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Los árboles fuera del bosque: El caso de Malí

Harouna Yossi y Amadou Malé Kouyaté
Programa de Recursos Forestales, Instituto de economía rural, Bamako


Foto 55. Parque agroforestal de karité (Vitellaria paradoxa) sobre cultivo de mijo en Malí. (© Cossalter/Cirad)

Contexto

Malí, con una superficie de 1.240.000 km2 , cuenta aproximadamente con 10 millones de habitantes, de los que el 80 por ciento vive en el medio rural. El espacio agrícola se estima en 33.517.031 hectáreas (CPS, 1998) y el dominio forestal legal en 100 millones de hectáreas, de las cuales 32,3 millones son formaciones leñosas (Sidibé et al., 1998). Las plantaciones de los pueblos cubren varios miles de hectáreas (FTPP/ASS Malí, 1999) y los cultivos de hortalizas y frutales 15.000 hectáreas (ESSOR, 1999).

La explotación minera de los recursos naturales y la desconfianza de las poblaciones por ciertas medidas legislativas han frenado la ordenación de los recursos naturales. A partir de marzo de 1991, la apertura del diálogo entre las poblaciones y los organismos gubernamentales ha facilitado la descentralización de los poderes y la revisión de los textos legislativos, especialmente la ley forestal. El crecimiento demográfico, la intensificación agrícola, el aumento de la cabaña ganadera y la desertificación son factores que pesan sobre la evolución de los sistemas de producción y la conservación de los recursos arbolados. En este contexto, los parques agroforestales son objeto de interés muy particular.

Concepto

En Malí, el concepto del árbol fuera del bosque engloba a todas las leñosas de usos múltiple de las tierras campesinas que desempeñan un papel en la mejora de la fertilidad de los suelos, la protección antierosiva de los cultivos, la fijación de los suelos, la producción de forraje, madera y frutos, la creación de sombra, el suministro de medicamentos y la ordenación paisajística y recreativa.

Entre los sistemas de árboles fuera del bosque, los diferentes parques agroforestales representan el 39 por ciento de la superficie del país. Es el primer paisaje agrícola de las zonas saheliana, sudanesa y norguineana. Como otros sistemas arbóreos fuera del bosque se identifican los huertos, de mangos y naranjos principalmente, las plantaciones de alineaciones y los setos vivos defensivos, forrajeros, frutales, antierosivos o de delimitación4 . Se distinguen igualmente las plantaciones de los pueblos (especies de crecimiento rápido5 ) y los bosques de los pueblos compuestos de plantaciones y/o parcelas de bosque natural.

Evolución e importancia

Durante los últimos 50 años, factores como el crecimiento demográfico, la introducción del cultivo con tracción animal, el aumento del ganado y la sequía han ampliado la explotación de los recursos naturales. El espacio agrícola se ha extendido y densificado, la duración de los barbechos se ha reducido en beneficio de los cultivos y los movimientos migratorios del ganado se han modificado. En 1952, en Lagassagou (Círculo de Bankass), las tierras cultivadas representaban el 31 por ciento del territorio; en 1996 este porcentaje equivalía al 70 por ciento; en la cuenca algodonera de Koutiala, la evolución ha sido idéntica (Karembé et al., 1998). Paralelamente, la búsqueda de pastizales para los rebaños de ganado se extendía cada vez más al sur del país. Estos cambios en la utilización de los espacios agrarios y pastorales han supuesto una reducción de las formaciones forestales naturales y una expansión de los parques agroforestales con especies útiles6 .

Se ha estudiado la estructura de los parques agroforestales en dos zonas agroecológicas, el Medio Bani Níger y la llanura del Gondo, por el Instituto de economía rural (IER) y el Centro internacional de investigación en agrosilvicutura (CIRAF). En el Medio Bani Níger, se han dentificado 20 tipos de parques, que cubren 415.700 hectáreas, caracterizados por el karité; en la llanura del Gondo, se han enumerado 17 tipos, caracterizados por Faidherbia albida (kad), en una superficie de 387.700 hectáreas (Yossi, 1999). Si bien gracias a estos estudios se han podido definir las clases y superficies de parques agroforestales, no se han podido evaluar las cuestiones de producción y dinámica de estos parques, ni los modos de gestión por las poblaciones rurales.

Actualmente, en la zona semiárida, 2,5 millones de habitantes están afectados por los parques agroforestales (Cissé, 1995) que, a falta de una buena gestión, sólo responden parcialmente a la demanda de productos leñosos y no leñosos. Por lo tanto, el papel socioeconómico y ambiental de estos parques es crucial. En efecto, los árboles fuera del bosque satisfacen ciertas necesidades de la población (ingresos, alimentos, frutos, madera, farmacopea, taninos, gomas), contribuyen en favor de la ganadería (alimentos, forraje, productos veterinarios) y participan en el mantenimiento de los equilibrios en el medio natural (fertilidad de los suelos, conservación de los recursos genéticos).

Hay que señalar muy especialmente la importancia de los árboles frutales, cuya producción contribuye a la seguridad alimentaria y al equilibrio nutricional: anualmente se producen 200.000 toneladas de mangos naturales y 50.000 toneladas de mangos injertados (Reynes y Odoux, 1999). Los frutos del Tamarindus indica (tamarindo) son particularmente ricos en vitamina C, así como los de Adansonia digitata (baobab) cuyas hojas, consumidas en fresco o secas, y las semillas son fuentes de proteínas, vitamina A, calcio y hierro. La Vitellaria paradoxa (karité), protegida por el Código forestal debido a su valor social, económico y ecológico, suministra 60.000 toneladas de almendras al año (Terpend, 1982), aun cuando su potencial de producción sería del orden de 661.500 toneladas (CECI, 1994). Hay que señalar otros recursos presentes en los parques agroforestales: Borassus aethiopium (boraso) y Parkia biglobosa (neré) particularmente apreciados por las poblaciones, así como la Acacia senegal, Acacia seyal, Sterculia setigera y Combretum spp., de las que se extrae la goma arábiga. La extensión potencial de los gomeros sería de 200.000 km2 , o sea la sexta parte de la superficie del país, y la producción teórica de 100.000 toneladas al año.

Los productos de los árboles fuera del bosque se consumen localmente, transformados en fábricas o exportados. Un estudio sobre la comercialización de los mangos realizado en la región de Sikasso indica que el 72 por ciento de la producción se vende localmente, el 17 por ciento se envía a regiones deficitarias y el 11 por ciento se exporta (Coulibaly, 1999). En cuanto al karité, entre 1988 y 1992 se exportaron 30.400 toneladas de almendras, 2.500 toneladas de aceite sin refinar y 2.300 toneladas de aceite refinado (CECI, 1998). Las exportaciones de goma arábiga, entre 1971 y 1987, fueron del orden de 800 a 8.000 toneladas al año. La explotación de todas estas especies se ve frenada por el escaso rendimiento de las fábricas de transformación de frutas y legumbres y las dificultades de comercialización del sector artesanal (Reynes y Odoux, 1999).

Los árboles fuera del bosque contribuyen igualmente a la satisfacción de las necesidades de energía y otras utilizaciones de la madera. Desde 1984 a 1986, la producción controlada total de madera se estimó en 4.680.869 estéreos de leña, 649.279 quintales de carbón vegetal, 59.345 m3 de madera de construcción e industrial y 4.000.725 pies de madera de uso doméstico, entre los que se contaban pies de Borassus aethiopium (boraso), Hiphaena thebaica (doum), Raphia sudanica y Bambusa sp. (CPS, 1998). La producción de carbón vegetal pone en peligro los recursos leñosos y tendría que ser controlada. Para un mismo valor calorífico y el mismo rendimiento de cocción, el carbón necesita dos veces más árboles que la leña. Igualmente, hay que señalar que se han establecido tarifas específicas para la evaluación de la biomasa foliar de los árboles fuera del bosque, que es crucial para la alimentación del ganado y la fertilización de los suelos.

Aspectos institucionales y gestión

La legislación forestal, que rige para los árboles forestales de tierras agrícolas y forestales, depende de la Dirección nacional de conservación de la naturaleza (DNCN), antiguamente Dirección de aguas y bosques, que depende a su vez del Ministerio de infraestructuras, ordenación del territorio, medio ambiente y urbanismo.

Con la descentralización y la revisión de los textos legislativos, iniciadas en 1991, se han modificado los procesos de decisión. El ámbito de poder de las colectividades territoriales y de los servicios descentralizados se ha ampliado. El nuevo Código nacional y de la propiedad atribuye a las colectividades la responsabilidad de la ordenación de su dominio, de la gestión de los recursos naturales y del mantenimiento del equilibrio ecológico. De esta forma, mediante decreto, una colectividad puede proteger todo espacio reconocido como útil, ya sea total o parcialmente, de manera definitiva o temporal. Los derechos consuetudinarios ejercidos colectiva o individualmente sobre las tierras no inscritas son inalienables, salvo caso de utilidad pública y mediante indemnización (MDRI, 2000). Un consejo comunal, en colaboración con las organizaciones profesionales y los servicios competentes, asegura la reglamentación de conformidad con los convenios locales y las leyes.

Estructuras públicas y privadas han concebido estrategias de estudio e investigación sobre los mecanismos de funcionamiento y gestión de las formaciones arbóreas fuera del bosque. Entre éstas se pueden citar la DNCN, el IER, el Instituto politécnico rural y algunas organizaciones no gubernamentales, como Care Malí y SOS Sahel Gran Bretaña. Sus trabajos han llevado, entre otras cosas, a la instalación de setos vivos defensivos, a la identificación y difusión de variedades de agrios y a la realización de plantaciones de pueblos. Se han ensayado y divulgado nuevas técnicas y prácticas. El IER ha puesto a punto la poda del karité, para luchar contra el muérdago, y la mejora de los barbechos mediante introducción de leñosas que faciliten la recuperación biológica (Yossi et al., 1999). En las regiones de la Compañía malí para el desarrollo de los textiles (CMDT), se han desarrollado técnicas de domesticación de los frutales locales7 . En el marco del programa de la FAO "árboles, bosques y comunidades rurales" del África subsahariana (FTPP/ASS), se han realizado trabajos de defensa y restauración de suelos, conservación de aguas y plantación de árboles frutales en Mopti, por las Alamodiou (organizaciones socioculturales tradicionales aldeanas).

Los agricultores y los pastores mantienen y gestionan los ecosistemas según normas y costumbres que rigen el acceso a los recursos y sus intercambios. Éste es el caso, entre otros, para los productos del karité, neré y Acacia albida (kad). Por ejemplo, alrededor de Ségou, los pastores deben suministrar leche a los campesinos, uno de cada tres días, en compensación por las vainas de kad consumidas por los animales. Excepto estas especies, los frutos de los árboles no plantados en los parques son accesibles a todos. Por otra parte, los conocimientos locales y las habilidades tradicionales del mundo rural son indiscutibles. Por ejemplo, en el sur de Malí, cuando se hacen desmontes, los campesinos localizan las tierras fértiles a partir de los árboles existentes (Bagnoud, 1992); las poblaciones del Alto valle del Níger utilizan la sal gema para estimular el crecimiento de los baobabs (Cissé, 1995).

Evaluación y planificación

Todas las formaciones vegetales, incluidos los parques agroforestales, han sido inventariadas (PIRL, 1990) con el fin de evaluar el capital leñoso del país y planificar su ordenación y gestión. Igualmente, el IER, la DNCN y Care Malí han realizado inventarios específicos de la vegetación de los parques agroforestales (campos y barbechos). Las informaciones recogidas son numerosas, pero su carácter sectorial no permite tratar las cuestiones silvícolas en interconexión con los aspectos agropedológicos y socioeconómicos (Cissé, 1995).

Se ha experimentado un método de estimación del volumen de madera. Consiste en identificar los tres árboles más próximos al centro de la parcela de inventario y medir su distancia horizontal con relación al centro de la parcela (Kouyaté), 1995). Después de la aplicación del método, agentes de campo de la región de Sikasso han considerado que este método es rápido y práctico: ausencia de parcelas vacías, consideración de la distribución espacial de los árboles, material mínimo (brújula, cuerdas, doble cadena de agrimensor, dos a tres cintas) y reducida mano de obra. La escasa información de la diversidad biológica y la sobrestimación de la superficie constituyen las principales limitaciones de este método que, no obstante, podría ser utilizado ventajosamente por los agentes técnicos y los gestores forestales.

Para la planificación de las acciones de ordenación, el programa de gestión sostenible de los recursos naturales (GDRN), iniciado por la intercooperación suiza, ha desarrollado un método de investigación forestal participativa. La lógica, la sabiduría y las habilidades del mundo campesino se valoran con el fin de comparar las técnicas campesinas con las propuestas por la investigación. Se han establecido marcos de concertación y negociación. Los primeros agrupan a las organizaciones campesinas y a las estructuras técnicas asociadas, mientras que las segundas reúnen a diversos especialistas en los siguientes temas: cadenas de producción de plantas, bosques comunitarios, convenios locales, bosques catalogados y géneros. Los resultados de las reflexiones y los trabajos se exponen dentro de un marco de concertación regional amplio.

Evaluación de los parques agroforestales de karité y neré.

En Malí, como en todo país con escasa cubierta forestal y sometido a la desertificación, los recursos leñosos fuera del bosque (árboles y plantas) son vitales, y su futuro está estrechamente ligado al reconocimiento y valorización de las múltiples funciones ejercidas por los parques agroforestales. Estas metas, nada despreciables, suponen la comprensión de la dinámica de los parques agroforestales. Por ello, se ha realizado una evaluación (Sénou y Bagnoud, 1998), por una parte, para profundizar en los conocimientos sobre los parques de karité y neré con el fin de apreciar su evolución en función de los sistemas de producción y, por otra, proponer acciones de mejora de la productividad en colaboración con las poblaciones. El equipo de investigación, al optar por un enfoque participativo, ha asociado a los pueblos en los trabajos. En primer lugar, ha discutido el ámbito y los objetivos de la evaluación con la población que, como parte interesada, ha contribuido activamente a la recogida y explotación de la información.

Antes de establecer el muestreo necesario para el inventario de las leñosas, se han ensayado dos formas de parcelas (cuadradas y circulares). La forma circular, que ofrece una mejor representatividad de las especies en pequeño número, ha sido adoptada para los barbechos. La forma cuadrada, que permite un ahorro considerable de tiempo, se ha aplicado para los campos.

Para los barbechos, en parcelas de 1.500 m2 , se ha procedido a un conteo sistemático de todos los árboles. El umbral de inventario del karité y del neré era de 1 cm. de circunferencia a 1,30 m. del suelo; el de las especies diversas era de 16 cm. de circunferencia a 1,30 m. del suelo. Las leñosas con circunferencia a 1,30 m. del suelo inferior a 16 cm., se han contado pie a pie en un círculo de 300 m2 . Para los campos con superficie inferior o igual a 5 hectáreas, se han registrado sistemáticamente todos los árboles en una parcela cuadrada de una hectárea, cuyo centro se ha identificado con el centro del campo. Los campos de 5 a 10 hectáreas se han dividido en dos lotes; en cada uno de ellos se ha establecido una parcela de conteo. Para los campos de más de 10 hectáreas, se han instalados tres parcelas.

El grado de parasitismo se ha fijado en función del número de matas de la lorantácea (hemiparásita) presentes sobre el árbol y que inhiben la producción de frutos. El tipo de sondeo ha sido del 30,5 por ciento en los campos y del 13,5 en los barbechos.

Los resultados de la evaluación han permitido precisar la densidad, diversidad y grado de parasitismo de las especies, y sobre la dinámica de los parques. La densidad en los campos varía en función de la zona agroecológica. Es más alta en la zona guineana sur que en la zona sudanesa norte (20 a 28 tallos por hectárea frente a 9 a 15 tallos por hectárea), donde los cultivos son más intensivos y los campos llevan cultivados de modo continuo desde hace veinte a cuarenta años. También es más fuerte en los campos de sabana (15 a 28 tallos por hectárea) que en los campos caseros (8 a 20 tallos por hectárea), donde la duración del cultivo es más larga. En los campos, el karité y el neré son las especies más abundantes; el neré falta en los barbechos. La diversidad de especies leñosas es mayor en los campos (11 a 40 especies) que en los barbechos (15 a 19 especies). No obstante, el estudio no ha permitido identificar las especies presentes únicamente en los sistemas arbóreos fuera del bosque. El grado de parasitismo de los pies de karité varía según las zonas de estudio del 89 al 100 por ciento y del 57 al 74 por ciento.

En cuanto a la dinámica de los parques agroforestales, se constata que el karité y el neré están en clara regresión, debido a su eliminación física en pie por descortezamiento. Esta disminución se acentúa con la antigüedad de la explotación y en la cuenca algodonera (Koutiala), donde las tierras cultivables son limitadas y el equipamiento agrícola importante. La única especie plantada o conservada es el baobab, y la única práctica agroforestal sigue siendo los setos vivos que, además de su acción defensiva, sirven para delimitar las explotaciones. En la zona guineana norte, los campesinos plantan el neré en sus campos y se preocupan del mantenimiento de leñosas de valor mítico, como el tamarindo, Khaya senegalensis (cailcedrat), Sterculia setigera, Daniellia oliveri (santan) y Afzelia africana (lingué). Además, en los barbechos alejados del pueblo, se observa una fuerte regeneración de especies diversas (pies con circunferencia a 1,30 m. del suelo comprendida entre 8 y 15 cm.), mientras que en los barbechos próximos a las viviendas, los renuevos espontáneos son cortados regularmente. De forma general, se observa una fuerte regeneración del karité en los barbechos, frente a un buen desarrollo y una mejor producción en los campos.

Como consecuencia de este estudio, se ha puesto en marcha en el medio campesino un ensayo de lucha contra el parásito y de identificación de los karités resistentes. Esta iniciativa se ha extendido a los pueblos vecinos interesados por esta acción. Sin embargo, si no se toman medidas concretas para fomentar "la educación" sobre siembra y plantación de leñosas en los campos, el futuro de los parques agroforestales de karité y neré corre el riesgo de verse muy comprometido. La descentralización de la gestión de los recursos naturales es una gran oportunidad para evitar este problema, porque tiene todas las ventajas para animar a los campesinos a maximizar la productividad de los parques agroforestales mediante la valorización de sus productos.

Conclusiones

En un país como Malí, donde las tierras forestales están reducidas al mínimo, y donde en el lenguaje popular el bosque está asociado a los sistemas de árboles fuera del bosque, los parques agroforestales están llamados a responder a las demandas cada vez más apremiantes de la población en productos leñosos y no leñosos. Los árboles fuera del bosque no sólo tienen una función ecológica frente a la creciente desertificación y un papel cultural en la organización de las comunidades rurales, sino también una baza económica y social en la lucha contra la pobreza y en la contribución a la seguridad alimentaria.

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4 A base de Jatropha curcas, Ziziphus mauritiana, Ziziphus mucronata, Acacia nilotica y Lawsonia inermis.

5 Eucalyptus camaldulensis, Gmelina arborea, Azadirachta indica. Actualmente se da preferencia a Parkia biglobosa, Anacardium occidentale y Vitellaria paradoxa.

6 Vitellaria paradoxa, Parkia biglobosa, Cordyla pinnata, Tamarindus indica, Pterocarpus erinaceus, Ficus gnaphalocarpa, Bombax costatum, Borassus aethiopium, Adansonia digitata.

7 Adansonia digitata, Vitellaria paradoxa, Parkia biglobosa, Ziziphus mauritiana, Sclerocarya birrea, Tamarindus indica, Prosopis africana, Pterocarpus erinaceus, etc.

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