiones relativas a qué fracción de la comunidad pesquera debe ser incrementada y cuál ha de ser disuadida de la pesca.


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