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Despilfarro y mal uso del agua

La utilización de los recursos de agua dulce deja mucho que desear, especialmente en la agricultura. En algunos casos, estos recursos son sobreexplotados si el consumo supera al suministro de recursos renovables, originándose así una situación insostenible. Generalmente, el despilfarro en una zona priva a otras áreas del agua que necesitan, disminuyendo allí la producción agrícola y el empleo. Otros casos de mala gestión del agua se deben a la extracción de agua de buena calidad y al retorno al sistema hidrográfico de aguas de calidad inaceptable. Los retornos de riego a menudo están contaminados por sales, pesticidas y herbicidas. La industria y los centros urbanos también retornan agua contaminada tanto al agua superficial como a la subterránea.

Barca abandonada sobre el fondo marino seco del Mar de Aral.

El Mar Aral es uno de los mayores desastres ambientales del planeta. Antes de 1960 un promedio de 55 000 millones de m3 ingresaban anualmente en el Mar de Aral. El riego de algodón y la construcción de embalses para el control de inundaciones disminuyó el caudal anual y entre 1981 y 1990, este caudal fue de 7 000 millones de m3. Como resultado, el nivel del mar descendió 16 metros entre 1962 y 1994 y el espejo de agua se redujo a un cuarto. Veinticuatro de las especies marinas han desaparecido, y la pesca que alcanzó 44 000 toneladas anuales en los años cincuenta y que proporcionaba empleo a 60 000 personas, ha desaparecido. Las mezclas de polvo salado del fondo marino, que son transportadas por el viento y depositadas en las tierras agrícolas aledañas, están dañando y matando a los cultivos. Los bajos caudales del río han concentrado sales y productos químicos tóxicos, haciendo que los recursos hídricos sean peligrosos para la bebida y contribuyendo a un aumento de muchas enfermedades en el área. Los habitantes que todavía permanecen en el área han perdido su principal medio de vida. Aquellos que se han ido se han convertido en refugiados ambientales.

Una de las consecuencias más notables de este despilfarro es que ahora algunos ríos - entre ellos el HuangHe, el Colorado y el Shebelli - desaparecen antes de llegar al mar. El río Amu Darya que alimenta al Mar de Aral (véase el recuadro de la izquierda) tiene sus reservas totalmente comprometidas para el riego de plantaciones de algodón. En 1997, en China el río Amarillo no llegó al mar durante siete meses.

La presencia de cauces secos es un síntoma de despilfarro de los recursos de agua dulce. Excesos en un lugar privan del recurso a otros. Las tierras de los deltas de muchos ríos, que son llanas y fértiles, anteriormente eran agrícolamente muy productivas. Sin embargo, si no hay agua para el riego porque los ríos no disponen de caudal, la producción agrícola cesa y los agricultores se arruinan.

Generalmente, estos problemas se deben a actuaciones realizadas aguas arriba. Talas, construcción de carreteras y la agricultura aumentan a menudo la erosión del suelo y consecuentemente la sedimentación. Esto puede ocasionar inundaciones en zonas intermedias del valle del río y disminución de caudales aguas abajo. La sedimentación está también colmatando los embalses más grandes del mundo, cuya capacidad actual se estima en alrededor de 6 000 km3. Anualmente se pierde por sedimentación alrededor del uno por ciento de este volumen, es decir, unos 60 km3.

La agricultura de regadío tiene un impacto significativo sobre el medio ambiente. Un efecto positivo es que el riego de una pequeña área de alta productividad frecuentemente puede reemplazar el cultivo de mayores superficies de tierras marginales. Sin embargo, la extracción de agua de ríos y lagos para el riego también puede poner en peligro ecosistemas acuáticos, como son los humedales, ocasionando pérdidas en su productividad y biodiversidad. Esto ha tenido consecuencias importantes para las poblaciones que dependían en esas áreas de la pesca continental y en la acción filtrante natural de los humedales, que históricamente han depurado buena parte de las aguas residuales del mundo. Frecuentemente los resultados de la reconversión de humedales en regadío han sido lamentables.

Los productos químicos que se usan en el regadío contaminan a menudo la escorrentía superficial y el agua subterránea. El potasio y el nitrógeno aplicados en los fertilizantes, tanto en regadío como en secano, pueden ser lixiviados hacia las aguas superficiales o subterráneas produciendo proliferaciones de algas y eutrofización.

Riego de álamos con aguas residuales sin tratar en la India.

El riego también puede concentrar las sales que existen en el agua de forma natural, que luego retornan hacia las aguas superficiales o subterráneas. En las regiones áridas, el riego también puede lixiviar hacia las aguas superficiales o subterráneas elementos tóxicos, como el selenio, existentes de forma natural en los suelos. El riego en exceso puede dar lugar a problemas de anegamiento que reducen los rendimientos de los cultivos substancialmente.

Todos estos problemas aumentan a medida que se intensifica el uso del agua. Además, a medida que los recursos hídricos convencionales se acaban hay que utilizar recursos adicionales. Pueden utilizarse para regar aguas salobres y aguas residuales urbanas, pero si no se manejan adecuadamente pueden surgir problemas de salud pública.

Muchos países se encuentran en una situación hídrica deficitaria, porque están ya consumiendo más agua que los recursos renovables que tienen disponibles. Los déficits de agua se producen principalmente si la extracción de aguas subterráneas supera la recarga de los acuíferos. Esto conlleva al agotamiento de un recurso natural, y algunos países áridos basan su desarrollo substancialmente en estos recursos que están siendo agotados, especialmente por el riego (véase el cuadro adjunto). En el futuro, este uso insostenible de los recursos hídricos no puede continuar por mucho tiempo.

La sobreexplotación de las aguas subterráneas para la producción de alimentos tiene serias implicaciones. En muchos países los acuíferos han sido sobreexplotados. Se estima que en los principales países deficitarios de agua anualmente se sobreexplotan alrededor de 160 km3. Esto significa que aproximadamente 180 millones de toneladas de granos, es decir, alrededor del 10 por ciento de la producción mundial, se están produciendo con recursos hídricos no renovables. Irónicamente, una cantidad similar de alimentos, o incluso mayor, está en peligro en regadíos que tienen drenaje inadecuado y por tanto niveles freáticos altos.

El despilfarro de los recursos hídricos, que son limitados, ocurre con frecuencia en cada interferencia humana en el ciclo hidrológico natural. El riego es evidentemente poco eficiente: el agua se desperdicia en cada fase, desde las filtraciones de los canales que conducen el agua hasta los grandes volúmenes que se aplican en tierras cultivadas, en exceso a las necesidades de los cultivos, o inútilmente a suelos en barbecho. En el futuro, la mejora de la eficiencia del riego - que actualmente es inferior al 40 por ciento - es un objetivo clave.

Sobreexplotación de aguas subterráneas en algunos países seleccionados

País

Sobreexplotación como porcentaje de la extracción total

Kuwait

46,5

Bahrein

40,2

Malta

32,2

Emiratos Árabes Unidos

70,9

Qatar

14,9

Jamahiriya Árabe Libia

90,0

Jordania

17,5

Arabia Saudí

79,7

Fuente: Recursos hídricos de la Región del Medio Oriente: una revisión
(FAO, Roma, 1997)

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