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Introducción

En los últimos años, la alimentación y la agricultura ha registrado grandes cambios, entre otros los rápidos avances tecnológicos, una reestructuración de la base de recursos, la creación de mercados internacionales nuevos y ampliados, y unos lazos más estrechos con la gestión del medio ambiente. Por primera vez, el desarrollo del sector alimentario y agrícola está siendo objeto de una conceptualización mundial, como debe ser en realidad. Una crisis fiscal en Asia puede deprimir los precios agrícolas en América del Norte. Una mala cosecha en América Latina puede alzar los precios en África, mientras que una cosecha excepcional puede surtir el efecto contrario, quedándose sin vender excedentes en los graneros. La contaminación del medio ambiente en un país puede reducir el rendimiento de madera en otro. Una enfermedad transmitida por los alimentos y que se ha originado en el campo de un agricultor puede causar estragos en varios continentes.

Por primera vez, el desarrollo del sector alimentario y agrícola se está considerando -muy apropiadamente- a escala mundial.

- FAO /19822/R. FAIDUTTI

Debido a estos avatares, todas las sociedades tienen algún punto de convergencia unas con otras. Un tractor fabricado en América del Norte puede servir para cultivar un campo en Asia central. Una granja avícola en el Brasil será muy parecida a otra de Tailandia. El tener que ajustarse a las normas del Codex Alimentarius se está convirtiendo de hecho en algo obligatorio como resultado de la constitución de la Organización Mundial del Comercio. Prácticamente en todas las grandes ciudades del planeta se puede comprar pizza hecha con ingredientes análogos, comer en un restaurante de servicio rápido y beber la misma bebida refrescante embotellada. Los contenedores para el transporte marítimo, las paletas, los envases para alimentos y los aviones de carga están en general tendiendo a la uniformidad a medida que aumenta el comercio mundial.

No obstante todo esto, las nuevas tecnologías, las instituciones, los usos comerciales, los sistemas de mercadeo y los derechos de propiedad intelectual que se dan a nivel mundial no pueden considerarse neutrales culturalmente hablando. Ponen en entredicho valores antiquísimos y hondamente arraigados y, en particular, las nuevas tecnologías e instituciones llevan a menudo consigo condiciones encubiertas. Entre otras cabe citar expresamente (de ordinario en Occidente) las definiciones del derecho de propiedad privada, prejuicios contra los recursos de propiedad común, insistencia en la iniciativa individual más que en el respeto de las tradiciones familiares o comunitarias, mayor atención a los contratos oficiales, protección contra los peores excesos del monopolio y hasta conocimiento del inglés.

En los países occidentales, donde son comúnmente aceptadas las innovaciones tecnológicas y las actividades orientadas al mercado, han surgido diferencias de valor sobre toda una serie de cuestiones, entre ellas la protección a los animales, los alimentos modificados genéticamente, el empleo de denominaciones de origen y los niveles aceptables de concentración económica en el sistema alimentario y agrícola. En algunos países, los mercados «libres» constituyen otro fenómeno reciente. En países donde el cobro de intereses se tiene por ilícito o la persona o entidad con la que se trata es más importante que el precio, la nueva economía mundial se ha encontrado con una gran resistencia. Por otro lado, en todo el mundo están desvirtuadas la representación fiel y la expresión de la opinión pública: los países menos adelantados no tienen ni fondos ni experiencia para participar coherentemente en los debates mundiales, e incluso en los países occidentales una parte importante de la población sigue privada del derecho de representación, como lo demuestran las recientes manifestaciones en Seattle y Ginebra.

En la medida en que todos estos nuevos fenómenos llevan encerrado el potencial de conflictos y agitaciones sociales, han hecho aflorar múltiples cuestiones éticas que son básicas para la seguridad alimentaria, el desarrollo rural sostenible y la gestión de los recursos, así como las alternativas o disyuntivas que hay entre estos distintos objetivos. La solución de estas cuestiones fue objeto de reflexión, diálogo y acción.

En esta publicación1 se abordan las cuestiones éticas en relación con el mandato de la FAO. En primer término se determinan los valores que sirven de base a la alimentación y la agricultura. Seguidamente se examina la situación actual y se analizan cuestiones específicas. Luego se sostiene que el equilibrio de intereses y la solución pacífica de los conflictos deben ser objetivos mundiales comunes. En el último capítulo se expone una visión para la creación de un marco ético, eficaz y seguro para la alimentación y la agricultura a nivel mundial que sea equitativo, solidario y que respete la diversidad de los sistemas de valores.


1 Una versión preliminar de esta publicación ha sido utilizada como documentación por el Cuadro de expertos eminentes en materia de ética alimentaria y agrícola en su primer sesión en septiembre de 2000.

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