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Especies madereras foráneas
invasivas en los bosques
de las islas del Pacífico

J.S. Denslow

Julie S. Denslow es investigadora
ecologista y directora de grupo de la
Unidad de Especies Invasivas del
Instituto Forestal de las Islas del Pacífico,
Departamento de Agricultura de los
Estados Unidos - Servicio Forestal,
Hilo, Hawaii, Estados Unidos de América.

El árbol invasivo Miconia calvescens, introducido originalmente por su valor ornamental, constituye una amenaza para el bosque nativo en Tahiti, con rodales monoespecíficos que crean sotobosques yermos y facilitan la erosión superficial de laderas inclinadas

- J.-Y. MEYER

En los últimos años las especies foráneas invasivas han adquirido notable notoriedad como amenazas para las especies y los ecosistemas. Suelen definirse tales especies invasivas como las exóticas y no endémicas que alteran los procesos del ecosistema y ponen en peligro la supervivencia de especies nativas en ecosistemas naturales o tienen una repercusión económica considerable en la agricultura o en otras formas de uso de la tierra. Por definición, las especies foráneas invasivas son también especies foráneas naturalizadas; es decir, han establecido poblaciones que se reproducen sin necesidad de intervención humana. Aunque no todas las especies foráneas naturalizadas son invasivas, la pequeña proporción de las que lo son generan costos importantes en forma de ingresos perdidos, gastos para combatirlas y valores de conservación y servicios del ecosistema perdidos. En los bosques nativos, las plantas foráneas invasivas son capaces de dominar la cubierta vegetal inferior, de ahogar los pimpollos y de eliminar especies nativas. Pueden propiciar incendios y alterar la disponibilidad de agua y nutrientes. Incluso perturbaciones naturales como caídas de árboles facilitan el establecimiento de especies exóticas. Como pocos bosques están libres de perturbaciones, todos son vulnerables al establecimiento de plantas extrañas invasivas.

Las islas estadounidenses de Hawaii son notables por su alta diversidad de especies tanto endémicas como invasivas. Alrededor del 90 por ciento de las aproximadamente 1 300 especies de plantas que echan flores se encuentran sólo allí, a menudo en una sola isla, montaña o valle. Hawaii tiene también tantas plantas exóticas naturalizadas como nativas, de muchas de las cuales se sabe que producen efectos negativos sobre los ecosistemas nativos. Durante el último siglo, las introducciones accidentales e intencionadas por jardineros, agricultores y personal forestal han contribuido a elevar el número de plantas exóticas en el estado. Por ejemplo, la necesidad de reverdecer paisajes degradados, proteger cuencas frágiles y establecer especies de potencial maderero estimuló plantaciones extensivas de diversas especies exóticas. Por todo el archipiélago se plantaron más de 800 especies de árboles, arbustos, lianas, hierbas y pastos en muy diversos hábitats (Nelson, 1965), dando evidentemente a las nuevas especies muchas oportunidades para establecer poblaciones.

En Tahiti y Hawaii, el árbol sudamericano Miconia calvescens invade el sotobosque de los bosques pluviales nativos, llegando a crecer sobre la bóveda y a eliminar los árboles nativos. Esta especie se introdujo originalmente por su valor ornamental, pero su difusión se ha visto facilitada por los huracanes, los cerdos asilvestrados y los excursionistas. En Tahiti, la invasión ha homogeneizado el paisaje de forma que rodales de una sola especie de Miconia sustituyen el bosque nativo, empobrecen el sotobosque y facilitan la erosión superficial en las pendientes inclinadas. Hawaii gasta ahora anualmente 1,5 millones de dólares para proteger sus bosques húmedos nativos de un destino análogo.

Otros árboles invasores se introdujeron en Hawaii por su potencial maderero o para la protección de las cuencas de captación. La Grevillia robusta (roble sedoso), introducida desde Australia por su madera comercial y para su uso en la reforestación, es ahora muy invasiva en los ecosistemas forestales secos. El mantillo que genera es alelopático e impide el establecimiento de otras especies. La Falcataria moluccana (o Albizia falcataria), introducida por su sombra y sus propiedades para mejorar la tierra, se encuentra a menudo en plantaciones mixtas con cultivos y especies madereras. Se naturaliza con facilidad, no obstante, elevando las tasas de nutrientes, eliminando especies nativas y facilitando la difusión de especies foráneas. Son sólo tres ejemplos de más de 100 especies exóticas que amenazan a los ecosistemas nativos en Hawaii y en otras islas del Pacífico.

Aunque Hawaii parece el peor escenario, también ilustra la vulnerabilidad de muchas islas del Pacífico (Space, 2001). Por ejemplo, las laderas de las montañas de Guam y de otras islas del Pacífico se sembraron con la leguminosa leñosa centroamericana Leucaena leucocephala para cubrir suelos arrasados por bombardeos intensivos durante la Segunda Guerra Mundial. Guam sigue hoy dominado por la Leucaena, porque su densidad y profunda acumulación de mantillo impiden el establecimiento de árboles nativos.

En Hawaii, los planes de gestión forestal más atentamente diseñados tropiezan con la dificultad de la lucha contra la cizaña. La nativa koa (Acacia koa), madera dura valorada por su hermoso grano y sus reflejos de la luz, se extrae actualmente de bosques nativos o se recupera de rodales viejos y deteriorados. Aunque la koa se regenera bien una vez escarificado el sustrato, varias especies de hierbas exóticas invasivas compiten con las plántulas de koa a las que disputan los escasos recursos hídricos y facilitan la propagación de incendios. En los bosques húmedos, cualquier claro en la bóveda de ramas o perturbación del sustrato propicia el establecimiento de Psidium cattleianum (guayabo fresero) y Clidemia hirta, que se oponen ambos eficazmente a la regeneración natural e impiden ulteriores intervenciones forestales. Los programas de reconversión de antiguos campos de caña de azúcar para la producción de Eucalyptus deben incluir los costos de eliminación del árbol exótico Casuarina equisetifolia.

La proliferación de iniciativas locales, nacionales y mundiales para detener la propagación de especies invasivas es testimonio de los efectos de algunas poblaciones vegetales, animales y patógenas cuando se introducen fuera de sus entornos nativos. El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), el Programa regional para el medio ambiente del Pacífico meridional (Sherley, 2000), el Programa mundial sobre especies invasivas (Mooney, 1999), la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria y el Grupo de Especialistas en Especies Invasivas de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN, 2000), son algunas de las iniciativas que promueven políticas y acuerdos para impedir la introducción de las especies que amenazan los ecosistemas nativos, sus hábitats y sus especies, o para combatir o eliminar tales especies invasivas.

Por la gran escala y el dilatado marco temporal de las operaciones forestales y por sus efectos potenciales sobre la composición y la salud de los ecosistemas nativos, los responsables de la reforestación de paisajes rurales y urbanos están obligados a calcular las consecuencias de las especies escogidas. Plantas foráneas invasivas conocidas deben ser sustituidas por especies nativas o exóticas con pocas probabilidades de propagarse por rodales de plantas nativas. Entre las "mejores prácticas de gestión" debe incluirse la eliminación de invasoras conocidas, cuyo uso debe desaconsejarse. Materiales hortícolas como semillas de hierbas y pajuzo verde deben ser inspeccionados como introductores potenciales de especies problemáticas. Viveros, jardines botánicos, servicios de extensión y agencias gubernamentales deben esforzarse por informar al público sobre los peligros potenciales de las especies invasivas y deben estimular el uso de especies nativas o exóticas alternativas no propicias para crear futuros problemas de especies invasivas. Los especialistas forestales están en buena posición para erigirse en protectores de los ecosistemas nativos contra la introducción, la difusión y los efectos de las plantas invasivas.

Frente invasor de un rodal de Falcataria moluccana en la isla de Hawaii, Estados Unidos de América; el arbusto invasivo Melastoma candidum se ha establecido bajo la bóveda forestal

- F.H. HUGHES

Bibliografía


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