FAO/SMIAR - Perspectivas Alimentarias No. 5 , Noviembre 1999 pa9911 p. 4

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INFORME ESPECIAL : AUMENTA FUERTEMENTE EL NÚMERO DE EMERGENCIAS ALIMENTARIAS EN 1998/99 DEBIDO A DISTURBIOS CIVILES, CATÁSTROFES NATURALES Y CRISIS ECONÓMICAS



Panorama general

Aunque hay indicaciones de que el número de personas desnutridas en los países en desarrollo está disminuyendo, los países que se enfrentan con situaciones de escasez de alimentos en todo el mundo, a finales de 1999 y en los albores del nuevo milenio, ascienden a 35, la cifra más alta desde 1994 cuando una grave sequía afectó a amplias zonas del África subsahariana. Las causas principales son las guerras y disturbios civiles, las condiciones atmosféricas desfavorables y las crisis financieras y económicas, y se estima que unos 52 millones de personas se enfrentan con situaciones de escasez de alimento de diversa intensidad. En África, amplios sectores de la población se encaran con el espectro del hambre, en gran parte como consecuencia de disturbios civiles, mientras que en Asia, a pesar de cierta mejora, millones de personas siguen estando afectadas por una grave erosión de su poder adquisitivo y de su acceso a los alimentos como resultado de crisis financieras y económicas sin precedente. Algunas partes de América Latina, que se estaban recuperando de los estragos causados el año pasado por el huracán Mitch, han visto cómo las lluvias excesivas y las inundaciones registradas en los últimos meses frenaban considerablemente sus progresos. Además, los efectos persistentes de los fenómenos de El Niño/La Niña en 1997/98 agravan las dificultades del suministro de alimentos en muchas partes del mundo.

Desde el año pasado, ha habido un cambio en la distribución regional de la población afectada por los problemas de suministro de alimentos, habiendo disminuido el número de personas en el África subsahariana de unos 21 millones a 19 millones, mientras que en Asia ha aumentado en 5 millones hasta llegar a unos 28,3 millones, si bien esto se debe en parte a una nueva clasificación, con arreglo a la cual ocho de los 12 miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) se han asignado a Asia (Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán). En el Cercano Oriente, la peor sequía en varios decenios registrada al comienzo de este año redujo notablemente la producción de alimentos en varios países, en particular Afganistán, la República Islámica del Irán, Iraq, Jordania y Siria. En cambio, a pesar de las graves inundaciones que se produjeron en México al comienzo de octubre, el número de personas que se enfrentan con situaciones graves de escasez de alimentos en América Latina ha disminuido considerablemente este año en comparación con el año anterior, cuando inundaciones y sequías relacionadas con El Niño afectaron seriamente a varios países de la región.


Situación por regiones

ÁFRICA

Las perspectivas alimentarias en el África oriental son motivo de preocupación, debido principalmente a las condiciones atmosféricas desfavorables. En Somalia, una combinación de lluvias insuficientes, brotes de plagas e intensificación de los disturbios civiles ha ocasionado una grave escasez de alimentos para 1,2 millones de personas, de las cuales 400 000 corren peligro de muerte por inanición. En Etiopía, unos 7 millones de personas, entre ellos 2 millones de afectados por la mala cosecha de la primera campaña (Belg) de 1999, necesitan asistencia alimentaria. En Eritrea, la situación alimentaria es precaria para unas 550 000 personas afectadas por la guerra con Etiopía. En Uganda, una sequía prolongada en la región occidental ha causado pérdidas de cosechas y ha afectado gravemente a la ganadería. Los disturbios civiles en partes del país siguen interrumpiendo la producción de alimentos. En Tanzanía, se han notificado graves pérdidas de cultivos en varias regiones. En Kenya, se pronostican importantes déficit en las cosechas de varios lugares debido a la sequía, y en zonas pastorales y agropastorales se señala un empeoramiento del estado nutricional. En el Sudán, a pesar de una situación satisfactoria de los suministros alimentarios en el norte, unos 2,4 millones de personas en el sur siguen dependiendo de la asistencia alimentaria de emergencia debido al prolongado conflicto civil. En Burundi y Rwanda, las precipitaciones insuficientes han pejudicado a los cultivos cosechados recientemente, mientras que casos esporádicos de violencia siguen interrumpiendo la producción de alimentos en ambos países. En el África occidental, las perspectivas alimentarias en Sierra Leona continúan siendo desfavorables a causa de la inseguridad persistente en las zonas rurales. En Guinea Bissau, un gran número de personas se enfrentan con problemas alimentarios en el actual período posterior al conflicto. En Liberia, aunque la situación alimentaria general ha mejorado desde que terminó el conflicto civil, se notifican situaciones de escasez de alimentos para las personas desplazadas en la región septentrional. En el África central, incesantes disturbios civiles en la República Democrática del Congo siguen provocando el desplazamiento de amplios grupos de la población rural, mientras que en la República del Congo la intensificación del conflicto en la capital y sus alrededores ha dado lugar al desplazamiento de un gran número de personas. En el África austral, la situación alimentaria en Angola es catastrófica, notificándose un creciente número de muertes relacionadas con el hambre en diversas zonas. El número de personas que necesitan asistencia alimentaria de emergencia se estima en más de 2 millones. En otras partes del África austral, se prevé un empeoramiento de la situación del suministro de alimentos en Botswana, Lesotho, Namibia y Zimbabwe, después de dos cosechas consecutivas inferiores al promedio.

ASIA

En Asia, una importante catástrofe humanitaria conmocionó a Timor Oriental, tras el referéndum celebrado el 30 de agosto en el que la mayoría de la población votó en favor de la independencia con respecto a Indonesia. Las milicias contrarias a la independencia mataron a miles de personas y destruyeron sus propiedades, y más de 400 000 personas se desplazaron a causa de la violencia o fueron deportadas por la fuerza a Timor Occidental. La República Popular Democrática de Corea sigue sufriendo graves problemas crónicos de suministro de alimentos originados por una combinación de catástrofes naturales (sequías e inundaciones) registradas desde 1995 y restricciones económicas que han dado como resultado una fuerte dependencia de la asistencia internacional en gran escala. En Bangladesh, se está proporcionando asistencia alimentaria a las víctimas de las inundaciones que tuvieron lugar en julio del año pasado. En Indonesia, amplios sectores de la población del país siguen sufriendo los efectos de la grave crisis económica de 1997/98. En Mongolia, la disminución de los suministros internos de cereales ha provocado un deterioro de la capacidad del país para alimentar a su población.

En el Cercano Oriente, la peor sequía registrada en varios decenios ha reducido considerablemente la producción de alimentos en varios países. En Afganistán, las débiles precipitaciones y un brote de plagas han reducido fuertemente la cosecha de cereales de 1999, lo que se ha traducido en unas necesidades de importación de cereales sin precedente para 1999/2000. En Iraq, la sequía ha asolado casi la mitad de la superficie total cultivada en 1999, mientras que en Jordania la sequía ha hecho que la cosecha interna de cereales sea la más baja jamás registrada, por lo que unos 180 000 pequeños pastores y hogares rurales sin tierras necesitan asistencia alimentaria urgente. Análogamente, la sequía ha afectado gravemente a los cultivos y la ganadería en Siria, donde miles de pastores necesitan asistencia.

Entre los países de la CEI de Asia, las poblaciones vulnerables de Armenia, Azerbaiyán y Georgia continúan necesitando asistencia humanitaria. En Tayikistán, la cosecha insuficiente de cereales en 1999 podría agravar la difícil situación de los pobres y aumentar el número ya elevado de personas vulnerables.

AMÉRICA LATINA

En América Latina y el Caribe, se está proporcionando asistencia alimentaria a Honduras y Nicaragua, afectados por el huracán Mitch, y a Haití y Cuba, afectados anteriormente por el huracán Georges.

EUROPA

En Europa, se siguen aplicando importantes programas de ayuda alimentaria para personas necesitadas en todos los países de los Balcanes, especialmente en Kosovo, provincia de la República Federal de Yugoslavia. En particular, se está procurando orientar la ayuda a zonas remotas que serán probablemente inaccesibles durante los meses de invierno. En Albania, continúa prestándose asistencia alimentaria a los refugiados kosovares que permanecen en el país y a las familias que los hospedan. En Bosnia y Herzegovina, los disturbios civiles en la región han perjudicado a la economía, y el país acoge a un número considerable de refugiados. En la ex República Yugoslava de Macedonia, el hundimiento del comercio con la República Federal de Yugoslavia ha causado un deterioro de las condicio-nes económicas y ha aumentado la vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria. En la Federación de Rusia, se ha registrado una importante crisis huma-nitaria en el norte del Cáucaso, donde las operacio-nes militares en Chechenia han provocado el des-plazamiento de unas 166 000 personas, principal-mente a la vecina Ingushetia. La pequeña y empo-brecida República hospedante (con una población de 300 000 personas) no está en condiciones de afrontar la situación y ha pedido asistencia interna-cional para suministrar alimentos, refugio, calefac-ción y asistencia médica. Algunos refugiados che-chenos han encontrado refugio entre la población local, pero muchos viven a la interperie, a pesar del frío y la inminencia del invierno.


Tendencias en las emergencias alimentarias mundiales
entre 1984 y 1999

En los 15 últimos años, ha habido un cam-bio perceptible en las causas de las emergencias alimentarias. Mientras que las catástrofes de origen humano, como por ejemplo guerras civiles, repre-sentaron sólo el 10 por ciento de las emergencias alimentarias totales en 1984, en 1991 la proporción había aumentado hasta casi un 30 por ciento. En 1994 se habían incrementado hasta el 49 por ciento y para finales de 1999 constituían el 43 por ciento (véase la Figura 1). 1/

En general, debido a la mayor conciencia in-ternacional derivada en gran medida de la evolución de la tecnología de alerta en relación con catástro-fes de lenta aparición (como por ejemplo la sequía) y la rápida difusión de la información, el mundo está mejor preparado actualmente que en el decenio de 1980 para afrontar emergencias alimentarias. Por ejemplo, la sequía de 1991/92 en el África austral, que devastó la producción agrícola de la subregión y dio lugar a unas necesidades de importación de alimentos excepcionalmente altas, no causó pérdi-das de vidas, ya que los respectivos gobiernos na-cionales y la comunidad internacional en general se hicieron eco de unas alertas oportunas y creíbles. Una coordinación eficaz entre los países de la sub-región y el sistema de las Naciones Unidas, así como una respuesta generosa por parte de los donantes, evitaron la posible amenaza del hambre. Como resultado de la experiencia de la crisis de 1991/92, se logró neutralizar los efectos de la emer-gencia causada por la sequía de 1994/95 en el África austral mediante planes para imprevistos des-tinados a ayudar a las poblaciones afectadas. Aná-logamente, la rápida respuesta internacional atenuó considerablemente los efectos de las graves inundaciones y sequías de 1997/98 asociadas con los fenómenos meteorológicos de El Niño/La Niña en varias partes del mundo. No obstante, es más difícil alertar de catástrofes naturales repentinas (por ejemplo terremotos), así como de catástrofes de ori-gen humano (por ejemplo el estallido repentino de un conflicto civil) y por consiguiente la capacidad internacional para preparar planes adecuados para las emergencias alimentarias resultantes es más li-mitada. Esta limitación se ha acentuado desde la campaña de 1994/95, habiendo sido los envíos de ayuda alimentaria constantemente inferiores al obje-tivo mínimo anual fijado por la Conferencia Mundial de la Alimentación en 10 millones de toneladas.

A pesar de una recuperación parcial en las tres últimas campañas, la difícil situación de la ayuda alimentaria responde en gran medida a la reducción de los presupuestos de los países donantes y también a la posible fatiga de éstos, especialmente en lo que concierne a las emergencias alimentarias prolongadas. También es evidente que la respuesta de los donantes a las peticiones de recursos necesarios para una rápida rehabilitación de la producción de alimentos a raíz es cada vez menor, siendo las contribuciones demasiado escasas en relación con las necesidades. Sin embargo, como se señalaba en las conclusiones de un reciente informe del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz (PRIO) de Oslo: "...la rehabilitación de la agricultura es una condición esencial para el desarrollo, para reducir la pobreza y prevenir la destrucción del medio ambiente, y para reducir la violencia" 2/.

Con el fin de hacer frente a emergencias alimentarias actuales y futuras, es urgente que los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos, en particular los que se ven afectados por emergencias alimentarias, presten mayor atención a la rehabilitación, la recuperación y el desarrollo agrícolas aumentando los recursos asignados a la agricultura. Sin embargo, para la mayoría de estos países, esta medida se verá muy limitada por la enorme carga de la deuda internacional.

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Por consiguiente, sin una asistencia externa cuantiosa y sostenida, las emergencias alimentarias y la inseguridad alimentaria crónica seguirán afligiendo a millones de personas en el futuro previsible. Será necesario canalizar una parte importante de la asistencia internacional a través de programas que tengan por objeto conseguir aumentos rápidos y sostenibles de la producción de alimentos y la productividad agrícola, como por ejemplo el Programa Especial de la FAO para la Seguridad Alimentaria, destinado a los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos.


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