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Capítulo 30. Europa del Sur


Figura 30-1. Europa del Sur: mapa de la cubierta forestal

1. Albania

2. Andorra

3. Bosnia y Herzegovina

4. Bulgaria

5. Croacia

6. Grecia

7. Italia

8. Malta

9. Portugal

10. Rumania

11. San Marino

12. Eslovenia

13. España

14. La ex República Yugoslava de Macedonia

15. Yugoslavia

Los 15 países[45] que integran esta subregión son: Albania, Andorra, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Grecia, Italia, Malta, Portugal, Rumania, San Marino, Eslovenia, España, la ex República Yugoslava de Macedonia y Yugoslavia (Figura 30-1). En su mayoría, limitan con la cuenca septentrional y oriental del Mar Mediterráneo; dos de ellos (Bulgaria y Rumania) se extienden por la costa occidental del Mar Negro; y la costa del Portugal bordea el Océano Atlántico. En casi toda la subregión prevalece un clima de tipo mediterráneo, caracterizado por veranos cálidos y secos, si bien en algunas zonas, como el norte de España, Italia, Rumania y Eslovenia, el nivel de las lluvias es considerable, lo que origina buenas condiciones para el crecimiento de los bosques. Hay marcadas y numerosas diferencias entre los países por lo que concierne al nivel de vida y de crecimiento económico; los miembros de la Unión Europea (Grecia, Italia, Portugal y España) se encuentran en una fase más avanzada que los que se hallan en fase de transición desde una economía planificada a nivel central a una de mercado (Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Rumania, Eslovenia, la ex República Yugoslava de Macedonia y Yugoslavia). Tres países, esto es España, Italia y Rumania, abarcan casi dos tercios de la superficie total de tierra de 168 millones de hectáreas de la subregión; además, son los países más poblados. Otros tres países, Andorra, Malta y San Marino, tienen dimensiones muy reducidas y revisten una limitada relevancia para la economía forestal de la subregión.

RECURSOS FORESTALES

En 2000, los bosques cubrían 52 millones de hectáreas de la subregión (Tabla 30-1), mientras que otras tierras boscosas abarcaban 19 millones de hectáreas. Por consiguiente, los bosques y otras tierras boscosas correspondían a dos quintas partes del área total de tierra, y los bosques por sí solos a un 30 por ciento. En promedio, había 0.3 ha por habitante en la subregión, pero existían pronunciadas variaciones entre los países, desde las 0.6 ha per cápita en Bosnia y Herzegovina y Eslovenia a las 0.2 ha per cápita en Italia.

Desde épocas remotas los bosques se han destruido para abrir paso a la agricultura y a otros usos de la tierra, y además se han degradado a causa del aprovechamiento excesivo y el sobrepastoreo, en especial de las cabras. Otra fuente de riesgo, particularmente debido a las condiciones climáticas, han sido los incendios, desatados en gran parte por negligencia o acción intencional de los humanos.. Muchos de los bosques que quedan se hallan pues en condiciones precarias o se han reducido a matorrales con árboles esparcidos (otras tierras boscosas). Menos de 700 000 ha, o únicamente cerca del 1.5 por ciento de la área forestal, están clasificadas como bosques inalterados por los humanos, y las mayores áreas se encuentran en Bulgaria y Rumania. En 2000, las plantaciones abarcaban cerca de 4.3 millones de hectáreas, o más del 8 por ciento del área forestal, y de ellas las de mayores proporciones se hallaban en España, Bulgaria y Portugal. Es importante hacer una distinción entre las plantaciones establecidas fundamentalmente para la producción de madera y las plantaciones cuya función es estabilizar el suelo y proteger el medio ambiente. Si bien no se disponen de datos que permitan separar estas dos categorías, gran parte de la plantación que se efectúa en Bulgaria y España central y meridional pertenece a la última, y en algunos casos la tasa de crecimiento es bastante moderada. Las plantaciones de Portugal y las situadas a lo largo de la costa septentrional de España se utilizan sobre todo para la producción de madera, y muchas de ellas registran elevadas tasas de crecimiento, por ejemplo de pinos marítimos (Pinus pinaster), pinos de Monterrey (Pinus radiata) y Eucalyptus globulus. El área de bosques naturales supera los 47 millones de hectáreas, como se indica en la Tabla 31-1, e incluye la pequeña zona de bosques inalterados que se menciona más arriba, si bien consiste principalmente en lo que se define como bosque "seminatural" en la Evaluación de los Recursos Forestales Templados y Boreales 2000 (TBFRA) (CEPE/FAO 2000), es decir, el bosque que el hombre ha utilizado en el pasado o que explota en el presente, y que ha sido o no sometido a manejo.

Tabla 30-1. Europa del Sur: recursos forestales y manejo

País/área

Área de la tierra

Área de bosque en 2000

Cambio del área 1990-2000 (total de bosque)

Volumen y biomasa por encima del suelo (total de bosque)

Bosques bajo plan de manejo

Bosques naturales

Plantaciones forestales

Área total de bosques

000 ha

000 ha

000 ha

000 ha

%

ha/cápita

000 ha/año

%

m3/ha

t/ha

000 ha

%

Albania

2 740

889

102

991

36.2

0.3

-8

-0.8

81

58

406

41

Andorra

45

-

-

-

-

-

-

-

0

0

n.a.

n.a.

Bosnia y Herzegovina

5 100

2 216

57

2 273

44.6

0.6

n.s.

n.s.

110

-

2 007

88

Bulgaria

11 055

2 722

969

3 690

33.4

0.4

20

0.6

130

76

3 690

100

Croacia

5 592

1 736

47

1 783

31.9

0.4

2

0.1

201

107

1 531

86

Grecia

12 890

3 479

120

3 599

27.9

0.3

30

0.9

45

25

2 009

56

Italia

29 406

9 870

133

10 003

34.0

0.2

30

0.3

145

74

1 117

11

Malta

32

n.s.

0

n.s.

n.s.

-

n.s.

n.s.

232

-

n.s.

100

Portugal

9 150

2 832

834

3 666

40.1

0.4

57

1.7

82

33

1 201

33

Rumania

23 034

6 357

91

6 448

28.0

0.3

15

0.2

213

124

6 448

100

San Marino

6

-

-

-

-

-

-

-

0

0

n.a.

n.a.

Eslovenia

2 012

1 106

1

1 107

55.0

0.6

2

0.2

283

178

1 107

100

España

49 945

12 466

1 904

14 370

28.8

0.4

86

0.6

44

24

11 694

81

La ex República Yugoslava de Macedonia

2 543

876

30

906

35.6

0.5

n.s.

n.s.

70

-

906

100

Yugoslavia

10 200

2 848

39

2 887

28.3

0.3

-1

-0.1

111

23

2 723

94

Total de Europa del Sur

163750

47397

4327

51723

31.6

0.3

233

0.5

112

60

34839

67

Total de Europa

2259957

1007236

32015

1039251

46.0

1.4

881

0.1

112

59

954707

92

TOTAL MUNDIAL

13063900

3682722

186733

3869455

29.6

0.6

-9 391

-0.2

100

109

-

-

Fuente: Apéndice 3,7, Tablas 3, 4, 6, 7 y 9.

En el decenio de 1990, el área de bosque en Europa del sur aumentó a una tasa media anual de unas 230 000 ha. En orden de importancia, los incrementos se registraron en España, Portugal, Italia, Grecia y Bulgaria. Parte de esta expansión fue el resultado de la regeneración de los bosques que se dio en otras tierras boscosas, el resto se debió a una nueva colonización con medios artificiales (plantación) o naturales, de las tierras no arboladas, principalmente en las tierras agrícolas abandonadas. No es posible determinar hasta qué punto la forestación y la reforestación se llevaron a cabo mediante plantación o por vías naturales, si bien lo más probable es que en mayor parte se haya tratado de plantación. Como se indica en la Figura 30-2, se obtuvieron ganancias netas en todos los países de la subregión con excepción de Albania, uno de los pocos países europeos que registraron una disminución del área forestal.

Por lo que se refiere a la cubierta forestal, en Europa del sur prevalecen especies latifoliadas, particularmente en la parte oriental de la subregión. En general, los bosques en los que predominan estas especies abarcan las tres quintas partes del área forestal, a la que debe añadirse un 10 por ciento de áreas mixtas de coníferas y latifoliadas. Puesto que en algunos países el volumen medio por hectárea de existencias en formación en los rodales de coníferas es mayor que en las poblaciones de latifoliadas, las coníferas representan el 50 por ciento o más de todas las existencias en formación en Bosnia y Herzegovina, Grecia, Portugal y España, y casi la mitad en Eslovenia. Las especies deciduas y de hojas perennes de robles (Quercus spp.) son las especies latifoliadas más comunes en toda la subregión, y también el abedul (Fagus spp.) abunda en las alturas mayores; entre otras especies figuran el castaño, el álamo y el eucalipto (estos dos últimos se dan principalmente en plantaciones). Existen amplias áreas de bosques tratados con la técnica de monte bajo y monte bajo con resalvos, especialmente en Italia, Grecia, España, Bulgaria y Yugoslavia. En conjunto, cerca de una cuarta parte del área forestal de la subregión está integrada por estas formaciones. Entre las coníferas, las especies más comunes son los pinos, especialmente de alepo (Pinus halepensis), silvestres (Pinus sylvestris), marítimos y de Monterrey, y en ciertas localidades se encuentran también piceas (Picea spp.), abetos (Abies spp.) y alerces (Larix spp.).

España, que ocupa la mayor parte de la Península Ibérica, posee el área forestal de mayores dimensiones de la subregión, correspondiente a 14.4 millones de hectáreas, lo que equivale a más de una cuarta parte del área total. Además, cuenta con 12.5 millones de hectáreas adicionales de otras tierras boscosas; por ende, éstas y los bosques llegan a abarcar casi la mitad del área de tierra del país. Los bosques se han venido expandiendo enérgicamente como resultado de la plantación y de la conversión de otras tierras boscosas en bosques, a pesar de los contratiempos provocados por los incendios forestales. Más de dos quintas partes del área forestal están pobladas predominantemente por coníferas, y otra quinta parte está formada por coníferas y latifoliadas. El crecimiento más pronunciado se observa en los rodales de pinos marítimos y de Monterrey y de eucaliptos, en el norte de España, donde se lleva a cabo gran parte de la producción de madera. En los demás lugares, el bosque cumple una importante función de protección del suelo. Cerca de una cuarta parte del área forestal no puede aprovecharse para el abastecimiento de madera, principalmente por razones de conservación y protección. Portugal, que ocupa la parte occidental de la Península Ibérica, cuenta con amplias áreas de alcornoque y es el mayor productor y exportador de productos de corcho. Es asimismo un importante exportador neto de productos madereros que obtiene fundamentalmente de sus bosques de pinos marítimos y eucaliptos.

Figura 30-2. Europa del Sur: área de bosque natural y plantaciones forestales en 2000 y variaciones netas del área entre 1990 y 2000

Gracias a su larga extensión de norte a sur y a su gama de altitudes, Italia posee gran variedad de tipos de bosques, así como de flora y fauna. Con más de 10 millones de hectáreas, el país cuenta con la mayor área forestal de la subregión después de España, y casi 1 millón de hectáreas de otras tierras boscosas. Más del 70 por ciento del área forestal está cubierta en prevalencia de rodales de latifoliadas, de los cuales cerca de la mitad corresponde a rebrotes tratados con la técnica de monte bajo y monte bajo con resalvos. Al igual que en las otras zonas del Mediterráneo, cada año los incendios representan una amenaza. Italia registra el área más pequeña de bosques per cápita (0.2 ha) entre los países de la subregión, y es un importante importador neto de productos madereros (y a la vez un gran exportador de muebles).

Los países que anteriormente formaban parte de Yugoslavia, a saber Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, la ex República Yugoslava de Macedonia y Yugoslavia, poseen en conjunto cerca de 9 millones de hectáreas de bosques y 1.5 millones de hectáreas de otras tierras boscosas. En la mayor parte de esta zona predominan poblaciones de latifoliadas, y lo mismo sucede en Grecia y Albania, que también se hallan en la Península Balcánica. En muchos lugares de estos países, con la excepción de Eslovenia, las condiciones de crecimiento son deficientes, los suelos están degradados y se registran frecuentes incendios.

Bulgaria y Rumania son los países más orientales de la subregión. En conjunto, poseen más de 10 millones de hectáreas de bosques, en los que se hallan principalmente rodales de latifoliadas, siendo las más comunes la haya y el roble. La estructura de los bosques rumanos se orienta hacia las clases de edad mediana, y el incremento, que supera el nivel de las talas por un margen considerable, se encuentra por encima de la media europea por hectárea. Lo mismo ocurre respecto del volumen por hectárea de sus existencias en formación. En Bulgaria, existe un activo programa de forestación y mejoramiento de los bosques, lo que se debe en mayor medida a razones relacionadas con la protección del suelo que con la producción de madera; el nivel de crecimiento se sitúa en forma apreciable por encima de los actuales niveles de corta.

A causa de las extensas zonas de colinas y montañas, la fragilidad de los suelos, las difíciles condiciones climáticas y el riesgo de incendios forestales, la función de protección desempeñada por los bosques es fundamental en muchas zonas de Europa del sur. Cerca de una cuarta parte de la superficie forestal no está disponible para la producción de madera, fundamentalmente por razones de conservación y protección, si bien en algunos lugares este hecho se debe también a razones económicas, es decir la imposibilidad de acceder a ellos. Las zonas más extensas no disponibles para la producción maderera se encuentran en Italia, España, Portugal y Bosnia y Herzegovina. A finales del decenio de 1990 la extracción de madera rolliza alcanzó unos 54 millones de metros cúbicos con corteza por año en los bosques disponibles para el abastecimiento de madera, esto es los lugares en la que se efectuó la mayor parte de las talas. Si se suman el porcentaje con corteza de los árboles cortados y el volumen no recuperado, las talas (es decir las extracciones más las pérdidas de explotación no recuperadas) en los bosques disponibles para el abastecimiento de madera sobrepasaron los 65 millones de metros cúbicos con corteza, lo que equivale a la cantidad más ingente de la que se tiene noticia en Rumania, Portugal, España e Italia. Esta cantidad corresponde a menos de la mitad del volumen del incremento neto anual, lo que significa que el volumen de las existencias en formación está aumentando con considerable firmeza en la subregión. El grado en que el incremento neto anual (INA) supera el nivel de las talas, varía significativamente según los países. La relación talas-INA es particularmente baja en Bosnia y Herzegovina, Eslovenia y España. En cambio, los niveles de las talas y el INA son casi iguales en Portugal, donde la capacidad de elaboración de madera ha experimentado una marcada expansión en los últimos decenios, y en la ex República Yugoslava de Macedonia. En diversos países, la baja relación entre las talas y el INA tiene su explicación en la estructura de clases de edad, que tiende hacia rodales jóvenes o de edad mediana.

Además, en y entre los distintos países el volumen del INA por hectárea varía enormemente, lo que pone de manifiesto las diferentes condiciones de crecimiento. En Rumania y Eslovenia, el INA promedio asciende a más de 5 m3 por hectárea, es decir más que la media europea. En Portugal y España la media es de 6.8 y 2.7 m3 por hectárea, respectivamente, aunque en ambos países algunas plantaciones de pino y eucalipto se hallan entre las formaciones de crecimiento más rápido de Europa. Este tipo de plantaciones se encuentra también en otros países, como las de álamos en Italia. En Albania, Grecia y la ex República Yugoslava de Macedonia, se señala un INA de tan sólo 1 m3 por hectárea, aproximadamente.

MANEJO Y USOS DE LOS BOSQUES

En Europa del sur en su totalidad, más de la mitad del área forestal es de propiedad pública y menos de la mitad pertenece a privados. Ahora bien, este hecho oculta profundas diferencias en las modalidades de propiedad de la tierra entre los países. En Albania y Bulgaria, todos los bosques son de propiedad del Estado, y esta proporción corresponde a unas tres cuartas partes en Bosnia y Herzegovina, Croacia y la ex República Yugoslava de Macedonia y a más del 90 por ciento en Rumania. En Italia, Portugal y España, el Estado posee áreas de bosques relativamente pequeñas, y son más importantes otras formas de propiedad pública, principalmente por las municipalidades y las comunas. En estos tres países, la propiedad privada es con mucho la categoría de mayor relevancia, pues abarca más de tres cuartas partes de todos los bosques de Portugal y España y dos tercios de los bosques italianos. En particular en España e Italia, el tamaño medio de las explotaciones es muy reducido y por ende el número de propietarios privados proporcionalmente elevado. También la propiedad por industrias privadas tiene un peso considerable y en Portugal corresponde al 10 por ciento del total, mientras que en Italia y España concierne a zonas de dimensiones menores. En España y Grecia pueden hallarse otras formas de propiedad privada, como las cooperativas.

En algunos países que anteriormente poseían economías planificadas y que actualmente se están orientando hacia formas de economía de mercado, se ha venido efectuando un proceso de privatización o restitución de algunas áreas forestales. Este hecho ha progresado rápidamente especialmente en Eslovenia, donde tres cuartas partes de los bosques en la actualidad se encuentran en manos de particulares, y en menor grado en Bosnia y Herzegovina, Croacia, Rumania y la ex República Yugoslava de Macedonia. En Eslovenia, los bosques privados no eran de propiedad del Estado; éste únicamente se encargaba de su manejo.

Salvo Andorra y San Marino, todos los países de Europa del sur aportaron información a nivel nacional acerca del área de bosques bajo manejo (Tabla 30-1), aplicando para ello la definición utilizada por los países industrializados, esto es, de bosques manejados conforme a un plan oficial o extraoficial aplicado con regularidad durante un período suficientemente extenso (cinco años o más), inclusión hecha de las zonas para las que se ha decidido expresamente no emprender ninguna actividad de manejo. El grado en que se manejan los bosques de un país varía considerablemente. Así, Bulgaria, Rumania y la ex República Yugoslava de Macedonia informaron de que todos sus bosques están bajo manejo. A diferencia de ello, según se informó, la proporción de bosques bajo manejo es muy baja en Albania, Grecia y Portugal, y especialmente en Italia. En este último país, se señaló sólo un 11 por ciento de bosques bajo manejo pues se incluyeron únicamente los planes oficiales, tratándose en su mayor parte de bosques de propiedad pública. Las amplias diferencias notificadas por los países en relación con el grado de manejo de sus bosques pueden denotar en parte las dificultades que conlleva aplicar la definición de "bosque manejado" -utilizado por el TBFRA- a las condiciones de cada país u obtener datos completos y detallados. La definición incluye los bosques bajo planes de manejo oficiales y extraoficiales; por ello, puede resultar difícil determinar las zonas que se hallan bajo planes extraoficiales de manejo, en especial las de propiedad privada. En total, según las informaciones recibidas, unos 35 millones de hectáreas de bosques, o el 67 por ciento del área forestal total de Europa del sur, se hallaban bajo manejo de acuerdo con planes oficiales o extraoficiales.

Asimismo, en esta subregión las actividades relacionadas con la fauna y flora silvestres y la caza se han reconocido como prácticas de importancia.

CONCLUSIONES Y TEMAS

Los tipos y la calidad de los bosques que crecen en Europa del sur presentan una gran variedad. Sin embargo, en consideración de la excepcional presión a la que han estado sujetos los bosques por largo tiempo a causa de la explotación excesiva y las condiciones de crecimiento a menudo difíciles, cabe afirmar que muchos de los bosques "naturales" son de calidad relativamente deficiente. Esto representa un importante desafío para los que se encargan de la esfera del manejo, los cuales con frecuencia carecen de los recursos (humanos y financieros) para aplicar métodos de silvicultura más intensiva en esos bosques. En el otro extremo, existen amplias plantaciones para la producción de madera, cuyos niveles de manejo y de silvicultura son muy elevados. Al igual que en el resto de Europa, el público y los elaboradores de las políticas son cada vez más conscientes de la importancia que revisten los bosques para el suministro de beneficios medioambientales y sociales, así como de madera, y esto se refleja en el interés que se manifiesta en forma creciente hacia la forma en que se manejan los bosques de todo tipo, sean naturales o plantaciones. En ocasiones se ponen en tela de juicio algunas prácticas, como el uso de especies exóticas como el eucalipto en las plantaciones y la sustitución de matorrales de latifoliadas por pinos.

El problema secular de los incendios forestales sigue siendo agudo en la mayoría de los países de Europa del sur. Una gran proporción de los incendios que se desatan cada año en Europa ocurre en estos países, y se debe principalmente a la acción humana. Muchos de ellos se encienden de manera accidental o debido a negligencia, como los incendios que se inician en las tierras de cultivo y se propagan hasta los bosques, si bien un elevado número de ellos se provoca deliberadamente por una variedad de razones sociales, económicas y políticas. Además, la degradación de los ecosistemas ocasionada por el sobrepastoreo los ha hecho mucho más vulnerables a los incendios provocados por el ser humano. La densidad demográfica local ha disminuido con la urbanización, y de esta forma los incendios no se detectan y extinguen tan rápidamente como sería posible si las zonas rurales estuviesen más pobladas.

Asimismo, el creciente número de personas que visitan los bosques constituye un factor adicional de amenaza de incendios. Los cambios demográficos con frecuencia han dado lugar a la reducción de las actividades silviculturales y de explotación y a que un menor número de animales acceda a los bosques, lo que trae como resultado el aumento de los combustibles y un mayor riesgo de que los incendios que se desatan sean de intensidad mayor. Los técnicos forestales deben cumplir una importante función, relativa no sólo a luchar contra los incendios sino también a educar al público sobre su prevención.

Las condiciones climáticas de la subregión, especialmente durante los veranos calientes y secos, son un factor determinante para el aumento del riesgo de incendios. En relación con posibles cambios del clima mundial, en algunas partes de la subregión, como el sur de la Península Ibérica y de Italia, también se ha manifestado una creciente preocupación por la amenaza del fenómeno de desertificación. Este hecho ha puesto de relieve la necesidad de adoptar medidas de protección de los bosques, y, donde sea oportuno, de forestación con miras a la conservación del suelo.

La creciente industrialización y el desplazamiento gradual de las poblaciones desde el campo a las ciudades ha agudizado más aún el problema concerniente a mantener comunidades rurales viables, en casi todos los países de la subregión en los que en el pasado la agricultura era una de las principales actividades. Se están abandonando zonas significativas de tierras agrícolas marginales y, si bien la silvicultura en muchos casos puede parecer una solución, son muchos los problemas económicos y sociales que presenta esta opción como alternativa adecuada de aprovechamiento de la tierra. Entre esos problemas cabe destacar la financiación de los proyectos de forestación y reforestación y las disposiciones de índole organizativa necesarias para lograr el debido mantenimiento y el aprovechamiento en su momento de nuevas áreas de bosques revitalizados. Por consiguiente, siguen siendo inciertos la rapidez y el alcance con que proseguirá la expansión de los bosques registrada en los últimos decenios en esta subregión.

El volumen de las talas anuales en Europa del sur equivale a tan sólo cerca de la mitad del incremento neto anual (INA), e incluso menos en algunos países. Actualmente, este hecho ocasiona un aumento del volumen de las existencias en formación y contribuye a la retención del carbono, y en la mayoría de los países es consecuencia de la estructura relativamente joven de clases de edad de los bosques. Sin embargo, plantea un interrogante en cuanto a si tarde o temprano debería hacerse mayor uso del potencial de producción maderera de la subregión, no sólo para permitir que los bosques contribuyan más al bienestar económico de la sociedad sino también por razones ecológicas y de prevención de incendios. Esto no quiere decir que podría duplicarse el ritmo de las talas hasta igualar el actual nivel de INA, pero indudablemente puede tener lugar cierta expansión sin comprometer por ello la sostenibilidad de los recursos forestales. Ello supondría la creación de capacidad en materia de elaboración de madera en algunos países, cuya excepción principal sería Portugal, país en el cual ésta ya se ha expandido en tal forma que prácticamente todas las fuentes de abastecimiento maderero se hallan plenamente comprometidas. Italia y España figuran entre los principales importadores netos de productos madereros, y podría haber margen para la sustición de importaciones en éstos y algunos otros países. La modernización de sus industrias podría asimismo permitir a Rumania retomar su posición como exportador importante de productos madereros.

Rumania, Bulgaria, Albania y los países que formaban parte de la ex Yugoslavia están en proceso de convertir sus economías hacia formas de mercado y de mejorar los niveles de vida de sus poblaciones hasta alcanzar la media europea. En todos ellos, el consumo de productos madereros permanece bastante bajo, y reaccionaría al estímulo de la actividad económica, especialmente por lo que concierne al sector de la construcción, pues el suministro de más y mejores viviendas con toda probabilidad representará una prioridad. Se trata de un proceso a largo plazo que conlleva la sustitución o modernización de las industrias de esos países, incluidas las de elaboración de madera, que por lo general son obsoletas o están subcapitalizadas, y el desarrollo de la infraestructura. Supone además la privatización de algunos sectores de la economía y la búsqueda de asistencia extranjera, incluidas las inversiones extranjeras directas. En vista del potencial a largo plazo para aumentar el abastecimiento de madera en la mayoría de estos países (con excepción de Albania) los productos madereros y no madereros podrían desempeñar un papel cada vez más incisivo en el fortalecimiento de esas economías.

Los países de la ex Yugoslavia afrontan un problema particular planteado por los conflictos y los disturbios ocurridos durante la disgregación en los actuales cinco países autónomos. Las industrias y la infraestructura de estos países, así como algunas zonas de sus bosques, han sufrido considerables daños. Únicamente Eslovenia parece haberse salvado en forma relativa. Las posibilidades de restaurar y fortalecer el sector forestal y las industrias forestales en esos países dependen en gran medida de la estabilidad de la situación política, lo que contribuirá a despertar un mayor interés en los inversionistas extranjeros.

Uno de los principales obstáculos para lograr un aprovechamiento más completo de los recursos de la subregión, con objetivos sociales o medioambientales o con miras al abastecimiento de madera, consiste en el hecho de que una parte sustancial de la superficie forestal pertenece a un número sumamente elevado de pequeños propietarios privados. Las actividades forestales en pequeña escala muy pocas veces son tan provechosas como las que se realizan en mayor escala, y se hace más difícil alcanzar la eficacia en el manejo y la planificación. Por razones de índole política, la consolidación de la propiedad en unidades de mayores proporciones, de propiedad pública o privada, por lo general no se acepta y por consiguiente hace falta encontrar otras soluciones. Una de ellas podría consistir en agrupar las propiedades en cooperativas de manejo o de comercialización, como se ha hecho en diversos casos. Sin embargo, antes de emprender el esfuerzo y afrontar los costos que conllevan este tipo de iniciativas, es preciso determinar la efectiva y potencial aportación que las pequeñas explotaciones forestales hacen a la economía forestal global, en especial mediante la producción y venta de madera en rollo. En la actualidad, es probable que esta aportación sea muy inferior a la porción del área forestal que poseen, y sería necesario determinar si su contribución podría verse mejorada en forma apreciable gracias a una acción conjunta. En caso de que por motivos económicos resultara difícil justificar este tipo de medida, aún así seguiría siendo necesario considerar si, dejando las cosas como están, a largo plazo se producirían consecuencias negativas para las funciones medioambientales y sociales, como por ejemplo un mayor riesgo de incendios forestales.

A decir verdad, debido a la frágil situación del medio ambiente y a la evolución de las condiciones sociales en diversos lugares de Europa del sur, pueden existir razones sólidas para apoyar un papel más destacado del sector forestal, pero esto sigue dejando sin respuesta el difícil interrogante relativo a cómo debería organizarse este apoyo y quien debería sufragar los costos conexos.

BIBLIOGRAFÍA

CEPE/FAO. 2000. Forest resources of Europe, CIS, North America, Australia, Japan and New Zealand: contribution to the global Forest Resources Assessment 2000. Geneva Timber and Forest Study Papers 17. Nueva York y Ginebra, Naciones Unidas. www.unece.org/trade/timber/fra/pdf/contents.htm


[45] Para más detalles sobre cada país, véase www.fao.org/forestry

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