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La revegetación de las minas de hierro en el estado de Minas Gerais, Brasil

J.J. Griffith y T.J. Toy

James Jackson Griffith es profesor
del Departamento de Ingeniería
Forestal, Universidad Federal de
Viçosa, Viçosa, Minas Gerais, Brasil.

Terrence Joseph Toy es profesor del
Departamento de Geografía y
Geología, Universidad de Denver,
Denver, Colorado, Estados Unidos
de América.

Historia de las prácticas empresariales de rehabilitación de terrenos, desde la década de 1970 hasta el presente, para las minas de hierro a cielo abierto de Minas Gerais, el estado minero más importante del Brasil.

La minería de hierro en el estado de Minas Gerais, Brasil, tiene una historia de 300 años en un contexto ambiental problemático. Algunas de las reservas más abundantes y de superior calidad del mundo se encuentran en la región del Quadrilátero Ferrífero en el sudeste del Brasil, zona montañosa pintoresca para los turistas pero difícil para la minería en gran escala. Las lluvias de verano son torrenciales (precipitaciones de hasta 1 200 mm al año), y los ecosistemas de la región son muy diversos, comprendiendo bosques pluvia-les atlánticos, sabanas de «cerrados» y praderas muy elevadas (campo rupestre). Varias minas a cielo abierto producen más de 15 millones de toneladas de mineral al año, lo que coloca al Brasil entre los primeros productores mundiales de mineral de hierro. Por término medio, las minas de Minas Gerais producen alrededor de una tonelada de residuos por cada tonelada de mineral, lo que significa que esas enormes cantidades de desechos deben transportarse y evacuarse de manera adecuada.

En este artículo se explica cómo se han desarrollado las prácticas de rehabilitación en estos terrenos degradados en los últimos 25 años, haciendo ver cómo ramas de todas las disciplinas del saber se han combinado para promover el progreso en políticas empresariales, adelantos técnicos, nuevas reglamentaciones, fortaleza institucional y maduración de la filosofía medioambiental (Barth, 1989; Toy y Griffith, 2001).

Gran mina a cielo abierto cerca de la región metropolitana de Belo Horizonte, Minas Gerais

- J.J. GRIFFITH

EVOLUCIÓN DE LAS PRÁCTICAS DE REHABILITACIÓN

Las prácticas de rehabilitación de minas se han desarrollado paralelamente a la evolución general del interés empresarial por la ecología en el Brasil. Hoffman (1997) proponía dividir la historia de la actitud empresarial frente la ecología en un país en fases o períodos bien definidos. Los últimos 70 años de la minería de hierro brasileña en Minas Gerais parecen haber atravesado cuatro fases: desdén del medio ambiente, ecologismo industrial, ecologismo reglamentista y ecologismo estratégico. La acumulación gradual de repercusiones medioambientales durante cada fase ha terminado por suscitar un cambio ambiental importante, lo que a su vez ha llevado a la fase siguiente. Los ejemplos se encuentran sobre todo en las grandes firmas que tienen más capital para invertir en programas ecológicos, poniéndose así en cabeza del sector.

Fase I - Desdén del medio ambiente (1934 a 1977)

Durante muchos años, las compañías mineras se interesaban tan sólo por producir y negaban en general que hubiera problemas de medio ambiente. La minería empezó a cambiar cuando la Ley de Minas del Brasil de 1934 y las Constituciones de 1937 y 1940 reservaron los derechos sobre los minerales del subsuelo como propiedad pública y autorizaron concesiones mineras. La expansión de la minería de hierro después de la Segunda Guerra Mundial empezó con la inauguración de las acerías de Volta Redonda en 1946. El presidente Juscelino Kubitschek incluyó en su Programa de Objetivos un plan para elevar la capacidad de producción de lingotes de acero en Minas Gerais en 1 466 000 toneladas más en el período de 1962 a 1965. Muchas de las primeras acerías se alimentaban con carbón vegetal, y la expansión de la industria se tradujo en una deforestación enorme y descontrolada (Dickenson, 1967).

En los terrenos de las minas, las consecuencias ambientales más visibles resultaron de la práctica de vaciar los desechos en bota-foras (vertederos) en cualquier lugar cómodo. Estas evacuaciones ilimitadas de residuos y lodos contaminó gravemente y a menudo llenó muchos kilómetros de corrientes de agua con sedimentos. La tierra circundante a las minas parecía demasiado abundante para suscitar preocupación. La actitud general de los responsables de las minas podría resumirse en un «dejemos que la naturaleza cure las heridas», y en efecto algunas especies vegetales como Vernonia polyanthes, Ricinus communis y otras pioneras terminarían por aparecer. Pero a menudo hicieron falta décadas para que nuevas colonias de plantas se establecieran en cortaduras escarpadas, vertederos, paredes profundas de los pozos y depósitos de sedimentos. Muchas de estas zonas abandonadas nunca se estabilizaron y siguieron hundiéndose y deteriorándose, haciendo imposible la aparición de plantas. En tierras más estables, plantas foráneas agresivas como Melinis minutiflora invadieron frecuentemente las zonas arrasadas.

Vertedero incontrolado de la capa de recubrimiento y de desechos de minas de hierro en la región de Itabira, Minas Gerais, típico de la década 1980-1989 pero no practicado actualmente

- J.J. GRIFFITH

Fase II - Ecologismo industrial (1977 a 1988)

La rehabilitación de minas en el Brasil empezó sólo tras las protestas públicas en 1977 en Belo Horizonte, la capital de Minas Gerais. La queja fundamental era la degradación ambiental de la conocida Serra do Curral por encima de la ciudad, causada por la extracción de mineral de una gran mina a cielo abierto. Los principales diarios de la ciudad publicaron muchos editoriales y artículos denunciando varios efectos de la minería. Las críticas apuntaban a la deforestación realizada para ampliar un depósito de sedimentos y a la alteración visual de la silueta original de la cordillera. Muchos ciudadanos sintieron que los efectos de la mina eran símbolo de un deterioro general de la calidad de la vida.

Preocupadas por la posibilidad de intervención gubernamental, las compañías mineras de toda la nación prestaron atención al caso de Belo Horizonte. Varias empresas, especialmente en Minas Gerais, pusieron en marcha voluntariamente medidas mitigadoras del impacto ambiental, con inclusión de proyectos de revegetación. Las principales compañías buscaron soluciones rehabilitadoras mediante su propia capacidad tecnológica interna. La interferencia del Gobierno o de la opinión pública, aunque no totalmente ignorada, se consideró intrusiva. Los ingenieros responsables de estos programas iniciales recurrían a plantaciones para proteger trabajos básicos de movimientos de tierras como presas de contención de sedimentos y para estabilizar los cortes hechos para las carreteras. Muchas tierras no aptas para la minería pero partes de una concesión general se plantaron con árboles comerciales (Eucalyptus spp. y Pinus spp.) para evitar la invasión de ocupantes pobres sin títulos.

Varios adelantos importantes en ingeniería ambiental y revegetación se realizaron en este período. Se publicó el primer boletín universitario sobre prácticas de rehabilitación de tierras, que presentó varios ejemplos de minas de hierro brasileñas (Griffith, 1980). En 1982 se instaló en una mina de la región de Mariana el primer vertedero de residuos controlado con planificación del sistema de drenaje y de la reconstrucción topográfica. Las leyes exigieron a las compañías que mejoraran sus programas ambientales. Por ejemplo, en 1986 se entabló una demanda contra la compañía minera mayor del estado en la región de Itabira, denunciando que, como en el caso de Serra do Curral en 1977, las minas de hierro causaban daños en la vegetación original y desfiguraban el terreno natural. En respuesta a la presión del tribunal estatal, la compañía minera emprendió un amplio programa de reforestación urbana, realizando en dos años 212 000 trasplantes de unas 200 especies. En 1987, el Departamento Federal de Producción Minera organizó un curso de formación en varias grandes ciudades con el título «Control de la contaminación en la minería» (Brasil, Departamento Nacional de Producción Minera, 1987).

Los proyectos de revegetación recurrieron con frecuencia a métodos de siembra hídrica (por ejemplo con Brachiaria decumbens, Melinis minuti-flora, Lolium multiflorum). También se plantaron árboles de leguminosas-mimosas y melastomatáceas, suministradas muchas veces por viveros regentados por la compañía. Se utilizó grama (Paspalum notatum) para proteger las presas de contención de residuos y para adecentar parajes muy visibles como desmontes a los lados de las carreteras cerca de las oficinas de la compañía. Frecuentemente se ocultaron las vistas no deseables desde la carretera de operaciones mineras plantando apretadas filas de Eucalytus spp., Pinus spp. y Casuarina sp.

Varias compañías mineras patrocinaron la primera evaluación general de las prácticas de rehabilitación de minas brasileñas (Barth, 1989). La rehabilitación de algunas minas se calificó de excelente, comparable con las rehabilitaciones en cualquier parte del mundo. No obstante, en más del 50 por ciento de las minas brasileñas no se practicaba forma alguna de rehabilitación en esa época. La conclusión general, basada en el muestreo de minas de Barth de 1987, revelaba una falta de planificación a largo plazo para el uso de la tierra después de la explotación minera. Otras prácticas que necesitaban mejorarse eran las de recuperación de la capa de tierra superficial, estabilización de laderas, prevención de la erosión y la compactación del suelo, preparación de plantaciones, análisis y fertilización del suelo, selección de especies, técnicas de siembra, administración de parajes tras la revegetación y organización de programas de investigación sobre rehabilitación (Toy y Griffith, 2001). El informe señalaba que se reconocían muchos de estos problemas y que se trabajaba en ellos.

Fase III - Ecologismo reglamentista (1988 a 1999)

La Constitución Federal de 1988 declaró en su artículo 225 que «Quienes explotan los recursos minerales están obligados a rehabilitar el medio ambiente degradado, conforme a la solución técnica exigida legalmente por el organismo público competente». Esta exigencia específica inauguró otro período histórico, caracterizado por la observancia técnica por parte de las grandes compañías de las leyes federales, estatales y municipales (Hoffman, 1997). Lamentablemente, esta observancia tuvo escasos resultados, porque las leyes y los reglamentos sobre medio ambiente aprobados después de 1988 para cumplir el mandato constitucional fueron muy laxos y la competencia legislativa estaba demasiado dispersa entre varios organismos (Nascimento, 2001). En algunos casos se solaparon las leyes. Por ejemplo, el artículo 224 de la Ley Municipal Orgánica de Belo Horizonte, promulgada en 1990, protegía la Serra do Curral contra nuevas alteraciones declarándola monumento natural. Esta ley completaba, pero sobre todo simplemente reiteraba, una medida federal similar tomada en 1960 para proteger el mismo paisaje.

Se progresó, no obstante, en la reducción de la contaminación del aire y el agua, el control de detonaciones (en especial rebajando los niveles sonoros de la voladura de rocas cerca de zonas urbanas) y la reconstrucción topográfica de los pozos vaciados y los depósitos de escombros procedentes de la capa de recubrimiento (material geológico superpuesto al mineral). A ello contribuyeron nuevas disposiciones federales como un decreto de 1989 sobre preparación de un Plan de Rehabilitación de Áreas Degradadas (PRAD); un decreto de 1990 que autorizó a la agencia ambiental estatal a otorgar y controlar importantes licencias mineras, incluido el PRAD; cuatro resoluciones del Consejo Nacional para el Medio Ambiente (CONAMA) entre 1990 y 1997 que dictaron nuevas normas sobre licencias mineras y medio ambiente; y la Ley de 1998 sobre Delitos Ambientales, que impone sanciones administrativas y penales por actos o actividades que causen daños al medio ambiente (Toy y Griffith, 2001). A partir de la experiencia en las minas de hierro de Minas Gerais, la Asociación Brasileña de Normas Técnicas formuló una norma específica de aplicación general sobre vertidos de residuos mineros (Associação Brasileira de Normas Técnicas, 1993).

En 1992 tuvo lugar en Curitiba, estado de Paraná, el primero de cuatro simposios nacionales sobre rehabilitación de tierras degradadas, organizado por especialistas universitarios en rehabilitación. Los cuatro simposios celebrados hasta la fecha han venido a ser el foro principal de investigación sobre rehabilitación de tierras en Brasil. Han incentivado además a las compañías para que adopten un enfoque más ecológico en los proyectos de revegetación. Aun así, la mayoría de los administradores de minas no pasaron de combatir la erosión a corto plazo con fines estéticos (Toy, Griffith y Ribeiro, 2001). Tal vez para aplacar a los inspectores y otros visitantes optaron por un sistema de «alfombra verde», utilizando especies exóticas agresivas de crecimiento rápido para la pronta restauración de la cubierta vegetal (Griffith, Dias y Jucksch, 1996).

Los proyectos de revegetación durante este período se apoyaron cada vez más en la siembra hídrica con gran diversidad de especies (Cajanus cajan, Dolichos lab-lab, Avena strigosa, Glycine wightii). Se emprendieron trasplantes de árboles y matorrales usándose especies nativas de crecimiento rápido (Senna machrantera, Tibouchina granulosa, Vismia guianensis) y especies introducidas (Acacia mangium, Leucaena sp.). Se prestó especial atención a las leguminosas (Acacia holosericea, Enterolobium contortisili-quum) como proveedoras de nitrógeno. En algunos casos, la capa superior de la tierra retirada de minas recién abiertas se aplicó en parajes preparados para la revegetación. Científicos y administradores cooperaron en experimentos para diseñar nuevas formas de dispersión de propágulos, desde la instalación de perchas para aves (que facilitaron la dispersión de cecropiáceas, melastomatáceas y rubicáceas) hasta aplicación de desperdicios forestales (Croton urucurana, Vanillosmopsis erytropappa) y la extensión, directamente en sustratos descubiertos, de restos vegetales procedentes de la poda de jardines residenciales o del corte de céspedes (Bougainvillea spp., Calliandra brevipes, Calanthea spp.) (Toy y Griffith, 2001).

En las fases anteriores se olvidaban las plantas una vez establecidas, pero ahora las compañías empezaron a invertir en mantenimiento y protección contra el fuego, los insectos, el pastoreo ilegal y las enfermedades de las plantas. Se puso de moda patrocinar programas de educación ambiental para trabajadores de la industria y alumnos de las escuelas, lo que contribuyó a mejorar la imagen de las empresas.

Silva (1993) consiguió reverdecer taludes muy inclinados en una mina de hierro en Conselheiro Lafaiete sujetando con estacas sacos de yute llenos con tierra, fertilizante, material orgánico y semillas de Brachiaria ruziziensis, Cajanus cajan, Stizolobium aterrimum y otras especies. A partir de esta experiencia inicial se desarrolló una industria artesanal de fabricación de esteras biodegradables, que son utilizadas hoy por departamentos de carreteras y ferrocarriles, además de las minas, para reverdecer taludes de fuerte pendiente. Zonas circundantes a instalaciones industriales y carreteras próximas a las minas se adecentaron plantando especies forestales urbanas corrientes como Bauhinia variegata, Caesalpinia pelto-phoroides y Callistemon citrinus. Se impuso por ley a las compañías mineras la obligación de proteger áreas de reserva natural dentro de sus concesiones, y varias compañías encargaron inventarios de especies de los sectores forestales comprendidos en sus terrenos.

Revegetación de taludes en Viçosa, Minas Gerais, utilizando sacos de yute llenos con tierra, fertilizante, material orgánico y semillas

- J.J. GRIFFITH

Fase IV - Ecologismo estratégico (1999 hasta el presente)

En 1999 se concedió a una multinacional dedicada a la minería de hierro en la región de Mariana el primer Certificado de Calidad Ambiental 14001 de la Organización Internacional de Normalización (ISO). Algunas otras compañías mineras iniciaron programas análogos, pero no está claro que esta tendencia se confirme. Este certificado requiere que se establezca un Sistema de gestión ambiental mediante el cual la entidad estructure sus actuaciones en respuesta a los riesgos ambientales y a las oportunidades del mercado de conformidad con su perspectiva institucional.

Esta fase se caracteriza por la aparición de nuevos actores en la organización de las compañías: inversores, aseguradores, competidores, comunidades locales, etc. (Hoffman, 1997). Esta expansión obliga a las compañías a incorporar consideraciones medioambientales en sus estrategias generales de gestión en lugar de relegarlas a bajas prioridades en sus jerarquías organizativas. Los programas de certificación exigen a las compañías aspirantes que presenten pruebas de participación de la comunidad; pero hasta ahora hay pocos indicios de que esto ocurra. Otro problema importante es la falta persistente de planes a largo plazo para el uso de las tierras tras el cierre de las minas (Toy y Griffith, 2001; Nascimento, 2001; Barth, 1989; Toy, Griffith y Ribeiro, 2001).

A nivel técnico siguen progresando las prácticas de la ingeniería, con la instalación de controles de erosión de arcenes (colectores de sedimentos), la reconstrucción topográfica para la mejor integración de parajes y arroyos rehabilitados y naturales, y la creación de un hábitat para la fauna (montones de rocas y cantos rodados como refugio). La mayoría de las compañías promueven la recogida y el reciclaje de materiales de desecho industriales. Los materiales tóxicos (procedentes de pruebas de laboratorio, baterías, etc.) se aíslan ahora en zonas especiales para hacerlos desaparecer debidamente. Muchas compañías tienen programas de reciclaje de basuras, y algunas han hecho experimentos de utilización de residuos de cafetería como fertilizante en proyectos de revegetación.

Para los especialistas en rehabilitación de tierras, es fundamental actualmente convencer a los administradores de que los proyectos de revegetación pueden contribuir de muchas maneras al sistema de gestión medioambiental de una compañía. Muchas innovaciones han mejorado el arraigo de plantas, a veces con colaboración de las universidades. Hoy se encuentran en el comercio sistemas de esteras biodegradables más sofisti-cados con semillas incorporadas y diversos tejidos. Se han añadido a los ingredientes de siembra hídrica otros nuevos como estopa de filtros de cigarrillos y borra de algodón. Los especialistas están adoptando planteamientos ecológicos más específicos para cada paraje -una vegetación determinada adaptada a las condiciones del lugar- en vez de aplicar por todas partes una receta uniforme. Se hacen ensayos para integrar las porciones conservadas de bosque con espacios recién reverdecidos, propiciando relaciones sinérgicas entre comunidades de flora y fauna. Se supervisan las zonas rehabilitadas para comprobar que la nueva vegetación se mantiene sana, a salvo de incendios, insectos, enfermedades y pastoreo ilegal.

Sustrato esquistoso muy erosionado e inestable a lo largo de la vía férrea de una mina de hierro en la región de Mariana, Minas Gerais.

El mismo talud de la vía férrea arreglado, plantado y protegido con esteras biodegradables

CONCLUSIONES

Este repaso de la evolución en la actitud de las empresas ante el medio ambiente, en el caso específico de las minas de hierro, permite extraer las siguientes conclusiones.

El ecologismo empresarial sigue desarrollándose en todo el mundo. Dadas las complejas diferencias en las condiciones físicas y socioeconómicas de cada país, es difícil predecir cuál será la próxima fase en el Brasil o cómo afectará a las técnicas de revegetación en las minas de hierro. Hoffman (1997) predice que en los Estados Unidos la próxima fase histórica dependerá de la forma en que las empresas, junto con otras partes interesadas, definan y asimilen el concepto de desarrollo sostenible. En el Brasil, tal vez la mayor influencia sobre la organización de la minería es la consolidación de la propiedad de las grandes minas de hierro en una sola compañía. Las repercusiones de este hecho en la gestión medioambiental, los programas de certificación en las minas, y en especial las prácticas de revegetación serán el próximo capítulo en la historia de la rehabilitación de tierras en el Brasil.

Trabajos de reconstrucción del paisaje en zonas mineras de la región de Mariana, Minas Gerais

Zonas mineras reconstruidas y recientemente reverdecidas por siembra hídrica en la región de Mariana, Minas Gerais

Bibliografía


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