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III. América Latina y el Caribe

PANORAMA REGIONAL

Resultados económicos generales

El año 2001 ha sido un período de estancamiento, si no de clara recesión, para la mayoría de las economías de la región de América Latina y el Caribe. El difícil entorno exterior, caracterizado por un lento crecimiento económico y mercados financieros inestables, se ha sumado en varios países a problemas internos relacionados con la débil demanda nacional, los desequilibrios macroeconómicos y la inestabilidad política. Estos factores se han traducido en una notable reducción de la actividad económica en la región, estimándose el crecimiento del PIB en torno al 1 por ciento en 2001, alrededor de la mitad de la tasa alcanzada en 200073. La reducción de la actividad económica, debido a sus efectos depresivos en los sueldos, el empleo y, en último término, en la demanda efectiva de alimentos, constituye un grave retroceso desde el punto de vista de la seguridad alimentaria.

2001 fue un año de estancamiento económico para América Latina y el Caribe.

A diferencia de 2000, en que la fuerte economía de los Estados Unidos ejerció un efecto positivo más sólido en la parte norte de la región (especialmente México) que en el sur, en 2001 los malos rendimientos se distribuyeron con mayor igualdad en toda la región. Tuvieron consecuencias importantes para el conjunto de la región los bajísimos resultados obtenidos en sus tres mayores economías. En México, se preveía un crecimiento cero después de la tasa elevadísima (6,9 por ciento) alcanzada en 2000. La economía del Brasil, tras registrar signos prometedores de recuperación en 2000 y comienzos de 2001, sufrió las consecuencias de la grave crisis de la electricidad y del empeoramiento del entorno económico. En cuanto a la Argentina, que padecía su cuarto año consecutivo de recesión, su economía resultó gravemente afectada por la práctica desaparición total de la financiación exterior y por las dificultades para reducir el déficit fiscal y atender al servicio de la deuda pública. Estos acontecimientos arrojan incertidumbre sobre las perspectivas de la Argentina de alcanzar una pronta recuperación y suscitan preocupaciones por sus repercusiones financieras y comerciales en todo el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y el resto de la región. Perú y Uruguay se enfrentaron también con situaciones muy difíciles, que se prevé se traducirán en tasas de crecimiento inferiores al 1 por ciento en 2001, mientras que Chile y Venezuela, pese a padecer cierta desaceleración, mantendrán probablemente las tasas de crecimiento de un 3 por ciento.

La desaceleración del crecimiento económico se ha transmitido a todos los países mediante una pronunciada reducción del comercio. Al debilitarse la demanda y bajar los precios de sus productos de exportación, la región experimentó una notable reducción de sus ingresos de exportación. También se redujeron sus importaciones, si bien en medida menor que las exportaciones, por lo que se prevé que el déficit comercial de la región aumentará en 2001. Como consecuencia de ello, su actual déficit de cuenta aumentará de 47 000 millones de dólares EE.UU. en 2000 a 58 000 en 2001, representando esta última cifra el 3 por ciento del PIB de la región. Con los niveles de cuenta corriente y de capital indicados por las proyecciones, las transferencias netas de recursos a la región en 2001 serían casi cero. En realidad, por tercer año consecutivo, la afluencia bruta de capital deberá asignarse totalmente a la amortización de la deuda y a servicios atribuibles a los factores.

El crecimiento de la producción agrícola fue inferior a la media en 2000.

Resultados recientes de la agricultura

Con excepción de 1994-95 y 1999, que fueron años favorables para la agricultura, los resultados del sector agrícola de la región han tendido en los últimos años a ser peores que los del conjunto de la economía. Esto vale también para el 2000, en que el crecimiento de la producción agrícola del 2,1 por ciento fue notablemente inferior al de la actividad económica general y sólo ligeramente superior al crecimiento demográfico. El bajo crecimiento de la producción vegetal (0,6 por ciento) quedó compensado en parte con el sólido aumento continuo (4,4 por ciento) de la producción en el sector ganadero. El aumento de la producción de cultivos fue bajo en los tres principales países productores: Argentina (con la excepción de los cereales), Brasil (donde disminuyó la cosecha de cereales) y México. En cuanto a las subregiones, sólo en el Caribe los resultados de la agricultura fueron superiores a la media, con un aumento tanto de la producción vegetal como de la ganadera del 3,1 por ciento. En América Central y América del Sur, el aumento de la producción fue similar al promedio regional, del 1,7 por ciento y del 2,2 por ciento, respectivamente.

Cuadro 17
TASAS DE CRECIMIENTO ANUAL DEL PIB REAL EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

 

1997

1998

1999

2000

20011

20021

(Porcentaje)

Argentina

8,1

3,8

-3,4

-0,5

-2,7

-1,1

Brasil

3,3

0,2

0,5

4,4

1,8

2,0

Chile

7,4

3,9

-1,1

5,4

3,3

3,0

Colombia

3,4

0,6

-4,1

2,8

1,4

2,4

México

6,8

5,0

3,7

6,9

0

1,2

Perú

6,7

-0,5

0,9

3,1

0,2

3,7

Venezuela

6,4

0,2

-6,1

3,2

2,7

1,8

América Latina y el Caribe

5,3

2,3

0,1

4,1

1,0

1,7

1 Proyecciones.
Fuente: FMI. 2001. Perspectivas de la economía mundial, diciembre. Washington, D.C.

Se prevén algunas mejoras para 2001. Se estima que la producción agrícola aumentó un 2,7 por ciento, cifra que continúa siendo inferior a la tendencia (el crecimiento anual medio en 1991-2001 fue del 2,9 por ciento aproximadamente). El tiempo y las condiciones del mercado afectaron a los países y a los distintos productos en medida muy diferente en 2001. En particular:

Se esperan algunas mejoras en los resultados generales de la producción agrícola de 2001.

Cuadro 18
TASAS DE CRECIMIENTO NETO DE LA PRODUCCIÓN EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Año

Agropecuaria

Agrícola

Cereales

Ganadera

 

(Porcentaje)

1992-96

2,9

2,5

4,5

3,6

1997

3,3

3,7

3,3

1,9

1998

1,7

2,6

-2,4

1,1

1999

5,4

4,5

4,8

6,3

2000

2,1

0,6

2,6

4,4

20011

2,7

4,6

7,8

1,8

1 Cifras preliminares.
Fuente: FAO.

CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DEL COMERCIO AGRÍCOLA

Es difícil excederse en destacar la importancia del comercio agrícola para la región de América Latina y el Caribe, la cual es con mucho, en términos per cápita, la más orientada al comercio agrícola de todas las regiones de países en desarrollo. Sus exportaciones agrícolas (cuyo valor asciende a unos 100 dólares EE.UU. per cápita/año) son cinco veces mayores que las del África subsahariana o las de Asia y el Pacífico, y más de tres veces superiores a las del Cercano Oriente. El valor de las importaciones agrícolas per cápita de América Latina y el Caribe es también muy superior al promedio de todas las regiones en desarrollo, con excepción del Cercano Oriente. Pese a la rápida industrialización, el comercio agrícola y las actividades económicas conexas siguen constituyendo fuentes decisivas de crecimiento, empleo y divisas para la región.

La estructura del comercio agrícola de la región ha sufrido cambios importantes durante los últimos decenios.

Sin embargo, la estructura y características del comercio agrícola de la región han sufrido cambios significativos durante los últimos decenios, que han representado un período de importantes transformaciones en la situación económica, política e institucional general. La agricultura de la región, especialmente sus sectores más modernos y orientados al comercio, ha mostrado una notable capacidad de aprovechar las nuevas oportunidades derivadas de una mayor liberalización e integración de los mercados mundiales. No obstante, el sector se ha enfrentado con dificultades para mejorar la productividad y competitividad, mediante la diversificación de su base de productos y manteniendo una sólida presencia en el comercio mundial. Estas dificultades se han unido a limitaciones internas y también a la intensificación de la competencia internacional, a la inestabilidad y frecuente depresión de los mercados y a la persistencia de obstáculos institucionales al comercio agrícola.

En esta sección se presentan datos estadísticos que demuestran estas cuestiones. Se ofrecen, en particular, indicadores de la importancia económica del comercio agrícola para América Latina y el Caribe, tanto actualmente como en períodos anteriores, y se estudian las principales características, tendencias y pautas de cambio del comercio agrícola en la región.

Las exportaciones agrícolas han aumentado más rápidamente que la producción en los años noventa.

Importancia creciente del comercio agrícola en relación con la producción

En los últimos decenios se ha registrado un crecimiento del volumen del comercio agrícola con tasas notablemente superiores a las de la producción agrícola. Esta tendencia, que destaca la creciente independencia e integración de la agricultura de la región con los mercados mundiales, ha sido especialmente clara desde mediados de los años noventa, período de liberalización del comercio y revitalización de los acuerdos comerciales internacionales (Figura 25). De hecho, mientras el volumen de la producción aumentó en torno al 56 por ciento de 1980 a fines de los años noventa, el de las exportaciones casi se duplicó durante el mismo período.

La importancia cada vez mayor del comercio en relación con la producción puede observase también en las importaciones, especialmente las de cereales que representan el grupo principal de productos importados. La Figura 26 muestra el notable aumento del suministro de cereales per cápita, de unos 220 a 290 kg al año, entre comienzos de los años sesenta y 1999.

El crecimiento del suministro de cereales, que ha contribuido firmemente a la notable mejora nutricional de la región durante los últimos decenios, se ha conseguido en gran medida gracias al aumento del recurso a las importaciones. De hecho, mientras la producción de cereales per cápita ha disminuido con respecto a los niveles alcanzados a mediados de los años ochenta, las importaciones han aumentado hasta representar un 12 por ciento del suministro total de cereales en 1996-99.

Importancia menor de la agricultura en el comercio total de mercancías

En la Figura 27 se resumen las tendencias generales de las importaciones y exportaciones de productos agrícolas, pesqueros y forestales y la proporción de las mismas con respecto al comercio total de mercancías.

En general, el comercio agrícola mostró un considerable dinamismo durante los años setenta, debido a los aumentos pronunciados de los precios de las exportaciones de productos básicos tradicionales registrados a comienzos y durante el decenio. Siguió después un estancamiento durante los años ochenta, período de profunda depresión de los mercados de la región con descensos espectaculares de los precios, sobre todo durante 1982-83, para reanudarse más tarde el crecimiento en los años noventa, el cual fue especialmente fuerte durante los años del «auge de los productos básicos», 1997-98.

Se ha reducido la parte correspondiente a la agricultura en las exportaciones totales.

Sin embargo, a pesar de su sólido crecimiento durante la mayor parte del período, el comercio agrícola ha ido reduciéndose constantemente en proporción del comercio total, a medida que avanzaba el proceso de industrialización y otros productos comercializados, especialmente las manufacturas, cobraban una mayor importancia relativa. Las exportaciones agrícolas, que representaban el 43 por ciento de las exportaciones totales a comienzos de los años setenta, ahora representan algo más del 20 por ciento. En cuanto a las importaciones agrícolas, su reducción en proporción del volumen total ha sido mucho menos notable, debido a que se ha recurrido cada vez más a mercados externos para satisfacer las necesidades internas de alimentos. De hecho, la proporción de las importaciones agrícolas ha variado entre el 12 y 13 por ciento durante los tres últimos decenios y actualmente se mantiene en torno al 10 por ciento74.

La parte correspondiente a la región en el comercio agrícola mundial se ha mantenido estable

En el contexto de una competencia cada vez mayor por parte de mercados agrícolas tradicionales y nuevos en todo el mundo, la región ha mantenido una posición relativamente estable en el comercio mundial de productos básicos. La parte correspondiente a la región en el total mundial de las exportaciones agrícolas se ha mantenido entre el 15-17 por ciento durante los últimos tres decenios, ya que se registró una tendencia ligeramente descendente hasta fines de los años ochenta que posteriormente se invirtió al alza llegando a representar casi el 20 por ciento en los últimos años (Figura 28). Estas tendencias contrastan favorablemente con la situación de la mayoría de los países en desarrollo de otras regiones, en particular África y el Cercano Oriente, cuya parte en el mercado ha disminuido durante el mismo período75.

Son muy diferentes las pautas con respecto a la parte correspondiente a América Latina y el Caribe en las importaciones agrícolas mundiales, la cual ha registrado una pronunciada tendencia ascendente después del período de los años ochenta en que la escasez de divisas había impuesto graves restricciones a las importaciones, incluidas las de alimentos. La región tiene actualmente alrededor del 8 por ciento de la población mundial y absorbe casi el 10 por ciento de las importaciones agrícolas mundiales, frente al 6 por ciento a fines de los años ochenta (Figura 29).

La composición en productos de las exportaciones agrícolas es ahora más diversificada.

Diversificación de la composición en productos del comercio agrícola

Los países de América Latina y el Caribe han obtenido tradicionalmente la mayor parte de sus ingresos de exportaciones agrícolas de una gama limitada de productos alimenticios y materias primas. Sin embargo, durante los últimos decenios han empeorado mucho las condiciones del mercado internacional de varios productos fundamentales en las exportaciones de la región (véase El factor precio). Esta situación ha inducido a muchos países a esforzarse por diversificar sus exportaciones, tanto ampliando la base de productos como aumentando su valor añadido. Los esfuerzos por abandonar la especialización excesiva han resultado eficaces en distinta medida en los diferentes países, pero han contribuido en general a provocar cambios considerables en la importancia relativa de varios productos de exportación. Se resumen tales cambios en el Cuadro 19, donde aparecen los 15 principales productos agrícolas exportados por la región, clasificados por su importancia en 1970-72, y la evolución de sus partes respectivas en las exportaciones agrícolas totales.

Cuadro 19
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: PARTE DE LOS PRINCIPALES PRODUCTOS AGRÍCOLAS DE EXPORTACIÓN EN EL TOTAL DE LAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS, PERÍODO BASE 1970-72

Producto de exportación

1970-72

1980-82

1990-92

1997-99

 

(Porcentaje)

Café verde

24,0

19,8

12,2

13,8

Azúcar (centrifugada, en bruto)

17,5

19,4

11,3

5,3

Fibra de algodón

6,2

3,0

2,3

0,8

Bananos

5,2

3,7

7,4

5,5

Carne de vaca y ternera

4,7

1,1

0,6

0,3

Maíz

4,2

2,7

1,5

2,5

Carne de vaca y ternera deshuesada

3,6

2,3

2,5

2,3

Preparaciones de vacuno

2,1

1,7

1,6

1,0

Vacuno

2,0

0,8

1,2

0,6

Cacao en grano

1,6

1,3

0,7

0,3

Hojas de tabaco

1,4

2,0

2,9

2,5

Trigo

1,3

2,5

2,1

2,5

Tomates

1,3

0,7

0,9

1,1

Torta de soja

1,2

6,2

7,9

7,6

Azúcar refinado

1,2

2,5

1,4

2,0

Total

77,5

69,6

56,6

48,0

Fuente: FAO.

Mujeres que clasifican los granos de café en una cooperativa
En América Latina y el Caribe, en los últimos años ha ido disminuyendo la importancia de algunos productos tradicionales de exportación, como el café. Sin embargo éste sigue siendo el producto agrícola de exportación más importante en la región.

FAO/10089/J. VAN ACKER

Las características más notables son:

Recuadro 7

LA SOJA EN ARGENTINA Y BRASIL

Una característica notable del desarrollo agrícola reciente en América Latina es la aparición de Argentina y Brasil como dos de los mayores productores y exportadores mundiales de soja. A comienzos de los años sesenta, la producción de soja brasileña representaba sólo el 1 por ciento de la mundial, mientras que en Argentina prácticamente no había producción. Al final de ese decenio, el total de ambos países en relación con la producción mundial no superaba todavía el 4 por ciento, y correspondía en su mayor parte al Brasil. En los años setenta comenzó la fenomenal expansión de la producción de soja del Brasil, seguida por Argentina con algunos años de retraso. Continuó esa expansión durante los años ochenta y noventa y, en virtud de ello, estos dos países se han colocado como el segundo y tercero mayores productores mundiales, representando un tercio de la producción mundial en los últimos años.

La parte de Argentina y Brasil en el mercado mundial de exportación de soja y productos de soja ha crecido también rápidamente y el total de ambos países representa ahora un 40 por ciento de las exportaciones mundiales.

Son muchos los factores que han contribuido a este notable crecimiento. En Brasil, el desarrollo de variedades de soja «tropicales», realizado por la red nacional de investigación y extensión agrarias EMBRAPA (Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria), permitió la expansión de la producción de soja desde el suroeste templado del país a la zona del centro oeste. La política de asistencia del Gobierno y la reciente estabilidad macroeconómica contribuyeron también al rápido crecimiento.

La rápida expansión de la producción de soja argentina se debió a los altos precios internacionales de comienzos de los años setenta. Contribuyeron también las condiciones agroclimáticas favorables y la mejora de los sistemas de cultivo. Los rendimientos de la soja aumentaron rápidamente, especialmente en los años setenta, mientras que se amplió la superficie sembrada gracias a que se utilizaron para este cultivo nuevas tierras y otras antes dedicadas a cereales secundarios y pastos. El doble cultivo con trigo hizo aún más rentable la producción de soja. La reforma de política de los años noventa, que entrañó entre otras cosas la introducción de una reducción del impuesto de exportación y una estabilidad monetaria, alentó aún más la producción de soja.

Si los precios del mercado se mantienen favorables, es posible que la producción de soja de Brasil y Argentina siga creciendo por el momento debido a que ambos países cuentan todavía con muchas zonas potenciales de siembra. No obstante, están surgiendo algunas limitaciones a medida que aumenta la producción. Una de ellas es el costo creciente del transporte. Los productores se enfrentan también con costos cada vez más elevados de mercadeo a medida que la producción se desplaza a zonas más internas. La continuación de la agricultura mecanizada en gran escala está provocando la erosión del suelo en algunas zonas y el aumento de la intensidad de cultivo merma la fertilidad natural del suelo. Investigadores y agricultores están buscando unas tecnologías y sistemas de cultivo más sostenibles, incluyendo el cultivo sin labranza y una mejor protección de cultivos.

ARGENTINA Y BRASIL: SU PARTE EN LA PRODUCCIÓN MUNDIAL DE SOJA

 

1969-71

1979-81

1989-91

1999-2001

(Porcentaje)

Argentina

0,1

4,2

8,8

13,4

Brasil

3,5

15,7

18,4

20,4

Ambos países

3,6

19,9

27,2

33,8

Fuente: FAO.

ARGENTINA Y BRASIL: PARTE EN EL VALOR DE LAS EXPORTACIONES MUNDIALES DE SOJA Y PRODUCTOS DERIVADOS1

 

1969-71

1979-81

1989-91

1997-99

   

(Porcentaje)

   

Argentina

0,0

5,7

15,0

16,8

Brasil

3,8

17,5

21,2

22,3

Ambos países

3,8

23,2

36,2

39,1

1 Soja, torta de soja, aceite de soja.
Fuente: FAO.

Los cambios en la composición de productos de las exportaciones agrícolas y la diversificación creciente de éstas se exponen más en detalle en el Cuadro 20, donde se muestra la parte relativa de las exportaciones de los 15 productos agrícolas más importantes, las cuales representan sólo un 60 por ciento aproximadamente de las exportaciones agrícolas, en lugar de casi el 80 por ciento que representaban en 1970-72.

Cuadro 20
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: PARTE DE LOS PRINCIPALES PRODUCTOS AGRÍCOLAS DE EXPORTACIÓN EN EL TOTAL DE LAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS EN 1997-99

Producto de exportación

(Porcentaje)

Café verde

13,8

Torta de soja

7,6

Soja

5,6

Bananos

5,5

Azúcar (centrifugada, en bruto)

5,3

Aceite de soja

3,9

Materias orgánicas crudas (29)

3,0

Hojas de tabaco

2,5

Maíz

2,5

Trigo

2,5

Zumo de naranja concentrado

2,3

Carne de vaca y ternera deshuesada

2,3

Azúcar refinado

2,0

Aceite de semillas de girasol

1,9

Alimentos preparados

1,4

Total

62,0

Fuente: FAO.

Las economías de mercado desarrolladas siguen siendo la principal salida para las exportaciones agrícolas de la región.

Diversificación geográfica de los mercados

La mayor parte del comercio agrícola de la región se ha orientado tradicionalmente a los mercados de países industrializados, que absorben alrededor del 60 por ciento de las exportaciones agrícolas de la región y aportan más de la mitad de las importaciones agrícolas (Cuadro 21)77.

Cuadro 21
DESTINO REGIONAL DE LAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS PROCEDENTES DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Destino

1980

1990

1995

1997

(Porcentaje)

Países desarrollados

60

66

64

63

Unión Europea

30

34

32

32

Estados Unidos y Canadá

24

25

24

24

Países en desarrollo

20

27

33

33

América en desarrollo

10

12

17

18

África en desarrollo

3

4

3

3

Cercano Oriente

3

5

4

4

Asia y el Pacífico

4

6

9

9

Países de Europa oriental

18

7

3

3

Fuente: UNCTAD. 2000. Handbook of Statistics 2000.Ginebra.

Sin embargo, en los últimos decenios, la distribución geográfica del comercio ha cambiado sensiblemente. Mientras la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos han mantenido su posición como principales salidas para las exportaciones de América Latina y el Caribe, ha mejorado la posición relativa de los países en desarrollo. Por otra parte, después del proceso de transformación económica registrado durante los años noventa en las antiguas economías de planificación centralizada, los países de Europa oriental perdieron su condición de principales interlocutores comerciales.

Pueden observarse pautas análogas en las importaciones, con una reducción más sensible de la parte relativa de los países desarrollados en ventaja de los países en desarrollo, en cuanto abastecederos de productos agrícolas a la región (Cuadro 22).

Cuadro 22
ORIGEN REGIONAL DE LAS IMPORTACIONES AGRÍCOLAS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Origen

1980

1990

1995

1997

(Porcentaje)

Países desarrollados

70

61

57

56

Unión Europea

14

17

16

12

Estados Unidos y Canadá

52

40

39

41

Países en desarrollo

26

34

41

42

América en desarrollo

22

28

37

38

África en desarrollo

1

1

1

1

Cercano Oriente

0

0

0

0

Asia y el Pacífico

4

6

9

9

Países de Europa oriental

5

5

1

1

Fuente: UNCTAD. 2000. Handbook of Statistics 2000. Ginebra.

El proceso de diversificación hacia los mercados de países en desarrollo ha reflejado en cierta medida la nueva presencia de Asia y el Pacífico como mercados cada vez más importantes para la región. No obstante, la fuerza que impulsó este proceso fue el considerable aumento del comercio agrícola intrarregional registrado sobre todo durante los años noventa, como consecuencia de la intensificación de los esfuerzos hacia la integración regional. La parte del comercio intrarregional en el comercio agrícola total aumentó entre 1990 y 1997 del 12 al 18 por ciento en lo que respecta a las exportaciones y del 28 al 38 por ciento, en el caso de las importaciones.

Importancia creciente del comercio agrícola intrarregional y de las exportaciones a Asia y el Pacífico.

La función del MERCOSUR fue particularmente importante, dado el tamaño de los países interesados y el grado de complementariedad en varios artículos de su base de productos. En los Cuadros 23 y 24 se ve que, para Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, en el período entre mediados de los años ochenta y fines de los noventa, se produjo uno de los principales cambios geográficos en el comercio agrícola en favor de otros países del grupo. Por ejemplo, la parte de las exportaciones agrícolas de Argentina destinada a los asociados del MERCOSUR aumentó de sólo un 10-15 por ciento del total en los años ochenta a casi un cuarto en los últimos años. Igualmente, la parte de las exportaciones agrícolas de Brasil a otros países del MERCOSUR aumentó de niveles insignificantes a casi el 10 por ciento. La tendencia hacia la concentración del comercio dentro de la zona puede observarse también en las importaciones agrícolas, como se muestra en el Cuadro 24. Lo más notable fue el incremento de la proporción de las importaciones efectuadas por Brasil de países de la zona, que aumentó del 27 al 45 por ciento. En los casos de Paraguay y Uruguay, donde el comercio agrícola se encaminaba en gran medida hacia los países del MERCOSUR, dicha orientación se acentuó ulteriormente durante el período.

Balanzas comerciales agrícolas y su importancia económica

Como las exportaciones agrícolas exceden de las importaciones agrícolas por un margen considerable, la región ha seguido manteniendo un notable superávit en el comercio agrícola, incluso en períodos de mercados deprimidos para sus principales productos de exportación (Figura 27).

Hay balanzas comerciales agrícolas positivas sobre todo en Argentina y Brasil, pero la mayoría de las subregiones tienen superávit en el comercio agrícola.

En efecto, los períodos de depresión de las exportaciones han coincidido exactamente con contracciones de las importaciones agrícolas, lo que demuestra que la región depende fuertemente de los ingresos de las exportaciones agrícolas para financiar las importaciones, incluidas las de alimentos.

La balanza comercial agrícola general de la región ha reflejado en gran medida la de sus principales exportadores netos, Argentina y Brasil, países en los que durante el pasado decenio hubo una tendencia al crecimiento del gran superávit. Argentina y Brasil representan alrededor de la mitad de las exportaciones agrícolas de la región, pero menos de una cuarta parte de sus importaciones. No obstante, la mayoría de los años ha habido situaciones de superávit en toda la región, con las notables excepciones de la subregión del Caribe, que ha sido importadora neta de productos agrícolas desde comienzos de los años noventa, y México (Figura 30).

Cuadro 23
MERCOSUR: DESTINO DE LAS EXPORTACIONES AGRÍCOLAS

País exportador

Destino

Argentina

Brasil

Paraguay

Uruguay

Total MERCOSUR

 

(Porcentaje)

Argentina

         

1986

-

12,1

0,2

0,8

13,1

1990

-

11,0

0,3

0,5

11,8

1994

-

18,1

1,9

1,3

21,3

1998

-

19,9

1,6

1,6

23,1

Brasil

         

1986

0,0

-

0,0

0,0

2,8

1990

0,5

-

0,4

1,0

1,9

1994

3,6

-

2,2

0,9

6,6

1998

4,8

-

3,1

1,6

9,5

Paraguay

         

1986

13,5

42,3

-

2,3

58,2

1990

5,6

33,3

-

1,0

39,9

1994

4,1

47,4

-

0,8

52,3

1998

12,8

35,8

-

2,0

50,6

Uruguay

         

1986

2,5

37,1

0,3

-

39,9

1990

2,0

30,3

0,2

-

32,5

1994

4,6

29,1

1,0

-

34,6

1998

8,2

44,9

6,3

-

59,4

Fuente: FAO.

El significado de las balanzas comerciales agrícolas debe evaluarse en relación, por una parte, con la importancia económica de las exportaciones agrícolas y, por otra, con el costo financiero de las importaciones agrícolas.

Cuadro 24
MERCOSUR: ORIGEN DE LAS IMPORTACIONES AGRÍCOLAS

País importador

Origen

Argentina

Brasil

Paraguay

Uruguay

Total MERCOSUR

(Porcentaje del total)

Argentina

         

1986

-

21,7

6,7

3,4

31,8

1990

-

23,6

8,0

3,4

34,9

1994

-

31,8

1,4

3,9

37,0

1998

-

27,3

3,2

4,3

34,8

Brasil

         

1986

15,7

-

4,1

7,6

27,4

1990

29,0

-

9,1

10,1

48,2

1994

32,4

-

5,7

8,2

46,3

1998

33,4

-

3,7

8,1

45,3

Paraguay

         

1986

12,9

20,2

-

2,3

35,4

1990

13,2

19,9

-

1,7

34,8

1994

31,0

14,5

-

3,5

49,1

1998

19,5

49,3

-

7,7

76,5

Uruguay

         

1986

16,6

25,1

6,3

-

47,9

1990

19,2

27,6

3,6

-

50,5

1994

28,8

29,6

1,1

-

59,6

1998

36,3

24,1

0,4

-

60,7

Fuente: FAO.

En el Cuadro 25 se presenta una serie de indicadores que ilustran estos aspectos cruciales del comercio agrícola. En el conjunto de la región, las exportaciones agrícolas representan alrededor del 23 por ciento de las exportaciones totales de mercancías, frente al 29 por ciento a comienzos de los años ochenta, mientras que las importaciones agrícolas han representado alrededor del 10-12 por ciento del total de las importaciones durante los tres últimos decenios. Estos promedios ocultan sin embargo situaciones muy diferentes en las distintas subregiones y países.

El comercio agrícola es un componente importante del comercio total.

Aunque la región ha ampliado considerablemente su base de exportación, sobre todo mediante un mayor volumen de productos manufacturados, la parte de las exportaciones agrícolas en el total de las exportaciones de mercancías se han mantenido alta, en un 47 por ciento en los últimos años, frente al 70 por ciento a comienzos de los años ochenta. Salvo en unas pocas economías basadas principalmente en el petróleo y los minerales, las remesas o el turismo, las exportaciones agrícolas siguen siendo una fuente importante, si no la principal, para la adquisición de divisas. Se aplica esto incluso a las economías más industrializadas: las exportaciones agrícolas representan aproximadamente la mitad de las totales en Argentina, el 30 por ciento en Brasil, el 32 por ciento en Colombia y el 17 por ciento en Chile. Dicha proporción es superior al 60 por ciento en varios países de América Central (Belice, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua) y Paraguay.

Cuadro 25
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: EXPORTACIONES E IMPORTACIONES AGRÍCOLAS EN PROPORCIÓN DEL COMERCIO TOTAL DE MERCANCÍAS

 

1979-81

1981-83

1989-91

1997-99

(Porcentaje)

Argentina

       

Exportaciones agrícolas/exportaciones totales

69,9

69,6

56,7

46,7

Importaciones agrícolas/importaciones totales

6,6

5,6

5,4

5,4

Importaciones agrícolas/exportaciones totales

7,0

4,4

2,7

6,2

Brasil

       

Exportaciones agrícolas/exportaciones totales

44,3

40,8

26,9

29,6

Importaciones agrícolas/importaciones totales

10,2

8,8

11,1

9,1

Importaciones agrícolas/exportaciones totales

12,0

8,3

7,5

10,9

México

       

Exportaciones agrícolas/exportaciones totales

12,8

6,9

11,3

10,0

Importaciones agrícolas/importaciones totales

14,0

15,0

14,1

10,1

Importaciones agrícolas/exportaciones totales

18,4

11,7

17,9

12,4

Caribe

       

Exportaciones agrícolas/exportaciones totales

23,6

28,4

37,9

17,8

Importaciones agrícolas/importaciones totales

9,7

10,8

15,3

13,0

Importaciones agrícolas/exportaciones totales

11,3

13,6

24,7

26,8

América Central, con exclusión de México

       

Exportaciones agrícolas/exportaciones totales

71,9

69,6

64,4

49,1

Importaciones agrícolas/importaciones totales

12,1

11,8

12,3

13,0

Importaciones agrícolas/exportaciones totales

17,3

17,9

20,4

23,9

América del Sur, con exclusión de Argentina y Brasil

       

Exportaciones agrícolas/exportaciones totales

14,8

13,9

16,8

19,7

Importaciones agrícolas/importaciones totales

14,2

14,8

9,8

11,5

Importaciones agrícolas/exportaciones totales

12,1

13,0

7,4

12,7

América Latina y el Caribe

       

Exportaciones agrícolas/exportaciones totales

29,1

27,2

25,9

23,3

Importaciones agrícolas/importaciones totales

11,5

11,9

12,2

10,2

Importaciones agrícolas/exportaciones totales

12,6

11,5

11,4

12,7

Fuente: FAO.

Muchas de estas economías presentan la situación aparentemente paradójica de estar basadas en la agricultura y depender fuertemente de las importaciones agrícolas. La explicación general de ello reside en la estructura diferente de las exportaciones (principalmente de productos primarios no alimenticios, como se ha visto ya) y las importaciones (principalmente cereales). Se esperaba que esta forma de especialización agrícola, que frecuentemente concedía prioridad menor a la producción de alimentos para el consumo interno, elevara al máximo las ventajas comparativas y la competitividad de la región y, por lo tanto, contribuyera positivamente a las cuentas corrientes. Sin embargo, no se han materializado estas expectativas en muchos períodos y circunstancias, ya que las exportaciones agrícolas han ido perdiendo importancia en las cuentas nacionales, mientras que ha ocurrido lo contrario con las importaciones agrícolas. Estas últimas, fundamentalmente de alimentos, han llegado a ser cada vez más los componentes importantes de las dietas nacionales, pero los aumentos en las facturas de importación de alimentos no siempre se han compensado con los correspondientes aumentos de las divisas.

El factor precio

Las fluctuaciones en los precios de los productos básicos, debido a su efecto inmediato en los ingresos de exportación y en las facturas de importación, frecuentemente han sido el factor determinante en los ciclos de prosperidad y depresión de muchas economías de la región. En el conjunto de ella, la tendencia general de los valores unitarios de las exportaciones agrícolas (en dólares corrientes) ha sido al estancamiento o descenso desde comienzos de los años ochenta, con repuntes temporales como los del «auge de los productos básicos» de los períodos 1979-81 y 1995-97 (Figura 31).

La región ha compensado el descenso de los precios de sus exportaciones agrícolas con un incremento de los volúmenes de éstas.

Pese a estas tendencias de los precios, en general desfavorables, la región ha podido incrementar los ingresos de exportación derivados de la agricultura, de manera más notable durante el pasado decenio, mediante la fuerte expansión del volumen de las mismas. Aunque el valor unitario de las exportaciones agrícolas bajó un 10 por ciento entre 1989-91 y 1999, su valor total aumentó un 50 por ciento en el mismo período.

Pueden observarse estas tendencias en los distintos países. El crecimiento comparativamente constante del volumen de las exportaciones, incluso durante períodos de crisis de precios, confirma la tesis de que los precios del mercado internacional fueron determinantes en el comportamiento de las exportaciones agrícolas.

En los dos últimos decenios las tendencias de los precios fueron en general desfavorables para los principales productos de exportación tropicales; fueron relativamente mejores las tendencias de los precios de los cereales (teniendo en cuenta que, con la notable excepción de Argentina y Uruguay, los países de América Latina y el Caribe son en general importadores netos de cereales); y hubo distintos grados de éxito al tratar de compensar las tendencias desfavorables de los precios con aumentos de los volúmenes de exportación.

La importancia económica de las variaciones de los precios agrícolas se aprecia mejor en relación con los precios de los productos importados por la región. En la Figura 32 se muestran dos índices: la relación de intercambio de trueque de las exportaciones agrícolas (la relación entre el valor unitario de las exportaciones agrícolas de la región y los precios de los productos manufacturados); y la relación de intercambio de ingresos (la relación entre el valor de las exportaciones agrícolas y los precios de los productos manufacturados, o la capacidad adquisitiva de las exportaciones agrícolas).

Embalaje para la exportación en Venezuela
Varios aspectos de la preparación y embalaje de los plátanos para la exportación: pesaje de las cajas de fruta.

FAO/20420/G. BIZZARRI

La imagen general es de una relación de intercambio estable durante los años sesenta y comienzos de los setenta, una notable mejora durante los períodos de crisis alimentaria de mediados de los años setenta, un largo y profundo empeoramiento desde mediados de los setenta hasta el final de 1993, con algunos repuntes temporales, como durante la crisis alimentaria de 1984, y una recuperación en los últimos años. La imagen referente a la relación de intercambio de ingresos es más alentadora: aunque éstos siguieron una tendencia descendente similar durante el período 1985-1992, mostraron una mejora considerable en otros períodos. También en este caso, se demuestra la capacidad de la región para contrarrestar tendencias de precios adversas mediante el aumento del volumen de las exportaciones agrícolas. Tomando como períodos de referencia 1989-91 y 1999, se calcula que los precios agrícolas bajaron un 6 por ciento con respecto a los de los productos manufacturados; en cambio, el volumen de estas exportaciones creció casi un 70 por ciento durante el mismo período. El aumento resultante de los ingresos de exportación procedentes de la agricultura habría permitido adquirir un 56 por ciento más de productos manufacturados78.

Conclusiones

Los distintos aspectos del comercio agrícola examinados en esta sección se presentan en un entorno de política caracterizado, especialmente desde mediados de los años ochenta, por la liberalización creciente del comercio y los intercambios externos. La nueva orientación de las políticas ha entrañado una reducción de la intervención pública y un aumento de los esfuerzos por mejorar la competitividad internacional atribuyendo una mayor función al sector privado. Muchos países sustituyeron los tipos de cambio preferenciales fijos por paridades móviles administradas o tipos de cambio flotantes. Se redujeron mucho los aranceles medios y las diferencias entre ellos. Se desmantelaron también obstáculos administrativos y no arancelarios al comercio.

El trasfondo de política en que se han verificado los cambios en las pautas del comercio agrícola ha sido el de una liberalización económica.

Se realizó este proceso pese al lento progreso de la liberalización del comercio agrícola y a las continuadas políticas de apoyo en muchos de los interlocutores comerciales de la región. Los países industrializados han mantenido altos niveles de protección, especialmente en la agricultura79. Además de los obstáculos arancelarios tradicionales, distintos obstáculos no arancelarios al comercio, tales como los reglamentos sanitarios y fitosanitarios, constituyen obstáculos cada vez más importantes a las exportaciones agrícolas de la región. Se considera también que las elevadas subvenciones agrícolas en los países industrializados contribuyen a reducir la competitividad de la región en los mercados mundiales80.

Por consiguiente, pese a las notables limitaciones, la región de América Latina y el Caribe ha conseguido incrementar el valor y la capacidad adquisitiva de las exportaciones agrícolas desde mediados de los años ochenta hasta fines de los noventa. La revitalización puede acreditarse al nuevo hincapié de las políticas de la región en los mercados libres y sus denodados esfuerzos por mejorar los vínculos de los países con las economías mundiales tras la decepcionante experiencia de anteriores estrategias que miraban hacia adentro. Gran parte de la revitalización puede atribuirse también al fortalecimiento general de la demanda de importación procedente de los principales interlocutores comerciales con la región, impulsado en particular por un período inusitadamente largo de sólido crecimiento económico en los Estados Unidos.

Los acuerdos comerciales regionales han desempeñado una función importante pero se enfrentan con importantes desafíos.

El renovado impulso del comercio agrícola de la región entre mediados de los años ochenta y fines de los noventa reflejó también la aparición o revitalización de acuerdos comerciales regionales, siguiendo el ejemplo de la Comunidad Europea y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) a comienzos de los años noventa. El fenómeno se hizo posible gracias a una mayor convergencia de las políticas económicas y los regímenes políticos dentro de los países de la región. Esta convergencia produjo también, junto con acuerdos formales de comercio y cooperación, una integración de hecho que fomentó el comercio y las inversiones intrarregionales.

Es posible que la región deba enfrentarse también con varios desafíos importantes en los años venideros. Se ha señalado ya que las importaciones agrícolas han tendido a aumentar más rápidamente que las exportaciones agrícolas, y que la factura de importación de alimentos ha llegado a constituir una importante carga para muchos países. Esto plantea varias cuestiones fundamentales: cómo mantener una agricultura de mercado libre y orientada a la exportación sin penalizar indebidamente la producción alimentaria interna; cómo favorecer el proceso de ajuste para mejorar la competitividad de las importaciones y la productividad y competitividad internas sin crear mecanismos permanentes de protección. Sea cual fuere la orientación que adopten los países, cualquier política relacionada con el comercio deberá tener en cuenta los peligros de la polarización o falta de equidad. Deberá permitirse a los sectores menos capaces de aprovechar la ampliación de los mercados que hagan los ajustes necesarios mediante mecanismos más lentos pero claramente establecidos.

La agricultura y los gobiernos de la región tienen que afrontar todavía otros desafíos.

A pesar de los progresos alcanzados, el camino hacia una integración más plena sigue siendo problemático. La experiencia ha demostrado (recientemente en el caso del MERCOSUR) las dificultades que pueden surgir, en períodos de tensión económica, para conciliar objetivos regionales e intereses nacionales. El desafío para los años futuros será mantener el impulso de la integración y ampliar sus beneficios de forma que se cree comercio entre los países y dentro de ellos sin discriminaciones. La equidad social es también una consideración importante a este respecto. Como sugirió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), deberá buscarse la integración social dentro de los países como complemento de la integración regional, mediante políticas que reduzcan la marginalización y aseguren pautas más participativas de competitividad internacional81.

Por último, se ha visto que la composición en productos del comercio está cambiando rápidamente al cabo del tiempo, cobrando una importancia cada vez mayor los productos elaborados y diferenciados y los que constituyen nichos de mercado. Este fenómeno, que es especialmente pronunciado en la región de América Latina y el Caribe, hace que vaya disminuyendo progresivamente la importancia de la dotación de recursos naturales para determinar la ventaja comparativa de las exportaciones. Por ello, será cada vez más importante orientar las medidas de política hacia los conocimientos tecnológicos, de gestión y de mercadeo aplicados a una gama diversificada de productos con mayor valor añadido. También el sector público tiene una importante función que desempeñar para crear el entorno macroeconómico y normativo que favorezca el desarrollo agroindustrial simplificando a la vez los mercados del crédito e invirtiendo en infraestructuras de mercadeo, información e investigación aplicada82.