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2. NIVELES Y METODOS DE PRESERVACION DE LOS RECURSOS GENETICOS DE LOS PECES

Desde el punto de vista de la preservación de los recursos genéticos de los peces, pueden distinguirse cuatro niveles principales de preocupación y estrategia (tabla 1): (1) los sistemas oceánicos, (2) las aguas continentales (dulces y marinas), (3) la acuicultura y (4) los programas de refuerzo de poblaciones. Los dos últimos niveles de preocupación están directamente controlados por el hombre, mientras que los dos primeros pueden ser considerados como sistemas no controlados, a pesar de que las actividades humanas pueden tener importantes repercusiones en ellos.

2.1 Impacto humano en los hábitats acuáticos

Existen varias características que distinguen claramente los sistemas oceánicos de las aguas continentales, en lo referente a la preservación de los recursos genéticos. Primeramente, el tamaño mucho mayor de los sistemas oceánicos, en términos de las dimensiones físicas y de las biomasas involucradas, los hace mucho más difíciles de manejar. Debe hacerse notar, sin embargo, que algunas de las mayores cuencas fluviales (por ejemplo en Sudamérica y Africa) y la biomasa de los peces explotados en ellas, se acercan a las dimensiones oceánicas.

Los efectos de los ciclos metereológicos y especialmente hidrológicos son normalmente mucho más importantes en las aguas continentales donde tienen gran influencia sobre las poblaciones ícticas, especialmente en lo relativo a las estrategias o migraciones reproductivas. La combinación de estas características significa que ambas presiones, las naturales y las inducidas por el hombre, tienen una repercusión relativamente mayor en los sistemas continentales. Se incluyen en este grupo los habitats intermareas, los sistemas de arrecifes coralinos y los de aguas salobres y dulces.

Biológicamente estas condiciones originan otras dos distinciones relevantes para la conservación de los recursos genéticos: (a) las zones continentales tienen mayor número de especies y subpoblaciones endémicas de distribución local que los sistemas oceánicos, y (b) la menor repercusión de las presiones sobre las especies pelágicas oceánicas, y su alta fecundidad, hace que su extinción sea poco probable. A bajos niveles de abundancia, su explotación no será aprovechable económicamente, mientras que en los sistemas continentales cerrados muchas especies podrían desaparecer, y de hecho, han desaparecido.

En los sistemas oceánicos, los principales cambios se producen por la explotación directa, pero selectiva, por medio de las pesquerías. Dicha explotación puede tener dos efectos diferentes en una especie o población en especial. Uno es un efecto directo sobre la estructura poblacional de la especie considerada, a través de la desaparición selectiva de un sector particular. La otra es un efecto indirecto sobre las demás especies, donde las pesquerías puedan afectar la cadena trófica a través, por ejemplo, de la alteración de las relaciones interactivas establecidas.

Los mismos efectos se pueden producir en aguas continentales, pero a menudo en mucho mayor grado, y poblaciones enteras pueden extinguirse, únicamente a causa de la sobrepesca. Aquí, además, se dan otras presiones importantes, notoriamente la contaminación, disrupción de los ciclos de vida y la alteración de la estructura de los ecosistemas, mediante, por ejemplo, la introducción de depredadores, competidores y patógenos de otros lugares.

Tabla 1

Enfoques de la preservación de los recursos genéticos ícticos

NivelProblemas genéticos potencialesMétodos
Pesquerías oceánicasExtinción de subpoblacionesEtiquetaje y monitoreo
   
Hábitats continentalesExtinción de especiesEstablecimiento de reservas
Erosión genéticaAdministración científica de las reservas
  
AcuiculturaErosión genéticaCría controlada
Depresión endogámicaHibridación
Pérdida de adaptaciónCriopreservación
   
Refuerzo de poblacionesErosión genéticaCría controlada
Depresión endogámicaHibridación
Pérdida de adaptaciónCriopreservación
Introgresión con poblaciones silvestresEsterilización genética de poblaciones introducidas

Entre los diferentes tipos de contaminación, la contaminación aérea que ocasiona la lluvia ácida probablemente haya tenido los efectos más devastadores (y en ocasiones selectivos) sobre las poblaciones ícticas, particularmente en el sur de Escandinavia y en el noreste y en la región central del norte de EE.UU. La contaminación directa de las aguas por las descargas de varias substancias (algunas de ellas mutagénicas) como desechos, o los escurrimientos de las sbustancias químicas utilizadas en la agricultura, tienen también especial importancia. Las actividades agrícolas pueden tener también efectos sumamente indeseables tales como la producción de suelos muy ácidos (y su escurrimiento) y al azolvamiento de las corrientes.

Otro impacto humano de consideración es la disrupción de los ciclos biológicos (principalmente los reproductivos) en las poblaciones ícticas, como consecuencia de la construcción de presas y otras obstrucciones en los ríos donde existen peces migratorios. Las presas pueden no sólo impedir la migración río arriba a los sitios de desove, sino que también puede modificar los ríos en habitats semilacustres, no adecuados para especies de corriente. Las barreras ecológicas también son abundantes y pueden estar formadas por zonas de contaminación en las regiones bajas de los ríos, lo que evita la migración de varias especies.

La introducción de especies exóticas puede también ser considerada como un factor importante para las poblaciones endémicas de peces. Pueden introducir enfermedades, originar mayores niveles de depredación y de esta manera afectar al ecosistema (por ejemplo, por competencia por alimento) de modo que se produzca la extinción de especies locales. Es muy raro que las introducciones hayan ocupado un nicho íntegramente vacante, especialmente en los trópicos, por lo que las introducciones muy probablemente vayan a resultar en cambios para las poblaciones endémicas.

Por definición y comparados con los sistemas oceánicos y continentales, los programas de acuicultura, cría en piscifactorías y refuerzo de stocks están sujetos a mayor grado de control humano. Dentro de tales sistemas, puede y debe imponerse un manejo directo del medio ambiente y de los recursos genéticos, cuyos límites estarán establecidos sólo por criterios económicos y por la sofisticación tecnológica.

2.2 Métodos para la preservación de los recursos genéticos

Como se ha mostrado en la tabla 1, la estrategia para la preservación de los recursos genéticos está principalmente determinada por el tipo de sistema acuático. Esta sección delínea brevemente los principales enfoques existentes en los distintos tipos de sistemas. Los detalles técnicos se describen en la sección 5.

2.2.1 Sistemas oceánicos

Una de las primeras necesidades para la formulación de una política de preservación de cualquier especie íctica oceánica, debe ser un mapa de distribución y la identificación de todas las subpoblaciones existentes. Probablemente se pueda contar con los datos de distribución de las pesquerías más importantes, pero la detección de subpoblaciones deberá ser llevada a cabo mediante el uso de una o más de las técnicas de marcaje disponibles (por ejemplo, etiquetaje, identificación de carácteres merísticos, electroforesis, etc.). La importancia de detectar subpoblaciones está en que, a pesar de que el riesgo de extinción de especies oceánicas por la sobrepesca es probablemente muy pequeño (asumiendo que la pesquería desaparecerá antes que la especie), es del todo posible que una subpoblación peculiar pueda desaparecer. (Incidentalmente, la práctica de describir una población local en una publicación apresurada, como una nueva subespecie, meramente para evitar el desarrollo de una pesquería, es un método legalístico que probablemente resulte contraproducente, ya que posiblemente se vaya a abusar de él).

Cambios importantes dentro de una población explotada pueden ser detectados únicamente mediante un programa sostenido de monitoreo proyectado para estudiar la estructura poblacional global, su composición y su cambio. La disminución de cualquier segmento de la población probablemente pueda ser controlada sólo por la reglamentación de la pesquería, ya sea a través de la reducción de la pesca en el tiempo o en el espacio, o bien alterando el tipo de arte de pesca utilizado.

El efecto de la pesca sobre la diversidad genética de las poblaciones oceánicas se discute posteriormente (sección 3.5). Si existe evidencia de cambios genéticos no deseables en cualquier especie a causa de la selección producida por la pesquería, sería ideal tratar de revertir la tendencia por medio de una administración apropiada.

2.2.2 Aguas continentales

Uno de los grandes problemas encontrados en los sistemas cerrados, especialmente en los trópicos, es la identificación de las especies existentes. En regiones de Africa, Asia y especialmente Sudamérica, se dan grandes cantidades de especies endémicas de distribución muy restringida, muchas de las cuales no están satisfactoriamente descritas. Por ello, un prerrequisito esencial para cualquier programa amplio de preservación de los recursos genéticos, es el estudio taxonómico adecuado de las especies ícticas presentes en cada zona y una lista completa de estas especies, indicando el status de cada una, y, si es posible, su importancia en términos ecológicos, económicos, científicos y sociales. Dichas listas proporcionarían la base para una lista internacional de especies en peligro de extinción que pueden ser consignadas en el “Red Data Book” publicado por la UICN.

A causa de la gran probabilidad de pérdida de diversidad genética en cualquier especie sometida a cultivo (sección 3.4), el mejor método de mantener esta diversidad es mantener poblaciones autosostenibles en habitats naturales. El procedimiento normal sería establecer reservas naturales (lagos, cuencas de ríos, estuarios, lagunas costeras, arrecifes coralinos, etc.) en los que ya existieran una o más poblaciones de las especies ícticas o comunidades mencionadas. Estas reservas podrían ser áreas de objetivos múltiples, en los que se conservaran otros muchos tipos de habitats y comunidades además de los recursos ícticos, por ejemplo, el parque nacional de Sabana Grande, Venezuela.

En algunas ocasiones una especie en particular o su habitat puede estar tan amenazado que la única alternativa es colectar muestras de las poblaciones y transferirlas a un sistema de acuicultura, o preferiblemente, a un lugar alternativo adecuado para crear una nueva población. Idealmente este nuevo lugar debería estar dentro de una reserva natural o en una zona donde no reciba presiones producidas por el hombre. Este refugio así creado puede posteriormente ser utilizado para reintroducir la especie al habitat original, si las condiciones mejoran allí. Esta estrategia está siendo utilizada actualmente en Escocia y Canadá (Maitland, 1979) para preservar poblaciones locales del pescado blanco Coregonus. Las técnicas de acuicultura pueden ser utilizadas como base para reforzar a corto plazo las poblaciones locales que tengan problemas temporales de reclutamiento.

Por definición, es esencial que las presiones inducidas por el hombre sean estrictamente controladas en cualquier reserva natural. Esto incluye control, no sólo del esfuerzo y de las artes de pesca, de la degradación de la calidad del agua, de barreras a la migración, etc., sino también de la introducción de peces exóticos y de cualquier otra especie que pueda tener un efecto dañino en el ecosistema (ver sección 3.8). El concepto de la vigilancia de la trucha silvestre y de la umbra, como fue propuesto recientemente por Regier y Powers (1979), puede resultar ser útil en la elaboración de proyectos internacionales de monitoreo de especies o grupos importantes de peces.

Una vez que las reservas acuáticas sean establecidas, es absolutamente esencial que se establezca una administración científica para evitar la degradación y pérdidas de la diversidad. En los ecosistemas terrestres, la administración de las reservas naturales es una disciplina nueva y, a menudo, discutible, pero la alta tasa de extinción de las especies de vertebrados en las reservas terrestres requiere la atención inmediata de los administradores y de los consultores (Frankel y Soule, 1981). Los administradores de pesquerías y de reservas acuáticas deberían considerar este problema desde su aparición.


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