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Perspectivas a largo plazo

El panorama de la agricultura

La tasa de crecimiento de la demanda mundial de productos agropecuarios ha disminuido, ya que el crecimiento de la población también se ha hecho más lento y en muchos países se han alcanzado niveles bastante altos de consumo de alimentos. El crecimiento de la demanda se hará todavía más lento en el futuro. El mundo en su conjunto tiene potencial de producción suficiente para satisfacer la demanda. Sin embargo, los países en desarrollo dependerán más de las importaciones agrícolas y la seguridad alimentaria en muchas zonas pobres no mejorará sin incrementos sustanciales de la producción local.

Hasta ahora, la agricultura mundial ha sido capaz de responder a la demanda creciente de productos agropecuarios. Aunque la población mundial se duplicó entre 1960 y 2000 y los niveles de nutrición mejoraron notablemente, los precios del arroz, trigo y maíz (los principales alimentos básicos del mundo) disminuyeron del orden del 60 por ciento. La caída de los precios indica que, a escala mundial, los suministros no sólo crecen al ritmo de la demanda, sino que incluso lo hacen con mayor rapidez.

Aunque la demanda mundial de productos agrícolas ha seguido aumentando, lo ha hecho con menor rapidez en los últimos decenios. Entre 1969 y 1989 el crecimiento anual medio de la demanda fue del 2,4 por ciento, pero se redujo a sólo el 2 por ciento en los diez años siguientes a 1989.

Además de los factores temporales (entre los que destaca un descenso del consumo de las economías en transición en los años noventa), existieron dos razones duraderas para la desaceleración:

La demanda de productos agropecuarios continuará creciendo con mayor lentitud

Estos factores seguirán teniendo influencia sobre las tendencias de la demanda a lo largo de los tres próximos decenios. Por ejemplo, la población mundial continuará creciendo, pero con menor rapidez, a una tasa media del 1,1 por ciento anual hasta 2030, a diferencia del 1,7 por ciento a lo largo de los últimos treinta años.

En 1997-99, el 61 por ciento de la población mundial estaba viviendo en países en los que el consumo medio de alimentos per cápita era superior a 2 700 kcal/día.

Como consecuencia de esto, se espera que la demanda futura de productos agrícolas siga disminuyendo al 1,6 por ciento anual durante el período 1997-99 a 2015 y al 1,4 por ciento para el período 2015 a 2030. En los países en desarrollo la disminución será todavía más espectacular, ya que pasarán del 3,7 por ciento durante los últimos treinta años a una media del 2 por ciento durante los próximos treinta.

Las fuerzas subyacentes que provocan esta desaceleración pueden verse en el ejemplo de China, que ha sido uno de los principales motores del crecimiento de la demanda de alimentos y productos agrícolas del mundo y de los países en desarrollo a lo largo de los últimos decenios. En 1997-99, China había alcanzado un consumo medio diario de alimentos de 3 040 kcal, sólo un 10 por ciento por debajo del nivel de los países industriales. A lo largo de los tres próximos decenios, se espera que el consumo global de alimentos crezca tan sólo a una tasa que será la cuarta parte de la observada en los últimos treinta años, mientras que su población crecerá a una tasa que será un tercio de la que era. Dada la enorme población de China, estos cambios por sí solos tendrán un efecto muy grande sobre la situación mundial. Otros muchos países, incluidos algunos de los mayores, experimentarán cambios muy similares que harán disminuir todavía más el crecimiento de la demanda.

La ingesta media diaria de calorías per cápita en la India sigue siendo inferior a 2 500, nivel que ofrece un margen considerable para el aumento, mientras que su población crecerá a una media superior al 1 por ciento anual a lo largo de los próximos treinta años. ¿Puede la India desempeñar el papel de China como principal motor del crecimiento de la demanda agrícola mundial? No es de esperar que esto ocurra, ya que las tradiciones culturales indias favorecen el vegetarianismo, lo que hará que se mantenga la demanda del país de carne y piensos a tasas muy por debajo de las observadas en China.

Los déficit comerciales agropecuarios de los países en desarrollo aumentarán

Tradicionalmente, los países en desarrollo (tomados como grupo) habían tenido un superávit neto en comercio agrícola. En términos monetarios, este superávit alcanzó su punto máximo de 17 500 millones de dólares EE.UU. en 1977. Desde entonces, la tendencia observada ha sido un crecimiento más rápido de sus importaciones que de sus exportaciones. La balanza comercial agrícola de los países en desarrollo ha ido disminuyendo gradualmente hasta que, a mediados de los años noventa, llegó a ser con más frecuencia negativa que positiva. El déficit más alto registrado alcanzó la cifra de 6 000 millones de dólares EE.UU. en 1996.

Esta tendencia mundial enmascara una situación muy compleja que varía de un producto a otro y de un país a otro. La espectacular disminución del superávit neto de los países en desarrollo en azúcar, semillas oleaginosas y aceites vegetales, por ejemplo, evidencia consumos e importaciones crecientes en varios países en desarrollo y las políticas proteccionistas de los principales países industriales. El lento crecimiento de la demanda de productos procedentes casi en su totalidad de países en desarrollo pero que se consumen de manera predominante en países industriales, como, por ejemplo, el café y el cacao, ha impedido que mejore la balanza comercial de aquellos países. Los precios fluctuantes y, en última instancia, en disminución han contribuido a agravar el problema.

Las previsiones para 2030 indican que el déficit comercial agrícola de los países en desarrollo aumentará todavía más. En concreto, las importaciones netas de cereales y productos pecuarios seguirán aumentando con bastante rapidez.

Precios en el mercado mundial de productos agropecuarios,1960 a 2000


Fuente: Banco Mundial (2001a)

La producción mantendrá el ritmo marcado por la demanda, pero persistirá la inseguridad alimentaria

Análisis detallados indican que, a escala mundial, la tierra, el suelo y el agua existentes son suficientes y que existe igualmente suficiente potencial para hacer crecer los rendimientos, de manera que sea factible la producción necesaria. El crecimiento de los rendimientos será más lento que en el pasado, pero a nivel mundial esto no es necesariamente una razón para alarmarse ya que se necesitará un crecimiento más lento de la producción en el futuro que en el pasado. Sin embargo, lo posible sólo se convertirá en real si el entorno político es favorable para la agricultura.

A nivel mundial, los productores han satisfecho la demanda efectiva del mercado en el pasado, y es muy probable que continúen haciéndolo. Pero la demanda efectiva no representa la necesidad total de alimentos y otros productos agrícolas, ya que centenares de millones de personas carecen de dinero para comprar lo que necesitan o de los recursos para producirlo ellos mismos.

Incluso si hubiera suficiente potencial de producción en el mundo en su conjunto, seguiría habiendo problemas de seguridad alimentaria a nivel de familias o a nivel nacional. En las zonas urbanas, la inseguridad alimentaria refleja habitualmente ingresos bajos, pero en zonas rurales pobres es con frecuencia inseparable de problemas que afectan a la producción de alimentos. En numerosas zonas del mundo en desarrollo, la mayoría de las personas depende aún de la agricultura local para la alimentación y/o medio de vida, pero el potencial de los recursos locales para apoyar incrementos ulteriores de la producción es muy limitado, al menos bajo las condiciones tecnológicas existentes. Ejemplos de esto son las zonas semiáridas y las zonas con suelos problemáticos.

En esas zonas, es necesario desarrollar la agricultura mediante el apoyo a la investigación y la extensión agrícolas, la concesión de créditos y la creación de infraestructuras, siendo necesario al mismo tiempo crear otras oportunidades para obtener ingresos. Si no se hace esto, la inseguridad alimentaria a nivel local seguirá estando muy extendida, incluso en medio de la abundancia mundial.

Balanza comercial neta de productos agropecuarios de los países en desarrollo, 1984 a 1999


Fuente: FAO


Perspectivas para la alimentación y la nutrición

Habrá un avance a nivel mundial en la mejora de la nutrición humana, pero en términos numéricos será lento. Incluso en el año 2030, centenares de millones de personas pobres seguirán padeciendo desnutrición, a menos que se conceda una prioridad más alta a la producción local de alimentos y se reduzca la desigualdad en el acceso a los alimentos. Sin embargo, la menor incidencia de la desnutrición hará que el problema sea más manejable a través de intervenciones políticas nacionales e internacionales.

El progreso hacia la mejora de la nutrición ha sido importante

Acabar con el hambre en el mundo no constituye solamente un derecho humano básico: es esencial para el pleno disfrute de otros derechos, como la salud, la educación y el trabajo y todo lo que se deriva de estos.

El mundo ha hecho progresos importantes en el aumento de los niveles de nutrición durante los tres últimos decenios. Estos niveles se miden habitualmente en términos de kcal/cápita/día. Los habitantes de los países en desarrollo necesitan entre 1 720 y 1 960 kcal/día para el metabolismo basal y una actividad ligera.

El consumo medio de alimentos per cápita en el mundo ha aumentado casi en una quinta parte, pasando de 2 360 kcal/día a mediados de los años sesenta a 2 800 kcal en la actualidad. El aumento de la media mundial refleja predominantemente el de los países en desarrollo, dado que las economías de países industriales y en transición ya tenían niveles bastante altos de consumo de alimentos a mediados de los años sesenta. A lo largo del período hasta 1997-99, el consumo medio diario de alimentos en los países en desarrollo pasó de 2 050 kcal a 2 680 kcal (véase Cuadro A3 ).

La proporción de la población mundial que vive en países con una ingesta media de calorías baja ha disminuido de manera espectacular. A mediados de los años sesenta, no menos del 57 por ciento vivía en países con una ingesta media por debajo de 2 200 kcal/día. Tanto la India como China estaban en esta categoría. Para 1997-99, aunque la población mundial casi se había duplicado hasta acercarse a los 6 000 millones, esta proporción se había reducido a sólo un 10 por ciento. Incluso las cifras absolutas (que disminuyen más lentamente debido al crecimiento de la población) disminuyeron en más de dos tercios, de 1 890 millones a 570 millones.

En el otro extremo, la proporción de la población mundial que vivía en países con una ingesta media de calorías superior a 2 700 kcal/día se ha más que duplicado, pasando del 30 por ciento al 61 por ciento. Los aumentos rápidos en algunos de los mayores países en desarrollo, incluidos Brasil, China, Indonesia y Nigeria, explican en gran parte este progreso. Sin embargo, la India no ha alcanzado esta categoría.

Durante este mismo período, el consumo mundial anual de cereales para alimentos y piensos se ha duplicado hasta alcanzar 1 900 millones de toneladas, mientras que el de carne se ha más que duplicado, lo cual es un logro nada desdeñable considerando los temores populares de que el mundo se estaba quedando sin potencial para incrementar la producción. Las principales fuerzas que han permitido alcanzar este logro incluyen ingresos más altos, que han hecho aumentar la demanda efectiva, mayores suministros, debido a mejoras en la productividad, y crecimiento de los vínculos comerciales y de transporte que han permitido cubrir los déficit de algunas zonas con los superávit de otras.

No obstante, siguen padeciendo desnutrición centenares de millones de personas

Sin embargo, este notable logro ha dejado fuera a un gran número de personas, que continúan pasando penalidades. En 1997-99, todavía padecían desnutrición 777 millones de personas en países en desarrollo, aproximadamente una de cada seis personas. Esto representa solamente una modesta disminución respecto a la cifra de 816 millones de 1990-92.

En China, enormes reducciones de la pobreza hicieron aumentar sustancialmente el consumo medio de alimentos nacional y esto tuvo un gran efecto sobre las cifras mundiales. Si se prescinde de China en el cálculo, resulta evidente que la desnutrición aumentó realmente en los demás países en desarrollo en casi 40 millones.

En 1997-99, todavía padecían desnutrición 777 millones personas en países en desarrollo, aproximadamente una de cada seis personas.

El mayor número regional de personas desnutridas en 1997-99 correspondió al Asia meridional, donde 303 millones (casi la cuarta parte de la población) siguió padeciendo desnutrición. La proporción más alta se dio en el África subsahariana, donde más de una tercera parte de la población total, es decir 194 millones de personas, padeció desnutrición.

En 1997-99, aproximadamente 30 países en desarrollo seguían teniendo un consumo medio de alimentos inferior a 2 200 kcal/día. La guerra y los conflictos civiles fueron factores importantes en más de la mitad de estos países. En la mayoría de ellos, el consumo de alimentos se encuentra en la actualidad a niveles por debajo de los alcanzados en el pasado; 23 de los 30 países se encuentran en el África subsahariana y sólo siete se encuentran en otras regiones.

La población y los ingresos seguirán creciendo

El crecimiento de la población y de los ingresos, así como los cambios de preferencias alimentarias determinarán los futuros hábitos de consumo de alimentos.

Las últimas previsiones realizadas por las Naciones Unidas (ONU) muestran una reducción continuada del crecimiento de la población mundial. En la previsión media de la ONU, la población de 6 100 millones crecerá hasta alcanzar 7 200 millones en 2015 y 8 300 millones en 2030, avanzando hacia 9 300 millones en 2050.

Progreso mundial en los niveles de nutrición: niveles de ingesta energética por porcentaje de la población mundial, 1964-66 y 1997-99


Fuente: FAO

Las percepciones de una explosión demográfica sostenida son falsas. De hecho, hace más de treinta años que el mundo alcanzó su máxima tasa de crecimiento de la población del 2,04 por ciento anual, a finales de los años sesenta. Desde entonces, la tasa de crecimiento ha disminuido hasta el 1,35 por ciento. Se espera que esta tasa siga disminuyendo hasta el 1,1 por ciento en el período 2010 a 2015 y hasta el 0,8 por ciento en 2025 a 2030. Esto ocasionará la correspondiente ralentización del crecimiento de la demanda de alimentos.

Las cifras absolutas sumadas cada año han sobrepasado también su punto máximo de 86 millones anuales, que se alcanzó a finales de los años ochenta. Incluso así, las adiciones anuales actuales, que son del orden de 77 millones, siguen siendo equivalentes a una nueva Alemania cada año. Los incrementos anuales sólo se reducirán muy lentamente durante el período del estudio, ya que incluso en 2025 a 2030 seguirán alcanzando valores de 67 millones anuales. Sólo a mediados de siglo estos incrementos habrán disminuido de manera importante hasta llegar a 43 millones anuales en 2045 a 2050. Casi todos estos incrementos corresponderán a países en desarrollo.

Para 2030, habrá importantes diferencias en las tasas de crecimiento de la población entre los países en desarrollo. Mientras que en el Asia oriental la población sólo crecerá a una tasa anual del 0,4 por ciento, la del África subsahariana seguirá creciendo todavía a una tasa del 2,1 por ciento. En el año 2030, una de cada tres personas sumadas a la población mundial será del África subsahariana. Para 2050, será una de cada dos personas.

El segundo factor más importante que determinará la demanda de alimentos será el crecimiento de los ingresos. La última evaluación hecha por el Banco Mundial del futuro crecimiento económico es menos optimista que las anteriores, pero sigue previendo un incremento del 1,9 por ciento anual de los ingresos per cápita entre 2000 y 2015, cifra que es más alta que el crecimiento anual del 1,2 por ciento experimentado en los años noventa.

La repercusión sobre la pobreza de este panorama económico global es de máxima importancia para la seguridad alimentaria, ya que pobreza y hambre están estrechamente asociados. El Banco Mundial ha estimado las consecuencias que estas previsiones de crecimiento económico tendrán para la reducción de la pobreza en el año 2015. Estas consecuencias son las siguientes:

La nutrición media mejorará, pero la desnutrición sólo disminuirá lentamente

A la luz de estos cambios en la población y los ingresos, se espera que continúe el progreso en la mejora de la nutrición, aunque a un ritmo más lento que en el pasado. Se ha previsto que el consumo medio de alimentos per cápita de los países en desarrollo aumentará el 6,3 por ciento pasando de 2 680 kcal en 1997-99 a 2 850 kcal en 2015. Esto constituye la tercera parte del aumento conseguido entre 1974-76 y 1997-99.

La reducción no se produce a causa de límites de la producción, sino debido a que muchos países ya han alcanzado niveles entre medios y altos, más allá de los cuales hay menos margen para incrementos ulteriores que en el pasado. Países con grandes poblaciones como China, donde el consumo aumentó de 2 050 kcal/cápita/día a mediados de los años setenta hasta más de 3 000 kcal en la actualidad, ya han pasado la fase de crecimiento rápido. Cada vez más países alcanzarán dichos niveles a lo largo del período de las previsiones.

En 2030, las tres cuartas partes de la población del mundo en desarrollo podría estar viviendo en países en los que menos del 5 por ciento de la población padecería desnutrición (sólo una de cada trece personas vive en esos países en la actualidad).

La Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 estableció el objetivo de reducir a la mitad el número de personas desnutridas en los países en desarrollo para 2015, en comparación con el período base 1990-92. Este estudio ha encontrado que la proporción de personas desnutridas disminuirá de forma importante, pasando del 20 por ciento en 1990-92 al 11 por ciento en 2015 y al 6 por ciento en 2030. Sin embargo, en términos numéricos, es improbable que se alcance el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. El número total de personas desnutridas descenderá probablemente de 815 millones en 1990-92 a aproximadamente 610 millones en 2015. Hasta 2030, ese número no se reducirá a 440 millones, aproximándose así al objetivo de 2015.

La proporción de la población mundial que vive en países con un consumo de alimentos per cápita por debajo de 2 200 kcal/día disminuirá hasta ser solamente el 2,4 por ciento en 2030. En algunas regiones, la reducción del número de personas desnutridas será impresionante: Por ejemplo, en Asia meridional, podría descender de 303 millones en 1997-99 a 119 millones en 2030, mientras que en Asia oriental podría reducirse a la mitad de su actual nivel de 193 millones.

Por contraste, en el África subsahariana y en el Cercano Oriente y África del Norte, lo más probable es que el número de personas desnutridas no disminuya o casi no se reduzca, aunque la proporción bajará aproximadamente a la mitad. Para 2030, en todas las regiones, excepto el África subsahariana, la incidencia de la desnutrición debe situarse entre el 4 y el 6 por ciento, muy por debajo del porcentaje actual entre el 9 y el 24 por ciento. En el África subsahariana el 15 por ciento de la población (o 183 millones de personas), seguirá padeciendo desnutrición en 2030. Esto será, con mucho, el total más alto de todas las regiones, representando sólo 11 millones menos que en 1997-99. Por tanto, el destino del África subsahariana es causa de graves preocupaciones.

Al aumentar los ingresos, el acceso a los alimentos debe hacerse más igual. Esto es debido a que las personas con ingresos bajos gastan una elevada proporción del aumento de sus ingresos en alimentos, mientras que existe un límite máximo para la cantidad de alimentos que las personas ricas están dispuestas a consumir. Esta mayor igualdad tendrá un efecto importante en el número de personas desnutridas. Por ejemplo, en los 44 países cuya ingesta media de alimentos será superior a 2 700 kcal/día en 2015, se espera que el número de personas desnutridas sea de 295 millones. Pero si la desigualdad en el acceso a los alimentos se mantuviera constante al nivel actual, este número aumentaría hasta 400 millones.

Número de personas desnutridas por regiones, 1990-92 a 2030


Fuente: datos y proyecciones de la FAO

La disminución del número de personas desnutridas entre hoy en día y 2030 será lenta, debido a varias razones:



Cambios dietéticos en los países en desarrollo, 1964-66 a 2030


Fuente: datos y proyecciones de la FAO

El número de personas desnutridas se puede reducir con mayor rapidez dando una mayor prioridad a la agricultura, aumentando la producción nacional de alimentos y reduciendo las desigualdades en el acceso a los alimentos. Estas tres medidas deberían combinarse con intervenciones continuadas para hacer frente a las consecuencias de las crisis alimentarias locales, hasta que se hayan eliminado las causas raíces de la desnutrición.

Los países tienen la posibilidad de aumentar los niveles de nutrición, incluso en ausencia de un crecimiento económico importante. Malí aumentó el consumo medio de alimentos casi en un tercio en los años ochenta, aunque el gasto familiar per cápita disminuyó durante ese período. Otros países, como Benin, Burkina Faso, Ghana, Mauritania y Nigeria, consiguieron avances similares en tiempos de crecimiento lento de la renta. La característica común parece haber sido un rápido crecimiento en la producción de alimentos básicos (cereales, raíces y tubérculos), que condujo a una mayor autosuficiencia, al menos en cereales. Debido a que la mayor parte de la agricultura se encontraba a un nivel de subsistencia o por debajo de dicho nivel, el aumento de la producción condujo directamente a mejorar el consumo de alimentos de las poblaciones rurales.

Cómo cambiarán las dietas

De la misma manera que ha aumentado la ingesta medias de calorías en el mundo, también han cambiado las dietas de las personas. Las modalidades de consumo de alimentos se están haciendo cada vez más similares en todo el mundo, incorporando alimentos más caros y de mayor calidad, como carne y productos lácteos.

Esta tendencia se debe parcialmente a simples preferencias. También, en parte, se debe a un mayor comercio internacional de alimentos, a la difusión mundial de las cadenas de comidas rápidas y a la difusión de los hábitos alimentarios americanos y europeos. La comodidad desempeña también un papel importante, por ejemplo, la facilidad de transporte y preparación del pan ya hecho o de la pizza, frente a las leguminosas-raíces. Los cambios en la dieta siguen muy de cerca los aumentos del ingreso y se producen casi independientemente de la geografía, la historia, la cultura o la religión. Sin embargo, factores culturales y religiosos explican, sin duda, las diferencias entre países con niveles de ingreso similares. Por ejemplo, los hindúes se abstienen de consumir carne de vacuno o carne en general, mientras que los musulmanes y los judíos se abstienen de consumir carne de cerdo. A pesar de los niveles de ingresos similares, los japoneses consumen muchas menos calorías procedentes de alimentos carentes de almidón que los americanos; lo mismo ocurre con los tailandeses comparados con los brasileños.

La convergencia dietética es bastante elevada entre los países de ingresos altos pertenecientes a la Organización de Cooperación y de Desarrollo Económicos (OCDE), en los que las modalidades de consumo de alimentos presentan un solapamiento del 75 por ciento con las de los Estados Unidos, lo que significa que el 75 por ciento de los productos alimenticios elaborados están basados en las mismas materias primas. Incluso Japón se ha acercado a otros países de la OCDE, con lo que el solapamiento ha aumentado del 45 por ciento en 1961 a casi el 70 por ciento en 1999. La convergencia hacia las modalidades alimentarias de los Estados Unidos se está produciendo también en otros grupos de países en desarrollo, aunque en algunos casos esto sólo ocurre lentamente, sobre todo en países sin litoral o políticamente aislados, en los que las influencias internacionales penetran con más dificultad. Sin embargo, parece que los factores culturales limitan la convergencia a un límite máximo del orden del 80 por ciento, al menos por el momento.

Estos cambios dietéticos han afectado a la demanda mundial de productos agropecuarios y continuarán afectándola. Por ejemplo, el consumo de carne en los países en desarrollo, ha aumentado desde sólo 10 kg anuales per cápita en 1964-66 hasta 26 kg en 1997-99. Se espera que siga aumentando hasta alcanzar 37 kg anuales per cápita en 2030. La leche y los productos lácteos también han experimentado un rápido crecimiento, pasando de 28 kg anuales per cápita en 1964-66 a 45 kg en la actualidad y podría alcanzar la cifra de 66 kg en 2030. También se espera que aumente la ingesta de calorías derivadas del azúcar y de los aceites vegetales. Por el contrario, se espera que el consumo humano medio de cereales, leguminosas, raíces y tubérculos deje de crecer.

El problema de la desnutrición debe hacerse más manejable

Las previsiones implican que el problema de la desnutrición debe hacerse más manejable en el futuro. Esto funcionará de dos formas importantes:



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